Los personajes de esta historia no me pertenecen, solo escribo para fines de entretenimiento

BIENVENIDA A LONDRES CANDY

Llenos de expectativa y alegría se encontraban los hermanos Archie y Stear Cornwell, desde un día antes pidieron permiso para salir del Colegio para recibir a su prima Candice en el puerto de Southampton, pues días antes el arribo de la nave fue retrasado por un rescate que se dio en el mar y fue así que ese día decepcionados regresaron al Colegio sin haber realizado su cometido, por lo que esta vez esperaron desde madrugada el arribo del Mauretania. Alrededor de las 8 de la mañana se vislumbraba a lo lejos del puerto una pequeña mancha en el mar que indicaba que por fin tendrían a su querida prima y amiga con ellos.

Aún siendo una mañana fría, para ellos no importaba, pues su espera se vió premiada una hora después cuando el barco por fin ancló en tierra y con las maniobras precisas, se hizo más tardada la llegada, Archie estaba ansioso, pues he pasado meses sin verla, en su corazón aguardaba una pequeña esperanza de cumplir un sueño que tenía desde más pequeño, pero a causa de su lealtad a su primo Anthony había desistido de realizarlo.

Stear por su parte preparó toda la clase de artilugios para recibirla, pero lamentablemente no pudo usarlos porque no pudo hacer funcionar ninguno, eran una corneta para hacerse escuchar entre la multitud que recibía a los viajeros y poder localizarla lo más pronto posible de entre toda esa gente, pues entre abrigos, sombreros, maletas, carruajes, era imposible ver a la rubia a distancia. Además de una pistola que no podía sacar hasta que ella arribara pues siendo menor de edad no podía portar un arma, obviamente un genio inventor como él no haría una barbaridad, sino que era un aparato que desarrolló para lanzar confeti y el único receptáculo que encontró para fabricarlo fue una pistola que consiguió de entre las antigüedades de la tía abuela.

Por fin comenzó el descenso de las personas y Candy al ser de la mejor categoría de pasajeros del barco, fue de las primeras en bajar, por lo que entre empujones se abrieron espacio los dos jóvenes, quienes emocionados y además con el frenesí de la adolescencia a sus 16 y 17 años, se hicieron notar desde el primer grito.

- ¡Candy! ¡Candy! ¡Candy!
- ¡Stear! ¡Archie! ¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy!

Por fin después de tantos meses de tristeza se encontrarían los primos, pues ellos habían partido a Inglaterra con el corazón destrozado, casi de inmediato de haber sepultado a su muy querido primo. Y no sabían a ciencia cierta cómo se encontraba la rubia, aunque sabían que estaba en buenas manos, pues ella se quedó en el Hogar de Pony, para recibir el cariño y cobijo de sus madres, pues la Tía Abuela con el pesar por el luto y con las insidias de Elisa y Neil Leagan decidió alejarse de Candy, no es que la creyera capaz de haber cometido alguna imprudencia en contra de su querido sobrino, sino que no sintió capaz de consolar a la rubia, porque ambas estaban en un estado emocional tan frágil que pensaba que de solo verla llorar, ella no podría levantarse nunca y además a frivolidad de Eliza la distraía de su tristeza.

Era imposible complacer a la pelirroja, siempre tenía algún capricho nuevo en mente, sobre todo al saber que sería enviada al viejo continente, pues desde que se enteró de su partida , no había dejado de vaciar las tiendas y de hacer tantas visitas al salón de belleza para reacomodar su estilo de peinado, pues estaba en una edad de tantos cambios quería ser quien más impactara a los jóvenes de su nuevo colegio. Vanidosa y maliciosa, son los dos adjetivos que describían a Elisa Leagan, pues no había cesado de intrigar en contra de Candy y estaba decidida a cobrar venganza de una vez por todas, pues Candy al ser adoptada por el tío Abuelo William, sería la sucesora y por tanto heredera de una inmensa fortuna, mientras ella tendría que esperar a casarse con algún rico.

Volvemos de nuevo al puerto de Southampton, los rayos de sol hicieron su aparición al mismo tiempo que caían en el rostro de una rubia de ojos verdes, que portando un abrigo rojo granate y sombrero del mismo color corrió hacia donde estaban sus primos dejando a George con la palabra en la boca.

- ¡Señorita Candy, espere! ¡Tenemos que hacer los trámites de migración! No podemos descuidar el equipaje, recuerde qué es lo que lleva ahí.

- ¡Oh si George! Espero que sea rápido, ya ví a Stear y Archie

- Solo será un momento Señorita, recuerde que es menor de edad y esta bajo mi custodia.

- Está bien George.- Candy estaba además algo nerviosa pues desde aquella tarde no había vuelto a ver al joven Grandchester y temía encontrárselo, aunque más que eso, era una inquietud de no saber si lo volvería a ver de nuevo.

- Listo Señorita Candy, yo me encargaré del equipaje, puede adelantarse con los Señoritos Cornwell.

- ¡Gracias George! - No le dijo dos veces, corrió al fin a encontrarlos, y fue entonces que desde las escaleras que descendían del barco, Terry pudo ver a Candy ser abrazada por un joven castaño de elegante apariencia y después por otro que portaba un traje de cuadros, quienes estrecharon con demasiada confianza a la pecosa que con mucha soltura reía y se dejaba abrazar por ellos.

- ¡Vaya que efusividad! - asqueado ante la escena, sin querer hizo una mueca, pues le incomodaba presenciar las muestras de afecto en público, se retiró a un lado del muelle, esperando a su sirviente. Sin embargo, no dejaba de contemplar a lo lejos a la rubia que parecía que se veía favorecida con un rayo de sol que simulando un reflector de teatro la hacía visible y colorida, ante una multitud que ante sus ojos eran grises.

