Capítulo 10 III

Vocaloid no me pertenece.


Era la hora de finalizar la plática con el sacerdote, y Len y Rin se sentían con algunos deseos de irse a la cama, mas por lo extenso que fue la charla que por otra cosa. Miki se preparaba para despedirse del sacerdote antes de irse a una grabación en la noche que tenía que realizar.

Las cuatro personas salieron de la cocina, mirando que la sala se encontraba ahora solo iluminada por la luz artificial. No había nadie en la casa, y nadie podía molestar a quienes estaban saliendo de la cocina.

—Muy bien chicos, me tengo que ir a la grabación, los veré mañana— se despidió Miki en lo que sacaba su celular y se dirigía hacia la puerta —Mucho gusto padre— se despidió del sacerdote dándole un fuerte apretón de manos y saliendo de la casa. Antes siquiera de que los Kagamine pudieran comenzar a preguntarle al sacerdote ciertos detalles de su estadía en Tokio, el hombre de cabello plateado se apresuró a comentar.

—Mañana mismo retomaremos las platicas desde otro punto— les avisó volteando a verlos a los dos.

—¿De qué hablaremos mañana? — preguntó Rin, alegré por saber que seguirían con la entretenida platica como la de ese día.

—De hecho, hay un tema que quería explorar a fondo en futuras oportunidades…— se quedó pensando un poco —En realidad se trata de sus padres— el solo pronunciar esas palabras, provocó que ambos rubios encresparan sus nervios —Después de todo, es necesario que su matrimonió cuente con la aprobación de sus padres…— se detuvo al ver que los rubios comenzaban a mostrar una muy similar mueca de angustia, mas Len que Rin.

—Aun no les hemos dicho nada a nuestros padres— le anunció Len algo decepcionado. El sacerdote se mantuvo un poco silencioso, sin poder expresar de manera correcta lo que necesitaba decirles.

—Pero ¿Cómo es posible…?— preguntó algo indignado, sin llegar al enojo —¿Sus padres no saben que ustedes dos van a tener un bebé?— preguntó solo para confirmar lo que pensaba.

—No, en realidad, no les hemos dicho ni siquiera que estamos enamorados, o que estamos comprometidos— habló Rin con una voz bastante baja y avergonzada. Aun cuando Thel se habría indignado bastante con una noticia como esta, solo un pensamiento le tomó para darse cuenta de que se trataba de una situación bastante comprensible, siendo que ellos dos era una pareja incestuosa. Seguía siendo preocupante para él, pero comprensible.

—No es que sean malos padres— intervino Len —No al menos nuestra madre— tuvo que aclarar —Solamente piense en lo difícil que sería llegar con ellos y decirles que los dos les vamos a dar un nieto— expresó Len con un ligero lamento.

—Lo entiendo, lo entiendo— dijo el sacerdote para aligerar un poco la culpa de los Kagamine —Pero es realmente necesario que se contacten con ellos, y que les digan de una buena vez, que van a ser abuelos, además de que quiero hablar con ellos de algo muy importante— enfatizó esta ultima parte.

El padre hubiera continuado hablando, de no ser porque en ese momento se escucho pasar a alguien por la puerta que Miki había dejado abierta. Se trataba nada más de Kiyoteru al lado de Yuki, ambos con una cara de cansancio después de un día en el estudio de música. Ambos miraron al sacerdote como si se tratara de un bicho raro, y en un solo instante, Kiyoteru le indicó algo a la pequeña castaña, con lo cual esta salió caminando en dirección a las escaleras, para después subirlas a un paso rápido.

—Buenas tardes— saludó Kiyoteru, siendo recibido de manera cordial por los presentes, al menos por el padre. — ¿Supongo que ya han terminado su… dialogo?— preguntó sin ocultar un cierto desprecio por el asunto que se supone estuvieran tratando en la cocina mientras él estaba fuera.

