Capitulo 5
Vocaloid no me pertenece.
Era una tarde de sábado especialmente calurosa de verano en aquella gran ciudad japonesa, en la cual, una gran cantidad de niños se encontraban disfrutando de sus recién iniciadas vacaciones, saliendo a jugar a los parques, a practicar deportes, a visitar alguna de las tan abundantes playas turísticas de aquel hermoso país, o simplemente, quedándose en su casa a disfrutar de una tarde llena de pereza.
Era en aquella ciudad, en donde había un hospital, en donde se encontraba una pareja de hermanos gemelos, esperando en una de las tan agobiantes salas creadas justamente para eso, esperar. Con una gran cantidad de incertidumbre y desesperación acumulándose en ellos conforme el tiempo seguía avanzando.
Ellos eran los Kagamine, Rin la chica vestida con un fino vestido blanco de tirantes, se encontraba recargada en contra de la pared con la mirada centrada justamente sobre la puerta de la cual esperaba la salida del medico el cual la había atendido hacia unas cuantas horas, y Len el chico vestido con una camisa blanca con pantalón y chaleco negro, se encontraba sentado con la mirada baja, mientras jugaba con sus dedos y en su mente una gran cantidad de pensamientos y emociones no hacían más que provocarle un fuerte dolor de cabeza.
—Len— Dijo la rubia intentando llamar la atención de su hermano, —¿De verdad sería muy malo que…?— Comenzó a preguntar, pero se detuvo al ver que sus palabras no había ni siquiera provocado una mínima inmutación a su acompañante, y decidió simplemente seguir callada y esperando. Era mejor no empeorar las cosas.
—Señorita Kagamine— Sonó la voz de una enfermera mientras esta salía de la puerta en la cual la vista de la chica había estado centrada, al ser llamada, Rin se paro firmemente mientras que Len salía repentinamente de su trance para pararse al lado de su gemela y sostener ligeramente su mano izquierda. La enfermera solamente se acerco hasta ella, y levanto la mano en donde sostenía un sobre color amarillo oscuro, el cual fue tomado rápidamente por la joven Kagamine. Después de eso, la enfermera únicamente dedico una mirada a ambos Kagamine antes de regresar por la puerta de donde había salido, una mirada llena de un sentimiento un tanto conocido por ambos rubios, una mirada que, por los malos azares del destino habían recibido en el pasado, una mirada que contenía desprecio, asco, y repulsión.
Esa mujer lo había deducido todo, y de esto se dieron cuenta los Kagamine, los cuales solo decidieron ignorar aquella mirada y salir de ese hospital a paso rápido.
Llegaron hasta una banca en un pequeño parque afuera de ese hospital, se sentaron uno junto al otro, Rin sostuvo el sobre en sus manos, podía notarse por el gran temblor que había en estas, que no tenía el valor suficiente para abrirlo.
—Rin— Le llamo con tranquilidad su gemelo, volteo la vista e hizo contacto visual con el, dándole a entender que todo estaría bien, incluso después de que abrieran aquel sobre.
Y tal y como lo quería, esa mirada fue más que suficiente para hacer que Rin comenzara a abrir el sobre, cerrado con un pequeño cordón. Cada vuelta que ese pequeño hilo daba alrededor de la pequeña chapa, era más difícil de realizar que la anterior, hasta que al fin después de una aparentemente interminable espera, el sobre se abrió.
Lentamente Rin introdujo su mano dentro de este y sacó una hoja de papel, la cual tenía escrito aquello que solo rectifico sus sospechas anteriormente fundamentadas: Positivo.
Una prueba de embarazo, con el resultado indicado como positivo, una prueba de embarazo que le pertenecía a Rin y indicaba un positivo, tal y como la prueba que habían realizado el día anterior por medio de un test de embarazo que habían comprado en una farmacia.
Así era, Rin estaba embarazada, y el padre no podía ser otro más que la última persona que, ante la sociedad, sería incorrecto que lo fuera, su gemelo.
Unos segundos pasaron mientras que Len y Rin observaban el resultado sin poder creerlo aún.
"¡Pero cómo es posible!" Se cuestionó mentalmente Len. ¿Cómo era posible eso? ¿Cómo era posible, si se suponía que siempre que podía utilizaba protección? ¿Cómo era eso posible si se suponía que siempre utilizaban distintos métodos anticonceptivos aparte de los métodos mecánicos? Simple, todos esos productos y demás cosas tenían probabilidades de fallar, y con un mínimo descuido era más que suficiente para permitir una concepción que, aunque pareciera cruel el solo pensarlo, era no deseada.
