Capítulo 3


La primera nevada daba la bienvenida a las épocas decembrinas. Las parejas de enamorados caminaban por las calles embelesados, con sus ojos evidenciando la emoción por planes a futuro con la persona que llevaban a su lado.

"¡Ilusos!" Pensó Ushio Kazama con ironía. Ella misma había estado en esa situación, planeando su vida al lado de Sumika. "No te hagas pendeja" Le dijo su conciencia en respuesta al ilusos anterior "Tu la dejaste, ahora no te quejes"

Suspiró. ¿Se habría precipitado en dejarla?

"Si idiota" gritó nuevamente su conciencia que los últimos días no parecía querer dejarla en paz, "Pero ¿sabes qué? Haz lo que quieras, te encendí la señal de alarma antes de que lo hicieras, te dije que aún podías retractarte cuando enviaste el mensaje y ahora me voy a quedar en silencio, ahora a casa o morirás congelada"

¿Por qué la voz de su conciencia era tan condescendiente? Peor aún ¿Por qué sonaba como la voz de su abuela?

-Como sea. –Desechó la discusión que tenía su consciencia contra su cabezonería y caminó rumbo a su apartamento.

En su camino a casa se encontró con que las ventas navideñas ya habían iniciado ¡Aún no era diciembre y ya había villancicos en cada maldito negocio! Pero claro, Rodolfo el reno no podía esperar para que pusieran su tema en todos lados.

-Pfff- lanzó un suspiro en su creciente irritación, -este es el colmo… creo que odio la navidad.

"Amabas la navidad el año pasado"


"¿Cuánto dolor debo soportar para verte de nuevo?"

Es la segunda frase de una canción de Yamasaki Masayoshi, curioso, era lo mismo que ella pensaba en ese momento, antes de suspirar y buscar un taxi. Y como si el universo tuviera sentido del humor, le hizo esa jugada, a ella: la ex-karateka Sumika Murasame.

Murasame-kun. –No supo cómo había llegado tan pronto al lugar donde estaba su amiga. No hubo tiempo como para quedarse en shock. En realidad todo había pasado en una horrorosa secuencia de cámara lenta. Miyako la había estado riñendo por haber metido sus narices en donde no debía, luego un chirrido de llantas relativamente cerca que le hizo voltear, como la curiosa que era. Pensaba que, tal vez, si corría lo suficientemente rápido, poniendo todas sus fuerzas, entonces alcanzaría a empujar a su amiga.

Pero eso no sucedió. Y el auto azul brillante golpeó a la chica, lanzándola por la acera y provocando que todo su cuerpo chocara fuertemente en el concreto.

-Oye… Murasame…-Repitió Tomoe en medio de su desesperación, tomando entre sus manos el rostro ensangrentado de su amiga, los lentes ya no los tenía puestos, quizá salieron volando a la vez del impacto ¿Cómo es que había quedado en ese estado? –Despierta por favor.

-¡GOMENASAI! –Un hombre de traje salió del auto, con la mayor preocupación, marcada en su rostro. -¿Está bien? –Preguntó, y sin esperar respuesta sacó su móvil para llamar a una ambulancia.

-Sumika…-san. –Kiyori y Miyako se acercaron a donde se encontraba Hachizuka sosteniendo a la recién nombrada. –

-Hey –Tomoe intentó una vez más. –Sumi…

-Me duele- dijo con voz débil. –Ushio llama a mi padre

-Yo no soy… -Quiso aclarar la mayor, pero su rubia novia la detuvo.

-Shh

-Llama a mi padre.


Todo parecía una película, de esas pegajosas y cursis que a veces encontraba en algún canal de la TV de su casa. Había una chica con su cabello castaño recogido en una coleta, vestida con su uniforme de secundaria, estilo marinero. Toda ella irradiaba energía. Atrajo las miradas de todos el día en que fue transferida a su escuela por razones desconocidas.

-¡Sumi-chan! ¡Sumi-chan! –La saludó al llegar, con la emoción iluminándola por completo. –Adivina

-Adivinaré… supongo. –Dijo en un suspiro resignado. Se había acostumbrado a ese tipo de confesiones semanales que ya no le provocaban ninguna sorpresa. –Conociste a una chica.

-¡Así es!- puso sus muy conocidos ojos soñadores- Es la más linda que he visto en toda mi vida.

-¡Vaya! –Exclamó. –Así que semana a semana aparecen chicas aún más lindas. –se burló de la lógica de su amiga. –Quizá en seis o siete años conocerás a la más súper linda de todas y como ya no habrá más lindura en este mundo te quedarás con ella.

-Qué mala eres Sumi-chan. –Cambió su expresión a un muy infantil puchero. –Pero tienes razón, yo me casaré con la más linda de todas.


-¡Suuuumi-chan!- Sonrió con la sonrisa más amplia y los ojos más brillantes que jamás le había visto.

