Los personajes de esta historia no me pertenecen, escribo solo para fines de entretenimiento.
EL REAL COLEGIO SAN PABLO
El trayecto del Puerto de Southampton a Londres era aproximadamente cuatro horas en carruaje, las cuales se alargaron a cinco horas para no molestar a la pecosa, pues aunque no lo mencionara, el viaje en barco la tenía algo cansada, así que los chicos preguntaron a George si les permitía ir a conocer Londres, antes de ir al internado, pues querían estirar las piernas, caminar un poco y ver los puntos típicos de la ciudad, que ni ellos habían tenido la oportunidad de conocer, pues cuando ellos arribaron a Londres, no tenían el ánimo para ir de paseo, pero al estar acompañados de la rubia, se sentían contagiados por su gran alegría; Candy siempre tenía una palabra agradable que decir, incluso en el camino iba platicando muy entusiasta de sus experiencias en el Mauretania, y fue cuando surgió el tema del Tío William, que de acuerdo a comentarios de los chicos, se encontraba en la ciudad, así que les pareció buena idea ir a conocerlo, pues la tía Abuela, no permitía que se acercaran a él, además Candy pensó que sería el momento para agradecerle tanta consideración hacia ella.
George mencionó que no era prudente visitar de improviso al Tío William, pues él había arribado a Londres para ver algunos asuntos con la Cámara de los Lores y para entrevistarse con algunas otras personalidades.
Ante la fascinación de ver la Ciudad, los tres primos insistieron en bajar del carruaje para apreciar mejor.
-Por favor George, queremos bajarnos aquí para conocer un poco de Londres- mencionó Archie, motivado por la presencia de la rubia.
Se detuvieron cerca del Palacio de Buckingham y pasaron después al Regency Café y degustaron un almuerzo exquisito. Pero aún con la idea en mente, los chicos se apresuraron a ir a saludar al Tío William, presumiendo que se encontraría en el mejor hotel de Londres, el Hotel Savoy.
Mientras tanto dos personajes se despedían en el citado lugar, pues a uno de ellos se le dio el aviso que debía abandonar de inmediato el edificio. Se habían reunido con motivo de una alianza y para conocerse, pues ambos en un futuro serían quienes estuvieran al mando de los negocios de sus familias.
Al llegar Candy, Stear y Archie a la puerta del cuarto del Tío William, se percataron que estaba entreabierta, al internarse en esa suntuosa habitación, vieron que alguien estaba sentado de espaldas a la puerta, en la silla del despacho y que esa persona fumaba, creyendo que era su tío, Candy se presentó y le expresó su agradecimiento, pero en eso la silla giró de frente a ellos encontrando así a quien ocupaba el lugar.
Totalmente sorprendidos sobre todo Candy, no daban crédito de ver a Terruce Grandchester, quien le entregó en un mano un sobre dirigido a ella, pues el huésped abandonó el cuarto dejando su equipaje, es decir que de manera repentina había salido del lugar.
-Este mensaje es para ti pecosa.- Terry entregó el sobre a Candy pasando de largo sin saludar ni despedirse abriéndose altivamente paso ante los tres.
Candy algo incómoda ante su presencia, se quedó muda, ella leyó el mensaje del Tío William, quien le expresaba su deseo que aprovechara sus estudios en el Real Colegio San Pablo.
Candy notó la molestia en la cara de Archie, a lo que ella le preguntó: -¿Qué pasa Archie?
- Ese chico es nuestro compañero de clase, pero no somos amigos, hemos tenido varios desencuentros, es un aristócrata malcriado y prepotente.
-Archie y Terry no se llevan bien Candy -dijo Stear- al parecer ha habido algunos malos entendidos
-No creo que sea tan malo debe haber algún motivo por el que se comporte así.
-Candy no lo conoces, es un antipático con aires de grandeza, sólo por ser el hijo de un Duque se cree superior a todos.
-Tranquilo Archie, vamos a darle el beneficio de la duda, generalmente los defectos de las personas son resultado del entorno en que viven, pues aún y alguien sea muy adinerado o muy poderoso, si se comporta así no quiere decir que sea feliz,
-Candy…-Archie se quedó sin palabras al escucharla.
-Nuevamente nos has dado una gran lección Candy, no es así Archie.
El menor Cornwell algo avergonzado solo asintió, pero preocupado por ella aseveró. –Candy procura no acercarte a ese Grandchester, podría hacerte una grosería
Candy eligió no mencionar nada sobre sus casualidades con Terry, pues no quería molestar a su primo y arruinar el paseo.
-Tampoco dudes en acudir a nosotros si tienes algún problema, aunque tú eres fuerte estar en el Colegio es muy difícil pues la vida es muy estricta, casi militarizada, además ahí están también Eliza y Neil.