¡Pero que más daba la manera en la que ocurrió! ¡El hecho de descubrir que es lo que les había fallado o que es lo que había faltado, jamás revertiría lo ocurrido!
La situación era tan simple como la palabra que estaba escrita. Rin estaba embarazada, tendrían un bebe, un hijo, y por responsabilidad pura como el padre, el tendría que cuidar al niño, lo quisiera o no.
"Pero eso no es posible, solo tengo veinte años" Pensó Len mientras en su mente, todo asunto relacionado con la paternidad le empezaba a provocar una paranoia total. No era posible que ellos dos fueran padres, apenas y eran adultos, apenas y se sabían cuidar solos, no sabían nada de crianza, no sabían cómo vivir solos, no sabían cómo subsistir, no sabían nada.
Pero de nuevo, que más daba si no se sentía capaz de hacer el tan necesario papel de padre que ese niño iba a necesitar. Sabia a lo que se estaba arriesgando al tener relaciones con Rin de manera tan constante, como si no se tratara de algo más que de un juego, sabía muy bien que esas cosas podría pasar, pero fue tan tonto como para haber confiado la natalidad a los métodos anticonceptivos, como si estos fueran un cien por ciento seguros.
El permanecer al lado de Rin durante el resto de su vida, era algo que Len tenía contemplado de manera más que segura, después de todo, se sentía incapaz de estar lejos de su querida gemela, de su otra mitad. Pero ¿ser padres? Eso era algo de lo cual solo habían tenido escasas platicas o pobres menciones, mas en broma que de manera real. Quizá de alguna manera real, solo si hablaban de una lejana posibilidad dentro de seis u ocho años, pero después de eso, nada.
Pero por desgracia, la realidad era más cruel, y aquel embarazo que sonaba tan perfecto como algo a lo cual dedicarse una vez que sus carreras como artistas hubieran alcanzado su mayor punto, estaba justo frente a ellos.
Y las posibilidad de deshacerse del bebe con algo como un aborto no parecía ser una opción razonable.
Al momento de pensar en eso, un gran escalofrió recorrió la espalda de Len mientras volteaba a ver a Rin, la cual parecía continuar en estado de shock.
¡Pero claro que el aborto no era una opción razonable! ¿Cómo podía siquiera haber pensado en eso durante un solo segundo? El hecho de que él no se sintiera como un padre en ese momento no sería excusa de matar a un inocente, un inocente que ellos dos habían concebido con amor. Esto último era la razón por la cual la opción de abandonar a Rin tampoco era de pensar ni siquiera por un segundo.
Tendría que hacerse cargo de aquel niño, lo quisiera o no.
Pero de nuevo regresaba al pensamiento de sentirse obligado a ser padre, lo que le provocaba de aquella paranoia. Paranoia que iba desde el asunto de sentirse obligado, de no estar listo, de no saber nada de crianza infantil, y que llegaba hasta la consideración de aquello que los demás podían pensar por el hecho de que había embarazado a su propia hermana gemela.
Todos esos pensamientos se encontraban girando continuamente la mente del joven rubio. Volteo a ver a su gemela que seguía en ese estado de shock. Habían pasado cerca de 10 minutos sin decir una sola palabra desde el momento en el que habían abierto el sobre y leído su contenido.
—Rin— Comenzó a decir Len mientras acercaba su rostro al de su gemela. Entonces notó como de sus hermosos y cristalinos ojos comenzaban a caer lagrimas, bastantes de estas, y de de cómo su expresión de neutralidad cambiaba gradualmente rápido hasta convertirse en una mueca de tristeza, la cual fue rápidamente cubierta por las propias manos de la chica. Y de un momento a otro la chica de los Kagamine se encontraba sollozando y derramando cada vez mas lagrimas mientras cubría su cara con ambas manos, tal vez en un intento de que su hermano no le observara en esa situación —Rin, no llores, por favor— Le insistió Len mientras ponía sus brazos alrededor de ella y la acercaba para abrazarla, y ella sin dudarlo, correspondió el abrazo.
—Len…— Intento decir Rin entre los insistentes jadeos provocados por la tristeza.
