Capítulo 16

Novias...

-Jajajajaja, no me sorprende. Llevan viéndose hace tiempo. –Intentó ignorar esa sensación que oprimía su pecho.

-Lo sé. –Tomó aire, esa carrera la había agitado más de lo que había pensado. –Es solo que… creo que ella es, – mostró a ambas una hermosa sonrisa. –Le pediré que sea mi novia.

-E…eso es… ¡wow! – la mente de Kazama se quedó en blanco, "di algo, no llores y di algo" –Es maravilloso.

Ushio sabía que debía hacer algo más ¿pero qué?

Y de manera inconsciente llegó hasta Sumika y la envolvió en un abrazo. Ambas se sintieron confortadas por ese gesto, aunque en niveles bastante diferentes. La pelinegra sintió que su nerviosismo desaparecía de repente, ahora estaba lista para decirle sus sentimientos a Morishima.

-Ahem. –Miyako se aclaró la garganta a sus espaldas, ambas chicas habían estado abrazadas por un largo rato y empezaba a sentir que sobraba.

-Oh, lo siento Kazama. –Sumika se soltó del abrazo bastante apenada. –aquí me tienes abusando de tu amabilidad, de verdad agradezco que me brindes tu apoyo.

-Jaja… solo fue un abrazo. –dijo cabizbaja.

-Ha sido mucho más que eso para mí. –Declaró la pelinegra y tomó las manos de Kazama para enfatizarlo. –Sé que olvidé muchos detalles de nuestra amistad por culpa del accidente, pero de verdad has sido muy importante para mí en estos momentos que me he sentido tan desubicada. – soltó una risa tímida. –Lamento ser una amiga tan rara.

-Muy rara. –Concordó la rubia, volviendo a recordarles que no estaban solas.

-Sumi-chan no es rara. –Ushio tomó valor para hablar. –Solamente una persona adorable que está enamorada. –Levantó la mirada para encontrar los ojos de la pelinegra. –No eres rara, el raro es el amor. Te deseo mucha suerte hoy con Morishima.

-Te lo agradezco Kazama. –Se iluminó su mirada. -¿Estás llorando?

-Ah, no te preocupes. Es la emoción. –Volteó hacia Miyako en busca de auxilio -¿Nos vamos Taema-san?

-Ah… si vamos por ese pastel de chocolate. –Respondió totalmente monótona.

-Te veo luego Sumi-chan. Sabes que tienes todo mi apoyo ¿verdad? –¿Cómo se despide la gente cuando no quiere irse?

-Lo sé. –Tampoco ella quería que Ushio se fuera, pero tampoco era educado detenerla y arruinar su reunión con la rubia, mucho menos pedirle que la acompañara a su encuentro con Morishima porque se sentía nerviosa, declararse a la chica que le gustaba tenía que ser algo más íntimo. –Gracias por tu apoyo. Yo debería prepararme para el trabajo y después para enfrentarme al destino.

La despedida incompleta quedó en el aire. Ushio y Taema entraron en el ascensor envueltas en un incómodo silencio, mientras que Sumika había vuelto a su apartamento.

-¿Estás de acuerdo en que se vaya?

-Esto ya lo discutimos Taema-san. –Respondió irritada, a punto de tirarse a llorar. –Sumi… Murasame-san encontró la felicidad, eso será suficiente.

-Pero esto cambiará las cosas para siempre.

-¡Las cosas ya cambiaron! – la calma le abandonó por unos segundos "Hey, sabes que no es culpa de Taema-san, ¿verdad?" -Esa voz que había tenido la amabilidad de estar callada los 15 minutos anteriores había vuelto.

Ushio ahora sabía que solo hablaba cuando era importante, además concordaba con ese ente, Miyako no tenía la culpa de todo ese drama. Respiró hondo e intentó recomponerse, entonces volvió a hablar:

-Las cosas ya cambiaron, desde que mi estupidez tomó las riendas y terminé mi relación con Sumi-chan. No puedo ir hipócritamente por el mundo llorando porque ella no me eligió, cuando yo misma no la elegí a ella. Y si contamos mis antecedentes, no era la primera vez que no la elegí.

Simple y dolorosa verdad.

-Ahhh.- Suspiró derrotada. –La cuatro ojos y tú son un par bastante complicado. ¡Vamos ya por ese pastel de chocolate y sigamos de una vez con nuestras vidas!

-Jajajajajajajajajajajajaja. – La facilidad de la rubia para dar por finalizado el tema le causó gracia y de pronto se sentía más ligera. Podría seguir con su vida, la gente lo hace todo el tiempo.


