Ante-epílogo

Lo que procede al epólogo.

Vocaloid no me pertenece


Habían pasado varios meses desde que Len y Rin se habían mudado, pero esa misma tarde, por primera vez en mucho tiempo, regresaban a la mansión. Aquello que los había llamado era una emergencia de una escala incalculable.

Desde la mañana despertaron pesadamente al ser apenas las seis de la mañana por culpa de una llamada, y solamente unos cuantos gritos a través de la bocina les hicieron encender la televisión y ver las noticias que hacían ruido en todos los canales. Sin perder el tiempo, hicieron caso a las últimas indicaciones que les dieron por el teléfono, y por algunas cuantas de las que se daban por el noticiero, y los dos se ocuparon en levantar al pequeño Vigo de su sueño, vestirlo con una sudadera y después bajaron a tomar las cosas que necesitaran, como un desayuno rápido y luego salir.

Todos los reportes habían sido sumamente claros: Corea del norte y Corea del sur habían roto el armisticio y habían retomado las acciones bélicas desde hacía cinco días, todo gracias a la fragilidad por parte del acuerdo que mantenía en relativa paz a ambos países, y desde ese mismo momento, todo en el paralelo 38 se había vuelto un terrible caos. Pero las cosas habían cambiado a las dos y media de la mañana, Seúl había sido atacada de manera directa, y se hablaba de todo tipo de cosas.

Muerte al por mayor alcanzando la cifra hasta de millones de personas, algunos atribuyendo esto al uso de armamento nuclear, mientras que otras personas no elevaban la cifra a más de cien mil, y atribuían todo esto a un ataque interno más parecido al terrorismo paramilitar que a las acciones de un ejército, uso de armas biológicas, o material nuclear de no mucha potencia.

Era la primera vez que la paz se perdía en mucho tiempo por aquellas fronteras, y la primera vez que todo se había esparcido hasta alcanzarlos a ellos. Todo indicaba que se acercaría una verdadera tercera guerra mundial, ya nadie lo dudaba, se comentaba no solo en los foros de discusión política, sino en los noticieros, programas de todo tipo, y el temor a la guerra se había convertido en un tema habitual para prácticamente todas las personas del mundo civilizado.

El trayecto entero fue sumamente incómodo para los dos, pues no solamente se encontraban cansados, pues desde la noche anterior se habían acostado a dormir con sumo estrés. Rin, para ese entonces, llevaba ya siete meses de embarazo, y esa era la primera vez en todo su periodo de gestación en el que se había vuelto a sentir estresado como en los tiempos en los que Vigo iba a nacer, pero por causas completamente diferentes. Len se comportaba de manera especialmente cuidadosa con ella, pues aunque habían estado en relativa calma, las noticias preocupantes se hacían cada vez más comunes y constantes, hasta el punto en el que ya ni siquiera podían tratar de disfrutar una tarde tranquila sin estar al tanto de todos los eventos del mundo en otras ocasiones no les habrían importado.

Pero sin importar cuanto le interesase o no la política, pues seguía siendo un tema de conversación, esta no pasaba de un temor distante, una posibilidad remota que después se convertiría en una anécdota de cómo todos temían por el inicio de una nueva gran guerra. Todo había cambiado esa misma mañana, con la noticia del ataque a Corea del sur. De pronto todos comparaban esto con la invasión de Alemania a Polonia en el año 1939, lo que daría inicio de manera paralela a una guerra mundial.

Para cuando llegaron a la mansión, pese a que se sentían bastante cansados, elevaron la vista y contemplaron la casa como si hubiesen pasado años enteros, notando el descuido en paredes y ventanas, y como la pintura se desprendía de las paredes, como si nadie hubiera estado allí en mucho tiempo, pero los autos estacionados a los alrededores decían lo contrario. Resultaba que cuando Miku los había despertado con el sonido del teléfono, no solamente había sido para avisarles que encendieran la televisión, sino que les había dicho que fueran todos a la casa, en donde según ella sería más seguro.

"¿Más seguros de que?" Había preguntado Rin sin querer dar una sola oportunidad a que su amiga mintiera. Y a falta de cualquier clase de excusa, Miku había dicho la verdad "Aquí hay refugio antibombas".