—Rin no te preocupes por nada,— Le dijo Len intentando tranquilizarla, pero parecía que necesitaría algo más que esas simples palabras, —Todo estará bien, te lo juro, estaré siempre contigo, ¿sí? Jamás me alejare de ti, me quedare a tu lado y al de nuestro hijo, y te prometo que hare mi mejor esfuerzo por ser un buen padre, —dijo con confianza —seremos los mejores padres el mundo Rin, te prometo que lo seremos—
Al decir esto último su voz tembló un poco debido a la inseguridad que sentía. Pero parecía que ni siquiera con esas palabras Rin lograba tranquilizarse. —Y te prometo que no le faltara nada,— Continuo Len en su intento por detener el llanto de su amada, —Mira, tenemos dinero de sobra, tendrá todo lo que quiera y lo haremos realmente feliz—
Al darse cuenta de lo materialista que había sonado aquello, decidió cambiar el rumbo de su apología, —Digo, que jamás estará mal de la salud ni de nada de eso, porque nosotros dos lo cuidaremos realmente bien,— Pero ni siquiera eso la tranquilizó de su llanto, sino que lo empeoro, Len se imaginó, que debió de haber sido culpa de su materialismo, así que decidió decir algo mas.
—Y no importa lo que pudieran llegar a decir las demás personas acerca de él, tu y yo siempre lo amaremos, —Rin se empezó a tranquilizar un poco, así que le pareció que había adivinado de lo que se trataba su tristeza. —Sí Rin, lo amaremos siempre, no importa lo que pase, para nosotros siempre será perfecto, y siempre estaremos orgullosos de él, no importara que es lo que los demás puedan decir.—
Rin detuvo repentinamente su llanto, no por completo, pero lo suficiente como para dejar ver su rostro por su hermano, el cual limpio las lagrimas con sus dedos, intentando no lastimarla mientras lo hacía.
—No me preocupa nada de eso,— Dijo tranquila Rin mientras algunos sollozos salían de su garganta sin que los pudiera controlar. —Se que jamás me abandonarías, y te conozco lo suficiente para saber qué harías hasta lo posible para ser el mejor padre del mundo— Sonrió un poco ante esto. De verdad Rin tenía una muy buena imagen de lo que él era o podía llegar a ser. –Tampoco me importa el dinero, y en lo personal, las demás personas pueden decir lo que quieran que siempre que nos mantuviéramos unidos nada de lo demás importaría, es solo que…— Para este entonces, parecía haberse calmado por completo. Pero entonces ¿Qué era lo que le había provocado tal agonía hace unos momentos? La respuesta era un pequeño problema que Len había ignorado, tal vez mas por miedo que por propia distracción, un problema el cual era la razón, la verdadera razón, por la cual, ellos dos jamás debieron de haber empezado esa relación en primer lugar.
Se separo un poco de él para poder verlo a los ojos y dijo, —Len, ¿Nuestro hijo va a nacer bien, verdad?— Solo hizo falta esa oración para que el temor que era tan presente en Rin hace unos momentos, se propagara rápidamente a Len.
¿Qué si nacería bien? Len sabia a la perfecciona que se refería.
Desde siempre, la verdadera razón por la cual las personas alegaban en contra del incesto era esa, la descendencia, aquellos mitos con cierto fundamento realista, que decían que un hijo de familiares siempre resultaría con alguna malformación. Y aunque para los gemelos Kagamine, eso siempre les pareció una tontería, la verdad era que jamás se habían informado realmente de que tan peligroso seria para ellos dos, concebir a un hijo con alguna discapacidad.
—No lo sé— fue todo lo que contestó Len, que mas podía hacer de todos modos, si en realidad no sabía nada en concreto, no sabía nada de la genética de la natalidad, no sabía nada acerca de esa ciencia que estudiaba los genes humanos, no sabía nada sobre esas cosas.
Y por primera vez en su vida, Rin sintió como el hecho de que Len le estuviera a su lado, no iba a arreglar las cosas.
—Doctor, su cita de las seis lo está esperándolo— Dijo una voz femenina a través de un pequeño altoparlante colocado sobre un escritorio de madera fina barnizada.
—Está bien señorita, hágalos pasar, que ya me he desocupado— Respondió un hombre alto de tez ligeramente morena, de cabello bastante corto, que daba la apariencia de estar calvo, vestido con un traje elegante, mientras se acomodaba las mangas de una bata blanca que se acababa de poner.
La puerta de aquel lujoso despacho comenzó a abrirse lentamente mientras la pareja Kagamine comenzaba a entrar tomados de las manos.
