Los personajes de esta historia no me pertenecen, sólo escribo para fines de entretenimiento.

EL HIJO DEL MAS ALTO NOBLE INGLES

A sus dieciséis años Terruce Grandchester dominaba varios idiomas, había sido entrenado en esgrima y equitación, tenía una muy buena condición física resultado de las horas diarias de entrenamiento, para él era un desahogo a su exceso de energía y su mal humor que era muy frecuente, estaba acostumbrado a verse abrumado por tantas obligaciones, que había llegado a un punto de no querer hablar con nadie.

Cuando ingresó al Colegio San Pablo hacía dos años, sufría el acoso de sus compañeros, lo veían como un arrogante y orgulloso, ya que no quería convivir con ellos, pues cuando tenían sus momentos de descanso prefería alejarse, según Terry los otros jóvenes eran vulgares e irrespetuosos, hablaban mal de las señoritas, incluso presumían de haber tenido experiencias sexuales con las doncellas de la servidumbre, Terry no era como ellos, no comprendían que estaba criado con las más alta educación, incluso en las artes, tenía que leer por lo menos un libro por semana, estudiar piano, violín, canto, además de aprenderse toda la historia de su familia y de la realeza británica.

Aunque era un adolescente, era un caballero en sus modales, su acento británico no era como el de los demás ingleses pues su forma de hablar denotaba su cultura y abolengo, su delgada figura masculina muy definida, de alta estatura, era digno de una estampa, de verse plasmado en una pintura con algún traje marcial lleno de condecoraciones; sin embargo el nombre le pesaba demasiado, era muy joven para sentir esa responsabilidad, pues aunque no tuviera una relación amistosa con su padre el Duque de Grandchester, éste había procurado prepararlo toda su vida para que lo sucediera en el cargo.

Nunca pudo opinar sobre lo que él deseaba para sí mismo, en la realeza no hay voluntad propia, todos los actos que realizaba eran protocolarios, preparado desde pequeño incluso de manera militar para el servicio a la Corona, no podía confiar en las intenciones de nadie, pues no sabía si se acercaban a él para pedirle algo o solo por conveniencia.

Bien dicen que quien se encuentra en una posición privilegiada muchas veces vive en soledad, eso pasaba con Terry, omitía mostrar sus emociones incluso con su rostro siempre solemne. Pero había llegado a una edad en que por naturaleza empezaba a cuestionarlo todo, incluso sus deberes, a veces dejaba de asistir a clases para adentrarse al bosque del Colegio, en ocasiones se perdía algunas noches en las calles de Londres, aprendió a beber y fumar, así lograba quitarse los pensamientos que lo aturdían a causa de las humillaciones de que era objeto por su madrastra, así se olvidaba de los gritos de la duquesa, al echarle en cara sus orígenes.

A la cara de cerdo, como él le apodaba, le molestaba que el Duque lo prefiriera a sus demás hijos, que le hubiera dedicado tanta preparación, sólo por ser el primogénito hijo de una americana que no tenía idea quien era el Duque cuando se enamoró de él, que al ser deslumbrada por su caballerosidad y su mirada penetrante que atravesaba lo más hondo de su corazón, se unió a él en matrimonio a escondidas en América, fue de esa unión que nació Terry, vivieron un idilio que fue como un sueño, hasta que las responsabilidades de la Corona le llamaban al Duque, quienes anularon su matrimonio para que se casara con su actual mujer, la hija del Duque de Hallisburg, una joven ambiciosa y de carácter amargoso, completamente opuesto a ella, a la verdadera madre de su hijo Terruce.

Fue por lo vivido por su padre, que se propuso no repetir la historia, si su progenitor había sido débil al no defender su felicidad, siendo sometido a un destino infeliz, él se prometió que no renunciaría a su propia voluntad; sería un desafío, pero estaba preparado para todo, hasta para enfrentarse a su padre si le quitaba su derecho a elegir su destino.

Pero para lo que no estaba listo era para escuchar la risa cantarina de esa rubia pecosa, se resistía a darle importancia, pero no se le quitaba la imagen de su sonrisa amplia y la lluvia de luz en su pelo, con un fulgor por su alegría que le había contagiado esa tarde, estaba contrariado, no sabía porqué causaba ese efecto en él y porqué siempre que coincidían él terminaba en el suelo mientras ella huía de él. Era muy diferente a todas las personas que había conocido en su vida, además ella no temía mostrar su alegría, su enojo y cuando la veía no podía evitar acercarse a ella, como si ella en su ser tuviera un imán y al ver el verde esmeralda de sus ojos caía en un hechizo y se percató que si no fuera por el movimiento del barco o el timbre del colegio, algo hubiera sucedido, dentro de él sentía un anhelo totalmente nuevo que lo impulsaba a hacer algo más.