Entraron a la casa, Len cargando a Vigo medio dormidillo en sus brazos mientras que con la otra mano abrazaba por la cintura a su gemela, cuidando cada paso que daba hasta que pudieron entrar a la sala, en donde vieron a casi todos sus amigos sentados en los sillones que rodeaban la mesita del centro. Fueron saludados por Iroha, quien era la única que se encontraba caminando de aquí para allá, sin mostrar un solo indicio de nervios, pero bajando al sótano en donde se suponía, se encontraban las provisiones, siendo según sus cálculos, un espacio adecuado para unas veinte personas, y con provisiones suficientes para sobrevivir todos tres meses, sin tener que salir a la superficie. Lo demás, cosas útiles como radio, sistemas de comunicación, drenaje de salida, ventilación, y espacio para dormir, quedaban obviadas.

Pero nadie iba a meterse al refugio, nadie se consideraba a si mismo tan loco como para aceptar lo que podría pasar, pero seguían reunidos allí, como si supieran que en cualquier momento podía escucharse una alarma por toda la ciudad, que les dijera que la vida como la conocían se iba a acabar.

De todo lo que los gemelos notaron al entrar, lo más obvio era la oscuridad, por todo el lugar, siendo la única fuente de luz artificial la televisión frente a la que estaba sentado el Maestro. El día se había nublado desde la salida del sol, y ahora había comenzado a llover. Meiko trataba de consolar a Miku, y de hecho, eran las únicas personas que estaban hablando, pues la peli verde no había encontrado forma de comunicarse con su hermano desde que había recibido la noticia.

—Piensa bien… Mikuo es un chico muy listo, no creo que se haya quedado en algún lugar peligroso, no es tan tonto—continuaba susurrando mientras que el resto de las personas en la sala seguían con un humor tan serio.

—Quiero pensar que esto es solo la tormenta… pero que después podrá salir el sol…— se ponía Miku a lloriquear mientras que seguía sintiendo un intenso dolor en el pecho. Volvió a tomar su teléfono celular y repetir la misma rutina de antes, marcar a su hermano, a su casa, a su celular, a Luki, pero no había contestación.

El Maestro no quería decirle nada, ni siquiera tratar de desalentar o alegrar a Miku. Se había también fijado en el momento en el que Len y Rin habían llegado, junto con Vigo, algo que le parecía sumamente inconveniente, pero no le importaba ya. Días enteros había estado en esa misma posición, viendo las noticas, enterándose de cosas que ocurrían lejos, y de las cuales no podía tener ningún control, sintiéndose un completo inútil. Era lo único que le importaba.

Tenemos imágenes de la zona cero del ataque en la ciudad de Seúl— anunció la reportera mientras la pantalla mostraba una serie de imágenes apocalípticas —Se nos ha prohibido acercarnos más a la zona, el ejército ha cercado el lugar y ha comenzado con las acciones de rescate— se anunciaba mientras que se mostraba una ciudad completamente oscurecida por nubes de humo negro que subían al cielo, con estructuras de hormigón partidas a la mitad y fuego por todas parres a mitad de la calle.

Todos permanecieron en silencio mientras que se comenzaba a hacer mención de lo ocurrido, aunque quedaba la gran duda presente en todo momento ¿Qué había sido exactamente que lo que había pasado? ¿De verdad había sido algo tan fuerte como una explosión nuclear?

Por desgracia, no fueron recibidas las respuestas que necesitaban, en lugar de eso, la toma se cortó de manera estrepitosa y se cambió a una serie de discursos de los líderes de distintos países.

Para ese momento, la tranquilidad de la casa se había deshecho, y todos comenzaban a dar su opinión en voz alta, oponiéndose la mayoría de veces a que una arma nuclear hubiera sido realmente usada, u otros diciendo simplemente que se trataba de un arma de Corea del Norte, pero que debido a su baja potencia, no había afectado más.

Pero Le no estaba discutiendo, ni tampoco lo hacía Rin. Incluso a él le pareció raro que Gakupo estuviera allí tratando de corregir a todos, aunque de Kaito no había ni rastros. Él solamente se preocupaba por un asunto, y este era por el destino que tendrían sus pobres hijos de comenzar una guerra a gran escala. No era solamente el daño a la economía, o las recesiones de la misma, o la austeridad a la que tendrían que acostumbrarse. Lo que le aterraba era pensar en la posibilidad de que fuera reclutado por el ejército, y por lo tanto, tener que ir a la guerra. No era una locura pensarlo, si el gobierno de Estados Unidos lo ordenaba, todos los adultos tendrían que atender el llamado del deber, y como él no tenía ninguna discapacidad, bien podría acabar allá afuera, peleando por intereses ajenos, matando o muriendo.

