La alegre y feliz familia Kagamine
Vocaloid no me pertenece.
Muchos años después…
Era el cumpleaños de los gemelos Kagamine, el número cuarenta para ser más exactos. Los dos habían pasado por demasiadas cosas juntos, y no les quedaba más que disfrutar de ese día especial de la única manera en la que sabían hacerlo.
Mientras el día era nublado y una ventisca había caído, provocando que el panorama entero se llenara de nieve tan profunda que hacía imposible observar la lejanía. Pero los hogares se mantenían cálidos en su interior, ya fuese por chimeneas o calefacción, y en uno de ello, una casa de dos pisos y colores verdes en el exterior, había un calor bastante singular en una de las habitaciones.
Allí mismo, Len y Rin habían despertado, se habían saludado alegremente, y como si lo hubieran planeado desde el día anterior, y apenas dedicándose un simple "Feliz cumpleaños" de manera mutua y algo irónica, los dos comenzaron a besarse apasionadamente, abrazando sus cuerpos debajo del cobertor para mantener el calor, celebrando el cumpleaños de ambos de la mejor que conocían.
Era como una rutina, algo natural de sus cuerpos, desnudarse mutuamente y lentamente dejar que los roces de sus cuerpos se convirtieran en erotismo puro, comenzando a hacer el amor de una manera casi ceremonial para ambos, en el altar que representaba su cama, un espacio exclusivo de ellos dos, en donde nadie más podía traspasar, y en donde a la vez eran todo lo que fuera no podrían ser.
El acto finalizaba con Len sosteniendo las caderas de su hermana, levantándolas sobre las suyas, mientras que ella se recostaba, y presionando con una mano la sábana, y con la otra el brazo de su gemelo. Len continuaba con el vaivén de las caderas, inclinándose sobre ella para besarla, justo al momento en el que el cuarto entero se puso en un silencio, solamente resaltando los espasmos de ambos que los hacían recostarse tras el éxtasis.
Se tomaron de las manos al descender de nuevo a la cama, y de alguna manera sentían el cuarto sumamente cálido, pese a que afuera la temperatura hubiera descendido durante la noche. Respiraron cerca de la cara del otro antes de volver a besarse de nuevo. Les encantaba estar recostados en la cama, si nada de ropa, acomodándose como lo desearan, de maneras que otros encontrarían incómodas, a veces abrazados y con las piernas cruzadas, dejando sus partes nobles juntarse.
Se susurraron un par de cosas acerca de la experiencia que acababan de tener, siempre les gustaba presumir lo que habían sentido, casi nunca comentando en cómo habría sido mejor, pero siendo abiertos en sus deseos, creando así un lazo cerrado de retroalimentación para el futuro, pues poco le temían a la novedad.
No sabían bien qué hora era, y probablemente hubiera sido mejor que lo supieran, pues al menos podrían haber esperado el abrimiento de la puerta de la habitación.
-¡Feliz cumpleaños!- se escuchó la voz de un joven mientras la puerta se abría de golpe. No dijo nada más, aunque probablemente habría sido parte de su plan el poder expresar sus buenos deseos, pero por desgracia, ver a sus padres desnudos en la cama no era precisamente algo que le hiciera mantener la mente en las vías. El joven era rubio, y su cabello estaba sumamente desordenado, tras haberse levantado apenas hacía unos cinco minutos, y por lo mismo, llevaba su pijama, que no era más que un short azul rey y una sudadera de color azul cielo con una marca de una huella de cachorro en el pecho. Cubrió su cara con sus dos manos, intentando que su cerebro censurara todo lo detalle con manchas borrosas como si fuera un acto reflejo.
-¡Vigo!- gritaron Len y Rin mientras que alcanzaban rápidamente el cobertor y se cubrían.
-¿No podrías tocar la puerta antes de entrar?- preguntó Rin con molestia, como si no fuera la primera vez que él entrara de improviso.
-¿Y no podrían ustedes cerrar su maldita puerta?- el joven limitó su pregunta, girando su cuerpo por completo, pese a que ellos ya estaban cubiertos.
-Cuida tu vocabulario- Le advirtió Len, estando harto de que su hijo maldijera por cualquier cosa –Y nosotros cerramos nuestra puerta, considerando que esto podría pasar- le informó de manera presuntuosa.
-¿Tu cerraste la puerta?- preguntó su esposa pensando que él lo había hecho.
-Era tu turno de hacerlo- contestó él, pensando de manera contrariada.
-Esto no nos lleva a nada, solo quería desearles un feliz cumpleaños, pero al parecer ustedes empezaron a celebrar…- el joven se llenó un poco de asco al tan solo pensar en lo que había dicho. –Son casi las diez de la mañana, ¿Vamos a hacer lo de siempre? les prepararemos el desayuno, así que bajen cuando estén listos…- les pidió, de nuevo, tratando de no ser demasiado especifico, moviendo el picaporte de la puerta sin siquiera verlo y abriendo esta para salir lo más rápidamente.
-De acuerdo, gracias hijo- Rin demostró un poco de gratitud por parte de ambos mientras que su esposo se comenzaba a acomodar mejor para abrazarse a ella.
-De nada- y salió por la puerta, siendo silencioso al raspar sus pies descalzos sobre la alfombra.
Len y Rin se sentaron en la cama, aun pasando sus manos de manera cariñosa el uno del otro, para después soltar aire de sus pulmones, sumamente avergonzados por lo ocurrido.
-Deberíamos de tener más cuidado con este tipo de cosas- expresó Len mientras que cerraba sus ojos.
-Se supone que lo seríamos… algunas cosas nunca cambian- se burló Rin mientras que se relajaba al lado de su hermano durante unos instantes.
Para ese momento deberían de haberse levantado, pero en lugar de eso se volvieron a recostar unos instantes, disfrutando del calor por unos momentos, frotándose un poco por unos momentos, antes de volver a la realidad y levantarse casi a la par. Realizaron su rutina común de los días libres, otorgados gracias a las vacaciones invernales que se extenderían todo el resto de la semana, de tal manera que podrían gozar de una ducha juntos, no necesariamente con toques eróticos, pero al menos ayudándose a limpiarse un poco. Pensaban plenamente en que mantener una sana vida sexual era lo más apropiado para mantener en vida su matrimonio, y afortunadamente se habían cuidado, en el sentido de alimentarse sanamente y hacer ejercicio, que realmente la edad no había hecho demasiado efecto en ellos, y parecían una pareja a inicios de los treinta años, lo que de hecho a ellos les parecía justo, siendo que siempre se habían sentido que se veían mucho más jóvenes de lo que eran, incluso en la adolescencia.
Vigo caminaba de manera rápida por el pasillo, pensando en cualquier cosa menos en lo que acababa de ver. No era que pensara en sus padres como un par de exhibicionistas, simplemente no se le había ocurrido que podrían haber estado haciendo eso, pues si lo hacían, simplemente prefería ignorarlos. Pero no era la primera vez que pasaba eso, aunque esperaba por su vida que fuera la última.
El joven Kagamine no era demasiado diferente a su padre, después de todo, era hijo de un par de hermanos idénticos. A lo mucho, su cabello era un tanto más oscuro, al igual que el tono cerúleo de sus ojos, sin mencionar además que había desarrollado mayor estatura que su padre a los dieciocho años. Lo que más diferenciaba su cara no era solamente dicha maduración, sino además una notoria cicatriz que partía en dos el lado izquierdo de su cara, que subía desde su labio superior hasta por sobre el párpado. No había nacido con ella, y era tan clara que Len y Rin le habían pedido que se hiciera cirugía múltiples veces, pero llegar a la mayoría de edad, decidió dejársela, todo por un asunto que esta representaba.
Pero no era una persona conflictiva, o al menos esto no era demasiado evidente, se consideraba a sí mismo un buen seguidor, o de ser necesario, un líder, como lo era en su propio hogar.
Se acercó a la puerta que estaba pasando la de su cuarto y entró abriendo la puerta sin tocar, una vez más sin premeditar lo que podría ver. Afortunadamente, no había nada inusual a la típica habitación de alfombra verde con diamantes azules de pared a pared. Un escritorio con un par de laptops, un bote lleno de juguetes que llevaban un buen rato sin usarse, además de todo el desorden de entre ropa, cuadernos y unos cuantos instrumentos musicales, como una batería y un teclado eléctrico, además de un bajo de paradero dudoso.
Justamente frente a la puerta se encontraba una litera de dos niveles, con un montón de cobertores y sábanas desacomodadas. Se acercó al nivel inferior, viendo con una sonrisa al chico que se encontraba allí.
-Hola, hermano- saludó mientras que se ponía en cuclillas frente a él. El chico en la cama era como de esperar, similar a Vigo, pero tenía el cabello más claro y ojos de color verde claro, además de ser unos cuatro años menos, aunque aparentaba un par de años menos.
-Hola Vigo- saludó con alegría, aun con sus brazos extendido a ambos lados de su torso, y con sus pupilas dirigidas al techo de la litera como si no enfocara nada. Usaba un pijama de cuerpo completo de color verde.
-¿Dormiste bien?- preguntó el mayor con alegría mientras que el otro movía un poco sus manos y se acomodaba de lado.
-Muy bien, pero…- interpuso una queja en su alegría –Kiiro no dejaba de hablar entre sueños, y me parece que eran sueños bastante raros…- indicó con la voz necesaria para que se entendiera lo que quería decir.
-Creo que ya entendí- Vigo se levantó de donde estaba su hermano, y con una palmada en el hombro fue como si le hubiera asegurado que todo estaría en sus manos. Con solo usar sus manos se elevó por sobre el suelo y subió al segundo nivel de la litera, encontrando al segundo hermano mayor después de él. El otro joven tenía un cabello como el de Vigo, pero a diferencia de el del mayor, que se levantaba por todas partes, tal como el de su padre, el del menor caía más plácidamente a los lados, sus ojos eran los más oscuros de los de toda su familia, pero su edad aparente era quizá de unos dieciséis o diecisiete, como alguien cercano a la adultez temprana, cuando solo era un año mayor a su hermano con quien compartía el cuarto.
-Oh si… adoro ese cabello azul… continúa- se escuchó como susurraba, moviéndose un poco de un lado a otro, quitándose la sabana y rascando su propio pecho por debajo de la camisa de su pijama. Las insinuaciones que hacía con esas palabras le molestaron a Vigo, quien no era sutil con sus ajustes de cuenta.
Se acercó a la ventana y tomó de uno de los bordes una pequeña cubeta llena de piezas de Lego que terminaron de cualquier forma regadas por un lado. Abrió la ventana y alcanzó a recoger algo de nieve que había quedado sobre el borde exterior de la ventana, y preparándose con rapidez para no hacerlo demasiado incómodo, levantó rápidamente el pantaloncillo de su hermano menor y arrojó toda la nieve dentro. Por supuesto, esto provocó una enorme reacción en el hermano medio.
-¡Ah!- soltó un grito fuerte, prolongado y agudo, lanzándose desde la parte de arriba de la litera directamente al suelo, sacudiendo sus pantaloncillos para sacar toda la escarcha que se había convertido en agua fría en su parte sensible.
-¡Jajaja, bien hecho!- gritó el hermano menor mientras que comenzaba a levantarse de la cama y miraba a su hermano retorciéndose por el terrible frio repentino.
-¡Shino!- gritó Kiiro mientras que trataba de componerse y a la vez no desnudarse frente a sus dos hermanos –¡Traicionero! Se suponía que tenías que hacer guardia mientras que yo dormía- acusó al menor de los dos.
-Pensaba que estábamos en tregua- se justificó el chido de ojos verdes, sentándose al lado de la cama, recordando como habrían llegado a este acuerdo al iniciar las vacaciones invernales.
-De cualquier manera, no creo que me lo pudieran haber hecho más fácil- admitió Vigo saltando desde la parte de arriba y aterrizó con facilidad en el suelo –Me gustaría burlarme un rato más, pero casi son las diez de la mañana y tenemos que levantarnos a prepararle el desayuno a nuestros padres- les recordó la promesa que habían hecho y que debía de cumplirse cada vez que sus progenitores cumplieran años.
-Oh si, la tradición del cumpleaños- mencionó con algo de cariño el chico de ojos azul oscuro –Esperábamos a que te levantaras antes y que empezaras sin nosotros- comenzó a ponerse de pie para cambiarse la pijama mojada por algo tirado en el suelo, reconocía su ropa por ser de un tema de tono más oscuro que la de su hermano menor.
-No dejaré que me vuelvan a dejar todo el trabajo a mí- advirtió el mayor señalándolos a los dos, tomando a Shino del hombro y forzándolo a levantarse, pasándole después una camisa.
-Será todo un placer para nosotros ayudar en el desayuno de cumpleaños de nuestros padres- respondió el menor de los tres, como si estuviera alegre de poder formar parte en el cumplimiento de esa consigna tan honorable.
-¡Eso es lo que quería escuchar! Ahora adelántense mientras yo despierto a Mili- les ordenó a los dos hermanos menores mientras que salía por la puerta del cuarto.
Finalmente caminó a la última puerta del pasillo, una en donde había un letrero pequeño con un tema alegre, y tal y como lo hizo con las puertas ajenas, entró sin antes tocar como advertencia, un mal hábito que no podía corregir. El cuarto era al parecer menor al de los otros tres, pero en realidad solamente se veía más pequeño gracias a la gran cantidad de peluches de gran tamaño por todo el suelo, además de una cama grande con bastantes colchas de color rosado, que combinaba con las paredes y la alfombra roja de sueño.
Vigo se acercó hasta la cama con múltiples cobertores de temas de distintas caricaturas bastante alegres y almohadas aún más alegres. Vio un montón de bultos acomodados de manera cilíndrica en el largo de la cama y sin dudarlo un solo momento, se lanzó sobre el colchón, con el codo directamente para enterrarse sobre esta inocente persona que se suponía estaba entre estos cobertores, provocando que todo este se levantara en el aire.
Pero el mayor de los hijos se encontró con que no había nadie allí debajo, muy extrañado, esperaba no haber provocado que su hermana se desvaneciera con el simple acto de su broma. Pero al instante, tras haber intentado levantarse, una puerta de armario que estaba detrás de la cama se abrió de sorpresa, dejando caer una avalancha de aún más objetos rellenos, además de varias colchas que cubrieron por completo a rubio.
-¡Te atrapé!- se escuchó la voz aguda de una niña quien estaba en el tope del montículo formado por todas estas cosas, saltando sobre lo que podía sentir que era su hermano, tratando de aplastarlo –No puedo creer que hayas caído en mi trampa- exclamó mientras que sentía como su hermana comenzaba a hacer fuerza para levantarse.
Pronto, Vigo logró levantarse, y con la almohada más grande que alcanzó a tomar, comenzó a pegarle a su hermana, a lo que ella respondió con la misma cálida violencia fraternal, tomando por su parte uno de los cojines y defendiéndose a golpes dados con todas sus fuerzas, ondeando el cojín de un lado a otro.
La pelea solamente se prolongó unos momentos más antes de que Vigo le arrebatara el arma a su hermana, para después detenerse y tratar de detenerla con palabras.
-Esta vez sí que me sorprendiste- le alagó por su esfuerzo, algo agitado por la sorpresa y por la pelea de almohadas -¿Esperaste toda la noche en el armario entre esas cosas para poder tenderme una trampa?- se extrañó de lo extremo que sonaba esto.
-No, solo desperté a las seis de la mañana pensando que mamá y papá estaban levantados, pero cuando entré a su cuarto estaban dormidos- relató para la calma de su hermano –Entonces pensé que te mandarían a despertarme, y se me ocurrió meterme allí para evitar que me volvieras a aplastarme como las otras veces- le recordó la forma en la que había sido despertada dos días antes, el veinticinco de diciembre.
-Vaya, pues me parece admirable tu dedicación, mi pequeña aprendiz- quiso mostrarse amable, acariciando la cabeza de la menor de edad, desacomodando su cabello rubio y lacio. Ella era la cuarta hija de los Kagamine, nacida cuando Vigo tenía ya ocho años y la última que podrían tener. Era bastante similar a Rin, aunque había decidido dejar su cabello crecer de manera libre pese a la contraria que llevaba su madre a esto. Característicamente, no se distinguía demasiado de como su progenitora lo había sido a su edad, con excepción de que como pasaba con sus hermanos, ella se desarrollaba a un ritmo mayor.
-Muchas gracias, mi señor- saludó ella con un estilo militar mientras saltaba fuera de la cama -¿Mamá y papá ya se levantaron?- preguntó mientras que levantaba sus cobertores.
-No, y de hecho debemos de encargarnos de preparar su desayuno de cumpleaños antes de eso- le indicó mientras que levantaba la mano para que chocaran las palmas.
-¡Claro que sí!- respondió ella saltando y alcanzando a su hermano de manera entusiasta.
-De acuerdo, te espero allá abajo junto a los inútiles- dijo refiriéndose a sus hermanos intermedios –Te veo abajo, Mili- y después de eso, le volvió a saludar y dejó que la pequeña se cambiara de ropa.
Al salir por el pasillo, regresó a su habitación a cambiarse, peinarse y prepararse para lo que sería un día ocupado. Su habitación era la más grande de todas, y la había obtenido como reclamada por ser el mayor. Las paredes eran de color azul cielo con líneas de un tono más oscuro y nubes pintadas en el techo. Su cama era amplia y tenía repisas alrededor de esta con varios coleccionables como peluches y figuras plásticas en sus empaques, además de ser el único que ponía pergaminos y posters en las paredes.
Tan pronto como los cuatro estuvieron listos se reunieron en la cocina y comenzaron a preparar el desayuno de sus padres. Entre los cuatro se cargaban de romper huevos, batir, y servir en distintos recipientes. Pelaron algunas cuantas frutas, exprimieron otras, e hicieron algunas mermeladas, todo lo más delicioso que podía ocurrírseles. Al final terminaron preparando Hot Cakes, habiendo perdido cualquier idea de desayunos más tradicionales.
En cuanto los cuatro estuvieron seguros de que todo estaba listo, escucharon a sus padres bajando por las escaleras, a lo que entre gritos y órdenes del mayor, los cuatro se acomodaron de lado a lado formando una fila en la entrada de la cocina.
Len y Rin bajaron, ambos con sudaderas y bufandas, tomados de la mano y con sonrisas extendidas.
-¡Feliz cumpleaños!- gritaron los cuatro jóvenes a la pareja, para después caminar hacia ellos y comenzar a abrazarlos, primero de manera grupal, y luego acercándose cada uno de ellos para abrazarlos individualmente.
-Muchas gracias, niños- Dijo Rin en plena alegría al tratar de abrazar a la mayor cantidad posible de personas a la vez, extendiendo sus brazos y apretándolos contra su cuerpo.
-Son los mejores hijos del mundo- expresó Len mientras trataba de complementar el abrazo por el lado contrario, pasando sus brazos de tal manera que entre él y Rin formaban un gran circulo afectuoso. Los padres besaron a sus hijos en la frente, incluso a Vigo, quien se apenaba bastante la muestra de afectos que pensaba eran para los menos, incluso Len se tomó la molestia de acariciar un poco su cara, como examinando la cicatriz con algo de meditación, para después distraerse rápidamente y abrazar a Shino, quien se había colgado alrededor de su cuello sin que él lo esperara.
Len era un padre que demostraba bastante cariño a sus hijos, siempre pensando que sería la mejor para ellos, siendo que él había recibido poco o casi nada de amor por parte de su padre al ser pequeño. Y Rin de hecho, se sentía sumamente alegre de que esta fuera su forma de tratar a sus hijos, así ella se podía dar a la tarea de ser la autoridad de la casa, o cómo dirían "La policía mala".
Cuando finalmente terminaron los abrazos, se dirigieron los seis a la mesa circular del centro de la cocina. Los gemelos se sentaron como siempre el uno junto al otro, y sus hijos les sirvieron su desayuno antes de sentarse y comenzar a comer ellos mismos algo que se había preparado.
Kiiro y Shino se habían sentado uno al lado del otro, y el mayor de los dos le leía algunos cuantos mensajes que había recibido a su hermano, mientras que Mili se había sentado al lado de su hermano mayor y de su padre. La hora de la comida, pese a ser un momento familiar, comúnmente era bastante carente de pláticas, aparte de las pláticas entre las parejas formadas antes descritas.
Después de pasar unos quince minutos, a Rin se le ocurrió que sería bueno que hubiera un poco más de interacción.
-Y bueno... ya saben qué haremos una cena especial, ¿Verdad?- les informó a todos mientras que ellos contestaban rápidamente, casi sin ponerle atención, algo a lo cual estaba acostumbrada –Podemos hacer algo todos juntos en la tarde, salir a comer, o quizá preparar algo…- propuso con ánimo mientras que daba un pequeño golpe en el pie a Len para que le apoyara.
Pero todos ellos respondieron con una completa negativa, parecida a un "Naaaa" soltada de manera simultánea, antes de que volvieran a sus celulares o a sus temas banales.
-¿Tienen planes para el cumpleaños de sus padres?- preguntó Len de manera pasiva, como deseando ser algo comprensivo, aunque realmente no le molestaba pasar un rato más con su hermana a solas, algo de lo que carecían normalmente.
-Yo voy a ir con Rion y Masu al centro comercial, vamos a ir a buscar las ofertas especiales de la mercancía que se quedó después de la navidad en la tienda de música- se apresuró la más pequeña en contar sus planes que tendría con un par de amigos suyos que eran perfectamente conocidos para sus padres.
-Nosotros también aprovecharemos las ofertas que usan los centros comerciales para deshacerse de su mercancía- habló ahora Kiiro mientras levantaba sus utensilios –Y ya saben, quizá hacer lo que hacen los adolescentes…- quiso presumir alguno de los muchos asuntos que entre él y su hermano se traían entre manos, pero que de cualquier forma, podrían no ser demasiado aprobados por sus padres.
-Sí, ahora que no hay casi nadie en las tiendas, será perfecto para comprar cualquier clase de regalo olvidado- Shino comenzó a expresar su idea, justo al momento en el que sintió un pisotón por parte de su hermano sentado al lado.
-No se te ocurra decirles que no hemos comprado el regalo para nuestros papás, o Vigo nos dará una golpiza- susurró al oído del chico de ojos verdes mientras lo jaloneaba hacia sí mismo, después volteando a ver al mayor de sus hermanos, quien junto a la más pequeña, le había confiado parte de sus ahorros a los dos para que compran algo especial y sorpresivo para sus padres, pero que por procrastinar las compras, habían pasado de la fecha de navidad, dándoles solamente esa tarde para cumplir con ese encargo.
-Muy bien… yo también pienso ir al centro comercial- habló Vigo mientras mascaba algo de comida, para después tragarla y hablar con mayor claridad –Veré a Junk y a los muchachos por allí, tal parece que quiere que hablemos de proyectos futuros para el grupo- explicó con tranquilidad, pero desde que había mencionado el nombre de su amigo, sus padres se habían detenido en el acto, dejando incluso la comida en el trayecto a sus bocas.
-¿Vas a verte con Junk?- preguntó Rin con tono de desagrado.
-Hijo, ya te hemos dicho lo que pensamos de que te juntes con él y con tus otros… amigos- trató Len de explicarse, pero no recordaba el nombre de las otras compañías que frecuentaba su primogénito.
