Los personajes de esta historia no me pertenecen, escribo solo con fines de entretenimiento.
ADVERTENCIA: en este capítulo tendremos escenas indecorosas, lenguaje inadecuado y algo de violencia, quedan advertid s.
EL BESO DE ROMEO
Había visto y escuchado suficiente, Candy no podría despreciar a su primo el presumido Cornwell, seguramente lo aceptó, si seguro que le dijo que sí, ahorita deben estarse abrazando y besando, maldito Cornwell, maldita Candy, maldita sea la hora en que ella apareció en su vida, arrugó el libro que tenía en sus manos y lo estrello contra el suelo, lo levantó y lo tomó de nuevo, maldita costumbre de ser un caballero, tenía que verla para regresarle su libro.
Fue a su cuarto a pensar en lo sucedido, como era posible que ella lo traicionara así, sacó de atrás de los libros una botella de whisky de medio litro que guardaba para una urgencia, le hervía la sangre de pensar en que ahorita ese desgraciado pudiera estar manoseando a su Candy, a su pecosa, en que momento me volví tan estúpido, porqué la maldita costumbre de sobrepensar las cosas, esa confesión de Archie le cayó como balde de agua fría, como era posible que alguien más se le adelantara, cuando todo lo tenía bien planeado en su mente, iba a hablar con su padre y con el padre de ella para que le permitieran cortejarla, no quería hacerlo aún porque cambiarían mucho las cosas si lo hiciera oficial, estarían más vigilados por las familias y por las monjas, todo mundo se enteraría y estarían tras de ella, acosándola porque él tenía muchos enemigos, aún y estando en el colegio, sabía que con la aristocracia no se jugaba, ella sería señalada por ser huérfana y le harían la vida imposible, maldita sea la corona, maldito ducado, maldito apellido, preferiría ser un hombre común y corriente, pero libre de elegir a quien quisiera, que nadie se les interpusiera ni los juzgara.
Pero tenía que atravesarse ese maldito Cornwell, le caía mejor el Cornwell genio, él era mas accesible y las veces que habían platicado y trabajado juntos en equipo notó que era un joven con altas aspiraciones, con una creatividad e inteligencia que le sorprendía, nada que ver con el mariquetas de su hermano, siempre planchadito, peinadito, todo limpio e impecable.
Se avecinaba la tormenta y ya llevaba dos tragos de whisky, lo guardó y pensó al mal paso darle prisa, tomó el libro de Candy y descendió por el balcón, atravesando el bosque de entre los edificios hasta llegar al balcón de ella, pensó que a lo mejor si se lo aventaba desde abajo del balcón con eso sería suficiente, se hacía de noche y las nubes oscuras colmaban el cielo, empezando a caer un aguacero con gotas grandes que le pegaban duro en la cabeza, nada más eso faltaba, maldita lluvia, ahora tendré que meterme a su cuarto porque se le va a mojar el libro. Si solo le abriré el ventanal y se lo aviento, no quiero verla ni hablar con ella.
Todavía estaba que echaba humo del coraje, subió al balcón de Candy empezó a caer más lluvia y a relampaguear, abrió el ventanal y la vio ahí toda linda como una princesa de cuento dormida sobre su cama con el uniforme puesto, pensó para sí: Grandchester solo vas a dejarle el libro y ya, en eso se escucha un trueno ensordecedor y ella abre los ojos, se levanta un poco adormilada rascándose los ojos y con la luz de un relámpago, ella lo descubrió en su cuarto, él estaba a punto de salir, ya le había dejado el libro en el escritorio, pero ella grito fuerte y vio su carita de pánico, como si hubiera visto un fantasma.
Se desmayó y cayó en el suelo, afortunadamente no se golpeó la cabeza, solo reboto un poco en la orilla de la cama pero no fue un golpe de peligro, se acercó a verla y la tomó en sus brazos, estaba helada, no reaccionaba, seguramente le impacto mucho que no pudiera verlo a contraluz en la oscuridad, el colegio quedo en penumbras con ese rayo fulminante, todas las instalaciones eléctricas se vinieron abajo, por fortuna los alumnos ya estaban en sus cuartos.
La puso sobre el tapete mullido y fue a encender una vela para ver que no tuviera un golpe fuerte, ya no quería asustarla, esperaba que fueran a tocar su puerta a investigarla por el grito, pero nadie caminaba en los pasillos.
