Capítulo 4

El horror fue imprimiéndose en todos los presentes. Todo estaba dentro de lo normal hasta hacía un par de segundos, cuando la mujer castaña de pechos considerablemente grandes, entró a la habitación de Sumika. Pero ahora, el asunto había dado un brusco giro de 180°.

-¿Sabes quién soy yo?- Preguntó Hachizuka Tomoe con renovada preocupación.

-Hachi, no te hagas la tonta. Sé quién eres. Que esté convaleciente no quiere decir que no te recuerde.

-¿Y a mi? –Dijo tímidamente Aoi Azusa.

-Por supuesto. –Volvió a su confusión. –Te recuerdo, somos amigas desde el instituto ¡Vaya! ¡Hasta escribimos una novela ligera!

-Ok…- Tomoe suspiró dudosa. –Me recuerdas a mí, recuerdas a Azusa-kun ¿Qué hay de Kiyori? –Sumika asintió en respuesta. - ¿Y a ella? –Señaló a una muy pálida Kazama.

-¿Me recuerdas Sumi-chan? –preguntó Ushio tratando de que su voz no se quebrara ante tantas emociones que luchaban por salir de su pecho.

-Lo siento… - respondió. –Pero no la reconozco señorita.

Ushio no vio ningún atisbo de mentira en Murasame Sumika. Nada que delatara una broma pesada, nada… solamente confusión.

-¿ME PUEDEN EXPLICAR QUÉ HACEN TANTAS PERSONAS EN ESTA HABITACIÓN?- Entró la enfermera a cargo con la cara enrojecida, sin darse cuenta de que interrumpía algo importante.

-Lo siento. –Se disculpó Azusa. –Estábamos por retirarnos.

Tenkai Murasame, padre de la convaleciente fue el primero en dejar la habitación, y marchó en busca del médico a cargo de su hija.

-¿Acaso me van a dejar aquí sola? – Sumika hizo la pregunta medio en broma al ver que todos se estaban marchando.

-yo me quedaré- Se ofreció la chica desconocida.

-¿Eres trabajadora social? –Le sonrió a la chica. -¡Qué amable!

-O quizá es mejor que se quede Tomoe-san. –Corrigió la misma Kazama, evitando las lágrimas.

El entendimiento de la situación empezó a cobrar vida en Sumika. Tal vez las preguntas raras de hace un momento no eran casualidad. Tal vez… sólo tal vez, conocía a esa chica que estaba de piedra aún en el portal de la habitación. Cerró sus ojos intentando hacer memoria de esa chica.

Un uniforme de la preparatoria Umegaoka, una máscara y un be… Y un intenso dolor de cabeza que le obligó a abandonar su intento de recordar.

-¿Eres alguien a quien conocí? –Preguntó dulcemente a la chica que seguía en la misma posición. –Quizá fue el golpe que me di en la cabeza cuando el auto me arrolló ¿Sabes? Yo estaba por pedir un taxi, pero el idiota del motociclista se pasó el alto…

-¿Me permiten un momento señoritas? –Esta vez fue el médico quien interrumpió. –Debo revisar a mi paciente. –Su tono de voz indicaba un casi amable "salgan de la habitación". –El señor Murasame me ha contado… -empezó a decir mientras todos los dejaban a solas para que él hiciera su trabajo.

Cerraron la puerta de la habitación. Kiyori, Aoi y Miyako se disculparon diciendo que debían marcharse. Así pues sólo Tomoe, Tnkai y Ushio se quedaron en el pasillo. El ambiente se cargó dentro de ese metro cuadrado que ocupaban, y después de un incómodo silencio, la mayor no pudo contener sus ganas de hablar.

-Bueno, ya lo viste… -llamó la atención de Kazama. –Ella recuerda a todos y todo, pero al parecer a ti no.

-Si… -respodió en voz baja.

-Mi hija te reordará. –Dijo Tenkai en un tono que buscaba tranquilizar a la chica que ahora temblaba. El mismo tono que había usado hacía un momento Sumika. –Ha pasado por mucho estrés últimamente. Dale tiempo.

-Si. –Repitió la respuesta.

-Así será. –le palmeó el hombro con optimismo. –Iré por un café ¿Alguna de ustedes jovencitas quiere algo?

-Estamos bien, gracias. – Respondió la más alta por las dos.

-De acuerdo. –Dijo él y se retiró.

Caminó por el pasillo, en un rumbo completamente distinto al que le llevaba a la cafetería. Evidenciando que se iba para dar tiempo a las mujeres de hablar, o discutir. Fuera lo que fuera, él no quería estar presente. Ya era suficiente con tener a Sumika hospitalizada, él no quería por nada del mundo que le ingresaran por estar en medio de Tomoe, Ushio y esa aura que había entre ellas.

-Ya sé que no se acuerda de mí, ¿vale? –Rompió el silencio, -ya lo noté y quizá me lo merezco. Tal vez incluso sea lo mejor para ella. Yo quería ascender rápido y la desatendí, supe que no estaba siendo una buena novia y que quizá ella podría buscarse una mejor persona que yo. Y mira: la vida me está dando la razón, incluso me olvidó.

