Capítulo 2
Era ya bien entrada la media noche. Incluso las cigarras se habían retirado a descansar. Sólo unos cuantos negocios permanecían abiertos, incluídos los konbini. El mundo entero se preparaba para un nuevo día, pero una persona no. Quería terminar todo lo antes posible.
Sus oportunidades laborales dependían de ello, o al menos eso era lo que ella se decía.
-U-shi-O –dijo el hombre bien entrado en sus treinta que sólo había pasado a revisar que su hermana menor siguiera con vida, pues había estado llamándole por horas; arrastrando una a una las sílabas con la paciencia que le caracterizaba. –Déjalo y ve a descansar.
-Pero nii-san, debo terminar esto, o si no.
-O si no ¿qué? –Levantó una ceja. –Según recuerdo esta edición debes entregarla en una semana.
-¡Exacto! –Gritó exasperada, pocas veces se salía de sus cabales. –Por eso mismo debo terminarla.
-Sabes a lo que me refiero. –Suspiró mientras veía que Ushio estaba a dos páginas de terminar con la edición del libro que se le había confiado, un indudable best seller… el décimo best seller al hilo, a cargo de la novata Ushio Kazama.
-Entiéndelo Onii-san, -Suplicó la chica con los ojos rojos, evidentemente cansada y con los más altos niveles de estrés. –Necesito este trabajo.
-Esto es el colmo Ushio… -Agitó la cabeza en negación. -¿Sabes qué? –sacó el móvil de su bolsillo. –Hablaré con Sumika-san, es la única que puede hacer que pongas los pies en la tierra.
-¡No lo hagas! –Se levantó de su asiento para arrebatar el teléfono de las manos de su hermano mayor.
-Pero ¿Qué haces? ¿Qué tiene de malo que intente llamar a tu novia. –La mirada culpable de Kazama salió a la luz. -¿Qué demonios hiciste? –Preguntó al borde del nerviosismo. Su paciencia tenía un límite y al parecer su hermanita estaba rebasándolo.
-Terminé con ella.- Admitió y de pronto, toda esa euforia con la que estaba llevando a cabo su trabajo se esfumó por arte de magia, ahora sólo quedaba una versión casi fantasmagórica de ella.
-¿En qué momento sucedió eso? –Preguntó suavizando el tono de su voz. -¿Por eso estás trabajando como desquiciada?
La joven se congeló ¿Le admitiría cómo habían sucedido las cosas? No, claro que no… La verdad es que ni ella sabía por qué lo había hecho.
-Bueno, te dejaré en paz. –le palmeó la espalda y se preparó dejar el apartamento. –Quiero que descanses, que le des importancia a tu vida y no sólo a tu trabajo. Tener un buen empleo es algo bueno, pero no debes dejarlo todo por él… ahí eres reemplazable ¿lo sabes? Y nadie te devolverá las memorias perdidas.
-Lo se niichan. –Susurró.
-¿Lo sabes? –Era una pregunta retórica. La dejó al aire y salió del apartamento. –Ve a dormir Ushio.
-Ve a dormir Sumika. –le recomendó del otro lado de la línea su mejor amiga, quien contadas veces le llamaba por su nombre de pila. –Debes seguir adelante, ¿Lo sabes?
-Si. –Simplemente "Sí". Se sonó la nariz, sabía que al otro día amanecería con los ojos hinchados y se tendría que presentar así a su trabajo.
-Sé que estás pasando por una etapa bastante dolorosa, pero ya han pasado dos meses desde que Kazama-kun terminó contigo.
-Si… - ¿Se le había olvidado el vocabulario? Ella misma se dio cuenta de que había quemado esa respuesta, así que se esforzó para decir algo más. –Me esforzaré un poco más en avanzar. –Prometió, aunque sabía que no estaba preparada para cumplir justamente esa promesa.
-Con eso me alcanza. –Dijo Tomoe, satisfecha al escuchar eso de su amiga. Había sido bastante doloroso para ella ver cómo se derrumbaba en un par de segundos toda la esperanza que había reunido, con la precisión con la que se construye un alto castillo de naipes. Sumika ya no era Sumika, más bien un ente que iba a cumplir con su trabajo, comía porque había que comer, dormía porque en algún momento de la noche se quedaba dormida y que lloraba como nunca lo había hecho. Deseaba con toda el alma que recuperara sus ganas de vivir. –Te dejaré ir a dormir.
-Gracias Hachi… de verdad, gracias por todo. –Cortó la llamada y se recostó, esperando que esta vez el sueño llegara pronto.
