Capítulo 19

"Me encantaría contarte más detalles" eso había dicho Sumika hacía solo unos pocos minutos y el contexto que rodeaba esos detalles solo lograba incrementar su jaqueca. Nunca querría escuchar tales detalles, ¿Cómo podría hacerlo?

Ya empezaba a imaginarse a sí misma ahí sentada en el sofá intentando poner una sonrisa en su rostro mientras escuchaba cada detalle escabroso y sensual; era pésima actriz, sobre todo para aquellas situaciones en las que todo lo que iba a escuchar le provocaba dolor. Preferiría que ese resfriado terminara de matarla, pero eso significaría no volver a ver a su karateca favorita… Y además había prometido como idiota no volver a alejarse de ella.

Sin darse cuenta, entró a un mundo colorido. Estaba lleno de todas sus cosas favoritas: colores pastel por todos lados, nubes de algodón de azúcar, unicornios, Katy Perry haciendo un dueto con Snoop Dog. Bien, eso último le hizo darse cuenta que el medicamento la había hecho dormir y ahora tenía uno de esos sueños genéricos que solía tener cada temporada, cada temporada que se sentía realmente deprimida para ser más específica. Aunque estaba rodeada de un montón de cosas lindas y eso reconfortaba bastante, así que lo disfrutaría tanto como pudiera.

Si mal no recordaba, la última vez que estuvo ahí visitó la villa de los patos y había sido hermoso alimentarlos, verlos volar y también admirar a los que se quedaban en el lago acicalando sus plumas. Sin embargo esta vez estaba de humor para otro ambiente, quizá esta vez visitaría la ciudad de los gatitos. Esas criaturas eran la cosa más adorable de la creación, aunque tenía sus reservas para con los gatos egipcios, no porque fueran calvos (en realidad sí), sino porque prefería acariciar peluchentas melenas y, si bien la piel de ellos podría llegar a ser suave, preferiría acariciar la suave piel de… "En realidad no debería continuar con esta línea de pensamiento".

Volvió a concentrarse en su ruta y admiró a los corderos, decidiendo que en su próxima depresión los visitaría. Además ese era su lugar feliz, por lo cual había una fuerte posibilidad de encontrarse con que su pelaje también fuera algodón de azúcar de diferentes sabores.

"Awwwwww" –exclamó al ver uno de esos seres esponjosos apenas llegar y sabía que en cuanto se adentrara más a la ciudad, habría montones de ellos, incluso siameses que por alguna razón eran sus favoritos. De todas maneras, quizá lo mejor era empezar a acostumbrarse a ellos, sus probabilidades de quedarse solterona empezaban a alzarse.

Sus ojos brillaron al ver un montón de ellos acercarse. Quizá no era tan malo después de todo, además los gatos eran parte de la vida de una lesbiana ¿no es así?

¿Alguna vez se había etiquetado con esa palabra? No es que "lesbiana" sea una mala palabra, pero nunca se había dado ese adjetivo; era solo "una de esas" y nunca trató de ponerse la etiqueta. Sabía quién era y lo que le gustaba, nunca hubo necesidad de declararse como miembro de la comunidad, mucho menos intentó con la palabra "queer".

Dejó fluir los pensamientos mientras se dejaba consentir por los ronroneos de un montón de esas criaturas purificadoras de almas.

"Maldición, acabo de ponerme profunda dentro de mis sueños felices" –Suspiró irritada, y el suspiro fue tan profundo que sobresaltó a Sumika mientras cambiaba el parche refrescante en la frente de la castaña. –"concéntrate Ushio, estás en tu lugar feliz y aquí hay un montón de gatitos en espera de ser mimados" Se recostó en el suelo y permitió que algunos se posaran sobre ella; en realidad ellos no pidieron permiso y lo hicieron de todos modos.

De pronto se vio a sí misma y notó que su atuendo había cambiado a una camisa de leñador y jeans. "Qué demo…" comenzó a quejarse de su estereotipada imagen, pero la voz de su abuela interrumpió cualquier diálogo.

"¿De verdad es necesario que ella sea el centro de tu universo?"

-Fuengm- Se levantó confundida y aun no lograba salir de su sueño. Su melena desarreglada cubrió su rostro de una manera que cualquiera hubiera encontrado adorable.

-¿Kazama? –La pelinegra se acercó preocupada e hizo a un lado los mechones –hey, ¿te encuentras bien?

-¿Eh? –Nada de lo que escuchaba tenía sentido, seguía inmersa en sus sueños, o al menos un buen porcentaje de su consciencia.

