VENCIENDO LOS MIEDOS

Candy no sabía de qué huía, si entre ellos no habían secretos, pero el miedo que sentía era superior a su entendimiento, escuchó los cascos del caballo y se detuvo a taparse los oídos, era un sonido que le traía muy malos recuerdos, en su mente volvió la imagen del accidente de Anthony en la cabeza, su respiración se volvió muy agitada y empezó a llorar volviendo a sentir el horror de verlo tirado en el césped inmóvil. El sonido de los cascos eran cada vez más cercanos, Terry la alcanzó y se interpuso en su camino, bajó rápido y la tomó en sus brazos, ella temblaba atemorizada sin saber porqué, se suponía que eso ya lo había asimilado, o al menos eso creía.

-¡Candy, que te pasa! ¡Porqué huiste, dime que tienes pecosa!- fue entonces que liberó a llanto abierto el sentimiento que tenía atorado, ese flashback que le produjo el sonido de los cascos le había hecho revivir un crudo momento que al parecer jamás podría olvidar. Refugiada en brazos de Terry iba llegando el alivio poco a poco, pero no sabía si era conveniente abrir de nuevo el tema de la muerte de Anthony.

No podía hablar, el sentimiento de haber perdido a un ser tan querido y tan cercano la sobrecogió, por un momento pasó por su mente el pensamiento de que algún día podría perder a Terry también, ella lo abrazó por la cintura muy fuerte.

-Terry, no te vayas nunca por favor, tu no me dejes igual que Anthony- el chico levanto la mirada y miró al horizonte, no podía evitar sentir celos al escuchar el nombre de otra persona de labios de Candy, cerró los ojos tratando de empatizar con ella, perder a alguien así tan repentinamente debió ser una tragedia para ella. La abrazó con calidez acariciándole el cabello y la espalda, le dio un beso en la coronilla y posó su mejilla en su cabeza.

-Nunca, me oyes, nunca me iré de tu lado pecosa- su voz tan acariciante y aterciopelada le transmitía esa confianza que había perdido hace algunos instantes. Fue disminuyendo el llanto y entre suspiros dejó que el viento se llevara sus ultimas lágrimas. Levantó su rostro y se perdió en los ojos zafiro de Terry que la miraban con dulzura.

-Gracias Terry, gracias mi amor, por comprenderme, lo que revivió mi mente no pude evitarlo, el sonido de los cascos me trae malos recuerdos, es algo con lo que no puedo todavía- él acariciaba su mejilla y le dolía verla en ese estado, una pequeña sonrisa se curvó en sus labios y en los de ella también, acababa de vencer el miedo de compartir su dolor con su novio.

-No te preocupes pecosa, comprendo que esa experiencia es difícil de superar, pero ahorita lo que vamos a hacer es ayudarte a confiar en Teodora- le dijo tranquilizadoramente pero aun así con voz decidida, no podía dejarla ir así.

-Gracias Te-Terry, no tengo nada en contra de Teodora, es solo que esto que viví aún me duele, fue tan difícil, tu lo sabes, yo estuve ahí, a mi me inculparon de haber matado a Anthony, la tía abuela no me quiere, Eliza se encargó de culparme, yo era tan feliz, por fin había logrado tener una familia y el cariño de mis primos, parecía un sueño, después de lo que sucedió, ya nada me importó, no quería ni saber de nadie, ni de los Andrew, pero Albert, Annie, la Señorita Pony y la Hermana María me ayudaron, me hicieron ver que debía seguir adelante, pero no he podido Terry, aún me duele recordar- volvió a llorar en sus brazos.

-Llora mi amor, si eso te ayuda a desahogar lo que sientes llora, pero no puedes vivir así, presa de ese dolor. Teodora y yo vamos a ayudarte, ¿si? ¿Nos dejas ayudarte pecosa?- La yegua parecía entender todo lo que pasaba y acercó su cabeza en la espalda de la rubia como si quisiera decirle algo.

-Miraa, ella quiere decirte que si te subes en ella no te va a tumbar, que te parece eh?- Terry simulaba como traductor de lo que relinchaba el animal. A Candy le parecía muy gracioso que el actuara tan tierno.

-¿Seguro que eso dice? ¿No se pondrá celosa y me tumbará?-

-No mi amor, ella esta dispuesta mira- en eso el caballo dobla las patas delanteras para que Candy suba, era increíble lo entendido de la yegua, parecía un caballo de circo amaestrado.

-Aww que linda Teodora, gracias gracias- Candy estaba conmovida con el gesto del animal, Terry la dejó que subiera sola al caballo, aunque aun temblaba un poco, pero él subió detrás de ella y tomó las riendas del caballo, pasando una mano en la cintura de la rubia y poniendo su cabeza apoyada en el hombro de ella, depositó un beso en su sien y elevó el caballo.

-Cuidado Terry, siento que me voy a caer- Candy se sentía insegura y se tapó los ojos. –Calma pecosa, no pasará nada, yo estoy en control de los movimientos que haga Teodora, ¿Verdad que si Teodora?- el caballo relinchó respondiendo a su amo y empezaron a cabalgar lento, caminando.

-Mira, lo estás haciendo muy bien Candy, quita tus manitas, siente como pega el viento en tu cara- Candy se quitó las manos del rostro obedeciendo a Terry, aun seguía con los ojos cerrados y el movimiento de Teodora era como si la fuera meciendo.

