Capítulo 21

Vocaloid no me pertenece.


Notas iníciales:

A quien corresponda: Lamento que este capítulo no sea lo que muchos esperaban, ya sea porque fue muy corto o… por cualquier cosa que pase, solo quiero disculparme por adelantado.


Había sido una noche lenta y tortuosa para Len, ni siquiera podía recordar de manera clara el punto en el cual había cerrado los ojos, ni mucho menos el último y más conflictivo de sus pensamientos. Solamente abrazó a Rin, sintiéndola de nuevo suya, tanto cómo antes, levantándole el dedo corazón a Gakupo mientras que dentro de sí mismo, un cierto sentimiento de abnegación hacia Luka, estrujaba su interior y su conciencia. Pero todo estaba bien mientras mantuviera a su hermana en brazos, y la pudiera amar como quería. Eso era todo lo que importaba.

La noticia del casi deceso del clérigo se había esparcido como fuego entre hojas secas. Había sido como una pequeña nota en la esquina inferior izquierda de uno de los periódicos locales, en la cual comentaban acerca de un paro cardiaco que había ocurrido de manera natural; su nombre había saltado de pronto en importancia al momento en el que se relacionó su nombre con el de los Kagamine, y el drama había comenzado, tan pronto como el Maestro había dado la noticia en la que confirmaba que era la misma persona que deseaba casar a los gemelos, pero sin entregar comentario alguno sobre la causa del paro cardiaco, o un envenenamiento, tal y como él teorizaba. En lugar de eso, había dicho que su hermano tenía cierta debilidad en el corazón, pero tampoco había rechazado la teoría de que su estado actual, podría ser provechoso para los detractores del matrimonio incestuoso. Tan solo le importaba por ahora, que su hermano estuviera a salvo, luego ya podría dejarlo arriesgar su vida por cualquier causa que deseara.

Afortunadamente, le habían salvado la vida, y ahora se encontraba tan estable como para tener visitas, aunque Salta restringió el paso solamente a él y a su hermano Mikhail. Prohibió terminantemente al resto que dieran siquiera noticias fuera de las cuales él mismo ya había dado antes, por lo que restringió cualquier visita al resto de los vocaloids, en especial si era de cualquiera de los cuales no apoyaban en su totalidad al matrimonio de Len y Rin, o que no lo hubieran aceptado desde el inicio. Sorpresivamente, Salta resultaba sobre protector con la integridad de la vida de su hermano menor. Siendo además que respetaría sus posibles últimos deseos, decidió reunirse con él en privado a discutir lo que él llamaba "El movimiento final de su odisea" refiriéndose a la vida del clérigo.

En lugar de eso, el maestro les sugirió a ambos que se dieran un descanso de todo el posible estrés por la planeación apresurada de la boda, y a la vez, un corto descanso el uno del otro, y que realizaran un par de despedidas de solteros cada uno por su parte, y con cada amigo que creyeran conveniente invitar. Por su parte, Rin se negó rotundamente a cualquier clase de celebración en la que se le indujera a la lujuria con otro cuerpo masculino, o siquiera al consumo del alcohol o de cualquier otra droga que sospechara, sus amigas consumirían. Prefirió simplemente realizar una reunión, tipo Baby Shower. Len, de igual manera, se negó a salir de fiesta sin su hermana, pero su hermana insistió en que él se tomara un descanso, no solamente de los asuntos legales, sino también de las complicaciones de su embarazo, alegando que no podría pasar todos los nueve meses estresándose por el asunto. Pese a las ligeras protestas de Len, este tuvo que admitir que un descanso le ayudaría un poco a tranquilizarse tras los asuntos del juicio, y acordó con Rin en que se separarían tan solo por aquella noche.

Aquel día, se habían acordado separarse a las siete de la noche, para que cada uno procediera de manera que lo deseara. Len besó ambas manos de Rin, para después besar sus labios y abrazarla, como si se fueran a separar durante un largo tiempo, y luego de esto, salió junto con Kaito y Gakupo en dirección de la limusina, no sin que antes Rin les advirtiera que si llevaban a alguna mujerzuela, o si le hacían algo a su prometido contra su voluntad, irían a la boda sin sus sacos escrotales.

Después de que Len subiera al vehículo, y tras media hora de camino continuo, a una velocidad moderadamente alta, llegaron hasta un bar instalado en un local amplio, ubicado al lado de un centro comercial, en donde había una barra amplia y algunas mesas de billar, atendido por un hombre delgado pero de musculatura notoria, que tocaba música de rock clásica de los sesentas y setentas.

Len encontró todo esto ligeramente agradable, aunque no dejaba de sentirse mal por la ausencia de Rin. La música se subió de volumen, y pronto llegaron algunos cuantos artistas relacionados a los vocaloids, y compañeros antiguos de la preparatoria de Len, todos ellos contactados de improviso por los mayores del grupo, siendo requerida primera su afirmativa de que no odiaban al chico de tendencias incestuosas por el embarazo fuera del matrimonio, misma razón por la cual solo asistieron una docena.

Pronto las conversaciones proliferaron por todas partes. La mayor parte de los amigos de Len, que en su mayoría se habían limitado a ser solamente compañeros de clubes de ciencias o de grupos de estudios, bromeaban alegremente con él acerca de lo afortunado que había sido de haberse quedado con Rin, antes de que alguno de los otros pretendientes no correspondidos que ella tuvo, lo hubiera hecho, de manera bastante común, iban un poco más allá, haciendo comentarios acerca de lo irónico que resultaba que hubiera nacido al lado de quien sería su esposa.