—Así es, mi trabajo de instruir a estos jóvenes en su camino a la correcta vida matrimonial apenas está empezando— dijo con alegría Thel.

—Bueno, lo mejor será que nos vayamos a descansar…— dijo Rin intentando jalar el brazo de su hermano, pero siendo detenido por la inmovilidad de este.

—Dígame una cosa, ¿de verdad se siente bien tener una vida basada solamente en mentiras y falacias?— le preguntó al sacerdote, provocando un pequeño sobresalto en los rubios.

—No sé a qué te refieres— contestó el padre con simpleza, borrando todo rastro de alegría de su rostro.

—Kiyoteru, el es nuestro invitado…— se escuchó decir al Maestro, que había llegado desde las escaleras a un paso silencioso bastante intencional —No cuestiones las creencias y estilo de vida de los invitados— le advirtió sin mucha seriedad, moviendo su dedo corazón como si se tratara de una negación.

—No, discúlpeme Maestro, pero soy una persona que defiende sus principios, y tengo que decir esto— al parecer el castaño quería iniciar una discusión con el sacerdote.

Por supuesto, Thel no se inmutó para nada. Él no era una persona que discutiera mucho, es más, siempre prefería mantenerse a raya con cualquier clase de problema que se tuviera con las maneras de pensar, pues tenía muy en clara la idea del libre albedrío y por lo tanto de la libre decisión. Para él, una persona era libre de creer lo que quisiera, aunque en el fondo de su corazón resintiera cada vez que escuchaba cosas negativas de la iglesia, seguía siendo sumiso e incapaz de ofender a alguien más.

Oh, pero Dios sabía que en ocasiones le gustaría tomar por las orejas a un blasfemo jovenzuelo que cree tener la razón en todo y jalárselas con todas sus fuerzas.

—Escuche bien— prosiguió Kiyoteru —Soy un ateo desde que tengo uso de razón, mis padres nunca me alimentaron con tonterías, o con cuentos de hadas, y desde siempre he tenido muy en claro que en esta vida no existe una cosa tan tonta como el bien y el mal— comenzó a relatar —Y yo no dudo en que usted sea una persona inteligente y capaz de entender cosas fácilmente, pero aun así, es usted un ignorante— de alguna manera, esa palabra le daba a entender lo contrario a lo que significaba al padre —Así que le preguntaré ¿Cómo es posible que una persona, como usted, base su vida entera en una mentira tan absurda como lo es dios?— preguntó asertivamente.

—No lo sé— contestó rápidamente el padre —Realmente no sé porqué decidí dar mi vida entera, desde mi adolescencia hasta hoy, solo para servir a Dios— habló con total sinceridad —Pero aun así, estoy seguro de que en ningún momento me he equivocado en elegir mi vocación— el tono de sinceridad y seguridad se veía claro en él, pues era un hombre de convicciones fuertes —Y mucho más seguro estoy, de que Dios no es ninguna mentira—

—Al parecer usted es solamente un testarudo— dijo Kiyoteru con desprecio —Ni siquiera acepta la falsedad de la idea que es Dios, y son esa clase de personas como usted las que permiten que las ideas torpes de la iglesia se sigan transmitiendo generación con generación—

—¿Y supuestamente, tú dices que esas ideas son erróneas, o equivocadas?— preguntó intentando encontrar su asertividad.

—Son ideas retrogradas, ignorantes, de los tiempos en los que las personas no tenían ningún derecho de pensar por ellas mismas, y un solo líder les decía que pensar y que si alguien se oponía, solamente lo silenciaban— expresó hablando como si se tratara de un cuento de terror, —Eso es la iglesia, un conjunto de ideas torpes y absurdas, guiadas por sociópatas megalómanos, y es de lo que usted vive—

—Kiyoteru, ya basta— le gritó Rin —No es justo que te la pases juzgando las creencias ajenas cuando tu ni siquiera eres un ejemplo del buen vivir— fue in intento de detenerlo, pues siempre se dice que solo aquel que sea libre de pecados tirará la primera piedra.

