Los personajes de esta historia no me pertenecen, escribo solo con fines de entretenimiento.

VERANO EN ESCOCIA

Por fin llegaron las ansiadas vacaciones para los jóvenes del colegio san pablo. Habian concluido el año escolar y la totalidad de los alumnos prefirieron abandonar el colegio para poder disfrutar de la compañía de sus padres y familiares en sus lugares de origen, algunos más como Annie, Patty y Candy decidieron acudir a la Escuela de verano en Escocia, pues los padres de Annie estaban de viaje en la India por cuestiones de trabajo del Señor Britter, ella prefirió estar cerca de Archie quien iba a pasar las vacaciones coincidentemente en la Mansión de los Andrew que tenían también en Escocia; Patty quien estaba habituada a vivir lejos de su familia, ahora sentía un deseo de mayor independencia al querer seguir los pasos de su gentil galán ojiazul, tenía miedo que si se alejaba él podría conocer otra señorita más atractiva y más extrovertida que ella, aún no había un noviazgo, pero su sexto sentido le decía que debía estar cerca de él.

Candy escribió una carta a sus madres del Hogar de Pony platicándoles lo maravilloso que había sido el festival de Mayo, su reencuentro con Annie, les platicó además de lo estrictas que eran las religiosas del colegio, pero también que algunas de las monjas eran muy buenas con ella, que no se sentía tan sola y que cada día sentía que podía llegar a convertirse en una dama. De Terry no les platicó pues quería mejor guardarse esa sorpresa para cuando fuera a verlas a América en las vacaciones de navidad, además aún no revelaba su noviazgo con sus amigas y tenía miedo que alguien pudiera interceptar su carta y leerla.

En el colegio San Pablo reinaba una paz y también un vacío ahora que sus habitantes lo habían abandonado para avocarse a actividades mas recreativas y que de acuerdo a su edad les proporcionaban más libertad y alegría. Aun no eran tan mayores para tomar responsabilidades con seria formalidad, así que podían permitirse algo de diversión, sin duda una edad hermosa es la adolescencia.

Terry se encaminaba al castillo de Grandchester a despedirse del Duque, pues ahora que habían reanudado su relación poco a poco, tenía el propósito de darle la oportunidad a su padre para acercarse más.

-Bienvenido Terruce! No esperaba que quisieras pasar tus vacaciones este año en el castillo- lo recibió el Duque con un abrazo en el jardín donde tomaba el té esa mañana de Junio.

-Buenos días Duque, la verdad es que vine a despedirme, parto ahora mismo a Escocia, mi deseo es alejarme lo más que pueda del Colegio- le dijo con una sonrisa ligera en su bello rostro.

A su padre no le pasó desapercibido el brillo en los ojos que reflejaba un corazón en paz y tal vez podría atreverse a decir que hasta enamorado.

-Vaya Terruce, es una sorprendente novedad verte sonreir, me alegra verte así-

-Bueno, en realidad ya necesitaba dejar un tiempo las obligaciones escolares para poder relajarme, si no le molesta Duque, vine a recoger algunas cosas para llevarme a mi viaje- algo incómodo por la mirada escrutadora del Duque, desvió la vista hacia adentro del castillo encaminando sus pasos rápidamente a sus aposentos.

-Espera Terruce, jajajaja, ¡Ah que muchacho!- se quedó con la palabra en la boca viéndolo ingresar al interior del castillo, parecía tener prisa y era evidente que algo más lo impulsaba a ello, en otra época él mismo vivió esa ansiedad que surge de estar enamorado, comprendió que debía permitirle a su hijo vivir también sus nuevas experiencias, si éstas lo hacían notablemente más feliz.

El Duque se adentró al castillo y buscó entre sus pertenencias más resguardadas en la secrecía de un armario oculto en la pared un cofre con recuerdos de los tiempos felices de su pasado. Cada que sentía soledad y nostalgia recurría a lo que había tras de esa pared. Cartas, un listón con un mechón rizado de cabellos dorados, un guante de encaje beige, un acta de matrimonio, boletos del teatro, varias fotos y recortes de periódico, un reloj de bolsillo regalo de Eleanor, entre otras cosas que brindaban consuelo a su dolorido corazón. Estaba guardando estas cosas cuando se escuchó un toquido a su puerta.