Otros cuantos de sus amigos, miembros de algunas cuantas bandas menores con las que habían colaborado en el pasado, y que se encontraban retirados de manera temporal, comenzaron a hablar acerca de lo bien que se veían de pareja, y de lo mucho que habían sospechado una situación romántica entre los dos en los tiempos de sus adolescencias. El clima se templó un poco en la reunión, y pronto, los amigos de Len comenzaron hablar entre ellos, mientras que otros se ponían a jugar con el billar, o simplemente a escuchar la música mientras ordenaban una ronda de tragos. Pero incluso con un ambiente agradable, Len se había distanciado un poco de las conversaciones y demás, terminando eventualmente en un sillón curvo en la esquina más lejana del local, simplemente bebiendo una cerveza, que después se convertiría en varias botellas amontonadas sobre la mesa que tenía enfrente.

Piko, siendo el único que no bebía nada de alcohol en aquella reunión, notó como Len se había hecho a un lado del resto de los congregados. Fue primero con Kaito y con Gakupo, quienes ya se habían hecho buenos amigos de los compañeros de Len, y ellos solamente se excusaron diciendo que Len se había ido resbalando de la conversación principal, hasta terminar bebiendo solo en la esquina.

—Quizá así es como a él le gustaría pasar su día lejos de Rin, hundido en la melancolía— supuso Gakupo mientras que se preparaba para hacer su jugada de billar.

—Me imagino que si, quizá si le vas a hablar un poco, podrás sacarle algo de conversación— propuso Kaito ahora —O quizá sólo quiera estar solo— De esta manera, Piko se convenció de ir a acompañarlo, no sin antes llevar una bebida fría consigo mismo, tan solo para romper el hielo.

Llegó rápidamente al lado del chico rubio, dispuesto a conversar de manera alegre, pero lo encontró tal y como esperaría encontrar a un condenado a muerte, cabizbajo con su cabello tapando sus ojos, y apenas y sosteniendo una botella vacía en sus manos. No se sintió extrañado, supuso que hacía mucho tiempo que no bebía alcohol, o que simplemente no le sería la costumbre, pero se imaginaba que de no ser él quien se encargara de cuidarlo, quizá nadie más lo haría.

—Hola Len— le saludó mientras que colocaba la botella en la mesa —Al fin pude llegar, debería de sorprenderte, ya que ninguno se preocupó por esperarme en la limusina— dijo entre bromeando y realmente resentido por la omisión de su presencia en aquella fiesta, sin necesidad de pensarlo como algo intencional en contra suya. Pero Len ni se inmutó, más que solamente soltando un casi imperceptible eructo, para después continuar de la misma manera, lo que demostró que quizá el hielo sería un poco más grueso de lo que el albino pensaba.

—El ambiente es muy bueno, no sabía que Rin y tu habían tenido tantos amigos en la preparatoria— dijo de pronto, saliendo de su último instante de incomodidad naciente —Supongo que aún queda una esperanza para mi, ¿No crees?— comentó de nuevo tratando de sacar alguna risa de su amigo, pero no lograba sacarle una más mínima expresión, por lo que comenzó incluso a pensar que estaba quizá ya dormido, pues lo único que comprobaba era que seguía respirando.

Comenzó a mover ligeramente su hombro, como si tratara de sacarlo del sueño. Pero solo recibió la mirada seria del Kagamine, quien tiró de manera repentina la botella al suelo y se recargó contra el sillón en el cual estaba sentado, levantando un poco la cabeza y respirando hondo antes de volver a bajar la mirada.

La nostalgia silenciosa seguía incrementando entre ambos, de tal manera, que pronto esta calma comenzó a convertirse en incomodidad. Piko de pronto tenía miedo de decir algo que pudiera molestar a Len en un estado tan reactivo como aquel. —Dime, Piko…— comenzó a decir Len con la misma calma de antes — ¿De verdad quieres estar con Miki?— preguntó de manera cortada, como si se hubiera detenido de pronto de decir algo más y limitando su curiosidad nada más a eso.

—Pues... claro que si, Miki me gusta mucho desde que la conocí, y desearía de verdad poder tener la oportunidad de tener una relación larga y duradera con ella, tal como la que tú tienes con Rin— se sintió en comodidad de usar a él como ejemplo ilustrado para su visión ideal de una pareja.

—No puedo pedirte que entiendas como me siento… solo basta decir que ahora todo va muy rápido— se lamentó mientas que se inclinaba sobre la mesa del centro, encimad e las botellas que estaban a punto de rodar al suelo —Apenas tengo veinte años, y estoy a punto de casarme, y en menos de un año seré padre— volteó a ver a Piko sin necesidad de retener ahora su mirada de angustia —No sé nada acerca de estar casado, y mucho menos acerca de cómo ser padre—

—Pero no hay problema con eso, siempre que sea con la persona indicada… ¿Verdad?— inquirió Piko intentando buscar lo que Len relataba, intentar seguir su línea de argumentos, pero pese a que sus intenciones eran las mejores, parecía ser que Len no iba en una buena dirección.

—Recuerdo, que la primera vez que Rin se me confesó, me sentí automáticamente obligado a corresponderle, incluso cuando en ese momento tenía una novia, y sabiendo de manera plena que el incesto era un asunto mucho más grave y escabroso de lo que podía imaginar, con todo esto, tan solo me tardé en corresponderle por completo, y decirle que sería mi novia por debajo de los radares— se puso a recordar con algo de alegría —Pero ahora mismo me cuestiono, que fue lo que me hizo corresponderle en cuanto pude— mencionó con ironía, eructando ligeramente tras decir aquello.

—Pues… tú has dicho que la amabas como algo más que una hermana, desde antes de la confesión, al menos… eso fue lo que dijiste— habló Piko casi sin expresión, como si no le quedara tiempo para poder procesar la emoción que debía de mostrar, y sin saber también si es que el alcohol estaría produciendo la verdad saliendo de la boca de Len, o todo lo contrario a esto.