Afuera llovía muy fuerte, el viento golpeaba los ventanales del balcón, volvió a arrodillarse para tomarla en brazos para llevarla a su cama, se veía tan bonita dormida, cada día estaba más bella, y cada vez que se encontraban notaba que incrementaba su atractivo, cuando tomaba alcohol mandaba a paseo al caballero que siempre era, su vista dio un paseo por su silueta, sus piernas con su falda un poco levantada se mostraban ante él, ella se había quitado las medias y las botas, por lo que se atrevió a echar un vistazo por la piel de porcelana de sus pantorrillas, ya la había mirado al subir el árbol, pero no quiso apenarla, era de admitir que tenía unas piernas saludables tonificadas por tanto ajetreo de la chica, a todos lados iba corriendo y trepando la atolondrada tarzán. Subió la mirada y encontró su diminuta cinturita, tantos piquetes en las costillas que le dio en la tarde y no había notado esa curvita tan fina.
El moño estorboso no le permitió ver más allá de su pecho, pero se veía cada vez más levantado, ya era mucho pecado estarla examinando y mejor se centró a su rostro para evitar caer en la tentación, acaricio sus mejillas para que reaccionara, mordió su labio de abajo al ver los labios entreabiertos de Candy, dio un suspiro y tuvo la tentación de besarlos, morderlos y navegar con su lengua en ellos, un pequeño brillo en el labio inferior le daba esa voluptuosidad atrayente que le incrementaba sus ansias, pero en eso recordó el motivo por el que estaba ahí y le dio coraje pensar que quizá ya era novia de Archie y el muy gandalla ya los habría probado y él tal vez nunca tendría la oportunidad de probarlos y en un impulso bajo su rostro y la besó.
Era un suave roce de labios y ella no despertó, siguió besándola disfrutando la humedad de sus labios y la tentación de morder el labio inferior lo venció deleitándose con su carnosidad, succionándolo para llenarse de su sabor, ella realmente tenía el sueño muy pesado, no abría los ojos pero hubo un momento en que sintió un movimiento en los labios de Candy, aprovechó y probo su interior con su lengua, sabía que era mucho atrevimiento pero el alcohol lo hacía cometer locuras que en sus cinco sentidos sus escrúpulos no le permitirían hacer, después de todo sería una despedida como lo había hecho Romeo en el sepulcro.
Ella empezaba a moverse y se despidió de sus labios hinchados, apenas se separó de ellos y la cruda moral le cayó encima, tonto, como pude hacerle eso a Candy, se sintió como un verdadero rufián, el presumido Cornwell tenía razón, era un malcriado, tomó ventaja de la situación, se maldijo a sí mismo, estaba en medio de sus pensamientos, cuando ella iba abriendo los ojos, le dijo: -¡Terry que haces aquí, estás bien?- el respondió secamente: -Candy tenemos que hablar-
Ella se incorporó y se sentó frente a él. –Terry, estás todo mojado ¿Te pasó algo?- acarició su cabello que escurría de agua –déjame ayudarte, voy por una toalla- se iba a levantar, cuando él le tomó la mano y siguió diciendo:
-No es necesario, sólo vine a dejarte el libro que dejaste en la Colina- ella vio que su libro estaba en el escritorio, pero se veía lleno de tierra y maltratado –es cierto que tonta, lo había olvidado, gracias Terry- recordó que no había pensado en el libro por la situación que se le presentó después de estar con Terry.
–Candy también vine a despedirme de ti- Terry se puso de pié. –que estás diciendo Terry, a donde vas a ir- atónita por lo que acababa de escuchar no podía creer que en el día estaban perfectamente y ahora así de repente se iría, –no me voy Candy, vengo a despedirme de ti, de tu amistad, ahora que tienes a alguien más yo salgo sobrando- -Terry a que te refieres, yo, yo no tengo a nadie, tú lo sabes- la voz de ella temblorosa reflejaba cierta incredulidad por el cambio de actitud de Terry.
-¡Mentirosa, eres igual que todas las demás! ¡Yo que creí en ti! Pero saliste igual de resbalosa que las otras, ya tenías un romance en puerta con el maldito Cornwell- la furia de los celos explotaba todo en él, de nuevo volvía a ser el monstruo que Candy con su dulzura ya había desterrado.
