UNA MENTIRA QUE SE HIZO VERDAD
-Los personajes de ésta historia no me pertenecen, escribo sólo con fines de entretenimiento-
***ADVERTENCIA: éste capítulo contiene escenas para personas de amplio criterio***
-Hermana Margaret le agradezco que me haya comentado esas inquietudes de su parte, las familias Britter y Andrew aun no se han acercado a mí para hablar de los hechos, pero me temo que se avecina una tormenta con todo esto- así decía la Hermana Grey mortificada en exceso al escuchar el informe la siempre amable Hermana Margaret.
-Sí Hermana Grey, las señoritas siempre estuvieron bajo vigilancia, pero verá usted, siempre estaban acompañadas y las salidas que tenían eran en grupo- recordó en ese momento lo sucedido con Candy y su accidente, pero sería em otra ocasión porque no quería angustiar más a la rectora.
-¡Pero en qué momento se les ocurre a estos muchachos hacer sus barbaridades! Justo cuando estamos por recibir un apoyo de otra familia noble, por eso me propuse en extremar precauciones y cambiar la dinámica entre los varones y las señoritas, para evitar una catástrofe- recogía el sudor de su frente con un pañuelo y sus manos temblaban.
El Señor Andrew dio marcha atrás a sus intenciones de continuar con su viaje, el Duque le había hecho llegar un telegrama solicitando reunirse cuando regresara de su viaje, obviamente ya considerando dos asuntos en sus manos, un presentimiento que no lo dejó dormir esa noche lo hizo desistir de continuar con su ruta establecida, por más que le pesara tenía que volver, sabía que los padres de Archie no estaban en Inglaterra y eran difíciles de contactarlos en las inmediaciones de las tierras orientales donde se encontraban, más aun porque ellos estaban cumpliendo con la encomienda de manejar los negocios de la familia Andrew en Arabia y países aledaños. Cada cierto tiempo podían regresar pero era una única vez al año sorteando en el cumpleaños de Archie un año y el cumpleaños de Stear en el otro, poco se conocía de ellos en el medio social, el sacrificio de ausentarse de la vida de sus hijos era por darles ese status a futuro y de que pudieran ellos tener una vida mejor sin carencias, cuan equivocados estaban al alejarse de ellos pues también les hacían mucha falta.
Ese año por fortuna tenían proyectado ir en Septiembre para el cumpleaños del gatito, pero no habían enviado comunicado esperando fuera sorpresa para sus hijos.
En la Mansion de los Andrew una afanada cocinera se apresuraba a preparar los alimentos que de muy mala manera le solicitaba la Señora Leagan, -¡apúrate, la tía abuela no debe esperar por su comida, eres una inútil, como es posible que no sepas preparar lo que se te pide!- la cocinera molesta no estaba dispuesta a soportar los insultos de la dama de la sociedad americana, enojada no se dio cuenta de que entre las hierbas de olor que debía incluir el té de la tía abuela incluyó una no muy adecuada para su consumo, pero al ser similar a las que siempre se sembraban en el jardín botánico de los Andrew la tomó para preparar el té que la tía abuela siempre degustaba después de sus alimentos.
Elroy Andrew cerraba de nuevo el sobre con el telegrama recientemente recibido en el que el joven patriarca anunciaba su inminente regreso, estaba algo preocupada, con cierto temor, tal vez un presentimiento de que algo malo fuera a acaecer en la familia, rogaba a Dios que le sosegara su alma, pues los tiempos eran algo inciertos en los rumbos en donde William se encontraba. Aún con esa inquietud se reunió con Sara Leagan en el comedor para degustar sus alimentos en completo silencio, la otra mujer no quiso preguntar sobre su aparente malestar, solo conversaba de cosas frívolas como siempre, de compras, de los espectáculos en la gran ciudad de Londres, de las reuniones que acudirían donde también asistían miembros de la realeza.
Una vez que la dama hubo tomado sus alimentos se acercó la taza de té y percibio un olor muy fuerte, Sara Leagan retomó el tema de los Britter, Elroy colocó la taza en la mesa y siguieron platicando.
-Tía creo que es mejor que no asista a esa reunión con los Britter, esa niña no debe formar parte de los Andrew, ya sabe usted que ella es adoptada, y del mismo sucio lugar de donde viene Candy, no sé porque esas dos chiquillas trepadoras quieren adueñarse de algo que no les corresponde, usted tiene a Elisita que es una verdadera dama, tiene el carácter que a todos los demás les falta, ella incluso podría ser la siguiente en dirigir la familia, no podemos permitir que la sangre de los Andrew se contamine con ellas-. La tía molesta escuchó a Sara y le dio un trago a su té sin pensar, pero con la mente en el asunto que las entretenía.
–Puede que tengas razón Sara, pero si William aprueba la unión con los Britter, nada podré hacer, además que ahora esa chiquilla Candy tiene embaucado al hijo del Duque de Grandchester, no puedo darle la espalda porque se verá mal de mi parte si no les doy mi respaldo, son uniones muy convenientes para todos, aunque no me guste tengo que considerarlo- Por ahora enviaré un mensaje para decir que me siento indispuesta y veremos que se me ocurre más adelante.
-¡Pero tía! ¡Como puede usted siquiera en darle su apoyo después de que ella es la asesina de Anthony!- levantó la voz la Sra. Leagan y Elroy que volvía a levantar su taza de té, la dejó caer sobre el pequeño plato y sonó el traste, no le gustaba el tono en que le exigía Sara.
-¡Silencio! ¡Tengo que esperar el regreso de William! Tu sabes que tenemos alianza en los negocios con los Britter desde generaciones atrás, además por Eliza no te preocupes por eso la inscribimos en el Colegio para que ella pueda moverse entre las mejores familias de Inglaterra, es una chica muy inteligente, de buena fuente sé que en este ciclo escolar ingresaron nuevos prospectos que caerán rendidos a sus pies, en el baile de Octubre podremos entablar un acercamiento con sus familias- un poco exasperada por la insistencia de Sara y por el recuerdo de su querido sobrino, le dolía escuchar su nombre y pensar que pudo no ser un accidente, los Leagan se habían encargado de envenenarla contra Candy, por eso no quiso verla en Escocia ni la recibía en Londres.