-El viento despeja mis pensamientos- dijo serenamente y Terry la abrazó aún más dándole otro beso en la mejilla.

-Bien hecho Candy, confía, no nos vamos a caer, ahora vamos a ir un poco más rápido, pero recuerda que soy un jinete experimentado, no nos va a pasar nada, ¿ok?- Candy pasó saliva y asintió, apretó los ojos y se puso un poco tensa. Terry aceleró y ella sollozaba al escuchar de nueva cuenta los cascos del caballo.

-Terry, ten cuidado por favor, tengo miedo- Candy se giró y se apretó al torso del castaño. Terry no iba a detenerse, era un trago amargo que debían pasar para que ella aprendiera a soltar ese dolor.

-Candy si quieres llorar llora, si quieres llamar a Anthony llámalo, pero él no vendrá, él está muerto, soy yo quien está ahora aquí contigo, mi amor, no te encierres en el dolor- Terry hablaba fuerte porque iban a galope y sus palabras resonaban en el corazón de Candy, quien imaginaba a Anthony despidiéndose de ella, por fin sentía que podía dejarlo ir, cuando sucedió el accidente no le permitieron despedirlo y se quedó con ese dolor tan grande.

-Anthony, Anthony…- su corazón adolorido empezó a ser inundado por una paz y por el amor de su primo muerto, creía haberlo escuchado decirle "las personas viven en el corazón de quien las recuerda" –Adios Anthony- fue luego que escuchó de nuevo la voz de Terry y abrió los ojos.

-Abre los ojos Candy, mira el paisaje es verano, los narcisos están en flor, el sol se está despidiendo del día, mira lo hermoso del crepúsculo pecosa- Candy levantó el rostro y miró el paisaje.

-Arroja el peso de tu corazón Candy, mira siempre adelante, Anthony está muerto, pero resulta que tu y yo estamos vivos- el caballo hizo más lento el paso y ella aún con lágrimas en el rostro contemplaba el instante en que el sol se ocultaba en las montañas de Escocia.

Regresaron a la escuela de verano y en el camino Terry le decía: -Tal vez fui algo rudo, pero lo ví necesario mi amor, no quisiera que nada te impida disfrutar la felicidad, Candy tu eres una chica con un espíritu muy fuerte, no mereces vivir atada al pasado, sé que Anthony fue muy especial para ti y es algo con lo que yo tengo que aprender a vivir, saber que él el primero en ganar tu corazón no es fácil de aceptar-.

Candy giró su cuerpo y tomó el rostro de Terry: -Terry, tu has conquistado mi corazón desde el primer instante en que te ví, Anthony fue importante para mí y no voy a olvidar nunca que fue quien luchó por que yo entrara a la familia Andrew para protegerme de los Leagan.- el chico se sintió en desventaja, el que Anthony muriera lo inmortalizaba en los recuerdos de ella.

La rubia continuó: -Pero sabes algo, jamás había amado a nadie como te amo a ti, mi rebelde arrogante y…- sus palabras fueron calladas por un beso arrobado de amor, ella puso sus brazos en el cuello de su novio y correspondió plenamente al beso, el caballo se movía y Terry fue guiandolo a un lugar fuera del camino para seguir besando a su pecosa.

-Candy, jamás me dejes de amar pecosa, eres mi universo, mi amor, mi vida, has hecho de mí un loco enamorado, te amo- siguió con el beso y ella acariciaba su cabello, su pecho latía junto al de ella, cada vez que disfrutaban de esa intimidad era mucho más intensa y plena. –Terry, mi amor, me haces tan feliz, te amo tanto- las palabras del castaño eran un tesoro para ella, el verano les había regalado momentos tan especiales, llenos de promesas de un futuro juntos.

Cabalgaron más lentamente rumbo a la escuela de verano, Annie y Patty desde la ventana del segundo piso los vieron aproximarse, juntaron sus manos enternecidas de la escena que estaban presenciando desde su cuarto; también la Hermana Margaret los divisó desde el ventanal de la capilla, era increíble ver al rebelde del colegio sonreir, ese era un milagro que solo el amor podía haber logrado. Quien mejor que Candy para transformar el corazón solitario de Terry.

Se bajó primero él y tomándola de la cintura la hizo descender –¿Entonces, ya no le tienes miedo a Teodora? Mirala ella parece haberte tomado cariño- el animal, movía su cabeza hacia la mano de la rubia y movía sus patitas delanteras, como deseando una caricia de ella –Aww Teodoraa, ahora seremos amigas, juntas cuidaremos de Terry, ¿verdad?- acariciaba la cabeza del equino y Terry también.

-¿No quieres quedarte un momento Terry? Digo, mientras se resuelve todo en tu casa-

-Gracias pecosa, pero no creo que sea buena idea, imagínate la cara que van a poner las monjas, además como te dije las cosas entre ellos siempre han estado tan mal, que ahorita solo pudieran ser mejores, el Duque ha cambiado mucho desde que cierta mona pecosa metiche fue al castillo, jajajja-

-Creo que tienes razón, hay que tener mucha fé en que ellos podrán arreglar sus diferencias, y yo no soy metiche ehh, yo lo único que hice fue curar tus heridas-

-A ti te parece poco, pero al Duque no, salvaste a su primogénito, pudieron amputarme la pierna si se me infectaban las heridas, pero tú actuaste muy rápido- ella se quedó sin decir nada solo miraba sus ojos azul profundo y sus delgadas facciones inglesas, era tan guapo su novio y más aún con ese bronceado de verano que se cargaba, se veía irresistible.