—No, espera Rin— le detuvo el padre —Yo se que clase de persona eres— le dijo directamente al Vocaloid mayor.

—Solamente es un fanático anti—religioso, lo mismo que un fanático religioso pero… más nuevo— expresó el maestro, que se había sentado en la escalera.

—Así es— le dio la razón el padre, dejando extrañados a los Kagamine —Tu eres la clase de persona que juzga a la iglesia por las cosas terribles que hizo en el pasado, y que considera que Dios no existe por las falacias y mentiras que se repiten en los medios de comunicación y que alimentan una tonta mentalidad colectiva que les dice que hace—se notó cierto enojo en su voz —Son agresivos y desgraciados con las personas con las que dicen ser respetuosos, pues no les agrada la idea de que alguien más sea feliz teniendo una religión—

—No, las personas como yo respetamos todas las creencias— se defendió el castaño.

—Mentira, más de una vez en mi trabajo como sacerdote me he encontrado con un chico cuyos amigos y compañeros lo insultan y ridiculizan por sus creencias, pues lo consideran alguien tonto o crédulo— se detuvo un poco —Y no solo católicos, también cristianos, judíos o musulmanes, pues he vivido en muchas partes del mundo como misionero— añadió.

—Da igual lo que digas— continuó el castaño —Lo que es nuestro ideal es que las personas liberen sus mentes de las ataduras de una religión— le explicó.

—¿Para qué?— preguntó el padre —¿Para que sean como ustedes, que aun cuando se han "liberado" no dejan de estar molestando a aquellos quienes no los siguen— se expresó cada vez mas molesto —¡de que sirve que te hagas llamar libre de pensamiento si no respetas esta misma libertad!— Dijo casi gritando, pero aun sin perder los estribos, él no iba a demostrarle nada a una persona como Kiyoteru.

—Suena como un hipócrita diciendo eso— contrarrestó el castaño —Cuando es la iglesia la que era capaz de torturar a alguien por solo una simple blasfemia o porque se pensaba que tenía al maligno dentro— le atacó ahora refiriéndose a los mil años de oscuridad que tuvo la humanidad.

—La iglesia no es perfecta y puede que nunca la sea— dijo con simpleza el sacerdote, molestando al castaño por la manera en la que lo decía —Fue creada por hombres, y para el hombre y el humano jamás será perfecto— dijo con bastante verdad —En el pasado, quienes regían la iglesia se corrompieron, y sacrificaron las creencias de justicia de Jesucristo y de los profetas junto con la humildad, solo para obtener riquezas y poder— se detuvo de nuevo al notar que su voz se tornaba algo melancólica —Dios y la religión jamás han creado guerras, sino las personas quienes los utilizaron solo para movilizar la mente de personas ignorantes, pues no se puede matar en nombre de Dios, solo en nombre del hombre, aprende a discernir antes de odiar— intentaba expresar otro punto de vista, antes de que saliera con el argumento de las guerras santas.

—¿Y cómo llama usted entonces a todos los años de torturas durante la inquisición?— preguntó de nuevo con agresividad —No, mejor aún, ¿cómo llama usted a todos los casos de pedofilia que hay en el mundo por parte de sacerdotes, que son permitidos por el vaticano como si fueran una práctica normal?— preguntó siquiera antes de que el sacerdote pudiera contestar a la pregunta.

—Son personas que se han alejado del camino— contestó el sacerdote —No hay nada más doloroso para un obispo que excomulgar a un sacerdote que se ha perdido en el camino del pecado, pero es lo que se tiene que hacer, y para aquellos quienes lo permiten, quedará en sus conciencias por siempre que han faltado en su deber de defender lo justo y lo recto— dijo todo aquello con un cierto tono de dolor en su voz, ¿Quizá algún amigo suyo del pasado…?

—Un pedófilo es un pedófilo, y nada más, no importa si lleva una cruz en el cuello o no, igual arderá en el infierno— habló el Maestro de nuevo.