-Discúlpeme tía, es bien sabido que esa niña fué adoptada por los Britter no es de buena sangre, sabra Dios quienes la hayan engendrado, tal vez alguna prostituta o un asesino, como es posible que la haya recibido una familia de tanto linaje- Elroy con su ceja levantada le dio otro sorbo a su té y ya no le gustó el sabor, ambas damas se levantaron de la mesa y Sara no tomó el té porque ella acostumbraba a beber una copa de jerez después de la comida, cosa que justificaba siempre ante la tía, que eran costumbres aprendidas con su esposo, pero de vez en cuando esa copa se llenaba con otras bebidas embriagadoras a espaldas de la tía abuela.
Más tarde en el cuarto de tejido un dolor agudo se instaló en el abdomen de la tia abuela Elroy, a nadie se le desea el mal, pero se había hecho realidad el mensaje enviado a los Britter, por lo que resultó ser cierto el pretexto de no asistir a la reunión con esa familia para ver el asunto de Annie y Archie.
Sara solicitó la presencia del médico pues la tía se encontraba verdaderamente mal, esa tarde la pasó adolorida, con vómito y diarrea, así como las dos tardes siguientes. A George se le informó del estado de salud de la tía y en una de sus visitas al colegio para entregar a Candy algunas prendas abrigadoras por el cambio de guardarropa de verano a otoño, ese tema salió a relucir.
-¡George!¿Está usted seguro que la tía abuela se encuentra tan mal? ¡Quiero verla! ¡Por favor! ¡Lleveme a verla!- le decía una muy preocupada Candy a su cuidador, una pequeña lágrima salio de los ojos de la rubia, George se compadeció de su angustia y ambos fueron a la dirección del colegio a solicitar un permiso para visitar a la tia Elroy, -George déjame voy por Archie y Stear, no me perdonarán si no les aviso, por favor, pida permiso por ellos dos también.- el caballero se presentó ante una muy apresurada Hermana Grey, quien al escuchar sus palabras cargadas de solemnidad como era su costumbre, no pudo negarle la petición de permiso, así que permitió que los tres jóvenes salieran del colegio mientras la tía abuela se recuperaba de su malestar.
-¿También va a solicitar la salida de los Leagan?- George no quiso abusar de su buena voluntad además que ellos solo traerían enfrentamientos incómodos –Me temo que no, además que el Joven Neal debe adaptarse de nuevo a su rutina en el colegio, después del suceso del año pasado, y en todo caso su madre vendría por ellos, pero los Cornwell siempre han sido muy cercanos a la Señora Andrew y sé que podrán apoyar en su recuperación-.
Candy fue corriendo a dejar sus abrigos y preparó un pequeño bolso con plantas de las que siempre tenía en su ventana en macetitas y que gracias a Patty había aprendido que eran muy buen remedio para los malestares del estomago, asi que iba bien preparada para ayudar a la tía abuela.
Stear y Archie estaban en la colina de Pony con Terry, quien desde el verano era más unido a los Cornwell, a pesar de que el gatito le tenia cierta desconfianza, lo hacía por Candy, porque ella los apreciaba y tarde o temprano serían familia, estaban estudiando un proyecto de Química que Stear les estaba proponiendo para su siguiente exposición en clase.
-¡Terry! ¡Chicos!– llegó corriendo Candy agitada y con las mejillas rojas –Pecosa, volviste a escaparte de las clases eh?- le dijo Terry alegre de verla de nuevo, últimamente habían tenido pocas oportunidades de encontrarse porque sus horarios no coincidían y eso era otra de las medidas de las monjas para que los varones y las señoritas estuvieran apartados.
-¿Gatita, porque no estas en clases?- el tono meloso de Archie le desagradó de inmediato al castaño quien celoso antes de que la chica se aproximara a su primo, la tomó del rostro con las dos manos dándole un beso en la boca que puso rojos a los primos de la rubia y a ella la dejó sonrojada y sin palabras.
Stear se reia por dentro del juego del inglés que no soportaba que nadie fuera gentil con su pecosa, ya hablarían luego de esas escenitas de celos pero el asunto de Candy aun no se había dado a conocer y fue que entonces interrumpió a los rebeldes aclarando su garganta: -Mmmm….. mmhhhhmm …mmmmmmmhhhmmm- tuvo que hacerlo varias veces hasta que el castaño la soltó y Candy soltó un suspiro por haberla dejado en el séptimo cielo con tantas sensaciones por ese besito.
-¡Ya Grandchester le robaste el poco aire que le quedaba!- le dijo Stear ante el mutismo de la rubia –dinos Candy que sucede que vienes tan apresurada- la chica volvió de la nube en que la dejó Terry quien la pegó a su costado y no dejaba de abrazarla por la cintura y la acariciaba, a cualquiera le causaría distracción tener encima las manos gentiles del rebelde del San Pablo, por mas que quisiera corresponder la rubia retomó el propósito de su llegada.
-Ya Terry, estate quieto- le dijo muy quedito la rubia porque no podía pensar con las cosquillitas que le hacía en sus costillas. –Pero es que ya tenia mucho sin verte mi amorcito, me tienes muy abandonado- le dijo en el oído haciéndole aun mas cosquillas con su aliento, los dos murmuraban entre risitas para que no los escucharan los Cornwell y Archie los miraba con cierta envidia por no tener cerca a Annie.
-Bueno, nos vas a decir a que viniste Candy- en tono serio le dijo Archie y fue entonces que ya continuó la platica –Oh, si, perdonen chicos, sucede que la tía abuela se enfermó y ya tiene días sintiéndose muy mal, George vino a dejarme unas cosas y me platicó de su estado de salud, pedimos permiso para ir a visitarla y la Hermana Grey nos ha concedido ir a visitarla hasta que se recupere- Stear se puso una mano en la frente y se giró preocupado pensando en el estado de salud de su tía, Archie se quedó callado y su semblante cambió llenándose sus ojos de lágrimas pero sin derramarlas, se llevó una mano a la boca y respiró profundo tratando de aguantarse el dolor por la noticia.