Las horas pasaban muy lento para Sumika Murasame, aun si se encontraba ocupada con su trabajo, los nervios la estaban matando. Incluso había revisado varias veces su móvil por si acaso Morishima le dejó mensajes, aun si sabía que ella también se encontraba en horario laboral y no escribiría hasta terminar su turno.

La ansiedad la consumía. Recordaba haberse sentido así alguna vez, como aquella vez cuando tuvo que dar su discurso de graduación, al parecer había sido un desastre porque ¿de qué otra manera podría explicar que no recordara nada después de ese evento? En realidad si se sincerara, admitiría que no recordaba varios años de su vida, pero eso era admitir que el accidente la había afectado más de lo que ella consideraba aceptable.

-Estoy pensando tonterías. –se regañó a sí misma. –Esto debe ser normal, seguro que hay personas menos afortunadas que yo. Al menos recuerdo una parte y ahora tengo la suerte de haberme enamorado.

-¿Dijo usted algo? –preguntó el hombre de mediana edad que había contratado a Sumika para arreglar el molesto tema de su equipo computacional plagado de virus. ¿Cómo era posible que todas las máquinas de las oficinas estuvieran infectadas como si de un ciber café se tratara?

-Oh, yo reflexionaba en voz alta. –respondió con un leve sonrojo. -¿necesita algo Sakamoto-san?

-No, yo solo vine a revisar sus avances y ofrecerle un té. –Dijo atropellando sus palabras, si bien ya estaba acostumbrado a tener mujeres cerca, pocas veces había tenido cerca a alguien que le resultara tan ¿amenazante? No, eso no era, podría ser muy alta para los estándares y ciertamente daba aires de que podía derribarlo en un segundo, pero tenía algo más; algo que no atinaba a nombrar.

-Le agradezco mucho el ofrecimiento, pero estoy bien. –rechazó el ofrecimiento. –En cuanto a su problema de malware, no es tan grave como parece. Yo supongo que terminaré alrededor de las 6 P.M., aunque sugiero que instale un software de monitoreo en su red de computadoras, así sabrá si sus compañeros de trabajo revisaban páginas indebidas en horario laboral.

-¿Disculpe? –Abrió sus ojos sorprendido.

-Creo que uno o varios de sus empleados consume pornografía en lugar de hacer su trabajo. –Respondió sin rodeos. –El resto de las computadoras se infectaron por intercambio de archivos con pendrive.

-Esos idiotas… -suspiró con molestia. -¿Habrá forma de que pueda instalar ese software?

-No puedo hacerlo hoy. –Dijo sintiendo como si su cita estuviera bajo amenaza. –Lo siento, no quise ser grosera, es que…

-No se preocupe. –Sonrió. –Tanto como me encantaría que todo quedara hoy mismo, ya le he ocasionado muchas molestias al hacerla venir en fin de semana.

-Ah, no es ninguna molestia. –afianzó sus palabras agitando las manos. –tenía libre la mañana, si le viene bien el próximo sábado, yo podría…

-Me parece bien. Mientras el equipo pueda usarse de lunes a viernes sin interrupción

-Vendré desde temprano el próximo sábado. –Respondió ilusionada por el ingreso extra. –Solamente le recomiendo que si quiere descubrir al responsable, no mencione nada acerca del software. Pero claro, eso solo es mi opinión, puede llamarles la atención de manera general… -se detuvo y después habló quedamente, después de todo ella solo iba a escanear los equipos, no a dar consejos a un pequeño empresario sobre cómo manejar a sus empleados –Si usted quiere.

-Jajajajajaja. –Rió suavemente. –Haré justo eso, quiero ver la cara asustada del sujeto que quiso pasarse de listo. Gracias por todo Murasame-san, la dejaré terminar su trabajo para que pueda acudir a sus compromisos.

La pelinegra se sonrojó y de pronto su ansiedad la llenó nuevamente. Montones de películas, libros, fanfics y manga tenían esas escenas donde se declaraban.

Tenían un sencillo "Me gustas, por favor sal conmigo" Pero, ¿qué había de todo lo demás? Acaso esas simples palabras podían expresar el montón de poesía que sentía dentro de su corazón, o el miedo que tenía ante la respuesta de Morishima ¿y si después de esto ella la odiaba? Nadie le había advertido sobre eso y era horrible.

-Es una cita, ¿cierto? –Preguntó el señor Sakamoto, sacando nuevamente a Sumika de su ensimismamiento.

-Sí, y muero de nervios. –Admitió. –Planeo declararme hoy y estoy muerta de miedo.