—Pero no estoy seguro de la manera en la que la amaba en ese momento— admitió el Kagamine con una sensación de derrota y melancolía —Admito que sentía demasiada lujuria por ella, tanto que en momentos no me podía resistir y quizá me apresuré a tomar la primera oportunidad que vi, aunque por otro lado, sentía que sólo correspondiéndola, podría hacer que los dos estuviéramos con la misma cercanía de antes, la cercanía de hermanos que siempre habíamos tenido —Se detuvo por un momento, sin poder pensar con elocuencia en sí debería de contarle aquello a su joven e ilusionado amigo, pero prefirió ignorar todo segundo pensamiento, y simplemente decir lo que tenía atrapado tanto tiempo —O lo peor de todo, sería darme cuenta de que solamente correspondí su confesión, porque sentía que eso era lo que tenía que hacer, tal y como cuando le pedí matrimonio, porque pensaba que eso era lo que seguía—

Aquello dejó a Piko con un terrible sentimiento de preocupación. Realmente comenzaba a sentir que Len se arrepentía, y lo sentía mucho más que él mismo, más allá de que el alcohol le anduviera afectando, si es que era posible que aquel brebaje del demonio le formulara mentiras cargadas de ira en su cerebro, Se lamentaba que su amigo tuviera aquel terrible pesar dentro de sí mismo, y que llevara a Rin a todo un proceso, complicado aún más por la sociedad, del cual ya no podría esperar nada bueno.

Aquella calma con la que decía todo, no podía ser mentira.

—Todo pasó por culpa de una maldita discusión, sabía que nada sería lo mismo desde que ella comenzó a hablar del futuro, y de la posibilidad de ser padres, y yo solo quería mantenerla a mi lado, y pensé que el matrimonio sería la única manera de hacerlo— se terminó deslizando lentamente hasta el suelo entre el sillón y la mesa mientras cubría su cara —Pero incluso en ese momento, no me había atrevido a cuestionarme la razón por la cual la había correspondido al instante— puso su mano sobre su boca mientras que reía con cierto tono de miseria, maldiciendo a su suerte, comenzando a delirar débilmente y a provocar que su voz se desviara de tono de manera típica de alguien alcoholizado, siendo incomprensible para su escucha.

—Pero quizá Rin si sepa porque la correspondiste al instante— dijo Piko de pronto, saliendo momentáneamente de la penumbra —Podría ser que sea por eso por lo que sigue contigo, porque sabe muy bien que es l que te hizo aceptarla, y se esfuerza en mantenerlo— alegó buscando un punto por el cual una mínima esperanza pudiera ser alcanzada, inclinándose sobre él, presionando con una cierta desconfianza en su hombro, como si lo detuviera en hacerse daño a sí mismo.

—Ella lo sabe, estoy seguro de eso— respondió Len —Pero eso sólo lo hace todo peor, porque entonces, sé que ella siempre tuvo todas las cartas a su favor y que las usó conmigo tal y como quiso— su mirada entonces se ensombreció de manera preocupante para el alvino —Manejé todo esto de tan mala manera…—

Y después de esto, un silencio helado entre ambos. Ahora el albino descubría una cara que jamás había visto en Len, una que quizá escondía algo de odio por su propia hermana, un rencor llameante en su interior que no sería menos intenso cuando se casara con ella, sino todo lo contrario. Y a la vez dejaba de dudar que aquello tuviera como causa primaria la media docena de cervezas que había consumido, sino más bien que estas hubieran sido solo el medio de extracción de estos pensamientos.

—Sabes… a veces pienso que las cosas serían muy diferentes, si Luka me hubiera correspondido, tal y como yo hice con Rin— mencionó sin ninguna clase de invitación a un comentario como ese, provocando que un Piko muy dolido levantara la mirada con indignación.

—¿Todo esto es por eso? ¿Por qué piensas que Luka te hubiera podido querer cómo Rin lo hace?— exclamó sin saber como más poder expresar su desasosiego —¿Estás acaso dudando de que Rin te ame, o piensas que Luka te ama en realidad?— le preguntó intentando confrontar lo que él encontraba como un problema desde su origen.

—Quizá si no me hubiera rendido al instante, pudiera haberla hecho cambiar de punto de vista— dio un largo sorbo a su cerveza, tan solo para encontrar la botella fría y vacía contra sus labios —Quizá si Rin no hubiera sido mi intermediaria con ella, Quizá si me hubiera asegurado de que ella dijera sólo lo que yo sentía… las cosas serían diferentes— se dio cuenta de lo lamentable que sonaba todo aquello, solamente sintiendo lástima de sí mismo, y alcanzando a tomar la botella que el albino le había llevado.

—¿Estás suponiendo que Rin pudo haber falseado todo, hacerte quedar mal con Luka, o que hubiera causado que ustedes dos no se juntaran…?— preguntó con la misma incredulidad que antes, introduciéndose demasiado en el asunto — ¿De verdad la crees capas de eso?—

—Tú no conoces a Rin, no sabes de lo que es capaz— replicó Len con sentimiento de desprecio —Ella es muchas cosas, es muy linda, e inolvidable en cada noche en la cama, pero también es capaz de hacer lo que pueda para conseguir lo que quiera— dejó hasta eso el asunto, mientras que abría la botella nueva y comenzaba a beber de nuevo.

—Y me parece que tampoco te conozco muy bien a ti, Len, o al menos no al Len embriagado— contestó el chico con una clara muestra de repulsión por lo expresado por el rubio —Y me hace tanto daño pensar en que lo que dices es todo verdad— siguió mortificado por el pensar de su amigo.

Se levantó aún con su sentimiento de indignación, mirando al rubio desde arriba, quien se continuaba intoxicando con aquella séptima botella de bebida alcohólica. No deseaba escuchar nada más, ensuciar la limpia y digna imagen que tenía acerca de su amigo, incluso llegaba a helarle la espina tan solo imaginarlo todos sus sentimientos nada más que como una cobertura para convencerse a sí mismo de que tenía algo especial.