-¡Oh por Dios santo!- exclamó Vigo en respuesta, dejando su vaso sobre la mesa como muestra de hartazgo -¿De verdad los desprecian tanto?- preguntó elevando sus brazos en el aire para enfatizar su molestia -¿Por qué son de razas distintas a la nuestra? ¿Por qué tienen creencias religiosas distintas?- trató de ser tan agresivo la intensión de las preguntas pero menos en la forma en la que las expresaba.
-De hecho, hijo mío, pensamos que tú eres una mala influencia para Junk- contestó Rin rápidamente, sin preocuparse de que sus palabras fueran insensibles.
-¡¿Qué?!- preguntó ahora realmente ofendido el mayor de los hermanos, a lo que los otros tres simplemente trataron de ignorar la ya conocida conflictiva discusión del hermano mayor.
-Hijo, antes de que comenzaras a juntarte con Junk, sabíamos que él formaba parte de los voluntarios en el cuerpo de bomberos de la ciudad, además de cumplir una jornada laboral como paramédico todos los días libres que tenía- le recordó su padre mientras que bebía casualmente su té.
-Además de que él estaba interesado en continuar con su carrera universitaria, que tuvo que dejar Dios sabe por qué- Rin infirió que quizá la falta de dedicación a los estudios de Vigo podrían ser relacionados con la repentina falta de interés de su amigo, a quien se referían con cierto carta estima.
-Oh, ¿Van a volver a empezar con eso de la universidad?- se molestó el primogénito, golpeando sus manos contra la mesa. Para ese punto, sus hermanos habían tratado de distraerse con cualquier otra que los alejara del campo minado que representaba ese tópico.
Pero Len y Rin decidieron no continuar cuestionándolo, y pasaron simplemente a girar la mirada, ayudando al chico a relajarse un poco, y reconsiderar la manera grosera en la que había levantado la voz a sus padres. Simplemente había tenido problemas escolares, no relacionados al aprendizaje, sino a sus relaciones con otros chicos, y había terminado con un cierto estigma en contra de la educación pública y privada, volviéndose autodidacta desde su salida de la preparatoria, distinto a los planes universitarios que Len y Rin había planeado para él.
-Está bien… significa que los cuatro van a ir al mismo lugar- trató Rin de preguntar de manera tranquila, volviendo a la forma tranquila de hablar, pero aun así ninguno de sus hijos habló –Creo que sería bueno que los lleváramos… ¡o quizá podrían ir todos juntos!- levantó las manos con ánimo frente a esta proposición, pero ellos solamente continuaban comiendo, casi como si no pusieran atención, y solamente contestaron un largo "Naaaa".
-Meiko nos va a llevar a los tres, me dijo que podría esperarla en la estación del camión… aunque no me dijo si quería verlos a ustedes- se apresuró Mili a informar de la manera en la que iría al centro comercial, como si no hubiera podido aguantar a informárselo a sus padres.
-Nosotros queremos tomar el transporte público- avisó vagamente Kiiro.
-Sí, queremos ver si nuestros cálculos funcionan para poder predecir la ruta y el tiempo que tardará el camión- exclamó Shino para el escepticismo de todos.
-Y yo quiero ver si puedo romper mi marca de los veinte minutos a trote, sería bueno presumirla frente a mis amigos- declaró ahora Vigo, sintiéndose un poco más tranquilo, pero presuntuoso a la vez.
Los cuatro jóvenes siguieron con su desayuno, y Len, quien había percibido la proposición de Rin como completamente denegada, y por lo tanto, decepcionando a su mujer, decidió que debía de hacer un esfuerzo conjunto para que al menos los lazos fraternales de sus hijos no se debilitaran más.
-Podrán usar la aplanadora- con que el padre de familia dijera está sola palabra, los cuatro levantaron sus miradas, y de manera sumamente evidente la emoción su hacía presente en sus ojos.
Puede que una de las decepciones más grandes de Len y Rin con respecto a sus hijos, fuera el hecho de que ninguno de ellos había heredado el amor por una fruta en particular, ni bananas ni naranjas. Comían cualquier fruta de manera indiscriminada, y lo hacían sin definir una favorita, lo que había roto algunas cuantas ilusiones de sus padres, pero si algo había ellos logrado inculcar a sus hijos, era el amor por las famosas aplanadoras. Ya fuera porque desde antes de que nacieran les habían conseguido juguetes y adornos relacionados a las enormes máquinas de construcción.
Y ayudó mucho más el hecho de que hubieran adquirido un modelo y que el gobierno de la ciudad les permitiera usar el vehículo con libertad.
La familia entera había salido a la parte lateral de la casa, en donde había un enorme garaje, el que utilizaban para guardar el vehículo. De manera sorpresiva, habían podido conseguir ese vehículo, todo gracias a la mejora de las tecnologías mecánicas desarrolladas durante la década pasada, lo que implicaba un costo mucho menor de manufactura, además de que las leyes flexibles del país permitían que dicho vehículo fuera clasificado como camión ligero y vendido como vehículo utilitario.
En cuanto los hijos se acercaron a la entrada del garaje, abrieron la puerta con fuerza, viéndose el enorme vehículo de unos cuatro metros del alto, amarillo y con una forma parecida a la de un tractor común con excepción del enorme rodillo frontal, adaptado para andar sobre las carreteras llenas de nieve. El primero en correr hacia la aplanadora fue Vigo, dando un salto y colgándose de las escaleras que tenía de apoyo, subiendo al asiento del conductor, pues él era el único que tenía la licencia de conducir.
Luego de eso, Kiiro y Shino se comenzaron a pelear para subir por la misma escalera, tratando de ganar el puesto del copiloto, empujándose y tratando de tumbarse el uno al otro.
-¡Déjame, me toca a mí!- gritaba el mayor de los dos, tratando de subir la escalerilla mientras que su hermano su sujetaba por el estómago usando una vara metálica que llevaba en la mano.
-Tú te subiste la otra vez, ahora es mi turno- respondía el de ojos verdes mientras jaloneaba al otro y los dos caían al suelo.
-Mejor decídanlo rápido, o me voy sin ustedes- los amenazó Vigo, sabiendo que podían enfrascarse durante horas enteras en sus riñas, sin realmente golpearse o enfadarse el uno con el otro. Eso no pasaba cuando ellos lo hacían enojar a él, esos enfrentamientos terminaban con alguien llorando y con alguno de sus padres gritándoles.
-De acuerdo, lo decidiremos con una moneda- propuso Kiiro al soltarse del agarre del menor, volteándose y sacando una moneda de su bolsillo, la cual fue arrebatada por este último, quien de hecho no podía confiar en lo que su hermano le dijera el resultado. Tomó la moneda palpándola con el pulgar para asegurarse de que era real, la lazó al aire, y al caer, pese a que trató de que cayera de nuevo en su mano, esta se deslizó hasta enterrarse en la nieve.
-¿Qué resultó?- preguntó Shino molesto, aún con cierta desconfianza por su hermano.
-¡Cayó en canto, significa que me toca a mí!- proclamó la hermana menor, pasando entre los dos y saltando por las escaleras hasta llegar a la parte de arriba, en donde se sentó con pasividad y recargó su cabeza sobre el hombro de Vigo, quien no se molestó para nada.
Los otros dos se tomaron su tiempo, y subieron a la parte posterior de la aplanadora, sin decir nada más.
-¡Si tardamos demasiado, comeremos allá!- avisó el mayor de todos los hermanos mientras que comenzaba a hacer avanzar el enorme vehículo, saliendo por la casa e incorporándose a la calle por un lado de la casa, y que más adelante se incorporaría a la carretera que los llevaría a la mayor concentración urbanística y al centro comercial de interés.
-Tienen que está aquí antes de las cuatro treinta, no gasten mucho dinero y no hablen con desconocidos- les pidió Rin mientras se acercaba por un lado a la aplanadora.
-¡Manténganse juntos y cuídense mucho!- les pidió Len con un tono de evidente preocupación, tratando de que sus hijos lo escucharan pese al fuerte sonido mecánico.
Así, entre el espesor de la nieve blanca, se alejaba aquel peculiar vehículo, y de alguna manera, les hacía sentir a los gemelos que sus hijos estarían seguros siempre y cuando se mantuvieran en él. No era normal que se preocuparan tanto, pero los inviernos de los últimos años habían sido algo escabrosos, quizá si hubiese sido verano no habrían tenido ese pendiente. Pero recordaban además, que las épocas ya eran más tranquilas, no solamente para la ciudad y la pequeña comunidad en donde vivían, sino para el mundo entero en general. Podían retornar al sentimiento de asombro por el progreso tecnológico del mundo entero.
-Allá van nuestros pequeños… de alguna manera me siento orgullosa de todos ellos- comentó Rin mientras que se permitía abrazar por su hermano, inspirándose un poco por el momento.
-Yo igual, aunque de alguna manera siento que han crecido muy rápido- se mortificó Len al pensar que su hija más pequeña ya tenía diez años, y que los otros ya habían llegado a la edad en donde iba por sus propios caminos. Pero de cualquier forma, sostuvo a su esposa por la espalda, pasando sus brazos y acariciando el área de su ombligo.
-Veinte años pasan volando, amor mío- agregó Rin con ironía, encontrando entre sus manos los anillos de bodas, recordando que hace veinte años exactamente, habían decidido comprometerse de manera sumamente incierta, y le llenaba de gozo pensar en cómo esa promesa se había mantenido hasta ese día.
-Lo sé, y ha valido la pena- confirmó Len este sentimiento mientras recargaba su peso sobre ella de manera juguetona, disfrutando el silencio de una mañana nevada y pálida, pero no tanto el viento frio de esta -¿Quieres entrar a tomar un baño caliente?- le preguntó con un cierto tono característico de complicidad, como la que solo podían tener en privado.
-Me conoces demasiado bien, ya sabes la respuesta- contestó Rin mientras se dejaba cargar por su esposo y se dirigían al interior de la casa, buscando algo más que simple calma en el interior de su hogar.
Amistades
Lograron estacionar la aplanadora en las afueras del centro comercial, cerca de la zona de carga y descarga de la mercancía. La cerraron con llave y entraron rápidamente a la gran instalación, casi vacía en toda su extensión.
Vigo vestía de una manera normal, una sudadera azul con una chamarra de tono más oscuro con gorro, pantalones y botas, mientras que su hermana llevaba bufanda, aparte de una muy gruesa chamarra anaranjada, junto con una falda negra algo larga y mallas, pero Kiiro y Shino llevaban ropa más novedosa. Desde el final de la recesión en américa, la nueva moda había llegado en conceptos brillantes y de apariencia futurista, con ropa estilizada de una manera un tanto victoriana, resaltando el estilo gótico de una manera convencional. De tal forma que tenían el estilo, pero los colores eran más alegres.
Por ejemplo, Shino vestía una chaqueta de cuello alto con camisa y corbata, todo de color vede, incluso con guantes sin dedos del mismo color, acompañados de un bastón con mango de un material similar a la piel, y que complementaba todo con un bombín, mientras, su hermano usaba un atuendo similar pero de color negro con tiras amarillas que brillaban, excluyendo la corbata y el bastón, y cambiando el bombín con un sombrero de copa.
No era tan raro ver jóvenes con este tipo de atuendos, al menos en las áreas con mayor riqueza de la ciudad, aunque debido al bajo valor de reventa de estas prendas como de segunda mano, era inusual que los asaltantes las robaran. Para Len y Rin, era solo una moda, pero para Vigo, era solamente una manera de demostrar que se seguían las modas.
Pero pese a sus pensamientos, y los que su hermana menor pudiera formar de igual manera, no le molestaba realmente pasar un rato con todos sus hermanos, aunque solamente estuvieran entrando al centro comercial.
-Muy bien, tenemos que ir a buscar en todas las tiendas de ser necesario, vamos a encontrar el regalo perfecto cueste lo que cueste- se propuso de manera heroica Kiiro mientras apuntaba en todas las direcciones.
-Nosotros les dimos el dinero y confiamos en ustedes, así que ahora es solo su problema- le advirtió Vigo de manera agresiva, mientras él mismo trataba de encontrar a alguien con la mirada, como si fuera seguido por alguien.
-¡Oh vaya! Seremos abandonados a nuestra suerte por nuestros propios hermanos el día del cumpleaños de nuestros padres, que tragedia- dramatizó Shino mientras levantaba las manos al aire como si fuera algo que de verdad le preocupara, aunque ya sabía desde antes que no recibiría la ayuda de sus hermanos.
Apenas iba a haber una réplica de varias voces entre el grupo de hermanos, cuando alguien se acercó de manera insospechada por detrás de Vigo, quien al instante sintió algo que apuntaba justamente sobre su cabeza, pero ni siquiera él ni sus hermanos se dieron cuenta de quién estaba detrás de él en ese momento.
-¡Pum!- se escuchó una voz algo fuerte y madura exclamando con suavidad, a la vez que la mano del dueño de esa voz se movía imitando el retroceso de una pistola –Estás muerto, ¿Esa es la forma en la que protegerás a tu familia?- interrogó de una forma más amistosa mientras que comenzaba a reír.
Los cuatro rubios se giraron rápidamente, y encontraron a un joven a mediados de sus años veinte, de tez ligeramente oscura, cabello negro corto, distinguiéndose además su barba bien delineada que solo contorneaba su barbilla. Curiosamente, era un poco más bajo que Vigo pese a que era mayor por unos cuantos años. Vestía de manera más rudimentaria, sudadera negra y jeans oscuros, botas con casquillo y una gruesa y pesada bufanda que daba vueltas alrededor de su cuello. Agregando a todo esto, llevaba siempre puestos sobre sus ojos un par de lentes polarizados de rojo carmesí.
-¡Junk!- le saludó Vigo de manera entusiasmada, acercándose a él y tomando su mano, saludándose de manera familiarizada al golpear sus hombros y deslizar sus dedos a la par –Han sido muchos días, ¿Cómo te la has pasado en el vertedero?- bromeó mientras que sus hermanos se acercaban y de igual manera hondeaban sus manos.
-Bien, los refugios se llenan en estas épocas, pero eso solo ayuda a mantener el calor- contestó aquel sujeto mientras saludaba de manera cordial a todos los otros Kagamine, en especial a la hermana menor, con quien hizo una reverencia, recordando el trato con Vigo de tratarla con el respeto con en que se trata a una princesa.
-¿Estuviste ayudando a los refugiados en invierno?- preguntó asombrado Shino de que alguien fuera capaz de prestar su ayuda de esa manera.
-Sientes mucho aprecio por tu gente- Compartió Kiiro el asombro por las acciones caritativas.
-No solo es por ayudar a los refugiados, sino a cualquier persona que lo requiera- repitió esa simple frase que el al parecer siempre usaba como una clase de lema.
-Bien, me agradaría que siguieran admirando las acciones de solidaridad de mi amigo, pero por desgracia, tenemos asuntos importantes que atender, ¿O no?- apresuró Vigo al final de la conversación, tratando de girar a su amigo hacia la salida de emergencia más cercana.
-Sí, los demás ya están esperando afuera, espero que no te moleste la comida a la intemperie- le comentó Junk al rubio mientras que se mantenía estático, considerando grosero simplemente cortar la conversación.
-De acuerdo, diviértanse y tengan cuidado- les gritó Mili como si fuera la madre, mientras que su hermano mayor trataba de alejarse de ellos.
-Todo un gusto volver a verlos, Kiiro, Shino, Mili- se despidió de los tres de manera rápida, girándose y guiando el camino para sí mismo y para su amigo.
-Nos veremos en el estacionamiento en tres horas, no tarden más de lo necesario, que no pienso buscarlos- les advirtió el mayor, caminando y perdiéndose entre los pasillos de los empleados.
De esta manera, el grupo se redujo y solamente quedaron los tres más jóvenes hermanos.
Vigo comenzaba a juntarse con ciertas personas un tanto singulares, desde pequeño, popular por su apariencia y su nombre, pero algo introvertido, en especial por la forma en la que muchos lo trataban, esperando a que fuera algo especial por ser hijo de dos hermanos. Al menos eso era con las personas quienes aceptaban abiertamente este último hecho, pues el rubio no carecía de enemigos por solo este hecho.
Como fuera, al final, después de pasar por algunas fases de supuestas amistades y enemistades, conoció a unas cuantas personas con quienes podía llevarse de manera más adecuada, en especial por la inteligencia, aspecto en el cual él se decía destacar. "Junk" como era llamado por todos, pues es obvio que no era su verdadero nombre, era un genio, quizá uno de los más grandes de su generación, aunque los infortunios de la vida le habían privado de muchos de los privilegios de la vida primermundista. Era originario de medio oriente, de un lugar al que él orgullosamente llamaba Kurdistan*, pese a que hubiera vivido allí solamente hasta los seis años, cuando los peores conflictos militares forzaron a su familia a moverse en calidad de refugiados al norte. Vivió en Alemania por algunos años, en donde su inteligencia le permitió destacar pese a las diferencias raciales y a los prejuicios, alcanzando reconocimientos y grandes posibilidades de triunfo, hasta que las violentas revueltas y limpiezas raciales por parte de una nueva ola de fascismo lo forzaron a huir nuevamente, esta vez llegando a Japón.
Pese a su inteligencia, no era demasiado apto para los negocios, pues sus principios morales e intelectuales le obligaban a negar muchas de las características básicas del capitalismo y a la vez era poco habilidoso para acatar órdenes en trabajos simples. Por la misma razón, gastaba todo su tiempo estudiando y trabajando en el único lugar en donde su ayuda era apreciada, en los trabajos de caridad, sobreviviendo de lo poco que conseguía.
Si Vigo lo consideraba su amigo cercano no era solamente por el hecho de que fuera inteligente, o que tuviera características que lo harían un buen hijo, sino porque sentía que era de la clase de personas que debían de ser escuchadas y seguidas por muchos.
Los dos salieron del centro comercial después de subir algunas cuantas escaleras, saliendo al aire libre, en donde había comenzado a nevar un poco. En la zona de la azotea, se encontraban cinco sillas de playa, al lado de una parrilla. Dos sujetos estaban parados alrededor de la parrilla, al parecer rostizando alguna clase de ave de pequeño tamaño en esta, mientras que otro sujeto estaba recostado en una de las sillas, con las manos detrás de su cabeza y un cigarrillo quemándose sobre sus labios.
Vigo y Junk se acercaron hasta los dos que estaban alrededor de la parrilla, ambos vestidos con gorros, bufandas y gruesas chamarras, uno de ellos bastante alto y de tez morena, y el otro de tez más clara, con cabello largo y negro con algunas cuantas canas, arreglado en un estilo de rastas que caían por los lados y por detrás de su cabeza.
-Te dije que sabía cómo preparar gaviota- dijo el sujeto de piel más oscura, volteando a ver a su amigo –Vamos a darnos un buen banquete cuando estén bien rostizadas- Frotó sus manos temblorosas mientras las acercaba un poco al fuego, esperando poder calmar su frío.
-Yo dije que era ilegal cazar gaviotas en el puerto, jamás dudé de tus habilidades culinarias- respondió el otro con simpleza, sin siquiera molestarse en temblar ni un poco por el frio.
-Vici, Zulú, muchachos, miren a quien traje- les saludó animadamente a los dos mientras que tocaba sus hombros, a lo que ambos se voltearon a ver a Vigo.
-Miren quien decidió regresar, si es el mejor amigo del hombre- dijo el más alto de todos refiriéndose al rubio mientras que se acercaba y le daba la mano con respeto, siendo después seguido por el hombre de cabello negro, quien trató de no agregar nada más a la conversación.
-Espero que hayan pasado una buena navidad, supongo que comieron una buena gaviota como cena de noche buena- se burló mientras miraba a las aves siendo rostizadas lentamente.
-Oh vaya, aparte de abandonarnos en las fiestas, seguramente vienes a presumirnos la cena lujosa que tuvieron tú y tu incestuosa familia- reclamó el sujeto al cual se había referido cono Zulú, quien tenía la voz más grave de los cinco, remarcando la última parte de una manera algo inusual. No era como si su procedencia incestuosa fuera un secreto en el grupo, solo que no era algo muy mencionado en sus conversaciones.
-Solo era curiosidad, yo he pasado buenas navidades sin tener que gastar dinero en ello- contestó Vigo de manera amable, buscando una de las sillas y sentándose al lado del sujeto que estaba recostado en una de las sillas, un hombre adulto de unos treinta años de tez casi pálida y de cabello castaño corto pero que lucía un remarcable flequillo de lado –esperaba a que hubieran pasado una buena tarde en los refugios para desamparados, ¿No se quedaban a vivir allí de mientras?- les recordó que habían mencionado esto, tratando de evadir el tema del incesto.
-Nos expulsaron hace dos semanas, después del incidente con la marihuana- contestó quien se identificaba como Vici –Solamente vienes a decir cosas obvias y a burlarte de nuestra situación, o simplemente a decir estupideces- le reclamó al rubio con voz calmada y de tono más y tranquilo –Se nota que tus padres son gemelos, solo así se puede producir un ejemplar como tú- agregó provocando que casi todos se rieran al instante. Para ese punto, al Kagamine le comenzaba a parecer sospechoso que tocaran tanto el tema, y en especial de que lo hicieran de una manera tan despectiva, cuando había sido una de esas cosas que el grupo había parecido aceptar.
-Si el juez que aprobó el matrimonio de tus padres te viera ahora mismo, probablemente se retractaría de su decisión- agregó Junk de manera inadvertida mientras que revisaba un periódico viejo y arrugado que iba a ser usado para avivar el fuego, tan solo para asegurarse de que no quemaran algún cupón valioso.
-Oye, Perro- le llamó al rubio el último de sus amigos, quien había estado recostado a su lado sin decir mucho. El apodo era algo normal y realmente no molestaba al muchacho, los demás tenían formas similares de ser referidos –Tus padres son hermanos, ¿No?- comenzó diciendo son su voz aguda y apresurada –Me refiero, a que son muy buenos hermanos… me imagino que cuando sus padres los dejaban dormir juntos de niños, ellos dos se ponían a jugar bajo las sábanas- remarcó la palabra "jugar" en un completo tono que daba a entender una idea de perversión en esa acción. Por eso las risas se liberaron aún más en el grupo.
-De acuerdo, ¿Qué carajo está pasando?- preguntó Vigo comenzando a exasperarse – ¿Cuál es la idea? ¿Por qué mencionan tanto el asunto de mis padres y del incesto? ¿Es alguna manera nueva de discriminar porque ellos dos son felices y ninguno de ustedes tiene padres que estén juntos o tan siquiera vivos?- se atrevió a ser tan insensible como lo requiriera la situación, pero hasta cierto punto, pensó que lo merecían.
El silencio se hizo por primera vez entre los cinco amigos, en donde cuatro de ellos se mantuvieron con la cabeza baja, mientras el rubio se cruzaba de brazos, esperando cualquier clase de contestación. Pero esto solamente duró unos diez segundos, antes de que todos ellos volvieran a reír, incluso contagiando un poco la risa al ofendido.
-Sabemos que hoy es el cumpleaños de tus padres- habló primero Junk, quien trataba de poner orden tan pronto como dejó de reír –Queríamos ver como reaccionabas y los defendías, y no estuvo mal, sabes cómo contestar- se continuó riendo mientras que se acercaba al más joven.
-¿Fue idea de Kia?- señaló Vigo al castaño recostado a su lado, quien apenas se movía un poco por culpa del congelamiento al estar recostado en la ventisca durante todo el día -¿Y cómo rayos se enteraron de eso?- Siguió interrogando el joven, mirando a los cuatro sujetos a su alrededor.