Sintió un escalofrío en la espalda al recordar las películas de guerra en donde centenares morían a la primera bala disparada contra ellos saliendo al campo de batalla. Pero aunque sus pensamientos seguían distanciándose de las preocupaciones de los otros, un nuevo reporte inició, algo que hizo que el Maestro se levantara anonadado.

El gobierno de los estados unidos ha anunciado una nueva imposición de sanciones en contra de Rusia y de sus aliados, todo esto a causa de las acciones del líder Norcoreano Kim Jong—un, y el final del armisticio entre las dos coreas— anunciaba otra de las reporteras, quien se encontraba al lado de un edificio de suma importancia en estados unidos —"Se hicieron innumerables advertencias al gobierno de Putin desde que inició con sus intervenciones en la guerra civil ucraniana, y en todo momento, se le aplicaron sanciones, sanciones que tuvieron impactos negativos en toda la economía del país, y aun así continuó con sus acciones ilícitas al anexar Crimea a su territorio…"— se escuchaba a una voz femenina traduciéndolo todo de algo que parecía ser una transcripción directa del último comunicado de la casa blanca —"Por lo tanto, queda en evidencia que Rusia debe de aprender que sus acciones no solamente no serán bien vistas en el panorama mundial, sino que no tendrán ninguna cabida en el mundo globalizado de hoy"— al terminar esto, otra voz femenina enumeraba la gran cantidad de sanciones que se aplicarían al gobierno del país eslavo, hasta llegar a la última de todas, en donde decía que la isla de Sajalín iba a dejar de ser territorio de Rusia, para comenzar a ser administrado por un gobierno provisional japonés.

Por supuesto, la polémica desatada a partir de esto fue enorme, pues ya no se trataba de esperar un ataque por parte de un país vecino demente, ahora resultaba que Estados Unidos había ordenado al gobierno Japonés que actuara como una especie de policía, siendo esta la obligación del país nipón al ser parte de la NATO y tener que actuar en conjunto en contra de todos los países enemigos que se atrevieran a meterse con sus aliados. Para todos en la casa, esto solo significaba la confirmación del inicio de la tercera guerra mundial, pero para Salta, estas noticas eran trascendentales, pues frente a sus ojos se encontraba no otra cosa que su destino.

Pese a que el Kremlim ha expresado su intensa desaprobación y condena a los ataques realizados por parte del gobierno Norcoreano, las conflictivas relaciones diplomáticas entre oriente y occidente han creado una laguna de desconfianza, lo que supone, según los analistas, una nueva división entre las potencias del mundo— sin querer poner más atención a eso, el Maestro apagó la televisión.

—¿Pueden creer eso?— preguntó con una voz que no había usado en un buen tiempo —Los malditos bastardos nos quieren arrebatar el Óblast de Sajalín, es lo que habíamos ganado de los japoneses tras el final de la segunda guerra mundial… esto no tiene nombre— dio un salto y se puso de pie, estirándose tras cinco días de estar sentado donde mismo.

Se encaminó entonces a su oficina, en donde estuvo produciendo ruidos curiosos que iban desde el movimiento de múltiples objetos frágiles hasta el desacomodo de muebles pesados. De tal forma que después de unos cuantos minutos, finalmente volvió a salir a la sala, cargando un maletín, un bolso grande de gimnasia, y su traje, nuevamente limpio y arreglado para salir.

—Muy bien, ha llegado la hora de irme…— le anunció a todos sin voltear a verlos, aún ocupado en buscar algo en una de las alacenas de la cocina —Les deseo mucha suerte en lo que quiera que hagan, pueden usar la casa para lo que quieran, ya está a nombre de la empresa, les recomendaría que tratasen de no morir, pero eso ya no me concierne— en aquel momento sacó algunas cuantas balas y unas cuantas más cosas de metal que metió en los bolsillos internos de su saco en donde también llevaba su revólver.

—¡Maestro!— le gritó Miku mientras se acercaba a él, pero solamente continuaba su camino a la salida —¿Qué va a pasarnos?— preguntó con seriedad mientras trataba de no llorar, tratando de evitar que se fuera.

