Capítulo 11


Vocaloid no me pertenece.


Ahora mismo, los nervios de Len y Rin estaban en sus máximos y más altos puntos de alerta. Ambos usaban sus uniformes de Vocaloids, similares a los que tenían desde los catorce, pero algo mas "actualizados".

Estaban en el estudio de grabación, después de terminar con su jornada laboral de canto en la tarde, que normalmente solían realizar juntos como dúo, aunque últimamente su pasión de canto en pareja se veía obstaculizado por las contrataciones por separado que excluían a uno de los dos de la canción, dejando al otro solo o simplemente colocándolo junto a otro vocaloid.

Los dos estaban sentados en un par de sillones que estaba alrededor de un mueble de mesa de centro acolchonada, con un teléfono de casa grande de color negro con un gran altavoz en el centro.

Rin se acercó hasta este y comenzó a presionar los pequeños y suaves botones del teclado. Fueron más de quince dígitos los que presionó de manera lenta, con los dedos un poco temblorosos conforme los movía de manera diagonal. Incluso el mismo Len respiraba hondo conforme cada pequeño sonido salía de la bocina, que anunciaba la proximidad de un momento bastante incomodo.

Al fin, después de una interminable tortura sonora, el tono de llamada comenzó a sonar, Rin dio rápidamente un toque al botón de altavoz, con el cual el sonido alcanzaba a ser escuchado perfectamente en todo el cuarto. Era una suerte que nadie estuviera vigilándolos.

Después de un rato, al fin el sonido de un teléfono levantándose pudo ser escuchado.

—¿Bueno, bueno, quien habla?— se escuchó una voz femenina de una mujer adulta del otro lado de la línea, una voz un poco ronca, pero femenina.

—¿Mamá?— preguntó Rin con una voz insegura.

—¿Rinny, hija, eres tú?— preguntó la voz femenina de nuevo.

—Si mamá, soy yo— le confirmó la chica.

—¡Pero qué alegría que nos llames!— exclamó la mujer —Hace más de un mes que ya no nos comunicábamos, tu padre va a estar muy feliz—

—¿Papá está junto a ti?— preguntó algo preocupada la rubia, pues sabía que sería difícil hablar con sus dos progenitores a la vez, mientras Len solo se ponía más serio al escuchar de su padre.

—Está dormido, pero si lo deseas puedo hablarle…— propuso la voz adulta.

—No, no, creo que es mejor que nosotras dos hablemos solas, es más fácil así— le detuvo Rin antes de que las cosas se complicaran.

—De acuerdo…— dijo la madre un poco inconforme — ¿Y de que quieres hablar hijita?— le preguntó con amabilidad.

—En realidad mamá, es algo muy importante— dijo algo insegura, acomodándose más en su asiento el inclinándose hacia enfrente, mientras Len se cruzaba de piernas para sentarse mejor, —Es mejor si nos reunimos en un lugar para hablar mejor— propuso con voz cada vez más preocupante. Unos segundos pasaron, que dejaron a los gemelos con el corazón a punto de salírseles del pecho por la espera.

—Rin, ¿Pasa algo malo?— preguntó con preocupación la mujer.

—No, no pasa nada malo— contestó la futura madre —¿Porqué lo preguntas?— quizá su voz habría delatado algo.

—Pues, porque siempre que me llamas, estás con Len— olvidó el detalle de mencionar a Len, pero la verdad encontraban más fácil el solo crear una plática entre ellas dos en lugar de que el varón se entrometiera — ¿Es algo malo que les pasó a ustedes dos? ¿O entre ustedes?— preguntó intentando intuir algo.

—No, no, no, es solo que él está ocupado, haciendo otra cosa, pero de todos modos también es su asunto— se apresuró a decir.

—¿Pero es algo malo?— volvió a preguntar, crispando de nuevo los nervios de los dos Kagamine, quienes a la vez dudaban que su madre no considerara la noticia como algo no—malo.

—No es algo malo, es más, es algo bueno— hablando con sinceridad, la noticia era realmente buena para ellos dos —Solo quiero que nos reunamos para que los dos te lo podamos decir en persona— pasaron unos cuantos segundos más en lo que la madre seguía pensando un poco.