-Jajajajaja. –Sumika se sentía enternecida por esa faceta de su amiga, decidió hacerla dormir otra vez y sonrió: esta sería una buena anécdota. –Vuelve a tu lugar feliz –dijo suavemente mientras empujaba con delicadeza a Ushio de vuelta a su cama y ésta se recostó obedientemente.

Aunque a decir verdad no creía poder dormir nuevamente, no con esos pensamientos existencialistas que se había planteado en su sueño anterior. Además eso último que escuchó la había dejado inquieta.

¿Era necesario? Ansiosamente se respondía que sí, lo era. Nunca sería tan feliz como lo había sido con Sumika; de todos sus enamoramientos, ese había sido el más bonito y que siempre le había hecho sentir completa. De todas sus novias, Sumika había sido…

¿De todas? ¿Cuántas exactamente?

La nueva revelación hizo eco en su mente y le invadió una inesperada euforia. De alguna manera comenzaba a sentirse mejor, no es que fuera a olvidarse de sus sentimientos por la pelinegra de la noche a la mañana, pero al menos se sentía más preparada para afrontarlo. Iba a costar lo suyo, la diferencia con las demás ocasiones en que se había prometido que dejaría en paz su obsesión para con Sumika, era que esta vez sí se lo creía e incluso empezaba a convencerse que soltarla sería lo mejor.

"Qué tonta" Se burló internamente de sí misma. "Llevo infinidad de veces llegando a la misma conclusión"

-¿Sumi-chan? –La llamó un poco más animada.

La karateca se levantó de su asiento como impulsada por un resorte, poniendo en evidencia toda la preocupación que había luchado por contener-¿Estás bien, necesitas algo, quieres agua? –dijo a modo de respuesta mientras se acercaba a la Kazama.

-Jajaja, estoy bien… solo quería decirte –tomó aire y estuvo un momento indecisa acerca de qué decir exactamente, un discurso estaría de más, y realmente odiaba los sermones, eran una cosa patética para ocultar un mundo de pensamientos cobardes, y justo se sentía cansada de ser una maldita cobarde. Entonces ¿qué podría expresar lo que quería transmitir? -uhm… gracias.

-¿Eh? –por un momento se sintió confundida, había esperado que Kazama dijera algo más. -No tienes qué agradecer. Tú habrías hecho lo mismo. –Respondió sin entender toda la dimensión del agradecimiento. La castaña no decía solo "gracias", sino "adiós".

Y de todas maneras, la castaña sabía que esa simple palabra lo englobaba todo, no había necesidad de confundir a Sumika con explicaciones.

-Lo sé. Y tienes razón, yo habría hecho lo mismo por ti. –Le regaló una sonrisa. –Ahora, sabes que es tarde; deberías volver a tu casa y descansar.

-Pero, tu resfriado… Puedo quedarme aquí y cuidarte hasta que te recuperes. –Replicó

-Yo me siento mejor, tomaré una larga siesta y creo que sobreviviré.

-¿Estás segura? –Preguntó aun con la preocupación impresa en su rostro.

-Bastante, y mañana estaré aún mejor. –sonrió una vez más y su semblante confiado terminó por convencer a la más alta.

-De acuerdo. Llámame si necesitas algo, vendré inmediatamente. -Y conociendo a Sumika, Ushio estaba segura de que así sería... tan linda.

-Si mamá, te llamaré. –Se burló y sin esperar réplica, Ushio se recostó nuevamente y acomodó sus cobijas hasta que se sintió más cálida. Casi inmediatamente volvió a quedarse dormida.


Sumika salió del apartamento de su amiga. Le aliviaba mucho el verla más animada a pesar de su resfriado y esperaba que pronto pudiera sentirse mejor.

Aun así, ¿Por qué sentía esa decepción? O al menos esa definición le dio a la ligera presión en su pecho desde que se encontró a su mejor amiga delirando en el sofá y ardiendo en fiebre. Todo el camino de regreso a casa llevaba su sonrisa de tonta enamorada y quería que Kazama la escuchara, que se alegrara con ella por haber pasado un día inolvidable al lado de su novia. Le hacía mucha ilusión compartir ese momento de felicidad con su mejor amiga y no veía la hora de que con un abrazo, la castaña le ayudara a hacer aterrizar todo el júbilo que buscaba salir de su cuerpo.

Y al final hasta lo inolvidable se había esfumado en un par de segundos, se convirtió en una creciente preocupación por verla tan mal; algo completamente normal. Lo que no se esperaba fue esa una extraña familiaridad que se apoderó de sus sentidos cuando cargó en sus brazos a la enferma y la llevó cuidadosamente hasta su cama.