Con los violines en su voz le dijo: -Pero Terry eso no es verdad, yo no tengo nada con Archie- en eso tocaron a la puerta de Candy y Terry le dio una ultima mirada reflejando rencor en sus ojos azules. Salió rápido de su balcón dando un brinco, ella quería salir tras de él, pero la Hermana Klaise estaba de ronda verificando los cuartos y tocaba insistentemente, -Candice abre la puerta- ella cerro el ventanal y la cortina y abrió la puerta –Candice se escuchaban voces en tu cuarto, voy a pasar a revisarte, ella con la tristeza que tenia por los sucesos recientes no tenía ninguna defensa –Candice porque esta mojado tu cuarto y porque huele a alcohol?- ella reacciono sin miedo, la verdad podría pasar la Hermana Grey, podría venir Eliza e insultarla, nada le afectaría más que perder la amistad con Terry. –Se abrió la ventana con el viento Hermana, como estaba dormida se metió el agua y el alcohol, no sé a lo mejor se tiró el alcohol del botiquín- sin alma en su voz no le importo si no le creían. –Límpialo Candice y ordena tu cuarto- salio la monja y ella cerró la puerta, las lágrimas brotaban a borbotones, le dolían mucho las palabras de Terry, pues cuando se veía lastimado era como un tigre herido, tirando zarpazos para defenderse.
-¿Pero cómo se habría enterado? seguro escuchó a Archie cuando habló conmigo, pero, si yo no quiero a Archie, lo quiero como un hermano, como un amigo, pero no así como él cree-.
Se puso a llorar en el suelo recargada en su cama, -Terry, Terry, te quiero a ti Terry, te quiero solo a ti Terry, no quiero estar sin ti- disminuyó un poco sus lágrimas porque sintió en su boca un aliento a alcohol -a lo mejor algo me cayó mal, tal vez me vaya a enfermar- de nuevo recordó la cara enfurecida de Terry y los ojos rojos que destellaban odio y volvió a llorar. Nunca imaginó que él hubiera estado bebiendo, no lo había percibido, lo único que pensaba era en que ya no volvería a encontrarlo en la colina como acostumbraba. Hacía unos momentos lo estaba soñando, en el sueño ellos estaban en la colina como el otro día, solo que en lugar de darle el beso en la mejilla, él la besó dulcemente en los labios, ella sintió crecer una magia esplendorosa en su corazón, él se detuvo en medio del beso para admirarla como pidiendo permiso para continuar y luego siguió con un beso demandante y apasionado, ella disfrutaba tanto esas sensaciones sin ningún pudor, era tanta la confianza que se tenían a esas alturas, que se dejaba llevar, pero luego en medio del sueño había algo que lo hacía sentir muy real, una humedad en sus labios, tal vez sería que ella también añoraba ser besada por él. Luego él se separó y la dejó ahí en el suelo y se fue, fue cuando despertó y lo vió muy cerca de ella, parecía que lo hubiera llamado entre sueños.
Un dolor en el pecho se agudizaba al realizar en ella que sí, efectivamente estaba enamorada de Terry, lo quería, no, no solo lo quería, lo amaba, era un dolor dulce, pues era un dolor de amor, no era lo mismo haber perdido a Anthony por su muerte, que perder a Terry por un malentendido, aun en medio de la tristeza, su corazón latía por él, decidió al día siguiente ir a buscarlo y encararlo para explicarle todo.
Al día siguiente se despertó con los ojos hinchados y con el ánimo por los suelos, se obligó a si misma a salir de la cama, vió su libro de francés, con tierra en la funda y lo limpió, -con tantas cosas que pasaron, no logré memorizar el poema, solo espero que la Hermana Marie me tenga paciencia- se arregló y fue a clases, esperaba buscar a Terry para explicarle, pero no tenía muchas esperanzas de que quisiera escucharla.
En los pasillos había un alboroto por los preparativos del festival de Mayo, empezaba el mes y en unas semanas sería el festival en el que participaría todo el colegio, trató de ocultar su pena para continuar con su día.
-Hola Candy, veo que no pudiste dormir con la tormenta- le dijo Paty con su cara algo preocupada por la rubia.
-Dormí poco, pero no importa, ¿Paty tu sabes porque hay tanto alboroto en el colegio?-
-Es el festival de Mayo Candy, por fin se llega dentro de unas semanas, es la fecha más esperada por todos, habrá un baile de disfraces, un desfile que será protagonizado por las señoritas que cumplan años en el mes de mayo, usan un vestido hermosísimo, y podrás invitar a quien tú quieras- el entusiasmo de Paty contagió a Candy olvidando un poco su tristeza.