—Ustedes son la clase de personas quienes ya no permiten que las prácticas religiosas ya no se lleven a cabo por culpa de que las consideran un opio para la población— Se molestó el sacerdote al tener que decir aquello —Son ustedes quienes nos acusan de prácticas terribles, cuando son ustedes quienes promueven cosas como el aborto solo porque según ustedes, no es asesinato, cuando en realidad es el más cruel de todos los asesinatos— lo dijo casi gritando.

—No es asesinato si no está vivo— se defendió Kiyoteru.

—Promueven la eutanasia, aun cuando también es arrebatarle la vida a alguien, aun cuando esta persona no está en las mejores condiciones de vida— exclamó el peli plateado.

—Si es la voluntad de alguien, tiene que ser obedecida— argumentó el Vocaloid mayor.

—Entonces que quede en la conciencia del asesino, pues su mente ya ha sido manipulada para hacerle creer que no ha hecho mal— lo dijo con resignación.

—Si un suicidio asistido se lleva a cabo, quien se va al infierno ¿El asesino o el que se supone se suicidó?— preguntó Salta para molestar.

—Promueven y permiten el cambio de sexo en las personas, solo porque estas no pueden soportar lo que Dios mismo les ha dado y solo van en busca de su narcisismo— le molestó con el tema de los transexuales.

—Una persona tiene el derecho de hacer lo que quiera con su cuerpo— contestó Kiyoteru.

—¿Y faltar el respeto a lo que es su propio templo?, es lo mismo con el asunto de legalizar las drogas, les dan permiso a las personas de destruir sus propios cuerpos, les dan permiso a todos de darse al exceso y la depravación de la mente, sin que haya nadie que les recuerde que hay moral en la vida, eso es lo que más me repugna de personas como tú, que creen que la vida es para destrozarla en los placeres prohibidos— le molestaba tener que explicar a alguien que era un placer prohibido.

—¿Y entonces está bien permitir el incesto, porque no es un placer prohibido?— preguntó sarcástico, refiriéndose a los Kagamine.

—No, son ustedes los que dicen que el incesto está prohibido solo porque han encontrado un supuesto impedimento genético en este, cuando en realidad no entienden que Dios es amor y que por tanto, cualquier amor es correcto ante él— simplificó la razón por la cual estaba ayudando a los Kagamine.

Que un sacerdote utilizara a Dios para defender al incesto, frente a una persona atea, quien dice poner su fe en a ciencia.

—Escucha bien— el sacerdote decidió hablarle de una manera más personal —No creas que yo odio a todos los ateos, de hecho me he encontrado con personajes bastante respetables y moralmente ejemplares, que simplemente han decidido tener su propio estilo de vida— comenzó a relatar —De hecho, preferiría que en el mundo existieran mas de esas personas, en lugar de las personas que matan homosexuales, porque según ellos, Jesús los odia— el único que encontró eso hilarante, fue el Maestro.

Se hizo un silencio ligeramente incomodo en el ambiente, Kiyoteru tenía deseos de seguir discutiendo, pero simplemente ya no le veía el punto a eso, acusar de maldad al los malos cristianos ya no hacía sentido, pues Thel ya les había condenado, y exponer a los ateos cuya vida era un ejemplo tampoco tenía sentido, pues ahora resultaba que el sacerdote enfatizaba con ellos en su correcto modo de vida por sobre las creencias.

—Vive la vida como la tengas que vivir, pero no te pierdas en el placer de tal manera que te pierdas a ti mismo— dijo el padre con más seriedad —Intentar ser una buena persona no es difícil, ayuda a quien lo necesite y no te aproveches de los demás, no es muy difícil— acabó de concluir para Kiyoteru, el cual se mantuvo un poco cohibido por eso, no obstante, su orgullo seguía en pie.

