CAMINO A INGLATERRA

Hoy que me despido de América, cierro los ojos y veo todas las personas que dejo atrás, aunque estemos lejos sé que algún día nos volveremos a ver, Señorita Pony, Hermana María, Tom, John, Jimmy, Dorothy, Albert, Annie y Anthony.

Vuelvo la vista hacia el pasillo que me lleva a mi camarote y entro a refugiarme en él. Aun percibo ese aroma de las rosas de Anthony al recordarlo.

-Señorita Candy, es momento de ir a el comedor.

- Oh George, la verdad no tengo hambre

-De ninguna manera Señorita Candy, ya se saltó el desayuno, estos cambios de horario y con el frío que hace en altamar podrían mermar su salud.

-Gracias George por preocuparse por mí, voy en seguida.

-Muy bien Señorita Candy, la espero afuera, recuerde que el día de hoy cenaremos con el capitán y debe cuidar la etiqueta de la ocasión.

- ¡Es verdad! ¡Lo había olvidado, es el cumpleaños del capitán! George en un momento estoy lista, gracias por recordármelo.

Válgame Dios, no sé qué hacer con tanto protocolo, tengo que cambiarme de ropa para ir a esa cena, ahora, veamos, que color debo de usar para la noche, debieron haber permitido a Dorothy acompañarme, ella si sabe cómo elegir el atuendo adecuado.

Bien, zapatos de medio tacón, abrigo de pieles, ¡ay no! Si me ve Clin con él se armará la pelea del siglo, jajaj, mejor el abrigo de lana, si, es de oveja, jaja pero no lo pareceré que cargo un animalito muerto. Ojalá las mujeres de sociedad dejaran de usarlo, son tan indefensos los pequeños zorros, como el que vi antes que Anthony…. no, otra vez, han vuelto las lágrimas a mis mejillas, ¡Dios! ¿Cuándo dejara de doler ésta herida? ¡Si me hubieran dejado despedirme de él!

Si lo hubiera visto por última vez, no, es mejor así, recordarlo sonreír y no recordarlo con su rostro pálido en un ataúd.

¡Oh, no! ya es tarde, debo darme prisa, ahora sí, este vestido es lindo, soltaré mi cabello, como Annie, con la cinta de seda en la cabeza.

Ja, ja, ja tremenda dama seré, jajaja, esperemos las maestras en el San Pablo me ayuden a ser una dama para que el Abuelo Williams esté orgulloso de mí.

-Bienvenida Señorita Andrew, pensamos que no vendría

-¿Y faltar a su fiesta de cumpleaños?¡Por supuesto que no!

-Jajaja ya lo sabía! Sobre todo porque tenemos estos pastelillos de fresa que según George son su debilidad.

-Gracias Capitán, realmente ha pensado en todo jajaja

-Hacía falta escuchar la risa de la juventud, mire usted, no todos los jóvenes sonríen con tanta soltura, con tantas reglas de sociedad, a veces a las reuniones les falta la alegría que a usted le sobra.

-Pues no veo porque no hay que sonreir, cada dia que Dios nos regala es precioso, a toda edad hay que seguir luchando por ser feliz Capitan.- Ironicamente recuerda haber estado triste hace un rato.

-Así es, brindemos por eso, ¡Por la alegría!

-¡Salud!

-Oh, Señorita Candy creo que no debería tomar tanto champagne.

-Oh Dejela brindar, esta cena también es en su honor, por haberme dado una gran lección con la gaviota que rescató hoy en la tarde, sepa usted George, que a bordo de este barco hay muchos jóvenes que viajan a Europa pero ninguno me ha sorprendido tanto como la Señorita Candy White Andrew, de hecho hay un joven que no ha salido de su camarote y nos preocupa que pueda estar enfermo, pues no se le ha visto en el área del comedor y pocas veces pide su comida, es algo taciturno y sombrío, es una lástima que siendo tan joven tenga ese carácter.

-Ojalá se encuentre bien ese joven, es una lástima pasar este hermoso viaje encerrado.