"Seguramente lo he hecho muchas veces" trató de convencerse una vez en su apartamento. "Hemos sido mejores amigas desde instituto, así que no sería extraño que alguna vez le ayudara"

Y de todas maneras le sonaba incompleta la explicación -¡Maldita amnesia! – descargó su frustración propinando un puñetazo en el cojín del sofá más cercano. Detestaba esa ironía que ahora era parte de su día a día, desde la primera vez que se encontró con Ushio luego de su accidente, la pelinegra tenía esa sensación de que la conocía de toda la vida; sin embargo, aun esforzándose mucho en recordar detalles acerca de su amistad, era de quien menos tenía alguna memoria.

Fácilmente recordaba haber arruinado el doujin que hizo junto con Aoi en instituto, o haber creado el club femenino de Karate, incluso recientemente se había reído a carcajadas al recordar la vez que descubrió a Akemiya Masaki trasvestirse para llamar su atención , por supuesto que después volvió a sentir envidia de que el chico aún tenía mayor feminidad que ella.

Pero de Ushio no había nada. Era como si alguien hubiera tomado todos los códigos y archivos relacionados con ella y los hubiera borrado de su sistema…

El sonido de las notificaciones de su teléfono interrumpió el tren del pensamiento que recién empezaba a formularse en su cabeza. -Ah, es Morishima –Dijo con poco interés al revisar sus mensajes en LINE, eran moderadamente melosos y eso le gustaba mucho, aun así…

"¿no debería estar más feliz?" Se preguntó mientras intentaba entender ese montón de corazones animados con la emoción adecuada. "Bueno, aunque es obvio que esté preocupada. Ushio está muy enferma justo en el apartamento de al lado"

-Pero Morishima es mi novia. –Declaró en modo de decisión y volvió a ver sus mensajes, esta vez poniendo una sonrisa en su cara.

También te extraño Respondió junto con un sticker de un gatito.

Amé pasar el día entre tus brazos Agregó

"Eso suena muy sugerente jajaja" Pensó, no pudo controlar el sonrojo que acompañaba su pensamiento, ya que al instante se imaginó estar recostada junto a Morishima, y no estaban precisamente vestidas como lo habían estado el domingo, en esa imagen auspiciada por su perversa imaginación no estaban precisamente viendo netflix y conversando como en realidad había sucedido, sino que estaban ocupadas en otros asuntos.

Algún día sí lo pasarás entre mis brazos y será un día memorable ;) La sugerente respuesta de su novia hizo estallar su mente.

-Oh- arqueó las cejas ante las inesperadas secuencias que surgían en su cabeza, no sabía que podía ser tan creativa al imaginar cómo podría llegar a ser la intimidad con su novia y sospechaba que si ponía más creativa, podría incluso agregar diálogos a esa danza salvaje. De todas maneras estaba sola en casa, no tendría que dar ninguna explicación.

Se recostó y cerró los ojos, dejando que las escenas siguieran formándose por sí solas "Sumi-chan" escuchó el dulce gemido en una voz conocida, pero no la voz esperada.

Aturdida se levantó de su lugar y corrió hasta la cocina a servirse un vaso de agua, pero a mitad de camino lo pensó mejor, quizá debería ducharse. Así podría relajarse, la ducha siempre la relajaba y eso le ayudaba mucho para pensar con mayor claridad.

Porque claridad era lo que más necesitaba en esos momentos. Era una mujer enamorada, no se supone que las mujeres enamoradas se imaginen la voz candente de la mejor amiga, justo cuando están intentando pensar en alguien más ¿o sí?

"No, no, no, no. Por supuesto que no"

-Debo estar muy cansada –Se masajeó suavemente la sien. –No he dormido nada desde la mañana y pasé la noche cuidando a Ushio por su resfriado. Ducha y a dormir.

Decidió que esa era la claridad que necesitaba y ante ese convencimiento se dejó envolver por la cascada de agua tibia que caía sobre sus hombros.


Hola una vez más.

Intenté varios días sentarme a escribir, pero el trabajo o el llamado del deber me interrumpían. En fin, acá está el nuevo capítulo. Siento que ya he dado muchos rodeos, así que también reescribí varias veces este capítulo con miras a llevarlo al desenlace que imaginé (O al menos la escena que imaginé y que me llevó a iniciar con este fic), de todas maneras, mi objetivo es que tenga un final digno y me esforzaré en ello.

Gracias por leer!