-Candy, ¿Ya saben que es lo que tiene o porque se enfermó? Según me cuentas ella siempre ha sido muy saludable y es muy raro que de repente se haya enfermado- Terry era un clarividente y desconfiado de primera, en su familia siempre habían desconfiado mucho hasta de su sombra, pues por el poder que manejaban siempre habían tenido enemigos. –No saben aun que es, pero ya tiene varios días mal y es necesario hospitalizarla- la voz de la rubia se empezaba a quebrar y su prometido la consoló –no te angusties pecosa, vas a ver que todo saldrá muy bien, adelántate no sea que vaya a cambiar de opinión la Hermana Grey, yo acompaño a tus primos- le dio un beso de despedida muy corto y la chica volvió corriendo al edificio ya lista para partir.
Terry volteó a ver a los Cornwell quienes ya habían digerido la noticia y les dijo: -el Hospital Saint Thomas es donde mi familia tiene su servicio médico, hablaré a mi padre para que los reciban ahí, es un lugar de mucha confianza y discreción, una noticia así no debe de darse a conocer, pues si se sabe que la matriarca está enferma es una situación de riesgo si el Señor Andrew no aparece- Stear y Archie se sintieron apoyados por Terry, estaban sorprendidos a la vez que fuera tan solidario, no era solo por Candy, realmente él tenía un gran corazón fuerte y noble.
-Gracias Terry, de verdad eres un gran amigo- lo tomó del hombro Stear y Archie también le dio la mano al castaño –Gracias- era todo lo que hacia falta, para demostrar su aprecio y agradecimiento.
Los tres fueron al edificio de los varones, afortunadamente no se cruzaron con Neil, quien estaba castigado aún en un salón de clases aprendiéndose varias lecciones pues iba atrasado y siempre se dormia en clase porque le gustaba sentarse en el balcón a tomar una botella de alcohol y se fumaba unos cigarrillos que metio de contrabando en su equipaje.
Terry solicitó hablar con el Duque y le permitieron salir también cuando un carruaje del castillo fuera por él. Al rebelde no le negaban nada porque era una gran presencia en el colegio que estaba atrayendo a muchas familias nobles de rango un poco inferior pero aun asi eran mas los donativos que gracias a él, el colegio podía obtener por su influencia.
-¿George y Neal y Eliza no nos acompañan?- pregunto Stear –No es necesario, en caso de que llegue a ser requerida su presencia por sus padres, ellos vendrán a solicitar su salida.
Candy iba muy nerviosa pues no sabia si la tia la seguiría despreciando como antes, pero su corazón le decía que debía estar con ella, que debía hacer todo por ayudarla y cuidarla.
Llegaron a la Mansión ya en la tarde y los tres chicos subieron a ver a la tía, quien estaba sedada y acompañada por Sara Leagan.
-¡Pero que están ustedes haciendo aquí!- los regañó Sara –¡fuera de aquí, regresen al colegio!-
-Venimos a ver como se encuentra nuestra tía- respondió Stear –¿O nos vas a negar el derecho de verla, tía Sara?- le dijo Archie dando un paso adelante y con mirada firme para intimidarla –por supuesto que no, ¡pero que esta haciendo "esa" aquí!- dijo señalando a Candy con desprecio.
George había escuchado todo y no resistió y se adentró a la habitación –la Señorita Andrew también tiene derecho de visitar a su tía, recuerde que ella es la única que lleva el apellido de la familia Andrew por disposición del Tío William- Sara no tuvo nada mas que decir y con un desplante se giró y dio vuelta dando un cerrón a la puerta lo que hizo que la tía abuela se despertara.
-Gracias George, no era necesario- dijo Candy con pena por lo sucedido –si era necesario Señorita Candy y va siendo hora que usted también tenga presencia en esta casa.
-Pero, que esta pasando aquí, donde esta Sara, quienes son …..- se tallaba los ojos no podía creer que sus sobrinos queridos hayan ido a visitarla –¡Archiebald, Alistear! ¡Que gusto de verlos de nuevo hijitos mios!- les extendió los brazos y los dos se acercaron a verla dejando a Candy de pie en medio de la habitación –tía también Candy ha venido, ella le insistió a la Hermana Grey que nos dejara venir a verla- la tía la miró y algo sucedió en su corazón que la hizo recordar a su sobrino William, el tono de su cabello rubio rojizo con reflejos dorados con los rayos de sol de la ventana, hacían que pareciera una ninfa, una pequeña hada y su encanto salio a relucir con las palabras más dulces que haya escuchado en mucho tiempo –Querida tía, vinimos a cuidarla y ayudarle, no se preocupe por nada, hemos traido remedios para que se sienta mejor- el tono tan melódico en su voz, su forma tan amorosa de mirarla tocó su corazón, tomó la mano de la dama y la acarició con mucho cariño.
-Gracias Candice, puedes darle los remedios a mi doncella para que los prepare- se acercó la doncella y tomó el bolsito de Candy –tía, los Grandchester también están enterados de su estado de salud y han dispuesto para usted el Hospital Saint Thomas, así que vamos a trasladarla para que la atiendan- de dijo la rubia acariciando sus manos, por un momento el tacto en las ásperas manos de la anciana la hizo recordar la pureza del cariño de su sobrino Anthony, de William y la difunta mamá de Anthony.
-¡Oh! ¡El Duque de Grandchester?- se quiso levantar la tia por la noticia pero un agudo dolor volvió a atacarla y soltó un grito. Candy la tranquilizó y la abrazó –tía, tranquilícese, ya vamos a llevarla- Candy y los chicos la ayudaron a levantarla para subirla en una camilla que afuera del cuarto ya estaba dispuesta, Terry había acudido inmediatamente después que los muchachos hasta el castillo del Duque y ambos se trasladaron con personal médico por la dama Andrew.