-Adelante- recomponiéndose de su nostalgia, terminó de cerrar ese armario secreto. Terry entró a la habitación de su padre, que desde hacía años ya no compartía con la duquesa y que ahora irradiaba una tranquilidad y la luz entraba en mayor cantidad que antes.

-Duque…. – Terry se percató de la expresión en el rostro de su padre, que por mas que se esforzara en ocultar lograba reflejarse en su mirada. -¿le ocurre algo?- el Duque se sorprendio del interés de su hijo por su estado de animo, pues en otros tiempos no hubiera preguntado ni hubiera pedido ingresar siquiera en su habitación.

-No es nada hijo, solo que esta casa cada vez se siente mas sola, la duquesa y tus hermanos han decidido pasar el verano en el sur de Francia, parece que todos se pusieron de acuerdo en alejarse de mí.- ese comentario le sonaba un poco a reproche a Terry, pero más que eso le dolía el sentimiento de soledad que lo invadía. Reflexionó acerca de sus planes y después de meditar un poco le externó:

-Padre, usted está solo porque quiere, hay muchas aventuras para vivir allá afuera, todavía está a tiempo de disfrutar sus mejores años, no tiene porqué quedarse aquí encerrado viendo pasar el tiempo entre estos muros. Si usted acepta puede venir conmigo a la villa, podremos pasar ahí los cálidos días de verano entre el verdor de los prados de Escocia- a medida que iba diciendo estas palabras iba alegrándose más por incluirlo en sus planes, pensaba a la vez en su pecosa, ella le había dicho que debía estar cerca de su papá.

El Duque, ante esta espontanea invitación, conmovido se acercó a su hijo y le dio un abrazo fuerte y sincero.

-Hijo, gracias- así duraron los dos en un abrazo en medio de la habitación del Duque, esa muestra de cariño atravesó el corazón de Terry nutriendo más aún su seguridad, además que el hecho de haberlo llamado Padre, al Duque le agradaba mucho, creía que volvería a distanciarse porque llego llamándolo Duque como lo hacía antes de que se reconciliaran. Pero es que Terry aun no tenia esa confianza de que lo dejaran decidir libremente en su vida, y por eso tenia cierto recelo, ahora que había visto una faceta más humana en el Duque podía sentirse identificado con él, ambos eran muy parecidos no solo en lo atractivo de sus facciones, sino en lo taciturno y nostálgico de su carácter cuando se sentían solitarios.

-Gracias por invitarme a tus vacaciones, pero no quisiera estorbar en lo que tienes planeado- viéndolo a los ojos y bajando la barbilla tomo de los hombros a su hijo.

-Padre, no hay nada en lo que usted me pudiera estorbar, estee….- en ese momento recordó que su relación con Candy aún era secreto. El duque interpretó eso acertadamente pues ya sospechaba que Terry tendría sus planes con la chica que invitó al castillo.

-¿Crees tú que a Candy le parezca bien si los acompaño en sus paseos?- por dentro se reía al ver todas las expresiones incomodas en el rostro de su hijo.

-¿A-a-a-a Candy?- tartamudeo Terry, por mas que fuera un caballero y un galan, era un chiquillo frente a su padre.

El Duque lo dejó de pie en medio del cuarto y caminó rodeándolo y dirigiéndose a la mesita al lado de su cama encendió un puro, se recargó en la puerta de su balcón con una pose desenfadada como las que heredó a su hijo -Sí, Terruce, no te molestes en ocultármelo, se nota a todas luces que ella te gusta, es más hasta podría asegurar que ya son novios, ¿No es asi?- A Terry no le quedó de otra que aceptar que su relación ya no sería más un secreto, pues a decir verdad en el fondo no lo quería así.

Se sentó cansadamente en la orilla de la cama viendo hacia afuera del balcón, evadiendo la mirada de su padre. –Si, somos novios, pero por ahora, hemos querido guardar el secreto porque hay muchas personas que podrían hacerle daño a Candy si se enteran de esto y además no voy a permitir que nada ni nadie nos separe, por eso fue nuestra decisión mantenerlo así por ahora- al decir lo ultimo, le dirigió una mirada terminante a su Padre, como advirtiéndole que no se atreviera a separarlos.

