Solo una pequeña actualización para corregir un párrafo que tenía un error. ¡Perdón!

Capítulo 5: Los guerreros de Suzaku

De vuelta en el Monte Reykaku, Em no paró de fruncir el ceño mientras todo el mundo daba una cálida bienvenida al monje. Sí, efectivamente Chichiri se había sumado a ellos en el camino de vuelta, y se quedaría como invitado en la Fortaleza durante algunas semanas. Pero eso no era lo que más la molestaba, aquel extraño personaje acaparaba toda la atención de Genro. De nuevo estaba celosa de un hombre. Durante todo el camino de vuelta, los dos amigos habían estado hablando del retiro espiritual del monje en un monte cuyo nombre no pudo retener, y de una vieja,¿"bruja"? con muy mala leche que además debía ser muy poco agraciada físicamente.

Entendía que ambos no se habían visto desde hacía años y que tenían muchas cosas que contarse, pero ella también necesitaba saber más sobre el misterioso pasado de aquel bandido pelirrojo, y la presencia de Chichiri no ayudaba demasiado con ello. Para empezar, mientras aún estaban en Konan, éste apareció repentinamente como si nada antes de que Genro pudiese responder a sus dudas sobre aquel extraño apodo "Tasuki". ¿Acaso no se daba cuenta de que había interrumpido una conversación importante?

-"¡Chichiri, esta noche haremos un banquete para celebrar que estás de vuelta!"- anunció Genro a su llegada.

El mal humor de Em no tardó en disiparse. Un banquete con alcohol era una oportunidad estupenda para hacer hablar a aquel par. Así que muy dispuesta, ayudó a preparar la cena en la cocina y organizar las mesas en el inmenso comedor.


-"¡Tómate algo Chichiri!" - sugirió el pelirrojo a su invitado sentado frente a él en una de las mesas del comedor, mientras se servía un cuenco de saque.

-"Ya sabes que yo no bebo, si." - Chichiri echó un vistazo al gran comedor. -"¿Dónde está tu nueva amiga?"

-"¿Quién, Em?" - respondió tras dar un buen trago a su bebida. - "Es una mujer... ya sabes, tardan la vida en prepararse...".

Chichiri rodó sus ojos. Tasuki seguía siendo el mismo de siempre.

-"¡Vamos! ¡Tómate al menos una conmigo!" - le insistió.

-"¿Qué tienes pensado hacer con ella? ¿No tiene un hogar al que volver? ¿Dónde está su familia?"-continuó el monje.

-"¡Wow wow wow!" - gritó exageradamente el bandido pelirrojo levantando sus manos. -"¿Qué eres su madre?"

-"¿Ella te gusta?" - le preguntó Chichiri sin miramientos.

-"Siiii..." - respondió él con una sonrisa pícara.

-"No sabes nada sobre ella, si." - replicó Chichiri muy serio. -"A pesar de que han pasado 10 años, sigues siendo igual de inmaduro" - le reprochó.

-"¡Ooyee! ¿En serio has venido hasta aquí para darme un sermón?" - le dijo finalmente Genro algo molesto.

-"Ya te lo dije, si. Esa chica tiene algo misterioso, temo que esté implicada en algo peligroso."

-"Bah" - exclamó el bandido restando importancia. - "Chichiri, por favor,... Hablas con un guerrero Suzaku, ni más ni menos que con Tasuki, alguien que ha luchado no solo contra un psicópata que quería dominar quién sabe cuántos mundos, sino contra otro pirado que se creía un semidios. Esos personajes sí que eran peligrosos. Em solo es una mujer corriente, su género es el único peligro aquí y ¡no es poca cosa!" - bromeó.

Chichiri notó de nuevo aquel aura que destacaba entre todas las demás presentes. Alzó la vista hasta lo alto de las escaleras, por las que bajaba Emmanuelle. Realmente era una mujer de belleza extraordinaria. No era de extrañar que su amigo hubiera quedado encandilado por semejante hermosura. Sin embargo, Chichiri sabía que Tasuki se había enamorado perdidamente de Miaka durante sus aventuras juntos y había calado muy hondo en el corazón de su amigo como su primer amor, aunque no correspondido.

-"Así que, ya olvidaste a Miaka..."- le preguntó el monje muy serio.

Genro seguía con la mirada fija en Em mientras ella se detenía una y otra vez para saludar y hablar con unos y con otros.

-"Por supuesto que sí. ¿Por quién me tomas?"- contestó con falsa indignación, a pesar de que era muy consciente de que engañar a Chichiri era prácticamente imposible, ya que el monje era experto en leer los sentimientos de los demás. Con sus ojos atentos en cada uno de los movimientos de la atractiva joven, Genro sonrió maliciosamente.