-Existen miles de maneras de enterarnos de eso, lo dices como si no pudiéramos encontrar esa información con solo poner sus nombres en un buscador- respondió sarcásticamente Junk mientras que trataba de no sonar demasiado arrogante, pues se suponía que tenía que ser un momento especial –Y antes de que lo preguntes, la razón por la cual nos interesa, es porque sabemos que tus padres son personas admirables para nosotros, no solo por el hecho de soportarte como hijo, sino también por haber logrado estar juntos tantos años- dijo de manera honesta mientras los demás únicamente asentían de la misma manera.
-Muchas gracias… pero eso se lo deberían de decir ustedes a ellos, no a mí, podrían ir a la fiesta de cumpleaños de la que les había hablado- comenzó con su propuesta, pero todos se mostraron reacios a la idea.
-Discutimos un poco de eso, y si van a ir los otros… "Vocaloids"- se encargó de denotar las comillas en la palabra con la que designaba a los otros artistas que habían compartido el escenario con Len y Rin –Nos abstenemos de acompañarte- decidió de manera poder decir aquello sin que Vigo siquiera pudiera oponerse a la decisión –Y por eso mismo hemos decidido entre todos, darte a ti el regalo que les preparamos- anunció sacando de su bolsillo una pequeña bolsa negra de terciopelo.
-¿Le van a regalar algo a mis padres?- el rubio se sintió extrañado por esa idea que habían tenido sus amigos –Debo de decir que estoy sorprendido, en especial porque no le regalamos nada a los padres de Kia cuando vinieron- recordó algo apenado por haber creído que se mostrarían igual.
-Mis padres se la pasan engañándose el uno al otro, además, no cumplen años el mismo día- explicó el castaño como si fuera lo más natural del mundo y a la vez una desventaja que no fueran hermanos.
-Cuarenta años juntos no son cualquier cosa, yo habría matado a cualquiera de ustedes si tuviera que vivir cuarenta años con cualquiera de ustedes- se burló Zulú mientras que buscaba una hielera abierta al aire libre, de donde sacó unas cuantas latas de cerveza.
En ese momento, Junk le pasó la bolsa pequeña a Vigo, quien la sostuvo por unos momentos y comprobó su peso con un movimiento de la muñeca. Abriéndola, encontró en el interior un par de collares dorados, uno con la forma de la clave de Fa y el otro con la clave de Sol, algo que el rubio sabía perfectamente que significaba.
-Oro de veinticuatro quilates- comprobó al leer unas pequeñas marcas en la parte de atrás de ambos –Muy buen detalle, aunque me perturba un poco el no saber de dónde sacaron los sacaron- mencionó con la intención de demostrar sus sospechas por algo turbio.
-Nosotros mismos fundimos el oro- presumió Vici, quien daba mucho crédito a sus amigos al hablar el plural, cuando él era quien se había encargado de esa tarea –Puedo decirte que tiramos el oro robado que era de baja calidad-
Vigo notó que los collares podían atorarse uno junto a otro y formar un corazón. No sabía mucho acerca de lo que pensaban sus amigos de sus padres, solo los trataban con respeto cada vez que se topaban con ellos, algo que no era de extrañar, pues ellos se esforzaban en pasar desapercibidos.
Esos eran los amigos de Vigo, cuatro sujetos de apariencias y personalidades distintas. Cada uno de ellos usaba un cierto apodo que a cada uno le había dado en algún punto de su vida, a excepción de Vigo, quien usaba su propio nombre, solamente porque a ellos les agradaba el sonido que hacía su pronunciación.
Zulú era el mayor de todos, tenía de hecho, la misma edad que Len y Rin, con excepción de quizá algunos meses de mas, aunque había presumido en algún momento que mientras que los gemelos se metían en un proyecto de ídolos musicales, él se iniciaba en un grupo de guerrilleros paramilitares. Él provenía de alguna parte de África, lo que le había otorgado su apodo, siendo que su inteligencia estratégica y habilidad liderazgo le había hecho ganar la comparativa con Shaka Zulú, pese a que su sangre no se cruzaba en ninguna línea con la del mítico guerrero de Sudáfrica. Pese a que no podían comprobarle nada, el presumía continuamente haber peleado en el inicio de la Tercera Guerra mundial en la frontera de Ucrania y Rusia, pero eso es algo que se mencionará más tarde. Era hablador, sarcástico y poseía un humor sumamente ácido, siendo el que siempre contradecía y se oponía a las ideas de los demás, aunque no le faltaba voluntad para apoyarlos fuera cual fuere la idea.
Vici era el segundo mayor de todos, de unos 33 años cumplidos. Era de origen francés, aunque había vivido toda su vida en España, en Andalucía. Tampoco se sabía demasiado de su pasado, excepto a que había dedicado gran parte de su vida al periodismo ecológico y adoptaba aptitudes propias del Gonzo en su estilo. Su apodo, venía, según su propia explicación de la frase en latín: Veni, Vidi, Vici, supuestamente el nombre con el que se reconocía su grupo de activismo de solo tres personas, representando él la tercer palabra. Posiblemente este grupo y sus actividades transgresoras contra grupos de poder eran lo que lo había hecho quedar en aquel país asiático. Era el más callado de los cinco, y solo opinaba cuando le parecía apropiado terminar con una conversación, aunque conforme más lo conocían más se familiarizaban con su humor.
Kia era el intermedio, de veintiocho años y un matrimonio ya fracasado, por el cual culpaba a la intervención de sus manipuladores padres. Provenía de Australia, pero su familia era de fuertes raíces judías, según él mismo describía: su familia era de esos grupos de judíos adinerados que pudieron comprar su libertad y que huyeron tan lejos como pudieron de la guerra y el fascismo. Pese a estos orígenes, no era precisamente un ejemplo de vida, pocas veces importándole los reglamentos de su religión, como lo eran no consumir cerdo o tatuarse el cuerpo, o incluso ofrecerse a donar sus órganos. De su pasado, como el de todos los demás, era algo confuso, aunque suponían algo menos escabroso, siendo que lo único de lo que presumía como un crimen, era el haber tenido sexo con la hija de algún político, probablemente el presidente de Estados Unidos. Era el más hablador de todos, y su tono de voz era el más elevado, logrando así un mayor nivel de molestia en sus comentarios, hasta el punto en el que era de manera no oficial el "payaso" del grupo, llevando esto a varios intercambios de insultos de entre los cuales a veces, sus amigos recurrían al antisemitismo, pero sin llegar a ser demasiado grave.
Estos cinco tipos habían formado un grupo informal al que le llamaban "La compañía de las sombras". La idea original había sido de Junk, quien había ideado una compañía que sería dirigida por genios y que tendría como objetivo adueñarse de un mundo desgastado moralmente por las guerras. Sus planes no marchaban en ningún sentido, pues como se había visto, vivían prácticamente como vagabundos. Pero era la idea de la libertad y de tener planes que fueran más allá de lo que la gente normal tenía lo que atraía a Vigo, y por ende, su deseo de unirse a ellos, pese a ser el único que no tenía experiencia alguna en trabajos serios o acciones violentas.
Len y Rin estaban realmente atemorizados de escuchar eso. Sabían que su hijo tenía mucho potencial, por lo que no podían estar tranquilos viendo como desperdiciaba sus días sin hacer nada, o sin dedicarse a algo provechoso, pero poco sabían de a donde lo llevarían esas amistades.
Por ahora se habían puesto a discutir de sus gustos musicales, después de que Junk les propusiera formar una banda. Vigo se mostró reacio ante esto.
Retornando a donde se encontraban el resto de los hermanos Kagamine, los tres habían recorrido la longitud de los pasillos superiores, hasta que ambos encontraron a la lejanía a un par de chicos. Uno de cabello castaño, con un saco de color beige y un suéter de cuello alto, y la otra era una chica de cabello purpura y brillante, largo acomodado en dos lindas coletas., vestida con una chamarra rosada como la de la chica rubia.
-¡Son Rion y Masu!- dijo Mili mientras se acercaba a los dos, quienes lo saludaban entusiasmados.
-¡Mili!- le gritó la peli morada, lanzándose a ella y abrazándola de manera cariñosa, mientras que el chico se quedaba parado a un lado viéndolas, tan solo para después ser abrazado por la rubia, respondiendo con nada más que unas cuantas palmadas en el hombro en un intento de abrazo tembloroso, y un fuerte sonrojo en la cara.
-Hola… Mili- dijo el chico con voz algo nerviosa por la cercanía repentina.
-¿No los había visto desde antes de navidad, y me saludas así?- preguntó fingiendo consternación la Kagamine, sin darse cuenta que la poca emotividad del castaño era por otra razón.
-Perdón… es que, yo trataba de no…- el joven trató de encontrar alguna excusa para su comportamiento, pero por más que trataba de crear una frase congruente, la cercanía con la rubia lo ponía más y más nervioso.
-¡Hey, niños!- les gritó Kiiro mientras caminaba al lado de Shino, quien iba apoyándose en su hombro – ¿Meiko no está por aquí?- preguntó con interés medio, volteando a ver a los lados.
-No, mamá solamente vino y nos dejó aquí, se sabemos a dónde iba a ir- respondió Rion dando menos importancia al tema, pues no entendía por qué los mayores preguntaban por su madre.
-Qué suerte- comentó Shino sin temor a que los menores pudieran escucharlo, -Es mejor así, sin adultos por aquí cerca- sin mencionar que le tenía cierto temor a que pudiera estar consumiendo alcohol, y que actuara de maneras inapropiadas, aunque sus temores estaban más cimentados en las memorias de lo que su padre solía contarles.
Aquellos dos chicos eran los hijos del matrimonio que se había formado por Meiko y Gakupo. El chico se llamaba Masamune, y la chica Rion, siendo cada uno de los nombres elegidos por el padre de su respectivo género. Ellos dos eran mellizos, es decir que habían nacido juntos, pero no eran demasiado similares, no de la misma forma en la que Len y Rin lo eran. Y de hecho, debido a este hecho, y a que eran casi contemporáneos, les gustaba juntarse con Mili, aunque la menor de los Kagamine tuviera sus motivos distintivos.
-Bueno, en lo que ustedes van a… hacer lo que los niños hacen, nosotros iremos a… visitar algunas tiendas- trató Kiiro de distraerlos para evitar cualquier sospecha acerca de lo que ellos dos pensaban de la madre de los mellizos.
Los tres niños se quedaron parados viendo como los mayores se iban caminando en dirección contraria de manera seria. Los tres detestaban que Shino y Kiiro se creyeran adultos, pese a que solamente les ganaban por unos cuatro años, pero la ropa que usaban, la manera en la que se comunicaban con los mismos chicos de su edad en la escuela, los hacía sentir mayores.
Así que cuando caminaban, lo hacían sentir como si fueran de la realeza, con pasos amplios y un movimiento de los brazos presuntuoso. Supuestamente, tenían que idearse algo que comprar para el cumpleaños de sus padres, pero no tenían ideas verdaderas, solo divagaban.
-Deberían de haber hecho una lista de los regalos que habrían preferido- dijo Kiiro mientras su cabeza giraba de una dirección a otra, viendo una tienda de estambres, otra de ropa interior, otra más de modelos a escala coleccionables y al menos otras tres de ropa –Eso lo haría todo mucho más fácil-
-Claro, en lugar de pensar en algo especial que les pueda gustar, en base a lo que sabemos de ellos, podríamos hacer las cosas menos personales, ¿No?- aplicó Shino un poco de sarcasmo, sin deseos de ofender a su hermano mayor, pero sintiendo que era necesario aplicar un poco de razonamiento más humanista al asunto.
-Eso no es verdad, la gente es más feliz cuando le regalas algo que pide, no cuando tratas de sorprenderlas con un detalle sin "especial"- remarcó esta última palabra para hacer obvia su falsedad desde su perspectiva. Por supuesto, a su hermano menor le pareció que empezaba a comportarse verdaderamente gruñón.
-¡Oh vamos, no es tan difícil!- insistió el menos de los dos mientras elevaba las manos –Sabemos que a nuestros padres les gusta la música, la naturaleza, la tecnología, el estilo retro del siglo veinte- trató de hacer una lista rápida sin ponerse a pensar demasiado –Hay cientos de tiendas a nuestro alrededor, y si no podemos encontrar aunque sea algo adecuado con el dinero que tenemos, entonces es nuestro problema- y justamente cuando seguía elevando las manos para hacer énfasis en la extensa cantidad de tiendas que tenía a su alrededor, tropezó con un conjunto de cajas de regalos, colocados como decoraciones de un pequeño puesto de envoltorios de regalos, las cuales, de manera conveniente, Kiiro había ignorado.
Nada, a excepción de las demás cajas de adornos vacíos detuvo su caída, y si bastón y su sombrero salieron volando a su alrededor, dejando al pobre chico confundido y desorientado, mientras que el mayor de los dos lo miraba como si el error fuera todo suyo, aunque de hecho lo había sido.
-¡Mira lo que hiciste!- se escuchó una voz femenina del interior del puesto –Aplastaste todas las decoraciones, grandísimo idiota- era lo que le gritaba una chica de cabellos morados y claros, arreglado en un par de coletas alegres, y usando una chamarra negra con orejas de conejo -¿Acaso estás ciego?- le preguntó en lo que su hermano lo ayudaba a ponerse de pie, quedando justamente frente a ella.
El chico la miró, o al menos trató de hacerlo, pero sus ojos no enfocaban lo que tenía frente a él, solamente trataban de centrar el lugar procedente de la voz, como una forma de mera cortesía. No le costó mucho trabajo a la chica de cabellos morados darse cuenta de que no podía verla.
-¡Oh dios mío!- dijo ella llevando sus manos a su boca – ¿De verdad estás ciego?- preguntó sin tener mucho tacto, y comenzando a mover su mano frente a los ojos del chico.
-Puedo percibir el movimiento de tu mano frente a mí- Shino detuvo la mano que se agitaba frente a él, pues detestaba que esa prueba que la gente le hacía –Pero no puedo distinguir formas, figuras, ni siquiera sabría explicar si lo que veo es oscuridad o alguna otra cosa- trató de comportarse un poco más natural con ella, pues sabía que el asunto y la conversación consecuente podía serle bastante incómodo a algunas personas.
-Lo siento mucho… no quise ser grosera contigo…- no supo que más decir la joven, sintiendo su sangre enfriarse un poco de la pena.
-De acuerdo, ya hemos terminado aquí, todo un gusto conocerte, pagaremos por los adornos destrozados siempre que no llames al guardia de seguridad- interpuso Kiiro, alejando a su hermano de la chica mientras le pasaba su sombrero y se lo ponía en la cabeza y luego le ponía su bastón en la mano. De manera curiosa, no era un bastón -, era un bastó común y corriente, con mango dorado y de madera tallada y barnizada, lo llevaba por meno motivo de estética, aunque se excusaba diciendo que lo necesitaba para palpar objetos al ir caminando, pese a que por su peso y su forma no cumpliera con las características para hacerlo.
-No voy a llamar al guardia, lo juro… solo déjenme…- elevó la voz de una manera desesperada sin saber que más hacer, estaba demasiado avergonzada por haberse enojado de esa manera, y lo demostraba por su cara enrojecida. Trató de acercarse a los dos, en especial a Shino, creyendo que podría haberse lastimado, algo que sería su culpa por haber puesto los adornos en ese lugar.
-¡Yukari!- le llamó a ella una segunda chica, su compañera de trabajo -¿Qué estás haciendo? ¿No sabes acaso que ese chico no puede ver?- se acercó corriendo a los tres, una choca de cabello rosado medio cenizo, lacio con un par de trenzas que caían frente a sus hombros, una blusa negra con estampados blancos y una falda rosada.
-¡Ia!- gritó Shino al darse cuenta de la voz familiar que se acercaba a ellos –Cuanto tiempo sin escucharte- la saludó con alegría mientras que le daba un abrazo cariñoso a su amiga, mientras que su hermano se limitaba a un simple contacto de los hombros al saludarla.
-Yukari, ¿Por qué le estabas gritando a Shino? Cualquier cosa que haya hecho, estoy segura de que no fue su culpa- trato de defender al rubio mientras este solamente trataba de mostrar una cara de completa inocencia.
-Tu amiga le estaba gritando a mi pobre hermano discapacitado debido a que aplastó los adornos que ella misma puso en el área de tránsito de compradores, esperando a que todos tuvieran el privilegio de verlas- intervino ahora Kiiro, dramatizando al máximo lo sucedido, incluso apegándose a su hermano menor con un abrazo celoso, mientras que este cambiaba su expresión a una cara de tristeza.
-¿Eso es verdad?- preguntó acusativa la peli rosada a su amiga de coletas, mientras que esta solamente se sumía más en la culpa –El jefe dijo que no quería que volvieras a poner las cajas en el camino peatonal, y creo que viste por qué eso no se hace- le recordó con fastidio.
-Espera, Ia, no le digas al jefe, por favor, los voy a compensar- juró ahora la peli morada mientras que juntaba sus manos y trataba de que su amiga le perdonase.
-Bueno, podrías invitarnos a mí y a mi pobre hermano a almorzar durante su descanso, si es que tienes un descanso- propuso Kiiro acercándose a Yukari un poco y colocando su mano sobre su hombro –nada muy caro, solamente una ensalada, algún postre, e Ia también puede acompañarnos- esto último alegró bastante a su hermano.
-Me agrada la idea, vayamos todos a comer algo- concordó Shino mientras tomaba a Ia del brazo de manera caballerosa para comenzar a caminar.
-Bueno… supongo que podemos adelantar nuestro descanso una hora, no habrá problema con eso- contestó la peli rosada mientras que se dejaba guiar por el rubio más joven. Yukari, por su parte, debió de confiar en su amiga, quien de cierta manera era su supervisora, y que por lo tanto podría darse el lujo de hacer cosas como esas, esperando a que no hubiera repercusiones, pero se dejó guiar por el rubio mayor, quien mostraba cierto encanto que a ella le parecía bastante agradable.
De esta manera avanzaron hasta encontrarse con el área de comida, en donde apenas había un par de lugares abiertos para comer, pero encontraron el local de una franquicia conocida por dar comida saludable. Se acercaron a la zona y pidieron algo sencillo, unas cuantas bebidas, ensaladas con algo de pescado, y postres azucarados. Los cuatro se sentaron de manera educada en la zona de comida, y comenzaron a conversar. Cualquier rastro de incomodidad había desaparecido, ahora que estaban realizando una actividad completamente común para los adolescentes, y pudieron comenzar a platicar.
-Entonces… ¿De dónde conocen a Ia?- preguntó Yukari después de que dejaron de reírse de uno de los muchos chistes que surgieron mientras se relajaban.
-Mis padres trabajaron junto con sus padres cuando estuvieron metidos en todo el asunto de los Vocaloids- dijo Ia después de que los otros dos chicos le cedieran la palabra.
-Oh, ¿Entonces sus padres también fueron Vocaloids?- se impresionó la chica de cabellos morados, quien sentía una gran admiración por esta generación de ídolos juveniles.
-Exactamente, fueron los mejores, pero se retiraron cuando nació mi hermano mayor- explicó rápidamente Kiiro, tratando de sonar lo más casual posible, pues no le gustaba presumir de lo que habían hecho sus padres.
-Mis padres siguieron un tiempo más que los suyos, pero al final salieron del proyecto para poder casarse y vivir más tranquilos- contó la peli rosada con cariño, siempre con el pensamiento de que la retirada de sus padres habría un sacrificio que habían hecho por ella –Ellos fueron los padrinos en la boda de sus padres, y sus padres en la boda de los míos- agregó como una curiosidad.
-Y supongo que una vez que todos ellos se retiraron, siguieron viéndose, siendo amigos, y así se conocieron ustedes, ¿No?- dedujo rápidamente la chica de chamarra negra, dando una probada a su bebida.
-Nos conocimos por primera vez al ir a clases en la misma escuela primaria- ahora tomó la palabra Shino –Por mi condición, mis padres siempre tuvieron miedo de dejarme ir a lugares en donde tuviera que hacer muchas cosas solo- comentó dejando salir una pequeña risa para evitar que la cosa se pusiera muy seria –Mi hermano siempre ha hecho lo posible por cuidarme, pero cuando entré a un grado distinto al suyo y estuve solo, me encontré con una niña con un alma tan pura y piadosa como Ia- expresó con gratitud mientras alcanzaba la mano de su amiga, quien la recibió de manera cariñosa.
Aquella había sido la relación de ellos dos desde pequeños. Shino había entrado a una escuela normal después de haber pasado unos años en educación especial, debido a su condición, y al entrar en un nuevo ambiente, pese a que la mayoría de sus compañeros se ofrecían para ayudarlo y apoyarlo en todo lo que necesitara, fue Ia quien tomó un cariño especial por él, inicialmente porque le parecía un niño bastante lindo, pero más adelante por haberse vuelto uno de sus amigos más cercanos.
Al salir de la escuela primaria e internarse en la secundaria, la familia de Ia la retiró a una escuela diferente, y los dos se veían solamente en los días de vacaciones, o de fiestas de la familia, como lo sería de hecho aquel, aunque su encuentro en el centro comercial no había sido premeditado.
-De hecho, hoy es el cumpleaños de tus padres, ¿no?- pregunto la peli rosada, conociendo bien este hecho desde la mañana, cuando sus padres le habían avisado que irían a visitar a los Kagamine. Los dos rubios solamente confirmaron con el movimiento de sus cabezas –Bueno, mis padres dijeron que iban a hacer una cena especial y que estábamos invitados ¿No vienes, Yukari?- le preguntó amistosamente a su amiga.
-¿Yo?- se sorprendió la peli morada de que su nombre de repente fuera incluido en la conversación –Pero Ia, no conozco a sus padres, de seguro solo querrán invitados cercanos a la familia- interpuso ella esa queja frente a la proposición de lo que le parecía ridículo.
-No te preocupes, mis padres son bastante amables, solo les diré que eres mi invitada- fue Kiiro quien contestó con amabilidad, inclinando su rostro y apoyando su mejilla sobre su puño mientras veía directamente a la chica con ojos medio cerrados. Ella sintió su cara calentarse un poco, y sonrió de manera casi instintiva.
-No quiero ser una molestia… pero está bien, no tengo nada que hacer en la tarde…-contestó al ser víctima de los encantos del rubio.
-Pues bien, está todo arreglado- confirmó Shino, sonriendo amablemente mientras que seguía tomando la mano de Ia.
La conversación se desvió de manera casi drástica hacia otro punto mientras que terminaban de comer y se levantaron, pues habían pagado por la comida al recibirla, en lugar de esperar por la cuenta. Así terminó su almuerzo y su mejor tiempo perdido en mucho tiempo. Se despidieron de las chicas y salieron caminando cada par para su lado. Al ir los hermanos Kagamine, satisfechos y dando pasos amplios, comenzaron a platicar de manera casual.
-Vaya, Yukari sí que era hermosa, mucho más que cualquier chica de nuestra escuela y he logrado invitarla a algo tan formal como la cena de cumpleaños de nuestros padres- presumió Kiiro con calma, caminando mientras su hermano lo seguí de manera cercana como para que este le guiara el camino –Dirás que es algo apresurado, pero me parece que ella simplemente lo vale- se sintió satisfecho con lo que podría considerar como su conquista, pues había notado bien como la chica había caído a sus encantos.