—Si necesitan comunicarme algo, traten llamando a la embajada Rusa, pero no me busquen allá— les avisó cuando ya estaba a punto de salir, pero Miku se le adelantó, casi corriendo y colocándose frente a él.

—Maestro, por favor…— sintió como su voz se rompía un poco —Todos aquí tenemos miedo, no sabemos que vaya a pasar de ahora en adelante, o si podremos huir de todo esto…— volteó a ver al sueño y sintió como su garganta se estrujaba —Todo ha salido mal últimamente, lo he perdido casi todo, a mi fama, a mis amigos, a mi amado, todo se desmorona… y todo esto que está ocurriendo solamente entierra todo lo que quedaba, pero usted siempre estuvo por aquí, siendo el pilar que me sostenía, alguien quien me podía ayudar, aunque fuera de una manera sarcástica o cruel… no puede irse— le pidió con lágrimas en los ojos, y era la primera vez en la que había sido sincera en su relación con Salta. Sin importar si el asunto era meramente profesional, él siempre se había ocupado de cuidarla, ocuparse de que estuviera todo bien, no solo representarla, también era el hecho de que ella era por así decirlo, el producto más valioso de todos, lo que más había de ser protegido.

—Miku… lamento mucho tener que irme, pero ya no tengo nada más que hacer aquí, digamos que mi tiempo ha terminado, me necesitan en otra parte, es algo que está en mi deber, algo que no he sentido desde que tenía veintiséis años— quiso comportarse algo poético, pero prefirió decir las cosas con más sinceridad —Mentiría si te dijera que cuando te asignaron a mi cuidado, no veía en ti más que una ídolo vacía, cuyo único propósito era ganar dinero— habló de manera rápida, y tan descarada como siempre —Pero también sería deshonesto si dijera que no descubrí que eras una de las personas que más aprendí apreciar… si hubiera sido mi hija, no me habría decepcionado—

Puso su mano sobre la cabeza de la chica mientras esta lloraba de manera desconsolada, y de igual manera casi todos habían quedado conmocionados, no solo por la forma en la que se iba, sino también por las palabras de afecto, pues incluso con su forma inhumana de actuar contra ellos, en el fondo siempre los protegió muy a su manera. Miku trató de acercarse a él y abrazarlo, pero el adulto mayor solamente la tomó del hombro y le dijo de manera cercana.

—Trata de perdonar a Kaito, vale la pena arriesgarse— como si se hubiese tratado de un susurro, luego volteó a ver a los demás y dedicó lo que debían de ser sus palabras finales —No les puedo asegurar que nada les pasará, o que sus vidas seguirán siendo iguales, sé que la mía no lo será, pero si mis hermanos llegan buscándome, díganle a Thel, que lo siento mucho, y a Mikhail, que se joda— y después de eso, salió de la casa.

Esa fue la última vez que Salta se en ese hogar, que él mismo había convertido con su presencia, y su huida significaba el cambio de todo.

Nadie sabía a donde se había ido, y no lo sospechaban. Solo sabían que los últimos meses habían sido especialmente aburridos y monótonos para él, y hasta cierto punto había perdido el sentido de la vida, ¿Pero qué sentido buscaba entonces? ¿Combatir? Tenía casi sesenta años y ningún ejército lo admitiría, además de que solo conseguiría que lo matasen, siendo que los soldados que pelean en esas guerras son algo más que simples pandilleros drogadictos como los que él había matado en el pasado.

Rin por su parte, no dejaba de lamentarse internamente por que todo se hubiera ido a la deriva, y en cuando Salta había salido de la sala, se había comenzado a detestar toda la casa, las paredes, las luces, todo lo parecía irritante, solo quería regresar a su casa, hacerle algo de desayunar a Vigo y regresar a la cama, ocuparse después de todos los asuntos que tenía allá, y más tarde, ir con el médico para la revisión del bebé que venía en camino, pero desconocía que asaría con Mikhail, si es que su hermano mayor se había ido de esa manera.

Pero pese a todos los sentimientos que la hacían detestar el lugar, no odiaba a ninguno de los presentes, sino que todos ellos estuvieran tan seguros como ellos dos, y hasta cierto punto, no le interesaría compartir su hogar con ellos, como lo hacía de vez en cuando en los días en los que Piko y Mki iban a comer a su casa.