-Yo sé que soy un desconocido para usted y no debería entrometerme, pero ya que me ha confiado esos detalles permítame que le dé un consejo. Sólo dígale lo que siente, si ese hombre tiene la suficiente inteligencia para saber el buen partido que es usted, todo estará bien y si no lo fuera, entonces usted tendrá la bendición de librarse de un imbécil. –Dicho esto, el hombre caminó hacia su oficina, no creía que hubiera necesidad de seguir hablando, además creía que ya había interrumpido bastante a la chica.

Sumika se quedó pensativa, mirando sin realmente mirar al monitor que mostraba el progreso de su trabajo. Podía conformarse con sus citas ocasionales y eso sería suficiente, pero ¿hasta cuándo sería suficiente? Y para ser honesta, no era suficiente. Por eso quería declararse.

Recordó el suave abrazo de Ushio y de alguna manera se sintió animada de nuevo, como si pudiera lograrlo todo. Con las energías renovadas, reafirmó su decisión: terminaría ese tedioso trabajo y asistiría a su reunión con Morishima para declararse.


-¿Estás segura?

-Si Taema-san, estoy bastante segura. –Respondió ofendida por el tono en que la rubia hizo la pregunta.

-Pero…

-¡Pero nada! Ya te dije que esa es mi decisión.

-Es que ya llevas cinco rebanadas.

-Ajam, y decidí comer una sexta. –Hizo señas a la señorita que tomaba su orden para que le llevara un nuevo trozo de pastel, a pesar que no había terminado con el que tenía enfrente. –Y agregue otra taza de capuccino moka por favor.

Miyako volteó los ojos con resignación. Si Ushio quería ahogar sus penas en pastel de chocolate, era su problema. Ya se las vería con la báscula después.

-De todas maneras… -la atención de la castaña volvió a Miyako. –no tienes que contar cuántas calorías entran en mi sistema, yo creí que estarías llamando a Tomoe-san tan pronto como te aclaré que yo fui quien desapareció las fotografías.

-Me encantaría llamarla ahora mismo para tener sexo salvaje de reconciliación, pero también temo por los pasteles de este establecimiento.

Era su muy especial forma de decir que estaba profundamente preocupada por ella y Ushio lo agradecía, solo que no quería sentir que estaba interfiriendo en la felicidad de otras dos personas.

-Yo estaré bien Taema-san, me permitiré un momento de autocompasión y música depresiva. –observó con alegría que ponían su pedido en la mesa y no tardó en comer un nuevo bocado. –Además este pastel es la gloria.

-No puedes vivir en la negación, aquí estoy por si quieres hablar. –ofreció e inmediatamente se sintió extraña. Tomoe era la que solía entrar de consejera, no ella que solo disfrutaba el espectáculo ¿cómo era posible que ahora estuviera interesada?

-No estoy en la negación, estoy en la aceptación o represión, ¿Qué sé yo? – bebió un buen sorbo de capuccino, no es que las malditas ganas de llorar hubieran desaparecido, pero ya no quería llorar, al menos no hasta volver a casa. Quizá lo mejor sería registrarse en una de esas apps de citas y dar vuelta a la página, ya era suficiente drama el que había hecho. –Agradezco que estés aquí, la verdad me has ayudado mucho hoy con tu compañía. Llama a Tomoe, creo que a ambas les haría mucho bien.

Miyako tomó por instinto su móvil. De verdad quería hacer esa llamada, pero no se atrevía a hacerlo frente a Ushio.

-En fin, -no pasó desapercibido el gesto de la rubia. –la llames o no, ella está entrando por esa puerta. –Se levantó de su asiento y caminó hacia Tomoe que las veía confundida.

-Ushio… -Dijo la más alta sin saber qué decir

-Tú y Miyako tienen algunas cosas qué hablar, ¿por qué no la acompañas? –Palmeó su hombro- Ordené un trozo de pastel y un capuccino para ti.

Observó con satisfacción cómo ambas chicas se saludaban con cautela y tomó eso como un buen augurio. Pagó su cuenta y salió del lugar con la sensación de que las cosas marcharían bien.

Recordó aquellas veces en que ese par había ayudado para que ella y Sumika estuvieran juntas, que los papeles se habían invertido se sentía en la obligación de devolver el favor. Estaba convencida que el amor existía, tal vez ya no para ella, pero al menos para ese par de mujeres que no podían ocultar su mutua adoración.

"Eres una métome en todo" Regañó la voz, pero más que molestia había un tono juguetón.

-Lo sé.

"Bien hecho"


Hasta aquí el capítulo. Gracias por sus comentarios, la verdad pensé que ya no tendría lectores por causa de mis enormes hiatus, nos leemos en la próxima actualización.