—Bunas tarde doctor.— Hablaron los dos al mismo tiempo.
—Buenas tardes, ustedes deben de ser los Kagamine, por favor tomen asiento— Les hablo de manera amable el doctor mientras señalaba un par de sillas elegantes de plástico que estaban frente al escritorio de madera fina.
Ambos se sentaron sin hacer ruido, y observaron como el doctor se acercaba hasta un gran cajón metálico lleno de archivos médicos y buscaba uno en específico.
—Aquí están,— Dijo mientras sacaba un par de folders plásticos con algunas cuantas inscripciones en letras extrañas sobre estos. —Muy bien,— Dijo mientras sacaba de su bolsillo un gran par de gafas oscuras de marco grueso y se las colocaba para comenzar a leer. —De acuerdo— Termino de leer lo que había estado buscando en aquellos papeles y cerro los folders para después ver a la pareja durante unos segundos y decir, —Primero que nada, debo decir que soy un gran admirador de ustedes,— esbozo una gran sonrisa mientras que los Kagamine intentaban no demostrar ninguna clase de asombro ante aquella declaración.
—Muchas gracias,— Dijeron los dos al mismo tiempo.
—Es en serio, disfruto de todas las nuevas producciones musicales de este país, las de Vocaloid en especial, y de ustedes dos mas aún— Les aseguro mientras continuaba sonriendo, —y me parece muy curioso que justamente fuera a mí, un gran admirador suyo, el médico que eligieran para atenderlos en su asunto, es decir de entre tantos médicos consultores de pre—natalidad en este país, justamente a mí, — Comenzó a reír levente mientras sostenía sus gafas para evitar que se cayeran de su rostro. –Pero en fin.— Dijo una vez terminada su pequeño regocijo.
—Vera doctor, queremos ver… — Comenzó a decir Len, pero se detuvo al instante, al notar que lo siguiente que dijera podría provocar una gran reacción en aquel extraño medico, —Lo que nosotros queríamos ver, es si, pues bueno, es algo un poco complicado, pero…—
—Queremos saber que tan riesgoso es que nosotros dos tengamos un hijo con discapacidades,— Dijo Rin de la manera más rápida y clara que su lengua y sus pulmones le permitieron.
Un incomodo silencio reinaba en aquel despacho medico después de que aquellas palabras salieron de la boca de Rin, la cual estaba tapando su boca en una expresión de arrepentimiento, mientras que Len se castigaba mentalmente por no haber sido más rápido que su hermana.
Era un silencio tal, que incluso se podía escuchar el rápido latir de los corazones de los gemelos, perfectamente sincronizados, con los nervios encrespados a más no poder, mientras que el doctor se encontraba bastante anonadado, de repente su mandíbula empezó a bajar lentamente.
—Un hijo de ustedes dos.— el doctor ni siquiera preguntó, sino que más bien aclaro la idea que antes le habían expresado, —Un hijo de ustedes dos, que son hermanos gemelos,— Volvió a aclarar, al parecer ni siquiera podía creerlo, —No puedo creerlo,— Dijo mientras bajaba su mirada al escritorio. —¡Todos los rumores del twincest son ciertos!— Grito mientras se levantaba de su asiento, —¡Siempre supe que ustedes dos tenían algo más que una simple relación de hermandad, se notaba a leguas! ¡Todas esa páginas de internet que hablaban sobre ustedes, miles de producciones de fanáticos, artes, videos, historias, todo resultó ser cierto!— Aseguro de nuevo aquel extraño hombre con quien los Kagamine habían tenido la desgracia de haber llegado a encontrarse.
Ambos pensaron durante algunos segundos, que era muy posible que el fanatismo de ese hombre hacia ellos, no fuera un impedimento, sino todo lo contrario, debido a que de esta manera, se ahorrarían la parte de tener que tratar con cualquier tipo de prejuicio incestuoso. Pero aún así, tenían que dejar claro algo.
—Bueno, lo que pasa es que no nos sentíamos cómodos de revelar nuestra relación amorosa a todo el mundo— Dijo Len a manera de disculpa mientras intentaba sonar los más relajado posible con respecto a un tema tan serio, mientras Rin se esforzaba por dar una sonrisa que demostrara una expresión de relajación igual a la de su hermano.