El frío entró al pequeño apartamento, aún era otoño, pero anunciaba que el próximo invierno sería realmente crudo, la mujer cerró la ventana y rezó porque Miyako consiguiera vacaciones pronto o pasaría días y noches bastante malas.
Una vez más sus pensamientos volaron hacia Sumika. ¿Cómo ayudarla?
Era impensable entrometerse más de lo que ya se había entrometido. Quería que su amiga saliera pronto del hoyo… le debía tanto a Murasame, la primera amiga que tuvo y que le ayudó a obtener esas cosas tan simples de la vida y que pocas veces había podido disfrutar. ¡Joder, incluso vivía en un apartamento LDK de 5 x 5, cuando bien podía vivir en una mansión! Y era diez veces más feliz así.
Bien, ella no se entrometería… Sumika no se lo agradecería ¿O si? Bueno, muchas veces había ayudado, diciendo las cosas correctas en los momentos apropiados, quizá habría suerte esta vez.
Deambuló por su apartamento y se detuvo frente a una vieja fotografía de su graduación. Los rostros de todas le trajeron recuerdos maravillosos. Estaba esa chica que podría comerse un camión de comida completo y aún así tener hambre. También figuraban Koino y Semimaru, por lo que sabía, ellas se acababan de ir a un viaje romántico por todo el mundo. Akemiya y Charlotte que hacía ya un par de años que tenían su propia agencia de modelaje. Y también aparecía en la fotografía, justo al lado derecho de Miyako la solución a todo, la persona que por fin sería opción: Azusa Aoi.
"Esto es por mi amiga" –Pensó callando la vocecita que le decía DEJA DE METERTE EN ESTO, NO ES TU ASUNTO.
-Hey. –saludó emocionada cuando respondieron a su llamada. –Kiyori-kun ¿Cómo has estado?
-¿Qué demonios quieres? –Respondió irritada. –Estoy tratando de dormir, ¿Lo sabes mamá? -¡Vaya! Así que también Kiyori Torioi tenía un lado oscuro oculto"¿Mamá?".
-Soy Hachisuka Tomoe. –Reprimió las carcajadas que querían salir de su boca, tenía un improvisado plan que quería poner en marcha cuanto antes y burlarse lo echaría a perder. -¿Se encuentra Torioi-san?
-¿Tomoe-san? –El tono de voz cambió drásticamente al tono amigable que le era habitual. - ¡Hola! Hace tanto tiempo que no sabía nada de ti. ¿Cómo has estado?
-Maravillosamente, ¿Qué tal te ha ido?
-Excelente… bueno, aún no tengo trabajo fijo, pero no pierdo las esperanzas. Hey, ¿A qué debo el honor de tu llamada?
-Ahmmm. –"Seré idiota" Se recriminó dentro de sus pensamientos. "No puedo decir que necesito que me ayude a sacar un clavo ajeno" –Pues… acabo de llegar a la ciudad –Hace dos meses, pero eso no importa. Vio la fotografía esperando encontrar inspiración. –Encontré una vieja fotografía y pensé que sería lindo reunirnos como en los viejos tiempos.
-¡Eso sería genial! –Se notaba la sincera emoción de Kiyori. –Yo me apunto.
-Estupendo. –Se sintió aliviada de haber salido con una solución. –Llamaré a las demás y veré quien más asiste, reservaré en nuestro restaurant favorito.
-Ya me muero de ganas por verlas a todas.
-También yo. –Aunque sabía que habría una de ellas, quien con seguridad estaría ausente. –Oye, ¿de casualidad tendrás el número de Azusa-kun? Solamente me falta ella.
-Claro, te lo enviaré por mensaje de texto… jaaaaaum. –No pudo evitar el bostezo, el sueño la reclamaba, además sus mantas estaban a una temperatura perfecta.
-Gracias. Te dejaré ir a descansar, lamento si te desperté. –Mentira: No lo lamentaba ni un poquito.
La reunión tuvo lugar una semana después, en sábado por la noche. Nadie se lo había esperado, pero todos los invitados estaban ahí: Miyako, Tomoe, Kiyori, Koino, Semimaru, Charlotte y "Akemi"… Masaki se había habituado a su guardarropa femenino y había acudido a la noche de chicas con su mejor atuendo.
-Kazama y Sumika se están tardando. - Comentó Semimaru impaciente.
-Llegarán pronto, quizá tenían cosas qué hacer. –Guiñó Charlotte sugiriendo que el contratiempo se debía a un arrebato de pasión entre las chicas.