Un dolor más fuerte le causó caer inconsciente y los muchachos se angustiaron mucho, ya en la camilla de inmediato la subieron a la ambulancia que discretamente hicieron entrar en la Mansión.
Sara Leagan que ya venía con otra tacita de té similar a la que había seguido tomando todos esos días, se quedó gritando enojada –¡Pero qué es este atropello! ¡A dónde llevan a mi tía!- Stear se regresó y la confrontó, -¿Por qué no la habían atendido si ya tenia días mal? ¿Ése es el remedio que le estaba dando? ¡Démelo, lo enviaré a analizar a un laboratorio! Sara no quiso darle la taza y la dejó caer dejando que se rompiera en el suelo. –Muy bien, ahora sí me confirma mis sospechas, George, que no salga nadie, hay que investigar que le estaban dando a mi tía- Nunca había visto así al joven Cornwell y jamás hubiera sospechado de la Señora Leagan ni del personal de servicio, hasta ese momento. Stear se fue con los demás siguiendo la ambulancia, mientras Candy también estaba a bordo del vehículo junto con el personal médico para cuidar a la tía Elroy.
George reunió a todo el personal y les advirtió: -Si el estado de salud de la Señora Andrew es provocado por alguien que se encuentre en esta casa, más vale que confiese en este momento, las autoridades ya se encuentran en camino para interrogarlos a todos, es inconcebible la falta de lealtad en esta casa, si el resultado de las investigaciones da el indicio hacia la culpabilidad de alguno de ustedes, yo no moveré un solo dedo por defenderlos.
Sara Leagan se retiró a su recámara muy sobresaltada acompañada de su doncella, mientras George estaba con los demás empleados, pero eso no pasó desapercibido por el caballero, asi que en cuanto llegaron las autoridades las detuvieron para interrogarlas sobre el brebaje que tomaba siempre la tía, que había despertado sospechas en Stear, los policías se internaron en la huerta donde encontraron una extraña planta con pequeñas flores blancas que se confundía con las demás.
Mientras en el hospital los tres chicos no podían creer que el estado de salud de su tía fuera tan grave, generalmente ella siempre fue muy sana y les había extrañado que de repente se encontrara tan mal. Nunca hubieran pensado lo mismo que Terry, que entre más poder tienes, más enemigos llegan y que incluso pudiera provenir de la misma familia.
Sara tenía tanto resentimiento con la familia Andrew, pues de inicio era de menor rango, además que sus hijos siempre pasaban a segundo plano a comparación de los Cornwell y Anthony quienes habían sido siempre los favoritos de la tía, ni hablar de su muy querido sobrino William A. Andrew, pues siempre había despreciado el dinero y poder de la familia; las decisiones que estuvo tomando la tía abuela en los últimos días no eran del agrado de Sara y ella apuntaba a ser la principal sospechosa del atentado contra Elroy Andrew.
Quien iba a imaginar que la realidad era otra, le dolía lo que le pasaba a su "querida tía" como siempre le decía, Sara era implacable y prepotente, pues cuando Stear le pidió la taza que llevaba a Elroy, simplemente no quiso ceder, así como siempre lo había hecho, pues le parecía una impertinencia del jovencito que insinuaba que ella pudo haber cometido semejante barbaridad y la taza cayó al suelo pues no quería hacer evidente el temblor en sus manos por los nervios.
El Duque de Grandchester y Terry acompañaron en la sala de espera del quirófano del hospital a los chicos y a Candy quienes aun seguían vestidos con el uniforme del colegio y estaban ya algo cansados, George llegó ya entrada la noche después de la investigación que se realizó en la mansión y que tuvo como resultado varias detenciones y varios miembros del servicio también estaban siendo interrogados en la comisaría.
George y el Duque se alejaron para conversar al respecto y no preocupar más a los chicos, pues suficiente tenían esperando saber que sucedia con la tía abuela.
Una vez que salió el médico de la sala de operaciones, Candy se acercó: -¿Qué sucedió doctor, como se encuentra mi tía?- los demás temían lo que fuera a decirles y se acercaron a escuchar –Salió muy bien de la cirugía, aunque su pronóstico es reservado, el envenenamiento causó daños muy fuertes en su sistema digestivo, le realizamos la resección de varios metros de intestino y parte de su estómago, esperemos responda favorablemente en las próximas horas- todos se sorprendieron de la gravedad de su salud, a sus sesenta y dos años la tía abuela tuvo que resistir una cirugía tan complicada y esperaban que sobreviviera.
Candy lloró preocupada, Stear y Archie se quedaron mudos, Terry abrazaba a su pecosa dándole apoyo, el Duque sin embargo rompió el silencio: -Doctor, haga lo necesario para salvarla, es una persona muy querida para mí y muy importante para mi familia, por favor, no escatime sus esfuerzos en su salud- Terry se sorprendió una vez más por el buen corazón de su padre, pues a pesar que la tía siempre fue mala con Candy, no quería ser vengativo ni mucho menos angustiar a la rubia, por lo que hizo que todos los gastos corrieran a cargo de los Grandchester.
El doctor se fue y Candy estaba empeñada en quedarse a cuidarla toda la noche, los chicos también, pero el Duque les dijo: -Hijo lleva a Candy y a los jóvenes Cornwell a la casa, necesitan cenar y descansar, porque mañana que su tía despierte ellos serán el apoyo para que su salud mejore, yo me quedaré un rato más a hablar con el Señor George- los chicos agradecieron con una reverencia al caballero y a pesar de que estaban muy angustiados le agradecieron a Terry que les dieran asilo, pues la Mansion Andrew estaría totalmente de revés con las investigaciones.
Aunque era de noche no dejaron de asombrarse al vislumbrar en el camino la construcción impresionante del Castillo de Grandchester –Vaya Terry, que casa tan enorme tienes, jajaja, lástima que no traje mi brújula- dijo Stear para aligerar el ambiente.