—No se preocupen,— Dijo el doctor, —Entiendo muy bien eso, y les juro que cualquier cosa que se hable en este despacho se mantendrá en total secreto profesional.— Les aseguro mientras volvía a sentarse en su lugar y a recobrar la compostura que antes había perdido. —De acuerdo, ¿así que quieren ser padres? ¿He?— Pregunto en un tono que al parecer expresaba una confianza formada de manera automática, mas de fanático a artista que de medico a paciente. Tomó de nuevo los folders que estaba leyendo hace unos instantes y de nuevo los comenzó a leer.
—Debo de remarcar que es agradable el hecho de saber que ustedes dos prefirieron consultar primero a un especialista en el tema de la natalidad antes de hacer cualquier cosa indebida,— Remarco para luego seguir leyendo.
El rostro de los Kagamine tomo un ligero color rojo de la vergüenza, que afortunadamente no fue percibido por el doctor. Solo esperaban que no fuera necesario contarle la verdad del asunto.
Después de unos minutos, el doctor termino de leer aquellos papeles, se volteo hacia los Kagamine, con una expresión muy seria.
—Tengo un par de cosas que decirles,— Aclaro su garganta para intentar lograr mayor seriedad, —En primer lugar: he estado leyendo sus expedientes médicos lo más actualizados posibles, y debo decir con seguridad que muy pocas veces he visto a un par de personas tan saludables y que muestren tan pocas posibilidades de tener enfermedades genéticas que pudieran dar a sus hijos, en pocas palabras, un par de personas que serian perfectamente compatibles genéticamente si lo que se desea es evitar alguna enfermedad genética.—
Los gemelos no sabían cómo reaccionar, era algo extraño haber escuchado eso, y creían que tendría que existir algo malo detrás de eso, sabían que las cosas no podían ser tan simples.
—Eso sin considerar que ustedes dos no fueran hermanos,— Era eso lo que no parecía estar bien.
Ambos permanecieron callados por unos segundos, el tono con el que el doctor había dicho esa última oración parecía haber sido alguna clase de insulto para los rubios.
—Y eso es a lo que va el segundo punto— Se volvió a aclarar la garganta, —Debido a que ustedes dos son hermanos gemelos, su genética es muy similar, no idéntica eso sería imposible, pero si muy similar,— se detuvo unos segundos antes de continuar, —El porcentaje común en este país de la probabilidad de concebir un hijo con discapacidades es de aproximadamente en cuatro por ciento, eso considerando a los candidatos para procrear. Viendo sus archivos de exámenes médicos que se les realizaron hace cuatro años, diría que sus probabilidades de concebir un hijo con discapacidades son de menos del dos por ciento, pero de nuevo esto sin considerar que ustedes dos no son hermanos, ya que viéndolo desde este punto de vista, las probabilidades podrían aumentar hasta un cincuenta por ciento.—
Esperó unos cuantos segundos para que los Kagamine dijeran algo, pero parecía ser que la noticia le había afectado demasiado, así que intento proseguir de una manera diferente.
—Claro que este porcentaje únicamente se basa en conocimientos puramente teóricos, bien podría ser que ese porcentaje no fuera más allá de un ocho por ciento— Parecía ser que esto último realmente había hecho algún efecto en los gemelos, ya que al momento en el que termino de decir aquello ambos levantaron sus rostros y voltearon a verse mutuamente, con una pequeño pero perceptible esperanza en sus miradas. Pero el darles falsas esperanzas no era el objetivo de ese doctor, era mejor si le hablaba con honestidad, —Pero por supuesto, cualquier corte del mundo sería capaz de condenar a algún médico que se atreviera a sugerirles que tener un hijo es buena idea a un par de hermanos gemelos.—
Después de esto, el médico se dio vuelta con su silla giratoria para evitar ver a los Kagamine a los ojos. Le había ocurrido cientos de veces en el pasado, la pareja que por azares del destino no podía concebir de manera correcta, o simplemente les era algo imposible, si, le había ocurrido cientos de veces en el pasado, y frente a él, aquella pareja enfrentaría la cruda realidad. El haber visto aquello tantas veces había sido algo que en cierta forma le había desensibilizado, pero decírselo a los Kagamine era algo diferente para él, llámesele respeto u obsesión, pero aquel doctor no soportaría ser quien causara una terrible depresión en sus adoradas estrellas de la música.