-¿Quieres declararme tu amor de nuevo pequeña pecosa?- tomaba su mano con galantería y ella reaccionó, la había pillado contemplándolo, que pena, se puso roja y se dio la vuelta.

-¿Ahh noo te vas así como así? Mínimo me debes el beso de las buenas noches- ella volteó escandalizada.

-Ay ya cállate Terry, que te van a escuchar!- el chico reía y volvió a decir en voz alta.

-Bueno entonces no me voy hasta que me des mi…- ella lo empujó tras un muro donde no se veían y le tapó la boca con la mano.

-Auch!

En la villa de Grandchester el ambiente que se respiraba era tenso. Desde que salieron los dos jóvenes, se habían quedado sin habla Eleanor y el Duque.

-Creo que es mejor que me vaya a empacar- se puso de pie Eleanor, pero la mano del Duque se lo impidió.

-Espera, aún tenemos que aclarar algunas cosas Eleanor- no era tan fácil deshacerse de su tono autoritario que siempre lo había caracterizado, ella se sintió aún más incómoda y dio un paso hacia atrás para evitar el contacto.

-Sientate por favor- el tono más suave que utilizo el Duque sorprendió a la madre de Terry y obedeciendo volvió a su asiento.

-Hay algo que quisiera hablar contigo, si me permites.- Hacía tanto tiempo que no lo tenía cara a cara que volvieron los nervios a ella y un escalofrío en el vientre por la ansiedad que le provocaba tenerlo tan cerca. Ella asintió para que continuara.

-Hace muchos años que no hablamos, me gustaría que me dieras la oportunidad de explicarte como ha sido todo este tiempo la vida de nuestro hijo.- el Duque tenía las manos sudorosas, el efecto que le producía tener a su antiguo amor frente a él lo ponía como un jovenzuelo inseguro de nuevo, se recompuso y continuó. Eligió hablar de Terry pues lo de ellos él lo consideraba como algo ya perdido mucho tiempo atrás.

-Como tú sabes él es un joven muy inteligente, fuerte, brillante en todo lo que se propone y que le interesa realizar. He dado todo lo posible para que tenga una buena educación y que sea preparado para que pueda sucederme en el cargo, lo que espero que él esté convencido de hacer tarde o temprano.- ella se irguió en su asiento pues le molestó que Terry se viera en la imposibilidad de decidir por cuenta propia su futuro.

-Pero hay algo que yo no pude darme cuenta en todo este tiempo, hasta hace poco. Y es que él no ha sido feliz a mi lado. En mi familia siempre habían sido así las cosas, tú lo sabes, nunca se preocuparon porque yo también lo fuera y pensé que esa sería la maldición de los Grandchester, así que elegí mantenerme apartado de nuestro hijo, porque no quería ver el resultado de mi obra- Eleanor quería reprocharle y culparlo, le temblaba la mejilla por el coraje que empezaba a sentir, pero lo dejó continuar.

-Fracasé Eleanor, no pude darle lo más importante, el cariño de una madre. Tarde me di cuenta que él se había convertido en un muchacho resentido y problemático, del colegio me informaban que a veces se escapaba a embriagarse y llegaba hasta el siguiente día en un estado lamentable. No quise atender a esos llamados de atención de nuestro hijo pues la Duquesa no soportaba tenerlo en el castillo; pero hasta que un día me llamaron para decirme que había sido herido en una pelea callejera, no imaginaba el daño que le había causado con mi indiferencia hasta ese día- realmente era una novedad la manera en como el Duque se expresaba de su hijo, era imposible admitir un fracaso para los orgullosos ingleses y más aún siendo de la aristocracia, lo que hizo que Eleanor realizara que aún había un ser humano dentro del Duque de Grandchester.

-Desde hace unos meses la Duquesa y yo estamos separados, no puedo acceder al divorcio porque sería un escándalo para la corona, pero ambos decidimos que era lo más conveniente- Eleanor no podía creer lo que escuchaba.

-Hice las paces con nuestro hijo y quiero recuperar su confianza y también la de su madre- ambos se miraron, los azules ojos de Eleanor igual que los zafiros de Terry estaban cristalinos conmovidos por las palabras de Richard Grandchester, en su corazón solo había habitado él, pero ese amor fue sepultado por tantas heridas del pasado, sobre todo por haber perdido al hijo de ambos.

Se puso de pie y guio sus pasos a la ventana para tomar algo de aire, se sofocaba, fueron tantas confesiones extraordinarias en tan poco tiempo, estaba abrumada.

-Richard, a estas alturas lo único a lo que puedo aspirar es a poder ver a mi hijo de nuevo y si él acepta, llevármelo a América para que viva conmigo, yo también quiero recuperar el tiempo que tu me alejaste de él- su tono sonaba frío, no quería demostrar flaqueza ante él, el hombre que tanto había amado, pero que también le había hecho mucho daño.