—Hija mía, si no es algo malo, no hay problema con que me lo digas por teléfono, de hecho, es mejor, si me lo dices por aquí, me alegraré mas cuando los vaya a ver— su manera de pensar era innegable, pues decirle que era algo bueno, era como un incentivo previo a la reunión real —Además de que me pones nerviosa por la manera en la que lo dices todo— admitió.

—Pues, supongo que no hay nada de malo, pero promete que no se lo dirás a papá hasta que hayamos colgado— Len lanzó una mirada acusadora a su hermana, con bastante desconcierto, pero se dio cuenta de que era lo mejor.

—Lo prometo hija, pero solo dime lo que es— exigió de nuevo la madre de los Kagamine. Rin dio un largo respiro, y tras una mirada cómplice con su amado hermano, se decidió a decirlo.

—Pues…— titubeó un poco —Len y yo nos vamos a casar— dijo de una buena vez, tapándose la boca después de dejar salir las palabras, siendo imitada por su gemelo frente a ella, solo para evitar que saliera alguna palabra inadecuada. Pasaron más segundos, y se hizo el silencio aterrador, el silencio misterioso, como si esperaran a que algo terrible saliera de la bocina y los atacara, y no era para menos, pues las palabras de su madre podría ser lo más doloroso para ellos dos.

—¡Qué bien hija, estoy muy feliz!— exclamó la madre con alegría, para el enorme asombro de ambos chicos. Rin se encontraba con una mueca de alegría inconmensurable, mientras que Len tenía también una mueca boquiabierta, solo que esta de la incredulidad.

—¿De… de verdad?— preguntó de nuevo la futura madre primeriza.

—Claro que si, ¿Porqué no estaría feliz de que mis dos bebés se van a casar?— preguntó como si fuera algo obvio, provocando un fuerte sobresalto de emoción en la mente de los dos jóvenes —Pero díganme— siguió la mujer mayor — ¿Quiénes son?— al preguntar aquello las muecas de ambos volvieron a un desconcierto.

—¿Quiénes son quienes?— preguntó de vuelta Rin.

—¿Cómo que "quienes"?— imitó su voz la mujer —Pues sus parejas, la tuya y la de Len— le dijo con el mismo entusiasmo que antes a su hija —La personas con las que ustedes dos se van a casar—

Fue allí cuando los dos entendieron al fin la confusión, pues al parecer su madre entendió la oración desde el punto menos incestuoso posible. Pero quien la podría culpar, si no había dicho de manera explícita que se iba a casar "con" Len, solo que ella y su hermano iban a casarse, pero no necesariamente el uno con el otro.

—¿Son también un par de gemelos como ustedes?— preguntó la mujer por el altavoz, dejando a sus hijos sin palabras en la boca — ¿Va a ser una boda doble compartida?— volvió a preguntar mientras que Rin empezaba a sudar de los nervios por la falta de ocurrencia, aunque su hermano no estaba mejor.

Y es que no sentían que destruir la pequeña y mentirosa burbuja de alegría que se estaba formando en la mente de su madre, con una verdad incestuosa fuera lo correcto por en ese momento. Y claro, la opción de mentirle al confirmarle la falsa "boda doble de gemelos" sonaba aun más cruel.

—Dime, hija— se detuvo de hablar de manera eufórica —¿La pareja de tu hermano, es mujer?— preguntó con mayor seriedad, sorprendiendo a los menores, sobre todo a Len, quien se sintió un poco ofendido.

—Si mamá, Len se va a casar con una mujer— contestó afirmativamente la rubia. Bien, al menos esa no era una mentira, aunque la pregunta seguía ofendiendo al chico.

—¡Muy bien!— exclamó con mayor alegría la madre —Sabía que tu hermano se iría por buen camino— bromeó un poco de su temor real.

—Si… el buen camino— repitió Rin. Tal vez sería algo bueno que remarcar cuando tuvieran que darle la noticia en persona, que al menos Len no era gay.

—De acuerdo hija, los iremos a ver pasado mañana, su padre y yo— les anuncio —Me gustaría que pudiéramos ir mañana, pero por desgracia, tu papá va a trabajar doble turno, y será mejor que reciba la noticia cuando esté descansado— los dos gemelos soltaron un ligero e inaudible suspiro.