-Adivinaré… -Suspiró escondiendo el dolor y la decepción. Las cosas habían cambiado mucho, estaban por terminar el instituto y ¡Por el amor de Dios! Había sido enormemente estúpida: Se enamoró de la chica castaña con bubis enormes, la cual sólo se fijaba en mujeres lindas y patosas. Ella no entraba en el ranking: era muy alta, musculosa gracias a que entrenaba karate desde pequeña, sus pies y manos no eran las más femeninas. Así que sin intentarlo, ella misma se encerró en la friendzone. –Conociste a alguien.

-Si. –Contestó solemnemente, cosa extraña. –y de hecho puede que yo también le guste.

-genial. –Trató de fingir emoción. –Te deseo suerte Kazama.

-Gracias, la voy a necesitar. –dicho esto tomó aire. - ¿Crees que…

-Disculpa, tengo que irme. –No lo soportaba más, tenía que salir de ahí cuanto antes. Sabía que quizá Kazama Ushio le pediría consejos y como su mejor amiga estaba dispuesta a dárselos. Pero no ese día.

-¡Sumi-chan! –La detuvo tomando firmemente de su mano. Sin pensárselo mucho, la atrajo hacia sí y sin más le robó un torpe beso.

Los ojos de la más alta se abrieron como platos. Se apartó de Kazama sin saber exactamente qué decir.

-Te… te preguntaba ¿Crees que aún estoy a tiempo de tener una oportunidad contigo Sumi-chan?

-¿Qué? ¿Qué demonios… y la chica súper linda que conociste?

-Eres tú. –Sonrió –Estoy enamorada de ti hace tiempo, pensé que no tenías interés por mí, pero Hachi…

-Esa idiota chismosa…

-Olvida eso Sumi-chan. –Se atrevió a tomar una vez más la mano de Murasame, quien temblaba visiblemente. –Respóndeme por favor ¿Tengo una oportunidad?

-Sabes que sí. –Por una vez se relajó, incluso fue valiente y besó a Kazama.

-¿Entonces somos novias?

-Si.


Cansada, Enojada, Triste, Arrepentida. ¿Cuál de todos esos sentimientos elegir? Pospuso la decisión al ver a Tomoe plantada frente a su casa con cara de pocos amigos.

-Lo sé, lo sé. –Dijo triste y fastidiada, más triste que fastidiado. Anticipándose al sermón que, según ella, Tomoe iba a propinarle.- Soy la peor. Sumi-chan nunca debió conocerme y mucho menos ser mi novia…

La mayor no supo cómo reaccionar ante esto. De su boca sólo pudo salir

-Estás pendeja.

-¿Perdón?

-Yo no vengo a echarte bronca por terminar con Murasame, quizá tuve mis muchos momentos en los cuales me metí en su relación, incluso debo admitir que ayer lo volví a intentar. –Su rostro mostró sus verdaderas emociones: no estaba de pocos amigos, sino a punto de llorar.

-¿Qué es lo que vienes a decirme?- El miedo y la comprensión comenzaron a abrirse paso en Kazama.

-Sumika está en el hospital. –Listo, lo había dicho. Directa y al punto, Tomoe sentía que si le daba demasiadas vueltas al asunto, se rompería. Se trataba de su mejor amiga, la cual aún no había despertado. –Fue atropellada anoche.

-¿Dónde está? –Fue lo único que atinó a decir la más baja.

-No te lo diré. –le dio la espalda. -Ya has hecho bastante daño ¿no lo crees?

-Eso es algo que ya sé Hachizuka-san.

-Perfecto, entonces no es necesario que te diga que no vuelvas a acercarte a mi mejor amiga.

La rabia se hizo ver en Kazama –Si no puedo verla, entonces ¿Por qué demonios viniste a decirme que ella se encuentra hospitalizada?

Tomoe se detuvo ¿Por qué lo había hecho? Ni ella misma lo sabía, no pudo soportar la impotencia que le causaba estar esperando noticias de su amiga en el hospital y para cuando se dio cuenta, ya estaba frente a la puerta del apartamento de la castaña exnovia de Sumika.

-Francamente, no lo sé. Quizá sólo quería sacarlo de mi pecho.

-¿Dónde está ella? –Preguntó una vez más casi en un inaudible susurro.

-Ya sabes. –La miró con ojos rabiosos, no dejándose enternecer por el obvio sufrimiento ni las lágrimas de la chica. –Sabes que no te lo diré.

Y se fue.

Correr. Eso es lo que Kazama debía hacer, correr y seguir a Tomoe para llegar al hospital donde Sumika se encontraba. Justo en ese momento sonó su móvil dentro de su bolsillo: Su jefe, quizá con otro proyecto jugoso, la promesa creciente de un ascenso rápido.

¿Qué haría?