-¿De verdad Paty?¡Aahhh que emoción! Podre invitar al tío abuelo William, a Albert, a la señorita Pony, a la Hermana María, aunque no creo que puedan venir desde América- dijo esto último con la mirada pensativa, era lógico que con el tiempo de los viajes no alcancen a llegar y además dejar a los niños del hogar era imposible.
-También podrás llevar pareja al baile Candy, ¿Tienes algún caballero que te acompañe?- Paty sabía que Candy se juntaba con Terry por las tardes, le daba gusto por Terry que siempre lo había visto solitario y todo mundo le tenía miedo, ya era hora que alguien encontrara la combinación a la caja fuerte de su corazón, y que mejor que Candy que era experta en esas cuestiones.
-No creo Paty, pero mi primo Stear podría ser tu acompañante para el baile- le dijo con mirada picarona a su amiga.
-Ay Candy, que cosas dices- se sonrojó Paty –¿Tu primo es el chico apuesto de lentes que me entregó el recado el otro día?-
-Ahh entonces ya lo conoces Paty, si, es el y creo que harían muy bonita pareja, él es muy inteligente y creativo, se llevarán muy bien, te lo aseguro- Candy estaba complacida de pensar en la felicidad de su amiga y su primo.
-La Hermana Margaret citó a todas las chicas en la hora de la clase de francés en el salón de canto, Candy le agradeció a Dios por el milagro de no tener esa hora en la que tendría que exponer clase, así tendría la tarde para prepararse mejor.
-Señoritas como muchas de ustedes ya saben, en el mes de mayo se lleva a cabo tradicionalmente el festival de Mayo en nuestro querido Colegio San Pablo, el 24 de Mayo es la festividad de la Virgen María y debemos prepararnos espiritualmente para ese día- las chicas todas estaban con la alegría en sus caras y al decir esto la Hermana, se miraron unas a otras resignadas, ya esperaban el sermón, la Hermana sabía que no todas eran tan piadosas y por dentro sonrió.
-Por supuesto que además habrá un gran desfile- todas gritaron de contentas –y un gran baile de disfraces- la algarabía crecía en todas las chicas, Candy estaba sorprendida de que todas esperaban la fecha, volteo a todos lados y vio que incluso Annie y Eliza sonreían alegremente, por dentro pensó en su hermana de crianza, que lejos estaban sus corazones en ese momento, pero verla feliz era suficiente para ella.
-Como todas ustedes saben, este año innovaremos con una gran gala en la que las señoritas y los varones podrán participar individualmente o en grupo en un recital, el coro del Colegio abrirá lugares para nuevos miembros y este año podrán integrarse las señoritas, por un permiso especial del Señor Obispo, ustedes saben que a las mujeres no se les permite cantar en la Iglesia, pero para la celebración eucarística de este año las señoritas podrán integrarse al coro, así que habrá una audición para todas aquellas que hayan sido bendecidas con ese talento- asombradas estaban todas las chicas, había un entusiasmo en todas ellas.
-Para ésta gala podrán audicionar aquellos que se precien de tener otros talentos, como el tocar un instrumento individual, el bel canto, las orquestas de cámara y por supuesto el ballet- el murmullo crecía en las chicas y la Hermana Margaret se sentía feliz de compartir estas novedades con ellas, las chicas tenían un cariño especial con esta religiosa por ser tan cercana y comprensiva con ellas.
-Por ultimo una sorpresa más, en este listado tengo los nombres de las chicas que serán el espíritu de la flor en el desfile, quienes irán en un gran carro alegórico jalado por un vehículo automotor, es una gran novedad, pues en otros años teníamos los caballos y tenía sus inconvenientes- todas rieron recordando que una vez un caballo hizo de las suyas en los vestidos de las chicas.
-Halley McMullen, Annie Britter, Georgiana Blake, Antonella Spinetti y Candice White Andrew- Candy que había escuchado el nombre de Annie en la lista volteó a verla feliz de que fuera a tener una participación tan importante en el desfile y le dio gusto por su hermana, aunque la mirada de envidia de Eliza no dejaba a Annie disfrutar de su felicidad, tanto pensó en ella que no se dio cuenta que mencionaron su nombre.
-¡Candy, también tu estarás en el desfile como espíritu de la flor!- Patty siempre linda le dijo a Candy por que la vio en la luna como siempre.