-Jajaja. –Rió sin ganas. –¿Sabes? Todos podemos tener nuestra opinión al respecto, es más, yo concuerdo contigo en la mayoría de lo que dijiste.¡Cielos! Detesto tu cara de niña buena y que desde que recuerdo, Sumika ha sido la que debe sufrir.

-Ok, ya entendí. –Replicó Kazama. –Me voy y deseo de todo corazón que encuentre la felicidad. –En su corazón sintió que se rompía algo. Un sentimiento extraño cruzó por ella, se rendía.

-Y una mierda entendiste. –La tomó con violencia del brazo. Quería terminar de hablar. -Lo que traté de decir es que mi opinión sobra, la tuya quizá también. Lo único que importa es cómo irán las cosas para Murasame-kun de ahora en adelante.

-Bien, pues como yo ya le he cagado en grande, lo mejor sea que me desaparezca.

-Entonces vete. –La retó

-Me voy. –sonrió amargamente. –A Sumi-chan se le ha dado la opción de empezar desde cero, que así sea.

Dicho esto, se encaminó a la salida del hospital. Para empezar ¿A qué había ido ahí? Había tomado la decisión de cortar todo lazo con ella. ¿A qué fue? ¿A sentirse aún más mierda de lo que ya se sentía?


La pregunta favorita de los niños es "¿Por qué?"

Pueden pasar horas haciendo preguntas acerca de todo su alrededor y agregar la cereza al pastel con esas dos simples palabras Por qué. Y es la pesadilla de todo adulto, pues empieza una cadena de explicaciones que nos lleva a darnos cuenta de que no sabemos absolutamente nada.

Así pues Ushio Kazama se evitó las preguntas ¿Por qué soy yo a la única que olvidó? ¿Por qué le dí más peso a mi trabajo? Y la más importante ¿Por qué terminé con ella?

Pero en su cabeza, esa maldita zorra llamada consciencia le dijo "Por pinche culera"


-Pueden entrar. –Dijo el médico, encontrándose solamente a Tomoe.

-El señor Tenkai debe estar por volver.- Explicó la mujer.

Y como si lo hubiesen invocado, el padre de Sumika llegó en ese momento, con la preocupación impresa en el rostro.

-Bien. –Se aclaró la garganta el galeno y procedió a hablar. –Tal como le expliqué hoy por la mañana, la señorita Sumika ha sufrido algunas lesiones que no son graves, pero que requieren un reposo de al menos 6 meses para que los huesos rotos suelden adecuadamente, principalmente su fémur.

-No me ha dicho nada nuevo doctor. –Se quejó el señor Murasame.

-Es que en realidad no hay nada nuevo. –Continuó. –Lo que muestra el electroencefalograma, así como el resto de los estudios neurológicos, es que no hay traumas fisiológicos de cuidado. La señorita Murasame se ha mostrado muy lúcida en este periodo y por lo que veo, sus recuerdos están casi intactos.

-Pero ha olvidado a Kazama-kun. –Intervino Tomoe perdiendo su temple normalmente relajado. ¿Quién lo hubiera dicho? Ella tomando partido por Ushio.

-Claro, -se encogió de hombros- pero eso puede ser algo meramente pasajero. Le daremos tiempo y veremos cómo evoluciona. Mi teoría –dijo antes de dar por terminado su reporte. –Es que Murasame-san estuvo bajo mucho estrés en el momento de ser atropellada. Mi especialidad no es la psiquiatría, pero puedo recomendarles a alguien.

-Gracias sensei. –Tenkai hizo una reverencia, misma que imitó Hachizuka.

-No se merecen. Tendré en observación a Sumika un par de días y si continúa como la vimos hoy, entonces le daré el alta. Pueden pasar a acompañarla, antes de que termine el horario reglamentario de visitas.

Dicho esto, se marchó a atender a sus demás pacientes. Tomoe resistió el deseo de ser ella la primera en entrar a la habitación, dejando así que el ansioso Tenkai Murasame pasara primero. Al ver que la puerta se abría, Sumika cambió su semblante de cachorro abandonado a unos alegres ojos brillantes.

-Hola papá. Hola Tomoe. –No pudo evitar asomarse a la espalda de esta última en la espera de… ¿de quién?

-Hey. –Hachizuka le devolvió el saludo.

-¿Ella se fue? –Preguntó mirando hacia la puerta.

-¿Ushio-chan? Sí hija, se fue hace rato, al parecer tenía cosas que hacer.

-OK. –asintió sin darle mayor importancia. -¿Cuándo me darán el alta?


-¿Entonces me estás diciendo que Murasame-san te olvidó? -La sorpresa y preocupación propias del hermano mayor de la editora podían palparse aún a través del distorsionado sonido que llegaba a través del teléfono.

-Si nii-san. Ella no se acuerda de mi... me borró. Y creo que eso es bueno, que empiece de cero.

-Claro. -Concordó Norio Kazama. -Pero ella no es la única que puede empezar desde cero.

-¿A qué te refieres?

-Deberías saberlo. -Y finalizó la llamada.


Hasta aquí el capítulo. Gracias por leer!

He pensado que habrá un día en el cual escribiré un fic de este par no se conocen y desde ahí evolucionar... Pero hoy no es el día. Mientras tanto tendremos Sumika amnésica XDD (que aún me estoy guardando alguno que otro plot twist :D )

Agradezco sus comentarios. Me motivan a seguir escribiendo. Saludos a todos!