—Hablas de Rin como si fuera tu enemiga, pero es la madre de tu hijo, aunque siento que si fuera por ti, ahora mismo, por lo que dijiste, preferirías que ese hijo jamás existiera, ¿No?— escupió aquellas palabras con todo el deseo del mundo de que Len las captara, logrando por primera vez que la expresión de este cambiara un poco a un estado de realización en sus propios pensamientos ya salidos por su boca —Habías dicho que ustedes dos eran como un equipó, casi como una misma persona, y no sé qué es lo que hizo que cambiaras de opinión de un momento a otro—

—Lo sé, yo también pensaba que éramos un equipo— Len se quedó en silencio tras decir eso, con la cara hacía la nada, sin que Piko supiera que realmente miraba con resentimiento a la mesa de billar en donde sus amigos, incluyendo a los dos vocaloids adultos, jugaban con entretenimiento, ateniéndose a un mundo de tanta ligereza que no podía entrar la mirada de resentimiento injustificado que Len dirigía contra el mayor de ellos.

—Y puede que tengas razón— contestó Piko tras haberse dado la vuelta —Jamás escuché que Luka dijera una sola cosa negativa de ti, todo lo contrario…— y después de eso, simplemente se fue caminando hacia la salida del bar, sin querer saber nada más acerca de lo que ocurriría en esa fiesta, ni con su derrotado y exiliado amigo, quien ahora miraba sus propias manos con incredulidad mientras dejaba caer su cerveza en un chorro de final sonoro.


Aquella congregación finalizó cuando al final, todos los amigos del chico comenzaron a retirarse, no sin que antes le dieran una despedida, marcándole la cara con un plumón de color negro con burlas ligeras y alguna broma que esperaban, le cayera con gusto, pues estando en un sueño al que había llegado por la gracia del alcohol, había quedado bastante indefenso, siendo por esto mismo por lo cual el peli azul y el peli morado tuvieron que llevarlo cargado de vuelta a la limusina.

Rin recibió a su hermano con sutileza y cariño, y creyó la historia de los otros dos acerca de cómo él mismo había decidido beber con tranquilidad en la esquina de la taberna, dejándolos ir tan solo con una advertencia, para después ser ella misma, quien sin mucha dificultad, llevara en sus brazos a su hermano.

Lo dejó de su lado de la cama, antes de ella misma, desvestirlo y colocarle su pijama con la que dormiría más cómodo, y asegurándose de que no quedara bocarriba para que no roncase.

—Hueles mucho a cerveza, de verdad que no te sirvió imitar a Meiko— dijo Rin mientras metía una pequeña lámina de menta en su boca tan solo para que el aliento alcohólico no le molestara, y después darle un pequeño beso en la mejilla, se recostó a su lado —Espero que lo hayas disfrutado, porque será la última vez que consumirás alcohol mientras quieras estar un matrimonio— se recostó a su lado, una vez teniendo su pijama puesta, abrazándolo de lado.

—Rinny…— susurró lentamente mientras que movía sus ojos alrededor de toda la extensión de su párpado, para después cansarse y simplemente cerrarlos —¿Vamos a tener un hijo?— le preguntó como delirante, intentando no elevar mucho su voz, tan solo para no lastimar sus propios oídos.

—Claro que si, Lenny— contestó ella con alegría, intentando seguirle la corriente a su repentina amnesia —Míralo, está aquí adentro, y en poco podremos tenerlo en nuestras manos— se sintió emocionada de tan solo pensar en aquello, pues la idea se seguía repitiendo y repitiendo en su mente durante todo el día — ¿No te parece maravilloso?— tocó su vientre con ambas manos, sintiendo lo que ahora era el centro de su mundo

—Si… lo es— afirmó Len mientras dejaba sus manos a los lados, sin atreverse a tocarla —Pero… yo seré el padre ¿Verdad?— No hubo una contestación inmediata, ni tampoco una reacción que Len, en su poco juicio, pudiera reconocer o alertar, tan solo Rin se quedó en donde mismo, sin que su hermano pudiera ver su cara, escuchándole musitar tranquilamente

—Sí, sí lo es— para después desaparecer en el silencio y en la luz de la lámpara de la mesita de noche de al lado, para después volver a recostarse a su lado, y desaparecer junto con el resto de la noche, con ambos durmiendo a lados diferentes de la cama, y extendiéndose después cada uno por su lado, y a la vez inconscientes de lo que pensaba el otro, y de lo que andaría por sus mentes durante el sueño


Pasaron varios días, y la boda no tardó mucho tiempo en llegar. No habían podido ver al sacerdote ni una sola vez, y el Maestro era sumamente celoso en el esparcimiento de las noticias, inclusive entre los mismos gemelos. Solo era capaz de decirles a todos que él estaría a salvo y perfectamente sano para el día de la boda, y que llegaría como una manera sorpresiva para todos quienes lo deseaban verlo ya al lado de Dios. Pero para Len y Rin, el sentimiento seguía siendo similar, al que si él hubiera muerto de pronto, dejando una terrible desolación en ambos.

Los días simplemente habían desaparecido en una lúgubre penumbra sin importancia para el acontecer más importante de todos.

Len cerraba sus ojo una vez más mientras sus piraba, y sujetaba con dos dedos el guante de tela que llevaba ya varios minutos intentando colocar de la manera más cómoda posible, hasta el punto de llegar a convencerse de que se habían equivocado con la medida de sus manos y habían llevado una de mayor tamaño. Respiró de nuevo, lo hacía bastante, como si se tratara de una manera de tranquilizar la terrible presión en su pecho, que se formaba a causa de los terribles nervios. Sacó el pequeño pañuelo de su bolsillo del saco, y limpió su sudor por tercera vez consecutiva, para después volver a doblarlo y guardarlo con sumo cuidado. Luego de esto, volvió a verse en el espejo, de nuevo con todo su traje arreglado. Había quedado de acuerdo con Rin en elegir un traje de color gris, que quedaría bien con el vestido que ella erigiría, y que sería una sorpresa para él.