-¿Que dijiste Patty? ¡Aahhh! ¡Que alegría!- daba vueltas de felicidad, más que nada porque estaría con su hermana en el carro alegórico.
-Llevarás un vestido lindísimo Candy- Patty era una amiga de verdad, pues se alegraba sinceramente por ella, contrario a la egocéntrica de Eliza.
-Hermana Margaret, Candy es adoptada, ella no puede ser espíritu de la flor- dijo Eliza con toda la envidia posible y el coraje por imaginar a Candy superarla a ella en protagonismo.
-Eliza Leagan, el nombre de Candy está en la lista porque así está su fecha de nacimiento- dijo la Hermana Margaret, era obvia la envidia de la pelirroja, iba perdiendo la esperanza de que cambiara su carácter, ni los rezos matutinos la harían cambiar.
-Bien señoritas, vamos a formar comités para la decoración, quienes no participen en el festival, la gala o el desfile, podrán ser colaboradoras para decorar, para la recepción de invitados importantes y para ambientar en el baile- todas estaban emocionadas por participar y así fueron organizándose, más que nada les emocionaba el baile, podrían ser elegidas por algún compañero o llevar a su prometido al baile.
-Las señoritas que serán el espíritu de la flor vengan conmigo- salió la Hermana y las llevó a una sala donde estaba una diseñadora de alta costura que haría los atuendos, las fue observando y la diseñadora traída de París iba haciendo los figurines en papel, y coloreando de acuerdo al tono de piel de las chicas, estudiaba su figura, su encaje de cara, su cabello, pero más que nada su carácter y facciones.
A Annie por su cabello oscuro le diseñaron un vestido rosa, a las otras chicas, un vestido color lavanda, a otra por sus ojos uno color azul, a otra señorita morena uno color amarillo dorado y a Candy la observó bien y encontró en sus pecas y su cabello rubio dorado un encanto particular, que le parecía al de una actriz que conoció en Broadway, -señorita Candice, usted me recuerda a una dama que es una actriz impresionante en New York, a ella le he diseñado varios atuendos y tiene un color de cabello parecido al suyo- le dijo la diseñadora con una elegancia en sus palabras, - Gracias señorita… - le dijo Candy esperando saber su nombre –Chanel, Coco Chanel Candice-, -encantada Mademoiselle Coco Chanel- Candy quiso tratarla con elegancia y le resulto bien lo aprendido en las clases de francés. Le cayó bien a la diseñadora y le mostró el bosquejo de lo dibujado por ella, un vestido verde esmeralda que tenía varias capas de tela, que mezcladas reflejarían un brillo sutil, con un escote oval que llegaba al huesito de los hombros, con un corte estilo griego, combinado con cinta dorada en la cintura y las mangas vaporosas para poder lanzar flores.
Toda esta parafernalia era magnífica, el colegio iba a echar la casa por la ventana pues se esperaba la llegada de invitados importantes, encabezados por el Duque de Grandchester, además se esperaba también la aparición del Patriarca de los Andrew.
Su mente divagaba pensando en la estupidez que cometió en la noche anterior, aunque por otro lado, así como la conciencia era ambivalente el lado del diablillo le hacía delirar en la diablura que cometió, en el beso que le robó cuando ella seguía dormida por el desmayo, se iba a ir derechito al infierno por haber caído en la tentación, pero ¡Oh Cielos! había valido la pena, en un instante sintió que ella también lo besaba muy levemente y eso lo volvía a encender en sus ansias de besarla.
Sería capaz de ir y romperle la cara al maldito Archie si los viera juntos, la tomaría de la mano y la subiría a su caballo para llevársela lejos, ¡diantres! Sí que estaba loco, si creía eso posible. Con esa confusión en su mente, si hacerle caso al angelito del lado derecho o al diablito del lado izquierdo pasó la tarde, viendo desde la rama de un árbol cómo todo mundo corría de un lado a otro con los planes del festival de Mayo.
Nunca había participado de eso, no le interesaba, pero este año algo cambiaba, tenía la curiosidad de verla, qué disfraz iría a llevar, si ella se involucraría en alguna actividad. –¡Bah! Seguramente irá del brazo del mariquetas de Cornwell, con su camisa llena de olanes blancos y perfumado por todos los poros.