-Bueno, al menos espero que cuando menos la tomes a ella mucho más en serio que a las otras chicas de la escuela- dijo su hermano menor sin querer intuir nada ofensivo o hiriente en las anteriores relaciones de su hermano.
-Ella no parece como la clase de chica que me acosaría, además, es obvio que no me arrojaré a ella, esta noche la conoceré y veré que tan seria puede ser- dijo para tranquilizar a Shino, aunque este seguía sin convencerse demasiado.
-Hablando de las chicas…- comenzó a decir el menor de los dos –Quería preguntarte algo… acerca de Ia- se sintió algo incómodo desde el inicio y su hermano lo percibió con claridad.
-¿Qué quieres saber sobre ella? Tú la conoces mejor que cualquier otro chico en el mundo- le recordó mientras se lo reprochaba como si le hiciera perder el tiempo.
-Lo que quiero saber es si ella es… o mejor dicho, se ve linda- admitió finalmente –Quiero saber si ella se ve linda, si es atractiva- Kiiro entendió que esa debía de ser de sus dudas mejor guardadas, y que de ninguna manera se la compartiría nadie en quien no confiara tanto. Aun así, el rubio mayor no sería tan cooperativo.
-¿Para qué quieres saber eso? Según recuerdo, habías dicho que su sola voz y dulzura de su alma habían sido lo suficiente para enamorarte de ella- trató de imitar la voz de su hermano menor, pero agregándole el tono meloso y cursi que expresaba enamoramiento profundo.
-¡No lo digas en voz alta!- le pidió el menor mientras se sonrojaba, creyendo que alguien los podría escuchar, pese a que él mismo no percibía ni pasos y voces a su alrededor próximo, pero no quería arriesgarse –De acuerdo, admito que sonará algo… desconsiderado, pero sé que existen muchas personas que solo ven la apariencia de otros, y es por eso que quería saber si Ia era atractiva, solamente para saber si formaremos una buena pareja- expresó ya un poco más indiscreto, pero diciéndolo todo de manera clara.
-Nunca creí que tu resultaras ser el más superficial de todos nosotros- se burló el hermano mayor mientras el otro solamente se enrojecía de la ira –No te preocupes, Ia es bastante linda, tiene un buen cabello, y es adorable, además de ser bastante sexy… aunque no demasiado- se detuvo de describir a la querida amiga de su hermano, en lo que este se despreocupaba un poco más.
-Sabía que una voz tan perfecta solo podría ser de una chica igualmente perfecta- dijo ilusionado Shino, sin poder realmente imaginar cómo se vería, pero si su hermano decía que era tan linda, él estaba perfectamente satisfecho con eso.
-Y tú serás perfecto para ella, no te preocupes, sé que tu realmente le gustas, es parte del encanto de la familia- aseguró el mayor mientras levantaba sus manos y las colocaba en su nuca.
El siempre llamaba así al atractivo que tenía, y juraría que Len poseía el mismo en su juventud. Quizá por esto se sentía justificado en hacer todas sus conquistas, salir con varias chicas distinta en una sola semana, coquetear incluso con las mayores del instituto. Mientras tanto, su hermano era mucho más inocente, no era solitario por su condición, tenía amigos, pero solamente IA se acercaba a él y como ya se ha visto, él la consideraba casi un ángel.
A ellos dos les gustaba comprarse a su padre de vez en cuando, solo cuando era de su conveniencia, pero a Rin ciertamente no le hacía ninguna gracia, en especial cuando seguía la comparativa de Kiiro con Len cuando este actuó en esa canción famosa para todos, pero infame para ella: Spice!. La cosa se volvía peor cuando alguien sugería que Shino era la contraparte de este y por lo tanto su personalidad y apariencia corresponderían a las de un shota. Prefería simplemente que no etiquetaran a sus hijos, aunque no fue sino hasta años posteriores que estas comparativas salieron de la mente de los observadores y comenzaran a formar parte de sus conversaciones referentes a la familia Kagamine.
Se alejaron del área de comida y no fue hasta que pasaron unos minutos que se dieron cuenta de que no habían comprado el regalo de sus padres.
Lejos de allí, la más pequeña de toda la familia Kagamine se encontraba paseando por los pasillos de una tienda de música. Vendían de todo, desde instrumentos, accesorios, ecualizadores, consolas de audio, bocinas, estéreos y por supuesto, lo que abarcaba la mitad de la tienda entera, un sinfín de discos de todo género conocido por el hombre. Ella se divertía yendo a las partes más solitarias de la tienda, en donde había música desconocida de los noventas y de años posteriores, en especial en las áreas en donde había música occidental.
Se ponía a ver las portadas de los discos, mientras que conectaba sus audífonos en uno de los conectores que permitían experimentar un poco de la música a comprar. Lejos de ella, los mellizos se encontraban viendo otra selección musical, pero el chico no estaba viendo las portadas de los discos.
-Oye Masu… ¿se lo vas a decir hoy?- le preguntó Rion al acercarse a él de manera inadvertida.
-No seas tonta, no tendría casi decírselo ahora- respondió el chico sin ser muy tajante ni cortante, sino más bien como si fuera algo completamente simple y casual.
-Entonces si no es ahora, me imagino que no será nunca- respondió decepcionada la hermana mientras rodeaba al chico y caminaba a su lado, tan solo para ponerle su mano en el hombro –Mili crecerá y jamás se enterará de que tú has sido su enamorado por años- narró ella simulando una situación trágica.
-Solo me gusta desde hace dos años- respondió él sintiéndose efectivamente humillado por la forma en la que sus sentimientos se habían visto parodiados por la forma de hablar de su hermana melliza –Además, somos muy jóvenes para pensar en eso… ni siquiera deberían de interesarme esas cosas- pretendió saber lo que era mejor para todos.
-Oye, si quieres fingir que eres un viejo malhumorado como siempre, adelante- replicó Rion con molestia –Pero de verdad creo que a Mili le puedes gustar, siento que ella es la clase de chica enamoradiza- opinó con justo conocimiento en el tema, porque sabía que su amiga era de esa forma.
-No soy un viejo malhumorado, solo soy realista- se defendió mientras que trataba de que su conversación no fuera escuchada por su amiga rubia, pero justamente en ese momento, la voz de la chica lo hizo alertarse.
-¡Dios mío!- se escuchó exclamar a Mili –No puedo creer que esto exista- sostenía en sus manos una pequeña caja de plástico transparente con una cobertura de celofán que casi se rompía por los dedos de la niña.
-¿Qué es eso?- preguntó Masu con interés mientras se acercaba al lado de su hermana para ver la noticia de la chica.
-¿Un disco de Vocaloid?- vio Rion las letras marcadas a los lados con un estilo liso y claro, pero sin ver la portada.
-No es solo un disco de Vocaloid, es una edición que se creía inédita –Lo tomó y lo enseñó a sus amigos –Y es de mis padres…- musitó con emoción. Aquella carátula era bastante particular, en ella se podía ver a Rin abrazando a Len de manera aparentemente sorpresiva, mientras que ambos se mostraban sonrojados, en una escena que ni siquiera parecía ser demasiado planeada. Más sospechoso aún, era que ellos dos se veían apenas de unos catorce o quince años, y no usaban sus uniformes, sino ropas ligeramente abrigadas. El título del disco, marcado con letras rojas y grandes a un lado decían: "TWINS LOVE"
-Vaya… es muy lindo…- dijo Rion pensando en la implicación incestuosa que tenía todo aquello, quizá demasiada para que lo permitieran.
-Es un álbum inédito, dicen que lo sacaron del mercado porque podría dar la idea errónea de que alguna clase de afecto entre ellos dos- explicó mientras lo sostenía como una joya valiosa que apreciar -¿Cómo habrá llegado hasta aquí?- se preguntó de manera inocente mientras lo seguía observando.
-¿Pensaron que sería malo que la gente viera a tus padres de esa… manera? – preguntó Masu algo interesado en todo aquello, pero a la vez no queriendo tocar demasiado el tema por lo incómodo que llegaba a resultar.
-Sí, no tenían ni idea de cómo iban a terminar- se burló de manera abierta por lo que pensaban los directivos de la empresa de sus padres años atrás.
Era obvio que sabía a plenitud del incesto, y era todo un gusto para ella. En lugar de haberlo tomado de manera negativa, ella siempre pensó en eso como lo más romántico, como si ellos dos hubieran estado destinados a estar juntos, viéndolos incluso como una pareja idealizada, mucho mejor que la de cualquier serie televisiva, caricatura, libro o película, y ayudaba mucho más saber que ella era parte del resultado de ese amor incondicional.
-Bueno, supongo que algunas personas tienen sus ideas acerca de cómo deben de ser las parejas… a algunas personas les gustan y a otras no…- compartió Rion este pensamiento mientras trataba de rodear a su amiga y acercarse a ella por el otro lado.
-Lo sé… hay gente que no logra ver que dentro del incesto puede haber amor verdadero- entonces la más joven de los Kagamine tomó por el cuello a sus dos amigos, colocando su brazo alrededor de estos, y acercándolos de manera que resultaba incómoda para los mellizos –Por suerte para ustedes, yo siempre trataré de defender lo que ustedes y cualquier otra pareja de hermanos desee tener- cerró los ojos en confianza a los dos, riendo de manera aguda por esta declaración, mientras que los dos escuchaban esto horrorizados.
-¡¿Qué?!- preguntó Rion mientras se quitaba de encima la mano de su amiga rubia -¿De dónde sacas eso?- continuó con las interrogantes, mientras no dejaba de sentirse entre ofendida y asqueada.
-No se preocupen, pueden dejar de pretender que no tienen nada, no le diré a nadie de lo que he visto y escuchado- aseguró la Kagamine como la más confiable de las confidentes.
-Mili… nosotros dos no hacemos… incesto- explicó lentamente Masu, pero sin que pareciera que sus palabras tuvieran efecto en su amiga y enamorada secreta.
-Lo sé, lo sé… ustedes no hacen incesto de ninguna clase- les guiñó un ojo como si estuvieran en una sintonía de habla secreta –Si lo desean, no volveremos a tocar el tema- les dio una palmada en los hombros a los dos mientras que se iba con la caja en sus manos, dando saltitos alegremente.
-Perfecto… por no habértele confesado ahora piensa que hacemos incesto- regaño Rion a su hermano mientras que lo sujetaba del cuello y lo ahorcaba de manera poco amable.
-No es mi culpa… es tuya por… estar siempre junto a mi…- respondió el hermano de manera entrecortada mientras soportaba las manos de su hermana alrededor de su cuello.
Quizá habría sido algo arriesgado decirlo, pero Mili era una fanática del incesto, en el sentido en el que lo encontraba algo completamente normal y lo apoyaba animadamente. En ese caso, como en algunos cuantos más, asumiría instantáneamente que un par de hermanos, de preferencia, mellizos o gemelos, tenían alguna clase de relación sentimental que transgrediera de las líneas de lo antiguamente prohibido, hoy en día, permisible.
Pero de manera curiosa, Len y Rin lo permitirían con facilidad. Años atrás le habían tenido tanto miedo al rechazo de sus propios hijos a su unión incestuosa, que simplemente los ponía alegre que para su hija aquello fuera una fuente de entretenimiento, quizá incluso un pasatiempo, solo esperaban que años posteriores pudiera verlo todo como una simple anécdota, algo de lo cual reírse y no tomar demasiado enserio.
Mientras que los problemas se solucionaban solos para Kiiro y Shino, Vigo continuaba con sus amigos, sin saber que se acercaba la hora de regresar a casa. Al salir el sol, sus amigos habían decidido que hacía demasiado calor para que hubiera nieve, por lo que prefirieron meterse en un pequeño local que estaba al lado del centro comercial, un bar de tamaño pequeño, en donde había un par de mesas de billar.
Vigo se había sentado en la barra tras haber perdido el desafío de quien jugaría, siendo que eran un número impar de personas, alguien necesitaba quedar fuera obligatoriamente, y le había tocado por turno a él. Había aprovechado para sentarse completamente solo, degustar la cerveza que él y los otros habían pedido y ver como el sujeto que atendía limpiaba las jarras mientras sus amigos discutían los asuntos relacionados con la última propuesta hecha por Junk.
-Les digo que podemos hacer buena música si nos lo proponemos- explicaba quien se consideraba el líder del grupo –Sé cómo editar y producir canciones, solo necesitamos algo más de talento- continuó insistiendo mientras que sus otros amigos continuaban con el juego.
-Estoy seguro de que hace falta dinero para poder grabar música de buena calidad- se opuso Zulú a su proposición, siendo que él era el único de los cuatro quien siempre ponía una propuesta contra los planes, siendo el más viejo, le correspondía ser el más gruñón y pesimista –Además, ninguno toca muy bien ningún instrumento, el único que sabe es Vigo, y eso es porque sus padres le enseñaron desde pequeño- hizo ver obvio el asunto, señalando al rubio mientras este les daba la espalda.
-Entonces mejoramos lo que sabemos y aprendemos profesionalmente- contestó Junk mientras que tomaba su turno para golpear una de las bolas con el taco, provocando un golpeteo en cadena perfectamente angulado para lograr tirar su objetivo rayado en una de las canaletas –Llevo lo suficiente en este país para comprender que la mejor forma de ganar dinero y prestigio es siendo un artista auténtico- quiso dar a entender su punto, que al parecer era entendido sin dificultad por Kia y por Vici, incluso Vigo había dejado de oponerse.
-Concuerdo con tus propósitos, pero por desgracia este no me parece el país más adecuado para comenzar con ese proyecto tuyo- terminó de opinar el mayor de todos los del grupo.
-Podemos iniciar con la banda ahora, y si no tenemos suerte, podemos simplemente dedicarnos a cualquier otro proyecto hasta que estemos en otro país- explicó calmadamente Junk, pensando que podría llegar a un acuerdo un poco más flexible.
-Creo que nadie pregunta lo verdaderamente importante…- interrumpió Kia a los dos mientras terminaba su tiro, igualmente y genuinamente efectivo que el de su amigo -¿Qué clase de música tocaremos?- preguntó con una impresionante seriedad, pero para él era algo completamente entendible.
-De acuerdo, no quería ser demasiado explícito en decir esto…- comenzó a explicar Junk, atrayendo la atención de todos sus amigos por el momento –Pero creo que lo mejor, sería formar un grupo de rap callejero, con fuerte influencia de Hip Hop de los ochentas y el aura gangster de los noventas- dijo de una manera verdaderamente seria.
-Ahora sé que eres un gran idiota- respondió Zulú, aparentemente indignado – ¿"Gangsta Rap" en Japón? ¿En serio?- hizo énfasis en una pronunciación rota al referirse al estilo de hip hop del que hablaba su compañero.
-Es por es que dije que podía considerar trasladarnos a otra locación si no servía el plan- trató Junk de justificarse, y al parecer lo decía en serio, al no retractar sus palabras y hablar con claridad –Todos nosotros sabemos de lírica y rítmica, y se necesita de una nueva generación de verdaderos artistas que hayan vivido en el horror de las calles y que lo relaten en sus canciones- continuó diciendo con cierto ritmo en sus palabras, pero sus amigos solamente seguían sin creerle que ese fuera su plan.
-Mira, por una vez concuerdo con el viejo amargado de Zulú, no podemos lanzar un grupo de rap- dijo molesto Kia –Debiste de preocuparte en preguntarnos primero- continuó molesto, pero todos sabían que cuando él hablaba de esa manera, la mayor parte de veces solo actuaba, era difícil verlo actuar con verdadera seriedad.
-Estoy seguro de haber comentado algo de mis ideas para nuestra incursión en ese tipo de Hip Hop- Comenzó a defenderse ferozmente el líder, olvidando que era su turno de tirar –Le dije algo así a Vigo, y él estuvo de acuerdo en que un estilo Gangster nos vendría bien- señaló al rubio, quien solamente levantó la mano como en confirmación de lo que decía.
-Recuerdo que te dije que no quería entrar en ningún grupo musical, el asunto de mis padres me dejó suficientes traumas- explicó con simpleza el Kagamine, habiendo consumido su segundo tarro de cerveza –Pero si formábamos una banda, quería que fuera de rock clásico o ácido, o "Trash Metal"- expresó de la misma forma, dejando en silencio a su amigo.
-Vaya, debes de estar muy equivocado para que ni siquiera tu perro quiera seguirte el paso- entró Vici a la conversación después de un largo silencio, algo más bien habitual en él.
-Estoy comenzando a hartarme ¿Ustedes que proponen? Empezando tú- Junk, ahora traicionado, señaló con el taco a su amigo de cabello negro con unas cuantas canas.
-Solamente hay que mantenernos auténticos, aparte de toda la basura comercial, diría que el indie es la única forma verdadera de música en la actualidad, aparte de la música clásica…- se mantuvo unos segundos en silencio y vio como sus amigos se quedaban extrañados por sus palabras –Algo alternativo, eso es todo- dijo para resumir sus ideas.
-Bueno, ahora me doy cuenta de que ninguno de ustedes tiene verdadera visión musical, ¿Indie? ¿Trash Metal? ¿Gangsta Rap? Sus gustos apesta al igual que sus ideas- expresó Kia, dándose ahora a la tarea de ser él quien degradaba y reducía las ideas ajenas –Es obvio que requerimos de un estilo más popular, solamente tenemos que observar la mejor música Pop de la actualidad, pero la combinamos con el estilo pop antiguo de los ochentas- planificó rápidamente, siendo abucheado casi al instante por sus compañeros.
-¿Tanta palabrería para soltar la peor sarta de basura?- ahora le tocó a Junk regresar un poco de la conversación.
-Ha sido la peor idea hasta ahora- colaboró Zulú, recobrando la palabra –Yo digo que hagamos lo más simple y efectivo, creemos música electrónica experimental, crear experiencias sonoras orgásmicas, similares a las drogas auditivas, pero con música- fue su sorpresiva proposición.
-Viejo enfermo, no tienes idea de lo que hablas- contestó tajante Junk, lo que desencadenó una nueva discusión, esta vez lanzando los peores insultos posibles.
Pero mientras que ellos regresaban a insultar sus gustos, Vigo continuaba simplemente sentado, distrayéndose levemente al escuchar a alguien entrar en el local. Inmediatamente, el sujeto quien atendía tras la barra huyó del lugar por una puerta lateral que dirigía a la trastienda.
Eran cuatro personas, vestidos con una apariencia de estilo de marineros, con camisas rayadas y pantalones blancos, pañoletas, a excepción de sujeto del centro, que llevaba una chaqueta azul marino y un sombrero de capitán de barco, su cabello era rubio claro, y más notoriamente, su ojo izquierdo estaba cubierto por unos cuantos vendajes, pero su edad era menor a la de sus compañeros, siendo casi la misma que la del Kagamine.
Dos de los sujetos se pusieron a caminar por el local, rodeando las mesas en donde los cuatro amigos jugaban, mientras que los otros dos, entre ellos el líder, se dirigían a donde estaba Vigo. Se sentó al lado del otro en los banquillos que estaban inmediatamente junto al del rubio, quien parecía no prestarles atención.
-Vigo- saludó el tipo de la venda sobre el ojo de manera aparentemente amistosa.
-Oliver- respondió Vigo a la llamada de su nombre mientras se veía de cerca a este individuo.
-Hace mucho que no nos veíamos, como mínimo esperaba un salido amistoso, pero pareciera que más bien tratas de ignorarme- se sintió dolido el otro rubio, pero por más que su voz trataba de reflejar algo como dolor, no lograba conmover al Kagamine.
-Habíamos quedado que cada quien por su lado, sin cruzarnos, sin hablarnos, absolutamente nada- replicó de manera tajante –Yo respeté eso, tu no-
-Bueno, tienes un punto en eso- soltó unas cuantas risas Oliver, quien movía su cabello con gracia –Pero por desgracia, tú fuiste quien no incumplió primero, al entrar en territorio de la Marina- dijo esta última palabra en idioma inglés, con una marcada pronunciación londinense.
-No pueden adueñarse de todo un centro comercial solo por jugar a la mafia- contestó Vigo con mayor agresividad –Son solo un montón de niños idiotas que le compran droga a un distribuidor y ya creen que son una mafia- se sintió más que valiente al contestar de esa manera, sin importarle las represalias.
-Parece que sigues sin entender- se burló nuevamente mientras volteaba a ver a su amigo -¿Puedes creerlo, Riuk?- le preguntó al otro chico, quien ni siquiera hizo una sonrisa.
-Oye, mi familia y yo venimos aquí varias veces a la semana, no vas a restringirnos el paso solo porque crees tener amigos poderosos- replicó nuevamente con desafío el Kagamine.
-Al contrario, sabes que me gustaría que tu madre viniera cuando quisiera, la estaría esperando con todo gusto- dijo Oliver mientras volvía a reír, parecía que la situación era toda una situación hilarante para él -Está bienvenida cuando quiera, siempre que tu padre no venga con ella-
-Han pasado muchos años… de verdad has caído bajo- fue la contestación de Vigo –Así que dejemos las cosas como son, yo me alejo de ti, no regreso a este lugar, y tú y todos tus amigos, por su bien, se mantendrán alejados de mi familia- usó una voz que no dejaría duda a su capacidad de hacer valer su palabra.
-Ese es tu problema Vigo, siempre creíste que tenías derecho a todo, derecho a amenazar a quien quisieras, pero déjame decirte que yo he visto y hecho cosas en las calles que a ti te haría mearte encima- dentro de su chaqueta, comenzó a tomar lentamente una navaja de mariposa, mientras su amigo, detectando con facilidad esto, comenzó a sujetar la suya.
-No me interesan las prácticas homosexuales en las que hayas estado, amigo- no iba a doblegarse con tanta facilidad –Ahora si me disculpas, es hora de irme, tengo que llegar al cumpleaños de mis padres- trató de alejarse de la conversación, levantare después de decir aquello, pero decidió beber primero lo que quedaba de su cerveza.
Pero antes de que pudiera estirar correctamente el cuello para tragar todo el líquido de un solo trago, Oliver sacó su navaja, colocándosela en el cuello – ¿Así que es el cumpleaños de tus padres? No sé cómo pude olvidarlo- comentó el rubio del vendaje en el ojo mientras que hacía que Vigo se detuviera en su asiento.
-No trates de ponerte violento…- trató el Kagamine de razonar, pero esa clase de palabras habían dejado de funcionar entre ellos dos de un momento a otro.
-Me pregunto ¿Cuál sería un buen regalo para tus padres?- dijo Oliver de manera sarcástica –Sería un buen regalo saber que su hijo sobrevivirá un encuentro cercano con la muerte, quizá terminando solamente con otra cicatriz igual a la otra- señaló la enorme línea que cruzaba la cara del otro rubio –O quizá con una sonrisa a lo Glasgow ¿Sabes cuáles son esas?- hizo la pregunta mientras acercaba el cuchillo a su boca, y trazaba una sonrisa larga que subía por las mejillas.
-¡Hey!- se escuchó una voz animada detrás de ellos, e inmediatamente, Oliver y el otro sujeto sentados junto a él sintieron un peso sobre sus hombros –Mucho gusto en conocernos, no nos hemos presentado, pero cualquier amigo de Vigo es amigo nuestro- Era Kia quien había caído de manera amistosa sobre los hombros de esos dos amenazantes sujetos mientras sostenía un tarro de cerveza a medias en su mano izquierda, provocando que Oliver ocultara rápidamente su navaja, pero provocando que su amigo se pusiera más alerta.