-"Ha osado ponerse de nuevo esas extrañas ropas..."- murmuró para sí mismo.

Chichiri arqueó una ceja confundido.

-"Fíjate, todo el mundo le está diciendo lo guapa que está esta noche. ¡Cretinos!"

-"¿Estás celoso? Quizá sea cierto que olvidaste a Miaka, si." - apuntó Chichiri.

Em llegó hasta la mesa de los dos amigos deteniéndose frente a ellos.

-"Disculpad ¿interrumpo algo?"- preguntó.

-"Para nada."- Genro la miró de los pies a la cabeza. -"Estás preciosa también esta noche, aunque no habré sido el único en decírtelo, ¿verdad?".

-"Esta noche también te parece mal que lo lleve puesto?"- replicó desafiante.

Genro sonrió mientras ambos se miraban fijamente a los ojos.

Chichiri pudo notar una gran tensión sexual entre los dos jóvenes. Para él era bastante molesto. Decidió que en cuanto pudiera, escaparía de aquellos dos, pero estaba intrigado por Emmanuelle. ¿Por qué era tan misteriosa su aura?

-"Coincido con Tasuki, si. Estás guapísima, Em". Le dijo mientras se levantaba y separaba una silla de la mesa para invitarla a sentarse.

Em se sintió felizmente agasajada por la caballerosidad del monje, al menos éste era más amable que su áspero compañero pelirrojo.

Para Chichiri no había pasado desapercibida la forma de vestir de la mujer. Sus ropas tenían mucho en común con las que solía vestir Miaka, dejaban ver más de lo que socialmente estaba aceptado, al menos, en su mundo. Aunque en el caso de Em, las ropas habían sido confeccionadas allí, y tenían un aire más elegante.

Todo el mundo comió y bebió a voluntad, y la madrugada se hizo paso a la noche. El ambiente era más animado ahora y muchos habían comenzado a bailar al son de la música que, como era costumbre en las fiestas, tocaban algunos bandidos.

-"Tengo curiosidad..."- Em tomó la palabra tras escuchar algunas historias que Genro contó durante la cena. -"¿Cómo os conocisteis vosotros dos? un monje y un bandido llevándose tan bien, no es algo común..."

Genro y Chichiri se miraron el uno al otro, y después volvieron a mirarla a ella.

-"¿De verdad nunca oíste hablar de las estrellas de Suzaku?"- preguntó Genro sorprendido por la ignorancia de la joven mujer. Ella debía de venir de tierras muy lejanas para no saber sobre las hazañas de los guerreros de Suzaku, hazañas tan conocidas incluso en países tan lejanos como Sairo o Hokkan. En realidad, ellos eran famosos en los cuatro países del universo de los cuatro dioses.

Em negó con la cabeza y se encogió de hombros. Genro hizo una pausa para servir un par de tragos. Inmediatamente, ambos amigos le explicaron la leyenda de los cuatro dioses, y que ellos formaban parte de los guerreros de Suzaku, guerreros cuya misión consistía en proteger a la sacerdotisa que vendría de otro mundo para invocar al dios Suzaku y salvar así el país de Konan. Entre risas y exageraciones de los hechos por parte de Genro y la consiguiente corrección de Chichiri, éstos le contaron, de forma resumida, las aventuras vividas desde que conocieron a la sacerdotisa hasta que ésta invocó al dios.

Emmanuelle quedó fascinada ante tales relatos.

-"Una sacerdotisa venida de otro mundo..."- repitió pensativa. -"¿Y dónde están ella y los demás guerreros ahora?"-preguntó con ansias de saber más.

-"Bueno, nuestros compañeros,... murieron luchando..." -contestó Chichiri visiblemente afectado.

-"¡Oh, lo siento! No debí preguntar, perdón" -se disculpó Em lamentando haber hecho aflorar dolorosos recuerdos para ambos.

-"Tranquila, pasó hace mucho tiempo...".

-"La sacersotisa,... ¿también murió?" - Em sabía que era una pregunta peligrosa pero necesitaba saber qué había pasado con aquella chica que supuestamente había robado el corazón de aquel tosco bandido.

-"No."- contestó esta vez Genro. -"Tras la invocación ella... regresó a su mundo junto con otro guerrero, Tamahome. Los dos se amaban profundamente." - las palabras de Genro arrastraban una amarga nostalgia, algo que no pasó inadvertido para Emmanuelle.

-"¡Vaya, increíble!..."- exclamó ella. Parecía ser que el amor de Genro por su sacerdotisa no era correspondido, y éĺ debió de haber sufrido muchísimo al verla marcharse con un compañero suyo. -"Y ¿ahora viven allí los dos? ¿En aquel otro mundo?" - Em ansiaba saciar su curiosidad.