Eliza y Luisa se convirtieron en las celestinas de Annie, le consiguieron a un galán que le ayudaría a darle celos a Archie, tenían preparada la escena y el chico había aceptado formar parte de su plan. Annie no creía que fuera propio de una dama, pero en palabras de Eliza le dijo: -en la guerra y el amor todo se vale Annie querida- con ese espíritu, obedeció los consejos de su mentora y al ver pasar a Archie, el chico llamado Erick iba a llevarle una flor y declarársele enfrente de él, no iba a ser un gran suceso donde se diera cuenta el colegio, sino solo Archie o por lo menos Stear, para que se enterara su hermano y le informara que estaban por comerle el mandado.
Lo que Annie no sabía era que el plan no era tan limpio como Eliza se lo planteó, el chico estaba pagado para que intentara sobrepasarse con la morena y Archie entrara al defenderla. Sin duda un plan muy estilo Leagan.
Tal como lo habían orquestado, afuera del salón de ingeniería iba pasando Annie y el chico en cuestión la abordó, como caído del cielo a lo lejos venía Archie y divisó a Annie, iba a saludarla, tal vez estaba perdida por ser nueva en el colegio, porque no era un área acostumbrada por las señoritas.
En eso vió un joven abrazarla por detrás, tomándola y arrinconándola a la pared, ella gritó y Archie como caballero que se decía, corrió y de un jalón de la camisa se lo quitó de encima a Annie, quien ya estaba llorando de miedo, Archie le dio un derechazo en la nariz y se quedó noqueado en el piso, Annie al verse liberada del agresor se desmayó pensando que Archie lo había matado. Archie corrió y la tomó en sus brazos tratando de hacerla reaccionar: -Annie, Annie reacciona, la agitaba, por fin la hizo despertar: -¡Oh Archie! ¡Archie! ¡fue espantoso! Pense que me haría daño- lo abrazó con fuerza llorando desconsoladamente –calma Annie ya pasó, ¿Te encuentras bien?- el genuinamente preocupado la miro a sus ojos intensamente azules y ella sonrió entre lágrimas, ese gesto flecharía el corazón de Archie que estaba dolido por el rechazo de Candy. –Permiteme acompañarte Annie, vamos- le dijo tiernamente Archie, era todo un caballero de armadura brillante rescatando una damisela en peligro, ese episodio elevó su ego y más aún la mirada dulce de Annie, se fueron caminando al jardín a sentarse en una banca donde se quedaron platicando un rato hasta que Annie se sintió mas tranquila.
Alguien que estaba descansando en una rama de un árbol cercano a donde habían ocurrido las cosas, bajó de un brinco molesto por ver nuevamente una escena de agresión, aunque esta vez la victima fuera otra señorita, no quiso dejar impune al maldito bastardo que podría llegar a ser un peligro para las demás señoritas en especial que pudiera atacar a la pecosa.
Aun yacía semi-inconsciente en el suelo, llegó Terry y lo movió con el pié y el muchacho abrió los ojos, -Grandchester, no me hagas nada, por favor- Terry no era un sádico, sólo quiso advertirle al agresor para que nunca volviera a cometer la misma falta, ya no quería meterse en más problemas con las monjas. –Levántate desgraciado, donde me entere que agredes a alguien más, te las verás conmigo maldito, a las damas no se les molesta ¿entendiste?- lo tomó de la solapa y el chico con la sangre escurriendo de la nariz, solo asentía. –No vuelvas a acercarte a las damas, ¿captaste?- la furia contenida se reflejaba en sus ojos, -¿porque lo hiciste maldito, que no sabes como tratar a una dama?- el chico abrió la boca: -era un plan de Eliza Leagan, quería que Archibald se acercara a su amiga, todo fue una treta de ellas, querían que Cornwell se declarara a la chica, me pagaron- Terry sorprendido de la bajeza de los Leagan y por ahora inmiscuir a la otra señorita que parecía de buenas costumbres, se asqueó y lo dejó caer en el suelo. –¿es verdad lo que dices?- -sí Grandchester, todo fue un plan para que ellos se enamoren- se retiró del lugar y se fue al establo a correr a Teodora un rato, eso le despejaría la mente.
Me declaro culpable de ser cómplice de Terry, ya no se aguantó, ahora sí se viene lo bueno, espero subir capítulo el día del cumpleaños de nuestra amiga Candy. Estoy sorprendida por su cariño a esta historia, hasta lectoras de otros idiomas nos leen, me hacen muy feliz, Australia 77, FIL5, Rous jd, Blanca G. Gracias a todas por su aceptación a ésta historia, las quiero mucho.