Se observaba a sí mismo, y casi no se reconocía. Ahora era alto, con los hombros amplios, y una figura cuadrada. Sentía que era atractivo, o al menos eso suponía él mismo, sin necesidad de decir que sabía cuando un hombre era atractivo, pero vestido con un traje de etiqueta gris como aquel, le parecía que era un hombre digno para su hermana, quien era lo más precioso que había en el mundo para él.

Ese era el sentimiento que le traía verse a sí mismo al espejo, que era lo que merecía su hermana, y de manera consecuente, pensaba que ella era todo lo que merecía. Pero nada entraba a su mente más que ese mismo sentimiento, que a la vez desarrollaba una llana y fría insatisfacción que helaba su alma. Solo le quedaba mirar al pasado, ver lo que lo había llevado hasta ese mismo punto, contemplar lo que pudiera llamar y comprender como errores, y dudar acerca de si lo más santo y puro que había hecho en su vida, y que juraría estar completamente convencido que había sido una bendición, no sería realmente una aberración.

Se lamentó un instante más, antes de ponerse de pie y caminar en dirección de la puerta, justamente antes de pararse de nuevo y girarse de regreso a la ventana de su cuarto, observando la pradera del parque que ahora estaba siendo ocupada por un centenar de personas. Aquellas cien personas le parecían difusas y desconocidas, apenas y una vaga descripción podía llenar la memoria de Len para cada una de ellas, ni hablar de cómo se sentiría mientras fuera caminando hasta el centro del altar, mientras que cada par de ojos lo analizaba y lo contemplaba como una pieza de bisutería que brillaba por nada más que su ausencia de valor.

Podía notar entre las personas, alguna que otra cabellera reconocida, como una cabellera azul que se detenía frente a la mesa del buffet de postres y se servía una copa bien colmada de helado, otra cabellera verde, o mejor dicho, un par de ellas, se mantenían en la entrada recibiendo personas en la entrada de la recepción, de seguro Miku estaría alegre de presentarle al mundo a su hermano mayor, siempre y cuando este no mostrara a su pareja de vida a ellos. Pero le pareció particular el no haber visto una sola cabellera rosada, pues aunque bien sabía que Miki estaría ayudando a Rin a cambiarse, no veía a nadie más de ese color tan resaltante, mucho menos a la que esperaba ver al lado de la solitaria y larga cabellera purpura, sentada con resignación en la segunda fila frente al altar.

Su mente se mantuvo divagando durante unos instantes más, hasta el momento en el que escuchó cómo alguien entraba en la habitación, abriendo abruptamente la puerta —¡Len!— gritó el chico albino que entraba en la habitación, usando un traje de color grisáceo, similar al de él, pero ligeramente plateado brillante.

—¿Qué pasa, Piko?— le preguntó con fastidio de tener que verlo de nuevo, o de siquiera tener que escucharlo, pues lo recordaba demasiado molesto y miserable para poder decir que su presencia en ese instante le alegraba.

Pero el muchacho no le contestó, solamente continuó con su estadía tan inamovible como antes, sin decir nada, y respirando apresuradamente como si estuviera a punto caer en la alfombra, hasta que de manera repentina, se atrevió a decir un par de palabras, no con su propia voz, que Len distinguía y hasta cierto punto apreciaba, como una voz realmente agradable, sino con otra que apenas distinguía, como una especie de lento chillido que se engrosó conforme aquella oración llegaba a su final.

—Len… algo malo le pasa a Rin— fue todo lo que dijo como si mismo, antes de que se girara y se diera la vuelta para huir de la habitación, dirigiéndose al Maestro para darle la noticia, pero sin dejar más detalles a Len acerca de la situación que su hermana tendría.

Y cómo era de esperar Len había terminado con los ojos abiertos ante el horror que aquellas palabras podrían contener. Únicamente musitó el nombre de su hermana antes de escuchar un alboroto del otro lado del pasillo, seguido por la voz de varios hombres, unas cuantas señales por parte de una voz femenina más aguda que de lo normal, y más estremecedoramente que todo lo demás, un alarido de dolor de una voz que él conocía de memoria a la perfección.

—Rin— se dijo a si misma antes de levantarse a toda prisa e ir en dirección del cuarto en el que su hermana se estaba cambiando, llegando a la puerta en un par de pasos largos como saltos olímpicos, y viendo como se acumulaban un grupo de personas en las afueras de este, entre ellos solamente hombres adultos que poco lograba recordar. Empujó con los hombros entre la muchedumbre, y logró escabullirse por entre lo que serían una docena de personas que atestiguaban la fuente de origen de aquel penoso alarido de dolor.

Finalmente, de entre caras desconocidas, y aromas a lociones que le repugnaban el olfato, Len terminó por llegar hasta el centro del cuarto amplio y blanco, que antes había sido el de Miki, la joven que ahora se encontraba arrodillada y llorando a la salida de la congregación de desconocidos, recargando su cabeza en una cama en la que estaba recostada la Kagamine. Allí logró verla, con su vestido de novias puesto hasta la mitad del cuerpo, el mismo que ya le había mostrado y que le había gustado, pero el vestido se veía desarreglado y sucio, y la parte de abajo, la falda larga que le cubría hasta los talones, estaba desgarrada, y manchada con mugre, lodo y sangre.

Su corazón se detuvo al instante, acercándose a ella, a pasos agigantados, se coloco a su lado y sintió primero su frente, ahora fría como un cobertor solitario, mientras que ella no le hacía el menor de los casos, pues sus ojos se encontraban paralizados del dolor, mirando débilmente a la nada mientras se esforzaba por no cerrar los párpados.