—De acuerdo mamá, será pasado mañana, en la mansión, ya sabes dónde está— le canturreó un poco para no parecer nerviosa.

—Claro que si hija, de verdad estoy muy feliz— volvió a repetir una vez más, como poniéndole el dedo en la herida a sus propios hijos —Mira que hace unos días, unas amigas mías me decían un montón de tonterías de ustedes dos— comentó de repente.

—¿Qué clase de tonterías?— preguntó intrigada la joven, acercándose a la bocina aun más, junto a Len.

—Solo un montón de estupideces, de cosas de que tu y Len tenían una relación más que fraternal— la sangre de los dos rubios se congeló al escuchar eso —E incluso unas tonterías de que tú estabas…— se cortó su voz unos momentos, preocupando mas al par de hermanos —Pero no importa, les voy a restregar en la cara de que ustedes no se casarán entre ustedes— rió después de decir eso, muy probablemente pensando "sabía que mis bebés no eran incestuosos".

—De acuerdo… adiós mamá— dijo Rin para después colgar rápidamente a su progenitora, sin siquiera dejarla despedirse a ella.

Parecía que Rin quería llorar, arrepintiéndose fuertemente de la llamada, mientras Len solo se mantenía serio, aun algo impresionado. Se quedaron en silencio durante unos momentos, antes de que Len se levantara de su asiento, poniéndose las manos en las caderas.

—¿Porqué mamá tuvo que preguntar si me iba a casar con una mujer?— preguntó con confusión y ofensa.

Rin volteó a verlo un poco, pues ni en lo profundo de su mente se imaginaba a su amado Len casado con otro hombre, si siquiera con otra mujer.

Pero lo que si tenía que admitir, era lo afeminado que resultaba su apariencia en público, desde sus canciones con temas sugestivos, hasta muchos de sus trajes promocionales, sin contar los rumores de sus fanáticas locas, que creaban rumores de una relación homosexual entre él y Kaito, rumores que casi alcanzaban en cantidad y complejidad a los rumores de una relación incestuosa.

—Honestamente Len— le dijo levantándose y reparándose de su pequeño momento de tristeza —Si yo no fuera tu prometida, también preguntaría lo mismo— expresó con una repentina molestia en su voz, para después salir del cuarto, dejando a su hermano más confundido y que antes.


Dos días después.

Era finalmente el sábado en la casa de los Vocaloids, después de una muy agitada y agotadora semana para todos los habitantes, debido a las grabaciones de final de verano, al fin todos podían descansar, aunque fuera solo en la mañana.

A excepción los gemelos Kagamine, quienes no dejaban de estar con los nervios de punta, Rin sentada en el sillón, comiendo caramelos de naranja que se le habían antojado de repente, y Len solo sentado a su lado, recargándose un poco en ella para intentar distraerse. Siendo el sábado, los dos estaban vestidos con ropa simple, que no fueran sus uniformes clásicos de Vocaloid, sino más bien un par de vestiduras tradicionales de color naranja.

En realidad esas eran ropas bastante ligeras, más a causa del calor, además de que eran similares a las ropas que usan en la producción del video "Gekokujou".

En otras situaciones, tal vez Rin habría comenzado a insinuársele a su hermano, pero ese no era el momento en el que su cuerpo se lo pedía, y esto fue claramente notado por Len, pero lo consideraba normal, pues le habían dicho que el apetito sexual iba y venía durante los primeros tres meses de embarazo.

Y tras que los demás Vocaloids recibieron las noticias de la visita de sus padres, preferían mantenerse a raya con el asunto. Como si los Kagamine estuvieran solos en su burbuja de nerviosismo, los demás seguían como si nada.

De pronto, y como si se tratase de un rayo caído desde el cielo, el timbre sonó, con una pequeña tonada agradable de una de las canciones de Miku, provocando que los gemelos brincaran del susto, volteando Rin el tazón de dulces que tenía en sus manos sobre la alfombra frente a la televisión.

—Vaya, deben de ser los padres de Len y Rin— dijo Kaito con simpleza, comenzando a caminar a la puerta, con su paleta helada en mano.

—¡Espera Kaito, no abras la puerta!— le gritó Rin jalándolo de la bufanda para evitar que siguiera caminando, provocando que se cayera al suelo —No quiero que mis papás te vean a ti recibiéndolos, sería algo sugestivo para ellos— le susurró en el oído.