-Kia, Te presento a Oliver, mi amigo inglés de la infancia- habló rápidamente Vigo, queriendo interrumpir a su amigo antes de que dijese algo –Es originario de Inglaterra, es huérfano y vagabundo, y le falta un ojo- lo describió con la misma velocidad, esperando que de alguna mera se provocara un efecto en su amigo.
-Mucho gusto, Oliver- saludó el amigo de cabello castaño, hablando ahora en su inglés más formal posible –Espero que te sienta como en tu casa, yo también soy de Inglaterra- presumió hablando de manera ligera –Bueno, en realidad soy de Australia, pero nuestras banderas se parecen ¿No crees?- bromeó inútilmente mientras que los dos sobre quienes estaba apoyado lo miraban si expresión.
-No te atrevas a insultar a mi país de esa manera- respondió Oliver ofendido –Tu pronunciación es repugnante como la gente de tu país, y puedo ver toda tu raza reflejada en tu cara, hasta podría apostar que también eres producto del incesto- pronunció con desprecio totalitario al castaño, quien parecía no dejar de sonreír pese a esto.
-Tu acento tiene una curiosa pronunciación…- contestó sin mucho problema -¿Eres de londinense?- dedujo rápidamente con acierto -Oh, perdona, me parece que ahora se llama Londistan, ¿O me equivoco? ¿Eso te convierte en un londistani?- se burló golpeándolo en uno de los puntos más sensibles que tenía Oliver, su racismo y desprecio por las razas semitas que le habían provocado que abandonara su país y a sus padres.
-Hablas con demasiada valentía como para no saber a quién le diriges la palabra- le retó como si le tratara de dar una oportunidad, pero dudando de manera mínima en si darle o no su misericordia.
-Oliver, me lo acaba de decir Vigo- respondió con cinismo el castaño –Si me pregunta acerca de lo que representa, te diré que pareciera que ustedes dos son de la industria del porno, ya que tienen cara de que disfrutan pasivamente de la sodomía- hizo un movimiento fuerte con la mano, como si estuviera empujando algo dentro de un orificio, ilustrando su pequeña broma.
-Riuk, ocúpate de este despojo de humano- se hartó el rubio con el parche y le ordenó a su amigo, quien automáticamente cambió su estado de ánimo a una forma mucho más agresiva que antes, sacando directamente su navaja y amenazando al amigo de Vigo.
-Largo de aquí o te abro la garganta- dijo ese sujeto llamado Riuk, quien era más silencioso y mucho más directo que su líder, por lo que simplemente no rodearía el tema y le daba a entender a Kia que se encontraba en peligro.
-Oh vaya… cuando llegué a Japón, pensaba que me encontraría en la tierra del pacifismo, la cordialidad y la tolerancia, y lo pensé por mucho tiempo, hasta que me encontré con ustedes- respondió Kia fingiéndose ofendido –Supongo que ningún país es perfecto… de acuerdo, les dejaré para que jueguen a lo que quieran con Vigo, pero antes, terminaré esta cerveza…- comentó a su propio tarro mientras lo acercaba a su boca y comenzaba a beber inclinándose hacia atrás.
Justamente en ese momento, quizá por mala suerte, el sujeto de nombre Riuk comenzó a sacar su navaja, sin que siquiera Vigo pudiera advertirlo, sino al contrario, parecía que no le interesaba mucho. Kia había estado al lado derecho de Oliver y al izquierdo de Riuk, y mientras este último controlaba la navaja de mariposa con su mano derecha, cometió el error de dejar vulnerable la otra, apoyándola sobre la barra. Planeaba, sin pensarlo dos veces, rajar al castaño en cuanto terminara de tomar su cerveza, dándole cuando menos un poco de ventaja.
Pero antes de que el tarro de cerveza bajara, Kia usó su mano izquierda para sacar un cuchillo oculto en su chaqueta de cuero, clavándolo con fuerza de una sola estocada sobre la mano de Riuk, enterrándose hasta la madera de por debajo y atorándose en esta. Fue una situación de momento hilarante, Kia soltó un respiro fuerte, típico de cuando se disfruta una bebida, Oliver lo miraba con desagrado, sin siquiera ver que su amigo había sido atacado.
-¡¿Pero qué?!- preguntó Oliver en cuanto su amigo soltó un grito desgarrador, dejando caer su navaja y tratando de mover su mano sin éxito alguno, al tener su mano retenida por la terrible penetración del cuchillo. Pero antes de que pudiera tratar de tomar el cuchillo para desatorarlo de la madera, Kia le golpeó en la nuca con el tarro de vidrio, dejándolo fuera de combate por la fuerza, causando además que cayera del banquillo y quedara colgando de su mano herida.
Sus amigos, quienes se habían colocado durante la conversación en distintas esquinas del local, trataron de socorrerlo, pero ambos terminaron con suertes similares. El primero de ellos, y más cercano fue detenido por Vici, quien se había retirado ya de jugar. Él tomó al compinche de Oliver por el cuello antes de que este se pudiera dar cuenta, haciéndole una llave alrededor del cuello con la parte interna del codo y cubriendo su boca y su nariz con fuerza, evitando que respirara. No tuvo que hacerlo más de diez segundos antes de que este cayera al suelo desmayado.
El tercer sujeto no corrió con tanta suerte, pues Zulú, que todavía jugaba, tomó su taco de billar, tomándolo con las manos del extremo más delgado, se lanzó contra el pobre tipo, quien se veía minúsculo en altura en comparación, golpeándolo con fuerza sobre la espalda y la nuca, dejándolo fuera de combate en un instante entre astillas y gotas de sangre.
Pero Oliver, quien apenas se daba cuenta de que la confrontación iniciaba, tampoco pasó por mejor suerte, ni siquiera al ser tan supuestamente habilidoso. En lo que él trataba de pararse, recibió tres golpes en la nuca, justamente en el mismo punto, tres bolas de billar habían volado desde lejos y habían amedrentado el cráneo del pobre rubio desafortunado, quien no tuvo tiempo de ponerse a la defensiva y simplemente cayó al suelo de espaldas, golpeándose la espalda con el banquillo y golpeándose aún más la cabeza al caer.
La pelea, si a eso se le podía llamar, había terminado rápidamente, sin siquiera presentarse demasiados daños al local, y afortunadamente sin que se llamara la atención de las autoridades.
Junk se acercó hasta Oliver, aun sosteniendo las dos bolas de billar que no había arrojado, moviéndolas con una sola mano, e inclinándose al lado del chico del parche, para comenzar a hablarle.
-Escucha, Oliver, no tengo muchos conocimientos acerca de lo que tu historia con Vigo, yo prefiero que los asuntos personales se mantengan ocultos- comenzó explicando de manera casual, pasando las bolas de billar de una mano a otra –Pero esta es la segunda vez que nos encontramos, y por segunda vez, no he visto que seas nada más que un joven perturbado y violento-
Tomó una de las bolas y la puso sobre la frente del caído, haciendo un poco de presión. Hasta ese momento fue cuando Oliver se dio cuenta de que todos sus amigos estaban derrotados en el suelo del bar, y por primera vez en mucho tiempo se sintió genuinamente indefenso.
-Puedes hacer las bromas que quieras, los juegos que quieras, incluso pelearte y lesionarte con Vigo, pero si deseas ponerte "ultra violento"- señaló la navaja que se había caído al suelo –Entonces nosotros nos tendremos que poner ultra violentos, y créenos que no quieres vernos así, porque crecimos muy cerca de la guerra, los suficiente como para no dejarnos intimidar por tus… jueguitos-
Hizo un poco más de presión sobre su cabeza con el uso de la bola de billar, provocando que el rubio abriera la boca para quejarse, solamente para aprovechar e introducir la otra bola de billar en su boca, raspando sus dientes interiores
-Así que deja eso de las amenazas a sus familiares, o nos enojaremos- le cerró la mandíbula con fuerza -¿Entendido?- preguntó levantándose, dejando en silencio a Oliver, quien solamente trataba de no asfixiarse con lo que acababa de entrar a su boca.
-Bueno, creo que me toca invitarles la ronda de cervezas, es lo menos que les debo- Vigo se levantó de su asiento, no se había movido en todo el rato en el que había transcurrido la pelea y después de unos instantes, dejó varios billetes en la barra.
-Me parece un buen gesto, yo pagaré por lo que rompimos- ofreció Junk en respuesta, dejando algunas monedas y billetes en la barra. Sin protestar más, los cinco salieron del local, no sin que antes Kia retirara el cuchillo de la mano de su atacante, dejando que esta cayera al suelo.
Al salir del local, acordaron separarse durante el resto del día, a excepción de Junk y Vigo, quienes seguirían un rato en el centro comercial, más que nada como protección especial en caso de que pudiesen haber represalias en contra de cualquiera de los dos. Cuando se estaban retirando, Vigo no pudo evitar mostrar su gratitud.
-Jamás te había visto amenazar a nadie de esa forma…- comentó como si nada –Me impresionó, te había visto golpeando gente, pero no hablarle así a alguien- esa fue su manera de demostrar algún tipo de gratitud.
-Es lo que tienes que hacer con esa clase de personas, simplemente no las soporto, es por es que vine hasta este país- expresó con desagrado su amigo mayor, mientras bajaban escaleras eléctricas.
-¿Esa clase de personas?- se comportó dudoso Vigo al escuchar aquello.
-Personas intolerantes, que basan su odio en cierta clase de personas en base a un prejuicio, por raza, por religión, incluso por algo tan simple como lo de tus padres- agregó algo que el rubio pudiera entender –Tengo muy malas experiencias con ellos, solo se basan en el odio, así que no permito que se salgan con la suya- terminó de expresarse con cierto resentimiento, más a sus experiencias anteriores que a su verdadero disgusto por Oliver.
No muy lejos de allí, Kiiro y Shino se habían puesto a buscar un buen regalo para sus padres, pero las ideas se les agotaban rápidamente. No podían comprarles ropa porque no conocían sus tallas, y para empeorarlo todo, no podían simplemente comprar un conjunto de ropa de pareja, sabían que no les hacía mucha gracia que les regalaran ropa para gemelos idénticos, o ropa de pareja, tenían armarios llenos de ellas, y era como la "salida fácil" para quienes no los conocían.
Así que después de pasar horas y horas en varias tiendas sin comprar nada realmente, terminaron por buscar en el único lugar en donde podrían encontrar algo bueno: La tienda de música. No tenían una idea clara de que elegir, sus padres eran dueños de una extensa y envidiable colección de instrumentos musicales de toda clase, desde instrumentos electro acústicos, hasta instrumentos de percusión. Así que al entrar a la tienda de música, no esperaban encontrar algo demasiado caro, como lo sería un equipo completo para editar el sonido, o algún instrumento autografiado por alguna estrella de los setentas, solo deseaban comprar algo pequeño y significativo.
Por desgracia, tampoco sabían demasiado de los gustos musicales de sus padres, aparte de que probablemente gustaban de su propia música, y nada más. Sería un disparo en la oscuridad, pero al menos tenían esa opción. O al menos eso pensaban hasta que vieron a la distancia a su pequeña hermana comprando varios discos.
-¡Hey, Mili!- le llamó Kiiro en cuanto la vio, alertando de esto a su hermano, quien se encaminó a su lado al encuentro con la pequeña.
-¡Hermanos!- gritó la rubia a los dos mientras los veía acercándose, agitando animadamente su brazo -¿Están listos para irnos? ¿Ya compraron el regalo de mamá y papá?- comenzó a preguntar sin detenerse siquiera para que ellos le respondieran.
-Ah… creo que es obvio que no estaríamos aquí si es que no lo tuviéramos ya con nosotros- trató Kiiro de excusarse de la mejor manera posible, cruzando sus brazos.
-Pero si tuvieras alguna buena recomendación que se te hubiera ocurrido, acerca de algo que les pudiéramos comprar, recibiríamos tu comentario con toda gratitud- comentó rápidamente Shino, rompiendo la discreción del asunto, por lo que bien merecido, recibió un codazo de su hermano en las costillas.
-Bueno, en caso de que hayan sido unos completos inútiles y no hayan comprado nada…- comentó con gracia la hermana menor –Pienso que pueden buscar un buen disco, que a ellos dos les guste…- se puso a señalar las estanterías a su alrededor, pero metiendo rápidamente la mano a la bolsa que acababan de llenar de varios discos recién comprados.
Entonces sacó el disco recién adquirido con el título de "Twins Love", lo que provocó algo de emoción en el hermano mayor.
-¡Mili, es perfecto!- gritó el rubio mayor mientras arrebataba de las manos de su hermana menor la caja del disco y lo contemplaba.
-¡¿Qué es?!- gritó Shino tratando ahora él de quitarle aquel objeto de gran valor de las manos a su hermano, deseoso de averiguar lo que era.
-Es un disco de nuestros padres…- susurró a su oído –Algo… incestuoso…- mencionó en voz bastante baja, logrando que su hermano menor levantara una ceja por esto. No conocían toda la discografía de sus progenitores, no había razón por la cual tuvieran que hacerlo como si se tratase de su legado familiar o algo, pero estaban seguros de que el asunto incestuoso fue un tabú mientras estuvieron juntos, al menos durante sus mayores periodos de fama.
-Me parece el regalo perfecto- contestó después de un rato el rubio de ojos verdes, alcanzando a tocar la cabeza de su hermana menor en gratitud –Buen trabajo, Mili, sabía que podríamos contar contigo para esto- pensó que sería suficiente compensación decir esto, pero su mano fue apartada groseramente por la menor.
-¡Oye, devuélvemelo!- exigió Mili mientras alzaba sus manos y trataba de recuperarlo, pero bastó con que el mayor simplemente elevara sus brazos para dejarlo fuera de su alcance –Es mío, lo compré con mi dinero de cumpleaños- dijo al ver que su hermano continuaba en negativa, y a la vez para llamar la atención de todos, como de la persona quien estaba en la caja de la tienda, quien la había atendido antes, y de sus amigos, quienes habían perdido su rastro desde hacía varios minutos.
-Mili, no seas egoísta y permite que este disco sea usado para una causa mayor- le exigió Kiiro con despotismo, siendo respaldado por su hermano menor.
-Es culpa de ustedes que no tengan imaginación para encontrar un buen regalo y me tengan que robar mis cosas- reclamó la menor, pero al parecer no doblegaría a sus hermanos con simples explicaciones del derecho que ella tenía sobre sus propias cosas o el uso de la lógica, así que usó algo más –Si no me lo devuelven, le diré a Vigo que me robaron, y ya saben lo que él hará- entonces- los amenazó con pleno conocimiento de lo que el mayor de todos los hermanos podría hacer.
-Espera, no hay necesidad de recurrir a la violencia- trató de razonar Shino, pero al parecer su hermana no iba a dejar que se aprovecharan de ella tan fácilmente. Esa era su ventaja, Vigo siempre la cuidaba así, en cambio entre Shino y Kiiro debían de protegerse ellos mismos justamente de Vigo.
-Devuélvanme mi disco- digo Mili con firmeza, en lo que llegaban sus amigos a su lado, quienes conocían los conflictos de hermanos que podían tener en la familia Kagamine.
-De acuerdo…- meditó un poco Kiiro – ¿Te parece si hacemos un intercambio?- preguntó mientras sacaba una serie de billetes, lo que entre los cuatro habían juntado para el cumpleaños de sus padres –Te regresaré tu parte de la cooperación para el regalo si me das el disco- tomó una cuarta parte de los billetes y se los ofreció.
-Dámelo todo y hacemos el trato- puso su precio la jovencita, estirando la palma de la mano.
-Bien, es un trato- aceptó Kiiro a regañadientes, dándole todo a su hermana menor –Pero vámonos de una buena vez, que Vigo nos va a dejar si no estamos con él antes de las cuatro- obligó a su hermana a irse mientras esta aún contaba los billetes.
-Por mi está bien- confirmó Mili mientras guardaba el dinero en su bolsa -¡Adiós, tortolitos, nos veremos en casa de mis papás para la fiesta de cumpleaños!- le gritó a Masu y Rion, mientras estos volvían a sonrojarse.
-¿Tórtolos?- Preguntó Shino asombrado, comenzando a reír de medio lado, tal y como su hermano.
-¡Nosotros dos, no estamos juntos!- se defendió la chica peli morada mientras el joven castaño ocultaba su cara de la vergüenza y la pena.
-No vamos a juzgar de ninguna manera…- declaró Kiiro mientras se giraba, un poco menos complacido que su hermano, quien comenzaba a reír con ánimo y casi locura, encaminándose al lado de sus dos hermanos a la salida de la tienda de música, en búsqueda del hermano mayor.
Justamente cuando comenzaban a girar por una de las esquinas de los pasillos del centro comercial, se encontraron con Vigo, bajando por las escaleras eléctricas al lado de Junk. Intentaron saludarlo, pero lo vieron tratando inútilmente de subir las escaleras en reversa, siendo detenido por su amigo, quien puso su mano alrededor del cuello para evitar que se retirara.
Los otros tres hermanos se quedaron extrañados, hasta que vieron que frente a ellos estaban caminando otras tres personas, que de entre toda la escasa gente que podría haber estado en ese solitario centro comercial, justamente habían de ser conocidos suyos. Dos chicas y un chico.
-Maldición, allí viene Mikuo- le dijo Vigo a su amigo, molesto, pero sin tratar de huir –¡Y viene con Lapis y con Seeu!- gritó al ver que se dirigían hacia sus hermanos, dando la vuelta en ese momento.
-¿Mikuo? ¿No era él tu amigo de la infancia que te abandonó cobardemente cuando más lo necesitabas?- le preguntó Junk mientras lo sujetaba.
-No era mi amigo, solo que sus padres eran amigos de mis padres, por eso mismo me dejaron juntarme con él, pero sigue siendo menor- respondió el rubio en lo que seguía siendo sujetado del cuello.
-Ya ve, no te preocupes, yo te respaldo- le aseguró Junk mientras que terminaba el recorrido en las escaleras eléctricas, aun sujetándolo del cuello –Pero si me lo preguntas, no entiendo porque huyes de él, no es como si no pudieras ignorarlo- comentó al dar los primeros pasos en dirección de los hermanos Kagamine, quienes se habían detenido enfrente de los otros tres.
-¡Hermano!- saludó como siempre la pequeña Mili al mayor -Al fin llegas, estábamos esperándote para irnos, y mira a quien nos encontramos- señaló al trio de jóvenes de mayor edad. Seeu era la mayor de ellos tres, era de cabello rubio y de tez delicadamente pálida, con ojos azules cristalinos, llevaba un vestido de color anaranjado y unas orejitas de gato sobre su peinado; la consideraban parte de la familia, siendo la hija adoptiva de Luki y Mikuo, el hermano de Miku. Lapislázuli era la segunda, amiga de Seeu, era de cabello azul con tiras blancas, un poco más alta, siempre usando u vestido blanco y con un adorno de cristal sobre la cabeza. Y el último de ellos, Mikuo, hijo de Miku y de Kaito, era similar a su tío, de cabello verde más oscuro y de apariencia más inocente, por quien le habían puesto ese nombre a manera de honrar a su memoria cuando era incierta su supervivencia, era el primo de Seeu, por lo que casi siempre salía con ella y sus amigas, aunque hacía mucho tiempo solía frecuentar la casa de los Kagamine.
En ese momento, Mikuo vio directamente a Vigo a los ojos, cambiando su expresión alegre que había mantenido al encontrarse y saludar de manera amistosa a Shino y a Kiiro. Por esa razón, el mayor de los hermanos se vio obligado a saludar.
-Mucho gusto, Seeu- saludó primero a la chica de cabello rubio –Mucho gusto… Lapis- saludó con calma, pero demasiada forzada para él, no por las razones que se pensaría, para después voltearse a ver al peli verde –Mikuo…- fue todo lo que le dedicó, dejando a este con un nudo en la garganta por la frialdad de su antiguo amigo, antes de regresas con sus hermanos –Bueno, ya nos hemos saludado, es hora de retirarnos- les anunció mientras comenzaba a caminar en dirección contraria a la que habían llegado los casuales encuentros.
-Espera, no les hemos preguntado su van a ir a la fiesta de nuestros padres- se apresuró Shino a gritarle a su hermano mayor, este se detuvo en seco, pensando en que podría ocurrir lo que no quería que ocurriera.
-Es obvio que Mikuo y Seeu van a ir, sus padres están invitados, pero creo que hace falta invitar a alguien más- le indicó Kiiro de manera poco sutil a la peli azul quien les miró con sorpresa.
-No creo que sea un evento social de esa clase… es algo muy cerrado, solo para familia cercana- insistió Vigo, con nerviosismo, mientras que Junk comenzaba a reír y Mikuo se seguía sintiendo consternado.
-Mamá y papá dijeron que podíamos invitar a una persona que quisiéramos- le recordó Mili, tratando de ser de ayuda, pero sin saber muy bien que cruzaba por la mente de su hermano mayor. Para ese instante, veía como era que Vigo se ponía nervioso, quejándose un poco de la presión que comenzaba a ponerse sobre él.
Se giró hacia Lapis sin que esta pudiera hacer nada más que quedar sorprendida, y haciendo uso de todo su valor, le preguntó –Dime, Lapis… sé que casi no nos hemos conocido, pero me agradaría invitarte a la fiesta de cumpleaños de mis padres, esta misma tarde… Mikuo y Seeu irán- trató de evitar un poco la pena que sentía –No sé si puedas, o si quieras ir… me agradas y es para poder conocerte un poco más…- dejó de hablar al darse cuenta de lo raro que sonaba eso, comenzando a pensar de nuevo sus palabras, no quería declararse así como así.
-Bueno… no sabía que iban a tener una fiesta, aunque Mikuo y Seeu me habían contado algo de eso…- respondió la peli azul con algo de nervios también, pues ya sabía desde hacía mucho que le gustaba a Vigo, lo conocía desde la misma época en la que conoció a Seeu y por lo tanto a Mikuo y así a la familia Kagamine, pero no era demasiado cercano a estos últimos.
-No debe de haber mucha presión, es solo la fiesta de su cumpleaños…- trató el rubio mayor de no ponerse demasiado insistente, o no presionar de ninguna manera, aunque no se daba cuenta de lo que decía en ese punto.
-Me encantaría asistir y conocerte más…- admitió para la alegría de Vigo –Pero… ¿De qué es exactamente la fiesta?- preguntó con verdadera curiosidad, algo no le cuadraba, y Vigo había intuido esto, por lo que su contestación debía de ser premeditada.
-Es… de su cumpleaños…- trató de no ser muy específico, pues sabía que ella no conocía tan bien a su familia.
-¿De cuál de los dos? ¿De tu madre o de tu padre?- preguntó como si este fuera una verdadera la verdadera cuestión.
-De los dos- se adelantó Shino, sosteniéndose del hombro de su hermano Kiiro.
-O vaya, que casualidad que el cumpleaños de los dos sea el mismo día- exclamó Lapis, algo menos preocupada por sus propias palabras antes que por las palabras aún no dichas por los hermanos.
-Sí, y también es una casualidad que sean hermanos gemelos- dijo Mili con algo similar al orgullo, saltando a un lado de su hermano mayor, quien sabía que desde ese momento la cosa se volvería más incómoda.
-Oh… entonces era cierto…- dijo Lapis como si estuviera decepcionada –Creía que era solo un rumor…- parecía no estar muy contenta con el concepto del incesto siendo usado tan inocentemente.
