Capítulo 30
Vocaloid no me pertenece.
Notas Iniciales: Me parece que debo de disculparme con todos ustedes. He descrito al personaje de Rin como una niña mimada y caprichosa, y me parece que eso es algo sumamente incorrecto para el contexto de la historia. He aquí una forma más correcta en la que ese asunto debería de solucionarse. Léanlo por partes si quieren… está muy largo.
Una de las tardes más comunes y corrientes en toda la casa llegaba a su fin tras haber acabado una simple sesión de grabaciones. Len estaba sentado sobre uno de los banquillos frente a los micrófonos de alta fidelidad, tomando un poco de agua tibia para tranquilizar su garganta y relajarse, respirando hondo para después levantarse lentamente y guardar sus hojas con partitura junto con sus trabajos líricos. Justamente en ese instante la puerta del estudio se abrió, y se escuchó solamente la voz de su hermana mientras que él seguía distraído.
—¡Lenny!— le gritó fuertemente mientras que avanzaba caminando hacia él, girándose de lado para no mostrar lo que traía contra su pecho, pero a la vez ver por donde caminaba —Adivina quién viene conmigo—
Len, reconociendo ya después de cientos de veces esa misma forma en la que Rin siempre llegaba con él cargando a su hijo en sus brazos, y a él siempre le daba un poco de gracia, como si la presencia del pequeño Vigo fuera una clase sorpresa, aunque alegría no le faltaba ante la presencia de su hijo.
—No lo sé, Rin ¿Quién viene contigo?— preguntó siguiéndole el juego con un tono de voz un tanto torpe, como los protagonistas de los shows infantiles.
—Es… ¡El pequeño Len!— anunció Rin mientras se giraba y dejaba ver a su bebé, el pequeño Vigo, sin nada más ni nada menos que un uniforme modelado precisamente como el de Len, al tamaño justo del cuerpecito del bebé; desde su camisa, la corbata y el short, hasta los zapatos de plataforma de número tan pequeño como la palma de la mano, terminando de complementarlo todo con la pequeña colita de caballo formada por los pocos cabellos que tenía el menor.
—Oh… ya veo…— dijo Len un tanto sorprendido, pero de alguna manera, poco complacido por aquello, recibiendo a su hijo en brazos mientras que Rin se encargaba de tomarles una serie de fotografías.
—¡Se ve tan lindo¡— volvió a exclamar mientras que Len trataba de no sonrojarse, al ver como su hijo lo miraba y se reía, como si entendiera lo apenado que se sentía y se burlara al lado de su madre —Y ese es tan solo uno de los muchos atuendos que le compre, le sacaré una docena de fotos con cada uno— siguió celebrando la apariencia de su hijo.
—Rin, deberías de dejar de comprar tanta ropa para bebé, en especial si no la usará— finalmente Len interpuso mientras que comenzaba a caminar en dirección de la salida del estudio.
—La está usando ahora y en lo personal, me parecen buenos tratos, hay incluso marcas de ropa que ya empiezan a interesarse en un niño tan bonito como él para que haga promoción a sus prendas— le recordó mientras que ambos subían las escaleras de la mansión.
—No me agrada mucho la idea de que comiences a usar a nuestro hijo como espacio para anunciar productos— el gemelo fue firme con su opinión, importándole poco que su hermana se molestara con su respuesta.
—Bueno… solamente era una pequeña idea, ya sabes… para que se diera a conocer más al mundo— trató de remendar un poco las cosas, sabiendo que era malo cuando su hermano se ponía tan firme.
—Ya se ha dado a conocer bastante, no necesitamos ni siquiera ponerlo en uno de nuestros vídeos, así que desecha esa idea también— le advirtió al recordar que esa idea había rondado la cabeza de la chica rubia desde que se la habían presentado.
—¡Bien!— gritó al fin en descontento Rin, pero tratando de no mostrarse muy molesta —Pero no voy a dejar de comprarle trajes, mucho menos con la celebración de año nuevo que ya está a la vuelta de la esquina— le quitó a su hijo de las manos al llegar hasta la planta baja de la casa, pues solo por seguridad, habían decidido que las escaleras las subiría la persona más cuidados de los dos.
Aquella era una de las muchas pláticas que realizaban los gemelos día con día, discutiendo acerca de lo que deberían o no decidir para su hijo, que se había vuelto de pronto el centro de su vida, pese a que necesitaban seguir produciendo y haciendo canciones para los productores que les pagaban. Su hijo se había desarrollado completamente bien, comía constantemente y era todavía amamantado de vez en cuando, le había salido bastante cabello y se lo habían dejado intacto desde el nacimiento, sin cortárselo una sola vez. Ya había dicho sus primeras palabas, al menos ya había dicho "mamá" y "papá" entre balbuceos, casi al mismo tiempo hacía ya un mes atrás, y había sido para sus padres quizá uno de los momentos más grandes desde su nacimiento.
Ahora se permitían llevarlo a todas partes que fueran, saliendo de día de campo, a alguna cena o incluso fiestas formales, todo con tal de no separarse ni un momento del pequeño. Rin adoraba tenerlo en sus brazos, hablarle todo el día y sobretodo cambiarle la ropa y vestirlo de distintas maneras, pero Len por su parte disfrutaba simplemente sostenerlo en sus brazos, algo inusual, siendo que muchas veces los padres sienten temor a que sus hijos caigan de sus brazos. Siendo que habían pasado ya algunos cuantos meses desde que el bebé había nacido, la mayor parte de las personas ya lo miraban como algo completamente normal, acostumbrándose a plenitud verlo en las mañanas siendo amamantado o en las tardes lloriqueando o balbuceando a la nada.
Así, mientras la vida de ellos se desarrollaba de alguna manera "normal", Miku finalmente se había casado con Kaito en una boda a inicios de Noviembre, siendo este el cambio más notorio de todos. Otro, había sido el final de la relación de Gakupo y Luka, y como esta había iniciado un cierto periodo de separación de con el resto de los habitantes de la casa. También quedaba el pequeño tema de la inicialización del proyecto de "Vocaloid 3", que tenía ocupado al Maestro durante todo el día.
Pero no había grandes preocupaciones, ni tampoco problemas que les quitaran el sueño, quizá alguna canción que les hiciera esforzarse algo más de lo normal, pero lejos de hacerles sufrir, era un desafío que siempre estaban dispuestos a tomar. Ahora la mayor preocupación era simplemente pasarla bien en la próxima fiesta de año nuevo.
Desde el inicio del día y durante todo el trayecto de éste, se estuvieron preparando las decoraciones, las bebidas, el entretenimiento y las sorpresas con las que se aguardaría los últimos instantes antes de la llegada del nuevo año.
La idea de Rin fue la de disfrazar a su hijo del animal del año nuevo, pese a que Len se había esforzado en evitarlo, Rin terminó entrando a la sala de la fiesta con en pequeño Vigo vestido como un pequeño mono, recibiendo tanto elogios como risas bastante burlescas, y un par de miradas de intensa desaprobación que debían de mantenerse bajo el radar.
La casa había sido decorada con globos y serpentina dorada cayendo del techo, además de los manteles, cortinas y coberturas de los muebles, todo de dorado. A eso se le sumaba que inclusive los alimentos, como la sidra y los canapés eran dorados, de tal manera que todo se llenaba de una saturación del mismo color, aunque parecía que al único que realmente le molestaba eso era al Maestro, quien se había mantenido sentado en su mismo lugar durante horas, sin nada más que hacer que bebe su vodka de cientos de dólares mientras maldecía ocasionalmente a la nada y juraba que si su casa no estaba del como que él la había pintado al día siguiente, cometería el primer asesinato del año.
Afortunadamente, Len y Rin no habían molestado al gruñón representante, solamente se habían mantenido sentados en el mismo sofá, vigilando a Vigo entre los dos, mientras que este se limitaba a mirar a su alrededor, aparentemente cansado de haber estado despierto desde la mañana. Len y Rin habían ido vestidos con una versión un poco más formal de sus uniformes, la chica con un vestido largo en lugar de shorts y el chico con pantalón y camisa de cuello de V elevado, ambos reemplazando el color amarillo justamente con el de la celebración.
—¡Rayos!— exclamó Rin al verlo completamente dormido —Yo quería tomarle fotos toda la noche— dijo tratando de despertarlo, moviéndolo un poco en sus brazos.
—¡Rin, basta!— le gritó Len tratando de quitárselo de las manos, lográndolo de hecho sin mucho esfuerzo, pues Rin no aplico ninguna fuerza para retenerlo —Mejor yo lo llevaré de ahora en adelante…— los trató de pegar contra sí mismo mientras que Rin se molestaba más por el tono que usaba que por las palabras en sí.
—Me ofende que creas que lastimaría a mi propio hijo, Lenny— respondió ella irritada, levantándose casi de un solo salto —No creas que podrás monopolizarlo, cuando regrese lo levaré a su cuna, para que así no puedas tenerlo tú tampoco— le informó mientras que se levantaba y se perdía entre la multitud de gente.
A veces Len no comprendía a su hermana, y sentía que no se tomaba las cosas con seriedad suficiente, hasta el punto en el que parecía que trataba a su hijo como a una mascota, y eso realmente le molestaba, pues no habían pasado por todo lo que pasaron para que ella pudiera tener a un nuevo perrito. Se preguntaba si es que Rin pensaba en su hijo como más que un juguete que eventualmente hablaría.
Pero de toda la alegría presente en el lugar, había solo una persona quien caminaba con un semblante de enojo. Luka, quien cuando menos se había preocupado en colocarse uno de sus vestidos de color rojo como ciruela para no desentonar con el resto del tono de elegancia de la fiesta, caminando entre la bulliciosa muchedumbre, que se ponía cada vez más y más alegre a causa del alcohol.
Pero no era esto lo que le causaba más disgusto, pues se había acostumbrado a la normalidad de las borracheras en ese edificio. Más bien estaba molesta a causa de la decisión de hacer la fiesta con ese estilo, y precisamente de eso iba a discutir con el Maestro.
Lo vio tirado en la mesa, medio dormido, con un pequeño gorro de fiesta de color dorado con brillantina, que quizá alguien se lo había puesto solamente por la risa que les podría traer sin que él se diera cuenta. En su mano derecha traía una botella trasparente con la palabra URSA escrita con letras rojas.
—Maestro— le habló la chica en cuanto llegó a su lado, viendo como el hombre apenas levantaba la mirada.
—¿Ya es año nuevo?— Preguntó mientras abría los ojos sin dificultad y se rascaba el oído izquierdo.
—En el calendario gregoriano lo será dentro de poco— le informó con el mismo tono de desagrado que antes, viendo solamente como el Maestro volvía a tumbar su cara sobre la mesa a sobrellevar su borrachera.
—¿No se da cuenta de que hay un enorme problema en eso?— le preguntó la peli rosada al representante mientras que jaloneaba su pequeño gorro dorado, sostenido solamente por el elástico bajo su mandíbula.
—¿Prefieres el calendario Juliano?— preguntó con tono sarcástico, que de hecho, resultaba más amable de lo normal en él, pero viendo que la chica tenía una queja distinta, rompió el gorro, tirándolo de lado.
—Maestro, yo vengo de Estados Unidos, un lugar en donde la cultura es inexistente en comparación de países como Japón— comenzó ella a describir —Allá no existen las verdaderas tradiciones, todo es comprado o robado de otros países, y todo toma de otras culturas solamente para poder vender más y más— se mostró cada vez más molesta por describir lo que pensaba de su país natal.
—Oh vaya… y yo pensaba que amar el capitalismo era lo suyo— respondió a la nada el Maestro —La idea de consumir, vender, explotar… ¿Cuándo pasó de moda exactamente?— dijo como si realmente no entendiera, pero consiente de que las quejas de Luka iban en otra dirección.
—Cuando me mudé a Japón— repuso la peli rosada, casi interrumpiendo a su representante en plena burla sarcástica —Lo hice para poder llenarme de su cultura y de su sociedad, aunque sabía que gran parte de esta había sido destrozada por el imperio Americano— aquello casi provocaba una sonrisa en Salta, quien recargaba su cara sobre su mano derecha —Por eso mismo elijo las canciones que más tienen espíritu tradicional— presumió orgullosa de su selección de canciones relacionadas con la época antigua del imperio Nipón.
—Si nos hubieran dado la oportunidad, habríamos destrozado lo que los americanos dejaron en pie, pero en lugar de eso, decidieron quedarse con toda la isla para ustedes… al menos nos dejaron Sajalín— comenzó a decir el Maestro en voz baja que iba elevándose lentamente, pero fue interrumpido por Luka sin que pudiera seguir replicando.
—¡Y entonces, usted se pone a destrozar aún más la cultura, dándonos esta nociva fiesta al estilo "Nuevo Milenio de USA"!— le gritó mientras que señalaba a su alrededor —Como si no bastara que envenena ya nuestras mentes al forzarnos a vivir en este "gulag" ahora nos hace compartir las tradiciones sintéticas que robó de otro país— continuó quejándose más y más, como si fuera una experta en cada cosa que decía e insistía en recalcar, hasta el punto en el que hartó a un agobiado Salta, que en plena gloria por la llegada de su nuevo proyecto, trataba de ser amable por una vez en su vida.
—Luka… nadie te obliga a pasar la maldita velada en esta fiesta, en la cual por cierto fue Meiko la que se encargó de las decoraciones— le informó tratando de no elevar la voz, elevando su torso de su asiento —Puedes hacer lo que se te dé la puta gana para celebrar el año nuevo al estilo japonés, chino, como se te antoje, eso me importa un carajo— levantó el dedo para hacer énfasis en lo que decía —Desperdicia tu maldita vida de la manera que quieras, pero hazlo dejos de mi— y dicho esto, se tumbó de nuevo sobre la mesa, dejando a la chica con un dialogo a medias que no podría expresar, solo con un deseo de desquitar su insatisfacción con alguien por lo que miraba como injusto.
En ese momento, vio a Len sentado solitariamente en el sillón, o al menos tan solitario como podía estar con su hijo dormido recargado sobre su hombro. Decidió hacer lo que tenía que hacer en una celebración de fin de año, pagar los platos rotos, limpiar la porquería acumulada, saldar deudas, y tenía la oportunidad frente a sus ojos. Antes de ir hacia el rubio, tomó un par de vasos llenos de sidra de tonalidad dorada, esperando a que fuera apropiado para su consumo, y se acercó al sofá en donde estaba Len, simplemente dando un saludo ligero.
—Hola, Len— saludó sin tartamudear, ofreciendo el vaso con sidra de manzana. Pero él solamente negó con un movimiento leve para no despertar a su hijo.
—No bebo alcohol— Dijo con voz clara, no agresiva, pero determinante, en un tono bajo para que no interrumpiera el sueño de su hijo.
—Len, quisiera hablar contigo— admitió finalmente sentándose a su lado, sintiéndose a la vez como si la presencia del bebé los repeliera a uno del otro. Pero al ver como el chico simplemente se mantenía inmutable por sus palabras, decidió proceder a iniciar el diálogo —Creo que hay algo importante de lo que tenemos que hablar... Algo que te tenía que decir el día de tu boda— habló con la lentitud con la que requería ese tema.
—Tu y yo no tenemos nada de qué hablar— habló de manera sumamente formal, tratando de mantener la voz baja —Sé muy bien que odias a Rin, y por lo tanto no deberé de creer que tienes intenciones pacíficas conmigo o con nuestro bebé— movió un poco al pequeño— acomodándolo mejor en su hombro.
—Esto no trata de tu bebé, pero puede que tenga que ver en algo, porque va más allá de lo que crees que sabes de Rin— trató de ser transgresora con sus palabras, en la forma que las decía, pues su mensaje tenía la intención de ser mucho peor.
—Por favor, no hables de ella como si la conocieras más que yo, ella es mi gemela y mi esposa, tus palabras serán solo mentiras para mí— a su vez, Len trató de ser firme, no permitiría que atacaran a su hermana a sus espaldas.
—Pues no conoces lo que ella hizo, lo que de hecho nos hizo a los dos— a ese punto, Luka parecía realmente sentir lo que decía, pero Len seguía sin inmutarse —Y no te culpo si es que después de lo que te digo, no puedes volver a confiar en ella, y son sus palabras las que percibes como mentiras— trató de elevar el uso de su lenguaje, colocarse al nivel de Len, pero este percibió lo que dijo desde antes.
—Te mintió, diciéndote que yo te odiaba, cuando en realidad era el chico que más te gustaba de toda la casa— dedujo rápidamente para el asombro de la peli rosada — Y ella me dijo a mí que tú me odiabas, cuando en realidad me gustabas...— sintió un ligero deseo de suspirar al decir aquello, como su le costara trabajo recordar ese momento de su vida.
—¿Cómo sabes todo eso?— Preguntó ella comenzando a alterarse un poco —¿Desde cuándo lo sabes?— preguntó como si ese fuera incluso un punto más importante.
—Ella misma me lo dijo, antes de que nos casáramos, es parte de la comunicación que es necesaria para poder tener un buen matrimonio— ahora se sintió orgulloso de decir aquello y de cargar a su hijo a la vez.
—¡¿Y cómo puedes estar tan tranquilo con semejante mentira?!— elevó la voz con indignación, llamando la atención de un grupo de chicas que estaban cerca, así —¿No te das cuenta de que te mintió para engañarte y mantenerte a su lado? ¡Nos mintió a los dos!— reclamó mientras que tomaba del brazo al chico.
—Ya la he perdonado— contestó él terminantemente —No me interesa lo que pienses, yo la amo lo suficiente para entender que ha cometido errores y que puede mejorar de todos modos— miró a su alrededor y vio como las personas perdían la atención de su conversación.
—Pero lo que te dijo tuvo terribles consecuencias… ¿lo sabías?— no quería creer que de pronto Len se había vuelto el hombre más estúpido que hubiera conocido en toda su vida.
—Quizá provocó que tú y yo creyéramos que éramos… incompatibles— dijo Lentamente Len, tratando de no pensar en sus propias palabras y lo que significaban —Pero creo que eso fue mejor, de una forma u otra habrías terminado odiando a Rin, y la habría preferido a ella como mi hermana por sobre cualquier clase de relación contigo— habló ahora de manera convincente, al parecer más para sí mismo que para ella.
—Eso no lo puedes saber…— contestó Luka ofendida como pocas veces antes —¿Y permanecerás el resto de tu vida con ella, sabiendo que te mintió y manipuló vilmente?— preguntó deseando comprobar que no se encontraba en alguna clase de cruda parodia de la vida, en donde la razón era escasa y la imbecilidad era la regla de todos los días.
—En nuestra vida ha habido más que esa sola experiencia, incluso desde antes de que pasara, yo he tratado a Rin de la misma manera— sus palabras sonaban de manera razonable, y lo que decía era cierto, pero a Luka le parecía ridículo.
—Eso solo me indica que desde hace mucho tiempo sigue siendo la misma, sin importar cuanto tiempo ha pasado— comprendió aquello la Megurine, ahora ofendiendo al chico rubio —Entonces… ¿Me dices que te quedarás toda la vida viviendo con una mujer que no solamente te mintió, sino que es maleducada, caprichosa, y está tan malcriada que será por toda la vida una carga para ti como el bebé que cargas en tus brazos?— preguntó tratando de reducir al mínimo los insultos para el bebé, que no merecía ser comparado con su madre.
—¡De nuevo hablas como si la conocieras!— tuvo que sostener su voz para no soltar un grito —Di lo que quieras de Rin, pero ella es una mujer mucho más madura y capaz que tú, es por eso que la prefiero a ella, y le agradezco que me haya separado de ti— trató de salir de la conversación de una buena vez, levantándose con relativa calma necesaria para no despertar al niño en sus brazos.
—Piensa como quieras, pero sabes muy bien que Rin no es como quisieras que fuera, una mujer madura e inteligente, apenas es una niña, y te has atado a vivir con eso de por vida— desafió la Megurine con fiereza a Len mientras que también se levantaba, tomándolo del brazo que tenía libre, tan solo para sentir al instante una mano tomando bruscamente su hombro y jaloneándola hacia atrás.
—¡Deja a mi Len!— escuchó a Rin gritarle a sus espaldas, moviéndola bruscamente para encararla y alejarla a su vez del hombre que había proclamado como propio —Nadie te dio permiso de hablarle, o de siquiera mirarlo— dijo mientras que la miraba más de cerca, y sosteniendo un vaso de sidra en la mano derecha
—Hablas de él con tanto egoísmo, casi como si fuera solo un objeto para ti… aunque viendo como tratas a tu bebé, no me sorprende— dijo sumamente irritada, soltando su brazo con fuerza, a la vez que miraba de reojo el ridículo y humillante atuendo que tenía el pequeño a en brazos de Len —Él puede hablar conmigo si lo quiere así, y no necesita tu permiso, ¿O es que acaso solamente de quieres que él hable contigo, para que puedas manipularlo como quieras?— tentó su suerte al inferir de aquella manera su traición en contra de su propio hermano.
—¡No te atrevas a decir eso!— se apresuró Rin a callarle, alterándose mucho más que antes, como si de pronto recordara lo que había hecho en el pasado y tuviera que encontrarse con sus consecuencias.
—¿No quieres que todos se enteren de la forma en la que me mentiste?— preguntó en voz aguda —¡¿No quieres que todos se enteren cómo le mentiste a tu hermano para tu propio beneficio?!— gritó fuertemente, ahora provocando que a fiesta entera se detuviera por ese grito.
Pero para silenciarla, Rin no recurrió a ninguna palabra, en lugar de eso, solamente alzó la mano en donde sostenía el vaso de sidra, empapando a la chica de cabellos rosados como si aquella se tratara de alguna jugarreta infalible. Luka permaneció unos instantes mirando a la chica rubia, como si de pronto toda su ira fuera a liberarse con un solo y potente estallido, pero en lugar de eso prefirió ver hacia atrás, haciendo contacto con Len, quien miraba todo lo sucedido con preocupación, y decirle de manera lenta, pero perfectamente entendible no solamente para él, sino para todos los presentes cuya atención había sido absorbida hacia ese mismo punto.
—¿Es esta la mujer con la que realmente querías casarte?— preguntó seriamente — ¿Una niña y berrinchuda que trata a su hijo como si fuera una mascota?— recurrió a ese tema que sabía que irritaba al rubio antes de que este mismo tratara de intervenir entre las dos, alejando primero a su propia esposa.
—Rin, por favor, estás haciendo una escena innecesaria aquí— la regañó tratando de no elevar la voz, no llevando su pelea a los oídos de su hijo, provocando que su hermana se consternara al instante.