—¿Rin, qué fue lo que pasó?— le preguntó mientras lograba hacer que le mirara, o al menos que su cabeza apuntara en su misma dirección — ¿Qué es lo que te pasa? ¿Qué estás sintiendo? ¿De quién es la sangre?— preguntó todo aquello, pero lo que más le concernía, era que le respondiese aquella última pregunta. Entonces sintió como ella movía sus manos, y luego movía ambas para sujetar la que él tenía en su frente, presionándola con fuerza, como si le estuviera pidiendo ayuda, mientras soltaba un gemido mucho mayor que antes, ahora desgarrando su voz al momento de extenderlo.

—Esto está muy mal— escuchó a una voz adulta al pie de la cama —está perdiendo mucha sangre, tenemos que ir a urgencias— aquel que había dicho aquello, era el médico, Mikhail, pero Len se daba cuenta de que jamás lo había visto entrar, ni siquiera entre la multitud, y mucho menos recargado al lado de la cama, en donde continuaba viendo a la peli rosada, llorando penosamente sin cesar. Pero por lo que parecía, él llevaba allí todo el tiempo, quizá escondido detrás de Miki, pero estando allí mismo, revisando el aparato reproductor de Rin, en donde parecía ser el origen del problema, y del dolor.

—¿Qué es lo que está pasando?— preguntó el chico sin dejar de sujetar la mano de su hermana, sintiendo su respiración acelerada chocando contra su mano —¡¿Qué le pasa a mi hermana?! ¡Responda!— exigió al no verlo inmutarse por su primera pregunta, siendo más bien ignorado.

Todo lo siguiente continuó de una manera sumamente surrealista, de manera que privaba al joven rubio de todo el asunto, extirpándolo de una emergencia tan delicada, de al cual de pronto ya no merecía ser partícipe. Los paramédicos llegaron, revisaron a la chica, su temperatura, su presión arterial, y terminaron por llevársela en una camilla que tenían preparada en las afueras de la habitación, mientras que Len solamente podía sostenerle la mano, susurrando lentas y lamentables oraciones en su intenso cuidado, dedicándole a palabra jurada, de que el bebé permanecería vivo y sin corromper, pero era para ella, tanto en su inconsciencia, como para él en su ajetreado consiente, no más que una verdad sumamente incierta.

Fue separado de ella al momento en el entraron en el hospital, llevada al quirófano de emergencia, lo que lo sembró a él en la sala de emergencia, entristecido por su completa y total impotencia. Se enfrascaba lentamente en crisis mientras que se derrumbaba en uno de los asientos de la sala de espera, tan en un largo pasillo blanco que se volvía amarillento por en ángulo del sol que entraba desde las ventanas del fondo. Simplemente el día había comenzado a transcurrir tan rápidamente, que ahora debía de ser la hora en la que se esperaba la recepción, que ahora podría jamás llegar.

Se puso a pensar en lo que estaba ocurriendo y cómo estaba ocurriendo. De pronto, en un mínimo parpadeo, lo que más amaba en el mundo estaba por desvanecerse en la nada absoluta, apenas dejando un doloroso recuerdo. Como si su descuido, aquel instante de inseguridad combinado con desconfianza, que engendraban ira injustificada hacia ella, de pronto estuviera cobrándosele, y de pronto.

Era claro, que Len había desconfiado de Rin, que de pronto, había visualizado a otro hombre con ella, había visto lo mismo que en aquel sueño de la noche de su cumpleaños número veinte, pero aquel hombre ahora tenía identidad, se conformaba ahora de algo más físico que el efecto tardío de una pesadilla, o de una realidad inexistente, ahora se convertía en Gakupo, el único otro hombre de quien su hermana podría sentirse atraía, hasta el punto de poder preferirlo por sobre él.

Jamás se lo dijo a Piko, habría sido una traición a su confianza en el peli morado, pero en su mente, todo se había maquilado por sí mismo, una situación en donde el muchacho quien había interpretado al Duque de Venomania, lograba seducirla a ella, utilizando lo que siempre le había sido más irresistible a los ojos de la rubia, su masculinidad inherente de la que tanto carecía él mismo.

En el peor de los casos, se habría tratado de lo real, de una situación en la que él casi la lograba obtener, en donde ella casi cedía ante sus encantos, y en donde ella casi le faltaba el respeto a la relación que habían forjado. Y en el peor de los casos, sería aquello que no era real ante lo que sabía, pero que en última instancia, podría ser real: ella habría cedido, se habría olvidado del triste y meloso romance incestuoso, y habría hecho el amor con el otro, y habría concebido de aquella unión.

Volvió a bajar su cabeza entre sus piernas, percatándose del ridículo que había hecho al intrincarse en un paradigma de infidelidad por parte de su hermana tan carente de sentido. Había sentido desprecio por su propio hijo, creyéndolo producto de la semilla de otro hombre. Él había sido quien la había traicionado a ella, y a la confianza que le había entregado en lo que se suponía, se convertiría en su matrimonio. Comenzaba a sentirse sin fuerzas, su espalda, desde el interior de su columna hasta sus piernas y lo poco que le sostenía todavía, se enfriaba mientras que la última consecuencia de aquella situación se realizaba en su mente.

Dio solo una mirada al final del pasillo, hasta el punto en el que habían introducido a su hermana, esperando mirar al médico que se supone, le habría salvado de cualquiera de los males que se hubieran provocado en su delicada salud, pero solamente encontró a una enfermera, que de pronto le recordó a aquella quien les había llevado a los dos el resultado de la prueba de embarazo, hacía no más de un centenar de días. Aquella enfermera permanecía con su cara seria y larga, pálida como las paredes y las luces a su alrededor, pero con los labios pintados de rojo sangrante, y una sombra que profundizaba sus ojos a un nivel insoportable.