—¿Sugestivo?— preguntó el peli azul.

—Sí, si tú eres el primero al que ven, podrían pensar que eres mi prometido… o el de Len— terminó e decir en voz un poco más baja, provocando una mirada llena de enojo por parte de su hermano.

—De acuerdo, ¿Entonces qué hago?— preguntó ya exasperado.

—¡Solo sal de aquí!— le gritó Len parándose y empujándolo para que se fuera por la puerta de la cocina —De hecho, mejor váyanse todos ustedes de aquí— les dijo a los demás que estaban en la sala, solo Miku, Lily, Gumi, Gakupo y Ryuto. Ycada uno de ellos, en lugar de protestar, solo se levantaron de sus asientos, y aun algo extrañados y dándose miradas de curiosidad, salieron de la sala.

—¿Y quién abrirá?— peguntó Gumi en un susurró al resto de los desalojados.

—¡Maestro!— gritó Rin al aire, como si tratara de invocarlo. Y así fue, un par de segundos después, el representante de los Vocaloids salió de la cocina, seguido del padre Thel, ambos con trajes de distinto color, el del sacerdote algo viejo y gastado de color café, y el del Maestro de color gris y bastante nuevo, recién estrenado.

—¿Porqué el padre sigue de cerca al Maestro? — Preguntó Miku a la peliverde y a la rubia que estaban junto a ella, viendo la puerta de la cocina cerrarse tras de ellas.

—¿No sabías? Ellos dos son hermanos— contestó Lily, como si fuera lo más obvio del mundo, siendo respaldada por Gumi, quien solo asentía, después de todo, llevaba casi una semana viviendo en esa misma casa mientras seguían hablando de la boda una vez cada dos días.

—¡Pero claro!— exclamó Miku como si se enterara de los más simple del mundo, —Pero como no lo vi antes, si los dos se parecen mucho— dijo para la extrañeza de quienes la observaban, intentando parecer más perceptiva de lo normal, pues lo que menos podía indicar que eran hermanos, era su nulo parecido físico, sino mas bien su forma opuesta de ser y sus similitudes en el dialecto y pronunciación de ciertas palabras en japonés.

—Abra la puerta— le ordenó Len al hombre mayor, y por supuesto, Salta obedeció al instante, pues detestaba que tocaran el timbre más de una vez, tal y como lo hacían ahora mismo.

Thel decidió quedarse detrás, por mera orden de los Kagamine, quienes le indicaron con las manos que no lo siguiera.

—Espere a que le contemos a nuestros padres del matrimonio antes de que le vean a usted— le pidió Rin acercándose a él, terminando parada al lado de su hermano.

—De acuerdo— aceptó el párroco, antes de regresar a la cocina, intentando hacer la menor cantidad de ruido, pero con paso presuroso.

El Maestro siguió hasta la puerta y con un giro muy simple de la manó, la abrió.

En la entrada se observaban a un par de rubios parados, esperando a que les abrieran, una mujer y un hombre.

La mujer era algo mayor de edad, pero joven en aspecto facial, luciendo unos hermosos ojos verduscos con azul. De una figura atractiva, aunque algo regordeta de las piernas, con un busto bastante desarrollado, y de cabello amarillo que llegaba hasta la cadera, vestida con una falda de color rojo de cuadros y un suéter café.

El hombre, de la edad misma que la mujer, era más alto, de cara madura y seria, con algo de barba rubia y con una cola de caballo de arreglo en el pelo y un pequeño flequillo que caía por enfrente de su cara. Vestido con un traje algo formal de color azul oscuro, y unos lentes de marco ligero guardados en la bolsa de la camisa blanca que tenía.

No se veían como personas adineradas ni tampoco como personas pobres, más bien de clase media, tomados de la mano.

—Ustedes deben de ser el señor y la señora Kagamine— dijo con alegría aparente el Maestro —Loes estábamos esperando…— dijo moviendo su mano para adentro de la casa, antes de recibir un fuerte golpe en la cara, que lo tumbó al suelo y lo dejó fuera de combate.

—¡Le dije que es lo que le haría la próxima vez que lo viera!— habló el hombre mientras se sobaba el puño.