—¡¿La estás defendiendo?!— preguntó ahora ella, casi gritándole en la oreja al chico mientras lo tomaba del brazo y lo jaloneaba fuertemente, como si creyera que por el hecho de tratar de ponerle un alto a su manera de actuar fuera una traición. Pero dicho movimiento fue demasiado brusco para los brazos de Len, y para el pequeño Vigo, aquello fue como un estrepitoso terremoto, provocando que el movimiento fuera como una patada que lo hizo salir de su cómodo sueño, encontrándose con una noche incómoda y fría, rodeada de murmullos y fuertes sonidos que para su poco desarrollado oído y cerebro, fueron como martillazos. Comenzó a llorar fuertemente mientras que Len actuaba de manera inmediata y trataba de tranquilizarlo.
—Rin… por favor, ya has hecho demasiado para empeorar las cosas— le reclamó el rubio a Rin mientras trataba de arrullar a su hijo, sin poder lograrlo —Solamente esperaba que te comportaras de una mejor manera, después de todo este tiempo— fue el único pensamiento que tuvo para dedicarle a su hermana, quien podía ver en los ojos de su esposo la completa decepción y desaprobación por lo que había hecho.
De pronto, la fiesta entera se había puesto en completo silencio, sin que ninguno de los dos lo hubiera podido prevenir, ellos eran el centro de atención, la pena y la vergüenza de Rin se amplificaba cientos de veces más. Su matrimonio, el matrimonio que había de distinguirse por ser un modelo perfecto para los que carecían de amor verdadero, como una demostración de que el amor podría existir incluso entre hermanos, de pronto se volvía como cualquier otro matrimonio joven, con mentiras y regaños por la falta de responsabilidad, y de cierta manera, Rin sentía que ese regaño de Len, referente a su comportamiento, no solamente abarcaba su pequeño conflicto con Luka, sino que estaba siendo influido por todo lo demás que había pasado durante los meses que llevaba cuidando a su hijo, el cómo no había podido demostrar que era responsable.
El bebé siguió llorando y llorando, hasta que Len se dio cuenta de que dentro de poco Rin también lo haría —Mira… solo lleva al bebé a la cuna, ya es muy tarde para que esté despierto…— le entregó a su hijo en brazos, y para ese punto, con la frialdad con la que hablaba, a la chica le fue imposible contener las lágrimas, comenzando a llorar a la par de su bebé —Yo me quedaré aquí abajo, mejor…— se escuchó decepcionado, queriendo alejarse de ella, tratar de no mirarla a los ojos.
La joven madre rompió en llanto mientras que giraba en dirección contraria a la de su hermano, aún demasiado alterada para interponer palabras ante su gemelo, se fue sollozando en silencio mientras que su bebé lloriqueaba y se removía incómodo en sus brazos. Marchó con vergüenza mientras que todos le miraban, algunos extrañados y otros tratando de sentirse lo más ajenos a su pena, incluso algunas cuantas personas conteniendo las burlas.
Solamente dio una mirada hacia atrás, viendo como su hermano se volvía a sentar en el sofá y miraba a la nada mientras alcanzaba un vaso de sidra que había en la mesa frente a sí mismo. Luka había desaparecido.
—Ya, pequeño… tranquilízate— dijo mientras que movía tiernamente la cuna en donde Vigo se removía incómodo entre las sábanas. Rin trataba de hacer su mayor esfuerzo para poder tranquilizarlo, pero su estado de ánimo no le servía para alegrar a su pequeño, como en las ocasiones pasadas en las que ella se había encargado de cesar su pena, al contrario, de alguna manera le hacía sentirse menos sola el sentir a su hijo de esa manera.
Solo se sentó en la cama mientras reconsideraba su vida hasta ese punto. Algo en todo lo ocurrido anteriormente indicaba que las cosas estaban mal, de que de alguna manera, en todo el legendario proceso que cruzaron valientemente para lograr casarse legalmente, se veía mermado ahora por alguna cosa que no podía entender, pero comenzaba a suponer que todo había sido su culpa.
Se preguntaba ¿Realmente había cambiado algo desde que había ocurrido todo el asunto del embarazo? Len lo había hecho, sin duda se había vuelto un padre responsable y a la vez cariñoso. Ella daba lo mejor que tenía, trataba de ser lo mejor de lo que ella podía entender que era una madre, pero incluso en el mejor de sus esfuerzos, quedaba ridiculizada como le había pasado hacía unos instantes.
Pero no había dado su mejor esfuerzo, sentía que Len simplemente había tomado las riendas de todo, era él quien se había ocupado de ella durante el embarazo, él quien había hecho la mayor parte de la lucha, él quien se había sacrificado más, incluida su juventud y libertad, y sobre todo, era él quien le había consentido y tratado todo el tiempo como si fuera una princesa.
De pronto escuchó como el lloriqueo cesaba, y su pequeño sucumbía al sueño, dejando que el peso de sus párpados le ganara y se dormía, dejando sus bracitos al lado de su cabeza. Rin lo acomodó en posición fetal, colocando la sábana encima de él, permitiéndole finalmente descansar. Se quedó unos minutos sintiendo como respiraba, colocando su mano con suavidad sobre él. Len era quien normalmente hacía eso, él siempre se quedaba despierto hasta tarde cerca del bebé, y ella solamente trataba de quedarse junto a él, pero sucumbía al sueño.
¿Eso lo hacía una madre? Se preguntaba cada vez que hacía algo como eso, amamantar a su bebé, limpiarlo, cambiarlo, bañarlo, cosas básicas que cualquier madre debería de hacer. No sentía que solamente quererlo, cuidarlo y apapacharlo fuera lo suficiente, pero no sabía que más hacer.
Y luego Luka dijo eso, que lo trataba como si fuera una mascota. Que fuera esa mujer quien lo dijera ya era una cosa, pero que le calara de manera tan profunda, hasta el punto en el que realmente los sentía como una verdad incómoda, solamente lo empeoraba. No quería maltratar o menospreciar a su hijo, ni degradarlo mucho menos, pero esa era la forma en la que ella trataba de mostrar su cariño.
Comenzaba a llorar al darse cuenta de que esa era su manera de ver su maternidad, solamente como un juego. Se había sentido decaída e incluso deprimida durante todo el periodo de gestación, y viéndolo en retrospectiva, había sido una verdadera inútil, dejando que Len se hiciera cargo de todo, que la siguiera consintiendo y protegiéndola, hasta el punto de perdonarle la mayor de sus traiciones, todo con tal de que ella no se estresara más y provocara problemas con el embarazo.
Y luego, al nacer el Vigo, no era capaz de ser responsable y madura, tratándolo como si fuera un cachorro. Comenzaba a entender el enojo de Len, y a la vez comenzaba a punzarle dentro del corazón, la sensación de que las cosas no podrían continuar de la misma manera, que Len se cansaría de cuidar a ella como si fuera una niña. Al final ella se seguía aprovechando de él como cuando eran niños, pero ya no lo eran, y por esta causa, Len terminaría con todo eso, no aguantaría más todo eso, y lentamente, el perdón que le había dado de manera tan caritativa, se oxidaría y se desintegraría, y buscaría a alguien más…
Sollozó mientras dejaba salir el aire de sus pulmones repetidas veces y sus ojos se irritaban y se ponían rojos, llorando solamente para sí misma. Imaginar a Len alejándose de ella ya no era algo raro en su mente, y sentía que sería perfectamente justificado después de todo. ¿Qué tenía ella que ofrecerle? ¿Una cara bonita? ¿Un cuerpo complaciente? ¿Solo una compañía agradable? Había tenido su oportunidad para poder ser una buena conyugue, y no había podido ofrecerle nada.
Y se sentía mucho más terrible aún al pensar en lo egoísta que era por haberle arrebatado a su propio hermano tanto tiempo, haberle privado de quien podría haber sido la mujer de su vida, la madre de sus hijos, quien realmente le diera felicidad, y que no lo tratara como su sirviente. Trató de recostarse mientras seguía culpándose por todo eso, recordando todos sus errores, todas las veces que le había dado inconvenientes a su hermano, y como su relación había ido decayendo desde el inicio, pero sin poder darse cuenta de que al final, su propia inmadurez y caprichosa actitud, iba a ser lo que la condenaría.
A lo lejos se escucharon campanadas y fuegos pirotécnicos iluminaron las ventanas de la casa, dándole la bienvenida al año nuevo.
Len continuaba sentado en donde mismo, pero a su lado se había sentado Piko. Ambos habían comenzado a tomar algo de alcohol que Meiko les había llevado, y conversaban con un poco de incoherencia ebria.
—Te lo digo… todas las mujeres son así… todas ellas quieren que las traten como princesas…— respiró fuertemente mientras que bostezaba y luego daba un trago más de licor —Miki no… ella me trata a mi como príncipe… ni siquiera sé si me puedo hacer llamar el hombre de la relación— habló comenzando a entristecerse más y más mientras el tono de su voz bajaba y se distorsionaba a causa del alcohol.
—A Rin le encantaba que la tratara como princesa cuando éramos niños, pero ya no somos niños— respondió Len seriamente, con la mirada decaída —Todo fue mi culpa, provoqué que ella fuera así, la convertí en lo que es ahora… creía que lo mejor era cuidarla y protegerla de todo— expresó comenzando a odiarse a sí mismo.
Volteó a ver a sus alrededores, como si de pronto volviera a estar en la casa, pero se daba cuenta de lo diferente que eran las cosas a como fueron hace horas. La mayor parte de las personas habían salido, se habían ido a sus propios hogares a descansar, o simplemente estaban tirados en el suelo por el efecto del fuerte alcohol que habían consumido en exceso. Solamente algunos cuantos quedaban despiertos, el Maestro, que se había levantado y miraba la televisión, el noticiero internacional que transmitía la recapitulación de los atentados y hechos violentos del año, y Meiko, que con su séquito de bebedoras, había iniciado un concurso de aguante de consumo de tequila, que se había extendido ya por horas.
Len se encontraba confundido ¿Ya era 2016? Se preguntó mientras que se acomodaba en su asiento, bebía un poco más de sidra y seguía relatando sus pensamientos a su escucha —Cuando Rin quedó embarazada, tenía mucho miedo… ya te lo he dicho antes… tenía miedo de lo que diría el mundo, miedo de lo que pensarían mis padres, miedo de lo que pasaría con mi carrera música, con vocaloid y con todos ustedes, y más que nada, tenía miedo de no ser un buen padre— consideró como se sentía en aquel instante, durante el verano del año pasado, y como se sentía ahora, se daba cuenta de cuanto había madurado —No fue fácil, tener que ir a juicios, enfrentar nuestro temor a la iglesia, ir con ese doctor experimental y en especial tener que darnos cuenta de que no sabíamos nada de ser padres— Pese a que expresaba de esa manera sus experiencias con toda esa nueva gente, por otro lado, recordaba con algo de cariño al padre Thel, y agradecía el apoyo incondicional de Mikhail —pero sentía que habíamos logrado algo grande, o al menos yo sentía que había sido un logro para los dos, habíamos pasado por todas esas dificultades y crecido para nosotros mismos y para el niño… pero ahora me cuestiono si es que Rin de verdad creció en todo este tiempo— lamentó el comportamiento de su gemela mientras que elevaba un poco la voz y luego decaía —Honestamente… ¿Tu qué crees, Piko? ¿Rin ha dejado ya de ser una niña?— preguntó con sinceridad a su amigo, abriéndose de manera sentimental a él.
Volteó a su derecha buscando la respuesta a su interrogante, encontrándose con el cuerpo inconsciente del peli blanco, deslizándose hacia el suelo mientras comenzaba a roncar fuertemente. Len lo miró decepcionado antes de golpear ligeramente su vaso de licor contra el del derrotado Piko, que extrañamente no se había derramado, dando así el brindis de fin de año.
—Por un mejor año— justamente mientras daba el último trago a su bebida, comenzaba a sentirse culpable, pues todos los otros años los había iniciado siempre con Rin, y ahora por una tontería ella estaba arriba, entristecida, lejos de él en más de un sentido. Trató de levantarse de golpe, pero justamente cuando trataba de ponerse de pie, sintió como alguien le abrazaba de lado.
—Lenny…— escuchó la voz tranquila, baja y suave de una chica algo mayor que él, volteando su mirada, solamente para encontrarse con otro rostro a escasos centímetros del suyo.
—Luka…— pronunció Len con voz temblorosa al ver la cercanía de la chica de cabello rosado, sin saber cómo reaccionar por la forma en la que esta lo miraba. Una mirada tan íntima y profunda desde ese par de ojos azules, mientras que su boca se mantenía nerviosa y su rostro se marcaba de rojo intenso.
—¿No quieres… dar el beso de año nuevo?— preguntó mientras trataba de acerca sus labios a los del joven rubio, pero este trataba de retraerse, moviendo su cuerpo hacia atrás y casi aplastando a Piko.
—Luka… ¿Qué tratas de hacer?— pronunció finalmente esa pregunta, tratando de evitar que sus rostros enrojecidos se juntaran más, pero sin presentar verdadera oposición a su agarre con los brazos alrededor del cuello, ni a la forma en la que sus dos cuerpos se juntaban, logrando incluso percibir sus pechos apoyándose contra su brazo, llenándolo de calor.
—Quiero que hagamos lo que merecemos hacer…— dijo entre respiros largos, tratando de seducirlo con la mirada —Me doy cuenta de que ya no me importa nada… ni siquiera si estás casado o si tienes un hijo, yo te deseo, y sé que tú también me deseas en el fondo, porque lo que has sentido no puede borrarse— fue en ese instante que Len percibió el aroma a alcohol saliendo se su boca.
—Luka, estás ebria, no puedes pensar claramente…— intentó Len razonar mientras intentaba vencer el mareo y la confusión, intentar no ceder a eso que lentamente le provocaba tentación en su interior.
—Te equivocas… el alcohol solamente me ha dado el valor que he necesitado desde hace años, lo que me hizo falta para deshacer las mentiras de Rin… yo— dejó de hablar unos instantes en lo que parpadeaba un par de veces, forzando más el abrazo.
—No importa lo que pasó antes, las cosas ya no son iguales, y no puedes… no podemos disimular que no han pasado años— dijo Len con algo de arrepentimiento en lo que decía, comenzando a sentir no solamente lástima por Luka, sino también empatía. Comenzaba a sentir un reproche mayor con su hermana, y todo un mundo de lo que habría sido posible se formaba en su mente. De pronto sentía que cometía adulterio mentalmente por tan solo pensar en la posibilidad de haber estado con Luka, pero más tarde este sentimiento se ignoró por completo por lo que le ocasionaba el alcohol y a cercanía de ese momento, pensar si es que ese enamoramiento de su temprana adolescencia se volvía realidad muchos años después.
—Podemos revivirlo… esta noche… como una fantasía hecha realidad— dijo ella como si acaso hubiera leído la mente del rubio, provocando que este terminara por cerrar sus ojos mientras se preparaba confortablemente para lo que seguía…
—Buenas noches a todos— interrumpió en toda la sala la voz del Maestro, pese a que los invitados seguían en sus actividades —¡Dije buenas noches!— soltó un fuerte grito al estilo militar en el micrófono del supuesto karaoke que iba a ser utilizado como entretenimiento durante la fiesta.
Inmediatamente Len giró la mirada de la dirección del rostro de Luka y esta abrió los ojos de par en par, con la cabeza comenzando a zumbarle a causa del grito del representante, a la vez que se separaba un poco de Len, y dándose cuenta de que prácticamente, todos eran capaces de verlos ahora, y aunque por una parte esto no le podía importar menos, le seguía teniendo cierto temor a la otra peli rosada de la casa.
—Muy bien, ahora que tengo su atención, me gustaría dedicarles unas palabras a todos ustedes— comenzó diciendo Salta mientras que tomaba el micrófono de su soporte —Primero que nada, gracias por venir a mi casa a pasar esta celebración, a comer mi comida, a usar mis utensilios, pisar mi alfombra, contaminar mi aire y llenar de mugre mis paredes y techos— extrañamente, aunque el saludo había iniciado de manera muy cordial, sus palabras se mantenían calmadas, pese a que parecía que pronto iba a iniciar una tormenta.
—Solo quiero decirles una cosa… y eso es que los odio a todos— levantó si mano con la que no sostenía el micrófono, sino una botella de vodka y movió su mano horizontalmente mientras apuntaba con su dedo a todos.
La mayor parte de ellos se quedaron callados, solamente esperando a que aquello derivase en una broma o en alguna clase de risa maligna por parte del representante, pero este solamente continuó apuntándolos y reluciendo su estado de ebriedad con el tambaleo de su cuerpo, decidiéndose a proseguir tras ver que nadie reaccionaba con sus palabras.
—He detestado esta basura de Jpop desde el inicio, he odiado sus voces, y he detestado en especial a sus fanáticos— pronunció de manera cortante y hasta agresiva, elevando un poco su tono de voz —La única razón por la cual he llegado hasta esto, ayudándoles a ustedes, es por el dinero que gano, y nada más— parecía que el alcohol le hacía más efecto conforme hablaba, comenzando a ponerse realmente mareado —Solo quería aclararles esto, antes de que todos ustedes sean desechados y sustituidos por una nueva generación de voces, que terminarán igual que ustedes…— se detuvo un momento, aprovechando para eructar sonoramente, tosiendo un par de veces más, antes de respirar hondo y seguir hablando —Espero que pasen un buen 2016, y cuando sea el momento de largarme de aquí, no nos volvamos a cruzar nunca más— para ese punto, Len y Luka se habían separado, y extrañamente, mientras que Salta seguía recorriendo con la mirada a todos, sintió una especial inquisición sobre ambos, como si los despreciara a ellos dos especialmente.
El Maestro salió caminando despacio, caminando tranquilamente por el pasillo lateral que curveaba hacia su cuarto, en ese instante, Luka mantenía su brazo alrededor del brazo de Len, molesta por la distracción inoportuna, procedió a volver a acercarse a Len, abrazando de nuevo su cuerpo —Bueno… ¿te parece si continuamos con lo que dejamos?— le dijo con el mismo tono profundo y seductor, que a diferencia de las anteriores veces hizo sentir a Len más incómodo, jústame en el momento en el que Miki buscaba a su novio.
—¿Len, has visto a mi Piko?— preguntó llegando de manera frontal, mencionando el nombre del chico tan pronto como lo vio dormido en el suelo junto al sofá, para después levantar su mirada y ver a Len y a Luka en lo que ella misma describiría como "acaramelados" —¿Qué estás haciendo con Luka?— preguntó con un tono que para la sorpresa que tenía en ese momento, solo se podía comprender como entre asco y enojo.
Pero antes de que Len pudiera decir algo, se escuchó el sonido de seis disparos, de manera rápida e instantánea uno tras otro, pero de calibre alto. No se alcanzó a escuchar el impacto, pero se escuchó la voz de un hombre adulto lamentándose de dolor, seguido del poco distinguible sonido del cuerpo de un hombre adulto cayendo al suelo.
De inmediato, el pánico se hizo en la fiesta, que se extinguió como el fuego ante una ráfaga invernal, y los invitados dejaron sus puestos de festejo para correr asustados a la salida de la casa, en donde solamente el frio los aguardaría ante el miedo de un posible homicidio recién ocurrido, y ante otros más posiblemente a ocurrir.
Rin despertó de inmediato a la mitad de la noche, apenas pasando de las doce del día, pero no miró a su reloj, en lugar de eso, se dirigió a Vigo, quien había comenzado a llorar. Ella misma, ignorando lo que había despertado de manera tan repentina a su hijo debido a que su propio mareo le impedía recordar tanto el momento exacto en el que se había dormido como el momento en el que había despertado, se dedicó solamente a lo que tenía que hacer en ese preciso momento, y levantó a su pequeño, meciéndolo en sus brazos hasta que se tranquilizó, arrullándolo suavemente hasta que el ambiente en la habitación volvió a quedar en completo silencio.
Lentamente volvió a recostarse, con su hijo en brazos, acercándolo a su pecho y acariciándolo sobre el colchó. Ambos acabaron dormidos en cuestión de minutos, ignorando por completo lo que se murmuraba en la parte de debajo de la casa
Habían tenido que volver a entrar, a alguien, con toda su inteligencia posible, se le había ocurrido revisar lo que había ocurrido tras que pasaron algunos minutos desde que se escucharon los disparos, y no había vuelto a ocurrir nada. En uno de los pasillos laterales a la sala de estar, en donde se realizaba la fiesta, encontraron el cuerpo inmóvil de Salta, sin pulso, y a su lado, su revólver, cálido y apestando a pólvora, con seis cartuchos percutidos en el interior.
Las balas habían impactado en la pared, hundiéndose contra el recubrimiento interno antibalas de la estructura, y al parecer habiendo sido dirigidos todos hacia el mismo punto en la nada.
Se iniciaron las labores para reanimarlo, presionando su pecho casi hasta romper sus costillas, hasta que todos recordaron que había un equipo de desfibrilación en el botiquín grande de la casa, una precaución de alto costo, pero tomada para los casos más extremos. Afortunadamente, de entre las personas quienes se encontraban en la fiesta, había quien sabía cómo aplicar los electrochoques y reanimar de manera efectiva. Así, tras unos minutos habiendo estado del otro lado por primera vez en un par de décadas, el Maestro volvió a la vida.
Había sido un paro cardiaco, afortunadamente, el primero en su vida de excesos y desenfrenos. Automáticamente, una vez que se anunció el suceso a los invitados de la fiesta, no hubo teléfono celular que no marcase a los números de emergencia correspondientes para un suceso como ese, y Salta fue llevado al hospital con la velocidad que una ambulancia durante la celebración de año nuevo podría.
Thel y Mikhail fueron informados rápidamente, siendo los únicos familiares directos de los cuales se sabía. Con Preocupación e incredulidad, de manera respectiva, ambos hermanos fueron a ver al mayor de los tres, esperando encontrarse con un hombre abatido a mitad de su débil recuperación. Pero se encontraron con el mismo perro viejo de antes.
—Les digo, vi a la muerte como una figura negra con un aura oscura a su alrededor— dijo molesto mientras que levantaba la mano con furia por la incredulidad de sus hermanos —No es la primera vez que viene por mí, le pude reconocer— siguió exclamando, provocando eco en la habitación de paredes anaranjadas y techo y suelo azules, en el ala de mayor costo de todo el hospital.
—¿Y por eso vaciaste tu cargador contra la pared? ¿Solo porque creíste haber visto a la muerte?— preguntó Thel incrédulo, sorprendido más por este hecho que por el propio incidente, siendo el un curioso creyente de las experiencias cercanas a la muerte, y todo lo que estas conllevaban.
—Y funcionó, de no ser así, no estaríamos hablando— respondió de manera afirmativa mientras que trataba de reacomodarse en su cama —He podido volver de la muerte como si nada hubiera pasado— presumió mientras que retornaba a su calma habitual.