—No me interesa lo que usted diga— le contestó el castaño al sacerdote —No hay nadie ni nada que nos vigile desde arriba y no hay nadie ni nada que nos prohíba o nos permita hacer las cosas como queramos, y la vida no es como una prueba para decidir si vamos a ir a un cielo o a un infierno— expresó con enojo para después caminar a zancas furiosas por la sala hasta llegar a las escaleras —Esto aun no se termina— pronunció para el padre, para después irse enojado por las escaleras.

—Nunca termina— dijo el padre, mas para sí mismo que para Kiyoteru.

Una vez que la escena terminó, el Maestro se puso de pie —Muy bien, creo que es hora de que se lleven a su amiguito a su casa ¿No?— dijo el representante.

—No lo sé, Oiga padre, ¿Usted donde se va a quedar en la noche?— le preguntó Rin.

—No estoy seguro— contestó el párroco —No tengo dinero para quedarme en un hotel caro, así que supongo que tendré que buscar una posada que sea bastante humilde— intentó hacer que su voz sonara un poco más ligera después de la discusión con el castaño —O de cualquier forma, no sería la primera vez que duermo en la calle solo con mi maletín— expresó bromeando un poco en lo que se dirijía a la salida.

—No diga tonterías padre, usted se quedará en esta casa a dormir— Dijo Len animadamente —Tenemos habitaciones disponibles y al Maestro no le interesa— señaló a Salta, quien estaba mordiendo un puro, para ver si de esta manera podría saborearlo aunque fuera solo un poco, ya que no podría fumar en presencia de una embarazada.

—No quiero tener que se una molestia o incomodar a sus compañeros— interpuso el sacerdote.

—No se preocupe por ellos padre, al contrario, ellos son más molestos que nada, y le agradó a la mayoría de nuestros compañeros, así que no tiene que preocuparse.

—Si, además es usted quien se está arriesgando con esto de casarnos a mí y a Rin, por lo que lo menos que podemos hacer es hospedarlo en nuestra casa— Len le facilitó las cosas al sacerdote.

—Muchísimas gracias— les dijo el sacerdote a ambos.

—Yo le enseñaré su habitación— habló el Maestro haciéndole una seña al padre para que lo siguiera.

—No se moleste Maestro, nosotros podemos…— intentó intervenir Rin.

—Cállate, yo llevaré al puritano a su cuarto y se punto— pronunció Salta mientras salía caminando para la parte superior de la casa.

—Que tenga buenas noches, futuros padres— les dijo Thel a los gemelos mientras los persignaba desde lejos.

—Buenas noches padre— respondieron los dos para después ver como el peli plateado se perdía en las sombras del pasillo superior.

—¿Entonces tenemos que decirles a mamá y a papá que te embaracé?— preguntó Len e manera retorica.

—Si— le contestó su hermana con simpleza —Pero no creo que se lo tomen tan mal, mamá siempre dijo que quería ser una abuela joven— le recordó con una sonrisa.

—Si, además de que siempre dijo que nos veíamos muy bien juntos— dijo esta vez Len, refiriéndose a un viejo recuerdo de la familia, aunque claro, sabían que su madre no se refería a nada romántico cuando dijo aquello.

—De papá no se que esperar— cortó de repente la gemela.

—No temas, no dejaré que haga nada malo— abrazó a su hermana mientras colocaba su cabeza en su hombro —Yo te protegeré de todos los males del mundo— le dijo al oído mientras se lo besaba.

—Gracias— le contestó a su hermano el abrazo —Tengo hambre— le dijo de repente, separándose de él —Vamos a ver qué hay de cenar— después volvió a darse vuelta y a dirigirse a la cocina, seguida por Len de cerca.

—De acuerdo, pero no cosa mucho que ya es tarde— le advirtió su hermano mientras cruzaban por la puerta, recibiendo un quejido por parte de la rubia.


Thel y Salta se encontraban ahora caminando por los vacios pasillos verdes de la gran mansión de los Vocaloids, oscuras por la falta de iluminación, y sin una sola alma aparte de las de los hombres de edad media que se paseaban por allí.