No dejaba de mirarla, y se preguntaba cómo se atrevían a abrazarse así entre tanta gente, porque se tenían tanta confianza, como no podía escucharlos, poco a poco fue acercándose rodeándolos sin que se dieran cuenta por estar tan inmersos en su alegría.

Candy por otra parte, no dejaba de sonreír frente a Archie que fue el primero en abrazarla y no la quería soltar, Stear sonreía para sí, porque sabía el cariño que su hermano tenía a la rubia, pues también él compartía la misma simpatía, pero su manera de demostrarlo era más mesurada, pues el menor de los Cornwell siempre un chico temperamental y ahora verlo así con Candy le pareció que nunca lo había visto tan emocionado.

- ¡Candy, por fin estás aquí! No te imaginas las ganas que tenía de verte, de nuevo estaremos juntos todos.

- Bueno, ni tan juntos Archie -mencionó Stear- recuerda que tenemos que asistir al Colegio más estricto de Inglaterra, hoy precisamente inicia el nuevo semestre y Candy habrá de adaptarse a todas las reglas y además estar al día en los deberes.

- ¿De verdad es tan severo el Colegio San Pablo? - pregunto Candy

- Sí Candy, aunque en los últimos días han hecho algunas reformas en su método, no descuidan la vigilancia sobre sus estudiantes, una buena noticia es que tal vez estaremos juntos en algunas clases.

Esa reforma era que los jóvenes podrían compartir algunas clases con las jóvenes, pues siendo todos los estudiantes de ese renombrado colegio, del mismo estrato social, muchos de ellos tenían arreglos de matrimonio con anticipación y el colegio era un espacio para tratarse y también podría relacionarse en sociedad.

Además, algunos padres sabían de la presencia de la realeza inglesa dentro del alumnado, el hijo del Barón de Rotschild, el hijo del Conde de Surrey, los gemelos hijos de Lord Willoughby, algunos estudiantes descendientes de la realeza italiana y española y sin olvidar el tan asediado futuro Duque de Grandchester.

No olvidemos que en el mismo puerto se puede encontrar el mencionado, quien un instante antes de ser descubierto por la rubia, con una seriedad en su rostro volteó la vista hacia el mar, pues algo le molestaba en la familiaridad con que la rubia trataba a esos dos jóvenes. Candy se sintió contrariada y un poco decepcionada por no poder despedirse del joven pues no sabía si volvería verlo.

Subieron al carruaje y Archie de inmediato se posesionó del asiento contiguo a Candy, disfrutando de su compañía, no había quien le quitara la sonrisa. Candy ya no pudo voltear a ver donde quedaría el joven inglés, que le causaba tanta confusión.

Fue entonces que, en medio camino, al pasar por un gran castillo, los que iban a bordo de ese carruaje se quedaron asombrados por la imponente construcción, ante su curiosidad por saber a quién le pertenecía esa inmensa propiedad, fueron informados por George que los dueños de tan majestuosa construcción eran los Duques de Grandchester, por lo que Candy no dejaba de imaginarse la opulencia en que vivía el joven que apenas hace unos días la importunaba en el barco.

George no dejó de advertir el gesto de interés en el rostro de Candy al mencionar el nombre del dueño del castillo, nuevamente se alegró de verla superar su tristeza.

El carruaje iba a paso medio para poder apreciar el paisaje a manera de bienvenida, pues de inmediato tenían que ir al Colegio, pero fue entonces que los caballos relincharon acelerando el paso, por el estrepitoso sonido de una bocina de un Rolls Royce que pretendía rebasarlos; ante ese movimiento Candy casi cae del asiento y no sabía cómo sujetarse, a lo que siendo el más próximo a ella Archie la asió de la mano para que no cayera del asiento, ante el contacto de sus manos, el joven Cornwell sintió que su corazón cabalgaba como los caballos del carruaje.

Fue solo un momento en el que el sobresalto pasó, pero dejó molestos a los pasajeros pues al visualizar quien era el que ocasionó tal inconveniente, se sorprendieron que era el mismísimo Terry Grandchester.

- Mira Archie ¡Es Terry Grandchester! - soltó Stear

-¿Qué has dicho? ¿Terry Grandchester, nuestro odioso compañero de clases? - la cara de Archie y su ánimo se transformaron asustando a Candy, pues hasta hace un momento su primo era otro, pero más se sobresaltó por saber que el mencionado inglés era habitante del mismo colegio a donde ella también asistiría.

Para sus adentros Candy asimiló, -entonces será posible que me lo encuentre en el colegio, espero que no signifique problemas- la rubia siente una cosquilla en el estómago y un poco de nervios por lo que le acababa de ser revelado, recordando los momentos que intercambiaron en el barco, donde ella se veía afectada de una manera muy extraña totalmente nueva para ella - ¿Porqué será que me siento nerviosa? .

Gracias por el apoyo a esta historia, Abril-04, Iris Adriana, las Guest, LightGiogia, Mia 811, Lizethr, a quienes me leen sin comentar, me motivan para darles lo mejor de mí, siempre quise escribir del tiempo que los chicos pasaron en el colegio, pues la adolescencia es una edad preciosa, en estos tiempos en que los estudiantes están encerrados escuchando clases en línea, me parte el corazón al ver a mis hijos pasar su tiempo de bachillerato en casa, por eso quise en mi fantasía imaginar una historia que diste mucho de lo que vivimos en la actualidad, para sanar un poco este dolor que como mamá siento; un adelanto para el siguiente capítulo, tendremos una escena muy peculiar con nuestros queridos rebeldes. ¡Cuídense mucho!