—Pues estoy seguro de que fueron las técnicas modernas de reanimación lo que te salvaron— respondió de manera irónica Mikhail —Y no creo que hayas vuelto como si nada, de ahora en adelante, deberás de cuidarte, y me refiero a dejar las drogas, las bebidas alcohólicas, la basura que tragas como comida, y los… tiroteos— dijo mientras que rodeaba la cama, tratando de sonar lo más serio posible.
—En otras palabras, dejar de disfrutar, para prolongar una vida sin placeres— concluyó Salta mientras se acomodaba y buscaba en su saco, apartado de él por tan solo unos metros, uno de sus habanos, sin que ninguno de sus hermanos pudiera prevenirlo.
El incidente había provocado que los vocaloids que se encontraban despiertos se trasladaran al hospital, pero por orden del mismo equipo médico y del protocolo del cuidado de los pacientes, todos ellos fueron destinados a la sala de espera. En este espacio sin tiempo claro, solo unos pocos permanecieron hasta que el Maestro se encontraba estable, entre ellos, Len, quien lejos de dormir, se mantuvo caminando de un lado a otro, realmente pensando en cualquier cosa excepto en la salud de su representante. Fue entonces cuando finalmente se encontró con Miki, quien ya desde hacía un buen rato deseaba hablar con él, pero el pánico del sonido de los disparos le había alterado demasiado para lograr eso.
—Len, tenemos que hablar— le habló firmemente y sin titubeos, acercándose a él por su espalda y limitando el acercamiento, realmente demostrando cierta incomodidad por este hecho.
—¿Qué pasa, Miki?— preguntó el joven rubio, sintiendo un nudo en el estómago por la confrontación que tendría a raíz de lo que le había visto hacer con Luka, aunque esto se limitara solamente a la cercanía que tenía con ella. Afortunadamente, el susto le había hecho despertar más y perder la sensación de ebriedad, que ya de por si era ligera.
—Mira… no sé cómo decir esto, lo estuve pensando por mucho tiempo, creo que encontré la forma correcta de decirlo— consideraba Miki como una hora entera un tiempo prolongado para pensar en un tema como ese —Así que… por favor, no cometas adulterio, no engañes a Rin— le pidió hablando con cariño que solo una amiga cercana podría desarrollar.
—¿De verdad crees que engañaría a Rin con otra persona?— preguntó Len rápidamente, poniéndose a la defensiva —Por favor, es lo último que se me ocurriría, me sorprende incluso que lo sugieras, sabiendo lo mucho que amo a mi hermana— comenzó a reafirmar su voto primordial al estar con Rin, tanto para Miki como para sí mismo.
—Creo que la amas, pero eres un hombre, sé sientes tentaciones, y no me sorprendería saber que de alguna manera, por alguna razón, Rin no te satisface, o no logra tus expectativas— respondió con lógica clamada, manteniendo una voz casi neutral, pero antes de que Len pudiera volver a ponerse a la defensiva, prosiguió —Sean cuales sean tus expectativas, no creo que Luka pueda superar a Rin en estas, a menos de que sea en madurez o responsabilidad— aquello consternó profundamente a Len, pese a que parecía ser solamente un comentario burlesco, y ahora él sospechaba que Miki sabía más de lo que aparentaba, o que simplemente había dado al clavo por mera casualidad.
—No te preocupes… sé que Rin siempre puede mejorar en lo que se proponga… por eso le doy siempre el beneficio de la duda… siempre— enfatizó esta última palabra, como si representara su propia respuesta a sus dudas pasadas acerca de su matrimonio.
—Bueno… me alegra que siempre tengas la respuesta adecuada para tratar con ella— respondió Miki con un poco más de confianza —Porque creo que eso es lo que los hace la pareja perfecta, o al menos para mí son la pareja perfecta— admitió que los veía de esa forma, no sin dejar de lado un ligero rastro de vergüenza —siempre tan simétricos, complementarios, comunicativos… si eso llegar a su final, sería verdaderamente terrible, y te haría arrepentirte de arruinar semejante perfección, si es que descubriera que fue tu culpa— soltó aquello como una clase de amenaza.
—Bueno… creo que mejor regresamos a la casa… Piko debe de estar ebrio todavía, y Rin y el bebé se alterarán si no estoy con ellos cuando despierten— salió Len del tema rápidamente, huyendo a la vez del hospital. Así, Miki asintió y prosiguió a salir de las instalaciones cuando el sol comenzaba a salir por el horizonte.
Ciertamente ignoraba que la peli rosada había visto su primera discusión ocurrida en torno a Luka, e ignoraba mucho más que ella había deducido la mayoría de sus problemas, sin dejar de lado las más terribles consideraciones posibles.
Para cuando Len regresó a habitación, ya era prácticamente de día. Observó cómo Rin seguía dormida, pero se alteró un tanto al ver como tenía a su hijo entre sus manos.
—¡Rin!— gritó mientras se acercaba al pequeño, más que a Rin, provocando que esta despertara y levantara sus delicadas manos de encima del pequeño niño, aun protegiéndolo entre sueños. Pero a Len poco le importó la tranquilidad con que ellos dos dormían, y se acercó a la chica rubia para quitarle al niño, removiéndolo con un poco menos de delicadeza, pero no lo suficiente como para despertarlo.
—Len… ¿Acabas de llegar?— preguntó Rin consternada mientras que se levantaba y lo miraba mientras limpiaba sus ojos.
—No puedo creer que te hayas dormido con el niño en brazos— dijo molesto su hermano mientras que volvía a poner a su hijo en la cuna —¿Tienes idea de lo peligroso que fue? Podría haber girado caerse por la orilla de la cama, o podrías haber rodado tú y aplastarlo— siguió regañándola mientras ella tan solo se daba cuenta de lo que acababa de ocurrir, y del error tan grave que acababa de cometer.
—Lo siento…— se apresuró a decir la chica, tratando de justificar su error, pues era el peor de los momentos posibles para cometer errores —Lo siento mucho, Len… yo no quería hacerle daño al bebé… solo que empezó a llorar y yo tenía sueño…— comenzó a sentir como se quebraba su voz ante las excusas que ya ni siquiera ella podía creer, pese a que no lo hubiera hecho con mala intención, siguió sintiéndose culpable de cualquier cosa que Len le dijera.
Lentamente, dejó que el llanto le ganara, procediendo desde abajo y comenzando a dejar caer las lágrimas de manera fluida, a la vez que comenzaba a sollozar débilmente, tratando de no demostrar demasiada debilidad con su hermano, pues no deseaba darle mucha lástima.
—No llores, por favor— le dijo Len algo molesto —Eso no va a solucionar nada… solo trata de no volver a hacerlo— le insistió mientras recostaba a su bebé y lo dejaba dormir por el resto de la mañana, dándole fríamente la espalda a Rin. No quería sentir que era injusto con ella, pero era justamente el limitarse y ceder en cada momento en el que ella se ponía triste lo que le había dado el trato preferencial que la hizo tan malcriada.
—Perdón…— cesó el llanto mientras que trataba de limpiar sus lágrimas, ahora ligeramente atemorizada de tener que decir algo que lo hiciera enojar de nuevo. ¿Cómo habían llegado a ese punto? Solamente otras dos veces en su vida había tenido miedo de hacerlo enojar, o de decepcionarlo, la primera fue cuando su descuido y su desconocimiento en las materias escolares los habían condenado académicamente, y la segunda fue cuando sospechaba que estaba embarazada y tenía que confrontarlo frente a esa posibilidad. Ahora se figuraba que tendría que ser esa la forma en la cual tendría que comportarse siempre frente a él.
—No llevamos esos cursos para saber cómo cuidar bebés para que lo tratáramos como un costal— criticó Len sin piedad mientras que se quitaba su camisa y la arrojaba a un lado de la cama, deseando darse un buen baño de una vez —Hubo un incidente con el Maestro, tuvo un paro cardiaco y todos en la casa nos alertamos porque el idiota disparó a la pared de la nada ¿Puedes creerlo?— le preguntó a su hermana mientras dejaba de prestarle atención.
En el momento en el que la camisa cayó en la cama, Rin se apresuró a ver algo que le había llamado la atención. Recogió la camisa y miró el lado del hombro, encontrando una vulgar muestra de lápiz labial rosado, de un tono tan claro, que permitía verse de manera fácil a la simple vista. Aquel beso se lo había dado Luka, al desviar sus labios de la trayectoria al escuchar el anuncio del maestro, y había quedado oculto tras el cuello de la camisa, pero por desgracia Rin no sabía eso. Solamente recordaba que Miki no usaba esa clase de labial y que la única otra persona que había estado en esa fiesta, era Luka.
Sintió una enorme tristeza al sentir sus sospechas más confirmadas que antes. Se levantó lentamente mientras que Len le daba la espalda, pero prefirió no tocarlo de manera directa sino hasta que este se giró y la miró directamente a los ojos.
—¿Qué pasa?— preguntó él con su voz pasiva de siempre, recuperando su cálida compostura con su hermana, tan solo para ver que ella llevaba en sus manos la camisa, y dejaba de manera vistosa el beso corrido sobre su cuello. Len observó aquello y la memoria no le falló ni una milésima de segundo al darse cuenta de dónde provenía ese labial.
—¿Qué es esto?— preguntó Rin con la voz en un tono muerto y apagado, tratando de buscar alguna clase de punto en el cual estar mientras lo confrontaba. Jamás se había imaginado que tendría que preguntarle esa clase de cosas mientras sostenía esa clase de objetos en su mano. Pero el rubio la miró calmado y simplemente explicó todo tal y como recordaba.
—Solo… fue una tontería, Luka estaba pegada a mi todo el tiempo durante el incidente, y debió de habérsele embarrado al escuchar los disparos— trató de remembrar de la mejor manera posible, pero de algina forma, sentía que jamás podría explicar correctamente todo lo que había rodeado a los sucesos de aquella noche de entre él mismo con Luka —La hubiera alejado, pero no habría tenido caso, además de que no tenía la energía para eso, estábamos alterados por otros asuntos— trató de seguir explicando, cuando las sospechas de Rin se comenzaron a intensificar tras haber agudizado sus sentidos recién despertados, dándose cuenta del aroma a alcohol que seguía en el aliento del muchacho.
—Estuviste bebiendo… ¿Y luego pasaste la noche con Luka?— preguntó ya sintiéndose aterrada por las cosas que decía, mientras que las escenas de un Len con la conciencia y la guardia bajas comenzaba a ser seducido por la bruja de cabellos rosados.
—No pasó nada, todos estábamos preocupados por el Maestro como para ponernos a…— se detuvo al tratar de pensar en una palabra apropiada para describir lo que habría pasado, pero se detuvo al no encontrar una verdadera palabra para describir eso.
—¿Besarse… o acostarse?— completó Rin con las palabras que Len habría dicho —¿O hacerlo lo que deberían de haber hecho de no haber interferido yo?— preguntó nuevamente, ahora cruzando por un límite de pensamiento que su propio hermano se habría impuesto.
—¡Por dios santo!— gritó Len ofendido, pero sin poder contradecir instantáneamente a lo que decía su hermana —Te estoy diciendo que el Maestro estuvo a punto de morir, que hubo pánico en toda la fiesta mientras que tu dormías como si nada ¡¿Y lo único en lo que piensas, es en tus celos inventados de la nada?!— exclamó mientras trataba de salir de esa zona de tanta incomodidad.
—No parece que te importara demasiado el tema… en realidad parece que no te importa nada— se ofendió aún más Rin al sentir que Len trataba de evitar el tema en lugar de darle más importancia a lo que era más relevante.
—¿De verdad consideras la posible muerte del Maestro como algo a la ligera?— ahora fue Len quien trataba de retronar el juego de la culpa, incluso si tenía que exagerar, al final tendría la razón —deberías de aprender a controlar tus celos, en lugar de dejarte llevar por ellos y enojarte sin razón— protestó como si realmente ese fuera el mayor punto de discusión.
—¿Sin razón?— Preguntó ella sin poder creer lo que escuchaba por parte de su gemelo —Es la primera vez que veo que tengas labial de otra mujer en tu camisa, ¿Y me pides que me lo tome a la ligera?— para ese punto ya casi no podía dejar de alterarse por la forma en la que comenzaba a volver a sollozar.
—¿No te das cuenta de que ese no es el problema aquí?— continuó desviando su culpa el joven padre —Se trata de que tú te dejas llevar sin fundamentos, incluso si ya te he explicado que todo fue un ridículo malentendido, ¿Cómo puedes ser tan infantil?— preguntó molesto, tratando de mostrar su punto sin importar lo que pasara.
—Tu sabes que si tengo fundamentos— respondió a su hermano tratando de no salirse de sus cabales —¡Sabes que esto se trata de Luka y de cómo sigues enamorado de ella!— ahora fue ella quien dejó salir en todo lo que estaba pensando.
Y fue por culpa de ese grito, Vigo, quien había estado durmiendo desde que su padre había llegado, comenzó a despertar con los amargos gritos y discusiones de sus padres, comenzando a llorar desconsoladamente, al encontrarse en un ambiente tan lleno de agresividad.
Len se giró y miró al bebé con los mismos ojos con los que miraba a Rin, llenos de molestia y poca comprensión. Pero decidió no redirigir su ira contra el niño —Espero que estés feliz por esto— le comentó a su hermana mientras que iba por su hijo y trataba de hacer que dejara de llorar —Trata de controlar un poco más tus celos, que este pequeño necesita a una madre que lo cuide, no a una hermana que le haga competencia en berrinches— y luego de esto, salió del cuarto con el niño en brazos, pensando en encontrar en el refrigerador un poco de leche materna antes producida del cuerpo de Rin, pero almacenada para evitar que se descompusiera.
Al dejar el cuarto, este quedó en silencio como si estuviera vacío, pero allí estaba Rin, con la cara enrojecida de la ira y la respiración alterada por culpa de los gritos. Volteó a ver a sus pies, era todo lo que podía ver, y observaba las lágrimas manchando sus zapatos. Se daba cuenta de que aquella había sido una discusión como cualquiera de las discusiones de hermanos que habían tenido antes, en donde por el solo orgullo se dejaban llevar, se gritaba y terminaban molestándose. Pero ahora todo era diferente, pues tenía el contexto entero del matrimonio que dejaba de funcionar por culpa de sus imperfecciones personales.
Rin decidió pasar desapercibida el resto del día. Más tarde pudo reunirse con su hijo otra vez, pero en lugar de amamantarlo, prefirió darle de la leche materna acumulada, debido a que creía que el estrés amargaría su propio producto natural. Durante el resto del día no habló con Len, sino hasta la hora de dormir, mientras dejaba que fuera él quien se encargara del bebé y de sus necesidades.
Y pese a que para casi todos en la casa, la situación sentimental de los gemelos pasó desapercibida, Piko estuvo en alerta, por orden de su novia, para que vigilara a Luka, pero tras la abstinencia de esta en la sala de estar, o en cualquier clase de actividad de la casa, decidió que no tendría importancia alguna dejarla fuera de su vigilancia, por lo que se concentró más en Len.
Piko trató de acercarse a Len, y después de un rato de verlo jugar tranquilamente con su hijo, pudo finalmente introducirse al ambiente puramente paternal.
—Cada vez crece más…— comentó Piko mientras que miraba como Len trataba de sostener a su hijo de los brazos para evitar que se cayera al tantear sus pasos de manera equilibrada —Ahora entiendo porque los adultos siempre dicen eso cuando lo ven a uno después de muchos años— comentó con gracia mientras Len tomaba con aprecio su comentario.
—Esa es la idea Piko, por eso nosotros seremos los adultos y ellos nos verán de la misma manera en la que nosotros los veíamos a nuestros padres— concordó Len mientras que el amargo sabor de la carencia de un padre durante la mayor parte de su infancia lo hacía querer retractarse un poco, pero prefirió mantener su comentario como antes.
—¡Oye! no soy tan viejo como tú, todavía no soy un adulto— se defendió rápidamente el peli blanco, pensando en que tener un hijo hacía a Len automáticamente una década más viejo.
—Piko, de eso no hay escape, al final terminarás siendo un adulto como todos los demás— repuso Len, sin tratar de sonar a que lo regañaba de mala manera —Pero será bueno, si es que al final tienes algo por lo cual vivir— sostuvo a su hijo con más cariño, acercándolo un poco a su pecho, mientras este se dejaba llevar por las manos de su padre.
—Bueno, tú y Rin siguen siendo bastante juveniles si me lo preguntas, casi como en los tiempos en los que estaban juntos— recordó Piko la alegría que le daba saber que ellos dos eran la pareja ideal, tiempos tan lejanos como en aquel incidente embarazoso en el que se enteró de la relación que tenían de manera accidental.
Fue entonces, tras haber dicho aquello, que Len comprendió a lo que iba la plática que el joven peli blanco quería entablar, pues conociendo a Miki, ella lo habría enviado con dichas intenciones, aunque cabía la posibilidad de que Piko, siendo tan bienintencionado como se le conocía, se hubiera ofrecido él mismo a eso. Por esta misma razón, no le faltaría el respeto a su amigo y a sus buenas y a su sonrisa bien ofrecida, sino que trataría de hablar lo más razonablemente posible con él.
—Ese es el problema, que ella sigue siendo tal y como cuando empezamos nuestra relación— agregó Len como si casi no tuviera importancia el asunto —De hecho, sin importar cuanto ha pasado, ella sigue viéndose a sí misma como una princesa, mientras que yo he tratado de madurar, y de convertirme en un papá responsable— vio como Piko se angustiaba, entendiendo que al parecer sus pesimistas expectativas se volvían verdad —Y no digo que sea el padre más ejemplar del mundo, pero al menos lo intento, y no es algo que vea que a Rin le importa— escupió sin darse cuenta que su voz sonaba más iracunda en cada palabra que dejaba salir.
—Bueno… pero así es ella, así es Rin, una niña…— trató de ver el lado positivo el peli blanco, pero no encontraba nada agradable en lo que decía —Te enamoraste de ella por muchas razones, y de pronto no puedes simplemente olvidar todo— trató de sacar razonamiento en un área tan poco razonable como era el amor.
—Pero para un matrimonio hace falta más que amor, y un compromiso es más que solamente palabras…— murmuró Len sin intención de faltarle el respeto a su esposa, pero sintiendo todo lo que decía —Sé que ella quería hacer lo mejor cuando dio sus votos matrimoniales, y sé que tampoco mintió en nada… solo que no la creo capaz de formar parte de un verdadero compromiso— se sintió ofendido por solo tener la idea de que Rin pudiera haberle mentido, pero no era en algo en lo que creyera, solo algo que le atemorizaba, como cuando años atrás miraba la posibilidad de que Rin terminase en las manos de otro sujeto.
—Pero… ustedes dos son la pareja perfecta… siempre pensé que para ti, ella era la chica perfecta— pensó Piko en voz alta sin poder estar más que entristecido por esa realidad.
—¿Qué es ser la pareja perfecta?— fue la respuesta de Len, sin enojarse, más que reclamando por ese falso concepto —Nadie es perfecto, y en todo caso habría sido mi culpa pensar que podría ver todas las imperfecciones de Rin sin problema alguno— miró hacia abajo mientras que acariciaba las mejillas de su hijo, lo único realmente perfecto que podía encontrar de su relación con Rin.
—¿Y quién sería perfecta incluso con todas sus imperfecciones? ¿Luka?— preguntó Piko ofendido, como si de pronto se le hubiera timado por toda la percepción que tenía sobre los gemelos y su relación.
—¿A eso venía todo? ¿A las ridículas sospechas de Miki y de lo que cree que vio?— elevó la voz el rubio mientras que tomaba a su niño y lo levantaba en sus brazos, queriendo de pronto alejarse de la manera en la que era juzgado por Piko.
—Miki entiende más de lo que crees…— intentó el peli blanco replicar antes de ver a Len levantándose —¡Len!— le gritó para evitar que se fuera, y este solo se detuvo para evitar que el ambiente problemático lastimara los oídos y el humor de su bebé —No tires todo lo que tienen ustedes dos por solo un impulso… o una tentación…— le rogó con verdadera angustia, sin molestarse en mantener el nivel de dignidad adecuado para una conversación de amigos.
—No he dicho que voy a dejar a Rin, o que nos vayamos a divorciar— quiso aclarar al instante el Kagamine mayor —Solo que no veo que el matrimonio pueda funcionar si ella no deja de ser como lo es…— trató de no decir nada más, como por miedo de lo que su bebé pudiera decir.
—No pides nada imposible… solo trata de entenderla, has que sepa que algo no va bien…— trató Piko de hacerle entender su punto de vista, pero Len solamente suspiró.
—Todavía tiene su oportunidad de cambiar, y la ha tenido desde hace más de nueve meses— y diciendo eso, parecía que al peli blanco se le acababan las opciones para dialogar, por lo que dejó que Len se fuera con su bebé a alimentarlo, mientras que pensaba en lo que le diría a Miki y cómo podrían o no podrían intervenir para ayudar a sus amigos.
Pero poco sabían ellos dos que Rin ya había considerado todo lo que había ocurrido aquel día como un indicativo de que su vida debía de cambiar para bien. Y aunque el proceso de idear las cosas había sido pesado y agobiante, no le quedaba duda alguna en que lo que haría mejoraría las cosas, con o sin Len a su lado. Parecía que el nacimiento del nuevo año había traído verdaderos cambios, y estos no solamente se limitarían a los gemelos.
Desgraciadamente, el incidente del Maestro no solamente había llamado la atención de la prensa, quienes de cualquier forma, tuvieron dificultad en descubrir el apellido de Salta, e incluso tras una investigación, terminaron por dar a conocer un nombre distinto en cada revista o periódico distinto. El verdadero problema fue cuando los directivos de Yamaha tuvieron que indagar en la salud del representante, siendo que tenían que cubrir todos sus gastos médicos, preferían asegurarse de que se tratara de algo legítimamente natural, y no solamente cubrir los problemas de un viejo con la fecha de caducidad cada vez más cerca.
Y es aquí en donde se torna algo desgraciado, al menos para el Maestro, quien tuvo el infortunio de ser visitado por dos agentes de la empresa que él mismo cubría.
Aprovecharon un momento el que sus hermanos no se encontraban en su habitación, y fueron recibidos con ánimos neutrales por parte de Salta.
Tras las presentaciones, el Maestro sugirió que se dirigieran a lo que realmente los había llevado con él. Ellos respondieron.
—Simplemente estábamos preocupados por su estado de salud— respondió uno de los dos, el menos de ambos, de cabeza cuadrada y corte simétrico, con ojos más rasgados de lo común y traje color beige.