-Efectivamente Señorita Candy, el mar nos da una muestra de magnificiencia sea calmo o sea agitado, siempre es una maravilla contemplarlo, a lo largo de mi carrera he aprendido a apreciar aun los momentos complicados en que hemos tenido dificultades, pues son experiencias que incluso me han ayudado a llegar al puesto de capitán.

-Es verdad, no lo había pensado así, aun siendo agitado el mar es muy bello, aunque nos de miedo, es algo de la naturaleza que nos enseña a disfrutar nuestros tiempos en la vida sean buenos o malos.

-Excelente comparación Señorita Candy, siendo tan jovencita es usted muy observadora. Y pues, bien, me despido, tengo que supervisar el cambio de turno de la tripulación.

- Gracias Capitan por la invitación ¡Hasta mañana!

-Hasta mañana Señor George, Señorita Candy.

-Bien Señorita Candy, la acompaño a su camarote

-No se preocupe George, solo está aquí a la vuelta de la puerta de salida

-Como usted guste Señorita, pero si necesita algo, no dude en avisarme.

-Pierda cuidado George, estaré bien.

- ¡Pero sí que hace frío! El aire está helado y el viento sopla fuerte-. Candy cierra los ojos asida del barco sintiendo el viento en su cara, nuevamente al estar sola, su mente se desplaza a otro lugar.

-El viento despeja mis pensamientos, me tomo un momento en cubierta para ver pasar la espuma del mar en la popa del barco, en verdad es muy bello el mar, nuevamente llega a mi mente su mirada, su sonrisa, como quisiera poder ver las estrellas y el brillo de la luna, para no pensar solo en su rostro, es difícil escapar de todos estos recuerdos, solo que esta bruma es tan espesa que no se puede ver a lo lejos, espero que este viaje a Londres me ayude a acallar este dolor de mi corazón.

De repente el viento la sorprende y vuela su estola hacia el pasillo de los camarotes. -Oh, quien está ahí, se parece a Anthony, es, es…. ¡Oh no, es Anthony! No, seguro estoy ebria por el brindis, ese no puede ser él… Me acercaré, tal vez se desaparezca en la bruma, seguro que es solo un espejismo. - Candy se siente atraída como un imán por lo que no se da cuenta que ha dado varios pasos para apreciarlo mejor.

-Viéndolo más cerca es un poco más alto y castaño, es bien parecido pero no a Anthony, oh! Está llorando, que le pasará porque está llorando. Mejor no lo molesto –Candy se aleja.

- ¡Hay alguien ahí!- La voz del joven rompe el silencio de sus pensamientos.

- Sí, perdóname no quise molestarte, me pareció ver que estabas muy triste –Se acerca Candy que estaba por darse la vuelta, pero ella con cautela le expresa su empatía por haberlo visto en un momento de fragilidad.

El joven brevemente la observa y logra ver una pequeña gota de lagrima a punto de asomarse en los ojos de la chica, pensó de inmediato que tal vez la chica estaría también triste como él y queriendo variar el ánimo de los dos, transforma su expresión en algo muy distinto.

-¡Hahahahahahaha, hahahahahaha, que estaba muy triste, no es verdad estoy muy triste, hahahahahahaha!

Candy se siente confundida por el repentino cambio del joven, estaba casi segura que lo había visto triste. Mientras lo ve reírse y tocarse la cara, tal vez tratando de ocultar algún rastro de humedad, se da cuenta que el joven enmascaró sus verdaderos sentimientos, pues no era bien visto que los hombres lloraran y tal vez estando frente a una desconocida sería muy incómodo dar esa muestra de sensibilidad.

- ¿En qué estás soñando pequeña pecosa? -El joven al decir soñando es porque igualmente él, en alma no estaba ahí hasta hacía un momento, pues su corazón y mente estaban en otro lugar, en América y al ver la expresión de la chica supuso que le pasaría lo mismo.