Los sirvientes recibieron a los chicos y Terry dispuso que les sirvieran de cenar, la rubia quien había ido de la mano de Terry en el carruaje, se quedó dormida y su novio una vez dada las órdenes a los sirvientes volvió por ella al asiento del carruaje.
-Pecosa, mi amor, despierta dormilona, anda, abre tus ojitos mi vida- con cariño y con pequeños besos el castaño trató en vano de despertar a su chica, que movía su boquita a medida que la besaba, parecía que estaba en sueño tan profundo pero soñando con los besos de su prometido.
-Mmm… mi amor, dame otro kiko si?...- aun dormidilla ella le pedía un beso, a lo que Terry obedeció y al no haber moros en la costa, logró despertarla, llevaban ya muchos días sin probarse y en la media oscuridad del carruaje pudieron demostrarse su amor aunque sea con algunos suaves besos.
La cargó y ella fingió seguir dormida para ir directo a la recámara, pero cuando iba a subir las escaleras hacia las habitaciones, el león rugiente en el estómago de la pecosa rompió las intenciones de los dos de evadir la cena, Terry rió a carcajadas y no pudo evitar doblarse de la risa, así que tuvo que sentarse en un sillón de la entrada y la puso encima de él –¡Jajajajaja, ni en sueños puedes dejar de ser una glotona mi amor jajajaja!- Candy fingía seguir dormida y al contagiarse de la risa de su rebelde también estalló en risas –¡Yaaaa jajajaj mocoso insolente, siempre me estas diciendo gorda!- le dio un manazo para que no se siguiera burlando.
–¡Eh Pecosa, ajajajajaja, yo nunca jajajajaja, he dicho que ajajajajaja estes gorda jajaja, no pongas palabras en mi boca!- no paraba de reir, los chicos escuchaban en el comedor las risas y se alegraron de saber feliz a su querida prima –ojalá pronto sepa noticias de mi Annie, la extraño tanto- dijo melancólico Archie mientras partía la suculenta pieza de medallón de ave que le dieron de cenar –no te preocupes hermanito, nosotros tendremos días de permiso y veremos la forma de ir a buscarla, verás que ella se encuentra mejor- lo palméo en el hombro y su hermano sintió su cariño y apoyo –gracias por ser un gran hermano Stear, a diario le doy gracias a Dios por darme un amigo más que hermano mayor- esas palabras las escucharon Candy y Terry quienes conmovidos sintieron ese ambiente de cordialidad entre ellos.
-Y bien que tal les parece la cena- les dijo Terry –Excelente Grandchester, todo está se cueillir la bouche(a pedir de boca)- quiso lucir su francés el chico elegante –ravi de vous avoir c'est votre maison (encantado de tenerlos aquí, ésta es su casa)- la rubia que no entendia muy bien el francés, permanecía con cara de interrogación, mirando a uno y otro, mientras Terry agregó –heuresument, ils ont comencé le diner avant la file aux taches de rousseur, elle va sürement détruire la nourriture (menos mal que empezaron a cenar antes que la pecosa, seguramente ella arrasará con la comida)- los tres chicos rieron a carcajadas mientras la rubia se les quedaba viendo, poco había entendido de lo dicho por Terry, solo entendió pecosa y comida, pero viendo las caras de los tres sabía que se estaban burlando de ella -¡Terry que les dijiste a mis primos!- aunque en el fondo le causaba risa que los tres se unieran por jugarle una broma miró a su novio con la ceja levantada y las manos en la cintura –No te enojes pecosa, estamos jugando- Terry temía por su vida así que se fue apartando de ella –Candy, Terry fue muy gentil de darnos de cenar, yaa no te enojes- le dijo Archie, ella se dio cuenta que ahora estaban mas unidos y además Terry les había ayudado a sobrellevar la tristeza por su tía –Esta bien, pero me las vas a pagar Terry, esto no se queda así eh?- Terry se acercó y la abrazó tratando de quitarle lo enojada –Perdón mi amor, no volverá a suceder ok?- los cuatro se sentaron a cenar. El buen humor de los cuatro a pesar de la gravedad de la tía abuela, era por el cariño que florecía entre ellos, además la juventud es un divino tesoro, había más razones para estar feliz que para estar triste, Candy les infundía esperanza con sus palabras –Chicos debemos tener fé que la tía va a estar bien, Dios nos ayudará a que ella se recupere, sé que es difícil creerlo, pero algo en mi corazón me dice que cosas buenas van a pasar de ahora en adelante, ya lo verán- sonreía con dulzura a pesar de su cansancio y contagió de paz a sus primos, siguieron conversando amenamente un rato hasta que el sueño les ganó y cada uno subió a un cuarto destinado para su descanso.
-Gracias Terry, en verdad gracias por ayudarle a mis primos y a mi tía- lo abrazó de la cintura y Terry besó su cabello abrazándola –Gracias a ti mi amor, porque estás cambiando mi vida, jamás había tenido amigos así, nunca me llevé bien con mis hermanos, porque la Duquesa siempre nos ponía en contra, por eso me volví tan huraño y desconfiado, creí que no me hacía falta nadie, pero ahora me doy cuenta que es muy bueno tener amigos en quien confiar-.
El Duque llegó más tarde y se quedó platicando con Terry de lo sucedido en la Mansión –Hijo te das cuenta que debemos de resguardar la seguridad de Candy, es posible que también los Andrew tengan enemigos- se rascaba la barba con preocupación.
-El Señor George me ha comentado que William Andrew volverá la próxima semana, si es que no se retrasa la embarcación, y si el clima les favorece- Terry escuchaba con seriedad lo dicho por su padre. –¿Padre, ha sabido algo de ella?- apuntaba al cuadro de la Duquesa.