—Cada empleado le concierne por igual a la compañía, era natural que enviaran a alguien para que tuviera presencia cuando uno de sus miembros más importantes quedara hospitalizado— insistió el más grande de los dos, más moreno y calvo que el otro, y de rostro aplastado por los lados.
—Como si les fuera a creer eso, he estado suficiente tiempo en esta compañía como para conocer el modus operandi— respondió el Maestro con disgusto —solo díganme si planean reemplazarme con un modelo más nuevo, y me tendrán fuera de esta cama, y les aseguro que ustedes terminarán primero en un ataúd — amenazó como le era habitual al sentirse él mismo frente a un inminente peligro.
—¿Consideraría usted injusto, bajo el modus operandi de esta compañía, que se le reemplazara?— preguntó el sujeto calvo mientras abría su portafolio y sacaba algunas cuantas hojas de manera lenta —Ya que usted insiste tanto en que vayamos directo al punto, quizás usted podría darnos el ejemplo— continuó sacando hojas hasta tener una pequeña montaña en sus piernas y las de su compañero. En ese instante, el Maestro reconoció esas hojas como parte de registros policiacos y otros cuantos archivos de negativa publicidad.
—¿Me han investigado?— dedujo Salta mientras que su cara permanecía con la apariencia de ni decir nada.
—Desde que inició el asunto del "embarazo incestuoso" usted ha pedido un sinnúmero de favores, algunos a nuestra misma red empresarial, otros a sus amigos personales, pero no tenemos la menor duda de que alguno de ellos han sido no solamente inmorales indecentes, sino que también rayan en la ilegalidad— protestó el mismo sujeto calvo —No nos cabe duda de que si fuera por usted, esta compañía se dedicaría en su totalidad al crimen organizado— siguió insistiendo en tratar de manera despectiva todo el asunto.
—No, de hecho, me agrada cómo funciona la organización… toda esa fachada de una empresa dedicada a la música funciona perfectamente, en especial con la ayuda de los espectáculos públicos y las giras facilitan los contactos con grupos internacionales— respondió el Maestro con lo que parecía ser sarcasmo, pero al parecer lo decía en serio.
—¡No se atreva a seguir hablando así de nuestra empresa!— gritó el otro sujeto que se había limitado en sus palabras, al parecer, siendo él alguien de un carácter mucho más fuerte que su compañero, incluso si esto significaba violencia.
—Hasta donde sabemos, usted cometió crímenes que van desde la extorsión y el soborno, hasta posibles actos de violencia y homicidios— dijo con furia el sujeto sin cabello —No creo que usted debería de tomarse el nombre de nuestra empresa a la ligera, no cuando nos tiene atados al cuello— amenazó con la seriedad con la que quería que se le tomara.
—Si usted piensa que me intimidarán sus amenazas, déjeme decirle que cualquier niño me podría amenazar peor de lo que usted lo hace, y lo ha hecho, con un arma real, de esas que matan gente— se rio al ver que casi no cambiaban las expresiones de sus interrogadores —usted no tiene nada con lo cual amenazarme, incluso si cree que lo tiene— habló con su seguridad habitual, pero sin perder a expresión de gracia que había dejado anteriormente la risa fingida.
—Tenemos sus archivos, y suficientes registros como para hundirlo en la cárcel sin que su voz vuelva a sonar en la vida pública de Vocaloid, mucho menos, que vuelva a ser escuchada por sus "estrellas"— clamó en respuesta a la burla tan condescendiente.
—Usted no era más que una pieza desechable— habló de nuevo el sujeto bajo —Desde el inicio, lo contratamos como chivo expiatorio, para deshacernos de usted cuando surgiera algún problema con nuestros talentos, o para culpar en caso de que ocurriera algún percance— continuó expresando con voz fuerte y feroz —No crea que seguiremos jugando a su ridículo juego de ajedrez, no nos importa los amigos que tenga, ni las jugadas que planee, si queremos, podemos voltear la mesa y tirar su tablero, y terminar con usted— finalizó como siendo esto lo último que había de decir.
—Ustedes… creen que sería tan fácil acabar con lo que he construido hasta ahora— la conversación había llevado al Maestro hasta un punto en el cual estaba conteniendo su ira, sintiendo sus manos temblar por una ira como la que nunca había sentido —Ustedes me contrataron creyendo que sería como un pañuelo desechable, pero no… ¡Yo soy parte fundamental de la empresa!— gritó mientras que golpeaba su puño contra la cama, resultando curiosamente más sonoro de lo esperado —Anden, les reto a que vayan a mi casa, intenten quitarme mi dinero, no encontrarán nada, pero no porque todo lo haya invertido en drogas o armas, tengo el noventaicinco porciento de mi dinero invertido en Crypton y en Yamaha, y en muchas de sus subsidiarias, algunas de las cuales existen gracias a mi inversión— proclamó, viendo que esto servía para alterar a los dos interrogadores aunque fuera en lo más mínimo —¿Piensan que solamente soy un eslavo ebrio y descarriado? Tengo suficiente dinero como para substanciar una guerrilla en cualquier país que quiera, y si creen que pueden hundirme, pueden estar seguros de que hundiré, quemaré y destrozaré tanto a la empresa que, hasta los sujetos de la limpieza enfrentarán demandas— terminó de amenazar mientras que le apuntaba a los dos.
—No tenemos ningún registro de que usted sea socio mayoritario— argumentó en contra el sujeto calvo.
—El crimen perfecto es el que no deja rastros— contestó Salta con rapidez —Inventar nombres japoneses es muy fácil, así que no hay necesidad de crear cuentas anónimas— explicó sin mucho detalle, como si deseara que ellos mismos investigaran el asunto.
—Si piensa que ganará en esto… se equivoca— volvió a hablar el más agresivo de los sujetos.
—No busco ganarles, solo coexistir con ustedes— mostró de nuevo su sonrisa con tintes sadistas.
—No importa, de cualquier forma, usted sigue en la cuerda floja— contestó el sujeto más alto —Olvídese de vocaloid 3, si cree que no podemos hundirlo, al menos podremos estancarlo— gritó sabiendo que aquel era el proyecto más importante para el Maestro, planeando la resolución a esta amenaza más tarde.
—Que tenga usted buen día— habló por última vez el sujeto más agresivo mientras salía rápidamente con su compañero, tras haber guardado los registros. Los dos habían llegado a la resolución silenciosa de tener que ir a investigar mejor el asunto, retomar sus armas disponibles y regresar a demandar como debía de hacerse, pero más tarde se enterarían de que Salta, realmente había orquestado una construcción tan meticulosa, que ante su deseo, todo podría irse a la bancarrota, y no valdría de nada tener aparte en mal nombre que la ilegalidad de sus acciones traería.
Por su parte, el Maestro había quedado estancado, tal y como lo habían dicho. Había jugado su carta más fuerte para librarse de un encierro seguro, y ahora solo le quedaba esperar a que esta hubiese funcionado. Desgraciadamente para él, el nuevo año trajo la cancelación del tercer proyecto Vocaloid, y la negación de muchos de sus ascensos. Si deseaba mantenerse a flote, así lo haría, pero no podría progresar, se mantendría con su mismo trabajo, con su mismo puesto.
Estaba prácticamente entre la espada y la pared, y de alguna manera eso le hacía sentirse asfixiado. Para el momento en el que regresó a su casa, se notaba como su ánimo se había apagado. Pese a que casi todos pensaban que ese cambio era a causa de la debilidad física, el Maestro aprovechó esta suposición para justificarse, y mostrar como algo común la ausencia de ánimo.
Cuando se le preguntó, que es lo que haría, al menos con los siguientes planes, él solamente mencionó que los itinerarios continuarían como estaban planeados, y que trataría de conseguir más conciertos más adelante. Se le cuestionó únicamente una vez acerca de lo que ocurriría con el proyecto de Vocaloid 3, y esa sola vez, su respuesta fue que lo pospondrían, siendo esta frase el concepto más oficial de información que sería arrojado del proyecto, al menos durante la siguiente década.
Con la llegada del nuevo año, también llegó la nueva esperanza de Miku en poder concebir un hijo, gracias a un tratamiento experimental para la impotencia de Kaito, que seguramente le ayudaría en lo que le hacía falta para poder concebir un hijo, incluso si había de ser necesario operarse o recibir donadores de algún tipo. Mikhail, quien se hizo cargo de las consideraciones de este asunto, se tomó la molestia de contestarles que eso no sería necesario, y propuso distintos tratamientos que constarían en visitas cada dos semanas al consultorio de algunos de sus colegas. Tenían la esperanza de que en menos de un año, Miku pudiera quedar embarazada.
Se percibía una nueva época de estabilidad, se percibía que la tranquilidad al fin se había alcanzado. Nuevas relaciones comenzaban a florecer, mientras que otras simplemente se habían ya marchitado. Luka se había ido de la casa a vivir en un hotel, regresando únicamente durante los ratos en los que debía de realizar grabaciones.
Pese a que todos parecían tener un avance en sus relaciones, unificarse de mejor manera, casi nadie sospechaba que Len y Rin se habían distanciado con lentitud. Lily y Gumi siguieron invitándoles a sus almuerzos como si nada hubiera pasado en la noche del 31 de diciembre, después de todo, no debían de saberlo. A excepción de la pareja formada por Piko y Miki, no había nadie más que sospechase de un distanciamiento, en especial porque en los siguientes días, se veía a los gemelos jugando agradablemente con su hijo, mientras este trataba de pronunciar difícilmente algunas cuantas palabras de dos silabas.
La mayor crueldad de la situación, es que habían de pretender que todo seguía como si nada. Len no le volvería a recriminar a Rin acerca de su comportamiento infantil, y a la vez, Rin no haría más que retener cualquiera de sus reclamaciones por la forma en la que su hermano veía su comportamiento, y tomarlo todo como un crítica, que bien podría ser tan destructiva o constructiva como lo tomara.
Pasaron tan solo un par de días. El tiempo se había vuelto más frío y seco, al igual que la relación de los Kagamine. Aquella noche en la que el bebé se había dormido temprano, y con la esperanza de que no volvería a llorar en un buen rato. Los gemelos se recostaron con tranquilidad mientras que sus miradas se encontraban en direcciones opuestas. No hace falta aclarar que sus manos se mantenían apartadas y frías, mientras que en semanas pasadas, estas cuando mínimo se encontrarían las unas con las otras, en un contacto íntimo y necesario para los dos. Dormían juntos, en la misma cama y bajo la misma sábana, y de cualquier manera, la situación, tan simple pero tan pesada, había dejado una tensión insoportable entre los dos. Jamás habían peleado de esa manera, ni se habían mantenido tanto silencio entre los dos, a excepción de la ocasión en la que Len se había conseguido esa relación con Miku.
Len era quien se mantenía pensando más que su gemela, o al menos eso quería pensar. Era de las pocas veces en la que se cuestionaba acerca de lo simplemente impensable. No cabía en su imaginación una situación en la que realmente abandonara a Rin, cambiándola por Luka. Esa decisión sería, sin duda alguna, una completa locura, y le ofendía que su propia esposa lo creyera capaz de eso, sin considerar siquiera la descortesía de sus propios amigos en creerlo.
Pero lo que realmente había mantenido a Len en la penumbra, con los ojos abiertos, era no poder siquiera responderse de manera correcta esa pregunta cuya sola duda debía de ser impensable ¿Sería capaz de dejar a Rin por Luka? O a cualquier otra mujer en lugar de su gemela. Quería pensar que ya tenía la respuesta, que el rotundo no que se había contestado a si mismo le ponía punto final al asunto, pero de ser así, ¿Por qué no quedaba todo desechado una vez terminado? ¿Por qué sentía que había algo más que decir, o decidir acerca del asunto? Solo quería decir que el asunto no se había terminado, que Luka seguía rondando en sus pensamientos y que pronto, o quizá nunca, sus principios se cuestionaría acerca de lo que quería, y acerca de lo que representaban sus principios.
Rin, por su parte, ya tenía todo pensando, y la razón por la que se mantenía despierta, era por imaginar lo que podría decir su hermano en reacción a lo que tenía que decirle. Manteniendo su completa actitud atrevida, decidió que no era posible continuar guardando silencio, pese a que Len, por todos los años que habían pasado juntos, fuera el único que le hacía doblegarse de vez en cuando.
—Oye, Len…— habló en vox baja, sin querer despertar a su bebé, que debía de estar profundamente dormido. Esperó unos segundos antes de escuchar a su hermano moviéndose un poco.
—¿Qué pasa?— preguntó sin mostrar el más mínimo rastro de haber estado dormido, es decir, sin pretender que a él no lo tenía molesto el insomnio.
—He pensado mucho en lo que pensábamos antes de que ocurriera todo lo del embarazo— inició demostrando poseer mirada analítica retrospectiva —Lo que pensábamos… acerca de dejar toda esta vida de vocaloid y sentirnos más libres— dijo lentamente para que su hermano le fuera siguiendo.
—No creo que debamos siquiera volver a considerar esa posibilidad, Rin— contestó algo tajante el Kagamine —Antes podíamos pensarlo plenamente, pero necesitamos una fuente de ingresos sólida y constante para cuando el bebé vaya a nacer— le recordó sin siquiera considerar lo demás que tendría que decir la chica.
—Lo sé, pero eso es lo mismo que he estado considerando— tarde pero segura, Rin trató de adelantarse al tren de pensamiento que su hermano seguramente estaría llevando —Quiero decir, que puede que el Maestro no resulte ser la persona más estable del mundo, y es mediante él con quien has manejado la mayoría de tus inversiones— remembró con gran detalle ese hecho —Pienso que si de verdad queremos algo seguro, debemos de esforzarnos de verdad por conseguir algo que nos asegure que nuestro hijo tendrá todo lo que necesita y no le hará falta nada— ahora si pronunciaba cada palabra con seguridad.
—¿Qué tienes en mente?— fue al grano su hermano en cuanto percibió algo de interés en lo que iba a proponer su hermana.
—Papá lo dijo una vez, el papel habla por sí mismo, y aunque pensaba que se refería al dinero, me di cuenta de que siempre habló de su tan anhelado título universitario— ahora, como una nueva manera de entablar interés, le recordó algo que su padre repetía constantemente al recordar los tiempos de dificultad en la infancia de los gemelos, cuando por falta de una preparación de nivel superior y algo que le respaldase, era imposible conseguir empleo —Pienso que podríamos estudiar algo que nos gustara, algo que nos fuera fácil, y a partir de eso, conseguir empleo en caso de ser necesario— propuso sin más letargo, aun mirando a la cuna en donde dormía su bebé.
—Me parece buena idea— respondió Len —Pero no creo que sea fácil acceder a la educación universitaria tras tanto tiempo fuera del sistema educativo…— recordó el hecho de que llevaban casi dos años sin tocar un aula escolar —Ni hablar de que sea un lugar cuyos horarios nos permitan cuidar a Vigo como se debe— comenzó a comportarse un tanto pesimista, pero ya en un punto más entendido.
—No te preocupes, Lenny, déjame a mi esos detalles— habló Rin con un tono entusiasta mientras acababa la conversación al mostrar el mayor nivel de madurez posible, permitiendo que el resto de la noche la conversación se deslizara de manera tranquila y suave entre los dos, calmando un poco la tensión.
A la mañana siguiente, se ocuparon en informarse por internet acerca de las propuestas educativas que ofrecían las múltiples instituciones de educación superior en el país. Encontraron sumamente complicado el adherirse a una escuela de tiempo completo, en donde prácticamente tendrían que abandonar sus libertades con tal de obtener un título, cuando ellos buscaban algo más provisional por el momento, siendo que su negocio principal era la música, pero preferían estar respaldados por algo que les pudiera dar de comer en caso de que fuera necesario.
Después de un poco de discutir, finalmente se presentaron al Maestro, con la idea que habían desarrollado. Le pidieron que revisase las ideas que tenían para su futuro, algo que al parecer no requería de su permiso, sino tan solo de una mínima aprobación. Cuando pasó la hora del almuerzo, se citaron en su oficina, un poco más desordenada que de costumbre
—¿Quieren tomar clases de ocho horas al día?— preguntó Salta mientras que miraba a la hoja impresa en la que se mostraban los programas y las materias a impartir en las clases.
—Serán ocho horas entre nosotros dos— explicó Rin con facilidad, señalándose a sí misma y a Len, mientras que en su brazo derecho sostenía a su bebé, quien trataba de mantenerse sostenido de su cuello —Serían cinco días a la semana, en clases cuatrimestrales, por dos años— resumió rápidamente, haciéndolo parecer muy poco.
—¿Por qué ponerse a estudiar una carrera? ¿Por qué así de repente?— preguntó sin comprender porqué de pronto el cambio —¿Y qué cosa quieren estudiar exactamente?— preguntó al darse cuenta de que sentía demasiada pereza en leer toda la información que había sido pasada a su escritorio.
—Rin estudiará recursos financieros, yo estudiaré contaduría— habló ahora Len, saliendo con la aclaración de sus elecciones —Creemos que si tenemos que manejar el dinero fruto de nuestro trabajo, deberemos de hacerlo con la mejor preparación posible, sin contar que nos puede ayudar a conseguir un trabajo—
—¿Un trabajo? Suena a que es una alternativa a lo que hacen ahora, no o una solución en caso de que finalicen sus contratos, que en caso de que lo olviden, no puedo dejar que pase todavía— habló severamente, como sintiendo que eso sería lo necesario.
—Maestro… no sabemos qué tan estable pueda ser todo esto de… Vocaloid— habló Len comprendiendo que habían de entablar esa difícil situación tarde o temprano.
—No queremos sonar a que nos estamos aprovechando, pero con la popularidad bajando cada día, y con usted…— Rin trató de complementar lo que decía su gemelo, pero se trabó al no encontrar una manera fácil de explicarse —Con los cambios que ha habido, no sabemos si usted esté en el futuro, y por lo tanto, nada nos asegurará que tendremos este ingreso que nos da Vocaloid— trató de sonar sensible, pero Salta solo los miró con repudio.
—El flujo de canciones, conciertos y demás proyectos no se detendrá, aunque ustedes puedan creer que si— contestó firmemente el Maestro mientras se levantaba un poco —Incluso si piensan que lo hará, es mi trabajo que este continúe, y no puedo permitir que sus simples dudas se conviertan en paranoia— les advirtió elevando la mano, pero sin mostrar ira.
—Entonces… ¿De verdad todo está bien con usted y con la empresa?— preguntó Len, tratando de llegar a algo verdaderamente trascendental para la situación.
—Tal vez exageramos al pensar que la fama de Vocaloid no se mantendrá… pero usted se ha comportado de tal manera que no nos hace sentir seguros de que todo seguirá como antes— trató de razonar la necesidad de una mayor seguridad laboral.
—Puedo ver porque dudan de mí… a pesar de que miles de veces les he dado muestras de que hagan todo lo contrario— se consternó ligeramente Salta —Lo cierto es que como ser humano me encuentro en un punto en el que desconozco que más hacer, o que propósito, meta, o deseo perseguir— tragó con fuerza mientras suspiraba fuertemente —Ustedes no lo entenderán, pues son padres primerizos, tienen toda su vida y la de su hijo por lo cual ver hacia el futuro…— confrontó a los gemelos con su cuestión de vida —Yo no mentí cuando dije que detestaba casi todo lo que he logrado en este trabajo, y por desgracia, los directivos de la compañía me han estancado en este mismo puesto… pero por desgracia, me percaté de que incluso logrando sacar el proyecto de Vocaloid 3 por delante, no habría sido suficiente para mí—
—¿Entonces qué es lo que quiere?— preguntó Rin con la intensión de mostrarse útil para el representante, algo sumamente difícil, pues un adulto viejo y mayor que no tenía familia, o metas en la vida, no se veía como alguien a quien se le pudiera ayudar fácilmente.
—No voy a mentir… para este punto de mi vida, deseo recuperar el sentimiento que tenía cuando tenía la edad de ustedes, y pertenecía a las fuerzas armadas de la unión soviética— vio que a ambos se les crispaban los nervios simultáneamente —Deseo la gloria de pertenecer a algo superior y trascendental, más que un simple producto para los otakus del mundo— dijo con toda sinceridad, siendo a lo más que llegaría con cualquier persona, pero Len y Rin lo miraron sin comprender que pensar de sus palabras, o en qué contexto aplicarlas a su situación —Como sea, no me pidan comprensión, en lo que a mí respecta, ustedes pueden seguir llevando sus vidas como lo deseen, por obligación, debo de proveerles trabajo continuo, pero fuera de esto, hagan lo que quieran— y dio por cerrada la conversación, sin querer decir nada más que eso, acerca de su vida, o de su motivación para seguirla, pero a cambio, le dio la seguridad a Len y Rin de que no obrarían mal de seguir con sus planes de educarse para la vida útil como adultos.
Afortunadamente para ellos, no eran los primeros vocaloids en querer extender su educación. Gakupo había sido el primero, y de manera graciosa, había recomendado una institución especialmente creada para la educación de adultos que hubiesen quedado retrasados en sus estudios por cualquiera que fuera la causa, combatiendo así el mal terrible del desempleo a causa de la falta de preparación.
No había una identidad como la de las instituciones en las que habían estado antes. Eran conjuntos de salones en un gran edificio al lado de una de las estaciones del metro, y en esta la gente podía simplemente entrara recibir cursos específicos, o cursos más aplicados en ciertas áreas. Pero para Len y Rin, los cursos serían algo distintos. Por lo mismo, sus horarios de clase fueron los más convenientemente diferentes que pudieron seleccionar ellos mismos, los dos tendrían que atender a cuatro horas de clases solo cinco días a la semana, de manera equitativa.
Len estudiaría de ocho de la mañana a doce del día, y Rin, convenientemente, de doce del día hasta las cuatro de la tarde, la idea de la elección de estos horarios, era que Rin podría estar presente cuando Vigo despertara, dándole de comer y calmándolo en lo que llegaba su hora de ingreso a clases. A las doce del día, Len saldría y haría un cambio con Rin, recibiendo al bebé en sus brazos y cuidándolo él mismo hasta las cuatro de la tarde, cuando Rin saldría y podrían realizar sus actividades comunes. Esto sin considerar las tareas que tendrían que realizar diariamente.
Así iniciaba la rutina de cada día: Len despertaba aproximadamente a las seis treinta de la mañana, y día con día, mostraría un poco de afecto al somnoliento cuerpo inmóvil de su gemela, una pequeña muestra de que la apreciaba más ahora que en los pasados meses, sintiéndose reconfortado de tenerla en la cama a su lado. Tras despertar, se asearía y se vestiría, para que antes de las siete en punto, estuviera preparado para el despertar de su hijo y por lo tanto, el de su querida esposa. Salir de la casa mientras que ella se quedaba en la cocina atendiendo al pequeño Vigo, con todo y su mochila, le hacía sentir que realizaba ese pequeño y un tanto cliché sueño de vida japonesa (equivalente al preciado "Sueño Americano"), en donde él era el padre de familia que salía a ganar el pan. Aunque lejos de desear esto, preferiría una vida en donde Rin trabajara a la par con él.