—Muy bien,— comenzó diciendo el Maestro —Las reglas del lugar son muy simples: No se corre desnudo en los pasillos, no se realizan actos sexuales de ninguna clase en los pasillos, no sé come en los pasillos, no se usan vehículos de motor en los pasillos, no se hace rituales religiosos o paganos en los pasillos, no se asesina o se tortura o se esclaviza o se viola en los pasillos, y — le explicó como si se tratara de un niño pequeño —dentro del cuarto se puede hacer todo esto, excepto todo lo ultimo—

Thel permaneció sonriendo sin decir nada.

—En tu cuarto hay un par de cambios de ropa, si se te acaban, o las lavas o compras más— dijo con algo de desprecio el canoso —Los turnos de preparar la comida se van rolando por días, si a quien le toca no desea cocinar o se ausenta, no es mi problema— volvió a decir con el mismo tono de antes.

Siguieron caminando los dos hasta llegar al cuarto, ubicado en el tercer piso de la mansión, casi inhabitado por completo, hasta cierto punto tétrico y aterrador. La puerta se abrió, dejando ver un cuarto a oscuras que al encender la luz en uno de los extremos de la pared, dejó ver un cuarto gris, con una gran cama tendida en medio y un ropero de madera negra al lado derecho, junto con un librero con varios libros desacomodados, y una puerta que conducía a un baño, nada más, la decoración de por si era horrenda.

—El baño es todo tuyo, pero si hay problemas, tú llamas al plomero, ¿entendido?— preguntó con bastante asertividad. El sacerdote no quitaba la sonrisa de su cara en lo que el Maestro le seguía hablando y esto parecía irritarle bastante al hombre representante de los Vocaloids.

—Me alegra mucho volver a verte, hermano mío— le dijo el padre con un liegro susurro.

—Sí, lástima que no han pasado ni cinco años desde la última vez que nos vimos— dijo salta con algo de enojo.

—Eres tu quien no me quiere visitar nunca— se defendió Thel arqueando una ceja.

—Ya viste lo ocupado que estoy con estos bastardos— objetó el hermano mayor — Los dejo de ver un segundo y puff— hizo un sonido con las manos —conciben un objeto pecaminoso— aun cuando lo que dijo no tuvo gracia alguna, Thel soltó una pequeña risa.

—Se que tú tienes mejores intenciones con ellos de las que muestras— le dijo con sinceridad. Salta, quien apenas se había dispuesto a sacar un puro a intentar fumarlo, se quedó algo extrañado.

—No creas que esos dos me ponen, no tengo intención de meterles "terror"— contestó el Maestro.

—No, tu sabes a que es a lo que me refiero— le corrigió el padre —Se que en realidad los proteges— al decir esto Salta no pudo evitar soltar una risa sarcástica, resonante en todo el pasillo —En serio, se que tu mantuviste su secreto a salvo durante cinco años, y sé que permitiste que conservaran a su bebé incluso cuando se te ordenaba hacer lo contrario en esos casos— esta vez Salta dejó de reír.

—Esos idiotas— exclamó con enojo —Claro, yo no puedo revelar sus secretos incestuosos, pero ellos si pueden revelar que yo no revele sus secretos incestuosos— concluyó con molestia el representante.

—No te preocupes, yo estoy de tu lado, y juntos ayudaremos a los Kagamine a encontrar su felicidad que tanto merecen— el sacerdote colocó su mano en el hombro de su hermano.

—¿Que te hace pensar que yo lo hago por ellos dos?— preguntó alterado —Solo lo hago porque si los dejo joder las cosas más de una cabeza rodará, incluyendo la tuya y la mía— le contestó alejándose de él —Aunque me de asco protegerte— expresó con severidad mientras e movía por un lado y se comenzaba a alejar.