El duque sabía que tenía que doblegar más aún su orgullo y no le fue tan difícil pues su corazón volvía a latir frente a su antiguo amor, pero su único amor, habían muchas barreras entre ellos, que él había construido durante todos esos años.

-Perdóname… perdóname Eleanor- se paró detrás de ella y le tomó los brazos, ella dejó caer su armadura de frialdad, le dolía el contacto con él, aun después de todos esos años ella aún sentía recorrer la sangre en sus venas acelaradamente cuando él la tocaba.

-Perdóname por todo el daño que te he hecho a ti y a nuestro hijo- ella no quería voltear a verlo porque entonces no sabría que pasaría.

-Te perdono Richard, a pesar de todo el dolor que he vivido de no estar con mi hijo en todos estos años, no puedo cargar más con esto-

-Eleanor, recuerdas el día que fuimos de picnic, ese día fue el más feliz de mi vida, como quisiera nacer de nuevo para poder elegir mi destino, si yo hubiera podido elegir, me hubiera quedado contigo para siempre Ellie- el Duque apoyó su cabeza en la de ella y dejó caer una lágrima. Al escuchar de nuevo su diminutivo como cuando estaban enamorados, ella se volvió hacia él y lo abrazó.

Ambos estaban así abrazados cuando Terry abrió la puerta y la volvió a cerrar. Los dos escucharon el ruido de la puerta y el Duque alcanzó a ver que era su hijo. –Creo que es momento de que tengamos de nuevo ese pícnic antes de que nuestro hijo crezca más, ¿No crees Ellie?- ella lo miró con dulzura y asintió.

La mañana siguiente Annie y Patty despertaron después que su amiga, no lo podían creer cuando ella ajustaba sus zapatillas y cepillaba su cabello cantando su alegre tonada que siempre escuchaban en sus días más felices.

-¡Candy! Acaso no dormiste nada?- le dijo Patty poniéndose las gafas.

-Hola Patty! Claro que si dormí y tuve un sueño maravilloso, pero el día está lindo, ojalá las clases terminen pronto para ir de paseo-

-Candy, ayer nos dejaste sorprendidas por la noticia de que tu y Terry son novios- le dijo Annie.

-Sí, Annie, Patty, no quería decirles porque aun no sabía como tomarían la noticia, además que los chicos no lo saben todavía-

-No te preocupes Candy, cuando vean lo feliz que estás ellos lo comprenderán- le dijo Patty

-Eso espero. Bien vamos chicas, a levantarse hoy hace un día muy hermoso-

La tarde anterior las chicas recibieron un recado que por la mañana pasarían por ellas para ir a la Mansión Andrew, pero obviamente Candy no estaba invitada de nuevo. Eliza y Neal no perdían la oportunidad para aconsejar a la tía Elroy en contra de Candy. Era tanto el desprecio que sentía por la rubia a raíz de las habladurías, que no quiso que pusiera un pie en la Mansión de descanso de los Andrew en todas las vacaciones.

El tío William había escrito a la dama para informar que se embarcaría a tierras remotas en un safari al África, así que con esa noticia se encontraba más molesta aún. Pues ya era hora que él tomara las riendas de la familia como Patriarca, ya que los negocios en Europa no podían delegarse siempre al Sr. George. Temía porque hubiera algún revés financiero y él estuviera ausente, además que habían comentarios en las altas esferas del gobierno acerca de un conflicto político que empezaba a surgir en Europa y eso podría perjudicar la estabilidad de su economía.

Las chicas se despidieron, era sábado y el colegio de verano no tenía clases más que una muy temprano en la hora del desayuno, la de urbanidad para que las alumnas aprendieran a comportarse en sociedad en base a los altos valores morales que ahí les inculcaban, además de que al siguiente día en domingo a las ocho de la mañana debían estar todas en la misa solemne en la iglesia del pueblo.

Annie al escuchar tantos sermones de comportamiento de una dama, se sentía que tenía pintado en la cara su pecado, no dejaba de pensar en el día en que casi se entregó a Archie, estaba en una encrucijada, por un lado el sentimiento de culpa y de indignidad y por el otro el amor apasionado de su novio. Ansiaba volver a tener un nuevo encuentro con él para asegurar que la amara siempre. Pero al escuchar a las Hermanas hablar de la pureza del pensamiento y del cuerpo insistentemente, se sentía indigna, entonces decidió que procuraría no quedarse a solas con su novio, para evitar caer en la tentación.

Patty por otro lado, tomaba nota mental de todo comportamiento impropio que debía evitar para evitar caer en una situación de peligro para su reputación. Estaba en la etapa donde quería agradar a su nuevo novio y tal vez le tocaría conocer a su familia, así que se esforzaba por mejorar para ser adecuada para él.

Mientras tanto en la mente de la rubia solo había una cosa, bueno no dos, jaja, dos zafiros intensos que la miraban como si la atravesaran y entendieran sus pensamientos. Empezaba a comprender el mundo que rodeaba a Terry y pensaba si ella daría el ancho con las expectativas de su familia por su origen desconocido y su falta de abolengo. Era claro que se había adaptado al colegio, se estaba esforzando en convertirse en una dama pero no comulgaba con algunas ideas que no iban de acuerdo a lo que aprendió de sus madres, la hipocresía y la frivolidad en ocasiones eran virtudes más resaltadas que la honestidad y la generosidad.