—Señorito Kagamine— le habló ella con una voz harmoniosa, pero vacía por donde la escuchara —Puede pasar a ver a su hermana— le indicó mientras que señalaba el camino por el pasillo. Len la volvió a analizar durante unos instantes, intentando encontrar algún significado a aquel mensaje, llevado por esa peculiar mensajera, más que nada porque el instante en que ella había pronunciado aquellas palabras le había parecido sumamente surrealista, como si por un instante, hubiera salido de la sala de espera del hospital, y se hubiera internado a un viaje con un trayecto y un destino inciertos e insoportables.

—Sí, muchas gracias— pronunció él con la poca fuerza que le restaba, provocando que la enfermera se apartara para que pudiera levantarse. Colocó sus manos sobre las rodillas, y haciendo la mayor presión posible, se comenzó a levantar, quedado completamente levantado sobre su mismo espacio. Sintió de nuevo un escalofrío que recorrió desde su nuca hasta terminar con un movimiento errático en la punta de sus extremidades. Se armó de toda la fuerza posible para dar un paso, tan solo colocar un pie frente al otro, y de todos modos, le parecía imposible siquiera dar ese inicio. No fue sino hasta que pensó en aquello que se encontraba detrás de una de las tantas puertas idénticas, al girar por ese pasillo, que se impulsó a sí mismo a comenzar la locomoción; tenía que estar con Rin, ella era lo más importante.

Caminó a toda velocidad por los pasillos, sin necesidad de correr, guiado por el cercano e igualmente rápido paso de la enfermera, hasta llegar al cuarto con el numero 209, y sin un segundo pensamiento, o sin siquiera uno primero, abrió la puerta, encontrándose con lo que había temido ver durante los últimos meses.

En aquella cama estaba recostada Rin, cubierta hasta el pecho con una sábana blanca, como el vestido que había llevado desde antes, se encontraba extendida, moviendo las piernas débilmente mientras que su cabeza giraba de un lado a otro, escuchándose un poco la respiración que se podía percibir en su pecho.

—Rin…— pronunció débilmente Len, de pronto perdiendo toda la energía que le había llevado desde la sala de espera hasta aquel mismo cuarto, pero con lo suficiente como para dar pasos lentos hasta llegar a su lado, dejándose caer sobre su rodilla para quedar a su altura, compadeciéndose al instante de su dolor y comenzando a soltar tan solo un par de sus propias lágrimas. —Rin… soy yo, Len— le susurró con lentitud mientras que intentaba contener tan solo un instante más su llanto, provocando por el simple hecho de verla llorar.

Ella no le miraba, se quedaba solamente recostada de la misma manera, tan débil como nunca antes en su vida, con los ojos cerrados y las ojeras que solamente se remarcaban por el maquillaje desarreglado que le había restado de la limpieza de la enfermera. Miraba sus manos sobre su vientre, como protegiendo aquello que más era valioso para los dos.

—Rin… amor…— le dijo él mientras que colocaba su mano sobre su mejilla —Lo siento mucho— fue lo primero que pensó en decir, como si su repentina desgracia significara una consecuencia indirecta de su acto de desconfianza —Debí de haber estado contigo todo el tiempo— le consoló mientras que limpiaba sus lágrimas, recordando cómo le había evitado todo el día anterior y la mañana de este, sin siquiera haberle dado una excusa, solamente evadiéndola al verla como una traicionera.

Ella abrió los ojos, imposible de encararle en ese instante, e imposible igual de decirle cualquier cosa que la pudiesen aliviar de su terrible dolor, tan solo se limitó a abalanzarse sobre ella, abrazándola con el más intenso de los cuidados, sintiendo su débil y delicado cuerpo como desvaneciéndose en cuanto la tomó entre sus brazos —Lo siento mucho— volvió a decir, con un alarido ahogado por la pronunciación.

—Yo lo siento… Len— respondió ella mientras que intentaba elevar sus brazos para abrazarlo —Lamento no haber podido dar a luz a nuestro hijo— se lamentó mientras que en su debilidad tiraba sus brazos de nuevo sobre la sábana, dándole a Len todo lo que necesitaba saber. La abrazó de nuevo, ahora permitiéndose que las lágrimas salieran, besando la coronilla de su cabello, mientras se mecía a si mismo junto con ella, dándose la libertad de sollozar un poco.

No tuvo palabras para pronunciar en ese momento, la sentía irse lentamente de su lado, a ella, al lado de su hijo no nato, quien en solo un instante, se había desvanecido de la existencia, simplemente, se había abortado. Su garganta se secó con ese pensamiento, y un dolor intenso comenzó a sentirse en su pecho, como si de pronto el mundo mismo se derrumbara, como si sus pies ya no tuvieran suelo sobre el cual estar.

La sintió entonces enfriarse debajo de su cuerpo, dejar de respirar de repente, debilitarse hasta la inconsciencia, y reducirse a un simple cuerpo sin vida. Y entonces, su mundo entero se había acabado mientras que él no podía hacer nada más que llorar sobre el cadáver de su amada, llevada hasta ese punto por el pecado de su incesto.

—Lo siento… de verdad lo siento— volvió él a disculparse como si algo más valiera la pena por decir, como si se estuviere disculpando por todo lo que le había hecho, por todo el camino que le había hecho recorrer a su lado, hasta ese fatídico final.


—Len, despierta— escuchó decir a la rubia mientras que sentía el sudor frio en su cara —¡Len!— sintió el fuerte movimiento mientras que finalmente, abría los ojos de par en par, levantándose violentamente de la cama, y viendo a Rin arrodillada a su lado, esperando a que reaccionara, con una mirada de horror y preocupación.

—¿Rin?— preguntó saliendo de su terrible pesadilla, comenzando a respirar agitado y a lloriquear tal y como en su sueño —¡Rin!— Gritó mientras se lanzaba a ella y le abrazaba por el torso, completamente enternecido por la visión de su hermana sana y salva.