-Terruce, algo así no puede permanecer en las sombras por mucho tiempo, eso es muy evidente, sobre todo en ti, que has cambiado tanto, yo no podría estar en contra de ese noviazgo si eso te hace feliz.- Terry veía extrañado a su padre, como si le hubiera salido un tercer ojo, estaba sorprendido que haya tomado de esa manera la noticia, pensaba que lo obligaría a terminar con Candy, sobre todo dado su origen.

-¿Por qué me miras así? ¿Que tengo garabatos en la cara? Jajajajaja- reia el Duque. La juventud de Terry y su felicidad, lo habían contagiado de alegría. –Mira hijo, una chica como Candy no puede pasar por soltera mucho tiempo, pues al ser heredera de los Andrew tiene compromisos que cumplir con su familia y con una sociedad que la conducirá a tener pretendientes y prospectos para un matrimonio arreglado, si es que esto no fue ya acordado desde su adopción por la dama Elroy que es quien dirige por ahora el clan Andrew- Terry sabia de todo eso y más, por su propio linaje.

-¿Entonces usted no se interpondrá entre nosotros?- incrédulo se puso de pie para ver a los ojos a su Padre.

-En absoluto Terruce, aun y si hubiera hecho algún acuerdo entre familias, que te confieso nunca lo hubo para ti, yo no permitiría que fueras terriblemente infeliz como yo lo he sido, en carne propia lo viví y no desearía que mi hijo se casara sin amor-. Una sincera sonrisa se extendió en la cara de Terry y abrazo de nuevo a su padre.

-Gracias papá, gracias-

-Es lo menos que puedo hacer por ti hijo, pero quiero que tengas cuidado con los Andrew, la matriarca es una dama muy impredecible, que según mis informes nunca estuvo de acuerdo con la adopción de Candice. Además te confieso que desde que Candice vino al castillo, me agrado mucho su carácter, además que sus rasgos no son de una chica común y corriente, hay algo atrás de su facciones que me parece familiar, por eso te comento que me gustaría investigar el origen de Candice; yo sé de antemano que su tutor ya ha iniciado una búsqueda en distintos países para encontrar sus raíces, pero si yo me uno a esa pesquisa, puedo ser de mucha utilidad -.

Terry se quedo pensativo y el duque se acercó y le dio palmaditas en el hombro –Padre, yo voy a protegerla, ella tiene muchos enemigos, por eso decidimos no revelar nuestro noviazgo, pero de mi cuenta corre que ella sea feliz y que nadie le impida serlo- en su voz se escuchaba una decisión y una confianza de hierro, ahora que su padre lo respaldaba, esa seguridad que siempre aparentaba en su actuar, ahora era más sólida.

-Ahora hablando de la invitación que me has hecho hijo, lo voy a considerar, tal vez no me hagan mal unas vacaciones, jajaja, ah, pero antes que te vayas quiero darte algo- sacó de su bolsillo una pequeña cajita de plata ya opaca por los años, con grabado barroco, la mete en la palma de la mano de Terry y la cierra, sosteniendola con sus dos manos –este es un pequeño regalo que quise hacerle a tu madre, pero nunca quiso aceptarlo, siempre fue una mujer muy orgullosa e independiente. Ahí estaba de nuevo la mirada nostálgica del Duque, Terry abrió el pequeño estuche y adentro contenía un dije con un diamante en forma de corazón color rosa y una cadena de oro blanco. –Padre, muchas gracias, es magnífico- Terry guardó la cajita en su bolsillo.

Pasaron un rato juntos y después de comer Terry salió del castillo en su coche rumbo a Escocia, realmente no necesitaba nada del castillo, solo era la excusa para despedirse de su padre, que había empezado a extrañar, cuanto le gustaría que las cosas fueran más normales, a veces deseaba haber podido tener el cariño de su madre y nunca haberse separado de ella, que le ayudara a crecer y en esta etapa que le enseñara a comprender a las mujeres. La influencia de Candy era como un viento fresco que se llevaba las dudas, las incertidumbres, las tristezas de su vida, poco a poco iba liberándose de tantos años de rencores y abandono.