El Duque suspiró y se dio la vuelta mirando al techo –sí, se espera que regrese entrando el próximo mes, parece que se le acabó el dinero, además que trae de vuelta a tus hermanos, también van a integrarse al colegio- Terry suspiró cansino de imaginar el panorama complicado que le esperaba en el Colegio y en el Castillo.
-¿Padre, que ha dicho el Parlamento acerca de ese asunto?- preguntó preocupado –Están por resolverme en estos días, por eso era mi prisa de regresar de Escocia, me entrevisté con el primer Ministro y tu tío el rey, por ellos no hay obstáculo para la anulación, ojalá que no politicen algunos integrantes en mi contra, solo deseo que esto quede en la más absoluta confidencialidad y no salga en las páginas de los diarios, a ella es a quien más le podría afectar en todo caso, mis informantes me trajeron pruebas suficientes de sus deslices, no quisiera tener que echar mano de eso, sería una canallada de mi parte- suspiró y recargó los puños en su escritorio.
-Yo tampoco creo que sea buena idea, pero si vuelve a ejercer presión con la Corte, no quedará más que utilizarlas, no te preocupes papá, confía en que todo lo que has hecho es correcto- lo tomó de la espalda y su padre volteó a mirarlo –hijo, me sorprendes, todo lo que hiciste hoy por Candice es admirable, actuaste con rapidez y como un verdadero caballero- le sonrió orgulloso y contento que lo haya tuteado, su relación padre-hijo era más fuerte.
-Papá considera que yo también puedo apoyarte, quisiera que habláramos de nuevo acerca de mi carrera, ¿Pasando todos estos problemas podremos conversar al respecto?- los recientes acontecimientos lo llevaron a reflexionar de su ocupación en un futuro pues el poder del ducado le ayudaría a proteger a su pecosa y su familia, máxime de su descubrimiento de la faceta del Duque como una persona gentil y solidaria, a medida que se acercaba a él lograba quitarse la imagen de que fuera un hombre autoritario y prepotente.
-Por supuesto que si hijo, cuando lo creas prudente hablaremos- el Duque no podía estar más complacido por esos cambios en el castaño, él siempre lo apoyaría en lo que decida, fuera lo que fuera, pero eso quería decir que su hijo estaba entrando en razón y madurando.
Los días pasaron y Sara Leagan era investigada por la policía, no se le había comprobado culpabilidad por ahora, pero los vestigios encontrados en la cocina apuntaban a un envenenamiento por una planta llamada cicuta, que podría ser la causa de la necrosis en el sistema digestivo de la tía, las empleadas de la cocina estaban detenidas, como principales indiciadas. Por fortuna todo había sido tratado con mucha discreción por petición del Duque que no permitió a la policía que se filtrara ninguna información a los periódicos.
Por su parte los chicos fueron llevados al hospital para cuidar de su tía, en el camino hicieron un alto en una renombrada florería pues nuestro gatito enamorado y preocupado quería enviar un detalle a su amada. Un ramo de distintas flores color rosa llegó a la casa de Annie Britter con la tarjeta firmada por su novio: "Mi amada Annie, cada flor lleva un beso y el deseo de vernos pronto de nuevo. Tuyo por siempre Archiebald". Si bien no podía revelar la situación de la tía abuela, los siguientes días también hizo lo mismo, tocaba el timbre y dejaba en la puerta un ramo de flores, siempre con un dulce mensaje que la chica abrazaba a su corazón y le ayudaba a sobrellevar la incertidumbre de su noviazgo, era lo que ella necesitaba saber que él la amaba.
Y hablando de Annie y su situación de salud, por fortuna ya se encontraba restablecida, así que pudo reintegrarse a sus actividades en el Colegio, a sus padres se les hizo llegar el mensaje de la tía abuela en donde se excusaba para reunirse, por lo que ellos enviaron así mismo una misiva al día siguiente del incidente para saber el estado de salud de la dama. No recibieron respuesta.
La Señora Britter estaba indignada, por no decir molesta por la indiferencia de los Andrew, veía llegar los ramos a su hija, y por lo menos el muchacho estaba decidido a continuar con el noviazgo con Annie, pero no había nada formalizado aún, lo cual consideraba como una burla. Hasta que en uno de esos días cuando ya Annie no se encontraba en casa, su madre abrió la puerta a la hora en que siempre llegaban los ramos.
Y al abrir la puerta se topó con el rostro del joven Cornwell sorprendido y apenado. –Buenos días Sra. Britter, vengo a dejarle a Annie un pequeño obsequio- saludó con una reverencia y luego quiso darle la mano, pero la orgullosa madre de Annie lo dejó con la mano extendida. –Ya lo veo, pero Annie ya no se encuentra en casa, ha regresado al colegio- dijo secamente.
-Oh, ¿y ella como se encuentra?- dijo apenado Archie, mientras era observado por Stear en el carruaje de los Grandchester, cosa que no pasó desapercibida por la Sra. Britter y le pareció extraño -¿Cómo sigue de salud la Sra. Elroy?- ella preguntó sin saber que era una situación grave la que atravesaba la dama, realmente creía que había sido un pretexto para no asistir y no imaginó en la magnitud del problema; Archie algo cabizbajo cambió su expresión por una mas doliente, ante la gravedad de la salud de Elroy.
–Mi tía aún se encuentra grave, esperamos sobreviva a la operación, aún es incierto su pronóstico, ¿George le comentó algo?- Archie no estaba autorizado para decir nada, y le extrañó que ella supiera algo.
-¡¿Qué dices Archie?!- la dama se alarmó y se tapó la boca por la sorpresa de la noticia.
