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Luxray1509 chapter 4 . Apr 19: Nada como contener la risa a la mitad de la noche. ¿Para qué preguntar? cuando más joven, también fui noctámbulo. Gracias. Muchos coincidimos con que un género como el humor es difícil de abordar, en especial si tratar de quitarle lo local. Y sí, el albur (como conocemos en mi país al doble sentido) es universal y atemporal. ¡Muchas gracias por tus comentarios y nos leemos!

paolagerez340 chapter 4 . Apr 19: Algún día podrás explicarle tu risa. He leído una gran cantidad de trabajos que dan una actitud o conocimientos anacrónicos a los personajes, y hago lo posible por mantenerlos en contexto y personalidad. Me alegra que te gustara, un beso para ti también.

Claudia86 chapter 4 . Apr 19: ¡Gracias por tus comentarios! Espero que este pequeñín te guste también.

Guest chapter 4 . Apr 19: ¡Gracias!

Reader2109otp chapter 4 . Apr 19: Qué bueno que logré hacerte reír. No creo entrar a ese fandom (TxY), no me malentiendas, como se diría en inglés "is not my cup of tea". Espero que esto que sigue te guste mucho también. ¡Saludos!

Sin más, ¡disfruten el relato!


Segunda base.

En la situación más natural del mundo, lo justo sería decir "una cosa llevó a la otra".

Al menos un par de veces a la semana Xiao-Lang terminaba en la casa de los Kinomoto por razones diversas, normalmente académicas, durante el par de horas de diferencia entre su llegada y la del padre de Sakura.

Ambos eran buenos chicos, tímidos y poco experimentados en los temas del amor, pero no por ello menos curiosos y ávidos de conocimientos al respecto.

Todo operaba en favor de ellos, había sentimientos profundos que los unían, el carácter de ambos era complementario: la seriedad de él con la alegría de ella tenían las dosis correctas que los hacían sentirse muy cómodos en la compañía mutua, además de las aventuras que habían tenido que pasar en los últimos años que habían confirmado lo que todos notaban, pero que para ellos no era tan fácil de interpretar: eran el uno para el otro.

Pero dejando eso de lado, había una constante más que ganaba cada vez más fuerza a medida que la niñez era dejada atrás por ambos: la atracción que sentían por sus sentimientos era cada vez más invadida por la atracción física.

En el caso de ella, era una persona que normalmente obviaba la apariencia de sus cercanos, nunca le fue determinante, pero en última fechas, el jovencito que trataba de orientarla sobre problemas de física y matemáticas le resultaba cada vez más difícil de ignorar… eran varias cosas: su actitud, su involuntaria galantería, el cuidado y la atención que le prestaba, y su apariencia misma que la hacía sentir palpitaciones, la cada vez más robusta configuración que ganaba, su más que evidente fuerza en la cual se sentía protegida e intimidada a partes iguales, el tono de voz cada vez más grave… y la profundidad infinita de sus ojos. Había veces en que se veían directamente y ella apenas podía resistir la fuerza de su mirada, tan llena de mensajes crípticos, pero al mismo tiempo repleta de confusión, y últimamente de otro sentimiento que ella no podía terminar de comprender.

El caso de él era más evidente y primitivo. Desde que la conoció le gustó su cara y actitud aún cuando trataba de resistirse a reconocerlo en principio. Sus problemas realmente iniciaron con la pubertad, cuando su rostro se volvió menos infantil y su voz más melodiosa, cuando el aroma de su cabello lo aturdía al estar demasiado cerca, y la cada vez más llamativa forma de su cuerpo… en especial la vertiginosa curva que se pronunciaba entre su cintura y sus caderas, que era particularmente difícil de ignorar al verla de espaldas o de costado y que el uniforme fracasaba olímpicamente en ocultar, y la pasmosa armonía de sus muslos y pantorrillas, resultado de su afinidad por el atletismo y la gimnasia. Y aún cuando sus ojos tenían un atractivo evidente, lo que realmente le quitaba la concentración por encima de todo lo citado… eran sus labios. La lucha por suprimir el impulso de tomar sus mejillas y llevarse a la boca esos labios rosados, suaves y esponjosos era simplemente demasiado en algunos momentos.

Era un suplicio voluntario. Ya eran oficialmente una pareja, salían desde más de dos años atrás, se tomaban de la mano y compartían muchos momentos solos en el día, pero aún así, las caricias más íntimas, como eran los besos, seguían en el terreno del tabú, y por ello mismo, eran momentos más ansiados y disfrutables.

Esa tarde hacía calor, Cerberus no estaba en casa por petición de Tomoyo, que lo tenía como modelo, y faltaban unos minutos para que el padre de Sakura llegara de trabajar. El escritorio en la habitación de ella había sido el lugar elegido por la cercanía con la ventana, y la corriente de aire que ayudaría a calmar un poco el calor sofocante de esa tarde de los inicios del verano.

La Historia se había vuelto una materia preferida para ambos dado su paso por Japón Feudal, y ese día hacían un breve repaso de los eventos de finales del s. XIX, prácticamente charlándolos mientras hacían una u otra anotación en sus respectivos cuadernos.