En un carruaje iba camino a la campiña escocesa Candy, Annie y Patty con George, en otro carruaje iban Stear y Archie con Eliza y Neal rumbo a la villa de los Andrew, que estaba situada muy cerca de uno de los muchos lagos que hay en Escocia, el Lago Lomond, por la ventana del carruaje contemplaban sorprendidas del verdor de los prados y se imaginaban cuantas aventuras podrían esperarles en tan hermoso paisaje.

Llegando al castillo donde el colegio tenia su escuela de verano, se instalaron las tres chicas en el mismo cuarto, compartirían tantas conversaciones a la hora que quisieran sin tanta supervisión, la Hermana Margaret y la Hermana Marie estaban a cargo de todas las actividades y de la vigilancia de las chicas, quienes notaron que el ambiente sería mucho mas relajado que en el San Pablo. La rectora y las demás monjas se quedaron para recibir en las entrevistas a los nuevos alumnos para el siguiente ciclo escolar, además que tendrían un retiro para su vida espiritual.

El primer día se les permitió salir a caminar por las calles del pueblo más cercano, además de realizar las compras que necesitaran, en eso al ir caminando en algunas tiendas, se empezaba a acumular un grupo de personas en las calles, con banderas y la algarabía alcanzó a las chicas, que expectantes se detuvieron en una de las calles principales y descubrieron que estaba por iniciar un desfile donde un contingente de personas con vestuario típico del lugar, específicamente hombres con kilts y gaitas. Candy sintió latir su corazón a mas de mil por hora, con la emoción y la nostalgia de recordar a su príncipe de la colina, a quien conoció a sus apenas seis años, también se acordó de sus tres paladines, una lagrimita recorrio su mejilla derecha y cerro los ojos para poder controlar sus emociones, pues el rostro de Anthony volvía sonriente a sus recuerdos.

-¿Candy, estas bien?- preocupada Annie la tomó por el brazo –si Annie, es solo un pequeño recuerdo, Escocia es un lugar maravilloso, creo que nos divertiremos mucho en este lugar- sonrió con sus ojos vidriosos, Annie se le unió con sus lagrimones, ya era normal en ella ser una llorona.

-Vamos chicas, acompáñenme a la librería, aun me faltan dos libros por conseguir- Patty las interrumpió para que no empezaran con su nostalgia.

-Ay Patty, ¿Como es posible que en vacaciones no dejes de lado los libros?- dijo la pecas

-Jajajaja es que los libros siempre me han acompañado cuando me he sentido muy sola, que me es difícil no traerlos de vacaciones, además son unos libros de ciencia ficción y de aventuras que me recomendó Stear-

-Aahhh con que Steeaar?- dijeron a coro Annie y Candy con una miradita sugestiva.

-Patty, yo creo que tu y Stear necesitan un libro "como conquistar a tu enamorado" jajajaja- dijo Candy, a lo que las tres rieron camino a la librería.

Saliendo de ahí ya oscurecía pero había una verbena en las calles, al parecer terminando el desfile tradicional habría un festival con música como dando la bienvenida al verano y a los turistas que llegaban en esas fechas.

-¡Woow Chicas! Vamos al baile un ratito, si?- les dijo Candy entusiasmada

-Candy la Hermana Margaret nos advirtió que no debíamos tardarnos y ya son las seis de la tarde, debemos acomodar nuestras cosas y prepararnos para el itinerario de mañana.

-¿Solo será un ratito si?- dijo la rubia con su cara tierna y suplicando.

-Anda Patty solo vamos a darnos la vuelta y nos regresamos de inmediato, nos hace falta divertirnos un poco- pidió Annie.

La inglesita de lentes era la mas razonable de las tres pero esta vez cedió y tuvo que cargar los bolsos de sus amigas pues ellas habían corrido a bailar, sus cabellos volaban con el baile y el viento, solo se escuchaban resonar las carcajadas de Candy por el lugar. El ambiente festivo y colorido atrajo la atención de un joven que iba solo en su vehiculo y se detuvo a ver que pasaba, en eso escucho una risa muy conocida y amada por el.

Ahí estaba la pecosa de su corazón, de inmediato la identificó bailando entre la gente y riendo, estaba tan bella con ese vestido color blanco con naranja que era mas ligero que los que llevaban en el colegio. Se había quitado los zapatos y pudo ver sus pantorrillas bien formadas sin nada que las cubriera. Un palpitar en su pecho aceleró su pulso y saltó de su convertible dejándolo a unos metros de ahí.