Len y Rin voltearon a ver algo asustados al suelo, solo para ver al Maestro riéndose como tonto mientras se revolcaba. Era obvio que no era de muchos amigos.

—Lo olvidé— exclamó para luego levantarse, dejando así entrara a la pareja. Pasando al lado de los gemelos sin decir más palabras, ni siquiera tocando la zona del golpe de su cara, quedándose recargado en la pared de la sala.

—¡Lenny, Rinny!— gritó la mujer levantando las manos para abrazar a los dos chicos mientras caminaba hacia ellos. Los dos jóvenes sin dudarlo se acercaron a su madre para abrazarla con alegría —Me alegro tanto de verlos a los dos— les dijo jalándolos a los dos del cuello, provocando que les faltara en aire.

—Tranquila querida— le dijo el hombre con una sonrisa llegado por su espalda —si los ahogas a los dos ya no nos quedará ningún remplazo — bromeó intentando separarlos de su madre.

—¡Papá!— fritó Rin alegre mientras abrazaba con cariño a su progenitor.

—Como está mi princesita— le dijo con el cariño reciproco el hombre, una vez terminado en abrazo, para después dejar a Len acercársele un poco.

—Tobi— le llamó Len por su nombre a su propio padre mientras levantaba la mano como para solo darle un apretón de manos de amigos. El padre solamente tomó la mano de su hijo con respeto adecuado, mirado cuanto había crecido en solo tres cuartos de año desde al última vez que los habían visto a los dos, en la fiesta de navidad.

—¿Ya eres muy grande para abrazar a tu propio padre?— le preguntó un poco dolido.

—No es eso… no importa— respondió a medias Len, dándole un ligero abrazo a su padre, como para intentar cubrir su error.

Se hizo un pequeño e incomodo silencio tras ocurrir eso.

—Bueno hija— dijo la mujer mayor —Dijiste que nos dirían más a fondo quienes eran sus prometido y prometida, ¿No?— inició la charla la madre, sin poder evitar notar que si hija se estaba poniendo ligeramente más gorda que antes.

Los dos jóvenes entraron en alerta al oír eso.

—Sí, ya quiero conocer a quien llevará la llama de la descendencia de la familia— dijo con tranquilidad el padre.

—Pues…— se detuvo un poco Rin al intentar hablar.

—¿Les parece si vamos a la sala de juntas para hablar mejor de eso? Propuso Len tomando del hombro a su hermana, intentando no levantar sospechas.

—De acuerdo— accedió la madre, pues se imaginaba que sus futuros yernos estarían allá.

Así, el cuarteto de rubios comenzaron a caminar escaleras arriba, siendo seguidos un poco de lejos por Salta y más de lejos por Thel, quien se quería asegurar que nada saliera de control.

Llegaron hasta la tercera planta, a una sala cuyas puertas dobles se abrían deslizándose, dejando ver una hermosa sala de juntas de y unos ocho por ocho, con tapiz de pared a pared de la imagen de un dragón rojo oriental volando por un cielo verde, y una pequeña mesa de madera con unos cuatro cojines en ambos lados paralelos que eran para que los invitados se sentaran en ellos.

Antes de que cerraran la puerta, el Maestro se aseguró de entrar sin hacer mucho ruido, no sin ser notado claro, pero sin ser una molestia que alterara el ambiente, a diferencia de Thel que solo se quedó esperando en la parte de afuera. Len y Rin tomaron asiento de lado opuesto al de la puerta de la habitación, y sus padres en frente de ellos dos.

—Bueno, ya estamos aquí— dijo la madre de manera atenta —¿de verdad nos van a presentar a sus prometidos?— volvió a insistir.

—Kara, tranquilízate, no hay que apresurarnos en presentaciones— le calmó su esposo —Dime Len ¿Es Hatsune Miku?— preguntó con una sonrisa.

—¡No!— se apresuró a gritar el chico. —En realidad, mi prometida está en esta sala— dijo algo apresurado y hasta atropellando un poco sus palabras. Los padres se quedaron un poco sorprendidos ante lo dicho, mirando hacia los lados en busca de alguien oculto tras alguna puerta trampa, o quizá en algún lugar que no habían notado antes.

—¿Qué quieres decir?— preguntó la madre mostrando ya su emergente preocupación y sospecha.