—Len…— susurró ella preocupada —Tuviste una pesadilla— le comentó mientras lo hacía alejarse un poco, aliviándose al haber confirmado que tan solo era aquello, incluso riendo un poco mientras daba palmadas en su espalda.

—¡Fue horrible!— exclamó mientras la continuaba abrazando, dándose el lujo de llorar como lo sintiera más apropiado, mojando la pijama de su hermana con las gotas que caían de sus ojos —Tu… el bebé… los dos se iban, los dos morían— dijo entre su doloso llanto, que ahora era incontrolable, hundiendo su cabeza entre su hombro y su cuello.

—Está bien, ya está todo bien, sólo fue una pesadilla, nada más— le intentó consolar mientras que intentaba hacer que dejara de llorar, pasando sus manos por su espalda repetidas veces mientras que besaba su mejilla.

—Lo sentí tan real— pronunció en medio de un llanto —No quería perderte, y no podía hacer nada, ni por ti ni por el bebé— continuó así por un rato más, mientras Rin seguía repitiéndole lo mismo.

—Fue solo un sueño, nada malo va a pasarnos mientras tu estés aquí— repitiendo una y otra vez cosas como esa, para poder mantenerlo a salvo de todo lo que había visto en esa pesadilla —Seguimos vivos, los dos, y te prometo que tu hijo nacerá sano y salvo— volvió a recostarse mientras él la seguía abrazando.

—Si… está bien— volvió a abrazarse mientras se iba deteniendo lentamente, y le daba un poco de espacio para limpiar sus lágrimas —Vamos a estar juntos, nuestro bebé va a nacer sano y salvo, y podremos ser una familia unida— dijo de nuevo con una verdadera voz de esperanza.

—¿Necesitas ir al baño, quieres algo de agua?— le preguntó para asegurarse de que estuviera cómodo.

—Estoy bien, sólo quiero dormir contigo, ¿Si?— le tomó de la cintura y volvió a poner su cara en su pecho.

—De acuerdo, y recuerda que estoy contigo, siempre— le aseguró mientras que se recostaba y lo mantenía pegado a él.

—De acuerdo… gracias, Rinny— y dicho esto, dejó que el sueño lo venciera de nuevo, mientras ella solamente se mantenía pegado a él, como antes de que se despertara. Ella permaneció pensando un poco en lo que había sido el sueño de Len, sin que él hubiera descrito nada, solamente la idea de haberse ido de su lado, llevándose al bebé, era ya lo suficiente para dejarla sin su moralidad de antes, de entristecerla. Dejó que solamente una lágrima cayera de su ojo, pero se devolvió la convicción de ser el pilar que debía de mantener al niño en ese momento, y con ello, de mantener a Len a flote.

Len no olvidaría aquello que pensó de Rin en su sueño, pero no lo volvería a creer, no volvería a ver a su hermana como si fuera su enemigo, o siquiera como alguien en quien no debería de confiar, y agradecería la salud con la que nacería su hijo, sin importar cuál fuera, pues lo amaría como ningún otro padre quien hubiera concebido con amor.


Fin del capítulo 21


Notas finales:

Muy bien, esta vez ha sido un periodo demasiado largo como para poder considerar una apología para todos quienes me leen, sólo diré que lo lamento, me han puesto una verdadera tortura en esto de la universidad, y no había podido ni siquiera abrir el documento en semanas enteras, solo hasta este fin de semana, con la intensión absoluta de terminar este trabajo para que ustedes pudieran leerlo.

Lo sé, quedó muy corto, y casi no se han explicado razones, pero antes de que pregunten cualquier cosa, permítanme decir que, que sí, que este capítulo había sido planeado desde el inicio, cuando concebí la idea de hacer el fanfic en si, uno en donde Len presenciara la muerte y el abandono, para después despertar al lado de Rin, con nada más que la realidad caótica como su consuelo, por supuesto, que en aquel instante, no había visualizado los celos que sentiría él por la situación por Gakupo, tan solo para los que lo pregunten, Si, esta Rin si demostró tener un cierto gusto por Gakupo, la medida con la que lo hizo, fue confundida por Len, y de hecho, la situación que el suponía, será explicada mejor el siguiente capítulo.

Por lo demás, esperaba adelantar mpas rápidamente este fanfic, esperaba poder terminarlo para la primavera del 2015, como máximo, pero creo que no me será posible… ha sido algo tan perdurable en mi vida, que no me puedo ver sin escribir fanfics cada vez que tengo tiempo libre, por lo mismo, encuentro lamentable mi situación actual, sin acceso a un poco de tiempo, pero al menos tengo educación.

En fin, ahora las contestaciones, ahora fueron bastantes:

Matryoshka Ai: No quería hacer que este fanfic fuera dark, no se, no me gusta convinarlo con la idea de Len y Rin siendo padres felices de un niño… pero bueno, espero que te guste este capítulo.

Lilliamne: No se ni que poner que te guste, si no te gusta, espero que al menos no lo odies, y si lo odias… pues ya conoces el resto, y espero que haya quedado claro que tu también eres de las personas que yo eh de mandar a la mierda, ¿ok?

Hikari Vits: Espero que lo sigas leyendo ^^

ShineBK: No te preocupes, la tragedia irá en "Torre invertida :) "

cristal12997: Espero que este capítulo te haya divertido de igual manera :P

En fin, se que fue corto y con poca importancia, pero así es este fanfic, constumbrista, si desean algo de peso, el siguiente capítulo será algo de verdadero peso ¿O creían que el sujeto que envenenó al padre se quedaría con las manos cruzadas? Sólo respondan, "Muerte" o "Desfiguración" y veré que hago en el próximo.

Sin más que decir, me despido, deseando que mi Word me haya avisado de todos los errores que en mi insomnio se me pasaron.

BYE_.—


P.D.: Siguente actualización "Torre invertida, capítulo 2: Cazando Brujas"