Pasaba un rato en el metro de la ciudad, y luego se preparaba para sus clases. Teoría matemática, numérica, probabilidad y estadística, arrojado todo de una manera que no era tan fácil de digerir como podría serlo, sino para movilizar a las mentes de los adultos jóvenes y no tan jóvenes, que frente a la suposición de la mayoría de sus profesores, debían de estar sumamente oxidadas tras años de ser clasificados como infames "NEETs".
Pero las clases, al menos durante el primer año, jamás fueron demasiado complejas. Para cuando sus clases se terminaban, tenía suficiente en lo cual pensar, ni siquiera sintiéndose tan agotado como cuando se encontraba en la preparatoria. Descubrió que algunos cuantos de sus compañeros, no muy abundantes en realidad, estaban en situaciones similares. Uno de ellos era un adulto que le doblaba la edad, y que había sido cruelmente despedido hacía dos años y que esa era su alternativa para poder sustentar mejor a su familia en un futuro cercano, siendo que trabajaba el resto del día. Otro más, de al menos treinta años, decía que había pasado mucho tiempo ganando dinero por internet, sin necesidad de salir a la calle, y siendo su madre su mayor sustento, hasta que esta murió, y por lo tanto se vio forzado a buscar una vida más independiente. De igual manera, este sujeto se dedicaba a trabajar y a estudiar.
Len no quiso quedarse atrás, y explicó su situación, y por fortuna, sus compañeros apenas y lo reconocieron como un sujeto que salió alguna vez en la televisión, mucho menos sospecharon de su incestuosa relación. No tenía más de diez compañeros, y las situaciones no eran demasiado diferentes de unos con otros.
Al terminar sus clases, y siendo el primer día idéntico a los días consiguientes, se encontraba con Rin a la salida. Ella cargaba en sus brazos a Vigo, quien traía algún dulce en la boca, o algún juguete o peluche, y se lo entregaba en los brazos al rubio, quien tras despedirse con un beso de su hermana, caminaba de vuelta a casa con el infante cargado en sus brazos. Tomaba el metro como en la mañana y al entrar a casa, le daba algo de almorzar al pequeño.
Después de eso, terminaba la corta tarea que le habían dejado y esperaba a Rin a que llegara pasadas las cuatro de la tarde. Ella describía su día como algo sumamente alegre, pese a que en realidad, se sentía ligeramente aislada de sus compañeros de clases, quienes al igual que con Len, eran bastante mayores, y en su mayoría todos hombres, más aparte alguna mujer, quien tampoco estaba dispuesta a llevarse muy bien con la vivacidad habitual de Rin.
Para ella, la explicación de los profesores había sido clara, no estaban allí para volverse los seres más competitivos del país de la noche a la mañana. El curso entero era para poder introducirse a este, o simplemente convertirse en administradores de empresas pequeñas. Lejos de eso, el verdadero camino que deberían de seguir para poder llegar a ganar verdadero dinero, costaría mucho más tiempo.
Pese a que sentía desanimada, y por muchas razones podría haber optado por salir, la vida se había vuelto un poco más tranquila que antes, al menos con respecto a cómo vivía su relación. Tenía algo en lo cual ocuparse bastante, y de todos modos, debía de seguir cuidando al bebé, y aun así, después de todo eso, debían de seguir ocupándose de vez en cuando en las grabaciones.
La noche del primer día, pensó en cómo sería decirle a Len que se arrepentía de todo aquello, sin querer, diciendo que desearía elegir otra carrera, pero con toda la inseguridad que podría tener una decisión como esa. Pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, al tener a Len frente a sí misma, su hermano fue el primero en decir algo.
—Len… lo lamento mucho— habló con voz calmada mientras que abrazaba de la nada a su hermana por la cintura —Lamento mucho haberme enojado tanto de la nada antes… no te permití demostrar que tan madura querías ser— admitió un poco avergonzado.
—¿Qué es lo que dices?— preguntó Rin confundida —Yo fui quien se comportó como una inútil todo el tiempo, ni siquiera podía tomar verdadera responsabilidad de lo que había ocurrido— argumentó ella, queriendo darle la razón a su hermano al menos por esa ocasión.
—Sí, pero realmente… diría que fue mi culpa, yo soy quien siempre te he consentido tanto, quien siempre he tratado de que te sientas como una princesa, no era justo que deseara que todo cambiara, mucho menos si yo no hacía nada más que seguir haciéndolo todo por ti, esperando a que cambiaras de la nada—
—Yo debí de haber percibido eso…— respondió Rin sintiéndose ofendida por aquello, como si ella fuera una niña que tenía que ser cuidada, y a la cual le deberían de haber dicho cómo comportarse en cada etapa de su vida.
—Bueno… quizá… pero solo quiero que sepas que lo lamento mucho— reflexionó Len de nuevo mientras que sostenía con cariño a su gemela, volviendo a juntarse como no lo habían hecho en mucho tiempo —Creo que olvidé por un momento que tu y yo debemos de ser un equipo, trabajar juntos, y más que nada, comunicarnos— habló de la manera más clara posible, tratando de sacar con esto los pensamientos que había tenido acerca de Luka días atrás, cuando habían iniciado la idea de regresar al camino de la educación.
—Si… adoro que nuestra relación se base precisamente en eso, en la comunicación— dijo con alegría Rin, tratando de sonar lo más positiva posible, sintiendo que quizá su situación si había mejorado, que debía de dar y recibir en una relación, así como Len se había esforzado en darle todo, ella bien podría ayudar a Len a lograr cualquier sueño que quisiera lograr.
—Si… se siente bastante bien— musitó débilmente el muchacho mientras que se acercaba nuevamente a la chica y la besaba tiernamente en los labios, tratando de profundizar el beso con rapidez, mientras que sus manos la rodeaban con más afecto por debajo de la sábana.
Comenzaron a besarse, disfrutando un poco de la intimidad que la hora del sueño del bebé les daba, mientras que trataban de mantener bajo el volumen, no podían poner a descansar el instinto que ya había nacido desde hacía mucho tiempo.
Len se giró con tranquilidad, y comenzó a besar la clavícula de Rin, provocando en ella una risa impaciente, que deseaba que el calor de los labios de su amado se extendiera por el resto de su cuerpo. Pero en lugar de seguir sintiendo los labios, sintió las manos de Len bajando los tirantes del camisón que usaba para dormir, aprovechando la desnudes inmediata para poder acariciar sus pechos a la par con ambas manos, de una manera un tanto posesiva y a la vez cariñosa.
—¡Len!— gritó Rin apenada mientras sentía el fuerte agarre de su hermano, pues no solamente acariciaba, sino que los presionaba, como comprobando la forma en la que estaban compuestos. Este solo se levantó a su altura y la miró a los ojos.
—Te ves tan diferente ahora…— dijo con un habla suave y dulce —Tus pechos han crecido mucho… tu cabello es más largo… te ves tan… adulta— pronunció mientras que con una mano suelta acariciaba uno de los mechones del cabello rubio de su hermana. Ella decidió interpretar estas palabras, no tanto así como una referencia a su aspecto físico, sino más bien como si para él, ella ya hubiera llegado a la madurez.
Después de eso, ambos se entregaron al deseo carnal, y terminaron por provocar más ruido del deseado, que afortunadamente, no removió la calmada siesta del pequeño Vigo, quien despertó como siempre a las siete treinta de la mañana, con la alegría de seguir la misma rutina de cada día.
Los días que siguieron, o mejor dicho los meses, fueron parecidos. No hace falta mencionar la rutina que se siguió para cada uno de estos, como mes con mes, el cambio de clima les hacía cambiar sus preparativos antes de salir a continuar con sus estudios, o como dichos estudios habían de tomar una fase de intensificación una semana o dos antes del final del cuatrimestre.
Hubo un par de cosas que distinguieron a muchos días de entre los otros. Algunos de ellos eran diferentes gracias a la libertad que les entregaban al final de ciertos periodos, de tal manera que les alcanzó el tiempo para convivir mucho mejor que antes. La mayor parte de acontecimientos ocurridos durante los dos años siguientes, no los involucraron mucho a ellos dos, muchos de los relatos eran más bien de la aventura que presentaba la paternidad. Cosas como la primera vez que Vigo habló con una frase coherente, cuando aprendió a caminar por sí mismo, o cuando tuvo su pequeña ceremonia de bautismo por parte de Thel, fueron días encapsulados de alegría antes de volver a sus estudios habituales. Pero de todas esas historias, el amor ya se había presupuesto entre Len y Rin de una manera ideal, y serán historias para otra ocasión. Aún faltaba una herida que no podía ser dejada abierta durante el periodo en el que los gemelos siguieran viviendo junto a los demás miembros de Vocaloid, y dicho esto, solo nos hace falta ver aquel último conflicto que hizo inexistente la posibilidad de una convivencia en aquella casa.
Era el final de octubre del 2017, Len recordaría esos tiempos toda la vida, siendo que tres años atrás, habían ocurrido las mayores complicaciones del embarazo. Se acercaban los tiempos en los que sería el final del curso, y por desgracia para Len, las materias habían superado la inteligencia del chico, o al menos eso era lo que él había comenzado a pensar, cuando sus calificaciones en tres de estas fueron insatisfactorias.
Desde que había "reprobado" por así decirlo, se había puesto mucho más serio en sus estudios, casi sin salir de su cuarto en cuanto llegaba, como si fuesen siempre periodos de examen. Rin tenía dificultades similares, casi desde el principio de la carrera que seguían, pero Len le auxiliaba un poco, no obstante, Len no tenía realmente a nadie más a quien recurrir, siendo que él era el más aplicado de toda su clase.
Solo le quedaba pedir ayuda a su hermana para que ella se dedicara a cuidar al bebé, pero hasta esa hora, no podía esperar nada más que quien le ayudara fuera su fiel amigo Piko, al lado de Miki, quienes a diferencia de Miku, se hacían responsables como padrinos.
Aquella mañana había pasado ya tres horas resolviendo la misma serie de ejercicios, en las cuales tomaba relación una serie de procedimientos basados en vectores, o algo similar, pero con relación al cálculo integral y diferencial. Más allá de eso, se le sumaba a la dificultad de sus materias el uso de matrices y transformadas, de manera superficial, pero no lo suficiente como para librarlo del hartazgo.
Aquella sería otra noche sin sueño, otro día más en el que no podría simplemente ponerse a jugar con Vigo, sino que tendría que dejar con sus niñeros durante más tiempo. Rin por su parte, también estaba atareada por las horas que tenía que atender a sus tareas, pero al menos ella contaba con asesoría de unos cuantos profesores y profesoras. Len era más del tipo orgulloso quien sentía que los maestros eran quienes lo desafiaban y que recurrir a ellos era como hacer trampa.
Casi daban las tres treinta de la tarde cuando escuchó abrirse la puerta de su cuarto. Se giró pensando que vería a Piko sosteniendo a su pequeño, pidiendo que ayudara a tranquilizarlo, pero en lugar de eso vio a cierta persona a quien no veía en casi un año entero.
—Luka— dijo con hartazgo mientras que se giraba rápidamente, como si no quisiera verla —¿Qué rayos haces aquí?— preguntó molesto mientras que ella solamente adquiría una mirada de molestia. Llevaba puesto un vestido bastante atractivo, de color amarillo que llegaba hasta su rodilla, y que permitía ver sus pechos de manera natural. Llevaba consigo misma una libreta junto a una clase de calculadora.
—Gakupo me comentó que tenías problemas de aprendizaje con ciertos temas, me pidió que te asesorara— mencionó ella como si fuera lo más común del mundo el que ella fuera a ayudarle. Entró a la habitación, mientras que elevaba el libro que llevaba en la mano y se lo ofrecía —Sé bastante de cálculo como para poder ayudarte, si no me crees, pregúntale a Gakupo— trató de defenderse mientras que Len solo le miraba con desagrado.
—Es una gran casualidad que seas tú, de entre todas las personas de la casa, quien justamente me quiera ayudar, cuando Rin no está presente— habló con tora la ironía posible —No me interesa si es que de verdad sabes o no cálculo, solo quiero que te vayas de aquí lo más pronto posible, no quiero tener nada más que ver contigo— habló con suficiente fuerza como para que no quedara duda de que no la quería volver a ver.
—¿Qué es lo que pasa?— preguntó molesta mientras que tiraba el libro sobre el escritorio del chico —Pensé que la última vez que habíamos hablado, habíamos quedado bien— dijo refiriéndose al día en el que se habían visto en el hospital, a causa del suceso del Maestro. Realmente no se habían podido hablar en todo ese tiempo. Luka había optado por huir de la casa, si es que esa palabra era la más apropiada para describir su salida del proyecto. Y no había coincidido ni una sola vez con los gemelos, ni siquiera en los días libres, y menos durante la fiesta de navidad o la de año nuevo, a las que la peli rosa había asistido, pero a las cuales Len y Rin habían huido con tal de volver a ver a sus padres y a sus hermanitas en esas festividades.
—¡¿Quedado bien!?— gritó Len enojado —Casi arruinas mi matrimonio, y puedo decir con seguridad de que lo que trataste de hacer, fue en pleno uso de tu conciencia y de manera intencional— le acusó mientras recordaba todo el sufrimiento y duda que le había traído esa sola experiencia.
—Oh… ¿Entonces tengo la culpa de querer aclarar las cosas que jamás nos pudimos decir?— preguntó mientras que se acercaba a él —No creo que tenga la culpa de mirar al pasado y encontrar una terrible falla y querer solucionarla— trató de comportarse de manera razonable mientras que Len parecía solamente querer apartarse de ella.
—No se puede solucionar nada… Rin ganó, si es que quieres verlo de esa manera, y no puedes hacer nada más para cambiar las cosas, sin importar lo que quieras intentar— declaró el rubio mientras que se trataba de tranquilizar ante lo que quiera que estaba sintiendo en ese instante, ya fuese deseo de venganza u otra cosa.
Luka permaneció inmóvil unos instantes, tratando de razonar lo que Len acababa de decir, y finalmente generó una interrogante que el Kagamine había enfrentado antes —¿Tenías miedo de que si te besaba, te dieras cuenta de todo lo malo que has hecho y te arrepintieras de repente?— preguntó con un toque de malicia, pero manteniendo como siempre las apariencias.
—No— respondió Len de manera tajante —No le temo a eso, y sería ridículo temerle a algo así cuando tengo la seguridad de que amo a Rin de la manera en la que siento que la amo— trató de encontrar algún punto de razonamiento en toda esa lógica, pero lo cierto es que al referirse a esa clase de temas, nadie era un experto, pues era algo parametrizable.
—Si estás tan seguro, ¿Por qué no permites que te bese como lo habría hecho haber yo "ganado"?— interrogó la peli rosada de manera mordaz, nuevamente, acercándose más a él.
—Porque darte ese solo beneficio de la duda sería literalmente estúpido…— habló Len convencido y con hartazgo de que tuvieran que continuar con ese tema —Lárgate con tus supuestos hipotéticos y alternos, no necesito esta clase de estrés cuando ya tengo todo lo demás en que pensar— trató de alejarla, de volver a sentarse, pero ella solo se inclinó a su altura.
—Sé cómo ayudarte con eso— respondió Luka inexpresiva, antes de tomar a Len por ambas mejillas y besarlo con profundidad. Un beso invasivo, transgresor, y correspondido, después de que los ojos del joven Kagamine se mantuvieran abiertos por la impresión, y consecuentemente se cerraran tras un acto de relajamiento involuntario de su cuerpo.
El beso fue tan efímero como los nervios crispados, las caricias de la chica sobre las mejillas del rubio, y como la sensación de las pupilas dilatadas, pero el sonrojo, y el calor de la boca ajena, el sabor inclusive, se mantuvieron para cuando los labios se separaron, y una gota de saliva indistinta de ambos caía al suelo por lo abrupto del instante.
—Bueno… al menos así te puedes calmar un poco más, ¿No?— preguntó Luka sin cambiar la seriedad de su mirada, mientras que Len abría los ojos, con una mirada horrorizada.
—¡¿Cómo se supone que me voy a calmar después de que haces esa clase de cosas?!— exclamó iracundo mientras se levantaba y la sola acción en brusquedad provocaba el retroceso de la peli rosada —¡Esas cosas no se hacen, no tenías derecho!— gritó y gritó, como cualquier persona a la cual se le acababa de violar su espacio personal.
—Quizá… pero dime, y asegúrame…— musitó Luka mientras cubría su boca con su mano y tocaba débilmente sus labios —Que no descubriste nada nuevo con eso— se giró ligeramente mientras que comenzaba a tragar con fuerza, respirando un poco alterada.
—¡No, lárgate de aquí!— se comportó de manera sumamente agresiva en respuesta, abriendo la puerta de golpe e invitando a que ella saliera sin decir nada más, cerrando la puerta tras su espalda.
El muchacho rubio se sentó, no sin antes arrojar lejos el libro de cálculo que la peli rosa había llevado, y que de cualquier forma, no le pertenecía. Se concentró en las matemáticas como pocas veces antes desde el reinicio de su educación, y en cuestión de minutos, su mente se concentró tanto en las matrices, las integrales y las derivadas, que ya había resuelto todos sus predicamentos y problemas, de tal manera que la noche le quedó liberada para convivir de nuevo con su pequeña familia.
Pero fue después de terminar sus problemas matemáticos que tuvo un instante para la aterradora tarea de remembrar y de reflexionar lo ocurrido con anterioridad frente a su mismo escritorio, y temer por haber descubierto algo realmente nuevo con ese beso.
Aquella noche se sentó casi todo el rato en el sofá, mientras que Rin jugaba con Vigo a repetir palabras largas de un libro que le habían regalado al pequeño en su segundo cumpleaños, como parte de un intento de sus abuelos a que aprendiera más en su etapa de niñez.
Cuando llegó la hora de dormir, actuó tan estresado como siempre para encubrir la incomodidad que sentía al momento de tener que recordar lo ocurrido. Sin que su hermana dijera mucho, se recostó a su lado tras poner a dormir al bebé, no mencionando como el pequeño había estaba aprendiendo a un ritmo bastante rápido, hasta el punto en el que era sorpresivo para casi todos quienes habrían esperado a un bebé torpe y de lento aprendizaje. Cuando parecía que el ambiente ya se había paralizado, siendo perfecto para caer dormidos, Rin mencionó algo que le había ocurrido ese mismo día.
—Vi a Gakupo esta tarde…— mencionó de la nada —Le pregunté si iba a ayudarte con la tarea que tenías… esa a la que no le entendías, y me dijo que amablemente, le había pedido a Luka que te ayudara, con la excusa de que ella era la persona más inteligente que conocía— explicó con normalidad, atrayendo rápidamente la atención de su gemelo.
—¿Y tú qué dijiste?— preguntó Len tratando de prestar solo la atención necesaria.
—Pues… amablemente, le di un golpe en el estómago por hacer eso, y le expliqué que era la persona más idiota que conocía por hacer eso, pero realmente no quería decirle de todos los otros problemas que hubo…— se detuvo, no queriendo mencionar esos problemas que habían tenido hacía más de un año.
—Me parece bien…— contestó Len como si estuviera muy cansado para continuar la conversación, o para formar oraciones largas, pero algo lo perturbó un poco, y fue un pensamiento tan instantáneo y corto que no le dio tiempo de pensar en lo siguiente que iba a decir —¿Y qué hacías hablando con Gakupo?— ni siquiera se molestó en hacer que su voz sonara menos celosa de lo que realmente él estaba.
—Pues… él ha sido de los que me ha asesorado últimamente— respondió Rin sin darle mucha importancia a los claros celos de su gemelo —Pero creo que dejaré de ir con él… me parece que se comporta un poco raro conmigo— recapacitó un poco la rubia mientras acariciaba su propio cabello, teniendo sus manos distraídas por unos instantes.
—¿Qué tan raro?— desde ese punto, a Len le daba un mal sabor de boca la sola forma en la que había dicho eso.
—Me parece que se está… encariñando mucho conmigo— dijo rápidamente Rin con algo de pena —Sé que su relación con Luka se fue por el desagüe y que ni siquiera Meiko ha logrado ponerlo en orden, pero me ofendería bastante que él tratara de… cortejarme— usó esa palabra al no tener ninguna otra mejor —Solo por el hecho de estar casada, debería de ser impedimento para él, así que para evitar que cualquier otra cosa pasara, simplemente me alejaré de él— aclaró demostrando que no tenía nada más que ocultar.
—Me parece bien— contestó su hermano, y no se volvió a mencionar nada más del tema.
Así pasaría aproximadamente un mes. Un mes lleno del último estrés necesario para finalizar los cursos que faltaban para obtener sus títulos, Len y Rin comenzaban a comportarse un poco más distanciados, pero comprendiendo que era por las razones educativas de siempre, que ya antes, en sus tiempos de preparatoria.
Pero este tiempo le sirvió a Len para pensar más y más en lo que había pasado aquella tarde con Luka. No importaba cuantas veces volviera a besarse con Rin, los tiempos atareados entre sus deberes escolares, atender a hijo muy necesitado de atención, y retornar a la vida musical, suprimían el tiempo de pareja, sin contar que era demasiado el agotamiento para poder darse el tiempo en la noche para intimar. Lastimosamente, lo más intenso y personal que había tenido en mucho tiempo, era lo ocurrido con Luka, y esto le sirvió lo suficiente para cometer un terrible error que caso le costaba todo lo que le importaba en la vida.
Era temprano al medio día cuando Len entraba a su cuarto. Sabiendo por default que Piko cuidaría a Vigo, a no ser por algún problema que este tuviera. Se sentó cómodamente en su cama, y casi sin pensarlo, sacó su celular y estuvo moviendo sus dedos sobre la pantalla buscando a alguien por entre sus contactos. Sentía la soledad, y la duda crecía en él desde hace mucho tiempo, y un ansia insaciable comenzaba a robarle la concentración cada día más y más. No podía pensar en las matemáticas porque allí estaba ella, la peli rosada. Ni siquiera podía seguir viendo directamente a los ojos a su hermana sin pensar en ella, en lo que significaba todo lo que había hecho, sin que de pronto, a la sola sensación del beso volara por los aires a todo lo preestablecido durante los últimos años con su hermana.