Sus sillas estaban muy juntas, él tenía una posición común mientras que ella estaba en medio loto, y mientras hablaban ella se picaba la mejilla con la goma del lápiz que traía en la mano.

Ninguno notó cuánto se habían acercado, pero su tono de voz se hacía más bajo cada vez… y ahí estaba de nuevo: ese sentimiento que Xiao-Lang lanzaba por sus ojos y que se volvía cada vez más constante, asustando a la chica, pero atrayéndola como un bichito a la luz.

—¿Xiao-Lang? —Preguntó al notar que él había dejado de prestarle atención por un instante, y notando que se había concentrado en sus labios.

Él no respondió, pero volvió a mirarla a los ojos… y sin darle oportunidad de prepararse, tomó sus mejillas y la besó.

"Entonces es eso" pensó ella, dándole sentido a la expresión del chico. Era deseo.
Ese beso, sin embargo, era un poco diferente… era más fuerte y profundo que otros, como si alguien hubiera soltado una rienda en el lobito, que recargaba una mano en la cintura de ella y con la otra masajeaba su nuca con los dedos, incapacitándola para separarse de él. Ella también se volvió víctima del momento, y no ofreció ninguna resistencia, de hecho, se convirtió en partícipe, cómplice y facilitadora, logrando sorprender al que inició todo al pasar por un instante sólo la puntita de su lengua entre los labios de él.

Cuando llegó el momento obligado de recuperar aire, no se separaron en realidad, sino que ella levantó un poco el rostro mientras que él buscó posar sus labios en su cuello, mandíbula y oreja, provocándole una risita involuntaria y nerviosa mientras ella se abrazaba de su cuello.

Su piel tenía una textura y aroma increíbles, y aún cuando no era algo del todo nuevo para él, sabía que algo era distinto ese día, se sentía audaz, osado, imparable, y ella no sólo estaba cooperando, sino que participaba activamente en todo el juego que ambos estaban aprendiendo a jugar ahí mismo… el límite parecía ser el cielo… o la cama, peligrosamente cerca.

El corbatín del uniforme se había ido desde mucho tiempo atrás, era casi obsceno traer semejante pieza de ropa con la temperatura que los aquejaba, así que cuando las manos de Xiao-Lang comenzaron a bajar con delicadeza por el cuello de Sakura hasta sus clavículas, no hubo ningún tipo de oposición.

La primera sorpresa no fue sólo que no hubo un reclamo o intento de detención cuando se aventuró por soltar el primer botón, sino que ella hacía lo propio con la camisa de él… esta vez todo iba muy, muy en serio… y de hecho, ella terminó primero la faena. Superado ese primer obstáculo, la chica pasó con delicadeza sus manos por el pecho y los hombros de él haciendo que la camisa cayera, mientras él hacía otro tanto finiquitando la blusa, atando a la muchacha en un abrazo por la cintura, en el cual sus manos hicieron camino ascendente por su espalda para deshacerse de la prenda.

Esa sí que era la primera vez que tanta piel hacía contacto entre ellos, siguieron besándose hasta que los dedos del jovencito iniciaron un combate mortal contra los broches del sujetador, y su ineficacia lo hacía pensar en algo sumamente ridículo… virtuoso espadachín matademonios y brujos tenebrosos pierde contienda contra prenda de algodón y encaje. Sin embargo, no perdió los estribos ni el aplomo, luchó con voluntad hasta que sus esfuerzos fueron coronados por el éxito. Ella hizo un suave pero curioso movimiento de hombros, con lo cual su torso quedó completamente a descubierto para los ojos del único chico que tenía el permiso expreso de verla en esas condiciones.

Él, incapaz de pestañear siquiera ante la sublime visión que tenía enfrente, la miró fugazmente a los ojos, como pidiendo permiso… encontró una expresión muy curiosa en Sakura, que miraba hacia otro lado, roja hasta las orejas, aparentemente debatiéndose sobre si debía cubrirse. Cuando sus ojos coincidieron, ella dio un asentimiento que lo autorizaba para lo que fuera que él tuviera en mente hacer, a lo que él respondió tragando grueso.

Primero fueron sus manos… como si tratara con un objeto de cristal, las yemas de sus dedos hurgaron esa piel de indescriptible suavidad, haciendo que ella diera un respingo y aumentara su ritmo respiratorio. Después de unos minutos en esa faena, y dando rienda suelta a sus impulsos, él tiró de ella, sentándola sobre sus piernas, y hundiendo su rostro en el surco de sus senos.

El dulce veneno de su aroma lo hizo sentirse mareado, mientras pasaba con tanta ternura como le era posible sus labios entre las suaves curvas de su pecho, como tratando de memorizarlas a besos. Finalmente se aventuró a llevarse una de las pequeñas cimas a la boca, haciéndole cada vez más difícil conservar la tónica cuidadosa y afectuosa que tenía, yendo más a lo visceral e instintivo. Ella arqueaba la espalda o se encorvaba dependiendo de la sensación, riendo al final.