-"Desde que se fueron, volvieron en una ocasión, pero después no hemos vuelto a verlos, así que suponemos que serán felices allí, aunque no sé cómo Tamahome se habrá podido acostumbrar a aquello." -comentó Genro con una mueca.

-"¿Por qué lo dices?"- continuó preguntando Em.

-"Chichiri y yo estuvimos allí una vez para luchar contra Nakago, y créeme, era un completo caos, lleno de construcciones enormes, gente por todas partes, ruido..., y no se veían campos en el horizonte."

Em quedó boquiabierta y sus ojos se agrandaron al escucharlo. ¿Estaba describiendo el mundo real? Y ellos habían estado allí en una ocasión. ¿Seguía siendo aquello producto de su perturbada mente, o quizá ella estaba de verdad en un mundo paralelo al suyo, otra dimensión o algo parecido? ¿Cómo saberlo?

-"Cómo llegasteis hasta allí?" - Em no podía parar, tenía millones de preguntas.

-"Ella se dejó un objeto del otro mundo aquí, si, y gracias a él pudimos viajar entre ambos mundos. Pero solo ocurrió una vez, si." - comentó Chichiri.

-"Estabais dormidos cuando aquello sucedió?"

-"¿Dormidos?" -repitió el monje extrañado. A Chichiri le sorprendió la pregunta.

-"No importa"- dijo Em agitando su mano. -"Esa sacerdotisa..."-. -"¿Cómo se llamaba?"

Em estaba haciendo preguntas muy específicas y a Chichiri le parecía sospechoso. "Miaka. Miaka Yuki." - contestó el monje observando a la joven chica intrigado.

Por su parte, una intensa ola de sensaciones y emociones invadió el alma de Tasuki con solo escuchar aquel nombre, Miaka. Estaba frente a una mujer hermosa ahora, ¿por qué no podía olvidarse del pasado y centrarse en lo que tenía delante?

Justo en ese preciso instante, apareció Koji delante de su mesa.

-"¿Qué estáis hablando tanto vosotros tres solos aquí?" -exclamó mientras daba una palmada amistosa en la espalda de su líder. -"¡Venid a disfrutar un poco!"

Koji, que esa noche estaba sin Jin, agarró a Em de la mano y tirando de ella se la llevó hasta donde estaba la música y la gente bailando, como si de una discoteca se tratase.


-"¿Puedo preguntarte algo?" - preguntó Em a Koji mientras él la zarandeaba de un lado a otro bailando.

-"¡Claro! Dispara"

Em y Koji se llevaban muy bien, y ella se sentía cómoda estando con él.

-"¿Hubo algo entre Genro y la sacerdotisa de Suzaku?"

Koji esbozó una sonrisa.

-"No hubo nada más que el sentimiento natural de un guerrero de querer proteger a su sacerdotisa. ¿Te preocupa?"

-"Simple curiosidad" - Em fue ágil en su respuesta.

-"Tú le gustas, lo sé. Es solo que siempre ha tenido miedo al compromiso."

-"Tsk" - chasqueó ella con una media sonrisa. A Em eso le daba igual, ella tampoco quería nada serio. De hecho, ella ni siquiera pertenecía allí. Tampoco estaba segura de si aquello era real o su mente le estaba jugando una mala pasada, pero saber que él se sentía atraído por ella le provocaba gran satisfacción.

Genro permaneció con el morro torcido y se cruzó de brazos mientras observaba a Koji y Em bailar juntos. Pero sorprendentemente eso no era lo que más le molestaba, lo que realmente le amargaba era no poder quitarse a Miaka de sus pensamientos. Tenía que hacer algo para olvidarla. Tras dar un largo trago a su bebida, el bandido se levantó sin decir una palabra y se dirigió con paso decidido hasta donde estaban Koji y Em bailando, y sin mediar palabra, rodeó con su brazo la cintura de ella atrayéndola hasta que estuvieron los dos frente a frente. Koji que se había quedado sólo a un lado, lanzó una sonrisa y se alejó de ellos siguiendo el ritmo de la música para unirse a sus demás compañeros.

Chichiri por su parte, observó sorprendido la reacción de su amigo desde su asiento.

-"¿Será consecuencia del alcohol o acaso Tasuki finalmente ha perdido su timidez hacia las mujeres? Estoy realmente sorprendido."- se dijo a sí mismo mientras observaba la escena, recordando lo torpe y evasivo que era antaño el bandido con el género femenino.

Efectivamente el alcohol influía en la actitud de Genro, que lo volvía más impulsivo si cabe, y por tanto más imprudente.