-Gracias Stear, pero mientras ustedes estén ahí yo me sentiré como en casa, además le prometí a la Señorita Pony y la Hermana María que aprovecharé todo lo que ahí me enseñen, pues es mi deseo convertirme en una gran dama. -Respondió Candy
Llegaron entonces a las puertas del Real Colegio San Pablo, caída la tarde, antes de entrar Candy sacó de su maleta a Clin y lo dejó en un bosque que estaba frente al edificio, pues por consejo de sus primos le advirtieron que revisarían todas sus pertenencias y que corría peligro el animalito, así que lo más seguro para el coatí era dejarlo en un lugar cercano y ya después él solito se internaría en los jardines del Colegio.
Al descender del carruaje, se despidió de sus primos con un saludo, pues las muestras de afecto no eran bien vistas por las religiosas del plantel.
-Bienvenidos, Señor George Bernard, Señorita Candice- les dijo Sor Grey, la Madre Rectora del Colegio. -Les esperábamos desde hace días, pero nos notificaron por telegrama que su llegada sería más tardía por un contratiempo en altamar. –Efectivamente Hermana Grey, sucedió un acto humanitario de rescate de una embarcación, de la que fuimos testigos la Señorita Candy y su servidor.
-Me alegro, que haya sido así, el Capitán del barco, debe ser un hombre íntegro para haber tomado esa decisión-
Acto seguido les mencionó las reglas del Colegio, sobre todo respecto a la interacción con los jóvenes, la cual no estaba prohibida del todo, pero siempre estaría supervisada. Eso le molestaba en demasía a la Rectora pues tuvo que ceder ante las presiones de las familias de los alumnos, quienes se habían organizado para externarle sus demandas, siendo conservadora y habiendo dirigido por 27 años el Colegio con un método de segregación escolar tan estricto.
-Hermana Margaret conduzca por favor a la Señorita Candice a su habitación, mientras concluyo los trámites de ingreso con el Señor Bernard. –Sí Hermana Grey.
-Hermana Grey, si me permite quisiera comentar una inquietud, es mi deber de comunicarle que la Señorita Candice White Andrew es la hija adoptiva del Señor Andrew, quien me ha expresado su preocupación por el trato que pudiera recibir en esta institución, la Señorita es una joven que ha crecido con carencias, pero rodeada de cariño, por eso es tan especial para mi jefe, quien ha elegido este Colegio para que reciba una formación apropiada para su nueva condición social.
-Comprendo- La Hermana Grey había meditado hacia sus adentros esa frase, "rodeada de cariño", pues ciertos alumnos al ser de familias de tan renombre, no habían sido criados en el seno de una familia afectiva, sino más bien, con la intervención de nanas, alejados de sus padres, por lo que muchos tenían un trato frío e impersonal, y eso daba origen a muchos problemas.
–Pierda cuidado Sr. Bernard, Candy recibirá la mejor educación en nuestro Colegio, nos encargaremos de prepararla adecuadamente para su futuro.
Mientras tanto Candy al entrar a su habitación se dio cuenta que había una cantidad de libros a la que no estaba acostumbrada, aunque no era mala estudiante, había materias que se le complicaba entender, pues era un poco distraída, frecuentemente vivía en las nubes, pero se propuso que daría su mayor esfuerzo para lograr ser su mejor versión de ahora en adelante, para cumplir con la promesa que hizo a sus madres de aprovechar lo que la familia Andrew le ofrecía.
Al siguiente día Candy en punto de las 7 de la mañana asistía a la misa diaria que oficiaba el Obispo de la Catedral de Westminster, hombre sabio y comprensivo con los jóvenes, era muy atinado en sus homilías y siempre les dejaba una enseñanza. Después de la misa, se servía el desayuno en comedores diferentes y a las 9 en punto tenía su primera clase con la Hermana Klaise, que daba la materia de Historia. Las materias en las que podían compartir salón con los chicos, era la de Música, Literatura y Matemáticas, pero no sería sino hasta la siguiente semana cuando se integrara a estas asignaturas.
Era la hora del descanso y Candy corrió para buscar a Clin, le preocupaba que el animalito no pudiera atravesar la barda del Colegio y se internó en el bosque esperando poder verlo y hablándole en susurros - ¡Clin, Clin!- No tenía respuesta del animalito, y empezó a angustiarse pues podría haberse extraviado o peor aún que lo hubieran atropellado o metido al zoológico; fué hasta que después de un rato de tanto buscarlo, lo escuchó entre los árboles que estaban más alejados del edificio.
En lo alto de una rama alguien observaba a la rubia correr, agacharse buscando y con el sol de la media tarde su cabello dorado brillaba, cuando el animalito se dio a notar a su dueña emitiendo un ruidito, no le quedó más que hablarle.
-¿Buscabas algo?- Era Terry que lo alto de la rama de un gran árbol tenía a Clin en sus brazos comiendo de su mano algunas nueces.