–¡No sabía que fuera algo tan grave, Dios mio!- se tambaleó por un mareo y Archie la tomó del brazo antes que se dejara caer, luego ambos se sentaron en el pórtico y Archie le comentó
–Me parece que este asunto es reservado, pero si ella le dio a conocer de algun modo su estado de salud en los primeros días de su enfermedad, me permito notificarle que mi tía está hospitalizada por una cirugía mayor y aún es incierto su estado de salud, me dieron permiso en el colegio para asistirla y cuidarla hasta su recuperación, por eso es que he podido venir a dejarle un detalle a Annie, pero no ha habido oportunidad de hacerle una visita considerando la gravedad de mi tía- poco a poco la Sra. Britter fue comprendiendo la situación y no era momento de reproches, por lo contrario, a pesar de su naturaleza frívola y presuntuosa, en ella predominó la empatía y la compasión, la figura de la Sra. Elroy era muy reconocida por ser tan implacable pero a la vez era bondadosa con sus sobrinos, además era recta en su moral proceder, le dolió enterarse de su estado y saber que el novio de su hija estaba sufriendo.
-No te preocupes Archiebald, comprendo totalmente, primero está la salud de tu tía, pero si me gustaría que me hicieras una visita un día de éstos, aunque Annie ya no se encuentre, su padre y yo queremos hablar contigo- Archie lo sabía y tenía la intención de hacerlo pero su tía era quien dirigía la familia y no podía ir solo para hacer algun acuerdo con los Britter.
-Por supuesto Sra. Britter, si me permite mañana por la tarde mi hermano mayor y yo vendremos a platicar sobre mi noviazgo con Annie, desde ahora le digo que mis intenciones son buenas y serias con su hija, me disculpa pero ya me esperan- se puso de pie y se encaminó al carruaje.
-Archie- el chico volteó a unos pasos –por favor cuenta con nosotros y en lo que podamos apoyar a tu familia- Archie se regresó a donde estaba la dama –Gracias Sra. Britter, por el momento este asunto de la salud de mi tia es confidencial hasta que ya salga de peligro, agradezco que se mantenga así- la señora contestó –Descuida, esperemos que su salud mejore y cuenta con mi discreción- Archie se despidió y subió al coche, la madre de Annie recogió las flores y las puso en la entrada. Cuando llegó el Sr. Britter, le comunicó de la visita de Archie al día siguiente y le comentó en breves términos la situación y que el chico estaba en la mejor disposición.
Archie y Stear acudieron al día siguiente y les platicaron la situación tan complicada que estaban viviendo, que el Duque de Grandchester los estaba respaldando y les daba protección, los Señores Britter estaban sorprendidos del peligro que pudiera acechar a los Andrew y no dudaron en ofrecerles su apoyo, respecto al noviazgo con Annie, Archie se mostró apasionado en su forma de expresarse de su amor por ella y que estaba dispuesto a poner fecha para el matrimonio una vez que su tía saliera del trance y su tío abuelo William se encontrara en la ciudad, lo cual ellos confiaban pudiera ser posible aunque nunca le hubieran conocido, por lo menos para que diera su aprobación al compromiso.
Pasaron dos semanas en las cuales la salud de la tía Elroy iba en mejoría, por fortuna los médicos pudieron darle un tratamiento adecuado y no escatimaron recursos por ser recomendación del Duque de Grandchester. Por su parte Candy siempre permanecía cerca de la tía y observaba todos los movimientos que realizaba el personal del hospital, se sabía las horas de la medicina, aprendió a manejar los aparatos que estaban conectados a la tía, incluso le cuidaba su piel, la peinaba y cuidaba de sus manos, sus pies, le acomodaba las cobijas, en fin, era su pequeña enfermera, los médicos veían con admiración la dedicación de la chica rubia quien no bajaba las manos cuando todos estaban ya cansados.
Una ocasión Terry abrió la puerta del cuarto del hospital encontrando a Candy orando al lado de la tía Elroy, le conquistó esa faceta de su novia, ahora entendía de donde venía toda esa fortaleza que le inyectaba a sus primos cuando más preocupados los veía.
La tía Elroy fue recobrando poco a poco el conocimiento cuando pasó la gravedad a los cuantos días y los chicos y Candy recobraron la tranquilidad a medida que ella recuperaba su buena salud, el cariño y las oraciones de todos fueron el catalizador para la mejoría de la tía Elroy. Todos estaban agradecidos con el Duque de Grandchester, quien se hizo cercano de Stear pues al platicar con él descubrió un verdadero genio en sus conversaciones de sobremesa, su creatividad e ingenio despertaron el interés de Richard Grandchester por lo vivido en su juventud y por algunas ideas que tenía en mente en las cuales podría encajar muy bien el genio.
Mientras tanto nuestros rebeldes, después de visitar a la tía Elroy una vez que ya pasó el peligro, se reunían por las tardes para cabalgar en las tierras de los Grandchester, el chico le ayudaba a sobrellevar las preocupaciones y se daban momentos en las tardes para estar solos, aunque siempre sus primos los interrumpían y no los dejaban estar solos, en una tarde ellos fueron a la ciudad a pasear para despejarse un poco y a comprar un obsequio al Duque de Grandchester en agradecimiento por sus atenciones y pudieron ahora sí sentirse libres de demostrar su amor.
Candy aunque había superado su miedo a los caballos, no subía sola y prefería ir con Terry sobre Teodora, (aunque también pudo ser pretexto para ir juntitos sobre el equino), esa tarde iban recorriendo el paisaje del castillo –Pecosa, pronto darán de alta a tu tía y deberemos volver al colegio, al fin se resolvió el misterio del envenenamiento y llegaron a un arreglo con los responsables- decía Terry mientras llevaba a Teodora a tomar agua al río y pegaba su pecho a la espalda de su novia.
-Me alegro que se haya aclarado todo, quien iba a imaginar que todo era una confusión, estaban usando una planta muy potente, pero venenosa en sus infusiones, Paty me ha enseñado mucho acerca de botánica y hay tantas cosas que podemos utilizar como medicinas, pero es peligroso cuando no se sabe sobre plantas, eso es lo que pasó con la cocinera, pobrecita, realmente estuvo en riesgo de quedarse en la cárcel- recordó Candy el día en que realizaron las investigaciones, afortunadamente los abogados de la familia y George pudieron mantener todo en secreto y todo volvió a la normalidad, a excepción de la empleada de la cocina y otros más, que fueron destituidos para evitar que sucediera otro incidente de nuevo, no iban a poner en riesgo de nuevo la salud de la tía, ni de los Andrew.