-¡Espera!- le pidió Vigo mientras que ella parecía querer alejarse –No es nada… malo, sé que suena raro que sean realmente hermanos, pero realmente se quieren… y son una pareja común y corriente, y en realidad son buenos padres- siguió tratando de excusar a sus padres, pero solamente incomodaba más y más a Lapis.
-Es cierto, si los vieras, te darías cuenta de que son una pareja completamente normal- intervino Mikuo, pensando en que quizá su palabra valdría un poco más para la peli azul, pero ella no quedaba del todo convencida.
-No estoy diciendo que no sean una familia normal… es solo que…- no se atrevió a continuar, pues solamente podría haber expresado su repudio hacia el asunto, lo asqueroso que le resultaba realmente el concepto del incesto desde muy adentro de su ser, o por la forma en la que le parecía ridículo que el incesto fuera legalizado y normalizado, pero prefirió guardar silencio, en especial porque, incluso con su poca cercanía a la familia Kagamine, podría simplemente haber recordado alguna clase defecto de nacimiento que existía en la familia, pero eso habría sido demasiado bajo para ella, por lo que se resignó –Lo siento Vigo, te estimo como a un buen amigo, pero no creo poder formar parte de todo esto… lo lamento en serio- se volvió a disculpar mientras simplemente caminaba entre Seeu y Mikuo.
-Es una verdadera lástima- comentó Junk de la nada, sabiendo que a su amigo nada lo consolaría, después de perder a la chica que tanto le interesaba. Ni siquiera el intento de Mikuo por interceder por él en lugar de quedarse fuera del asunto lo habría alegrado ni un poco.
La familia crece
Así pasaron la tarde en el centro comercial, siendo invierno, anochecería bastante temprano, así que se tuvieron que despedir de todos sus amigos, prometiendo verse en la fiesta de sus padres, más tarde.
Al retornar a su casa, se dieron cada uno un baño y se preparó para la pequeña fiesta, no iba a ser nada formal, de hecho iba a ser meramente entre familia y amigos, así que estaban vestidos con ropas cómodas para pasar el rato. La comida había sido ordenada de una compañía de banquetes que se preparaba comúnmente para llenar las mesas durante el año nuevo, pero que por orden especial, se habían encargado de ayudar a los Kagamine en su petición para el día veintisiete.
Ahora Vigo, Kiiro, Shino y Mili se encontraban sentados en el sofá de la sala de su casa, jugando un videojuego musical, en donde había que cantar y presionar botones de un controlador en forma de guitarra, algo que había adquirido popularidad nuevamente en recientes años por las avanzadas tecnologías.
Mientras ellos jugaban, interpretando canciones de inicio de siglo, sus padres se preparaban de manera más formal, Rin usaría un traje rojo, no demasiado descubierto, pero como siempre, luciendo su hermosa figura, mientras que Len vestiría un smoking, no demasiado elegante, al menos no como el de su boda, pero cuando menos algo que demostraba que era una fecha especial para ellos.
Sus hijos se encontraban en la planta baja de la casa, aun jugando a su juego cuando de pronto sonó el timbre de la puerta. Vigo era el único quien no estaba ocupando ninguno de los instrumentos dentro del juego, razón por la cual fue enviado a abrirla, bastante molesto porque interrumpieran su descanso.
Se acercó a la puerta y miró por una pequeña ventana a la vez que preguntaba -¿Quién es?- tan solo como precaución.
-Vigo, cariño, somos nosotros, tus abuelos- se escuchó la voz amable de una mujer, perfectamente reconocible para el joven rubio.
-¡Abuela!- gritó Vigo al ver al ver a su única abuela, Kara, parada en el pequeño pórtico de su casa, al lado de Tobi, su abuelo, a quien los años del trabajo lo habían hecho ganar ya un cabello completamente canoso –Me alegra mucho que vinieran- exclamó el joven –Pero no puedo abrirles hasta que me aseguren que no haya monstruos asechando allá afuera- dijo con un tono de broma, pero lo suficientemente serio como para no abrir realmente la puerta.
-Vamos hijito, sabes que nadie te va a atacar- aseguró su abuela como si fuera algo realmente absurdo que pudieran agredirlo.
-De acuerdo, abriré la puerta, pero con precaución- y así, sin que pudiera aplicar demasiada verdadera precaución, abrió la puerta después de quitar el seguro, recibiendo a sus abuelos con los brazos abiertos –Buenas tardes…- dijo animadamente con los brazos abiertos, pero en lugar de recibir un alegre y cálido abrazo, un par de figuras negra y blanca lo taclearon, y tumbaron al suelo al chico.
-¡Quítense de encima, déjenme!- pidió desesperado Vigo, de tal forma que se escuchaban sus gritos por toda la casa, pero nadie se preocupó realmente por él. Sobre el joven rubio estaban un par de chicas de cabello anaranjado, sometiéndolo contra el suelo. Una de las chicas estaba vestida con una blusa y una falda negra, y tenía el cabello más largo, arreglado en una sola cola de caballo de lado, con las puntas de purpura, mientras que la otra estaba vestida manera similar, pero completamente blanco y de cabello más corto, ambas compartiendo además el bello color verde esmeralda de sus ojos.
-¿Lo tienes bien sujeto?- preguntó la de cabello corto mientras se arrodillaba sobre las piernas de Vigo, impidiendo que las moviera.
-Lo tengo abarrado como un animal indefenso- respondió la otra de cabello largo, sujetando ferozmente los brazos del rubio, jalándolos hacia atrás y juntando sus muñecas.
-¡Malditas sean!- exclamó Vigo mientras que trataba de girarse o liberarse de cualquiera de las formas posibles –Se aprovechan de que son un par de cerdas obesas para detenerme con su peso…- comenzó a insultarlas, pero fue silenciado cuando su cabeza fue presionada contra el suelo de madera nuevamente.
-Anon, Kanon, no sean crueles con Vigo- les pidió el padre a las chicas, quien a la vez era el abuelo de Vigo.
-No te preocupes, papá, solo estamos jugando con nuestro pequeño sobrino- aseguró Kanon mientras seguía presionando la cabeza del rubio contra el suelo.
-Son solo dieciocho días mayores que yo ¿Cómo es que eso me hace pequeño?- preguntó extremadamente molesto, logrando girar su cabeza, pero quedando con la mejilla contra el suelo.
-Dieciocho días que nos hacen más inteligentes y mejores que tú, pequeño cachorro- afirmó Kanon, volviendo a jalar sus brazos, y provocando un alarido de dolor más agudo.
-Pásame la soga, hay que terminar con el trabajo- le pidió Anon a su hermana. Recibió un pequeño lazo con el que se dedicó a hacer un fuerte nudo en los tobillos de Vigo, y luego ayudó a su hermana a hacerle lo mismo en las muñecas y los hombros colocándolos en su espalda, logrando someterlo por completo.
-Muy buen trabajo- se dijeron la una a la otra al ver que el rubio apenas podía ponerse de pie con las ataduras en su cuerpo.
-Hola a todos- saludaron los abuelos al resto de sus nietos, abrazándolos animadamente mientras su otro nieto intentaba desatándose.
Anon y Kanon se dedicaron a saludar también al resto de los presentes, en especial a su sobrina Mili, a quien le expresaban abiertamente que era la favorita de ambas. Realmente la querían, aunque no eran indiferentes con Shino y Kiiro, a ellos también los cuidaban y ayudaban, pero era con Vigo con quien había crecido una cierta rivalidad que había crecido hasta llegar al punto en el que se insultaban y a veces se peleaban como la manera en que había ocurrido. Claro, eran ellas las que siempre recurrían a la violencia física, mientras que Vigo se dedicaba más a insultar, llamándolas por nombres degradantes o comparándolas con animales de gran tamaño, en casos más aislados, acusarlas de ser lesbianas de manera despectiva, e incluso incestuosas.
Conversando un poco se enteraron de lo ocurrido con Lapis, y aunque al inicio se burlaron con toda facilidad de su sobrino por haber sido puesto en la "Zona de Amigos" al final se sintieron algo consternadas y se compadecieron por la verdadera razón tras de esto. Ellas entendían más de lo que pensaba.
No se habló demasiado del Tema, y en unos minutos ya estaban conversando como toda una familia de nuevo. Len y Rin no tardaron en bajar después de unas cuantos minutos, finalmente vestido de manera elegante.
En lo que terminaba de prepararse la comida en el gran comedor, hecho para una docena de personas, comenzaban a arreglar una mesa para los hijos, pues habría dos secciones para todos los invitados. Poco a poco estos comenzaron a llegar. Primero llegaron Meiko y Gakupo, con sus hijos, Rion y Masu, quienes saludaron alegremente a su amiga Mili. Luego fueron el feliz matrimonio de Miku y Kaito, con sus hijos Mikuo y Keiko. Después Miki y Piko, cambiados después de tantos años, Miki siguiendo su pasión por organizar, había logrado formar su propia compañía de eventos especiales y se decía que aspiraba por un puesto en la política, mientras que Piko se había dedicado a introducirse en el negocio de la cinematografía de un género muy específico, pero lo hacía sentir como un artista; con ellos iba su única hija, IA, y la amiga de esta, Yukari, sintiéndose alagada por ser la "invitada de honor". Más tarde llegaron Lily y Gumi, con su hijo Yohio a quien habían tenido por la fortuna de la inseminación. La siguiente pareja casada, y la última, fueron Mikuo y Luki, con su hija Seeu, adoptada al ser encontrada por los dos tras los sucesos que habían ocurrido al inicio de la guerra de las Coreas, por lo que era de hecho, de la misma edad de Vigo.
Estando todos en la misma sala, se pusieron a conversar de manera amistosa, sentándose todos en sus respectivas mesas. Los adultos hablaban de los cambios que había habido desde el año pasado, pues aunque sus hijos seguían viéndose, ellos casi no tenían oportunidad de reunirse de esa forma, más que en los eventos y días especiales.
Sus hijos por el contrario, se ponían a presumir de sus logros escolares o simplemente de sus anécdotas curiosas, chistes o bromas populares o sucesos ocurridos con sus ídolos de internet y que se hacían virales. Pero si todos tenían una pasión en común era la música, y es que todos ellos habían heredado esa especialidad de sus padres, algo que solían disfrutar sin importar el lugar o el momento.
Así mientras que ellos hablaban de sus artistas favoritos, o de como la situación de austeridad se veía mejor cada día, llegaron los últimos invitados. Len y Rin sabían que por las fechas, muchos de sus amigos estaban atareados. Sus compañeros de trabajo nunca podían asistir a sus cumpleaños al ser tan cerca de la navidad y entre la semana de vacaciones de invierno, pero sus ex-compañeros de Vocaloid siempre podían hacer un hueco en sus agendas para esto. Lo que no esperaban eran las últimas visitas que iban a recibir.
Al tocar la puerta, Len se dirigió y la abrió sin mucha precaución, encontrándose con un par de caras similares.
-¡Rin, adivina quien vino!- gritó Len con emoción, esto hizo que Rin se apresurara a la puerta de entrada, mientras los demás se ponían a curiosear por la visita.
-¡Padre Thel!- gritó Rin de igual manera, casi corriendo hacia el párroco, recordando de pronto su educación y solamente saludando al padre de manera respetuosa. Thel había crecido bastante, al menos de manera personal y espiritual, pero seguía teniendo la misma cara amistosa que recibía a todo quien se acercara a él, y sus conocidos jurarían que seguía siendo un alma de Dios, como en su primer día en el sacerdocio. Su cara se había arruado un poco, y se había puesto un poco más cuadrado, pero su cabello seguía siendo plateado puro, en lugar de volverse blanquecino.
-Buenas noches, chicos, feliz cumpleaños- les felicitó a los dos mientras pasaba y les daba un fuerte abrazo.
-Nos agrada que haya venido después de tantas invitaciones que enviamos- dijo Len con alegría –Pensamos que nos había olvidado en su fama- bromeó inocentemente el Kagamine.
-No lo habíamos visto desde que se fue de misionero, aunque supimos mucho de usted por las noticias- dijo ahora Rin, alegrándose de volver a encontrarse de nuevo a este viejo amigo.
-Ya habrá tiempo para conversar de todo esto, aunque con todo lo que hay, quizá sea muy resumido- dijo el sacerdote, quien de hecho ya no era un simple sacerdote, pero por comodidad, se le seguirá diciendo de esta forma –Por ahora deberían de ver a quien encontré- dejó pasar después a un hombre algo viejo y calvo, con algunas cuantas canas y el rostro arrugado.
-¡Mira Rin, es el doctor!- exclamó Len de manera obvia, pese a que su hermana se encontrara a su lado.
-Hola chicos… feliz cumpleaños- felicitó a ambos con honestidad el médico, un poco menos eufórico que antes, abrazándolos a ambos.
-Vaya, a usted no lo veíamos desde que nación Shino…- recordó Rin con alegría –Se desapareció de repente- mencionó con algo de curiosidad
-Si… tuve que irme de improvisto, muchas investigaciones, poco tiempo- se rio como si ellos pudieran entender algo de lo ocurrido. Y lo cierto es que no podían aunque lo intentaran, y más que nada, no debían. Podía justificar los viajes que hizo en aquella época de manera fácil, inventando y respaldándose con cientos de excusas, pero lo cierto es que su razón de huida se remontaba precisamente al nacimiento de Shino.
Conforme Len y Rin procreaban más niños, Mikhail se encargaba de ser el médico, dándoles tratamientos eficaces que según ellos ayudarían a que no tuvieran que preocuparse de los posibles males congénitos por el incesto. Pero al nacer Shino, por su condición de nacimiento, las cosas cambiaron. Creyó que habría investigaciones del asunto, preguntas sin respuestas satisfactorias, y en especial, acusaciones con las que su elevada reputación no podía contar. Por supuesto, los padres del pequeño no culparon a nadie más que su pleno conocimiento de que eso podría ocurrir, y esa advertencia de que como poco, habría una posibilidad de uno sobre cuatro de uno de esos crueles efectos genéticos con los que el incesto debía de correr.
Quisieron recurrir de nuevo a Mikhail para que les guiara, pero este no fue vuelto a ver, no hasta ese día, y ellos creyeron siempre que la condición de su tercer hijo era causada por el mismo mal tan mencionado, su terrible descuido. Y no obstante, años después ocurrió por cuarta vez la misma situación que los había hecho tan unidos, y lo aceptaron sin remordimientos, solo procurando no volver a hacerlo, y tomando todas las precauciones y prevenciones posibles para evitarlo.
Así pues, Mikhal se había desaparecido, sin teléfono, sin correspondencia, ni siquiera contactar a Thel les ayudó en ese instante, por lo que fue una grata sorpresa volverlo a ver. Pero cuando pensaban que no podrían ver cosas más raras ese día, llegó un tercer sujeto.
Len y Rin lo miraron con desconfianza en un inicio, cuando se acercó el pórtico. Se veía casi como un vagabundo, o quizá un viejo mago de las historias que leían cuando eran niños, en especial el bastón que parecía una rama vieja. Tenía un traje holgado y desacomodado, con camisa amarillenta y un sombrero verde con una pluma roja sujetándose de este. Su aspecto era de lo más curioso, su piel era arrugada como pasa, pero tenía casi todo el rostro cubierto por un bigote y una barba gruesa y poblada de color blanco como su cabello, sin contar además de que tenía un parche negro en el ojo.
Tenía además de todo eso, una prótesis por mano derecha, bastante novedosa, y un enorme puro en la boca, fumando entre sus bigotes amarillentos. Solo por eso pudieron reconocerlo.
-¿Maestro?- preguntó Len, ganándole la palabra a Rin.
-Se tardaron mucho- contestó con su misma voz de pesadumbre, caminando medio cojo, apoyándose en el bastón, se acercó hasta quedar bajo el umbral de la puerta, viéndolos a los dos mientras ellos lo miraban a él –Están hechos unos vejestorios- pasó entre ambos al decir esto, y ellos dos ni siquiera pensaron en que responder.
-No tenía idea de que él iba a venir- le susurró Rin a su hermano, sintiéndose un poco incómoda –No quiero sonar demasiado cruel, pero de verdad pensé que habría muerto hace mucho tiempo- admitió con lo que debería de ser pena, pero no sentía pena por esto.
-Le mandé una invitación a un domicilio que creía que era suyo… pero no pensé que la carta le llegara, o que viniera… además de que eso fue hace diez años- le relató Len a su gemela, susurrando de manera similar, viendo como Salta llegaba y se sentaba en una silla apartada, sin que casi nadie lo viera, mientras sus hermanos eran recibidos con saludos y elogios por los demás y él quedaba ignorado como un espectro entre los vivos.
Solamente uno de las personas miró al Maestro de manera directa en su estado aparentemente deplorable.
-Yo lo recuerdo- le dijo Vigo mientras se le acercaba, y Salta solamente elevaba la mirada, moviendo su boca como si estuviera mascando algo –De cuando era chico, muy pequeño- dijo con voz presuntuosa, caminando y parándose justo frente a él.
-¿Recuerdas eso?- preguntó interesado -¿Qué recuerdas?- quiso que fuera más específico.
-Recuerdo que usted usaba armas, que le gritaba a mis padres, que se la pasaba hablando por teléfono e intimidando a otras personas… y recuerdo también como usted me hacía un montón de preguntas difíciles- terminó de decir como si lo estuviera acusando de algo.
-Me alegra, ¿Recuerdas también cuando tu madre te cambiaba los pañales?- se burló mientras que giraba la mirada, sin darle mucha importancia al chico frente a él.
-Solo digo que me parece interesante que regrese aquí, pensaba que era una de esas personas que desaparecen y ya, y estoy seguro de que mis padres no lo mencionaron ni una sola vez, más que como "Maestro"- se sintió intrigado el rubio, sentándose junto a él, mientras que la fiesta se llenaba de voces y pláticas amigables.
-Solo soy el antiguo jefe de tus padres, los representaba en el medio artístico cuando eran Vocaloids- trató de explicar sin mucha delicadeza, ni mucha significancia.
-Lo que quiero saber es lo que pasó cuando se fue… todo lo que ya ha dicho lo puedo deducir, pero el resto me parece todo un misterio…- trató de intuir un poco en lo que había ocurrido, pero en ese momento Yohio llegó al lado de Vigo y trató de hablarle, independientemente de si este estaba hablando o no.
-Oye, Vigo, ¿No quieres ir a ver como Seeu y Mikuo compiten en el Karaoke?- le preguntó animadamente mientras ponía su brazo alrededor del cuello del rubio mayor -¿Quién es este viejo?- preguntó al ver que hablaba con Salta, a quien no reconocía para nada.
-Siéntense, les contaré una buena historia- les dijo a los dos mientras se acomodaba en su asiento y Vigo obedecía y hacía que Yohio se sentara también.
El cuento de Salta inició de manera común y corriente, contando solamente como fue su iniciación con los Vocaloids, y de cómo después de mucho tiempo se había terminado hartando de todo el asunto y de cómo había terminado teniendo un paro cardiaco, lo que lo orilló a una depresión insospechadamente larga. La historia habría sido un tanto entretenida de escuchar, más que nada porque le daba una perspectiva a la nueva generación acerca de sus padres.
A los diez minutos de que empezara a hablar, los más jóvenes del hogar comenzaron a juntarse en grupo para escuchar lo que tenía que contar Salta. Siendo los más niños quienes se habían sentado frente a su asiento, como si estuviera contando una fábula o alguna historia de fantasía, pero en lugar de eso, lo que relataba se volvía más y más oscuro.
-…Entonces me llevaron hasta el sótano a rastras, sabía que era contra las leyes internacionales que ellos ejecutaran prisioneros de guerra, pero nosotros habíamos destruido sus últimas provisiones, así que no podía esperar nada más que el peor de los tratos- en ese momento se había enfrascado en uno de sus relatos de guerra –Sabía que la cosa iba a ponerse fea, y mis compañeros no podrían hacer nada para salvarme a mí o a ellos mismos, supuse que me interrogarían, o que cuando menos iban a torturarme un buen rato antes de cansarse y comenzar con los otros, así que traté de hablar el mejor japonés posible-
Estaba hablando justamente acerca de lo que había ocurrido dos años después de que había terminado su servicio para Crypton, y de que había huido a su país natal, ni siquiera dando muchos detalles de cómo se había enlistado en las fuerzas armadas rusas, solo había comenzado a relatar a partir de su llegada a Sajalín.
-Les dije: "¿Acaso no saben quién soy? Soy el gerente y productor encargado del proyecto Vocaloid"- comenzó a hablar con un tono japonés exagerado, imitando al tono que usó en aquel entonces –Uno de ellos logró reconocerme, al parecer había visto las noticias y sabía que lo que decía era verdad… así que les conté que me había infiltrado en las fuerzas armadas rusas como un espía, por parte de los altos mandos del ejército japonés, y que ellos me habían autorizado una misión especial de sabotaje- explicó su plan con presunción –Esto me dio suficiente tiempo para poder planear un escape, después de que de manera ingenua soltaran las esposas que llevaban un buen rato cortando mis muñecas- se detuvo un poco en ese momento, pues se daba cuenta de que lo que seguía en su relato no era precisamente apropiado para niños, así que suavizó un poco sus palabras –Así que me encargué de eliminar a mis captores, para luego regresas al piso superior y librar al resto de mis amigos-
En ese instante se escuchó una ligera exclamación de asombro por parte de los niños que escuchaban, dándoles a entender a ellos su acción heroica de liberación, mientras que los mayores podrían haber supuesto una escena más violenta. Aquello lo había hecho sentir a Salta finalmente como el gran héroe que jamás fue reconocido, aunque había sido merecedor de muchos honres, y los había recibido, jampas había logrado entretener a una audiencia con sus relatos.}
-Así que cuando nos liberamos de aquella casa usada como refugio provisional, nos informamos acerca de una localización cercana desde donde estaban trasladando artillería antiaérea- continuó describiendo, ahora saltando las horas tediosas e insufribles que realmente fueron las que transcurrieron en esa misión –Logramos derrotar al enemigo, quitarle su propia artillería, posicionarnos en la costa este de la isla y lanzar un ataque efectivo en contra de los acorazados japoneses que bloqueaban la isla, hundiendo dos de estos, y facilitando el avance de nuestros aliados al norte y al oeste para la preparación de la defensa del Estrecho de Bering- se emocionó enormemente al contar todo esto, aunque había notado que sus escuchas se habían emocionado de igual manera que antes, no sin extrañarse por la mención de que las naves hundidas eran precisamente japonesas.
-Espere un momento- dijo Seeu algo sorprendida, pero menos emocionada que los demás -¿Usted estuvo peleando en contra de Japón? Porque recuerdo haber leído que fue gracias a la derrota en Sajalín por la que nuestro país salió de la guerra- mencionó al recordar una de las lecturas del primer semestre de su carrera universitaria en la que describieron detalladamente la tercera guerra mundial.
-Lo fue, y deberían en todo caso de agradecerme- intervino Salta sin mostrar un solo rastro de vergüenza –La batalla de Sajalín nos llevó dos años enteros en ganarla, y hasta ese momento, Japón solo había entrado en la guerra por la presión de los Estados Unidos de América, hasta que la guerra civil, iniciada a causa de los conflictos raciales, acabó con el gigantesco imperio, permitiendo que Japón llegara a un armisticio con Rusia y lo que restaba China- comentó rápidamente como si estuvieran repasando la clase de historia, algo que los niños de diez años no lograban captar del todo.