Las chicas salieron con los Cornwell y las recibió la Tía Elroy, al ser presentadas ante la matriarca percibieron una incómoda acogida de parte de la anfitriona, pues los hermanitos Leagan se burlaban de ellas y apenas tenían oportunidad de hacerlo las hacían quedar en ridículo ante la tía abuela, por supuesto que todas estas maldades eran con los modales más elaborados, es decir, sabían como atacar sin verse mal ante los ojos de la tía.

Archie y Stear protestaban cada que Eliza y Neal las importunaban, tanta fue la incomodidad de las chicas que Annie no podía elevar su barbilla y simular estar bien, la tía se fastidió al creer que las muchachitas que sus sobrinos habían llevado a presentarle, fueran una mala elección y esperaba que enmendaran su error, prefirió irse a descansar.

Un poco decepcionadas por la forma en que fueron tratadas en la Mansion Andrew, Annie y Patty tenían un mal sabor de boca de ese almuerzo con la dama y los chicos al advertir esta incómoda situación, las llevaron hasta un pequeño muelle que tenía la mansión, subieron cada quien a una pequeña canoa de madera, Archie con Annie y Stear con Patty.

Candy les había aconsejado que llevaran sus sombrillas y las dos se veían muy hermosas con su atuendo combinado con la sombrilla de encajes. Al principio les daba un poco de miedo el tambalear de la pequeña lancha de madera pero los Cornwell eran fuertes y caballeros, por lo que les dieron la confianza de navegar juntos. Eliza y Neal no quisieron quedarse atrás y también salieron detrás de ellos para espiarlos y ver si se encontraban con Candy, pues aunque consiguieron con argucias que no fuera invitada a la comida con la tia Elroy no soportaban el no saber que es lo que hacía en su tiempo libre.

-Hoy luces muy hermosa Annie, es una lástima que no hayamos podido estar solos un rato, porque tengo aún muchos besos que darte linda- galantemente Archie hizo sonrojar a la chica, que efectivamente ese día se había esmerado en su arreglo, pero había cambiado un poco su peinado, ahora optaba por llevarlo más natural, su cabello suelto sujetado solamente con un listón del mismo color de sus ojos.

-Oh Archie gracias, tú también luces muy buen mozo- aunque no quisiera la voz queda y serena de la morena, sonaba muy sensual, lo que aumentaba las ansias del chico, que sudoroso y con la camisa medio abierta se le notaban los músculos cada que giraba los remos, para Annie, Archiebald Cornwell era todo un sueño.

Por otro lado en la canoa de Patty y Stear: -Sabes Patty, tengo en mente un motor para estos casos, en lugar de tener que usar la fuerza bruta con los remos, podríamos recorrer todo el lago en 15 minutos, imagínate Patty, la ciencia al servicio del hombre, asi es como debe de ser, además que en lugar de estar apartados para no desnivelar la embarcación, podría sentarme a tu lado.

Patty estaba rojísima y sonrio con coquetería: -Eres muy dulce Stear, tienes razón, aunque no me puedo quejar de lo maravilloso que es este paseo- el chico sonrió y un mechon rizado cayó en su ojo derecho, Patty se acercó para despejarle la frente y la canoa se sacudió y ella estando de pie estuvo a punto de caer, de inmediato se sentó como pudo y se salvaron de caer al lago. Los dos rieron y siguieron hasta que escucharon a los desagradables compañeros burlarse de ellos.

-Mira hermanita, los dos torpes del colegio jajajaja- decía Neal

-Jajajajaja es cierto lo que dicen Neal, nunca falta un roto para un descosido jajajaja- se burlaba Eliza.

Asi estuvieron a lo largo del paseo importunando a las parejitas, que trataban de ignorarlos para no caerse de sus lanchas.

Candy había salido a caminar un rato, a ella no le habían llevado ningún recado, ella pensaba: -probablemente Terry esté ocupado con sus padres, o puede ser que tenga problemas y esté sufriendo, ¡oh no!- encaminó sus pasos rumbo a la villa Grandchester y poco antes de llegar se detuvo a ver el paisaje en lo alto de un risco, el lago brillaba con la luz de la tarde y el viento era fresco perfumado con el aroma de los narcisos en flor.

Recordó lo que le sucedió anoche y la forma en como Terry la trató al montar a Teodora, cerró los ojos con la imagen en mente de su guapo novio.

Justo atrás de ella se encontraba él quien sigilosamente se acercó y la alzó en vilo conduciéndola al borde del risco:

-¡Aaaahhhh! Bájame Terry! Bájame!- gritaba sorprendida Candy pataleando con fuerza

-Jajajajajaja creo que no te haría mal un baño pecosa jajaja, pero mira la altura de este risco jajajaj- Terry reía a carcajadas por la broma que le había hecho a Candy, ella le pegaba y gritaba –¡Bájame ya Terry! ¡Eres un salvaje!

-Jajajaj pero no te enojes porque se te ven mas las pecas jajaja- la bajó y ella le pegó en el pecho hasta tumbarlo contra el zacate y se sentó sobre su cintura para seguir manoteando pero él le detuvo los brazos.