- ¿Pecosa yo?- está muy sorprendida por la respuesta del joven, que hace uso de la burla para que ella no le siga preguntando de su tristeza o a preocuparse por él, por orgullo tal vez.

-Lamento muchísimo tener que decírtelo pequeña, pero realmente eres muy pecosa.- Diciéndole esto poniéndose a su altura, baja su mirada al rostro de la chica y se acerca más a ella incomodándola, sabiéndose él bien parecido y con el afán de romper el espacio entre ellos, no deja de mirarla.

- ¡Eso a mí no me importa, me gustan mucho las pecas! Candy se sobresalta y al verse acorralada por la mirada del joven, reacciona molestándose, pues no es normal que alguien la intimide, es algo muy nuevo para ella.

Con una sonrisa encantadora, tocándose la barbilla, arqueando una ceja y abriendo más sus ojos de azul intenso, analiza mejor su rostro y replica.

-Entiendo por eso las coleccionas- Se da cuenta que sus encantos no funcionan en esta chica.

-¡Si y últimamente estaba pensando cómo conseguir más! Ahora sí Candy se deja ver molesta porque vé la actitud irónica del joven.

- ¿Estas celoso porque no tienes ninguna peca, verdad?

- El chico logra hacer enojar a la jovencita, pues cada vez ella se erguía más para darle batalla y disfrutando verla responder y viendo resaltar su belleza con esa acalorada discusión, toma aire enderezando su espalda y silba.

– ¡Fiuuuu! Y también estarás orgullosa de tu naricita- Realmente está muy entretenido al verla empuñar sus manos, no quiere soltar la conversación, ha visto la verdadera personalidad de esta señorita, pues la mayoría al verse rodeadas de su mirada y su acento británico, se hubieran sonrojado y mostrado una sonrisa coqueta, esta chica sin duda es diferente, le ha dado batalla y no parece ser como las demás que ha conocido, interesada y hueca.

-¡Claro que si! Candy ya con ánimo combativo, muestra su naturaleza empuñando sus manos y en ese momento se acerca George, que a lo lejos los había escuchado sostener un diálogo muy inusual, se había mantenido oculto en la niebla, esperando que Candy pudiera interactuar con alguien más y así poder dejar a un lado su melancolía que la mantenía cautiva.

-¿Es usted Señorita Candy, la que esta ahi?- Al ver que empuñó las manos, pensó que podría verse envuelta en problemas o que se estuvieran burlando de ella. Candy voltea a ver entre la niebla a George y se da cuenta que estaba tan sumergida en esta conversación, que no había reparado que alguien más pudiera verlos discutir.

El chico se da vuelta al verse descubierto por alguien más, pues tal vez pudieran retarlo por haber alterado a la jovencita o que ella pudiera acusarlo, repentinamente se despide. - ¡Adiós pecosa!

Candy ya no está en sus cabales, y le responde -¡Mocoso atrevido! No es que le haya molestado que le dijera pecosa, o que se haya sentido ofendida, sino que el chico tuvo el atrevimiento de hacerla incomodar, de coquetearle, porque sí, Candy se dio cuenta que le coqueteaba, pero ella no quiso mostrar el impacto de ver su galanura y no se dejó doblegar, le costó trabajo mantenerse erguida, pues la mirada tan escrutadora del joven era tan penetrante, que la sacó de base, esa fue la primera vez que alguien la intimidaba en esa manera.

Chicas aquí está el segundo capítulo, espero me comprendan que no estoy acostumbrada a escribir y perdonen mis errores de antemano. También leí sus comentarios y entiendo que les haya confundido o molestado que no haya dejado en claro para donde vá la historia, pero si les digo el final sería una historia muy predecible, y sí, es un Terryfic, pero quise llamarlo Candyfic, porque ella es el personaje más importante, además en el amor hay competencia ¿Quién no ha tenido más de un pretendiente? Amo a mi Terry, pero Candy merece ser la protagonista. Espero que les guste este capítulo. Gracias Abril 04, Iris Adriana y Mia8111 por su apoyo.