-Entonces usted formó parte de la defensa que acabó con los invasores Japoneses a suelos de Rusia, ¿O no?- preguntó Vigo genuinamente interesado, como si hablara con una leyenda.
-Sajalín pasó a ser parte de Rusia después de la segunda guerra mundial, fue nuestro derecho defenderla de las sanciones aplicadas por la NATO- aclaró como si fuese algo que siempre tuviera que decir –Una vez terminada la guerra en el frente del este, fue nuestro turno de contraatacar en el oeste, para ese entonces formé parte de los escuadrones acorazados- recordó con una risa elevada.
-¿Atacaron Europa?- preguntó el primogénito de los Kagamine sin dejar de lado el interés del asunto, aunque os demás comenzaban a mostrarse poco atentos al relato.
-Defendimos nuestras tierras, retomamos Crimea montando por los campos nevados en tanques- habló con elevado asombro –Luego tuvimos que defender a nuestros aliados, y enviamos a nuestra fuerza aérea a defender Irán, yo personalmente les di apoyo aéreo a las tropas que defendían Teherán de la ofensiva del Estado Islámico- conforme seguía contando, parecía ser que iba distando más y más de la realidad en sus recuerdos –Luego proseguimos a Turquía, descendiendo en sus principales ciudades en paracaídas- trató de acelerar de aquí en adelante la historia –Finalmente fuimos enviados a apoyar a los rebeldes griegos que se habían alzado en contra de los tratos de la Unión Europea, aunque más que invadirlos, fuimos como tiradores apara apoyarlos sin levantar mucha sospecha… pero esa es una historia para otro día- describió como si esa fuera una historia completamente diferente –Y por último me dieron el mando necesario para comandar mi propia compañía para atacar el corazón de Alemania y acabar con la guerra, finalizando de la misma manera en la que mi padre lo hizo-
Se recargó en su silla, deseando poder sacar nuevamente uno de sus puros, pero desgraciadamente su condición no lo permitía, aunque Rin habría reaccionado de tal manera que de cualquier forma no habría podido fumar. Parecía que se dormiría después de acabar su historia de la guerra, y debido a que no había manera de corroborar nada de lo que había dicho, a los niños presentes les pareció a lo mucho un desvarío de un viejo vagabundo. Entonces comenzaron a hablar de otras cosas en lo que Salta permanecía en silencio, y lentamente se fueron levantando y caminando de nuevo a otras partes de la casa, a continuar con la reunión familiar.
-Me parece una historia muy interesante- dijo Vigo después de un rato, acercándose al viejo quien al parecer se había quedado dormido –Honestamente, desde que vi el tema de las guerras mundiales, todas me han impresionado, y la última, al ser tan reciente, me hacía sentir impotente no formar parte significativa en el conflicto- expresó el rubio con sinceridad un deseo que no le había podido compartir ni a sus amigos mayores.
-No tengas ansias por matar, si tienes suerte, jamás tendrás que hacerlo- contestó Salta –La gloria que tanto te enseñan en los libros de historia… esa propaganda que dice que debes de matar para defender a tu país… no puede compararse con tener una vida tranquila, con una familia- por primera vez parecía que hablaba con un deseo distinto al de ser una influencia negativa –Tan solo mira a tu padre, fue una gracia del destino que no tuviera que enlistarse e ir a morir con los chinos, deberías de buscar la misma suerte- le recomendó de manera sensata.
-No creo que pueda tener una vida como la de mi padre…- opinó débilmente Vigo –Sé que ha hecho mucho en su vida, pero siento que yo estoy hecho para algo… distinto en la mía- trató de evadir cualquier frase que lo hiciera sonar demasiado pretensioso y a la vez no insultar a su padre.
-Si eres inteligente como deberías de serlo, entonces podrás cambiar el mundo de verdad- contestó Salta ahora con menor ánimo que antes –Se necesita más gente inteligente, no para hacer que las guerras sean más destructivas, sino para evitar que estas ocurran-
-¿Usted dio su vida entera por una causa perdida?- deseó preguntarle el joven rubio después de un rato de haberse quedado en silencio.
-Mi vida… era solo una vida más, como muchas otras se pudo haber perdido, y entendía el valor del sacrificio al enlistarme en el ejército, no una, sino dos veces- sentía que el deseo y la atención que Vigo le ponía a su asunto iba mal encaminado, solo por eso le dedicaba esas palabras –La única diferencia conmigo y los chicos de mi edad que vi morir en las batallas que tuve, es que yo no tenía miedo de morir, pero llegar a ese punto es honestamente, caer demasiado bajo- y con esto pretendió terminar de decir la parte más importante de sus palabras.
Pronto se escuchó a Rin llamando a todos para que iniciaran la cena especial, sirviéndose por completo en banquete. Salta se levantó sin decir una palabra más y fue a sentarse al lado de sus hermanos, mientras que Vigo seguía su camino y se sentaba con sus hermanos.
Durante la comida, la mesa de los menores de edad se animaba mucho más que la de los mayores, pues en esta mesa, las charlas eran más civilizadas, al menos de manera relativa.
-Dime, Rin…- preguntaba Meiko mientras sostenía un vaso de agua, su esposo casi no le permití acercarse al alcohol -¿Qué se siente pasar toda la vida al lado del mismo hombre?- hizo la pregunta no con malos deseos, sino simplemente para abrir la conversación que llevaba muerta desde hace un buen rato.
-Bueno… Ya he respondido a eso muchas veces, ¿no?- dijo riéndose un poco, apoyada por su hermano.
-Pero la última vez que lo dijiste fue en tu boda… han pasado casi veinte años desde eso, ¿No te has arrepentido desde ese entonces?- hizo Miku una pregunta un poco más irrespetuosa que la de su amiga castaña.
-No me he arrepentido, Miku- contestó Rin de manera terminante –Al contrario, creo que estamos mejor que nunca- tomó la mano de su hermano mientras que este se acercaba a ella y aprovechaba un momento para besarle la frente antes de volver a llenarse la boca de comida.
-Me alegro tanto de eso- comentó ahora Miki –Un matrimonio exitoso, familia extraordinaria, y una linda casa, me alegro de que les haya ido tan bien- no dejó de compartir el gozo con los anfitriones de la fiesta.
-Bueno, no fue tan difícil- ahora dijo Len, saliendo del silencio –Solo se trata de resolver los problemas en conjunto, pensar en el otro antes de hacer las cosas, y creo que siempre hemos sido así- afirmó mientras que seguía tomando a su hermana de la cintura debajo de la mesa.
-Me alegro mucho por ustedes- pidió la palabra Lily –Aunque ahora que estamos todos reunidos nuevamente aquí, en especial por ciertas personas inesperadas…- señaló al Maestro que llevaba minutos enteros cortando y comiendo lentamente una chuleta –No puedo evitar recordar el día en el que supimos de su embarazo…- lo señaló a los dos, remembrando aquel mismo día tan polémico -como cambiaron las cosas ese día, su vida dio un giro de 180°, y no puedo evitar pensar que cambió la forma en la que los veíamos a ustedes- siguió recordando más y más de ese periodo de tiempo, a lo que se le unieron una docena más de comentarios altos y bajos, positivos y negativos de todos los presentes.
-Lo más importante de todo…- comenzó a decir Thel en voz baja, y fue su hermano Mikhail quien lo ayudó a que los demás guardaran silencio y le dieran la palabra –Bien, como decía, lo más importante de todo, es que supieron cómo manejar el asunto, supieron sacar lo mejor de la situación y hacer algo hermoso de eso, como lo es su familia y su matrimonio- dijo con honestidad, a lo que todos concordaron con ternura –Lograron ver la belleza de lo que muchos habrían considerado solo como un terrible error, aunque muchas personas no puedan hacer eso, ustedes tomaron el riesgo y solo puedo decir que me siento agradecido de que Dios me diera la oportunidad de ayudarlos…- los demás guardaron silencio por completo después de que dijo eso -Sabía que cuando accedí casarlos, no cometía ningún error- concluyó su pequeño discurso, lo que desencadenó una serie de aplausos en la mesa, desconocidos para los que se encontraban en la mesa de al lado, la de los menores.
-Siempre supe que usted se convertiría en un culto de personalidad, padre- dijo Piko animadamente a Thel –Sin duda alguna, el mundo entero se puede, y aprenderá de su conocimiento- mencionó conociendo en lo que se había metido últimamente.
-Es cierto, me sorprende que no haya llegado más lejos, aunque leí que había dado muchas charlas de paz en el medio oriente- agregó Miki al lado de su esposo, siempre tan informada como de costumbre.
-No fue nada… de verdad- trató de ser algo modesto, pero vio que nadie creería eso -al principio solamente iba como misionero, trataba de ayudar a las comunidades cristianas de Siria, todos los que habían sufrido con las guerras, pero una cosa llevó a la otra, y me di cuenta de que se podían salvar muchas vidas haciendo las acciones correctas, y usando recursos, aunque se tuvieran pocos…- recordó cómo fueron aquellos días llenos de problemas –Al final no importaba la religión, solamente ayudar a los que se pudiera-
-¿Y por eso recibió un premio internacional a la caridad humana por parte de la ONU?- comentó de nuevo Miki, algo que ya todos conocían, pero de nuevo, ella era a la que le gustaba presumir sus conocimientos.
-Solo fue una cosa honraría, muchos más pudieron haberlo recibido por mí- agregó el sacerdote sin complicarse demasiado, y sin dejar su humildad.
-De cualquier forma, estoy segura de que fue bien merecido- opinó Rin con alegría por este hombre tan estimado por ambos.
-¿A que va a dedicarse ahora?- preguntó la madre de los Kagamine, que tan muy pocas veces tú la oportunidad de hablar con el hombre de cabellos plateados.
-Estoy estudiando en la Pontifica Universidad Lateranense, un doctorado en Sagrada Teología- dijo para el asombro de casi todos los presentes –Nunca se es demasiado viejo para poder estudiar, aunque es algo dificultoso- admitió con algo de vergüenza –Pienso que en uno o dos años se me nombrará Cardenal, me ha sido confirmado- era de las pocas cosas de las cuales podía hablar con verdadero orgullo por primera vez en su vida.
-¡Eso es magnífico!- Exclamó Len –Un Cardenal es algo importante, ¿verdad?- le preguntó a su hermana en voz baja, pero esta no se molestó en contestarle. Comenzaron a felicitarlo de manera emotiva, mientras que este solamente sonreía de manera amable.
-Ya era hora de que recibieras algo por ser tan adepto a la religión- le dijo Mikhail a su hermano, golpeando un poco su hombro, mientras que Salta se servía su segundo plato de ensalada.
-Tu también has hecho bastante en tu vida- le contestó Thel, igualmente apoyando su mano en su hombro –Deberías de compartir un poco de tus logros con todos aquí- le pidió amablemente mientras levantaba una mano y señalaba circularmente a todos en la mesa, a lo cual, guiados por la reciente euforia, comenzaron a incitar al médico a que contara de sus historias lejanas ocurridas tras su desaparición.
-Bien, bien…- trató de calmarlos el doctor, levantando las dos manos –Como ya habrán sabido… logré desarrollar muchas técnicas para ayudar a evitar nacimientos con discapacidades- juntó sus dos brazos al lado de la su silla –Logré abrir mi propio laboratorio, y de allí viajé a Rusia, en donde las leyes son un poco más flexibles para los procedimientos médicos- no quiso meterse mucho en el asunto, aunque lo que decía no era falso –Conseguimos bastante dinero y logramos desarrollar muchos métodos alternativos para tratar la gestación, apoyando a las madres que tenían que afrontar el riesgo de un nacimiento con defectos- trató de sonar sumamente orgulloso de esto.
-Al parecer usted trató de ayudar al mundo de una manera u otra- concluyó el padre de los Kagamine, Tobi, quien se mostraba agradecido por el apoyo del doctor, y podría decir que a él le debía la vida de sus nietos.
-Esa siempre ha sido mi intención- levantó ambas manos Mikhail, como si fuera lo más obvio del mundo, aligerando un poco la tensión del momento –Recibí algunos cuantos premios, y estoy seguro de que muchas personas se sentirán agradecidas por el trabajo de mi vida- dijo tratando de sentirse mejor consigo mismo, antes que provocar que los demás le creyeran.
-Muy interesante, pero de verdad me gustaría saber qué fue lo que hizo el Maestro- intervino Miku rápidamente, solo para evitar que se desviara el tema sin que pudiera conocer lo que deseaba de su antiguo representanta, quien la había puesto realmente emotiva al verlo regresar.
Voltearon a ver a Salta, quien no había dejado de comer el banquete, el primero en un buen rato. Este solamente levantó la mirada y se limpió los labios, girando su mirada por toda la mesa como si le faltara interés.
-Es cierto, Maestro, regresó desde hace un buen rato y no nos ha contado nada de lo que ha hecho- se incluyó Meiko en la conversación, intuyendo que algo realmente interesante le había ocurrido al antiguo representante.
-Ya he contado todo a sus hijos, ellos saben más que ustedes, pregúntenles- respondió con simplicidad.
-Pero nosotros somos quienes nos merecemos una explicación- insistió nuevamente Miku –Se fue sin decir nada, no supimos si estaba vivo, ¿De verdad peleó en la guerra?- continuó insistiendo, tratando de mantener calmada y casual su voz, pero dándose cuenta de que comenzaba a raspar un poco de la irritación que le provocaba el sentimiento de impotencia.
-De acuerdo… si, peleé en la tercera guerra mundial, y si, formé parte de las campañas del ejército ruso, quizá algunas de las cuales más fueron mencionadas en las noticias- lo dijo como si fuera lo más común del mundo –Fui condecorado y un par de veces ascendido… y si debo de decirlo, creo que es lo más grande que he hecho en mi vida- se mantuvo en silencio tras decir esto, viendo que todos lo miraban con algo de incredulidad.
-Logró su objetivo…- dijo Meiko sin expresar demasiado del asco que sentía por esas últimas palabras -¿Matar gente? ¿Eso es lo que quería hacer?- preguntó sin esperar respuesta.
-Inicialmente, nuestro trabajo era solo hacer presencia, mostrar nuestras armas y decir que no aceptaríamos la ocupación en Sajalín- sacó de repente esa pequeña anécdota –Maté a muchas personas, sí, pero no puedo decir que ellos no sabían que les podía pasar, o que todos ellos eran inocentes- contestó de manera tajante.
-¿Y todas las personas que lo eran? ¿Acaso le preguntó a cada una de ellas?- preguntó ahora Gakupo, pronto apoyando a su mujer.
-No tuve tiempo de preguntarles, ¿Algún conocido de ustedes se perdió en combate?- preguntó ahora él con un tanto de sarcasmo -Así es la guerra, si no querían una, no la hubieran pedido, aunque estoy seguro de que ya han aprendido su lección- mencionó como si hubiera una forma de culparlos a ellos.
De una manera u otra, el Maestro seguía provocando esa misma situación en donde dejaba a todos callados por la forma en la que hablaba, pero la diferencia es que ahora no estaba en su casa, estaba en la casa de alguien más, como un simple invitado, y como alguien que los había abandonado hacía mucho tiempo. Rin y Len, viendo que la cosa se podría poner tensa, tenían o bien, la oportunidad de echarlo de su hogar o de tratar de apaciguar la cena, pero en lugar de que pudieran comenzar con sus planes ya contradictorios desde el inicio, el Maestro volvió a hablar.
-De cualquier manera, no he regresado a imponer ninguna clase de pensamiento político, o como quiera que le llamen ahora- se justificó tosiendo un poco y apartando sus platos, demostrando que había terminado de comer –Pude haberme quedado en mi casa con salida al mar en Sebastopol, pero me ofrecieron una oferta que no me pude negar- comenzó a hablar con mayor lentitud.
-¿Una oferta?- Preguntó Mikhail extrañado, pues ni a él ni a Thel les había contado nada -¿Qué clase de oferta?- sintió algo de preocupación por la forma en la que su hermano mencionaba eso.
-Pues obviamente, una oferta comercial- se burló en respuesta el Maestro –Alguien en los altos mandos de Crypton desea revivir todo lo que ustedes hicieron, y de manera casual, tal parece que solamente existe una persona capaz de representar, guiar y proteger a los chicos de la nueva generación de Vocaloid- se señaló a si mismo con ambos pulgares, haciendo un molesto sonido con la lengua.
-¡¿Vocaloid 3?!- Gritó Miku, levantándose rápidamente, aplastando con la mano la comida servida para su esposo y para su hermano, a cada uno a sus lados.
-¿Van a revivir ese viejo proyecto?- preguntó Len, pero no sabía si estar preocupado o no por el asunto.
-Oh claro que sí, la guerra terminó, la gente necesita nuevas estrellas, ídolos a los cuales amar y alabar, y aprovechar el "Baby Boom" que está por sentirse en esta nueva época de paz para producir nuevos fanáticos- parecía ser que Salta ahora hablaba con una aparente esperanza por el porvenir.
-¿Y qué hay de nosotros?- no pudo Miku evitar intentar incluirse dentro del nuevo proyecto, aun demostrando su exaltación, pensando que quizá existía todavía una pequeña esperanza para ella.
-Ustedes son la antigua generación, si les aviso, es por mera cordialidad, o quizá porque se supone que ustedes significan algo para mí- y de nuevo, tan solo por su tono de voz, veían retornando al viejo Maestro, al que habían conocido hace veinticinco años.
-¿Entonces a quien recurrirá? ¿Piensa que será tan fácil como hacer audiciones para encontrar nuevos talentos?- preguntó Kaito con interés, intentando hacer que su esposa se calmara un poco.
-Claro que no, pienso que será más fácil- entonces se giró sacando un poco su silla, y volteó a ver a la mesa de menores que estaba cruzando por el umbral de la puerta, y les grito para llamar su atención -¡Oigan! ¿Quieren ser Vocaloids?- con esta sola pregunta comenzó a provocar emoción en todos los que recibieron esta noticia, o al menos casi todos –De acuerdo, solo levanten la mano y al final de la cena haremos el trato- levantó su pulgar mientras los comentarios de emoción en la mesa de menores seguían aumentando en euforia y en la duda por igual, mientras que las miradas de desaprobación crecían en la mesa en la que estaba sentado.
-Maestro… ¿Era su plan venir aquí y reclutar a nuestros hijos para su nuevo proyecto?- Preguntó Rin molesta mientras ponía su mano en su frente.
-Ni siquiera sabía que todos ustedes tenían hijos, yo solo recordaba a Vigo- trató de justificarse –Saben que no me gusta improvisar, pero me resultó muy conveniente que hubieran tantos niños- se burló con desagrado para los padres.
-¿Y qué hay del talento? ¿No se ha puesto a pensar que quizá no todos nuestros hijos tienen la misma experiencia musical que nosotros teníamos? Mi pequeño Masu no ha tocado un instrumento en su vida- comenzó a reclamar Meiko, quien ya sabía que sería injusto poner a su hijo en una situación tan difícil como ser un ídolo de la noche a la mañana.
-Meiko, tu misma me demostraste que no hace falta tener talento musical para ser una ídolo- le respondió de manera bastante directa el Maestro –Si no saben, aprenderán, está en su sangre… o algo así- no quería buscar demasiadas explicaciones, solamente no tenía que dar una largar explicación de por qué no volvería a realizar audiciones.
-Pues a mí no me parece tan mala idea- expresó Miki de pronto –Ia siempre habla de cómo le gustaría seguir nuestros pasos, y sé que tiene el talento suficiente para triunfar- todo lo que decía era completamente sincero, lo había sentido desde que su hija había tocado su primer instrumento.
-Me agrada la actitud de los padres quienes apoyan a sus hijos- expresó Salta, apoyando a Miki y a Piko, solamente por conveniencia.
-Pues a mí no me agrada esa idea- dijo Rin de manera autoritaria –Ninguno de nuestros hijos tiene deseos de ser un Vocaloid, no después de que nosotros les contamos como es realmente toda la experiencia- siguió hablando con la misma imposición.
-Les hemos enseñado a tocar instrumentos, pero no a ser ídolos que actúen como marionetas sin voluntad y que sean usados por una industria vacía de música sin alma- interpuso ahora Len, de lado de su esposa con respecto a sus hijos.
-Pero hijos, pensábamos que les había gustado todo lo de Vocaloid- contestó la madre de los gemelos antes de que Salta pudiera dar una respuesta –Siempre lo describían de buena manera, aunque había sido duro, siempre pensamos que habían valorado su tiempo como estrellas-
-Lo hicimos, bastante, nos alegra que hayamos hecho amigos y que nos hayamos enamorado en esos tiempos- justificó Rin lo que muchas veces habían dicho antes –No era un infierno, solo algo insoportable- miró al Maestro a los ojos, quien no dejaba de mostrar su desagrado por esta respuesta.
-Pero musicalmente, era un martirio tener que soportar criticas de cada cosa que hacíamos y recibir todo tipo de órdenes que nos negaban nuestra libertad creativa- concordó Len, extendiendo lo que decía su hermana.
-Bueno, nosotros les hemos contado a Anon y Kanon como fue la vida de ustedes allá cuando eran Vocaloids, y dicen estar emocionadas de intentar algo así alguna vez- intervino ahora el padre de los gemelos, llegando a la parte en la que su madre basaba su protesta por la opinión de los chicos.
-¿De verdad quieren que ellas dos se metan en algo como eso?- preguntó Rin sumamente consternadas -¿Acaso no les bastó con nosotros dos?-Ellas son mayores de edad en estos momentos, sería más la decisión de ellas que la nuestra- aclaró su padre de manera apresurada.
-Y me parece perfecto, señores, dos generaciones de gemelos cantores, suena casi como un leyenda- se alegró Salta de que al menos ellos dos estuvieran de acuerdo con él –El resto de los padres tendrán que firmar un contrato que nos dé los permisos legales de consentimiento de su imagen… ya saben cómo es todo esto- ni siquiera se molestó en explicar todo lo demás que le sería demandado por la empresa.
-No me da mucha seguridad saber que usted será quien cuidará a nuestra querida hija…- comentó Mikuo al lado de su esposo, finalmente pudiendo hablar después de que su hermana hubiera interferido tanto.
-No se preocupen, quizá no les he dicho esto, pero debido a mi edad, no se me pondrá directamente a cuidar más niños- aclaró el Maestro –Se asignará un cuidador individual a cada uno, que será el guardián legal, y en parte los representará, yo solamente ayudaré a producir y a hacer los contratos, como en los viejos tiempos, pero en una mayor posición- estiró sus brazos detrás de su cabeza. Ese era el ascenso que lo había traído de vuelta al negocio.
-Si ponen a alguien capaz de cuidar a nuestra hija, no me parece tan mala idea- opinó velozmente Piko, de nuevo, entrando en la conversación, apoyando de manera lejana el sueño de su única hija.
-¿Pero qué hay de los apellidos? ¿La gente no se cansará de ver una nueva generación entera de Vocaloids hecha por los familiares de los anteriores?- preguntó ahora Gumi, por primera vez hablando, aunque sentía que era más decisión de su hijo el unirse o no al grupo.