-¡En serio estas enojada pecosa! Yaaa fue solo una broma- aun reia Terry pero ella estaba mas asustada que enojada. –¡Vas a ver malcriado insolente! ¡Me las pagarás!- ella estaba casi a punto de reir –¡Ah no, eso si que no conozco tu juego pecosa!- entonces él la tomó de ambas manos con una sola mano de él y la giró en el suelo poniéndose él sobre de ella y dejó caer todo su peso en ella.

-Terry, que estas haciendo, me estas aplastando! Ahhh, me falta el aire ahhh- ella exageraba un poco para que el sintiera pena por ella y se retirara, pero no era tonto, además que ese jueguito ya estaba pasando a otro plano más físico y entonces ella se vio en sus ojos que reclamaban un beso.

Ella se fue tranquilizando al verse reflejada en el azul profundo de sus ojos, hipnotizada se dejó guiar por el amor que ambos compartían y recibió de labios de Terry otro beso que inició cargado de amor, necesidad y fue escalando a ser más apasionado, con el simple hecho de pegar sus labios a los de él, ella sentía como si todo su cuerpo floreciera y su mente alcanzara el paraíso. No siempre los besos guiaban a algo más, Terry sabía que debía mantener el respeto a su pecosa, aunque no le faltaban ganas de algo más con ella, se sabía responsable de que la relación no se fuera por un lado peligroso, ya había estado tentado en otras ocasiones, pero lo que ahora disfrutaban juntos era una etapa hermosa en donde cada gesto, cada beso era el lenguaje secreto de los dos, ya habría tiempo para compartir el lecho y desfogar toda la pasión contenida de los dos, pues ambos eran muy similares en su forma de amar.

Candy movió sus manos abrazando a Terry, que ya no descargó su peso sobre ella, sino que se apoyó en sus brazos y fue ladeando su cuerpo para liberarla. Metió una pequeña mano dentro de la camisa de Terry a la altura de la cintura acariciándolo con timidez, el chico sintió arder su piel al contacto con los deditos de Candy, abrió los ojos y contemplaba el rostro de ella sumergida en un océano de amor, acarició su mejilla y su cabello regado en el césped. Volvió a cerrar sus ojos y siguió besando a su rubia novia, parecía que el tiempo se detenía cada que ellos estaban juntos, pero no era así, al contrario corría más rápido a su lado.

En eso empezaron a escuchar unas voces a lo lejos y Candy abrió los ojos, Terry también y de inmediato se sentaron, normalizando sus respiraciones y acomodándose la ropa. El chico la veía arreglarse el vestido que ese día llevaba, color blanco con flores rosas y cintas en el cabello, había vuelto a usar sus dos coletas de nuevo y admitió que se veía cándida y femenina.

-Pecas, ya extrañaba tus coletas, aunque ahora te llegan más largo, tendré mas cuidado no vaya a ser que las uses contra mi como látigo jajaja- bromeaba con ella y ella volvió al juego de manos y cuando estaba a punto de pegarle, escuchó que la llamaban.

-¡Candy! ¡Candy!- era Archie y Stear que gritaban desde las embarcaciones con sus novias, la rubia se puso de pie y Terry la siguió tomándola de la cintura, no podía evitar sentir necesidad de marcar su territorio, aunque los demás estuvieran acompañados, quería dejar bien claro que él estaba con ella.

La rubia movía el brazo para saludarlos de lejos –¡mira Terry son los chicos! Y vienen bien acompañados por Annie y Patty.

Mientras Archie le preguntaba a Annie –¿Quién está con Candy? ¿No me digas que es Terry Grandchester? Ese malcriado aristócrata, tiene las manos puestas en ella, ¡Que atrevimiento, ahora me las pagará!- Archie estaba molesto y se olvidó en un momento que estaba acompañado de su novia, tomó con más fuerza los remos y empezó a acelerar el ritmo.

-Espera Archie, no vayas tan rápido tengo miedo- Annie no era tonta, eso que había olvidado a Candy era puro cuento, se puso triste y le pedía a su novio que no fuera con ellos, que los dejara en paz.

Mientras Stear que iba con Patty le preguntó a su novia porqué Terry estaba ahí, a lo que ella le dijo que también Terry pasaba sus vacaciones en Escocia. –Creo que a Archie no le agrada nada ver a Candy con Terry, esperemos no haya problemas- dijo Stear.

-¡Archie espera, no vayas tan rápido van a caerse al lago! ¡Archie!- le gritaba Stear y Archie empecinado por darle su merecido a Terry no lo quiso escuchar, pero escuchó a Annie sollozar y volteó a verla, ella había cerrado los ojos y ya había cerrado su sombrilla para sujetarse fuerte de la canoa. Se avergonzó de su comportamiento y pidió disculpas a Annie: -Perdóname Annie, me dejé llevar, es que no soporto a ese Grandchester y me preocupa que le haga daño a Candy, es solo eso cariño- Archie soltó los remos y tomó las manos de Annie que temblaba de miedo y de tristeza, ella abrió los ojos y lo abrazó del cuello con fuerza –¡Archie!- Stear y Patty se acercaron a ellos para asegurarse que estuvieran bien, pero en eso escuchó la aguda y desagradable voz de Eliza.