—Pero escuchen, hay miles de niños en el mundo que necesitan ser adoptados,— Dijo en un intento por animarlos, —Tal vez y no deberían de abandonar la idea de ser padres, el único problema que vería, seria que para hacer eso tendrían que estar casados y ese es un pequeño problema ya que en este país, ni en ningún otro, se permiten las uniones entre familiares y…—
—Doctor,— Le detuvo Rin mientras se empezaba a notar como sus ojos se ponían cristalinos por las lagrimas que saldrían en cualquier momento, —¿Usted cree que un hijo de hermanos gemelos, es un error?— Pregunto con un tono de melancolía.
"Que extraña pregunta" Pensó el doctor mientras se giraba para verla. El era de la clase de personas que jamás consideraría a un ser humano como un error.
—No es que sea un error,— contestó —Simplemente es que, es un gran riesgo, y sería una lástima un nacimiento con algún problema aún cuando los padres de verdad quisieran a su hijo, seria un muy gran riesgo.— Término de decir.
Parecía ser que la discusión había llegado a su fin, pero Len no se quedaría así, seguiría preguntando hasta encontrar la mas mínima de las posibilidades.
—¿Y si ese riesgo ya fue tomado?— Pregunto el rubio mientras sostenía firmemente la mano de su hermana.
El doctor los observo por unos segundos, y entonces se dio cuenta de que Rin tenia la mano colocada sobre su vientre, una clara señal de que…
—Está embarazada— Dedujo al instante. Había visto esa misma manera de en la que las mujeres embarazadas colocaban su mano sobre su vientre de manera protectora hacia su hijo, muchas veces en el pasado.
Los gemelos solo asintieron.
¡Pero por supuesto! Ellos dos habían ido a consulta con el buscando ayuda, en un tema en el que nadie más les podía ayudar, y el solo les había negado todo aquello sin siquiera saber nada del asunto.
—Pero eso quiere decir que…— Comenzó a decir el doctor, pero se detuvo de inmediato, no había nada que decir, todo estaba más que claro.
Ninguno de los dos dijo una sola palabra después de eso, permanecieron callados mientras que en sus mentes las interrogantes acerca de que clase de horrible crimen habían cometido para condenar a su hijo a una vida de discapacidad.
Pero su crimen era más que claro: el incesto.
Los pecados de los padres son pagados por los hijos ¿no?
—Escuchen bien— Dijo el doctor que al parecer había recobrado la serenidad, —Realmente no existen estudios reales acerca del incesto,— Dijo intentando dar a entender alguna clase de forma de ayudarles. –Es decir, todos los números de los que les he expuesto no es más que teoría, pero si de verdad quieren tener un hijo, ténganlo—
—Pero usted dijo…— Comenzó a decir Rin.
—Sé muy bien lo que dije, pero créanme que todos los números que les he dado, no son más que teorías y suposiciones, esto es porque jamás se ha realizado un verdadero estudio sobre el incesto entre hermanos gemelos que nos demuestre que un producto incestuoso saldría realmente con alguna discapacidad— Dijo rápidamente y atropellando sus palabras. Se intento tranquilizar un poco más, —Escuchen bien, todo lo que les dije sobre el incesto es algo que simplemente me vi obligado a decir, solo para evitar el riesgo que se tiene contemplado durante una junta incestuosa, pero si ustedes de verdad quieren tener a su hijo, no existe un riesgo realmente grande que se lo impida, incluso esa posibilidad de un cincuenta por ciento podría ser exagerada, quizá y como máximo llegaría a ser de un ocho por ciento— Se detuvo unos instantes, y después realizo una seña para que ambos se acercaran a él para decirles algo mas importante. —Pero es su decisión si deciden tenerlo, yo le podre dar medicinas y atenderlos en cualquier necesidad médica que se requiera, pero ya les dije, es su decisión si lo desean tener o no—
Después de decir esto, sacó de un pequeño cajón de su escritorio una botella de alguna cara bebida alcohólica y se sirvió un vaso de cristal que sacó del mismo cajon. Lo sostuvo durante un momento entre sus manos y antes de beberla dijo:
—Pero con respecto a su nacimiento, no les puedo asegurar nada— bebió un poco de aquella bebida alcohólica —la única manera de saber cómo va a resultar, es teniéndolo— y después de eso termino de beber toda la bebida que había en el vaso.
Eso era todo, después de esa plática, los Kagamine habían entendido que si querían un hijo, lo podían tener y que no había una razón o mejor dicho una prohibición contra eso. Solo constaba que ellos dos se atrevieran y podría hacerse realidad. Pero ese era el problema.