Se lo debía a Sumika. Se lo debía a ella misma. Qué idiota había sido.

Haría lo que debió hacer desde el principio: No pensar de más. Y corrió.


-Sabes que habrá personas que no aceptarán tu relación - dijo Tenkai Murasame mientras Noe, la amable ama de casa que se había vuelto la figura materna de Sumika, le ponía una bolsa de hielo en la cabeza del patriarca para aliviar un chichón que él se había hecho al caer desmayado.

-Lo he aceptado hace tiempo. -Declaró solemnemente la chica.

-Sumika-san... eres tan obstinada como tu madre. -Sonrió al recordar a su fallecida esposa.- Además de una romántica... ojalá pronto despiertes y te des cuenta de cuán difícil puede ser la realidad. Despierta Sumika... Despierta

-Despierta Sumika. - La voz de su padre se iba transformando, como si saliera de una película grabada en VHS se tratara. ¿Por qué le dolía la cabeza de esa manera? ¿Acaso había bebido de más? -Despierta. -El calor de la mano rasposa que tomaba la suya era bastante reconfortante.

Lentamente abrió los ojos y se encontró con la cara sonriente (Aunque preocupada y bañada en lágrimas) de su padre, quien al instante la abrazó.

-Gracias a Dios que despertaste. -Le susurró al oído sin poder ocultar su emoción. Él era la persona más corazón de pollo del planeta tierra. -¿Te sientes bien?

-Si padre, sólo me duele un poco la cabeza... y todo el cuerpo. -Sonrió a pesar de el intenso dolor que le provocó el removerse en su cama. -¿Dónde estoy, por cierto?

-En el hospital universitario. -Respondió Kiyori, quien acababa de cruzar la puerta. -Nos diste el peor de los sustos Sumika. -Se acercó con una enorme sonrisa a su amiga y le dio una palmada sobre su enyesada pierna. -¿Cuándo te darás cuenta de que tienes un brazo y una pierna rotos?

-Ya lo había notado Kiyori-san. -Mintió. -¿Cuánto tiempo estuve inconsiente?

-Un día completo.

-¿En qué momento planeaban llamarme y decirme que mi paciente había despertado? -Les riñó el médico a cargo de la pelinegra.

-Estábamos a punto de hacerlo Sensei. -Dijo apologéticamente el padre de Sumika. -Gomen.

-No importa ya. -Sonrió falsamente el doctor. -¿Cómo se siente Murasame-san?

-Tan bien como podría sentirme. -Respondió de buen humor.

-Excelente. -Dijo automáticamente y tomó el expediente correspondiente, le echó sólo un vistazo y procedió a revisar a Sumika, empezando por los reflejos oculares.

-¿Por qué siempre empiezan revisando los ojos? -Preguntó Sumika inocentemente mientras el hombre acercaba una pequeña lámpara LED de baja intensidad a su ojo izquierdo.

-Bueno, no siempre lo hacemos, pero en tu caso debo hacerlo porque sufriste un impacto muy fuerte en tu cabeza. -Empezó a revisar el ojo derecho de la paciente. -Afortunadamente no sufriste ningún trauma craneoencefálico. Los reflejos de tus pupilas son normales. -Dijo con satisfacción. -Pero no podemos descartar nada, así que pediré que se te hagan más evaluaciones.

-Gracias Sensei. -Sonrió -¿cuándo podré tener de vuelta mis anteojos?

-Toma -Contestó Tenkai. -Anteojos nuevos, los que llevabas puestos quedaron destrozados.

-¡Murasame-kun! -La recién llegada se abalanzó sobre su amiga, dejando salir por fin las lágrimas que se había guardado por todo el día. -Pensé que te perderíamos.

-Vamos Hachi.- Se burló. -Estoy bien, ya ves. Sólo un poco rasguñada y ya está.

-Sumi -chan. -La voz agitada venía desde la puerta. -¿Estás bien?

La recién nombrada sonrió confundida.

-Estoy bien. Gracias señorita.

-Jeje. -Fingió una sonrisa- eso dolió, pero supongo que me lo merezco.

-¿Qué haces tú aquí? -Se enfrentó a ella una furiosa Tomoe. -Te dije que no te volvieras a acercar a Murasame-kun

-Vine a ver a Sumi-chan. -respondió con la misma ferocidad. -Y tú no puedes interponerte.

-¿Verme a mi? -La pelinegra parecía aún más confundida. -¿Por qué? ¿Acaso nos conocemos?


Disculpen la enorme tardanza. Tuve una semana infernal y lo único que hacía al llegar a casa era dormir para luego levantarme y correr al trabajo. Espero publicar el siguiente capítulo en un par de días más. Eyrian un gusto enorme volver a saludarte.

Ojalá disfruten este fic que estoy construyendo. Gracias por sus comentarios y por leer este fic. Nos leeremos pronto.