-Como sea mi amor, Sara Leagan siempre me ha dado mala espina, no me gusta nada como te trata ella, cuando nos casemos la quiero lejos de nosotros, igual que a sus engendros- decía Terry –Ay mi amor, yo me siento más allá del bien y el mal, no les guardo rencor, soy tan feliz contigo que ya no me importa lo que ellos hagan- dijo la rubia mientras tomaba de nuevo la barbilla del castaño para darle otro beso, que encendía de nuevo las ganas de Terry de tenerla más de cerca, él detrás de ella la tomó de la cintura y con una mano en el cuello de ella para no detener el beso que los transportaba de nuevo al paraíso.
La tarde caía y los dos bajaron de Teodora para sentarse en una rama de un árbol, Candy trepó una gruesa rama de un roble junto al río y Terry subió ágilmente bien adiestrado por su prometida –¿Pecosa segura que aquí no nos ven tus primitos?- se acomodaron entre las ramas para no caerse mientras se abrazaban con necesidad.
-Ajá- fue todo lo que ella dijo para entregarse a los brazos de su amado, los besos se profundizaron y las caricias viajaban más allá de la ropa, Candy ponía sus manos en el cuello del castaño y se sentaba sobre su regazo, ella llevaba una falda ancha y una blusa de botones que Terry despistadamente fue sacando de la cintura de la falda para meter sus manos en la suave espalda. Por su parte Candy al sentir el tacto sutil de los dedos de su prometido, desabotonaba los primeros botones de la camisa de seda de Terry para acariciarlo –mi amor, te amo tanto- decía él a su oído y Candy se separó de él con una sonrisa traviesa, dejándose llevar, tomó los botones de su blusa y empezó desabrocharlos lentamente sin dejar de mirarlo, Terry grabó en su memoria ese instante tan sublime en que ella liberó uno a uno de los botones hasta llegar al último y vió sus pechos sujetados por una prenda de encajes que dejaba mucha piel al descubierto, no traía camisola, era una modernidad que le favorecía tanto a la chica y realzaba sus encantos.
Ella volvió a tomarlo del cuello metiendo los dedos en su cabello, Terry la besó sin cerrar los ojos para no dejar de ver su escote, se separó de su boca y bajó por el cuello de la rubia hasta descender a sus pechos, los besó en medio, los besó encima del encaje, pasó su lengua por los dos y subió la vista viendo el rostro sonrojado y excitado de ella, sus miradas se encontraron y él bajó la prenda y liberó las dos protuberancias empezando a besarlas hambriento, los quedos gemidos de Candy lo encendieron aún más y la tomó del trasero subiéndola a él, por instinto ella empezó a frotar su centro con el de él, una vez que se sació de los dos pechos, los pegó a su torso y la besó con fiereza, aumentaron el ritmo de sus movimientos Candy simulando cabalgarlo de frente, notó que ese roce era cada vez más intenso y quería más, Terry se dejó llevar y acarició debajo de la ropa interior de la rubia, escalando sus sensaciones y logrando llevarla a un estallido atrapando con su boca sus suspiros y al sentirla temblar la apretó contra sí y luego él experimentó algo paralelamente placentero en su masculinidad. Candy abrió los ojos al escuchar su ronca voz y lo miró excelsamente complacido, se quedaron abrazados hasta que empezaron a sentir un poco de frío y arreglaron sus ropas.
-Oh mi amor, no sé qué me hiciste pero fue taan maravilloso- decía ella al oído de él en voz muy bajita y seductora, resultado de su excitación –me da un poco vergüenza, ¿tu crees que sea correcto?- a lo que Terry le contestó firme –mi amor no te avergüences de lo que sentimos, nos amamos y esto que acabamos de hacer es para demostrarte que soy todo tuyo, quiero estar para siempre a tu lado mi amor, ya me urge que llegue tu padre y pedirle permiso para hacerte mi esposa- ella sonrió y lo besó con dulzura. –Me siento tan unida a tí mi amor, como si ya fueramos uno solo, también me siento toda tuya, aunque ahora que termine el permiso y volvamos al colegio me vas a hacer mucha falta- dijo con un pucherito en los labios, Terry sonrió al ver ese tierno gesto y mordió su labio inferior.
-Descuida mi amor, no te preocupes, te aseguro que veré la forma de que nos podamos ver a diario, sin que nos arriesguemos- dijo Terry –mi amor de eso quería hablarte, el otro día se me ocurrio ir a buscarte al establo, pero ví que Eliza y sus amigas estaban cerca de ahí, preferí mejor regresarme trepando los arboles antes de que me vieran. –Esa alimaña no tarda en dejarte en paz, cuando se entere quienes llegarán al colegio dejarás de ser su prioridad, ya lo verás- Terry se refería a sus hermanos menores y al hijo del Duque de Yorkshire que sin duda era muy parecido al fallecido Anthony. –Eso espero mi amor, ojalá- Candy no sabía ni se imaginaba lo que sucedería en los siguientes días.
Aquí les dejo este capítulo esperando se encuentren bien de salud y sus familias también, en éste capítulo quise darle un pequeño escarmiento a la tía abuela que siempre fue muy mala con Candy y ponerla en situación de necesitar ser ayudada por ella, tanta soberbia y orgullo tenían que ser disminuidos, al rato les toca a los Leagan, no se preocupen, a cada santo le llega su día, jajaja. Espero les agrade el rumbo de la historia y les reitero que en esta historia no se nombrará a la innombrable, así que lamento informarles que nos quedan pocos capítulos. Agradezco mucho su cariño y atención a la historia, también tomo en cuenta todos sus comentarios, que a veces no me alcanza a contestarlos, pero les aseguro que atesoro mucho cada uno de ellos. Sigamos festejando a nuestro rebelde favorito Terry Grandchester en su cumpleaños #125 aprox jijiji. ¡Nos leemos pronto!