Pensó mucho en su hijo, el que sentía en su vientre. No sabía si es que existiría un mundo en el cual él y Vigo podrían crecer, y la sola duda le dolía muy en el fondo de su alma.

—Oye, Rin— le llamó Miki, quien había estado de hecho, tratando de llamar su atención desde hace un rato —Las demás personas de aquí no sabían que estabas embarazada— Le susurró al oído, y sin darse cuenta, tenía Lily, Gumi, Iroha, Meiko y Piko viéndola directamente, mientras que los demás, Yuki, Ryuuto, Mizki y Yuma, se mantenían en sus asuntos, siendo que Len había tenido que llevar a su hijo al baño —Sé que no querías decirlo hasta que naciera, pero tenemos curiosidad ¿Cómo quieres que se llame el nuevo bebé?— preguntó con una sonrisa, como si de pronto, por ese mínimo momento de atención, la maldad del mundo exterior se deshiciera, solo por unos instantes, se abriera un hueco entre las nubes, y un rayo de sol le diera un alivio temporal.

—Kiiro, me gusta el nombre de Kiiro— respondió Rin, esbozando una pequeña sonrisa.


Fin del ante-epílogo.


Notas finales:

Muy bien, ¿Les pareció oscuro?

Creo que este final se explica por sí solo. No quería inducir demasiado el tema político, y sabía que por el tono oscuro, sería riesgoso añadir esto a la historia principal, y es precisamente por esto por lo cual, como ya mencioné antes, tuve que colocar esto como un final alternativo, algo que no es necesariamente de la historia principal, sino un extra. Pueden tomar esto como el final, aunque yo recomendaría que mejor no. Lo que ocurre con el verdadero epílogo, es que tendrá ciertos toques de un estilo de vida distinto al que puse antes, no pienso hacer una historia de "Amor en los tiempos de guerra" ni una acerca de un futuro post—apocalíptico, solo que consideré que había ciertos acontecimientos grandes a los cuales la vida común no puede escapar.

Esta idea me vino hace un tiempo, cuando pensaba en cómo había contrastado la matanza de Salta con respecto al resto de la historia, y de cómo saber de esta repercutiría en la vida de los gemelos, me hizo pensar en cómo hay acontecimientos que salen de nuestro control, y que pueden cambiar nuestras vidas. Pensaba en esto, cuando iba en el camión en el centro de mi ciudad, cuando en ese momento me llegó un mensaje al celular, un simple servicio de noticias, pero esta vez contenía una sola nota, decía algo así como "Número de víctimas sube a 120 tras atentado terrorista en París". No voy a mentir, en ese momento, pensé: "Eso no pasa en París" aunque suene cruel, noticias como esas son más comunes en países más conflictivos, si lo sabré yo. Como alguien ya lo habrá dicho, el objetivo de esa clase de ataques no es solamente matar y herir de manera física, sino dañar la seguridad y la confianza de la gente, crear ese ambiente de paranoia y terror, del cual no se puede salir fácilmente. En otras palabras, se trata de destruir la seguridad de una nación entera.

Esa son la clase de acontecimientos en este mundo loco de los que no se puede huir. Hace un tiempo, recuerdo un fanfic de estilo "La hija del mal" en donde alguien se enfurecía, porque no se mostraban las verdaderas consideraciones por las que el gobernante de una nación debería de pasar. Pensando de esta manera, no solo tomé nota para mi historia "Compromiso" sino que me hizo darme cuenta de que no hacía daño tener consideraciones externas a las de la historia principal, lo que ocurre con el mundo alrededor de la pareja principal.

En fin, solo una consideración final, no es realmente un final canónico, ya lo dije, solo un experimento alternativo. Aparte, quería darle un final a la historia de Salta.

No quería meter muchas explicaciones políticas dentro de esto, y tampoco tengo la capacidad para predecir el futuro, y decir cómo y porqué ocurriría una tercera guerra mundial, pero hay ligeras pistas de cómo esto podría pasar. ¿Qué desenlace habría? Creo que me tomaré mi tiempo para idear eso.

En fin, muchas gracias por leer, sé que no es fácil hacerlo, pero muchas gracias.

Comenten todo lo que quieran, no responderé a los reviews hasta el epílogo de verdad, pero de todos modos, gracias a las dos personas que ya comentaron en la historia.

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BYE_.—


P.D.: ¿Qué les pareció el nombre del nuevo bebé?