Entonces, Len acercó su mano hasta comenzar a tocar los dedos de Rin, y tan solo para que sus padres lo vieran, sujetó la mano de su hermana y la levantó un poco, para luego entrelazar sus dedos, dejando que se vieran los anillos plateados de compromiso que tenían los dos desde hace más de medio año.

—Yo soy su prometida— dijo Rin con una voz un poco baja.

Fue curioso como el rostro de los padres de los gemelos cambió de manera repentina pero simultanea. De la pequeña confusión que tenían al inicio, al ver como las manos de sus hijos se juntaban, surgió un pequeña sensación de sorpresa, para después de que Rin dijera aquello, la cara de ambos pareció tornarse en una ligera tranquilidad, para después cambiar a una expresión que se diría, provocaba que los ojos se les salieran de las cuencas y las mandíbulas se les caían.

—¿Qué?— alcanzó a articular la madre, esperando haber entendido mal la frase o la estructuración de las palabras de su hija.

—Que… nos vamos a casar— se atrevió a decir Len de una buena vez.

—Nosotros dos, vamos a casarnos los dos— corroboró Rin para intentar evitar ambigüedades con lo que quería decir, al igual que antes.

Y luego, tras haberse volteado a ver, y sin una duda en la mente, decidieron dejar las cosas aun más claras que antes, acercando sus rostros y besándose en los labios enfrente de sus padres.

No basta decir que la señora Kagamine estuvo a punto de desmallarse tras haber visto eso. Pero fue rápidamente sostenida de los hombros por su esposo.

—Ustedes… pero como… han… han hecho…— no podía articular palabras más allá de simples incoherencias.

—Mamá, tranquilízate un poco— le pidió Rin intentando tocarla.

—¿Pero cómo es posible que hayan hecho incesto?— gritó levantándose Kara, mientras sus piernas comenzaban a temblar —¿Pero qué demonios tienen en el cerebro— preguntó iracunda mientras que Tobi se paraba a su lado.

—No… no es para tanto, no hay que ponerse así— dijo de manera errónea el joven Len.

—¿Qué no es para tanto?— gritó más enojada la mujer.

—¿Tiene alguna idea de lo que hacen o de lo que quieren hacer?— preguntó ahora el padre, comenzando a enojarse.

—Sabemos que el incesto supone ser algo malo— comenzó a explicar Rin —Pero… en realidad, nosotros dos nos amamos en serio, más que como simples hermanos— se atrevió a decir sin siquiera medirse.

—¡No digas tonterías!— exclamó Kara —Ustedes son hermanos— continuó repitiendo sin parar —Yo no los eduqué de esa manera—

—¡Sabemos lo que hacemos, no creas que somos unos niños!— Gritó Len ofendido.

—No le hables así a tu madre— intervino el padre —Lo que quieren hacer va en contra de todo lo establecido y en contra de todo lo que es normal ¿Acaso están locos?—

—¡No necesitamos sus insultos ni sus aprobaciones!— gritó esta vez Rin saliendo de sus cabales —Si les parece bien y nos quieren apoyar, bien, y si no, también, no nos interesa, solo les queríamos avisar— exclamó con enojo.

—¿Cómo te atreves…?— se ofendió Kara —Somos sus padres— reclamó.

—Somos mayores de edad, ganamos nuestro dinero, y tenemos nuestro propio lugar en donde vivir, no tenemos porqué obedecerlos— objetó Len.

—No lo permitiremos, aun son nuestros hijos— se opuso esta vez en padre —No dejaremos que sigan con esa estúpida atrocidad— sujetó de la muñeca a Rin, pero al instante Len movió su brazo y lo alejó de su hermana.

—¡No dejaré que la toques!— se interpuso Len —Ella es con quien quiero pasar el resto de mi vida, les guste o no— y entonces abrazó a su hermana de manera protectora, mostrando un rechazo al control de sus padres.

—Niños idiotas— susurró Tobi por lo bajo — ¿Piensan que solo por ser famosos la gente va a respetar su opinión?— preguntó con enojo.

—La opinión de la sociedad nos da tanta importancia como la de ustedes— soltó Rin desde el pecho de Len.

—Increíble— dijo Kara colocando su palma en su frente en signo de desesperación.