Había dos cuestiones que tenía que contestar. La primera era, si es que Rin realmente había ganado, como él lo había dicho aquél día como presumiendo. ¿Realmente se podía ganar en ese asunto? ¿O realmente tendría algún sentido la victoria o que se considerara como tal? No había habido contienda, o competencia, pero no quedaba duda de que había ocurrido una trampa, y eso era algo que no podía el joven dejar pasar. La segunda era la que más le perturbaba, y es que si bien, había dicho que no le asustaba la posibilidad de que un solo toque, o un solo beso de la Megurine cambiaran su manera natural de ver las cosas, todo el desastre que habían causado esas dos acciones, el beso y el toque, lo habían desestabilizado demasiado como para ignorar todo lo ocurrido.
Mientras pensaba en todo esto, mientras trataba de ordenar todo lo que había en su mente, como si se tratase de alguna clase de departamento de quejas, no se dio cuenta de cómo inició una simple conversación a distancia con Luka, y en un arranque no más consciente de motricidad en sus dedos, le había invitado a que fuera a verlo.
Ella llegó casi al instante, Len no tenía idea de que ella estaba dentro de la misma casa. Él se encontraba sentado en la cama, y no tenía la excusa de pedir ayuda en una tarea pues sus cosas estaban almacenadas todas dentro de su mochila, arrojada a la distancia.
—¿Qué quieres?— preguntó ahora ella tajante, pero pretendiendo, para que el muchacho no percibiera nada. Ahora traía puesto su uniforme de Vocaloid común, con el que Len la recordaba casi siempre.
—Solamente… necesitaba algo de ayuda en unas tareas— Len justificó, alcanzando rápidamente su mochila, levantándola con una sola mano y trayéndola a su lado.
—Bien… puedo ayudarte en lo que desees— Respondió Luka caminando hasta sentarse sobre la misma cama —Pero siento que no son las tareas lo que te hizo que yo viniera aquí, ¿o sí?— preguntó mientras que cruzaba las piernas y comenzaba a actuar un poco más íntima con el rubio.
—Yo solamente…— trató de habar Len mientras que fallaba en abrir su mochila y la dejaba caer lentamente a su lado —No sé qué más me pasa… no he querido pensar en que todo lo que he hecho… todo a lo que le he querido dedicar mi vida, está mal— expresó con irritación —Tu sabes que nada debería de haber pasado entre tú y yo… y aun así, llegaste a joderlo todo con ese beso— finalmente se dignó a hablar del tabú.
—¿Y solo me trajiste aquí para gritarme por lo que hice?— le cuestionó Luka mientras giraba su mirada y veía su mochila, y observaba todo el resto del cuarto, algo desordenado, con los juguetes de bebé tirados por el suelo y papeles y libros por el escritorio.
—Quizá… porque sé que lo hiciste con esa intención… sé que en todo caso, aprovechaste ese instante de soledad mía para tratar de acercarte más de lo que deberías… que no respetaste nada de lo que Rin y yo tenemos, y… me confundiste con eso—
—Pensé que no te debería de confundir, que lo correcto sería que me ignoraras y siguieras con tu feliz vida de casado, con tu hijo y tus estudios— dijo para el pesar del joven rubio, quien giró su cara con pena —Pero me tienes aquí mismo… estuviste dispuesto a querer verme, nada más tu y yo, en la intimidad de tu cuarto, a desear hacer algo que no puedes decir, porque no lo ves con los mismos ojos con los que yo lo veo— comenzó a acercarse a él cada vez más.
—Solo quiero que todo esté bien… saber que nada de lo que ha pasado es incorrecto— trató de recapacitar un poco, sintiendo ya a Luka sobre él, sintiendo que sus palabras ya dejarían de servir como excusas ahora que la peli rosada acercara más su cara a la suya.
—Pero te casaste con tu propia hermana, Len… como puedes pedir que todo esté bien si haces eso— y después de decirlo, Luka procedió y se apropió de lo que pensaba que era suyo, besando suavemente al rubio mientras que la suave pronunciación de su nombre aún dejaba al rubio con los oídos zambates.
Fue un beso más tranquilo que el anterior, con un progreso más tardío, más controlado, pero no por esto carente de lo que se referiría a la intensificación del beso anterior, del que se podría haber considerado su primer beso. Y por esto mismo, la situación se alargó, mientras que el suave baile de los labios húmedos seguía en marca, Len no se percató de cuando Luka se recostó de lleno sobre la cama, ni de como él mismo siguió con el beso hasta tenerla debajo de sí mismo.
Era algo alocado y sin precedentes. Jugar a lo prohibido era lo que había ocurrido siempre cuando hacía lo mismo con Rin, pero desde que su matrimonio se había consumado, una nueva llama había avivado sus deseos, y esta llama tenía su fundamento en la idea de que Rin era completamente suya, por el solo hecho de haber formado un matrimonio feliz. Pero lo que estaba experimentando con Luka, era algo completamente nuevo, algo que no se había dado el lujo de saborear durante el tiempo en el que duró el primer beso. Un sentimiento no muy lejano a la excitación de lo prohibido, sino a la experimentación de lo imposible, algo que le había sido negado por default hacía mucho tiempo, sin que él pudiera hacer nada.
No supo cuando fue que de pronto, su cabello se había soltado, solamente supo que lo percibió cuando la puertas se abrió, siendo Piko quien había hecho esto, cargando a su pequeño hijo en sus brazos, mientras él estaba besándose con otra mujer en la cama que compartía con su esposa. Quizá fue la presencia de Piko lo que le hizo voltear, pero al hacerlo, solamente miró los ojos de un chico molesto y enojado, mientras que su pequeño miraba la escena con confusión.
Sin decir nada, el peli blanco solamente salió de la habitación, mientras que Luka comenzaba a levantarse.
—Vaya… que descortés entrar sin tocar la puerta— comentó Luka con ironía mientras que trataba de respirar, pues no se encontraba en mejor estado que Len al momento de comenzar terminar con aquello.
Len no contestó nada, solo sintió el frío de su sudor deslizarse por su espalda mientras se paralizaba.
—¿Qué te pareció eso?— preguntó Luka mientras lo abrazaba del cuello, jalándolo a su lado, dándose por servida mientras que Len seguía sin poder razonar lo que había ocurrido. Solo un pensamiento resonaba en su cabeza "Esto está mal".
Y sin decir nada más, alejó a la peli rosada mientras salía corriendo en busca de Piko, y de su bebé. Bajó rápidamente las escaleras, casi saltando los escalones en tríos, para después llegar a la sala y percibir débilmente el sonido de los lloriqueos de su hijo.
—¡Vigo!— Gritó con fuerza mientras que se lanzaba a la habitación de dónde provenía aquello. Ahora si mente le jugaba una mala pasada, y de alguna manera, su paranoia le había hecho percibir su que aquello que acababa de hacer, ese acto incorrecto, de alguna manera le había hecho daño a su hijo. Corrió incesantemente te hasta llegar a la oficina del Maestro, abriendo la puerta con fuerza, encontrando al dueño de la misma sentado en su silla frente a su escritorio como siempre, mientras que en los sillones laterales estaban Miki y Piko, sosteniendo al bebé mientras este lloraba, pero no haciendo un berrinche inconsciente típico de un bebé, sino como un niño pequeño, como lo que había llegado a ser en todo este tiempo.
Inmediatamente, la pareja sentada en el sofá lo vio con repudio, pero el Maestro solo se levantó de su lugar. De alguna manera, Len sentía que este le haría algo peor de lo que podría imaginar, pero solo sonrió con ironía, al notar el cabello desordenado de Len, y dijo, como saliendo de la nada de su interior —Si se van a divorciar… hagan mucho ruido, estoy seguro de que se puede sacar mucho dinero de eso— dijo meramente refiriéndose al matrimonio de los Kagamine, pero lanzando el comentario al aire como si nada. Luego pasó por un lado de Len y salió de su oficina, no sin antes girarse hacia atrás y decirle al rubio —Por cierto, creo que te quedaría mejor el cabello suelto… quizá un poco más corto… lo hablaré con la estilista— comentó justamente de perderse por el pasillo, tras haber colocado a Len en un cuadro hecho por sus dedos.
Len se sintió atacado nuevamente por las dos únicas miradas que quedaban, y se sintió excluido al ver que no estaban dispuestos a decirle nada acerca de su propio hijo, o de porque se encontraba llorando.
—¿Qué le pasó a Vigo?— preguntó apresurado mientras se acercaba, justamente en ese momento se dio cuenta de que el pequeño lloriqueaba mientras que pedía por su madre. Len sintió el instinto de correr hacia él y poder consolarlo, pero en lugar de eso, Miki lo abrazó más a su propio cuerpo.
—Le dije que su papá cambiaría a su mamá por la señora con la que se besaba— Respondió Piko molesto, refiriéndose de una manera un tanto despreciativa a Luka —Me sorprende que me haya entendido bien… es un niño muy listo— reconsideró mientras que trataba de acariciar su cabello rubio.
—¡¿Por qué le dijiste eso?!— preguntó enojado mientras trataba de quitárselo de los brazos a Miki, pero esta solamente se alejó.
—Porque hiciste justamente lo que dijiste que no harías— respondió la chica peli rosada —No pudiste mantener tus hormonas tranquilas… y ahora… lo lograste, engañaste a Rin— expresó con completo desprecio mientras que trataba de que el pequeño en sus brazos se tranquilizara.
—¡No la engañé!— gritó en respuesta a esas acusaciones —Solo fue un beso… solo fue algo momentáneo… una prueba— casi no alcanzó a pronunciar mientras que se daba cuenta de lo que decía.
—Creo que lo arruinaste todo…— dijo Piko con el mismo repudio que su novia había aplicado antes, girando su mirada de la cara del Kagamine —Y yo pensaba que era admirable lo que tenías…— para ese punto, era casi obvio que la pareja deseaba algo más que simplemente insultar a Len, simplemente parecía que iban a llorar, tan solo por la terrible decepción, o por el enfado.
—Ya basta…— Len comenzó a sentirse realmente ofendido por todo lo que le acusaban, pero de cualquiera manera, sin tener ninguna clase de argumento en contra —Denme a mi hijo— simplemente ordenó mientras que estiraba sus brazos, pero el pequeño seguía lloriqueando, pidiendo por ver a su madre. Cientos de veces antes, el pequeño se habría tranquilizado con el solo hecho de tener a su padre para cargarlo, pero ahora lo veía y simplemente se sentía repelido por él, como si ni siquiera quisiera verlo. Len trató de levantarlo de nuevo en sus brazos, pero se movía y retorcía tanto, que simplemente dejó que Miki lo volviera a sujetar, apartándose lentamente.
—Creo que es mejor que dejes que se tranquilice un poco— le pidió Miki mientras que el berrinche del pequeño seguía. Dicho esto, el Kagamine mayor simplemente retrocedió hasta llegar a la puerta, saliendo por esta mientras veía todavía hacia su hijo con los ojos y las mejillas enrojecidas.
Se dirigió a su cuarto mientras que cada paso lo hacía caer más y más en depresión. Se daba cuenta de cómo había actuado su hijo. El pequeño apenas tenía un nivel mínimo de cognición, o al menos eso pensaba Len, y ya era capaz de verlo como un traicionero, como los hijos mayores veían a sus padres cuando se enteraban de algún engaño. Y lo peor de todo era saber que por el simple descuido que tuvo en su fortaleza, por el solo hecho de sentirse tentado, lo había lastimado, y de manera muy seria. Comenzó a sentir sus lágrimas caer al imaginar que aquello lo habría herido de manera tan profunda que crearía un abismo de desconfianza entre ambos, que quizá jamás podría conectar con él conforme los años pasaran, que quizá incluso eso lo habría traumado de por vida. Pero no podía culpar a Piko, fue su error pretender que podría hacer esa clase de cosas con otra mujer y salir sin ninguna problema, como si todo se pudiera mantener en secreto.
Llegó de nuevo hasta su cuarto mientras que dejaba las lágrimas salir, abriendo la puerta y entrando como si nada, pero en lugar de encontrarse de una terrible soledad y silencio con la cual lidiar, esa maldita voz tan conocida resonó en las paredes de la habitación.
—Veo que no resultó en algo feliz— fue Luka quien dijo eso, aún sentada en la cama con las piernas cruzadas. Len la miró sin expresión, sin poder aun repartir suficiente culpa entre sí mismo y ella.
—Quítate de la cama— fue lo único que dijo mientras seguía parado en la entrada del cuarto.
—Bien… creo que no es el momento de estar con ánimos por aquí— habló de manera sarcástica mientras que se levantaba, siendo únicamente respondida por una mirada de odio por parte del rubio —Lo que pasó… no fue muy apropiado— trató de mostrar aunque fuera una muestra de conciencia frente al Kagamine, pero este no cambiaba su mirada —Sé que por ahora es muy doloroso… pero no creo que todo se haya acabado todavía… este es el hotel en donde me alojo, solo pregunta por la joven Megurine, así me conocen— después de eso, le ofreció un pequeño papel con una dirección y un número anotados, que Len recogió de manera pesada, como queriendo acelerar el proceso de salida de la peli rosada.
Luego de esto, ella camino fuera de la habitación. Habló un poco con el Maestro, aparentemente de los niveles de confidencialidad que habría que tener en el asunto, y luego de eso, salió de la casa, para regresar a su hotel.
Casi al instante de que se fuera, entró Rin, disculpándose por la tardanza, comenzando a buscar a su hijo en cuanto escuchó sus gritos desde la sala. En ese momento, Salta reconsideró el asunto de la confidencialidad discutido anteriormente con Luka, y decidió dejarlo pasar. A decir verdad, lo único que había ocurrido, era que estaba hablando con Miki acerca de la situación educativa de Piko, y de cómo este podría estudiar algo similar a lo que estudiaban Len y Rin, cuando fue el mismo peli blanco quien entró anunciando lo que había visto, para que después de unas cuantas maldiciones por parte de Miki, le dijera al pequeño lo que su padre haría con esa "señora", lo que desató el lloriqueo que apenas pudo soportar, por lo que salió de su propia oficina. Más allá de su presencia, no le concernía nada más del asunto, y dejó de lado la posibilidad de delatar lo sucedido a la rubia.
Para Piko y Miki, fue algo más difícil digerir todo el asunto, pero decidieron, de manera unánime, y tan solo cuando Rin estaba a dos pasos de la puerta de la oficina, que si Len era capaz de alejarse por siempre de Luka, podrían perdonarlo, pero que de volver con ella, o simplemente con no mostrarle su rechazo, ellos intervendrían y dejarían caer la verdad sobre el asunto, y que lastimosamente pasara lo que tuviera que pasar.
Los brazos de una madre siempre se mostraron más comprensivos que ninguna otra cosa en el mundo, y Vigo pudo quedar dormido con el arrullo de esta, mientras que Rin, por consideración, decidía alejarse un poco de Len, para que este se concentrara en sus estudios. Ella había llegado tarde gracias a la tarea extra que tuvo que resolver, pero ya todo estaba resuelto, al menos por un tiempo, y se sentía que tenía menos presión que su hermano.
El resto del día fue raro para Len, no salió en todo el día y solo fue visto por Rin al final de este, quien le llevó algo de comer a su habitación. Encontrándolo con todos sus papeles habituales sobre el escritorio. Todo estaba resuelto, y le había costado horas al chico hacer eso, sin contar que había estudiado todo lo posible, hasta la media noche. Realmente se había puesto a estudiar y a contestar sus tareas, de pronto anhelando quedar atrapado en el eterno mundo de números y papeles, a estar en el verdadero mundo, afrontando lo que consideraba su muerte segura, que sería el solo hecho de ver a Rin.
Para cuando la chica le llevó su comida, él se encontraba con la cabeza recargada de lado, aparentando estar dormido. Rin solamente llevó a su hijo casi dormido a la cuna, almacenándolo con cuidado, procurado que estuviera dormido, y luego lo envolvió en sábanas y besó su frente para que estuviera tranquilo en sus sueños, pues ella también lo había percibido triste.
—¿Len, no quieres darle las buenas noches a Vigo?— le preguntó mientras que se acercaba a él por sus espaldas, encontrando que había estado derramando algunas lágrimas sobre unos cuantos de sus papeles.
Rin se acercó a él, y viendo que todavía seguía sumamente decaído, comenzó a acariciar sus hombros. Vio divertida como se tensaba por su toque, aunque la mirada que le dedicó en respuesta, al acercarse más a su cara, fue de completa tristeza, como si ella no estuviera allí.
—¿Cansado de tanto estudiar?— le preguntó, pensando que solamente eran problemas de la universidad. Este movió ligeramente su cabeza, sin afirmar o negar nada, solamente seguía triste —Oye, sé que parece imposible a veces… pero hemos llegado muy lejos, nos falta poco para finalizar todo, y después de eso podremos hacer lo que queramos— le dijo con cariño mientras acariciaba su cabello, pocas veces Len podría relatar tanto cariño por parte de otra persona como lo que Rin era capaz de dedicarle, en especial cuando lo veía tan decaído —Yo también sentía que no lograría nada al iniciar con todo… incluso tenía tanto miedo que quería abandonar… pero tu estuviste conmigo para ayudarme—
Len seguía sin decir nada. No era un recuerdo distante todo aquello, pese a que hubiera pasado hacía más de un año y medio, pero lo sentía ahora muy ajeno, como si no tuviera de pronto el derecho de hacerse llamar su esposo. Ella tomó la iniciativa en aquel instante, tomando la cabeza de su hermano y levantándola, pensando que solo se encontraba con ojos llorosos y enrojecidos por el estrés. Permitió que él irguiera su torso por sí mismo, y luego lo apartó un poco del escritorio y se sentó sobre sus piernas.
—Sé que no tienes exámenes por ahora, así que deberías de estar libre para hacer otras cosas, al menos por una noche— le dijo mientras que comenzaba a quitarse la camisa que llevaba puesta, para después retirar su sujetador y mostrarse con toda la parte superior de su cuerpo desnudo —Puedo ayudarte a calmar el estrés— le susurró al oído mientras susurraba, tratando de no sobrepasar el sonido de la respiración de su hijo.
Tener relaciones se había vuelto habitual, o al menos durante un tiempo, antes de que los deberes y los estudios volviesen a acosarlos terriblemente, una vez cada cuatrimestre, como por unas dos semanas. Pero en ese momento Len no sabía más que hacer, si gritarle acerca de lo que había pasado, para terminar con todo, o simplemente quedarse callado de por vida.
—Mira esto…— volvió a susurrar Rin mientras acercaba sus manos a su torso —Mis pechos están creciendo— soltó una pequeña risa mientras se acariciaba de una manera provocativa, siendo este un tópico que se había vuelto común entre los ellos dos al momento de intimar —Y mi cabello también está más largo, ¿Te gusta?— preguntó tratando de hacer que saliera de su molesta faceta zombi, como le decía ella.
Pero en la mente de Len realmente había habido un cambio en sus pensamientos, pues ahora podía contemplar a su hermana, y se daba cuenta de que era muy parecida a Luka… y que todos esos cambios los había provocado él. Claro, era imposible impedir que el busto de su hermana creciera, en especial considerando el embarazo, pero era él quien le había dado más importancia cuando había ocurrido, y que su estilo de peinado, corto hasta los hombros, se había convertido en un estilo que dejaba caer lacio su cabello hasta su cintura. Quizá fuera la paranoia del instante, pero ahora se preguntaba si es que la maduración de su hermana se había vuelto una forma en la que él había alcanzado a formar a la mujer que deseaba.
Se vio asqueado por ese solo pensamiento, y abrazó de manera casi instintiva a su gemela, pegando sobre la parte baja del cuello de ella, sosteniéndola con quizá demasiada fuerza mientras que ella solo trataba de ampliar su respiración.
—Te amo— fue todo lo que le dijo el joven. No quería complicar más las cosas, quería mantenerla a su lado. Ni siquiera acercarse sexualmente a ella, por más que pareciera lo contrario. De alguna manera solo quería a su hermana, a su esposa, que ella lo salvase de todas esas horribles ideas que había tenido esa misma tarde, y de su culpa por haberla traicionado más allá del pensamiento.
Simplemente se dejó llorar por un rato, antes de que Rin se diera cuenta de que quizá era algo más delicado de lo que pensaba, y lo dejara dormir tranquilo, una vez que le ayudó a levantarse y a regresar a la cama, todo el tiempo abrazándose.
Al siguiente día, el frío hacía que diciembre se distinguiera más que nunca, y para ese entonces, el Maestro había hecho el anuncio de un próximo concierto, y con próximo, se refería a que el aviso era solo de una semana de anticipación, lo que tomó con disgusto a todos, en especial a los gemelos.
Lejos de que fuera una oportunidad de volver a los escenarios, en donde podrían disfrutar de nuevo de la adoración de los fans en todo su esplendor, para ellos era una terrible interrupción de sus deberes tanto como padres, y como estudiantes.
De alguna manera, Len trataba de ser más reservado con los demás, y debido a esto, comenzaba a hacer sentir algo incómoda a su hermana, como si ella y su pequeño fueran las únicas personas quienes importaban en la casa, en especial desde que Piko y Miki habían puesto un bloqueo en sus comunicaciones con él, tan solo molestándose en recoger a Vigo cuando él supuestamente estaba estudiando.
El concierto se realizaría en el fin de semana, y gracias a esto, Len tendría la oportunidad que necesitaba, gracias al hueco de responsabilidades logrado por el viernes libre de tareas, y al tiempo que tendrían antes de que tuvieran que reiniciar las prácticas para el concierto. Sabía que debía de cerrar el asunto con Luka, de una manera o de otra, sacar lo que tenía dentro de sí mismo acerca de ella, pero más que nada, terminar de un solo lado, sin transigencias.
Tan pronto como llegó de la universidad, se encontró con la sala completamente vacía de las personas que le interesaban, siendo que Piko y Miki estaban realizando pruebas de canto y de baile, al lado de todos los demás miembros de Vocaloid, a excepción de un par de personas que habían faltado, como Lily, quien simplemente se había retrasado, o Rin a quien se le había dado permiso de faltar.
Se acercó rápidamente a Miki y a Piko, atrayendo solamente al peli blanco para poder hablarle. Rápidamente se dio cuenta de que su hijo estaba sentado tranquilamente en uno de los sillones de descanso, cerca de Gumi, quien lo estaba cuidando ligeramente, moviendo las hojas del libro infantil que el pequeño sostenía en sus manos.
—¡Piko! Le habló rápidamente, queriendo evitar a toda costa que su propio hijo se diera cuenta de que él estaba allí —Necesito que me hagas un favor— le pidió en cuanto lo tuvo lo suficientemente cerca.
—Len… no quiero hacer para ti nada que no involucre a Vigo— advirtió como si ese chico de pronto ya no fuera su amigo, tratando de eliminar las posibilidades de cualquier conversación.
