UNA RUBIA AMERICANA Y UN CABALLERO INGLES.

A bordo del Mauretania viajaban aproximadamente 500 personas a bordo, de muchas nacionalidades, pues los viajes trasatlánticos no son tan frecuentes y los boletos además son muy caros para una persona de mediana fortuna. Quienes estuvieron en ese viaje en Diciembre de 1915 pudieron disfrutar de atenciones de primera calidad, en camarotes amplios, con alimentos muy elaborados, tardaba alrededor de 20 días en altamar habiendo buen clima.

En un camarote de primera categoría estaba una rubia soñando, aún a las 9 de la mañana seguía dormida y daba vueltas en su cama. –¡Grosero! - grita dormida, dá un manotazo a la almohada aun con los ojos cerrados. Se gira entre las sabanas, se mueve frenéticamente y cae de la cama, haciéndose un chipote en la cabeza.-¡Auch! - despierta con el golpe, viendo estrellitas.

-Toc, toc, toc Señorita Candy- La mucama toca la puerta y es cuando Candy realiza que era solo un sueño.

- Emm emm, sii en un momento voy. Con el cabello alborotado por permanecer dormido la noche anterior, se pone la bata palo de rosa y se calza sus pantuflas de conejito para abrir la puerta. - ¡A ver Clin, escondete! - La mascotita se mete en la maleta donde tenia sus abrigos para ocultarse.

Candy comparte su desayuno en el camarote con Clin, por el frio que hacía en la noche, se vio un poco resfriada y le da un sorbo a su té de canela.

-Vaya entonces si fue un sueño, se sentó muy real, ¿Pero que fue lo que pasó anoche? Seguro que ese engreído inglés me vio ebria y quiso burlarse de mi condición, ¡Ay no! ¿Qué diría de mí la tía abuela Elroy de mi comportamiento anoche? ¿O el Tío Abuelo William, se decepcionaría de mí y cancelaría mi adopción? Solo espero no ver otra vez a ese muchacho, pues puede darse cuenta de que soy una Andrew y le diga a todos sus conocidos ¡Qué vergüenza! Mejor en adelante no tomaré ni un sorbo a la champaña y procuraré no intercambiar palabra con ese vanidoso y arrogante - Pensaba Candy.

Eran ya las 12 del mediodía y llamaron a su puerta para avisarle que se serviría la comida en el comedor de la embarcación, George, fue a ver a Candy para cerciorarse que se encontrara bien y no se complicara su estado, amén de verificar que no se viera de nuevo envuelta en la nostalgia, pues eso lo tenía algo preocupado, por la reciente muerte de Anthony.

Sin duda, el Abuelo William siempre estaba de manera indirecta vigilando que Candy pudiera salir adelante de la perdida de quien significaba tanto para ella y el hecho de enviarla a Inglaterra a estudiar, podría ayudarla a cambiar su ambiente y hacer nuevas aventuras, aunque al parecer no le preocupaba tanto que la prepararan para ser una dama, sino que velaba porque ella fuera feliz, pues a un alma pura como la de Candy es mejor dejarla florecer y no quitarle su brillo, como sucedía con muchas señoritas de sociedad, que entrando a los 15 ya no tenían ese candor y esa espontaneidad que adornaban la personalidad de Candy.

-Señorita Candy, ¿Cómo se encuentra el día de hoy? - pregunto George, sentándose en el recibidor del camarote.

-Algo resfriada George, cof, cof, creo que mejor no salgo del camarote el dia de hoy, tal vez la bruma del mar anoche me provocó este catarro, ¡aaaachis! - exagerando un poco los síntomas Candy pretendía quedarse en su camarote para evitar encontrarse al joven de anoche.

-Es una lástima Señorita Candy, me enteré que el menú de hoy incluye pastel de chocolate como postre, pero usted no se ve en condiciones para asistir al buffet.

Al escuchar que servirían su pastel favorito, hizo un pequeño gesto de sorpresa, a punto de desistir de su idea de quedarse encerrada. George, que no se le escapa ni una reacción de Candy, pues being una jovencita muy transparente en su actuar, se sonríe dentro y le dice:

-Pero no se preocupe Candy pediré que le traigan el postre a su camarote además de un caldo de pollo para que se mejore.

Candy no podía ocultar su alegría. - ¡mil gracias George! De verdad me ha hecho el día muy feliz.

George, que a sus 30 años era el hombre de confianza del Abuelo William, aun no se había casado, pues era extremadamente dedicado a su trabajo y al estar al tanto de las vueltas de la vida de la familia Andrew, entre la muerte de Rosemary , ahora de Anthony y algunos otros infortunios, no quiso dejar desamparado al nuevo patriarca que todavía no se daba a conocer a la sociedad de Chicago. Sin duda era un buen hombre, que entregado a su trabajo, había left relegada su propia felicidad.

-Por cierto Señorita Candy, hoy en el desayuno me encontré con el Joven Terruce Grandchester, es extraño verlo en el comedor, al parecer es alguien que prefiere estar en su camarote y es la primera vez que se le deja ver en el desayuno.