Esa tarde iniciaba el Taller de Música, Terry había evitado asistir a las clases y prefería mejor estar solo en el salón de ensayo tocando el piano, practicaba incesantemente, en ocasiones se perdía en las notas como si se transportara a otros lugares, esta vez la pieza que ensayaba era Les Sylphes, imaginaba esas hadas del viento, tenía en mente una ninfa con pecas y ojos verdes, al llegar su imagen a su mente se equivocaba y volvía a empezar la pieza, la repetía hasta alcanzar la velocidad adecuada, y cada vez más se apasionaba más y se despeinaba cuando hacía énfasis en los graves.

Cerca de ahí iba caminando una chica pecosa, que guiada por el sonido que provenía del cuarto de música que estaba en el segundo piso y atraída por las notas del piano, se trepó a un árbol que daba a la ventana de ese salón. Cuál fue su sorpresa al descubrir que quien ejecutaba esa pieza era nada más y nada menos que Terry, se quedó impresionada contemplando cómo cerraba los ojos dejándose llevar por la música, veía el movimiento de su cabellera que rozaba por su rostro y al verse envuelta por la melodía, cerró también los ojos para soñar y fue ahí cuando sucedió.

De repente se escuchó un crujir en una rama del árbol que se veía por la ventana abierta, seguido se escuchó un golpe tremendo que hizo que Terry detuviera su ensayo, se asustó un poco ante el impacto, se puso de pie y vio que se había roto una ramita del árbol del jardín, le pareció muy raro, a esa hora nadie debía estar por los alrededores; al asomarse hacia abajo, vio a la causante de sus pensamientos más recientes, ella se sobaba por la caída, levantó las cejas y ahogó una risa, le pareció gracioso, pero al ver a la rubia quejándose por el golpe y con algunos raspones, bajó veloz por las escaleras y se presentó ante ella que seguía en el suelo, luego poniéndose a su altura dijo:

-¿Me estabas espiando pecosa?- quiso distraerla de su dolor, con su sarcasmo, pero esta vez no funcionó.

-¡Auch! Por supuesto que no, eh… eh… solo estaba buscando a Clin –mintió al verse descubierta.

Estaba por importunarla de nuevo, cuando vio sangre en su rodilla izquierda y se agarraba el brazo de dolor, ella trató de levantarse con dificultad y entonces sintió que sus pies se elevaban cuando Terry la cargó en sus brazos.

-Vayamos a enfermería, la Hermana Grey te examinará. – Nerviosa y sintiéndose esta vez más cerca que nunca de él, pasó sus brazos por su cuello para no caerse, cerró los ojos por la vergüenza y sonrojada ocultó su cara en el pecho de Terry, quien no pudo evitar las muchas sensaciones nuevas que brotaban con cada aliento de la pecosa y fue en ese momento en que al sentir su aroma a rosas y su calor, se dio cuenta que no tenía escapatoria, sus murallas se estaban derrumbando de nuevo y ésta vez le gustó verse envuelto en esa atmósfera con ella, le ardía la piel, como si en ese momento se le impregnara más adentro de su ser, el corazón le latía cada vez más rápido.

Candy a su vez, no la estaba pasando tan mal, sentía que el pecho del castaño era el lugar más familiar para ella, aunque le dolía todo por la caída, sabía que no era tan grave, pero se dejó cuidar por Terry, le dio la oportunidad de comportarse como un caballero, ahora no la molestaba, realmente era otro Terry que no conocía, acababa de verlo en una escena que lo hacía admirarlo, aún no sabía mucho de él y se dio cuenta que le daba mucha curiosidad por conocerlo y saber cuál era su verdadero carácter.

Al atravesar el patio del Colegio solo unos pocos que estaban en el jardín se dieron cuenta que era Terry quien cargaba a Candy, entre ellos Archie, quien molesto por lo que acababa de presenciar, apretó los puños.

-¡¿Qué está haciendo Candy en brazos de Grandchester?! – enojado escupía Archie.

-Parece que van a enfermería, algo le pasó a Candy, aunque no sabía que conociera a Grandchester. –dijo Stear.

-Seguramente ese rufián le hizo algo a Candy, pero lo vá a pagar muy caro si se atrevió a hacerle daño.-estaba por ir donde ellos. -Espera Archie- lo retuvo del brazo Stear- yo no creo que sea así, parece que ella trae unos raspones, ya sabes como es de inquieta nuestra prima, no dudaría que la encontró lastimada y le ayudó, de Grandchester no he sabido que sea irrespetuoso con las damas, mejor esperemos afuera de enfermería y le preguntamos a Candy cuando salga. Archie reprimió sus celos y se sentaron en la escalera que daba a la entrada de enfermería.

Adentro estaba la Hermana Margaret, para alivio de Terry, pues si hubiera sido alguna otra Hermana, lo hubieran retado.

-¡Terry! ¿Qué le ha pasado a Candy?- le pregunta la Hermana pues le extrañó que llegara con ella cargada y mucho menos Terry que era tan solitario, a la vez le agradó que él fuera tan servicial, era la primera vez que lo veía preocuparse por alguien.