—Se que no eres tan mala persona— le habló a su hermano una vez que este estaba a sus espaldas —No importa cuánto tiempo pasa, seguirás siendo mi hermano—

—No Thel, las cosas cambian, yo he perdido demasiado paras seguir siendo el mismo— le contestó el Maestro, con un inusual tono de melancolía en su voz —Que tengas buenas noches, hermanito— se despidió para finalmente ir escaleras abajo, dejando solo al sacerdote.

Thel únicamente dio un fuerte respiro, y pasó a su habitación, dejando su maleta en una de las esquinas, y cerrando la puerta, para esperar un nuevo día.


Fin del capítulo 10


Notas finales: Muy bien, creo que esta vez si me pasé en la longitud del capítulo, por eso lo dividí en tres, sentía que tenía que colocar la historia de Salta como un trasfondo, me gusta desarrollar a los personajes que más influyen en la historia, claro, aun no se ven todos los personajes, por ejemplo, ¿alguien notó que Luka lleva capítulos sin aparecer? Tengo algo preparado para ella.

Por lo demás, el fic tardó bastante por varias razones, una por ejemplo, estoy de vacaciones, y tengo menos productividad durante estos periodos de tiempo. Otra cosa, que se perdió gran parte del fic mientras lo escribía por culpa de la mala PC. Además, debo de decir que me costó tiempo escribir del padre Thel, y es que no es un personaje tan simple como mis otros OC, con el, so solo me tengo que mantener dentro del mismo personaje con sus diálogos, sino que lo que dice, tiene que tener sentido y coherencia, más que de los otros personajes, pues él es un sujeto muy correcto, un ejemplo de vida.

Lo peor de todo, es que siento que esta parte fue muy predecible, cuando se muestra que Thel y Salta son hermanos. Creo que desde el momento en el que coloqué por primera vez al Maestro en el fic, cualquiera dedujo que era el hermano del sacerdote, lamento lo predecible que me salió —_—

Y de un momento, para aclararlo, y no tener que agregarlo después, si, fue Thel quien le avisó a Salta de que los Kagamine lo habían ido a ver para solicitarle que los casara, ¿Porqué? Porque lo consideró un apto guardián moral para esa situación.

Y bueno, creo que ahora que hemos visto más del comportamiento del sacerdote, empezará a ser menos agradable para la mayoría, pues antes veía comentarios que decían que el personaje les agradaba, aquí ya se muestra, antes que como una persona amorosa, a alguien que vive en el mundo del ahora, y que no teme defender su estilo de vida aunque sea un poco.

De kiyoteru, bueno, es la clase de personas detestables que se creen más listas que los demás, hay miles en foros de discusión a lo largo del internet, en páginas en donde cualquiera puede comentar cualquier cosa, y no es que deteste a esas personas, simplemente que hay veces en las que ellos llegan a ser tan absurdos y tan odiosos como un fanático religioso, o peor.

Muy bien, todavía falta que se vean los padres de Len y Rin, ¿cómo se tomaran la noticia de que van a ser abuelitos? Además de que aun tenemos que ver las consecuencias de las acciones que realizarán Teto, Neru y Haku. A ver la expresión de Luka con este asunto, y a ver qué tal reaccionarían los fanáticos en caso de enterarse del incesto de sus ídolos.

Así que apenas va como por la mitad, más o menos, no sabría bien decir.

Pienso también publicar un pequeño fic one—shot, ligado a este, que se llamé "concepción", ya se imaginarán de que trata, y si, va a ser Lemmon.

Muchas gracias a todos y todas de los que comentaron :D

LauraGyyKagamine

Lilliam

Ruko Megpoid

YuzukiToriOnee—san

Muchas gracias, y también a quienes leyeron, pero no comentaron

Gracias por leer, y les aviso que mi próxima actualización será del fic de "Compromiso"

BYE_.—

P.D.: Lamento mucho si se perdió el hilo argumental de capítulo, tiendo a hacer eso cuando extiendo mis historias —_—