-Pero si es Candy- dijo Eliza molesta –¿pero con quien esta? No alcanzo a ver ¡Rema más rápido Neal, vamos!-

Neal le respondió –Hermanita está nada menos y nada más que con Terry Grandchester y al parecer estan muy juntos- ella se emocionó porque también le gustaba el castaño (¡a quien no, jaja!) sin importarle que estuviera con Candy empezó a llamarlo.

-¡Oh sii, es Terry! ¡Terry! ¡Terry! – como una groupie se puso a gritarle desde donde iban, pasando de largo a las demás parejas, se puso de pié para que volteara a verla -¡Eliza no te muevas que nos vamos a caer!-dijo Neal

A lo lejos Candy y Terry vieron la caída de Eliza, esperaron un momento para ver que saliera del agua y nada.

Neal gritaba que lo ayudaran que no sabía nadar y era cierto, cuando era niño su mamá no creyó necesario que aprendiera a nadar, además que si hubiera hecho amistad con Anthony y los Cornwell al menos hubiera aprendido a ser más temerario. Por otro lado Eliza si sabía nadar, ella había aprendido porque perseguir al chico rubio, cuando él iba al lago Shenandoah a nadar ella lo seguía y se metía también para tentarlo, cosa que nunca le dio resultado a la pelirroja, porque Anthony tenía un gran respeto a las chicas y sus primos siempre lo acompañaban.

-¡Ayuda!¡Auxilio!- gritaba Eliza

-¡Terry, Eliza se está ahogando!- se preocupó Candy, Terry como de rayo brincó y se tiró un clavado para rescatarla, no estaban tan lejos de la orilla, pero la altura en la que la pareja se encontraba era aproximadamente de quince metros, por lo que el clavado que Terry ejecutó pareciera de todo un deportista profesional, dejando boquiabiertos a los Cornwell que no se habían acercado si quiera a los Leagan, porque sabían bien que Eliza sabía nadar desde niña y suponían que Neal también hubiese aprendido.

-Neal se aferraba a la embarcación que se había volteado y Stear lo ayudó subiéndolo a su canoa, ambas canoas se dirigieron a la orilla donde Candy los esperaba en un área más baja. Terry tomó a Elisa de la cintura, fue muy rápido en llevarla a la orilla además que Eliza por instinto pataleó, lo que al chico le pareció extraño, además que ella se aferraba a su cuerpo –Terry me ahogo, me ahogo Terry, ayúdame que me muero-

-Calma Eliza que ya casi llegamos- él no estaba tan contento con este rescate porque los que estaban cerca de la chica eran los Cornwell quienes pudieron haberle ayudado.

Ya en la orilla Candy los recibió y quiso ayudarle a Eliza, pero ella simulaba como si se desmayaba para que Terry la cargara, la rubia estaba mortificada de que realmente hubiera estado a punto de ahogarse, recordando la ocasión en que Albert la rescató en el río cuando era niña. Ya todos en tierra rodearon a Eliza y Terry que estaban empapados.

-Porque ninguno de ustedes pudo ayudarla, tuve que ir yo para evitar que se ahogase, ¿Que acaso no saben nadar?- les dijo en son de reproche a los Cornwell a Neal preferia no verlo pues desde el incidente en el colegio le guardaba un coraje por la infamia contra Candy.

-Para que te lo sepas mi hermano y yo somos excelentes nadadores, y no fuimos por ella porque también sabe nadar- Dijo muy molesto Archie por el reproche.

Candy le daba un pañuelo a Eliza para que secara su cara y trataba de ayudarla, pero la pelirroja como había visto que Candy y Terry estaban muy juntos la vio con mucho recelo, ya luego indagaría que es lo que tramaba la rubia con el guapísimo de Terry Grandchester.

-¿Es cierto Eliza, que si sabes nadar?- Terry se dirigió a la pelirroja, quien se lanzó a sus brazos para seguir con su drama. –No es cierto Terry, yo estaba a punto de morir, ellos no quisieron ayudarme porque no me quieren. Pero ya verán con la tía Abuela por no querer rescatarme- les reprochó.

-Terry si quieres vamos a la mansión Andrew para que seques tus ropas- insinuante le acarició el pecho pegándosele. A él solo le dio nauseas la forma tan voluble de ser de la chica, recordó que incluso habían llegado pronto a la orilla porque ella también se impulsó pataleando, no quiso desmentirla frente a los demás porque no era correcto hacer quedar mal a una dama.

–No gracias, no es necesario, mi villa está muy cerca- se puso de pié y caminó dos pasos y dijo: -¿Vienes Candy?- le extendió la mano y la rubia se sintió observada por todos sobre todo por Archie que estaba atónito, no les había dicho aún que era novia de Terry pero ese gesto era más que evidente.

-Claro que si- se giró y se despidió de todos -los veo luego chicos- la tomó de la mano y no la soltó, se fueron caminando rumbo a la villa. Eliza se quedó con la boca abierta que por poco se le mete un mosquito, Archie los miraba con sospecha porque se habían ido de la mano, los demás pronto se pusieron de pie para irse cada quien a su embarcación antes que la pelirroja dijera algo.

-¡Pero qué es esto! ¡La moza de establo se fue con Terry! ¡Y solos!¡Es una descarada! ¡Eso lo sabrá la tía abuela! ¡También le diré que ustedes no me ayudaron y que estuve a punto de morir, ya verán el castigo que les dará a todos!- Stear y Patty se subieron a su embarcación sin decir nada.