Paty lo vió acercarse como sonámbulo hacia Candy, quien no dejaba de bailar, Annie ya se había sentado en una silla, pues no le podía seguir el paso a Candy, la música se detuvo e inició un ritmo romántico con violines, Candy se detuvo agitada viendo a las parejas formarse en el centro de la tarima, iba a regresar con sus amigas cuando al dar la vuelta topó con el pecho de Terry como si fuera un muro firme. Su gran sorpresa tuvo que ser disimulada solo con una sonrisa y sus ojos chispeantes que no podían ocultar la emoción.

-¡Terry! ¿Tambien tu llegaste hoy?- hubiera querido abrazarlo, pero su ahora novio la tomo de la mano y empezó a bailar con ella, ambos se contuvieron de estrecharse, pero eran observados con sospecha por las amigas de Candy.

-Pecosa, al parecer te has convertido en una ninfa del verano, ese atuendo es muy ligero para andar brincoteando Señorita Tarzan Pecosa- con una voz profunda y su mirada intensa, sometio a Candy a su ritmo y voluntad.

-Te-Terry…- una corriente recorrió su cuerpo de pies a cabeza cuando él la apretó un poco a su pecho y la llevó bailando en medio de la multitud, lejos de la vista de sus amigas.

Al estar un poco más ocultos de ellas, la sacó de bailar y la llevó tras del muro de un hostal que tenía arbustos en su fachada que los ayudaron a esconderse.

-Pecosa, te extrañé mucho- ya lejos de la vista de las demás personas la tomo en sus brazos y la levantó a su altura para darle un suave beso en los labios. Los corazones de los dos latian al mismo ritmo mientras a lo lejos se escuchaba una melodía tradicional escocesa en violín. Candy sabía que no debía tardarse pero el tiempo se detenía cada vez que estaba en brazos de su novio.

-Mi amor, yo también te extrañé mucho- le dijo ella en los labios despegándose poco a poco.

-Candy, este vestido te queda muy bien, tan bien que no quiero que nadie más te vea- la volvió a abrazar de manera posesiva posando su cabeza entre el hombro y el cuello de la chica depositando un beso en la piel, haciendo que ella cerrara sus ojos esperando más caricias de sus labios.

Terry subió en un camino de besos hasta llegar atrás de la oreja de Candy, tomó la nuca de la rubia y la dirigió para que lo besara en los labios nuevamente. Ella intuyó que quería un beso como el de la otra noche donde le permitió explorarla con su lengua. Era una caricia tan íntima y empezaba a disfrutarla sin pudor, pero gracias al angelito invisible de la conciencia, ella volvió a la realidad y más aún cuando escuchó la voz de Patty llamarla a lo lejos.

-Terry, me buscan las chicas, debo irme, nos van a reprender por llegar tarde- ella estaba por dejarlo ahí, cuando Terry la jaló de la mano y le dijo al oído, -te veo mañana en la tarde en el lago Lomond, yo te buscaré y te encontraré Candy- sin más le dio una lamida en la oreja de ella y se dio la vuelta con una risa traviesa al ver la cara atónita de la pecosa.

Si no fuera porque se fue rápido huyendo de ella, hubiera sido alcanzado por la mano de Candy, pues ese atrevimiento lo pagaría caro. Candy volvió a escuchar a Patty y fue corriendo hasta donde estaban sus amigas.

-¡Candy! Tenemos que apurarnos porque nos van a matar las monjas- gritó Annie.

Candy corrió detrás de ellas. Terry la veía divertido, el verano prometía mucho y sería inolvidable, era la primera vez que pasaría un verano así, lleno de sorpresas y de alegría, se encaminó a la villa Grandchester con una sonrisa en su rostro.

Pero esa sonrisa se borró cuando llegó a la reja, al vislumbrar una silueta femenina que lo esperaba en la entrada de la villa.

-¡Pero, qué es lo que hace esta mujer aquí!- fue un grave contraste a sus emociones de apenas unos instantes, al identificar la figura de su madre, Eleanor Baker.