—¿Y acaso creen que no perderán nada? ¿Van a tirarlo todo por la borda? La fama, sus trabajos, sus vidas enteras, ¿Solo por un capricho?— preguntó de nuevo con mas enojo.

—Es más que un simple capricho, Tobi— le dijo Len —Es por la familia que formaremos— se atrevió a decir sin detenerse. Los ojos del padre se abrieron escandalosamente.

—¿Acaso pretenden tener hijos?— ese ya era otro tema más delicado, del cual parecía no tener mucho sentido hablar. Pero fueron los ojos de Kara los que se mostraron aterrados al realizarse de lo que realmente pasaba en la relación de sus hijos.

—¿Estas embarazada?— preguntó con horror, pues no solo era la gordura extra, sino el comportamiento algo más sensible de su hija lo que lo reveló.

—Un poco— contestó Rin un poco apenada, volteando su vista a otro lado. Bastó con eso, para que los ojos de la mujer mayor, quien ya era madre, rompieran en lágrimas desconsoladas.

—Pero… ¿Cómo han podido…?— ahora la mujer estaba impresionada por no saber siquiera que preguntar. Sabía muy bien lo que había pasado para que ella estuviera embarazada, y no se sentía apetecida de siquiera imaginarlo.

—Entonces de esto se trata todo— concluyó el padre —Jodiste las cosas con ella y ahora están forzados a casarse— dijo con bastante desprecio.

—Papá, no digas esas cosas— intentó intervenir Rin —No hay nada que esté jodido, solo somos dos personas que quieren estar juntas— intentó no comenzar a llorar de la angustia que le provocaba la mirada de desprecio de su progenitor.

—Jamás pensé que estaría tan decepcionada de ustedes dos— admitió la madre entre sollozos mientras su esposo trataba de tranquilizarla con un pequeño abrazo —Habría aceptado cualquier cosa de ustedes… pero no esto— lo decía todo en un tono de entre dolor y asco.

—Vámonos ya— le dijo Tobi tomándola de la mano y comenzando a caminar a la salida —No hay nada ni nadie aquí que nos interese—

—¡¿Piensan irse así, abandonar a sus hijos de esa manera?— Gritó Len con enojo mientras los veía alejarse por la puerta. Pero de nuevo, solo recibió más desprecio en las miradas de los dos.

Salta se hizo a un lado para dejarlos pasar por la puerta, pero no pudo evitar comentar algo de manera burlesca.

—Que pasen buena noche, señor y señora Kagamine, espero que su reunión familiar haya sido un éxitos— dijo con una sonrisa de medio lado.

—¡Usted tiene toda la culpa!— le acusó el padre —Seguramente fue usted y su maldita mente degenerada lo que los pervirtió—

—¡Óigame no!— protestó el hombre de cola de caballo —Cuando ustedes me los dieron, ya eran unos incestuosos— dijo sin ninguna forma de sensibilidad. Tobi únicamente lo vio más de cerca, y volvió a soltarle otro golpe directamente en la mandíbula, provocando que su cabeza golpeara contra la pared y cayera al suelo, una vez más.

Tras esto, los dos mayores abrieron la puerta y salieron de la sala de juntas. Y por supuesto, Len y Rin no se quedaron atrás.

Los gemelos siguieron a sus padres a través de las escaleras hasta llegar a la sala, en donde Miku y Kaito estaban sentados, mirando un poco la televisión. La pareja solamente vio pasar con rapidez a los padres de sus amigos, caminando de manera pesada y la mujer llorando bastante. Después llegaron hasta la puerta y la abrieron con rapidez para salir, dejándola abierta.

—¿Crees que se lo hayan tomado bien?— preguntó Miku un poco intrigada, vieron a Len bajando con rapidez, seguido por Rin.

—Oye Len— le habló Kaito —Como te fue con tus padres, ¿Les cayó bien la noticia?— preguntó con algo de alegría poniéndose frente al rubio.

—Ahora no estoy de humor— le respondió empujándolo, para que después, al pasar Rin, esta lo empujara con más fuerza, provocando que cayera de espalda en el sofá.

—¿Entonces les fue bien o no?— le preguntó Miku a su novio mientras veía a los gemelos salir por la misma puerta por la que habían salido sus padres.