Len y Rin llegaron exhaustos al cuarto de hotel en el que se habían estado hospedando durante todo el verano que habían estado vacacionando en su pueblo natal. La salida al hospital desde la mañana y la cita con el doctor le había llevado toda la tarde, y en los momentos en los que entraron al cuarto el sol ya se había ocultado.
La habitación era algo pequeña, con una gran cama blanca, que los Kagamine habían disfrutado haciendo muchas cosas más que simplemente dormir, una cocina que constaba en no mas que una estufa y un refrigerador, y un pequeño baño en el cual seguía reposando aquella prueba cosera con el resultado positivo.
Sin decir una sola palabra, la pareja de rubios se sentaron a ambos extremos opuestos de la cama.
Les se quito los zapatos y la camisa, y Rin solamente soltó los tirantes de su vestido blanco haciendo que cayera sobre la fina alfombra del cuarto.
Ambos se recostaron uno junto al otro de manera paralela, sin tocarse, mirando hacia el techo.
De repente Rin hizo un brusco movimiento y de un momento a otro termino sobre su hermano abrazándolo con fuerza, y Len sin dudarlo, le correspondió el abrazo.
Habían sido demasiadas emociones en un día, y en estos momentos la mente de Rin estaba hecha un desastre entre tantos pensamientos, miedo, tristeza, melancolía, y hasta cierto punto paranoia, pero por otra parte se encontraba feliz por el hecho de haberse enterado que iba a ser madre, ni siquiera sabía si celebrar o llorar, pero por respeto a su gemelo, el cual había pasado por lo mismo que ella, prefirió simplemente quedarse callada hasta dormirse. Y Len al darse cuenta del rápido sueño que al que llegó su gemela, prefirió imitarla y dormir con ella a su lado, como toda la vida.
A la mañana del día siguiente Len despertó de manera tranquila, sin siquiera poder recordar en el sueño que tuvo, solo podía recordad la paranoia provocada por el asunto de la paternidad, creyendo que de alguna manera, había tenido algo que ver con su irrecordable sueño, pero tan solo pasaron unos segundos desde su despertar cuando a su mente llego el asunto entero del día anterior, y rápidamente su mente se lleno de nuevo con ese pesar, con esas dudas de si deseaba o no ser padre, de si lo haría bien o no, de si podría ser el sustento de una familia, todas estas dudas y mas comenzaron aterrarlo hasta el punto en el que su respiración se comenzó a descontrolar.
—¿Estás bien Len?— Len pregunto Rin quien aparentemente estaba despierta desde antes que él.
—Rin, estoy bien, no tengo nada malo,— Respondió mientras intentaba controlar su respiración. Después de unos segundos, el rubio ya se encontraba tranquilo, con la respiración tan baja y controlada como cuando estaba durmiendo.
No sirvió mucho que ambos hubieran despertado, después de todo, continuaron en la misma posición que antes, pero esta vez, abrazados con fuerza, como si con ese simple abrazo todo se fuera a solucionar.
Pero quizá, eso podía ser cierto.
Bueno, tal vez no solo con un abrazo, sino lo que este significaba, amor, amor de verdad, un amor tan único que los había unido durante toda su vida, un amor tan fuerte, que los había hecho ayudado a sobrepasar depresiones durante los momentos más difíciles, y seguramente un amor con el cual podrían enfrentar el más grande reto que jamás hubieran tenido en sus vidas.
—Len— Habló Rin de repente —¿Quieres intentarlo?— Preguntó sin demostrar ninguna clara expresión facial, quizá un poco de angustia, pero no lo suficientemente notable.
—¿Intentar qué?— Pregunto de vuelta Len intentando parecer que no entendían exactamente a qué se refería su hermana.
—Ya sabes, intentar ser padres, tener un hijo, una familia, ¿quieres intentarlo?— Volvió a preguntarle.
Por supuesto Len lo entendió todo, pero no solo la pregunta, sino lo que esta significaba, esa pregunta contenía más que un simple "intentarlo", esa pregunta no solo significaba la toma de un chance único en la vida.
Razonando esa pregunta hasta su punto más simple, o bien más complejo de todos, esta no era otra cosa que un simple "¿Me amas?".
Y claro que el la amaba, la amaba más que todas las cosas en este triste y pequeño mundo, la amaba tanto como para poder aceptarla aún con todos sus innumerables defectos, la amaba lo suficiente como para morir por ella en cualquier momento que fuera requerido, pero a su vez tanto como para nunca querer alejarse de ella sin importar que es lo que pasara. La amaba tanto, que por ella sería capaz de faltar a las leyes de la naturaleza, de la sociedad y de Dios.