- ¿Quién es ese joven George?

-Es el joven con quien usted estaba conversando anoche- A George nada se le escapa, los cambios de mirada de Candy, eran todo un espectáculo, ahí es donde Candy escupe todo el té como aspersor y tose de nuevo.

- Cof, cof, cof ahhh sii recuerdo haberme encontrado con alguien, pe-pero no tuvimos oportunidad de presentarnos, solo fue algo momentáneo, sin importancia, e-es más, sólo fue un saludo de cortesía, si, sólo eso fué.- trastabillaba en su voz, al punto de tartamudear.

¡Cortesía, ja! ¡Si cómo no! Si a leguas se veía que estaba a punto de golpearlo, sin duda Candy era toda una fierecilla. Pensó George.

-Bueno, y… de quién se trata ese Terruce, parece ser alguien muy notable George, sabe usted si viaja solo, ¿qué edad tiene ese arrogante inglés?

Jajajaja en su interior George se reía, pues cómo se dio cuenta Candy que era inglés y porqué de repente tanto interés en saber esos detalles.

-Bien Señorita, al parecer es el hijo del más alto noble inglés y el dato de su edad no lo tengo exacto, pero si usted desea, puedo ir a preguntarle, si tanto le interesa.

-¡No! ¿Cómo se le ocurre George? Es solo curiosidad, nada más.- Candy se sorprendió de sí misma pues qué importaba quien era ese joven, cuál era su nacionalidad, su fecha de nacimiento, la tonalidad de sus azules ojos, el largo de su sedoso cabello, porqué sería que lo soñó si lo acababa de conocer, tenía que dejar de imaginárselo porque ese chico la había hecho pasar un momento muy incómodo que no quería volver a repetir, pues se vería expuesta, ya que la fineza de sus modales no eran tan adecuados para la alta sociedad donde se movían los Andrew.

George por su parte en su interior, agradecía a Dios ya que por fin veía otra expresión en Candy, pues ese nerviosismo que se dejaba ver en sus manos y en sus expresiones, no era más que otro indicativo de que su mente había dejado de divagar en la tristeza que se había cernido sobre ella desde ese día fatídico.

Así pasaron varios días en los cuales Candy evitaba salir de su camarote, y la gripa ya había cedido, ya no le quedaba de otra que salir a cubierta, pues además Clin rasgaba la puerta con su patita, el siempre leal acompañante de Candy, estuvo con ella esos días de encierro voluntario, pero ya era tiempo de salir.

-¡Clin! ¿Ya quieres salir verdad? Bien, vamos por el desayuno, te compartiré del pan de nuez que está delicioso.- Candy ya estaba lista para salir al desayuno usando un vestido celeste con encajes color beige, un pequeño saco en color beige, su peinado de dos coletas estaba adornado con listones de color beige en seda, sus guantes de encaje ligero, sus zapatos blancos y medias del mismo color, la hacían ver apropiadamente vestida para la ocasión, portando su sombrilla de listones de encaje para evitar ser vista por cierto inglés que desde hacía días frecuentaba las áreas comunes de Mauritania.

-Buenos días George-

-Buen dia Señorita Candy, ya se vé mucho mejor de salud, me alegra que haya decidido salir, pues el capitán ha estado preguntando por su salud.

-¿Oh sí? Es muy amable el Capitán, por la tarde iré a saludarlo a su cabina.

El almuerzo transcurrió amenamente, entre risas, té inglés, panecillos de nuez y rayos de sol; pero a lo lejos, alguien observaba los movimientos de cierta señorita, su cantarina risa, su rostro pecoso que se alegraba al saludar a las personas que pasaban por su mesa.

-Muy interesante esta pecosilla americana- No dejaba de echar miradas para ver hacia donde iba, tenía días esperando verla, pues quería importunarla de nuevo por considerarlo como algo entretenido para su viaje. –Es curioso que no viaje con su madre o con alguna doncella, como todas las demás señoritas, y que es eso que tiene en la otra silla ¿un abrigo de piel de coatí? Debe ser otra mimada que le gusta lucir pieles de animales salvajes.

Por la noche había un recital para los pasajeros, que amenizaban cada tarde en el salón principal del barco, se escuchaba la canción "Estrellita" del compositor mexicano Manuel M. Ponce interpretada por un pianista y una soprano, Candy fue a sentarse a una mesa a escucharlos, mientras la cantante entonaba las notas altas, el corazón de Candy vibraba y latía recordando a Anthony, ya no lloraba por su ausencia, pero su mirada la tenía perdida recordándolo.

El sonido del piano era un deleite en esa noche estrellada, y para un corazón dolido como el de Candy era un bálsamo que lo curaba con cada nota.

Al terminar esa pieza musical, los aplausos la despiertan de su ensoñación, pero fue entonces que al voltear hacia donde estaban los músicos que iniciaban una nueva canción "Muñequita linda", se da cuenta que alguien más está ahí y es cuando se siente descolocada totalmente , sólo una mirada de ese arrogante inglés la tiene descompuesta, de hecho hasta sus pensamientos dejaron de ser tristes, ahora, con esa incomodidad, se endereza en su asiento, levanta una ceja, se acomoda el vestido, irguiéndose y levantando la barbilla para demostrar que no le importa en absoluto; sin darse cuenta esa pose, la hace ver más linda a ojos del noble inglés, quien se ríe en sus adentros, al descubrir que esa canción la describe, pues aunque sea una niña todavía, tiene algo que le despierta curiosidad.