—Tranquilo, solamente necesito que me asegures que podrás cuidarlo en lo que salgo a hacer algo realmente importante— le pidió mientras que volteaba a ver a sus alrededores, sin que Piko pudiera entender que es lo que buscaba con la mirada.
—¿Irás a ver a Rin?— le preguntó rápidamente, sin querer pensar en que podría de algo similar a lo acontecido una semana atrás —¿Para qué quieres que cuide a tu hijo por ti?— se cruzó de brazos mientras que trataba de encontrar a Luka con la mirada, pero al fallar con su reconocimiento, simplemente volvió a ver a Len con enfado —¿Vas a ir a ver a Luka?— preguntó sin poder creer lo que acababa de decir.
—Piko, por favor… hay asuntos que preferiría que no trataras de entender— trató Len de hacer que no hablara demasiado alto —Solo te diré que no tienes de nada por lo cual preocuparte, ya he decidido, y créeme que he pensado en lo que es mejor para mí y para mi familia— trató de ponerse firme mientras que el muchacho peli blanco giraba la mirada con molestia.
—No creas que te voy a ayudar a engañar a Rin… más bien, dejaré que hagas lo que quieras, pero no esperes a que te cubra de nuevo la espalda— respondió con completo asco por la forma en la que había entrecerrado sus ojos, tal parecía que indicaba que ahora cualquier forma de amistad se había acabado por el cinismo de Len —¡Si lo hago es solamente por Vigo!— gritó con fuerza mientras lo veía salir, atrayendo la atención solamente de Miki, quien se preocupó en ver a donde se dirigía Len demasiado tarde.
El joven Kagamine sostenía en su mano la nota de hoja de cuaderno mientras el taxi que había tomado lo llevaba hacia el edificio con el mismo número en la calle indicada. Era algo bastante lujoso, nada similar a lo rudimentario que muchos japoneses preferían simplemente para ir a dormir, era un hotel de lujo, diseñado para los turistas con estándares elevados.
Tan pronto como entró por la puerta giratoria, guardó el papel en su pantalón, pues no necesitaría conocer más indicaciones escritas, ya que una llamada había sido suficiente para arreglar todo. Hacía algo de frío en el exterior, había tenido que llevarse una sudadera negra térmica. Tomando una bocanada de aire y buscando con la mirada a la cabellera rosada, pasó por el vestíbulo y se dirigió al pequeño restaurante que se encontraba detrás de este. Fue atendido por uno de los recepcionistas, a quien le preguntó si es que la joven Megurine se encontraba en el lugar. Su visita fue registrada, con todo y el minuto de su llegada, pero Len, al darse cuenta de ello, pidió que se registrara de igual manera su hora de salida.
Caminó entre las mesas casi vacías hasta encontrarse con Luka, calmada, arreglada con su vestido rosado que permitía lucir el esplendor de su figura. Con una copa de coctel con cierta bebida rosada dentro. Lucía tan magnífica como en una de sus presentaciones más ideales, una modelo perfecta por donde se le viera, pero Len no estaba allí para discutir nada de eso.
—Te presentaste— fue la forma en la que ella le saludó —Y yo que pensaba que tu llamada había sido solo alguna clase de broma, al menos por lo rápida que fue— colocó sus codos sobre la mesa y sonrió de medio lado.
—Se acabó, Luka— contestó Len tajante —Solo he venido a decirte eso, que esta sea la última vez que te veo, quiero que dejes de molestarme pretendiendo que "merecemos" de tener algo— aclaró su darse a ninguna clase de confusión.
—¿Qué no te moleste?— preguntó ella con sorpresa —Pero si tú eres el que ha venido aquí, y peor aún, el que me llamó para que nos viéramos… diría que tú eres el que me está molestando a mí— se defendió aún sin ninguna clase de temor a la rudeza de su acompañante.
—He venido aquí porque sé que de otra manera no entenderías, y no quiero que pienses que tú y yo seguimos teniendo algo, ni siquiera algo distante, casual o repentino— vio como la chica iba a decir algo pero la detuvo rápidamente —Incluso si lo que ocurrió no fue a tu parecer un error, para mí lo fue, y estoy aquí precisamente para corregirlo, para decirte que en lo único en lo que me sirvió fue para darme cuenta de lo horrible que hubiera sido continuarlo, y haber tirado a la basura algo que es perfecto para mí— la peli rosada se mostró un poco irritada por lo que había dicho, pero siguió hablando de cualquier manera.
—¿Te das cuenta de que no puedes decir que eso fue un error?— le preguntó rápidamente mientras que el chico seguía con su misma mirada —Puedes pensar que lo fue porque tienes una familia, pero en realidad, Rin jamás debió de haber impedido nada de lo que pudimos haber tenido…— trató de dar su explicación antes de que Len le volviera a callar de manera más violenta esta vez.
—¡¿Quisieras dejar esa basura de una vez?!— le preguntó mientras golpeaba la mesa, haciendo sonar la cristalería por toda la cafetería —No existe un hubiera, no existe un juego limpio o un juego sucio, y no existe ninguna clase de compensación que la vida te tenga que dar porque no obtuviste lo que querías— le habló forzando la voz para que no se elevara y todos en el salón le escucharan —Rin no ganó nada, porque no existía nada que ganar, ella fue solamente ella misma, incluso si lo que hizo estuvo mal, eso ya no importa, no es como si eso fuera a deshacer todo lo que hemos pasado, porque ya la he perdonado, y la amo lo suficiente como para ver más allá de una simple jugarreta estúpida que ya no tiene importancia— vio como por primera vez la mirada de la peli rosada se entristecía —Es por esa clase de cosas por la que vine, porque en una simple llamada o un mensaje no habría podido decírtelo… te habrías quedado estancada en lo mismo una y otra vez… y no puedo soportar que creas que puedes restarle importancia a lo que tengo con Rin solamente por tu ridículo deseo de hace años—
—No es solo un ridículo deseo…— fue ahora Luka quien lo interrumpió a él —Y no creas que todo lo hago por ti… no puedo soportar la injusticia con la que Rin nos trató, y no soy la clase de personas quienes pueden ver como si nada que alguien se salga con la suya, no importa quién sea— expresó como entre furiosa y conteniendo lágrimas —No buscaba borrar todo lo que sentías… solo que te dieras cuenta de que algo que se forma por medio de una mentira o un engaño no puede durar demasiado, antes de que se desplome— trató de respirar y de tranquilizarse, lográndolo sin mucha dificultad.
—¿Cómo el hecho de tratar de enredarte con un hombre casado? ¿Esa no es una clase de mentira o de engaño?— preguntó Len asqueado de manera verdadera —Rin y yo nos enamoramos después de eso, y jamás dudé en dejarla ni una sola vez, a menos de que ella hubiera sido quien me lo hubiera pedido— recordó con un sentimiento agridulce las primeras etapas de su relación —Tenemos más que cualquier cosa que creas que se formó con esa mentira, y mucho más de lo que creas que cualquier culpa nos pueda hacer sentir, todo eso lo comprobamos hace ya mucho tiempo, cuando defendimos nuestro derecho de tener una familia— resumió frente a ella todo lo que podría haber expresado de su familia, guardando las palabras para expresar lo hermosa o perfecta que le parecía, Luka no las entendería.
—No solo te quedas con alguien quien te manipuló y te engañó… te quedas con tu propia hermana y encima, pensando que está bien que te haya mentido— se encargó efusivamente de enfatizar el concepto del incesto como un pecado implícito en su oración.
—Ya déjalo ir, Luka— respondió Len levantándose un poco y volviendo a quedar completamente erguido —Ya no importa lo que pienses, porque yo puedo asegurarte que mi amor por Rin, el amor que nosotros dos tenemos, no tiene nada de malo— aclaró como si con eso concluyera el verdadero asunto de la discusión —Y no te preocupes por decirle a Rin de lo ocurrido… yo se lo diré, y sé que ella verá más allá de mi error, cuando vea que sé que realmente jodí las cosas y que me arrepiento…— sabía que lo que decía era cierto, pero de alguna manera parecía que su voz era más segura que él mismo —Lo sé porque la conozco lo suficiente para estar seguro de eso—
Y después de decir eso, salió de la cafetería, poniendo especial atención en dar su nombre, para que se registrara que su visita había durado a lo mucho cinco minutos, y que no había pasado más allá del salón grande que abarcaba la entrada, la recepción, y el área de las mesas.
Luka se quedó sentada en donde mismo, y lentamente la atención de todos los presentes que se había estado dirigiendo a ella, se desvió y se diluyó hasta que nadie más la miraba, a excepción de una sola persona, cuya casualidad al momento de estar allí, le hizo sorprenderse enormemente al haber visto al rubio discutiendo con ella. Aquella persona que trataba de ver más de cerca la situación, recordaría plenamente la forma en la que el rubio había salido enojado del hotel, pero no diría nada, pues el mismo se estaba acercando a Luka por detrás, tratando de averiguar qué es lo que había pasado, y tratar de ayudar a la inconsolable peli rosada. Ella solamente miró como alguien se acercaba por detrás de él, y reconoció al instante su ligeramente decaída melena azul.
Len regresó a la mansión, habiéndose sentido completamente satisfecho por la forma en la que todo aquello había llegado a su final. Al menos por parte de Luka, se aseguraría de que nada más volviera a pasar con ella, y ahora sólo le hacía falta comunicarle lo ocurrido a Rin, y eso quería decir comunicarle hasta lo más mínimo ocurrido. Entró en la sala y comenzó a escuchar a Piko y a Miki discutiendo acaloradamente.
—¡Debiste haberlo detenido, no me importa su hubieras tenido de que lanzarte sobre él, lo importante era evitar que fuera a ver a Luka!— decía Miki con furia mientras que Piko simplemente se cruzaba de brazos.
—Dijo que iba a finalizarlo todo… supuse que era lo mejor…— se excusó Piko con tranquilidad, tratando de no elevar demasiado la voz como para hacer que alguien más se alertara —Además… sigue siendo mi amigo, y debía de ayudarlo en lo que pudiera— recapacitó, como si aquello lo hubiera pensado poco después de que Len se hubiera ido.
—¡Ayudarlo!— exclamó Miki —¿A qué? ¿A engañar a su esposa?— preguntó con sarcasmo mientras que trataba de no perder su enojo pero tampoco los estribos.
—Solo pensaba que cualquier cosa que hiciera, sería mejor que quedarse esperando a… a que siguiera engañando a Rin— se sintió exasperado consigo mismo al no entender su es que de verdad había hecho lo correcto o no.
—Disculpen— entró Len como si nada, llamando la atención de ambos —¿Dónde está mi hijo?— preguntó como si fuera lo más casual del mundo.
—Maldito hipócrita— se acercó Miki a él para darle una fuerte cachetada —¿¡Pides ver a tu hijo como si no vinieras de ponerle el cuerno a tu esposa!?— gritó con incredulidad y desprecio mientras que Len se doblaba por el dolor en su mejilla y Miki aprovechaba para golpearlo en la espalda y tirar alguna que otra patada a sus rodillas.
—¡Espera, no hice eso, lo juro!— trató de defenderse Len mientras que colocaba sus manos frente a su cara —Solo salí unos momentos, ¿Cómo habría tenido tiempo para hacer cualquier cosa con otra persona?— no quiso dar más explicaciones acerca de lo que decía, pretendía que Piko y Miki supieran exactamente a lo que se refería.
—No nos interesan los detalles de tu vida sexual— clamó Piko mientras se avergonzaba enormemente por tratar de desviar su atención de lo que había dicho el joven Kagamine.
—Le juro que no hice nada con Luka…— dijo finalmente apartándose del alcance de los ataques de la peli rosada —A lo que es más… le dije que no quería nada con ella, y que se alejara de Rin y de mí— trató de hablar lo más serio posible, sin que hubiera posibilidad de que mentía.
—¿Y cómo sabemos que es cierto?— preguntó Miki —Tu palabra no vale nada para nosotros— le confrontó a la vez que ponía a Piko a su lado, logrando una apariencia nada imponente.
—Porque sé que no me he notado nada tranquilo desde lo ocurrido con Luka, y que si mintiera, con algo tan importante como mi relación con Rin, me comportaría como un completo idiota— dijo el argumento instantáneo más convincente, que no involucrara hablar con Luka misma por teléfono o hacerle la prueba con el detector de mentiras de la casa.
—Bueno… supongo que es de alguna forma una excusa convincente— respondió Piko mientras se tranquilizaba un poco, volviendo a ver de manera instantánea a Len con la misma cara de amigos de antes.
—Para mí no lo es…— Miki seguía enfadada por su parte —Quiero que se lo digas a Rin, y quiero ver cómo es que le puedes asegurar a ella lo que nos has asegurado— dijo tajante y autoritaria, sin darle más opción a Len que hacer aquello, pero el Kagamine se mostró dudoso.
—Por favor… no me hagan hacerlo ahora…— les pidió mientras juntaba sus manos en plegaria —Se lo diré, pero necesito que pase un tiempo… quiero asegurarme de unas cuantas cosas antes de que se lo pueda confesar, antes de que pueda estar seguro de que ella verá lo arrepentido que estoy cuando se lo diga— intentó razonar con ellos mientras hablaba en voz baja.
—¿Qué cosa quieres esperar? Y más te vale que lo digas claramente, porque Rin llegó temprano a la casa, y está con Vigo en el salón de ensayos, así que puede venir como un rayo si es que la llamo— siguió comportándose con la misma fiereza la chica peli rosada, pues sabía que Len no se atrevería a duda de él.
—Simplemente… quiero ver la posibilidad de que Rin y yo nos mudemos de aquí— confesó al fin, viendo como sus amigos se asombraban enormemente —Es una idea que tengo… gracias a las clases, he sido capaz de calcular las ganancias que hemos acumulado gracias a las inversiones que hicimos hace años con ayuda del Maestro… y creo que podríamos comprarnos una casa propia… sería lo ideal, sé que Rin también quiere cuidar a Vigo en otro lugar, y quien sabe… quizá atrevernos a tener más hijos— trató de no confesar aquello en voz muy alta, porque no sería creíble que se atrevieran a transgredir a la naturaleza por segunda vez, sabiendo que ya la primera había sido tan problemática.
—Bueno… creo que ahora si te creo… supongo que lo mejor para poder deshacerse de todo este conflicto sería irse y comenzar de nuevo en otro lugar— comprendió Miki mientras se tranquilizaba, a diferencia de Piko, que se había entristecido enormemente por la noticia —¡Pero le tienes que decir a Rin, no te dejaré ir sin que se lo digas!— le advirtió de nuevo a su amigo mientras que trataba de que tomara más seria su amenaza.
—Bien… pero déjame tan solo llegar con mi hijo primero, ¿Ok?— trató de salir un poco de tanta tensión.
—Vete ya de una vez— le dio permiso de que fuera con su amada esposa y con su hijo.
Len encontró a Rin en donde dijeron que estaría, ella se encontraba jugando con su hijo, tratando de hacer que siguiera unas piezas de baile simples, mientras que este solamente zapateaba con felicidad, mientras era sostenido de los brazos por su madre. Cuando Len llegó, se unió a la pequeña diversión que tenían sus seres más amados, y explicó su ausencia con una mentirilla piadosa, o lo que él consideraba así.
Pasó toda la tarde sin preocuparse por las tareas, y mucho menos por Luka, y al llegar la noche, el Maestro los obligó a dormir temprano, con la excusa de que era su obligación estar frescos por la mañana, amenazando con poner somníferos en el agua si no hacían caso.
Len guardó lo ocurrido para sí mismo durante el resto del día. Y para la mañana siguiente, el día se hizo mucho más atareado que el anterior, teniendo que levantarse desde temprano para poder comenzar con los preparativos para el concierto, llegando al estadio desde antes de las cinco de la tarde. Pero incluso con todos los preparativos, Salta seguía tan desanimado como se había expresado después de su paro cardíaco, del cual ya casi se cumplían dos años.
Casi todo el encargo de coreografías y demás cosas habían quedado a encargo de alguien más, como siempre, pero esta vez el Maestro ni siquiera se molestaba en ir por los camerinos, o algo similar. Una cosa que había de quedar remarcada, era que al ser el primer concierto al que asistirían Len y Rin en mucho tiempo, las cosas habían cambiado.
Y es que realmente no había habido conciertos, no al menos en los que los Kagamine participaran, sino más bien ellos eran sustituidos o sus canciones omitidas. Tal era la sorpresa de tenerlos de vuelta, que se les prepararon vestuarios novedosos, referentes a su madurez. Len no llevaría shorts nunca más, sino pantalones largos, y camisas de manga larga con cuello elevado, y de igual manera su cabello había sido arreglado para que quedara más corto.
Rin había permanecido con su cabello casi igual de largo, con excepción de unos recortes para que se le pudiera arreglar de manera elegante y hermosa. Su ropa era igualmente distinta, pues ahora no tendría shorts cortos, sino una falda unas botas largas que se extendían hasta su muslo. Por lo demás, la camisa volvía a ser similar a la de Len, pero ayudando a que sus pechos se lucieran.
Una vez preparados, y viendo la hora en la que les tocaba presentarse, se relajaron unos momentos en su camerino, tomando cada quien una revista. Len no deseaba que nada arruinara esa noche. Deseaba tanto ver a su hermana actuar de manera gloriosa frente al público en vivo. Podía ser estresante, pero la gloria al recibir miles de aplausos era incomparable.
Mientras se mantenía leyendo casualmente una revista, Len se encontraba viendo de reojo a su hermana, como si temiera que su simple fragilidad se rompiera por lo que había hecho. No se lo podía decir en ese momento, no había razón para hacerlo, más que la amenaza de Miki, y estaba seguro de que sería mejor si la dejaba vivir en paz al menos por una noche más. Trató de iniciar una conversación.
—Len/Rin— se dijeron los dos al mismo tiempo al voltear a verse de manera simultánea— sorprendiéndose por la casualidad con la que sus voces se habían coordinado.
—De acuerdo, tu primero— dijo Len mientras dejaba de reír.
—Bueno… solo iba a decirte que estoy notando bastante como me miras— aclaró Rin mientras que se comportaba de manera coqueta —Creo que es muy obvio que disfrutas de verme con este atuendo tan distinto— rodeó la parte superior de sus hombros con sus manos y fue bajándolas como si quisiera lucir su figura.
—¿Qué? ¡No!— respondió Len sintiendo que lo acusaba de pervertido —Solamente iba a preguntarte si es que estabas nerviosa, y quizá darte algo de cariño para que te tranquilizaras— aclaró rápidamente mientras que trataba de no sonrojarse por lo que había dicho.
—¡Si claro!— exclamó Rin como una sabelotodo —Todo este tiempo has dicho de lo hermoso que es mi cuerpo ahora que somos adultos… no me sorprendería que este mismo atuendo despertara tus deseos raros incestuosos— bromeó mientras lo señalaba de manera acusadora. Len rápidamente entendió, que aquello era más como un juego de rol, típicos de los que hacían de vez en cuando eran más jóvenes.
—Bueno, no es solamente el atuendo, hermanita— comenzó a seguirle el juego —Mi imaginación es tan vívida que me permite fantasear contigo con lo que traigas puesto— la tomó de la cintura mientras decía aquello, sin temor a sentirse como un pervertido, pues sabía que Rin disfrutaba aquello.
—Pero yo sé que no solamente es lo que traiga puesto… sino la calidad de lo que se cubre con esa ropa— volvió a repasar sus manos sobre su cuerpo, gozando una vez más del desarrollo del que tanto había carecido durante su adolescencia.
—Oh vamos… ¿De verdad piensas que solamente un par de pechos me harían babear por ti?— preguntó Len fingiéndose subestimado por la forma en la que su hermana estaba presumiendo su cuerpo —Para mí da igual que tengas un par de melones o que seas tan plana como una pizarra— dijo sin limitar el tono despreciativo, queriendo ver tan solo si es que aquella confianza que él había creado a partir de alabar su apariencia era más fuerte de lo que pensaba.
—Pero… miles de veces dijiste que…— vio como Rin perdía su sonrisa —Que te gustaban mis pechos… y— no pudo decir nada más, antes de que Len pusiera su dedo sobre sus labios y los cerrara.
—¿Y que querías? ¿Qué te dijera que no me gustaban tus pechos y que te los redujeras?— se burló de ella, viendo como su mirada cambiaba a una bastante ofendida, algo que no debería de hacer con Rin, bajo ninguna circunstancia —Perdimos nuestra virginidad cuando no éramos más que niños… y en aquel tiempo ya me gustabas… porque me vas a gustar siempre, tengas catorce años, o veintiocho, o noventa, siempre serás mi amada hermana con quien hago incesto— le besó la frente de manera tranquila, presionando sus labios de manera progresiva. Ahora podía sentirse mejor, podía al menos eliminar ese chisme de que Rin se había vuelto más atractiva para él por parecerse a Luka. Cierto, quizá tendría alguna característica similar a la chica peli rosada, pero era el toque exclusivo de Rin lo que la hacía tan irresistible para su propio hermano.
—Entiendo… supongo que me deje llevar un poco por toda esa… cultura de los pechos enormes— reflexionó un poco la rubia, con alegría para su hermano, quien trató de cerrar toda esa discusión con un abrazo y un beso, pero Rin se removió rápidamente de los brazos del chico y comenzó a abrir su camisa —¿Pero entonces me puse esta lencería para nada?— preguntó mientras sostenía ambos lados de la camisa abierta y le mostraba a Len un sostén negro semitransparente con encajes.
—¿Traes… lencería debajo del traje?— preguntó Len sonrojándose. La lencería era una de sus muchas debilidades, junto con los trajes de maid, los trajes de enfermera, los trajes de baño con apariencia escolar, y un sinfín más de cosas con las que su atención podía ser perfectamente absorbida.
—Iba a ser para el final del concierto— presumió Rin mientras inclinaba un poco su cuerpo, como queriendo que la mirada de su hermano cubriera todo lo posible por ver —Y la ropa la parte de abajo combina— guiñó el ojo a su amado mientras que volvía a reír, dándose por complacida por la forma en la que su gemelo se había puesto completamente rojo.
—Apuesto a que te queda magnífico— respondió Len a todas sus presunciones, alcanzando con sus dos manos los pechos de su hermana y comenzando a presionarlos un poco —Esto a es a lo que me refiero cuando digo que siempre me gustarás… sabes usar muy bien lo que tienes— justificó mientras comenzaba a masajearla con algo más de fuerza.
—¡Te dije que era para después del concierto!— le reclamó ella mientras que se comenzaba a sentir ligeramente excitada de tener a su hermano tocándola de aquella manera.
—Bueno… no debiste de mostrar todas tus cartas antes de tu jugada— el rubio continuó con su tarea, disfrutando cada instante del toque, comenzando él mismo a sentirse más y más motivado. Pero pronto, sus deseos fueron complacidos cuando Rin estiró sus brazos y los colocó alrededor de su cuello, acercándolo a sí misma para comenzar a besarlo.