Annie con la vista al suelo temía que las cosas definitivamente no le fueran a salir bien ahora con la matriarca, además que su novio se veía molesto porque Candy se fue con Terry, por otro lado Archie estaba decepcionado que Candy se fuera con el aristócrata, no dijo nada en ese momento para no lastimar más a Annie. Tampoco le discutieron nada a Eliza y se subieron a su canoa.

-¡Esperen, a donde creen que van! ¿Nos van a dejar aquí? Que diría la tía abuela cuando los vea llegar sin nosotros- Archie y Stear se miraron con fastidio y regresaron a la orilla, subieron a Eliza con Stear y Patty y a Neal con Archie y Annie, Eliza iba vociferando todo el camino de regreso, hablando mal de Candy en voz alta para que Archie también escuchara, Neal también la secundaba, pero en ningún momento se molestó en tomar los remos por Archie, así que el paseo de regreso fue más incomodo por la impertinencia de los Leagan.

Candy caminó al lado de Terry rumbo a la villa Grandchester y debía admitir que su novio se veía irrestistible, su cabello mojado, sus ropas de verano pegadas al cuerpo, su perfil afilado, su caminar ahhhh, además que al rescatar a Eliza dio prueba de su fuerza varonil. -Es todo un héroe- murmuró ella suspirando, sin fijarse que esto último se le había escapado de los pensamientos y el chico se dio cuenta que lo estaba observando.

-Dime pecosa, ¿Siempre eres tan fisgona?- se paró frente a ella impidiendo que avanzara un paso más. Ella se puso muy nerviosa y no pudo hilar una palabra, la mirada intensa del muchacho y su sonrisa retorcida la inquietaron aún más.

-E-e-e-es que aún estoy preocupada por Eliza, estuvo a punto de ahogarse, si no fuera porque tú la salvaste- quiso desviar la plática para que no la incordiara.

-No debes preocuparte por ella, estaba fingiendo, mejor deberías preocuparte por ti, mis padres van a pensar que querías ahogarme jajajaja-

-Con que todo fue una farsa, ehh, y como te diste cuenta?- los celos empezaban a despertar. -Ella me abrazó pero pataleaba con fuerza- respondio él.

-¿Ah si? ¿Y te gustó que te abrazara?- cruzó los brazos y se volteó, la chica era tan transparente que no sabía como disimular los celos.

-Pecosa celosa, que haré contigo eh?- la abrazó por detrás tomando sus manitas aflojándolas y acariciando sus brazos, puso un beso en su mejilla y ella dio un brinco: -¡ya me mojaste Terry! Vas a hacer que me resfríe, ¡aaahh…chiis! ya me hiciste estornudar ¡aaahhhh…chiis!-

-Eso no es problema, seguro mi madre tendrá otro lindo vestido para ti, ya ves que te quiere más que a mí, jajaja, ven, vayamos más de prisa- la cargó como un costal en su hombro y ella pataleaba –bájame Terry, ya me mojaste toda, bájame- el castaño corría con ella en el hombro mientras en la Villa se encontraban Eleanor y Richard en el jardín conversando.

-Mira Eleanor, nuestro hijo ahora siempre está alegre- dijo el Duque a Eleanor, ella sonreía y se acercó a la entrada para recibirlos.

-Terry es mejor que bajes a nuestra invitada antes que la lastimes, esa no es forma de tratar a una dama- le dijo Eleanor con cariño. El Duque los veía contento era una casualidad que también a su hijo lo haya conquistado una rubia americana, indefectiblemente era sangre Grandchester.

El chico la puso en el suelo y Candy estaba pálida asustada, se puso atrás de él, apenada. –Buenas tardes Señora Baker- Luego vio al Duque de Grandchester y él se acercó a saludarla tomándola de la mano haciendo una pequeña reverencia, lo que para Terry significó mucho, pues la arrogancia y orgullo de su padre se había visto doblegado por una dulce niña rubia que les había cambiado la vida.

-Bienvenida Candice- la chica sintió su corazón pletórico de amor, pues se sentía aceptada por la familia de su novio.

-Encantada de volverlo a ver Su Excelencia, discúlpeme por presentarme en estas fachas- aludiendo a su ropa desordenada, lo que también él y Eleanor notaron pues Terry estaba más empapado aún que ella.

-Padre, disculpa es que tuvimos un pequeño percance- dijo el chico rascándose la cabeza, el Duque y Eleanor sonreían casi a punto de reírse.

-Muchachos no hay de que disculparse, pasen por favor, llegaron a tiempo para el picnic- dijo comprensivo el Duque.

–Hijos primero vayan a cambiarse y luego vienen a ayudarnos con unas cosas para el picnic- les dijo Eleanor.

Ambos jóvenes se miraron sorprendidos, Terry en tono mudo movió los labios diciendo "un picnic", ella asintió con la boca abierta y muy sonriente.

Hola chicas les dejo este capítulo, ojalá que les gusten algunas cosas que cambian en esta historia. Ya tengo adelantado el capítulo que sigue, espero muy prontito estarlo subiendo.

Un abrazo a todas, cuídense mucho y a seguir soñando con nuestros queridos rebeldes.