-¡¿Qué haces aquí?! ¡No eres bienvenida!- gritó furioso

-¡Teerrry! No me desprecies, he venido a verte hijo mío- suplicaba ella tratando de acercarse.

-Yo no tengo madre, ¿Acaso no recuerda que en Nueva York me pidió que nadie podría enterarse?- se soltó del toque en su brazo mirándola con ojos flameantes de odio.

-¡Terrry déjame explicarte, por favor!- la dejó atrás de la reja con toda la rabia que le ocasionaba el recuerdo de aquel invierno en donde ella lo dejó fuera de su vida cuando más la necesitaba.

Corrió arriba de las escaleras y se encerró en su recamara, unas lágrimas empezaban a caer sin que pudiera detenerlas, le dolía en el alma el recuerdo, pero ahora se daba cuenta que no era rencor sino tristeza, en su corazón no podía haber ya sentimientos negativos desde que llegó Candy a sacar de su corazón los esqueletos que lo amargaban.

Cuando detuvo sus lágrimas se asomó por su balcón para ver si ella seguía ahí y no, había desaparecido.

Se sentó en el suelo pensando en que tal vez fue muy rudo con ella, pero a la vez tenía el estómago hecho nudo por la sorpresa de verla ahí. En un momento estaba rebosando de alegría y felicidad y ahora estaba preso de las inseguridades en sus sentimientos.

En el pequeño castillo de la Escuela de Verano del colegio San Pablo estaban las tres chicas desempacando y acomodando sus cosas en los armarios.

-Candy, me tienes en ascuas, cuéntanos por favor que pasa con Terry- le dijo Patty

-Ehh… ehh… ¿Terry?... pues… me lo encontré y bailé con él.. es todo- Candy no podía disimular su alegría y pensó que con esa explicación sería suficiente, pero el recuerdo de los besos de hacía un rato la hicieron sonrojarse.

-Muy bien Candy, pero si aún no me tienes suficiente confianza, comprendo- Patty sabía que algo pasaba pero la rubia a pesar de ser tan extrovertida, era demasiado reservada con sus sentimientos, en ese momento sintió de nuevo un rechazo por la falta de confianza de su amiga.

-Patty…- Candy percibió la seriedad de su amiga y de inmediato lo lamentó, pero no podía traicionar la confianza de Terry.

-Candy, no te preocupes, entendemos tu silencio, quizá solo es nuestra imaginación- quiso suavizar Annie el ambiente tenso entre las chicas.

-Chicas, yo las quiero mucho, y confíen en mí, por favor, cuando haya algo más que contarles, serán las primeras en enterarse- no hallaba como hacerle para no soltar la verdad y a la vez procurar a sus amigas.

-Patty, no digas que no confio en ti, por favor, discúlpame si eso te hice sentir, te prometo que este verano será maravilloso y debemos disfrutar cada día, es la primera vez que estoy en Escocia y quisiera que vivamos muchas aventuras juntas- le dijo esto con una sonrisa tierna como de gatito y tomándola de las manos le dio vueltas como cuando bailó en la plaza.

-Candy espera, me tumbas mis lentes, jajajaja- las tres chicas en pijamas daban vueltas en el cuarto.

Mientras tanto en la Mansión de los Andrew se encontraban Archie y Stear tomando una sidra en el balcón del salón principal.

-No se porque la tia Abuela Elroy no permitió que Candy se quedara con nosotros, si también es una Andrew- bufaba molesto Archie.

-Ya sé y en su lugar nos encasquetaron a los mellizos del terror- se lamentaba Stear. –¿Ya llegarían las chicas al castillo de la escuela de verano?- pregunto a su hermano menor.

-Hace rato vi a George en el despacho hablando con la tia abuela, yo imagino que dejó a las chicas y vino a reportarse.

-Ojalá mañana podamos ir a saludarlas, si es que a la tia no se le ocurre otra cosa. ¿Le dijiste a Annie que vendrías a Escocia?- pregunto Stear.

-Lo olvidé por completo, pero es mejor así le agradará la sorpresa de verme- Archie estaba acostumbrado a darse mucha importancia.

-Oh claro, seguramente ella debe estar suspirando por verte, ¿Podrías ser menos vanidoso hermanito?- lo empujo para hacerlo caer de su pedestal.