-Hermana la encontré en el patio al parecer se tropezó. – Terry encubrió la travesura de Candy, pues no era bien visto que las señoritas estuvieran espiando a los varones y mucho menos trepadas en un árbol. Candy notó ese gesto de parte de Terry y volteó a verlo y él le dedicó un guiño en complicidad. Ella algo sonrojada se sintió más tranquila pues él tuvo la discreción de guardar en secreto su ocurrencia.

-¿Es verdad Candy?- le preguntó la Hermana, pues sabía que era una señorita fuera de lo común y muy inquieta.

-Sí Hermana, iba persiguiendo un pajarillo que estaba aprendiendo a volar, quería cuidar que no se cayera y me tropecé sin querer, Terry escuchó mi grito de auxilio y me ayudó. -luego volteó con Terry que se puso una mano en la boca para no reírse de la mentirota que sacó la pecosa.

-Candy, debes ser más cuidadosa, además no debes interferir con los procesos de la naturaleza, sabes bien que Dios es quien pone el viento bajo las alas de los que quieren alzar el vuelo, y el primer vuelo de un ave es un salto de fe y así como ellos, nosotros debemos confiar en que Dios Nuestro Señor siempre acudirá a nuestro auxilio cuando lo necesitamos, incluso a veces se vale de personas. -Al decir lo último, la Hermana veía las miradas cómplices de los dos rebeldes, sonriendo para sus adentros, era una de las Hermanas en quien se podía confiar y quien comprendía que la adolescencia es la edad de las ilusiones.

-Terry, puedes irte, en un momento vendrá la Hermana Grey para examinar a Candy- Terry volviendo a tierra, asintió con la cabeza y le dedicó una mirada a la pecosa con una media sonrisa. –Gracias Terry- fueron las palabras que le dirigió Candy, pues tenía la garganta paralizada por la vergüenza después de haber estado en sus brazos.

Al bajar las escaleras, sintió que lo jalaron fuertemente del saco. -¡¿Qué le hiciste a Candy?!- era Archie que enojado le reclamaba.

–Espera Archie, no empieces otra vez, debe haber una explicación- Stear trató de calmarlo.

Terry se liberó de los puños de Archie y cambiando su estado de ánimo de paz a uno de enojo replicó. –Yo no tengo porqué darle explicaciones a nadie.-

-Óyeme bien Grandchester, no quiero verte cerca de Candy, ni que le dirijas la palabra-

Terry que ya se iba, voltea y le dice con sorna –¿Ah sí? Acaso tienes algún compromiso con ella.-

-No, ehh… no, - tartamudeo Archie algo destanteado -Candy es mi prima, así que no quiero que la lastimes.

El inglés no era tonto, claro que recordó haber presenciado el efusivo abrazo que le dio a la rubia cuando llegaron al puerto, pero quería aclarar de una vez por todas si había alguien en el corazón de la pecosa y ante todo el respeto y el honor, pues si la chica ya estaba comprometida, lógicamente se retiraría de la contienda.

-Calma Archie- intervino Stear – No creo que le haya hecho daño, ya lo hablamos, mira Terry, creo que nunca nos han presentado, soy Stear Cornwell, mi hermano Archibald y yo somos primos de Candy y estamos preocupados por lo que le haya pasado-. Dándole la mano y una palmada en el brazo le sonrió al castaño. Ya más calmados los tres, Terry les informó -Ella se cayó y la llevé a enfermería, eso es todo, tenía raspones nada más- ante todo, él respetaba los secretos que iba haciendo con Candy.

-Gracias Terry, cuando quieras podemos platicar, ya sabes que estamos en el mismo equipo de laboratorios, tengo pensado un proyecto final para sorprender al maestro y ganarnos una buena calificación-. A Terry le agradó la amabilidad del mayor de los hermanos y quedaron de platicar después para organizarse. Se despidió de mano del genio y con un gesto de cabeza de Archie, quien todavía estaba algo ofuscado.

Nuevamente aquí hay otro capítulo, espero sea de su agrado, son tantas cosas que quisiera poner en un capítulo, pero voy aprendiendo, la verdad esto tiene su chiste, ahora veo que todas las que aquí publican sus historias merecen reconocimiento por ser tan generosas y compartir parte de ellas mismas en éstos fics. Algo que me gusta al leer historias es escuchar música de piano, además me imagino a Terry como alguien conocedor que se deleita con las bellas artes, les iré dejando enlaces de youtube para que las busquen por si quieren imaginarse la escena.

( watch?v=Y1tOU0MN3s8 )

Muy pronto hará su aparición la parte antagónica, para ponerle algo de sabor al asunto. Gracias LightGiogia, Guest, ELYER G, Mia8111, Guest, Abril-04, Iris Adriana por seguirme. ¡Terry les manda besos!