Termina el recital, la gente aplaude encantada por la muestra de talento y Candy se levanta aplaudiendo igual y de inmediato sale caminando de prisa para visitar al capitán en su cabina, y además para no encontrarse con cierto inglés; la gente sale dejando solo el salón y Terruce se queda en el salón conversando con el pianista y le pregunta si puede enseñarle las canciones que ha interpretado, pues él es estudiante de piano en su natal Inglaterra y esos temas nunca los había escuchado, se queda solo en el salón practicando un poco esas piezas y alguna otra que ya se sabía.

Al pasar de regreso Candy, afuera del salón, escucha el sonido del piano, atraída por las románticas notas se detiene a escuchar. –Pensé que ya había terminado el recital, tal vez me salí antes de tiempo, abre la puerta y entra, pero ya adentro se da sorprende con un gran descubrimiento, es ese muchacho inglés quien toca el instrumento con una gran sensibilidad y maestría.

Terry se concentró tocando la "Gavota" de Manuel M Ponce, pues el pianista le había dejado sus partituras y de inmediato se puso a practicar la primera hoja, fue cuando iba a darle vuelta a la página se da cuenta que Candy está a punto de salir del salón, a hurtadillas.

-¡Pero miren quien está aquí, la ganadora en la repartición de pecas!

Candy se da vuelta de inmediato –¡Mocoso insolente! ¿Cómo te atreves?

-Vaya pecosa ¿ya nos tuteamos? Bien, ¿A qué has venido, acaso me extrañaste? - Galantemente levanta una ceja y se toca la barbilla recargando el codo en el piano de media cola negro.

-Fue un error haber venido ¡ah, pero claro que no! Solo tenía curiosidad por la música.

-¿Ah si ?, Supongo que las señoritas de tu sociedad americana, deben saber de música, o por lo menos de pintura, para poder cazar marido, ¿No es así?

-¡Te equivocas!, las señoritas como yo, no pensamos sólo en cazar marido.

-¿Entonces a que vas a Europa pequeña pecosa? Es bien sabido que a las niñas como tú las preparan para ser aburridas esposas que se la pasan bordando manteles, pintando figuritas y tocando el piano.

-¡Eso a ti no te importa! Además yo no deseo convertirme en un adorno, para mí lo importante es hacer el bien y para eso se pueden aprender muchas cosas. ¡Las mujeres somos muy capaces!

Terry se levanta y de manera inconsciente dirige sus pasos hacia ella lentamente –Vaya, vaya pecosa, resultaste ser todo un caso, pero te adelanto pecosa, esas ideas progresistas son peligrosas en tu sociedad, sería muy triste ver a una chica como tú, convertida en una solterona sin marido y amargada, en verdad sería un desperdicio. - Ante esas palabras que guardaban una doble intención, Candy de nuevo se sintió acorralada por el muchacho, y su cercanía, pues se había aproximado tanto a que se envolvió en el intenso aroma de su perfume de maderas de sándalo y patchouli.

Hipnotizados, el sarcasmo en su expresión y el enojo en la cara de ella, fueron disminuyendo al sostenerse la mirada por varios segundos en que el tiempo se detuvo, Terry se acerca aún más y apoya el brazo en la puerta que Candy estaba recargada para no dejarla salir. Electricidad, magnetismo, y una carrera de mariposas fue recorriendo toda la piel de Candy, sosteniendo el aliento, se quedó inmóvil, indefensa, cada vez veía más cerca la veta azul profundo en los ojos de él, como el mar sobre el que ellos estaban viajando, el pulso de Terry se aceleró al internarse en el verde jardín de sus ojos y al percibir su aroma a rosas, fue cerrando lentamente el espacio entre ellos.

Fue entonces que el mar, intempestivamente dio una sacudida y ellos caen al suelo casi abrazados, en eso, reaccionan a la caída y ella lo empuja y se levanta, lo voltea a ver y el chico que sigue en el suelo, la mira aún sorprendido por lo que acaba de suceder, ahora sí se quedó sin palabras. Candy aún muda, venta corriendo hacia su camarote. Con la adrenalina y el corazón agitado, entra rápidamente y cierra la puerta, siente un calor tremendo en sus mejillas, voltea a verse al espejo y aprecia por primera vez su rostro sonrojado.

Gracias por leerme, a quienes me escriben un comentario les agradezco infinitamente, pues me motivan a querer seguir escribiendo. En este capítulo incluí algunas piezas musicales que pueden buscar para cuando lean, pues para mí la música me transporta y es con lo que conecto los recuerdos de momentos especiales, es como tener un soundtrack para la vida y más aún siendo música romántica. Espero les guste este capítulo y les alegre el rato, cuídense mucho