-¡Ahh, Clin! ¡Clin! ¡Que gusto de verte!- con un gran alivio se alegró de ver al pequeño animal, que no reparó quien lo tenía hasta en un momento se dio cuenta que era Terry que lo cargaba y detuvo sus pasos, sin saber si acercarse o no.
-¿Vaya pecosa, sabias tú que tener mascotas está prohibido en el Colegio?
-Clin, no es una mascota, es mi familia, él siempre ha estado conmigo y no voy a abandonarlo.- replicó con algo de incomodidad
-Pues no se parecen, Clin no es pecoso, además se ve que tiene muy buen carácter.- Le dijo burlón incordiandola.
-¡¿Que estás diciendo?!-ya molesta le gritó
-No te enojes porque te llenas de pecas, hahahahahahaha
Con una mano en la cintura levantando la barbilla y una mano le dijo: -Dame a mi Clin.
Terry bajó con cuidado del árbol para no dejarlo caer y ya de pié en el suelo lo soltó y el animalito corrió de inmediato y se trepó en brazos de Candy, como si comprendiera la situación, le lamió las mejillas para que ya no se enojara, ella de inmediato calmó su molestia y se rió a carcajadas con las cosquillas.
-Jajajajajaja, basta Clin, jajaja eres un travieso jajajajajaja.
Terry se quedó observando las reacciones de la chica y al escuchar su risa como si fuera una melodía entró a sus sentidos, bajando su guardia, olvidando por un momento su altanería y sarcasmo. Era una cosa muy extraña lo que sentía al oír la voz de Candy, era como escuchar las notas dulces de un etude de Burgmüller, su ánimo era relajado y eso solo lo había podido conseguir con la música, pues su vida había sido siempre complicada y estricta, por lo que se había refugiado en el piano y en la naturaleza para darle un descanso a las presiones que le agobiaban desde niño.
Candy estando más contenta por tener a su Clin, cambiada totalmente la expresión de su cara le dice a Terry –Gracias por cuidar de mi Clin y darle de comer, pocas veces él acepta que alguien además de mi lo cargue.
Terry, que nunca vió al animalito como un peligro, comprendió que al estar alejado de su hábitat podría estar en riesgo si lo descubren, por lo que sonrió de lado y dijo: -creo que es mejor dejarlo en éste árbol, aquí tendrá un hogar- señalando el abeto alto y con ramas gruesas con un hueco en medio el tronco.
-Espero que nadie lo encuentre, porque lo llevarían de inmediato al zoológico.- Dijo Candy preocupada de que su secreto fuese revelado por el chico.
-Por mi parte no daré aviso a las autoridades del colegio, con una condición.
-¿Qué condición Terry?- Terry, ella le dijo Terry, meditó el castaño, su nombre se escuchaba muy dulce en su voz, nunca alguien había dicho su nombre así, con ese tono, siempre era Terruce o Terry, pero seguido de un regaño, seguido de una exigencia, hacía mucho que alguien no lo llamaba así.
Volviendo de sus pensamientos, y volviendo a la seguridad que en el sarcasmo hallaba dijo:
-Que me demuestres tu amor pequeña pecosa.- Bajando su mirada a su altura fué acercándose a ella, Candy fue dando pasos hacia atrás hasta topar con el tronco de un árbol. Asustada y con la respiración agitada, se vió de nuevo en la misma situación que en el salón del barco, cuando vió la mirada del castaño, se perdió en el azul de sus ojos, hasta que volteó la cara a un lado para romper el hechizo y fue entonces que sonó el timbre que llamaba a clase.
-Salvada por la campana, hahahahaha
-¡Grosero!- Humillada lo empujó con todas sus fuerzas y Terry fue a dar hasta el suelo, quedándose ahí viéndola como se alejaba. De nuevo la tuvo cerca y no sabía porqué había permitido que bajaran sus murallas, que siempre había antepuesto a quien se le acercaba, nunca le había sucedido que alguien le hablara así, ni había sentido nunca esa inseguridad de mostrarse tal cual era él, tal vez lo mejor sería no volver a hablar con ella, pues le habían enseñado toda su vida a ocultar sus emociones ante los demás, lo más extraño es que su interior le pedía más. Estaba en un conflicto que se agarró la cabeza como si se la hubiera golpeado, pues sólo ante una mujer se había mostrado así sin armaduras ni prejuicios.
Chicas gracias por la aceptación a esta historia, me encuentro muy contenta de poder realizarla, les prometo que no la dejaré inconclusa, pero pues como todas, tengo obligaciones, y no sería justo que por publicar más seguido descuide la esencia de la historia, pero por lo menos publicaré una vez por semana. Gracias Mia 811, Jossie, Guest, Pati: me alegra mucho que tenga ese efecto en ti, LightGoigia: me hace feliz que te haga feliz, Abril-04: es un honor recibir un elogio de ti, me encantan tus historias, Guest