-En realidad… -Tomoe interrumpió las carcajadas cómplices que habían empezado a escucharse por parte de sus amigas "TE DIJE QUE NO TE METIERAS"-Kazama-kun dijo que no podría asistir y Sumika debe estar por…
-Hola a todas. –La aludida llegó a la mesa donde se encontraban sus amigas del instituto. Estaban todos y de golpe notó la evidente ausencia de su amada castaña de ojos color miel.
Quizá estaban todas ellas reunidas para ayudarle a salir de esa depresión que la agobiaba día a día. No se dejaría caer. Al menos por esa noche disfrutaría de la compañía de esas personas a quienes les tenía gran aprecio.
Los malos chistes de instituto salieron fácilmente, incluso Kiyori se deshacía de risa al recordar cómo siempre había resultado ser la más despistada, pero ahora se regodeaba de ser la persona que ponía más atención a todo su alrededor y nada se le pasaba desapercibido. Y era cierto, pues fue ella la única que notó la mirada nostálgica de Sumika, sumó dos más dos y sacó la conclusión correcta. Cada que alguien intentaba preguntar sobre Ushio, encontraba un cambio sutil en el tema. Al fin y al cabo, salirse por las ramas era su especialidad.
-Traeré más vino. –Anunció Tomoe, ¿qué botella sugieren para esta ronda?
-¡Tequila! –votaron todas y luego soltaron una sonora carcajada que atrajo la mirada de los demás comensales.
-Tequila será. –Sonrió la chica y dio un paso hacia la barra ¿quién lo habría imaginado? La reunión estaba saliendo a pedir de boca, ahora seguía continuar con su plan. –Aoi-kun, me cuidas mi lugar, ¿Por favor? –Dijo de manera bastante casual, sólo que su lugar estaba entre Miyako y Sumika.
Vigiló que la tímida chica de lentes con montura roja entablara conversación con su amiga y sólo entonces fue a la barra a pedir una botella de tequila y los vasos para shots.
BINGO… Ellas dos se veían bien juntas, Sumika incluso sonreía.
Lentamente se fueron despidiendo, la noche había avanzado y muchas de ellas tenían obligaciones. Tomoe, Miyako y Kiyori salieron del lugar luego de que la primera pagara las consumiciones y mirara disimuladamente cómo Sumika y Aoi se quedaban solas.
-¿Así que ese era tu plan? –Soltó Kiyori una vez que cruzaron la puerta. Parecía tranquila, aunque en realidad sólo lo estaba aparentando. -¿Quieres hacer que Sumika olvide a Kazama con ayuda de Azusa-san?
La sorpresa se hizo presente en Tomoe. ¿Cómo imaginar que seria tan aguda? "DI ALGO YAAA TOMOE"
-¿De qué estás hablando?- Preguntó la rubia Miyako con la confusión impresa en su rostro.
-¿De qué estás hablando? –Repitió la pregunta una voz quebrada a sus espaldas. Un plan jodido en instantes: Sumika había escuchado todo, Aoi había escuchado…
-Yo… eh… -Bajó la vista avergonzada. –Me cansé de verte triste Murasame-kun.
-¿Crees que yo no estoy cansada de estar triste?- Preguntó rendida. Se notaba sin fuerza, apagada. –Cada maldito día es un infierno y aunque me esfuerzo por estar bien, no puedo. Hoy por fin he podido sonreir y es porque han estado todas aquí, ¡pero no podía apartar la vista de ese jodido lugar vacío! …ella no está aquí y duele tanto que ya no sé si seré capaz de sentir. Aunque sea rabia, aunque sea una pizca de alegría… ¡Lo que sea! –Respiró profundamente y apartó la vista de sus amigas, pues ya no era capaz de seguir ahí. –Sé que estás preocupada por mi y te lo agradezco Tomoe, pero sólo yo soy capaz de salir de este abismo.
-Murasame-kun… -Intento decir algo.
-Quiero estar sola. –Se alejó de sus amigas, quienes se habían quedado mudas.
Miró el reloj, quizá debería tomar un taxi… 11:11 pm del 11 de noviembre.
"Deseo poder olvidarla" Pensó con ironía, recordando ese infantil mito del 11:11
El chirrido de unos neumáticos la hizo levantar la vista. Al parecer un motociclista se había saltado el semáforo en rojo. Lo que no vio venir fue el impacto del auto que con una maniobra peligrosa evitó golpear la motocicleta…
Pero que sí la golpeó a ella.
Hey! Gracias por leer!
Si se preguntan (si me odian) por qué hago sufrir tanto a Sumi-chan desde el inicio, me defenderé diciendo que es parte de un plan macabro muajaja... Es más como que quiero una redención o algo así para ella, veré qué tal va... Les adelanto que no haré sufrir más a Sumi-chan.
Saludos y agradezco los comentarios