En medio de tan comprometedora actividad, sus ojos coincidieron, haciendo que se quedaran estáticos por unos segundos.

—Pareces un bebé… —Atinó a susurrar ella, incapaz de pensar con mucha claridad.

Él sonrió, pero no respondió, sino que continuó besando con mucho más vigor, cambiando de víctima a cada necesaria respiración, mientras ella se aferraba a su cabeza, alborotando su cabello.

La respiración dificultosa de ella comenzó a convertirse en gemidos suaves que la obligaron a cubrirse la boca, el estímulo provocado la estaba llevando nuevamente al lugar que alcanzó la primera vez que estuvo con Xiao-Lang en una situación semejante, los labios, los dientes y la lengua del chico la estaban haciendo tener sensaciones hasta ese día totalmente desconocidas para ella, pero que indudablemente le gustaban… y eso tarde o temprano iba a convertirse en un problema, iba a arruinar su futuro… es decir… ¿cómo iba a soportar ver a Xiao-Lang y no pensar en las cosas maravillosas que le estaba haciendo en ese momento y no inducirlo a repetirlas?

Él se deleitó de su sabor y ella de sus caricias por varios minutos más. Cuando decidieron darse un respiro, se miraron sonrientes y satisfechos, agitados, preguntándose qué seguía después de eso… fugazmente miraron hacia el lado contrario de la habitación, donde las sábanas se veían increíblemente suaves y atrayentes…

—¡He vuelto! —Sonó en la tranquila voz de Fujitaka desde la planta baja.

La silla con rueditas que soportaba dificultosamente el peso de ambos estuvo a nada de hacerlos caer en su sorpresa, mientras que los pasos del padre de familia comenzaron a evidenciar su subida por las escaleras. El hombre, fiel a sus costumbres, tocó un par de veces la puerta y luego abrió.

—¡Bienvenido a casa! —Exclamó Sakura al verlo en la puerta, sentada en su silla, atendiendo las notas del escritorio.

—Buenas tardes, señor Kinomoto. —Li, sentado en la cama, se puso de pie cerrando el libro que tenía en sus manos e hizo una reverencia— Lamento importunarlo en su casa.

—Tranquilo, muchacho, sabes que siempre eres bienvenido. —Dijo sonriente, y luego miró a uno y a otro alternadamente, con un apenas perceptible gesto de sospecha. —Hace mucho calor, ¿les parece bien si preparo algo frío para beber?

—¡Muchas gracias! —Exclamaron al unísono.

—De acuerdo, los espero abajo. ¿Tienes un momento, Sakura? —La jovencita salió detrás de su padre al momento—. Espero que no te moleste, pero quisiera hacerte una petición.

—Claro, papá, lo que sea…

—Cuando Li esté en casa, me sentiría más tranquilo si tu puerta estuviera abierta.

—¡Papá…! Eh… es decir, claro, lo que digas, pero… ¿no creerás que yo… que nosotros…?

—Oh, no, yo no creo nada. Es sólo que ya tuve tu edad, y quisiera evitar situaciones de riesgo. —Dio un par de palmadas sobre su coronilla.

—¿Situaciones de riesgo?

—Creo que no te ves al espejo a menudo, pero yo he notado que mi niña se está convirtiendo en una jovencita muy hermosa, y estoy seguro de que Li lo nota también.

—¡No digas esas cosas!

El hombre sonrió ante la intranquilidad de la chica, anticipando lo que en la naturaleza misma de la juventud debía pasar, pero sabiendo que todo estaba bien.

—No tarden mucho.

Cuando Sakura volvió a su habitación, se recargó contra el marco de la puerta, viendo a un Li expectante aún sentado en la cama. Sakura hizo un gesto con la mano, indicándole que al parecer su padre no sospechaba. Ambos respiraron en alivio.

—Por cierto… —dijo Li en voz muy baja— con las prisas, me quedé con esto…

El muchachito extendió el libro a Sakura, abriéndolo. Dentro estaba el bonito sostén que le había quitado minutos atrás.

—¿Podrías mirar por la ventana un momento? —Preguntó la chica, tímida.

—Sí, claro… —Respondió él, desconcertado.

Mientras Li miraba la calle, escuchó claramente a Sakura abrir un cajón y otros tantos sonidos.

—Listo, ya puedes voltear. —Ella se veía igual, pero él asumió lo que pasó: había sustituido la prenda, pero por algún motivo, lucía avergonzada mientras miraba la alfombra. —B-bueno… sólo si tú quieres…

—¿Qué cosa?

—Pu… puedes quedártela.

La jovencita salió de la habitación a la carrera, adelantándose al comedor.

Xiao-Lang miró con aprehensión la delicada pieza de lencería por algunos segundos, y luego se la llevó al rostro, incapaz de suprimir el impulso de volver a aspirar su esencia. Mientras lo hacía, levantó la mirada hacia la puerta, donde Sakura observaba desde afuera, por el rabillo del ojo.

—No hagas eso, pervertido.

—¡Lo siento!

Segunda Base.

Fin.


¡Hasta la actualización!