Tobi y Kara se fueron caminando presurosamente hasta llegar a un auto pequeño y cuadrado de color blanco, un modelo algo viejo pero eficiente, estacionado en la acera frente a la casa, se subieron con rapidez, sin dejar que sus hijos los alcanzaran.

—¡Escucha bien!— gritó Len acercándose a ellos desde atrás del auto —¡No importa lo que pase!— Rin comenzó a acercarse a él —¡Lo único bueno que me enseñaste es a como no ser un buen padre!— Gritó con mas desprecio.

Su padre solo volteó a verlo por el retrovisor, bajando un poco el vidrio del auto.

—No me importa lo que pase, yo jamás le haré daño a mis hijos, incluso si llegan a hacer algo que no me agrade— le dijo una vez se acercó hasta la ventanilla —Voy a ser mejor padre que tu— le susurró lo suficientemente fuerte para que lo escuchara.

—No puedo creer que realmente hayas embarazado a tu hermana— le respondió poniéndose el cinturón, —Te deseo suerte, hijo mío— le dijo con decepción para después acelerar.

El auto se alejó, dejando a los gemelos viendo hasta el final de la calle.

—No importa— le dijo Rin a su hermano sosteniendo su mano —Hemos sido nosotros dos desde hace mucho, seguiremos siendo solo los dos— le consoló un poco, aunque fuera en lo mas mínimo.

Aun cuando sonaba cruel e inhumano, la verdad es que ellos dos se habían sentido muy abandonados, pues para empezar, su padre los había dejado, pare regresar diez años después, cuando ya eran famosos, como una rata convenenciera. E incluso dentro del proyecto de vocaloid, ellos dos se sentían bastante solos. Tanto así que les costó trabajo socializar con otras personas, provocando que terminaran encerrados en su propio mundo de hermandad perfecta.

—Ya lo sé Rin, tu y yo, nada más— le sonrió mientras correspondía el apretón de manos, mientras que con cariño acariciaba el moño blanco de su cabeza como si se tratara de una extensión de su cuerpo.

Si, ellos dos solos, y no necesitaban a nadie más.


Fin del capítulo 11.


Notas finales: Muy bien, aquí está el nuevo capítulo, algo breve, si. Espero que hayan sido de su agrado los padres de Len y Rin. ¿Esperaban padres que los apoyaran? Pues no, la verdad, intenté pensar que se sentiría si tuviera hijos y me dijeran semejante noticia, y que por supuesto, no fueran Len y Rin.

Así que si, reaccionaron de mala manera, muy negativa, y de haber podido, los habría separado como fuera posible, pero al ver que ya no tenían control sobre ellos, simplemente los dejaron de lado, pero no teman, ya luego se resolverá de manera correcta el asunto con los padres.

Y Len, pues él, al sentir el rechazo de sus padres, actúa de manera negativa, y recuerda ese pequeño juramento que hizo, de que sería el mejor padre posible del mundo, que no maltrataría a su hijo pasara lo que pasara, y que le daría soporte fueran sus decisiones malas o buenas, en lugar de simplemente cambiar en su conveniencia. Ahora solo falta que Rin se dé cuenta de que es lo que lleva dentro y listo.

Y bueno, creo que eso es todo, espero no haberlos aburrido en este capítulo.

Y en otras noticias, les informo que ya estoy de vacaciones, así que tendrán más de Little Kagamine Love por montones en las próximas semanas :3

Muchas gracias a todas las personas quienes dejaron reviews el trió de capítulos pasados, Gracias a:

Lily Magane

Lilliam (sabía que lo de los hermanos era un poco predecible)

RinKagamiNNe

Ruko Megpoid

YuzukiToriOnee—san

Sawako Kagamine Grandchester

Yuki Kagamin3

Kagamine—Dann

Magus (Gracias :D)

RinKagamine002 (Dile a tu hermana que gracias :D)

Fueron un poco mas de los que pensé, pero me agradó

En fin, eso es todo, creo que subiré el siguiente capítulo de este fic en cuanto pueda.

Sin más que decir, me despido, deseándoles un agradable día del padre con sus progenitores.

BYE_.—

P.D.: La verdad, me reí escribiendo de los golpes que el papá de Len le dio a Salta xD.