-¿A que te refieres Stear?-

-A que te sobra seguridad en ti mismo hermanito, no digo que sea malo, pero a veces te pasas de vanidad, mira, ya estas arreglando la manga de tu camisa solo por el pequeño empujon que te di-

-Bueno, es que a mi me gusta verme bien, además a Candy le agrado así, perdón, digo, a Annie- se le escapó y se dio la vuelta para que Stear no lo pillara en la verdad que acababa de soltar.

-Archie, Archie, cuando entenderás que Candy te quiere pero como un hermano, es más a los dos nos quiere por igual, nunca nos ha dado señales de algo más, debemos comprender que ella debe sanar su corazón de la muerte de Anthony y llegado el momento elija a quien ella ame de verdad, si tanto la quieres no debes interferir en su felicidad, además tu ya tienes a Annie- Stear no podía creer en la terquedad de su hermano, que no quería entender las cosas.

-Bueno, bueno, ¿ya fue mucho regaño no? Solo me confundí, eso es todo.- sin querer lo traiciono el subconsciente, pues aun al ver a Candy le brillaban los ojitos, aunque ya fuera novio de Annie, lo que inflaba aun más su ego, pues según él mismo, estaba loquita por él.

-Está bien hermano, pero cambiando de tema, ¿A que no sabes quién está en este momento en Edimburgo? Te daré una pista, es rubia y es la mejor actriz del mundo- le dijo Stear.

-No me digas, ¡Eleanor mamacita Baker!- dijo Archie, se mordía el labio inferior al recordar a la rubia actriz que había visto en algunas puestas en escena.

-Jajjaja Archie, que no te oiga Annie, jajaja, que te parece si mañana vamos a buscarla en su hotel, mi informante me compartió los datos donde se encuentra y al parecer no es una visita de promoción, sino anda de incógnita-

-Estupendo hermanito, mañana vamos a buscarla ojala ahora si nos acepte una cena- dijo Archie con sus aires de galán.

-Buen plan, mañana después del almuerzo la visitamos, pero… ¿y las chicas?- dijo Stear.

-Podemos buscarlas otro dia, seguramente apenas se están adaptando a las actividades además Eleanor podría irse de un dia a otro y ellas van llegando- dijo Archie sin darle mucha importancia.

Asi se organizaron los hermanos Cornwell, sin darse cuenta que en el balcón del piso de arriba alguien escuchaba los pormenores de sus planes con una sonrisa malévola. –Asi que Archie anda con la mustia de Annie, quien lo iba a decir, a ver qué opina de esto nuestra querida tía - dijo Eliza a su hermano.

–Espera hermanita, no te precipites, hay que pensar bien las cosas, yo no sabía que le gustara Candy, parece que esta información podremos utilizarla a nuestro favor hermanita, ya no puedo esperar más por mi venganza- dijo lleno de rencor el joven Leagan, quien había padecido los castigos de su padre los últimos meses, por poner en riesgo los privilegios de la familia con lo sucedido en el colegio y solo bastaron unas lágrimas de cocodrilo para convencer a su tia Elroy haber cambiado su comportamiento.

Por eso sus padres le permitieron ir a Escocia pero eso sí, muy sentenciado que a la próxima lo iban a desheredar, la advertencia del tio William que hizo llegar a los Leagan a través de George, fue muy enérgica, pero la tia Elroy era muy consentidora con los Leagan a quienes les llenaba de regalos solo por aparentar ser cariñosos con ella, cosa que los Cornwell ya no hacían pues después de los desprecios a Candy pusieron un poco de distancia con su querida tía.

Por fin pude actualizar un capítulo más, quisiera dedicarle más tiempo a la historia, pero con tantas actividades no me considero dueña de mi tiempo, así pasa cuando tienes familia y trabajo, pero lo que plasmo en cada episodio es sagrado para mí, es mi válvula de escape, mis sueños románticos, mi mundo alternativo que me permite crear en mi imaginación una realidad diferente y mejor para mis queridos rebeldes. Espero les guste, cada línea es con mucho cariño. El próximo capítulo personalizo los saludos, ahorita termino de subir y me tengo que ir a un compromiso corriendo. Un abrazo a todas, las quiero!