-"¿Voy a tener que patear el culo a mi mejor amigo?"- dijo Genro a Em con fingida seriedad mientras comenzaba a bailar, con su mano aún agarrando firme sobre su cintura.

-"Solo lo estábamos pasando bien." - le dijo ella posando sus manos sobre los hombros del bandido al tiempo que seguía el ritmo del baile. -"¿Acaso estás celoso?" - preguntó con seductora mirada.

-"¿Y qué si lo estoy?"- le dijo apretando su agarre para acercarla más a él.

-"Pues..., te diría que no tienes motivo alguno para estarlo, ya que aquí... soy tuya, ¿recuerdas?."- le dijo con una sonrisa traviesa.

"¡Dios! ¡Ambos estamos coqueteando!"- pensó Em. Genro sonrió asomando uno de sus colmillos y ella supo que él sería todo suyo esa noche, y quizá con un poco de suerte, confirmaría la teoría de Camile de que los sueños se acabarían una vez se acostara con él. O quizá no. ¡O quizá se quedaría dormida para siempre atrapada en aquel lugar! Lo peor de todo es que la idea tampoco le desagradaba.

-"Vayamos a un sitio más privado a tomar la última" - le sugirió él susurrándola al oído.

La piel de Em se erizó al notar su cálido aliento en su oreja. Dejándose llevar de la mano por él, salieron a a la calle y caminaron en el frío de la madrugada por un buen rato. Pasaron algunas casas, llegando hasta una zona despejada. Después rodearon una ladera y subieron por una colina rocosa hasta llegar a una casa de piedra y madera.

-"¿Qué lugar es este? Está muy apartado y escondido" -preguntó Em algo temerosa mientras él abría la puerta con una llave que sacó de su bolsillo.

-"Es mi guarida secreta. Solo la conocemos Koji y yo. Suelo venir a aquí cuando necesito estar solo y pensar."

-"Ahora no estás solo" - le dijo ella con una leve sonrisa. -"Así que... ¿aquí es donde traes a tus ligues?" - bromeó con una risita nerviosa para disimular su temor.

Él no contestó, y una repentina presión se instaló en el pecho de Em. Aquella situación era excitante, pero también algo siniestra, una casa perdida en medio de la nada, lejos de su casa con un apuesto hombre que la consideraba suya... Era emocionante y se había convertido en la mayor fantasía de Em, pero no dejaba de ser algo aterradora.

Una vez estuvieron dentro, Genro cerró la puerta tras de sí. Con un suave movimiento de su abanico, encendió una lámpara de aceite, cuyo tenue resplandor iluminaba la pequeña estancia. Un solemne silencio predominó el ambiente. Los ojos del pelirrojo parecían estar ardiendo de pasión ante el brillo y el candor de la llama de la pequeña lámpara. Cuando su intensa mirada se posó sobre los asustados ojos de ella, Em no pudo evitar excitarse. Jamás nadie la había provocado tanto con tan poco. De hecho, "ella nunca había sido de las de "aquí te pillo, aquí te mato", pero a él lo quería urgentemente dentro de ella.

Como si sus deseos se hubieran conectado, Genro se abalanzó contra ella, empujándola bruscamente contra la pared. Sus dos brazos apoyados contra el muro impedían cualquier posibilidad de escapatoria. Miró por unos segundos sus azules ojos, y acto seguido la besó con pasión y ansia. Ella correspondió su beso y entreabriendo su boca, sus lenguas comenzaron a entrelazarse, cada vez con más intensidad. Él pasó sus manos por sus muslos por debajo de su falda, subiéndola hasta sus caderas. Después llenó sus manos con sus pechos, primero por encima de la ropa, después abriéndose paso por debajo de su camiseta interior, empujándola con su miembro duro contra su bajo vientre. Ella disfrutó su intensidad, y también pasó con urgencia sus manos por su musculoso pecho, después por su vientre hasta llegar al bulto prominente que casi atravesaba el pantalón, él no decepcionaba.

Con sus cuerpos y labios aún pegados, Genro no podía contenerse más, así que deslizando sus manos por debajo de la falda de Em, le bajó rápidamente las bragas.

Emmanuelle estaba extasiada por el deseo y la pasión cuando oyó una voz que la llamaba dentro de su cabeza. "¡Em! ¡Em!". Ella lo ignoró centrándose únicamente en su amante, que tras desatar el nudo de la cuerda que sujetaba su pantalón, sacó su miembro viril con una mano al tiempo que le levantaba la falda con la otra. Por fin ella lo sentiría dentro.

"¡Despierta!"- Esta vez aquella maldita voz resonando en su cabeza la desorientó. Inmediatamente, comenzó a sentirse muy débil y de pronto todo se volvió oscuro.

CONTINUARÁ...