La amaba tanto, que sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de lograr que fuera feliz, de mantener su espíritu vivo, de arriesgarlo todo con tal de que ella sonriera.
La amaba tanto que quería ser feliz a su lado por toda la vida.
¡Que es lo que importaba si no estaban listos!, ¡Que importaba si eran demasiado jóvenes para que la cuidar de otro ser! ¡Que importaba si la sociedad estaba en contra de su unión!
Lo único que importaba, era que ellos dos de verdad se amaban, solo eso, después de todo, era más que lo que muchas otras parejas tenían.
Sería muy difícil, sin duda, pero si de verdad lo querían y lograban tener una vida al lado de aquel niño cuidándolo y protegiéndolo, entonces podrían encontrar una manera distinta de ser felices.
Porque no había nada más feliz en esta vida que ver crecer a la pequeña creatura que uno mismo ha concebido con amor.
—Somos muy jóvenes, y no sabemos nada de criar a un hijo— Dijo Len después de razonarlo unos segundos, mientras con una pequeña sonrisa volteaba a ver a su amada la cual continuaba con su mirada inexpresiva. —Pero creo que si tú y yo estamos juntos, sería bueno que lo intentáramos, después de todo, si estamos juntos nada malo nos pasara— Después de decir esto, la acerco más hacia él, y la beso tiernamente en los labios.
Había pasado todo un día entero, desde la mañana en la que habían visto el resultado de la prueba, hasta ese momento en el que no se habían besado en los labios.
El beso lentamente fue correspondido rápidamente.
Rin tenía miedo de lo que podía ocurrió a partir de ese momento, pero tal y como lo había dicho Len, siempre que los dos estuvieran juntos, nada malo pasaría.
Mientras ambos se estaban besando, las campanas de la iglesia comenzaron a sonar, indicando el inicio de la misa de la mañana.
Ambos se separaron del beso, y se mantuvieron sin moverse durante unos segundos, mientras las campanas seguían sonando.
Y de repente una idea cruzó la mente de ambos.
—Un niño necesita una familia para crecer— Dijo Rin.
—Y una familia necesita padres— Completo Len.
—Y los padres deben de estar casados— Volvió a decir Rin.
Las miradas de los dos se giraron hacia la ventana del cuarto, por la que se alcanzaba a apreciar la pequeña iglesia de donde había salido el sonido de esas campanadas.
—Si la ley de este país no nos permite casarnos, al menos podremos unirnos frente a Dios— terminó de decir Len mientras acariciaba la mano de Rin y observaba el anillo de compromiso que le había entregado hacia solo unos meses.
Se volvieron a besar mientras pensaban en como harían para explicarle a un sacerdote el hecho de que se amaban, aún siendo hermanos.
Fin del capítulo 5.
De nuevo regreso aquí para aburrirlos con otro capítulo de este extraño fic.
Lamento haberme tardado tanto, es solo que, a la vida me ha estado tratando un poquito mal. Es una de esas veces en las que no importa cuánto te esfuerces por levantar la mirada y subir el ánimo, la vida te sigue escupiendo en la cara una y otra vez.
En fin, espero que se haya entendido este capítulo.
Fue solo una mirada en retrospectiva en la cual se mostraba lo que ocurrió cuando nuestros gemelos incestuosos favoritos se enteraron de que iban a ser padres, y esto ocurrió el día antes de que hablaran con el sacerdote en el primer capítulo.
Como lo dije en el capitulo anterior, en este caso, iba a aparecer mi tercer personaje original. En este caso, es un medico, que ayudara a los Kagamine con el asunto del nacimiento del niño. Es cierto, tiene cierto gusto especial por la música de Vocaloid, pero no será muy relevante en el fic.
¿Les agrado? No importa.
Gracias a todos los que leen esto, gracias por la paciencia, y ya saben que si desean dejarme alguna duda o sugerencia o simplemente un comentario, pues dejen un review, siempre y cuando no sea algo ofensivo.
Lamento mucho si los he ofendido en algún review.
BYE.
P.D.: Todos los datos y porcentajes de los cuales se hablaron en este capítulo no fueron inventados por mí, fueron extraídos de distintas publicaciones de distintos orígenes en los cuales se entablaba el tema del incesto desde un punto completamente libre de prejuicio.