-La campaña de marketing realizará una investigación de mercado, si los nombres de sus familias sirven para promocionarlos, los dejaremos, pero si se proyecta un efecto contraproducente en ellos, se les pondrán seudónimos- aclaró el Maestro sin demasiada dificultad –Todo está medido y preparado-
Siendo esta su frase conclusiva, permitió que los padres decidieran si permitirle a sus hijos participar en el nuevo experimento. El resto de la cena transcurrió entre discusiones algo privadas entre los padres acerca de la posibilidad que se había abierto frente a ellos, hasta que el Maestro se levantó junto a sus hermanos y finalizaron la visita.
-Fue todo un gusto volverlos a ver- agradeció Thel, despidiéndose con una reverencia a los dos –Me agradó ver que han llevado sus vidas y su familia en buen camino- le dijo a Rin y Len directamente, tomando sus manos juntas.
-De nada, Padre- sonrió Rin mientras hacía un movimiento de cabeza respetuoso, igual al de su hermano –Espero que nos volvamos a encontrar en el futuro… Len y yo hablábamos acerca de renovar nuestros votos matrimoniales- le dijo en voz baja, como si fuera algo más privado que el resto de las conversaciones.
-Pueden hacerlo cuando lo deseen- contestó el peli planteado con amabilidad –Aunque no puedo asegurar que me quedaré aquí por mucho tiempo, solo necesito que me avisen con tiempo para poder planear las cosas con antelación, y podremos realizar cualquier celebración que deseen-
-Eso haremos- confirmó Len mientras se despedía nuevamente.
Luego de eso se despidieron de Mikhail, quien los miraba con algo de nerviosismo, o quizá algo de inconformidad.
-Hasta luego, doctor, fue bueno ver que se encuentra sano y salvo- dijo Len con tono animado frente al hombre viejo.
-Igualmente, para ustedes dos… y para sus hijos- contestó Mikhail, dando un respiro entre ambas oraciones que debían de haber sido una sola.
-No debería de preocuparse por nosotros, estamos bien, aquí todo es perfecto a más no poder- corroboró Rin con la alegría de su esposo, y era bastante real, se notaba en sus ojos, su alegría era completamente real, y no había razón alguna para mentirle a alguien de confianza.
-¿Están seguros de que todo está bien?- preguntó el médico sin atreverse demasiado a insinuar algo erróneo -¿No ha sido difícil con el… tercero?- no supo cómo referirse al chico invidente.
-No, no… para nada- respondió rápidamente Len –Quizá al inicio fue algo complicado adaptarse… -Tuvimos que aprender muchas cosas para cuidarlo, cambiar otras más en la casa, y ayudar a nuestros otros hijos a comprenderlo- se esforzó padre de familia en dar a entender de manera apropiada lo que decía, sin caer en la exageración por ninguno de los lados.
-No sabíamos cómo iba a salir todo…- admitió Rin por los dos –Pero ahora que ha crecido y que puede ser realmente feliz, nos damos cuenta de que no había nada que temer, y no nos arrepentimos de haberlo tenido desde el inicio-
-Bien… bien…- contestó lentamente Mikhail –Si ustedes están bien con eso… perfecto- fue todo lo que pudo contestar, sin atreverse a culpar a nadie por lo ocurrido, y mucho menos tratar de remediarlo, como él lo habría tratado de decir. Simplemente se dio media vuelta y se fue, esperando un destino más distante.
El último en irse fue Salta, pues seguía dando pequeñas tarjetas con su número y locación a los jóvenes y adultos para que consideraran su oferta. Las dos últimas se las dio a Len y Rin.
-Me agradaría que reconsideraran mi oferta- les dijo a los dos, mientras estos tomaban su tarjeta solo por cortesía –Sus hijos no se mostraron muy interesados en la oferta, menos aún el más grande de ellos-
-No creo que los haga cambiar de opinión- Len tomó la tarjeta y la guardó disimuladamente –Vigo ya me dijo que detesta todo lo relacionado con Vocaloid, y que solo formaría una banda si esta siguiera un estilo más libre de música…- no pudo evitar sentir sus deseos proyectados en el deseo de su hijo, y sabía que al fin y al cabo, quizá este deseo había surgido gracias a él mismo y a sus historias de frustración dentro del grupo musical de ídolos.
-Bueno, de todos modos, él ya es muy viejo para eso- le restó importancia el Maestro –Quizá la niña más pequeña que tienen, ya saben que a la gente les agrada alabar a las menores de edad- dijo la verdad, por más malinterpretado que pudiera sonar –A los otros dos les podemos dar un conjunto similar al de ustedes, ponerlos juntos, ya saben- no importó mucho que los tratara de convencer, para ellos dos seguía siendo algo inaceptable, en especial sabiendo lo que unirse a ese grupo le haría a la reputación de sus hijos. Len por si solo aún no se recuperaba de haber sido llamado shota.
-Muchas gracias, Maestro… pero preferimos dejarlos pasar de eso- trató de cortar Len la conversación lo más posible.
-Entonces que así sea- se resignó finalmente Salta –Solo cuiden mucho a su primogénito, sé que la vida de un ídolo musical no demasiado excitante para él, pero la vida militarizada tampoco ofrece nada bueno- concluyó para los dos mientras ellos tardaban en asimilar lo que acababa de decir saliendo por la puerta de la casa junto a sus hermanos.
Al finalizar la fiesta, iba a cerrarlo todo con un brindis, saliendo al pequeño jardín que tenían en la parte de atrás de la casa, en donde casi solo los adultos participarían, y aunque algunos de los niños seguían por la casa, otros, como por ejemplo Vigo, habían salido de la escena y se habían ido a su cuarto.
Al final, Len y Rin estaban parados en medio de sus amigos, quienes les rodeaban con sonrisas y aplausos.
-Ha sido una buena vida, ¿No?- le preguntó Len a su hermana susurrando a su oído –Siempre los dos juntos-
-Ha sido como un muy buen viaje…- respondió ella –Por cuarenta años juntos- dedicó ella mientras levantaba su copa.
-Por cuarenta años juntos- respondió Len, elevando la suya de igual manera y luego dándosela a tomar a su gemela mientras ella hacía lo mismo.
Inmediatamente los aplausos crecieron mientras ellos dos separaban las copas de sus labios y se dedicaban un profundo beso, tras lo cual no pudieron más que verse directamente a los ojos. Esto fue después de la hora del postre, y aunque los padres respetaban la privacidad de sus hijos, a Mili le preocupó un poco que Vigo hubiera salido tan de pronto de la fiesta.
Así que fue a buscarlo a su cuarto, pero no lo encontró, en lugar de eso, fue directamente al techo de la casa, en donde habían puesto un pequeño espacio para tomar el sol de vez en cuando y poder ver la cercanía del campo y del bosque. Y lo encontró sentado, con su pijama puesta, recargando sus puños en su mentón, viendo hacia abajo, en donde estaba la fiesta.
-¡Hola, hermano!- le saludó con toda la alegría que una hermana menor podía tener, llevando en la mano una rebanada de pastel. El mayor la miró sin demasiado interés, y solamente tomó el plato y lo colocó en una mesa de jardín frente a él.
-Muchas gracias- expresó de manera honesta, y siguió viendo hacia abajo, algo desanimado en realidad, por lo que su hermana, lejos de desear comprender por lo que pasaba en ese momento, decidió tratar de iniciar una conversación.
-¿Te gustó la fiesta?- preguntó rápidamente para evitar que se generara el típico silencio incómodo.
-Estuvo bien…- contestó algo insatisfecho, incluso con su propia respuesta.
-¿Qué piensas de lo que propuso el "Maestro"? ¿Suena interesante?- Hizo obvias comillas al referirse a Salta como sus padres solían hacerlo.
-Sabes que no me interesa realmente eso, y yo sé muy bien que a ti tampoco te interesa- respondió un tanto cortante, lo que su hermana menor notó al instante.
-¿Te pasa algo malo?- le preguntó la niña al rubio, quien seguía bastante distraído para poder responder con claridad a ninguna de sus preguntas.
-No me pasa nada malo, estoy bien- fingió su mejor voz de tranquilidad y pasividad mientras la volteaba a ver.
-¿Es por lo de Lapis?- le preguntó Mili, creyendo que lo más apropiado era ir directamente al grano.
-No es por ella- negó inútilmente, tratando de no sonar demasiado dolido por la sola mención del asunto, pero no se atrevió a decir nada más.
-Hermano, yo estuve ahí, lo vi todo, y sé cómo eso puede doler- trató la menor de hablar con algo de experiencia en el asunto, cuando en realidad la mayor experiencia obtenida para ella, se basaba en Doramas y algún fanfiction que hubiera conmovido su corazón, o que le hubiera cautivado; pero que con respecto a la realidad, no se acercaba ni por un extremo ni por el otro.
-No importa realmente… ese tipo de cosas pasan- trató de consolarse a sí mismo, pero casi ninguna de sus palabras tenían verdadero efecto en lo que sentía.
-Claro que sí importa- replicó ella elevando la voz y avanzando hacia su hermano –Es muy importante sentirse amado, y no por ser muy listo vas a dejar de necesitar un poco de amor- lo abrazó con cariño mientras colocaba su mejilla sobre su cabello.
-Muchas gracias- respondió él, sonrojándose un poco, pero girando su mirada para no ser completamente visible –Pero realmente, no creo que sea tan importante… se trataba de solo un enamoramiento juvenil, un capricho de mi edad, si puedo llamarle así- explicó con simpleza.
-Pero tu amabas a Lapislázuli, ¿O no?- preguntó algo sorprendida, y hasta sintiéndose cruelmente engañada por los raros conceptos adultos de su hermano.
-Me gustaba bastante, y no deseaba estar con nadie más, incluso ahora desearía que hubiera aceptado mi invitación- buscó una explicación el rubio –Pero no era realmente amor, solo me había enamorado de la idea de estar con estar con ella, de tener una novia…- suspiró con desanimo, no queriendo meterse demasiado en eso –Quizá de allí podría haber surgido el amor, pero eso no era, ni siquiera nos conocemos por completo, no al nivel necesario- admitió.
-Entonces para ti… ¿Qué es amor?- preguntó la niña apenada por no creer lo que el mayor decía, y a la vez por haber supuesto tantas cosas que contradecían la aparente realidad.
-Pues, solamente mira hacia abajo- le señaló por encima del barandal que habían colocado a los lados de la pequeña terraza construida en el techo, en donde se encontraba la fiesta de sus padres, en donde ellos dos estaban cantando alegremente –No sé si lo sepas, porque naciste mucho después, pero nuestros padres tuvieron que sacrificar muchas cosas cuando yo nací, y más en los años posteriores- trató de explicarse con su hermana menor, quien probablemente no recordaría ninguno de los problemas de cuando sus padres eran más jóvenes.
-Si, según sé no pudieron disfrutar mucho de la mejor parte de su juventud- expresó ella, suponiendo muy dentro de sí que realmente no había sido así, pero de nuevo, no sabía mucho de cómo se vivía en aquellos tiempos cercanos a la guerra.
-Pero no solo se trata de un sacrificio desinteresado, a eso quiero llegar- repuso Vigo –No siempre es necesario tener amor por alguien para sacrificarse por él, y un sacrificio no siempre quiere decir lo mismo que el amor- para ese punto se dii cuenta de que realmente su hermana no había comprendido mucho lo que decía.
-Bueno, entiendo que no siempre es amor del mismo tipo- trató comentar algo Mili, dándose cuenta de que no había dado ninguna buena respuesta y se había quedado sin hablar –Pero siempre hay amor de por medio… Como en esa historia que nos contó mamá una vez, en donde el sirviente se sacrificaba por la princesa, incluso si no era amor romántico, sin duda había amor entre los dos- recordó lejanamente esa analogía presente en la familia.
-Una persona podría simplemente sacrificarse, sin siquiera estar muy seguro de lo que realmente siente, o hacerlo solo por deber- le dio a entender su punto de vista de esa historia, de una manera un tanto vaga, solo para no hacerle perder el encanto –Más importante que solamente sacrificarse, se trata de ser constante, estar siempre el uno para el otro, y saber superar cualquier cosa estando juntos- trató de explicar su punto de vista a la única persona con la que sabía que podría hablar de esa manera.
Para sus padres, él siempre se había sentido como si fuera una especie de premio, algo que al principio tendría que haber salido perfecto, pero que se había corrompido con el tiempo. Para sus amigos y conocidos, él era un genio, alguien quien debía de ser más admirado, y que solo con su inteligencia podía sobrevivir en los círculos sociales. Y ni hablar de sus hermanos, quienes la mayoría de veces, sentía que lo miraban como algo inalcanzable. Solamente la menor de estos podía tomarse el tiempo de escuchar lo que tenía que decir, como si fuera él el más sabio del mundo.
-Tienes que admitir, que seguir enamorados después de cuarenta años de estar juntos y casi veinte estando casados, no es algo fácil hoy en día- repitió su punto de vista a su hermana menor.
-Sacrificarse y ser constante… ¿Allí es en donde está el verdadero amor?- preguntó Mili, tratando de seguir el tren de ideas de su hermano.
-Claro, en eso va el apoyo, el autoestima, el respeto mutuo, el reconocimiento como ser humano… ya sabes, todo lo demás- agregó de manera despreocupada.
-¿Y no agrega nada el hecho de que sean hermanos?- hizo notar la menor, sonriendo de medio lado mientras se sentaba al lado de Vigo para ver la fiesta desde arriba.
-No, para nada, o al menos no desde el punto de vista de nuestros padres- contestó él rápidamente –No puede ser algo malo, incluso si ellos dos son hermanos...- contestó con esa corta filosofía de vida que él y sus hermanos tenían desde el inicio, desde que se les contó por primera vez la verdad de sus padres, y de cómo se habían originado.
Abajo, en la fiesta, los invitados comenzaban a retirarse, se apagaron las luces que iluminaban el jardín, y mientras la noche se profundizaba, el ambiente se llenaba de un aroma que hacen las hojas caídas y la tierra mojada por la nieve derretida, muy típico del invierno.
Fin
Muy bien…
Se terminó…
Si sigues leyendo esto, te invito a que continúes, que tengo algunas cuantas cosas que decir de esta historia. Has leído más de trescientas mil palabras de esta historia, suponiendo que has leído de manera secuencial todos los capítulos, trescientas mil palabras que han salido de mi cabeza y se han plasmado gracias a las tecnologías, esparciéndose a cualquier lector que por mera fortuna o infortunio, se encontró y se enganchó a este relato.
Primero que nada: Gracias por leer.
Con respecto al capítulo, tengo que admitir que fue relativamente fácil de terminar, y digo de manera relativa porque sabía correctamente el camino que había que seguir. La planeación de este último capítulo se hizo inmediatamente después de planificar el final de la historia, en donde se supone, Len y Rin terminarían recostados con su hijo en la tranquilidad de una casa alejada de los demás, representando así la forma final de su maduración. La extensión de la historia del capítulo final me hizo desear agregar el indicio de un nuevo bebé, solamente para indicar que el asunto continuaría en un nuevo comienzo.
Como lo pudieron ver, Len y Rin tuvieron cuatro hijos. No voy a mentir, me tardé meses en colocarle un nombre a cada uno, si esta historia hubiera durado solo un año en escribirse, la mitad no habrían tenido nombres. Se me ocurrió simplemente hacer que la pronunciación rimara, no me culpen si no suena demasiado original, no me agrada cuando los nombres tienen un significado demasiado evidente, como cundo a uno le colocan el nombre; a menos de que sean seudónimos para los personajes, en ese caso ya es diferente.
Con respecto a los amigos de Vigo, como podrán haber notado, son los mismos sujetos que aparecieron dentro de la historia "Torre Invertida" y su razón de estar en esta historia es más como una referencia. Originalmente creé a esos personajes para colocarlos en distintas situaciones, muchas veces, con consecuencias violentas o en asuntos bélicos, y por lo tanto, puedo asegurar que seguirán apareciendo cuando Vigo en su etapa adultez surja en las historias. La historia de cada uno y sus razones de vida son cosas que se fueron creados cada uno de manera apartada, y la incursión de Vigo como el hijo de los Kagamine se hizo de manera un tanto casual, en otras palabras, una decisión arbitraria.
Como habrán notado, se usaron muchos nombres de Vocaloids de la tercera generación (O quizá la cuarta, no me importa), se habrán dado cuenta de que cuando inicié este fanfic, Vocaloid 3 no era prácticamente nada, la forma del capítulo se terminó cuando surgió el anuncio de Lapislázuli, y con honestidad, esperaba a que fuera la gran cosa. No lo fue. Al final, agregué a los demás personajes durante la ejecución de la historia, pensando en que sería algo… coincidente. Si tuve errores en los nombres, edades u orígenes de los Vocaloids de la generación tres, honestamente, no me interesa, salía uno nuevo cada fin de semana, así que no es mi culpa si no conozco a los ochenta que hay.
Desearía, si es que hubiera recordado en el momento, haber extendido la historia de Thel y de Mikhail, pero sé que no hay muchas personas les habría interesado, y por lo tanto las dejé de lado, solamente colocando este pequeño epílogo de sus vidas.
En fin, ahora, quisiera dedicar algunas cuantas palabras acerca de este fanfic y de lo que significó:
Esta historia surgió simplemente como una idea corta, imaginando un escenario como el que nadie nunca había escrito en aquellos tiempos, no al menos como yo la quería. ¿Cómo sería una historia en donde se viera a profundidad el embarazo accidental de una pareja de hermanos?
La idea surgió de manera simple, la ejecución, como en casi todo lo que hago, se volvió compleja e innecesariamente complicada, como lo habrán leído. Traté de no trivializar mucho el tema, de no volverlo algo simple, pese a que ese fuera el propósito central dela historia. Los personajes habían de tomarse en serio a sí mismos, hacer que el asunto fuera realista, pese a ser basado en la ficción. Y habrán notado que el primer problema de todos, fue el hecho de obtener la información necesaria para darle el contexto realista, algo lo cual no podía hacerse por los medios con los que contaba en ese momento. Al iniciar esta historia recién había cumplido 17 años, ahora estoy por cumplir 22, y escribir este tipo de cosas se ha convertido en un pasatiempo, y desearía, como muy pocas cosas en esta vida, que llegase a convertirse en una forma de vida, pero una posibilidad como esa está, desde mis principios, muy alejada, al menos hablando de manera temporal.
Hice lo mejor que pude, eso lo puedo jurar, pero sé que no he complacido a todos. Podría decir que me sentía inmune a todo comentario que llegaba, pero era obvio que algunas veces los consideraba de más. Los comentarios de odio nunca me podrían haber importado menos, pero lamentaba que no hubiera mensajes que me hicieran recomendaciones para mejorar, solo de amigos cercanos y de formas más privadas.
No puedo decir que me decepcionó esta historia, nunca tuve la capacidad de analizar más allá de lo que yo deseaba para esta, y más aún, lo que sentía que tenía que ir. No me arrepiento de la calidad, aunque sé que muchas personas me consideran como uno de los grandes talentos de la página, siempre he sentido que exageran. No estoy al nivel de sorpresa, pasión o intriga de muchos otros autores que me han conmovido, y muchas veces he sentido que copio ideas, dándoles solo toques de distinción, creando clones que vayan con mi gusto, algo sumamente egoísta si lo ves desde ese punto de vista. Incluso esta historia surgió como inspiración de otra, y así cada una de las que he hecho tiene su inspiración. No puedo decir que mis versiones sean mejores, ni mis principios ni mi integridad me lo permitirían, pero puedo decir que hago el esfuerzo.
Creo que esto contesta gran parte de la pregunta que me hizo Kanutu. Simplemente la pregunta me hizo pensar de manera verdadera, más que como una trivialidad, para poder analizar que cambió en este tiempo, desde que inicié la historia hasta su final. Puedo dar unas notas rápidas de lo que fue esta historia para mí y de cómo cambiaron varios aspectos fundamentales durante su proceso. En fin, esa es la contestación a tu comentario; puedo agregar lo que le dije a una amiga en cuanto lo terminé: Fue una sensación cercana a lo místico, como una clase de liberación, por dejar libre a la historia de las ataduras de mi mente, pero a la vez una melancolía, como cambiar un estilo de vida al cual me había apegado desde hace mucho.
Muchas veces sentí un gran peso por esta historia, como lo habré expresado a veces. Me gusta pensar en las historias como conejitos, como pequeños animales que surgen muy desde lo profundo de la gente, y cada quien decide si matarlos y olvidarlos o si alimentarlos o dejarlos crecer y desarrollarse, pero hay que tener cuidado, que cuidar conejitos es sumamente complicado si son demasiados, y al final hay que decidir con cuales quedarse para dejar que crezcan y que vivan felices o cuales hay que sacrificar. Por cierto, le dedicaré una historia a quien quiera que haya detectado la referencia.
Diría que fue un trabajo que me dejó con una plena satisfacción, y que espero que a ustedes también les haya sido de su agrado.
Muchas gracias por leer.
Y no puedo despedirme sin antes agradecer a los reviews del último capítulo. Excepto a Kanutu, quien de hecho, lo dejó en el capítulo 1, algo que normalmente no hacía, responder reviews de capítulos anteriores, pero esta será la última vez que lo haga aquí, así que dejen un buen comentario de despedida ^w^
Hikari Vits: Y muchas gracias por haber continuado todo este camino junto a mí. Me agrada que consideres mi historia como una de tos favoritos, y aprecio bastante lo que dices de mis OC, espero que este capítulo te haya resultado satisfactorio por completo. Gracias-
Jisseel51: Intenté hacerla de la mejor manera posible, tratando de mejorar los aspectos que siempre sentía que me hacían faltar en detalles o cosas así. Y no te preocupes, veo que te agradaron muchas partes de la historia, y aquí hay un poco más para que sigas leyendo. Espero que te haya agradado la situación final de Salta, y no es su final definitivo, pues los Kagamine solo pasaron la antorcha ;)
: Ahora ves que Salta no se murió xD Kaito apareció en este epílogo, no es su historia, por lo tanto no tengo porque poner como se reconcilió con Miku, pero digamos que fue algo más serio que lo de Len y Rin. En fin, gracias por leer, mi apreciable amiga :), Por cierto, Luka retornará xDDDD
Knight Fujoshi Creepy Cupcake: Parece que eres de las pocas personas a las que les agradó. Y difiero un poco con esa opinión del inicio de la guerra, mi visión es algo más positiva, curiosamente, creo que la vida se está volviendo más tranquila, y a excepción del estado islámico, no creo que haya verdaderas amenazas, no como en el fanfic xD. Aunque si se cumple la tercera guerra, ya sabes que lo leíste aquí primero :D. La idea de la historia de Salta es que no ha terminado, podría escribir una larga historia de sus aventuras de guerra, de las cuales solo coloqué un pequeño extracto en esta historia, pero sería algo que no va al caso con el fanfic xD. En fin, gracias por leer. Me agrada haber complacido tu exigencia por historias incestuosas.
En fin, muchas gracias a todas las personas quienes comentaron, siempre aprecié mucho sus palabras de ánimos, aunque fueron pocas, y me extrañaría que más de cuatro comentaran en este capítulo.
Por último, no dejo de agradecer por haberme leído. Gracias por seguirme en mis desvaríos escritor, y en esta pequeña aventura con los Kagamine
BYE-._
P.D.: Si ven faltas de ortografía, probablemente hayan sido a causa de la actividad de escribir mientras copiaba dictados o códigos de programación durante clases… no había más tiempo para eso…
P.D.: Si quieren una historia igual de larga, los invito a leer "Compromiso" Voy a continuar esa historia :)