Ese era un beso de verdad, no tonterías como aquella ocurrida ese día oscuro de su memoria. Aquello lo podía gozar perfectamente, y ni uno ni el otro era un intruso al momento de intensificar el beso, ambos seguían su ritmo y se complementaban en el movimiento. Lentamente la chica fue colocando sus piernas a los lados de las del chico, mientras que este se inclinaba más hacia adelante y comenzaba a presionarse contra su hermana en su zona más tensa en ese momento. Se separaron tras unos instantes, y ese típico hilo de saliva que siempre parecía indicar que había sido un beso intenso se hizo presente.
—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que inicie nuestra parte del concierto?— preguntó Rin mientras trataba de recuperar el aliento.
—Tenemos… media hora— respondió Len mientras se lamía los labios y miraba al reloj de su muñeca.
—No creo que nos alcancé para hacer el amor— dijo Rin, sin sentir pena por mencionar aquello. Una pequeña chispa de orgullo se encendió en Len, por obvias razones, relacionadas con la suposición de su aguante.
—No te preocupes… te prometo que pondré lo mejor de mí para que sea perfectamente disfrutable— comenzó a buscar las bragas de su hermana por debajo de su falda, comenzando a retirarlas tan pronto como las encontró, viendo ese color negro tan provocativo.
—Me suena a que es un reto— susurró Rin mientras que ella misma abría la bragueta de su gemelo, encontrando con la mirada lo excitado que se encontraba, a la vez que se relamía los labios. A su parecer, no solamente ella se había desarrollado en tamaño con el pasar de los años.
El concierto estaba saliendo muy mal para ese punto. No solamente había grandes fallos técnicos, sino que además de eso, Luka no se había presentado y no había forma de localizarla. Casi todos los participantes habían salido, y Miku había dado lo mejor que tenía en sus canciones que le tocaban con Kaito, pero de cualquier manera, la pareja no había relucido tanto como se esperaba, quizá afectada por los rumores de una separación o ruptura entre ellos dos debido al fracaso de los tratamientos para quedar embarazados.
Pero Miku prefería no hacerle caso a esos rumores, y de hecho, prefería no hacerle caso a ningún rumor. Solamente deseaba salir y dar el mejor espectáculo, y no lo podría dar si Rin no se presentaba para su dueto. Lastimosamente, Rin cantaría primero con Miku, como una sorpresa, y luego sería su canción con Len.
Caminó hasta el camerino de los dos, preguntando en el camino si es que ya los habían visto salir y dirigirse a la parte trasera del escenario, pero nadie parecía tener ánimos de contestar, o simplemente no se habían molestado en hacerlo. Miku sentía que el mundo se le iba a caer a pedazos, cuando finalmente llegó hasta la puerta detrás de la cual se suponía que se encontraban los gemelos, abriéndola sin dudar un solo instante, preparando su voz para gritar.
—¡¿Dónde rayos han estado?!— preguntó estando a punto de continuar con sus gritos, pero solamente encontró a los gemelos sentados sobre el sofá, con Rin tomada del cuello de Len y este colocado entre sus piernas, con ambas manos sobre sus pechos. Miku permaneció en la puerta mirándolos a los dos, quienes ya de por si ni siquiera demostraban alterados por haber sido descubiertos en la plenitud del acto sexual. Y Miku, después de sonrojarse, alterarse una vez más, y gritar simplemente por la ira, se tranquilizó y se cubrió los ojos, y entonces dijo con voz lastimosa —¿Por qué yo soy siempre la que tiene que encontrarlos haciendo eso?—
—Quizá porque careces de la más mínima comprensión de lo que es la privacidad— contestó Rin aún sin alterarse.
—De hecho podrías haber tocado la puerta, no es muy difícil, hasta Vigo lo sabe hacer— dijo Len sin intensión de sonar demasiado pedante, pero con que su punto se entendiera.
Después de eso, los Kagamine tan solo tuvieron tiempo para terminar en lo que estaban y más tarde, salir al escenario, presentándose como había sido planeado, y obteniendo la adoración del público que quedaba.
No fue un secreto para nadie que el concierto fue más o menos un fiasco, tal y como los primeros después de que se terminó el periodo en el que tener a Miku era el espectáculo en sí. El Maestro al final ni siquiera estuvo presente hasta el final, solamente haciendo lo de siempre, quedándose viendo las noticias internacionales hasta madrugada en la sala de la mansión.
Algunos de los miembros del grupo discutieron si es que el concierto debería de tratarse como alguna clase de cierre, algo que finalizara una etapa, pero Miku se opuso firmemente. Dijo que ella solamente saldría de Vocaloid si moría. Nadie sabía si no estaba exagerando, pero les entristecía pensar que Miku actuaba así para ocultar sus penas propias, como si Vocaloid fuera lo único grande que tendría en toda su vida.
Afortunadamente, para Len y Rin las cosas fueron mejores. Aquel sexo que habían tenido en el camerino había sido refrescante, atrevido y vívido, al menos para Rin, había servido para liberar un montón de tensiones, mientras que para Len, había sido como tener sexo reconciliatorio, pese a que Rin no tuviera conocimientos de lo ocurrido. De cualquier manera, no quedaba dudas de que había sido grandioso, y quizá la única razón para relatar lo ocurrido en el concierto, sea precisamente ese evento, y lo resultante de este.
Para mediados de diciembre finalmente habían terminado sus últimos exámenes, y ambos se graduaron con buenas calificaciones. Pese a que se hizo una pequeña ceremonia dentro del edificio en donde estudiaron, la verdadera fiesta se les reunió con su celebración de cumpleaños, el día veintisiete de diciembre, colocando tres reglas básicas para esta: Nada de Alcohol, nada de peleas, y nada de Luka, quien de cualquier manera, seguía perdida en algún lugar distante.
La fiesta fue intencionada para que disfrutaran de su cumpleaños y de sus títulos obtenidos después del sufrimiento de los estudios. Invitaron a sus padres, a la mayor parte de los compañeros quienes "sobrevivieron" hasta el final del curso, y a los Vocaloids que quisieran asistir.
El ambiente se tranquilizó en la casa, después de las tensiones resultantes por el concierto. Len y Rin disfrutaron su pastel, y cuando Vigo finalmente se quedó dormido en los brazos de sus abuelos, y al lado de sus tías que eran tan solo dieciocho días mayores, Rin le pidió a Len que salieran del bullicio durante unos instantes. La noche del karaoke estaba por empezar, y de alguna manera, Meiko se había puesto ebria, quizá sacando sus reservas personales de cerveza.
—Len, ¿Te está gustando la fiesta?— le preguntó rápidamente, como tratando de lograr llegar a algo sin retrasos.
—Sí, me agrada bastante que no haya gente ebria tirada en la alfombra… al menos no todavía— vio hacia la entrada del pequeño pasillo por el que se habían desviado al estar alejados de la gente.
—Si… creo que solo nos hacía falta un poco de control… incluso me da lástima no haber celebrado nuestro cumpleaños el año pasado— reflexionó Rin mientras que trataba de no ver el lado negativo de aquello.
—Teníamos muchos cursos extraordinarios que atender, no podíamos descuidarnos mucho— le recordó su hermano mientras que se inclinaba sobre la pared —¿Solo venías a preguntarme si me gustaba la fiesta?— cuestionó ahora extrañado, —Porque si tuviera que dar alguna recomendación para mejorarla, quizá podríamos tener un poco más de tiempo de calidad juntos— dijo mientras que se acercaba a ella y colocaba sus brazos alrededor de su cintura.
—De hecho, quería decirte algo muy importante— trató de separarse un poco de él —Quizá sea algo muy bueno o algo malo… dependiendo desde donde lo mires— dijo comenzando a ponerse nerviosa y a demostrarlo con su respiración.
Solo eso necesitó Len. Ya sabía ese discurso, lo había escuchado justamente hacía más de tres años, y lo que salió de todo eso es lo que se ha relatado desde el inicio de esta historia. —¿Estás embarazada?— preguntó con el tono más neutral que pudo sacar su voz.
—¿De verdad te lo puse tan fácil?— respondió Rin molesta, pues quería hacer de aquello una noticia enorme y trascendental, y quizá lo era, pero no entregada como quería.
—¿Estás segura?— seguía Len demasiado dudoso de lo que ocurría, hasta el punto en el que sentía que quizá todo aquello era un sueño, o quizá ya se habría desmayado.
—Pues… tuve un tremendo retraso de mi periodo, y ha pasado un mes desde que lo hicimos sin protección…— Rin trató de mostrarse pensativa —Tomé la prueba esta mañana y salió positivo….— esa era la parte que justamente temía decirle a su hermano, pues sabía que podría sentirse excluido por eso, ya que en la primera ocasión, habían hecho todas las pruebas juntos —No quería que te estresaras de más en caso de que fuera una falsa alarma—
—No, está bien… de hecho, así es mejor… prefiero saberlo todo de una vez— se rio mientras comenzaba a sonreír —No puedo creerlo…— se quedó sin habla por unos momentos.
—¿No estás molesto?— dudó un poco su hermana de la buena fe que le estaba tomando a todo —¿No crees que sería más… peligroso?— fue ahora que dejaba ver el verdadero miedo, y todo el terrible cataclismo de emociones que se verían como resultado de eso.
—Para nada, no estoy molesto— fue rápido Len en decir aquello, para que no se malentendieran sus acciones —Y… no sé si sea peligroso… lo de Vigo lo fue sin duda alguna…— respiró fuertemente mientras que comenzaba a considerar todos los problemas que habrían pasado, y todos los problemas que podrían generarse. Pero no iba a tratar diferente a este nuevo Kagamine en camino —Creo que si Vigo salió tan bien, tan saludable, y tan inteligente— dijo al recordar lo rápido que el pequeño había aprendido en los últimos meses —Mikhail sin duda alguna nos podrá ayudar con el segundo… ¿No crees?—
—Si… quizá si…— se mostró más dudosa esta vez que antes, pese a que sus palabras trataban de sonar positivas, a lo que su hermano simplemente la abrazó, comprendiendo que dentro de ella había una tormenta de emociones encontradas. Ambos se mantuvieron unos instantes abrazados mientras que el joven acariciaba su espalda. No se dijeron nada más, pero en ese momento, más en ninguno otro en mucho tiempo, las palabras habrían sobrado. Solo necesitaban su… conexión de gemelos.
—Oye… si lo piensas bien comenzó a susurrar Len después de unos instantes —No podríamos cuidar a dos bebés en un solo cuarto, por más grande que fuera— comenzó a considerar este nuevo problema —No creo que Vigo quiera compartir su cuna con otro bebé más pequeño, ya tendría tres años para cuando el nuevo niño nazca— comenzó a hablar a futuro sin temer nada.
—Rayos… otro problema más…— maldijo Rin de manera pesimista mientras giraba su mirada al suelo.
—No te preocupes, estuve pensando esto por mucho tiempo y creo que es hora de decírtelo— habló en voz baja como si tuviera alguna clase de secreto —Quiero que compremos una casa para nosotros dos en donde podamos vivir tranquilos, y cuidar a Vigo… y ahora a este nuevo pequeño o pequeña en camino— le contó de su plan como de un solo instante.
—¡Me parece genial!— exclamó Rin al instante tras escuchar esto —De hecho, me preguntaba cuando íbamos a irnos de aquí… digo, no íbamos a tener a Vigo durmiendo en nuestro cuarto hasta que llegara a ser adulto… habría sido raro— se volvió a reír mientras que abrazaba de alegría a su hermano —Sería grandioso… sería un paso más hacia tu sueño— recordó rápidamente la descripción de una familia idea de Len. Tres hijos, una casa grande en donde cupieran todos, ubicada en un lugar en donde hubieran muchos árboles, y con la esposa más hermosa que se pudiera contemplar.
—Si… casi se me había olvidado— comentó Len débilmente mientras que en su mente, comenzaba a recordar las áreas más seguras de la ciudad para familias pequeñas que había investigado vagamente por internet, teniendo todo el tiempo la idea de irse a un lugar apartado de la ciudad.
—¿Les decimos a los otros?— preguntó saliendo de la nada —Sería perfecto… sería contarles a todos… aunque quizá no lo tomen bien— trató de resolver esa encrucijada por sí misma, pero Len dio su opinión.
—No lo sé… me divertí tanto manteniendo en secreto lo del primer embarazo… luego contándoselo a todos, que se enojaran, y que al final lo aceptaran, que no me gustaría perderme de esa oportunidad nuevamente— consideró aplicando un poco de ironía y sarcasmo en su comentario.
—Muy cierto, creo que mejor haremos que sea nuestro secreto por ahora… aunque les tendrás que decir que planeamos irnos— se puso un poco más serie con eso —¿Crees que afecte nuestros contratos?—
—Sin duda lo hará— le restó completa importancia al asunto, tomándola de la mano.
—Si… entonces creo que ya está todo solucionado— le dedicó otra sonrisa cómplice a su hermano mientras que los dos salían caminando del pasillo, aun tomándose de la mano, casi sin ser extrañados por nadie exceptuando a sus propios padres, quienes al estar cuidando a sus propias hijas no habían tenido tiempo de tranquilizar al pequeño hijo, fruto de ese amor incestuoso que había iniciado como algo tan pequeño.
Fin del capítulo 30
Notas finales.
¿Hay alguien por aquí? Aquí abajo, escribo ahora en la página número 60 del documento de Word, el contador de palabras indicaba alrededor de 30450 palabras para cuando escribo esto. Me reusé a dividirlo por partes, y ahora tengo un enorme monstruo ligero. No sé si haya alguien con la voluntad para leerlo, pero de haberlo, espero que les haya gustado. Creo que yo lo leería en el curso de una semana, aunque no me gusta leer rápido, pues soy de las personas quienes leen y releen las historias que le gustan.
Por supuesto, lo escribí el más tiempo que eso. Desgraciadamente, pensaba terminar esto mucho antes, pero la intensificación constante de los estudios universitarios me hicieron poner en alto el desarrollo. Todo lo que leyeron después del infarto de Salta fue escrito tras finalizar el periodo de exámenes más agotador que se puedan imaginar, pues había días en los que dormía dos horas nada más, y proyectos hechos en un solo día cuando estaban planeados para hacerlos en seis meses.
Pero en fin, con respecto a la historia. Muchas personas se preguntarán ¿Por qué carajo puse a que Len hiciera eso con Luka si yo amo tanto a los Kagamine y su relación incestuosa? Pues la respuesta puede no ser muy precisa, pero se fundamenta en el proceso que tuve para crear la historia.
En un inicio, y como lo indica el título, el propósito de la historia era mostrar por qué el amor de Len y Rin, con su incesto y todo, no es algo malo, que el amor correcto no puede ser algo malo. Y estaba bien, enfrentarse al mundo entero y decirles "Nuestro amor no es malo" era precisamente la meta de la historia. Pero conforme la escribía, me di cuenta de que quería hacer algo más, quería que no solamente ellos convencieran al mundo de que su amor no era errado, pues eso nada valdría si al final no podían verse el uno al otro y decirse cara a cara, o incluso decirse a sí mismos "Nuestro amor no es malo".
La idea original era esta, muy idéntica a la que acaban de leer. Verán, si me han conocido por la página "Rin Len doujinshis" recordarán que mi pareja alternativa para Len, de no ser Rin, sería Luka. Esto, de manera subconsciente formaba una clase de rivalidad entre ambas parejas, en donde en todos los casos, de existir Rin, el LenxRin sería la pareja ganadora. Pero me cuestioné acerca de si de verdad eso sería siempre así, ¿Habría conflicto si la otra pareja merecía ganar? ¿Y si Len no estaba seguro? Por supuesto, mientras que Rin bien podría ser quien defendiera su posesión sobre Len, yo jamás he creído demasiado en eso de "ganarse" a alguien, soy más de las personas quienes opinan que el amor no se puede generar por la fuerza, se logra con tiempo y dedicación, pero no buscándolo como un tesoro, pues eso lo volvería banal y simple, como un objeto o un lugar, cuando para mí es un sentir, un estado de vida.
Quizá estoy divagando un poco, ok. La idea era que Len se sentiría tentado por Luka, cedería a dicha tentación, pero que después de ver a su hijo adolorido por lo que simbolizaba su engaño de manera física. Esto ocurriría, por obvias razones, al final de la historia, y tendrá su verdadera resolución en el siguiente capítulo conclusivo.
Pero durante el desarrollo de la historia, se me ocurrió de pronto, que sería muy maldito entregar todo eso del LenxLuka hasta el final, así que pensé en ir fundamentándolo con el suceso de Rin, que resultó ser más grave de lo que calculé mentalmente, aunque no es la primera vez. Decidí darle una resolución antes, cuando Len perdonaba a Rin por lo que había hecho. Aunque teniendo a Rin llorando por lo que había hecho, no me parecía tanto así como que se "ganaba" a Len, me parecía que la reacción de este había sido muy blanda, pero había pasado por todas las dudas anteriormente, y estaba tranquilo, lo dejé pasar.
Desgraciadamente, un cierto review con lenguaje escatológico, comenzó a consternarme un poco. Al parecer Rin seguía siendo una perra desgraciada y Len un pendejo que se dejó que lo pisotearan. Rin seguía siendo odiosa, Len no tenía ningún derecho de dudar.
Así que decidí retornar este final planeado originalmente, tomando como parte un argumento que observé hace un tiempo, en donde decían que el diseño de Rin Future Style era sumamente genérico y era una copia de Miku y Luka. La idea era: Si, Rin es una maldita, se merecía que Len la detestara al inicio del capítulo, más que nada por ser infantil y aniñada todo después de lo que pasó. Pero la resolución seguiría siendo simple, Len podría perdonar, Len podría olvidar, todo porque ama a Rin, solo por eso, negaría a Luka al final, y la repudiaría, volvería a ser su decisión propia quedarse con Rin, por más pendejo que pudiera ser. Dudaría porque es humano, pero perdonaría porque eso mismo, porque sabe amar.
Si la conclusión no les pareció buena, esperen al siguiente capítulo que concluirá todo, y luego al epílogo si lo desean, que tomará espacio años después.
Con respecto al rápido lapso de los dos años de estudios de Len y Rin. Fue algo difícil escribirlo, no creo que haya sido del todo satisfactorio, lo admito. La historia iba a acabar en que comenzaban a estudiar de nuevo y en el epílogo se vería que acababan todo, conseguían su casa y trabajaban como si nada en oficinas, siendo felices de tener una familia unificada. Por el asunto de Luka, las cosas se desviaron un poco. Decidí que el segundo hijo sería concebido por el sexo de reconciliación durante el concierto, que de hecho, iba a ser un lemon aparte, pero me gustó como quedó.
No quería que se viera que los dos hijos nacían tan seguido, sino con un poco de tiempo de diferencia, además de que la concepción del bebé si sería dos años después de todo lo ocurrido. Ya he dicho, que las partes que quedan vacías serán rellenadas eventualmente con historias aparte. Más que nada, el periodo de esos dos años serán observados en la historia secuela a esta misma "La alegre y feliz familia Kagamine" o algo así, no me he decidido por el título, pero el tema si: Len y Rin en su vida como padres.
En fin, creo que eso es todo lo que había de aclarar, quizá nada más que la conclusión para Miku también llegará en el siguiente capítulo… no quería escribir mucho de ella… pero espero que les guste lo que tengo preparado para ella. De igual manera, la trama de Salta y su resentimiento por la vida, Mikhail y sus experimentos humanos, y Thel, en su cruzada por la paz, se resolverán… quizá después (¿?) No lo dejaré abierto, si eso es lo que piensan, solo no por ahora no es tiempo de que se resuelva, recuerden que resta el capítulo final y el epílogo.
Bueno, creo que ahora si es todo, faltan los reviews ^^
Umila: Gracias por lo que dijiste xD espero que este te haya gustado, ya no se deberán de preocupar por la perra de Luka, tuvo su momento, lo perdió. Y me alegra que te gustara el AnonxKanon, haré más de ellas.
cristal12997: Está bien, yo me tardé mucho en subir este, en el cual igual hubo sorpresas.
: Si te preguntas, porque el capítulo tuvo tantos problemas de pronto, creo que ya hemos hablado de eso en privado, y de lo que pienso de los reviews negativos dejados a esta historia.
Hikari Vits: Tendrás que recargar tu celular miles de veces para poder leer todo esto xD, y ya casi se cierra ;)
ShadoShiro: ¿Len sigue siendo buen padre después de lo que hizo?
LaRaiyuko: Muchas gracias, espero que lo hayas disfrutado xD
Si me tengo que disculpar con todos ustedes, más que nada quienes me dejaron review, lo haré de una vez. No espero comentarios positivos por este capítulo, no por lo largo que es, no por lo acelerado del paso del tiempo, no por las cosas inconclusas y tampoco por los huecos sin final que han quedado. Siento que no les gustará por los problemas que hubo entre Len y Rin, que las cosas cambiaran tan drásticamente entre ellos dos. Pero no me pareció, al final, que todo finalizara así como así, tenían que superar este último problema antes de volver a ser la pareja de amorosa de siempre…
En fin. Creo que eso es todo. Si me preguntan por mi estado emocional, creo que es estable, las vacaciones me ayudan, pero las clases me tuvieron en estado de tensión perpetuo. Probablemente el resto de mi existencia sea demasiado miserable, quizá hasta el punto en el que ni siquiera valga la pena seguirla, pero que se joda, tengo muchos fanfics por escribir, y muchos lugares por los cuales caminar en completa soledad. Me gustaría tener amigos, o quizá una persona especial, pero no todo se puede en la vida, al menos tengo mi Xbox, y mi cuenta de Steam con ofertas especiales para miles de juegos, entre ellos simuladores de citas de todo tipo, así que estaré bien.
¿Ya es todo? Oh si, me queda felicitar a los Kagamine por su cumpleaños número 8. Curiosamente, los conocí hace cuatro, por lo que de ahora en adelante, será más el tiempo que llevo conociéndolos que el tiempo que llevaron existiendo sin que los conociera :D
Me despido sin decir nada más que…
Me acabo de dar cuenta de que la última vez que subí esto fue en mi cumpleaños… *Se deprime*
Bye_.—
P.D.: Nuevos fanfics de Anon y Kanon, Nuevo capítulo de compromiso, El final de este mismo fanfic, una nueva serie de incestuosa de Len y Rin, y un capítulo extra de "Experimentación" todo eso y más espero subir antes de morir o lo que es lo mismo, volver a la uni xD
P.D.2: Si se preguntan por el nombre del capítulo... El primero de enero es un viernes, y ... eso, solo me gustó el nombre.
