¿ANTHONY, ERES TU?

Los personajes en esta historia no me pertenecen, escribo solo con fines de entretenimiento.

Los chicos Cornwell, Candy y Terry volvieron al colegio, pues tenían que reintegrarse a sus actividades y porque pronto iniciarían sus exámenes de período. La tía abuela aún permanecía en el hospital aunque ya estaba fuera de peligro, las enfermeras y las doncellas cuidaban de ella, eventualmente Sarah Leagan también acudía al hospital pero por indicaciones de George y el Duque de Grandchester no tenía permitido quedarse sola con ella en la habitación, pues aún había sospechas de parte del noble, debido a la alta rivalidad que existía con Candy y con los cambios en la relación de ambas, la señora Leagan pudiera tomar una represalia o reproche ante ese cambio de corazón de la Sra. Elroy.

Por su parte Annie Britter que ya estaba repuesta en su condición de salud, había sido cuestionada a puerta cerrada por la Hermana Grey y había tenido lecciones de moral dadas por la misma rectora, esto por la confesión de la chica de haberse involucrado con Archie Cornwell durante su estadía en el colegio de verano de Escocia.

-Srita. Britter, nuestros estándares de comportamiento en las señoritas nos han hecho ganar la confianza y el prestigio en las casas reales más importantes de Europa así como de las familias más renombradas en la más alta sociedad, es escandaloso lo sucedido en el colegio de Escocia, usted ha transgredido la disciplina y la moral, no la hemos expulsado aún por misericordia, pero de ahora en adelante será vigilada las veinticuatro horas, hasta estar seguras que ha enderezado su camino. Al primer indicio de desobediencia de su parte será expulsada sin que haya derecho a réplica de su parte, ¿Ha entendido?.

-Sí Hermana Grey- Annie bajó la cabeza y recibió su sentencia resignada, por lo menos estaba tranquila que el incidente no hubiera llegado a oídos de las demás chicas, pero no tardarían en enterarse porque la verdad siempre sale.

Salió del despacho de la rectora con las lágrimas saliendo de sus cuencas y de inmediato se calmó pues la voz estridente de Candy se escuchaba desde en medio del patio –¡Aaaanniiieee!- corrió la rubia a encontrarla abrazándola efusivamente a punto de tumbarla, la seria chica sonrió y devolvió el abrazo –¡Candy! Me alegro que hayas vuelto, dime como se encuentra la señora Elroy- dijo Annie antes que Candy empezara a hacerle preguntas –Ya se encuentra mejor, aún esta hospitalizada, pero ya se levanta a caminar y pudo comer sus primeros alimentos después de operación, los médicos dicen que pronto la darán de alta- Annie sonreía por volver a escuchar a su amiga, que le había hecho tanta falta, Patty estuvo con ella todos esos días pero sin duda la presencia de la rubia iluminaba a todos los que la rodeaban.

-Candy, por lo que me contaste te interesa mucho la medicina, ¿Has pensado en estudiar esa carrera?- le dijo Patty –Sabes Patty, no sé si yo pueda ser buena para algo así, soy tan distraída que los pacientes me tendrían pavor, jajajaja- se rascaba la cabeza y hacía sus muecas chistosas, cosa que contagiaba a sus amigas.

-Pero Candy, como puedes decir eso- Annie le tomó las manos y con cariño le dijo –que acaso no te acuerdas que siempre fuiste la mano derecha de la Hermana María cuando los chicos del hogar se lastimaban, además cuando tuve fiebre, me ayudaste y me diste las medicinas, yo pienso que no debes descartar la idea- Candy sonrió por sentir el cariño de su hermana de la infancia –Además Candy, yo creo que tú si tienes mucho interés en esa área, he notado que tus calificaciones en Biología y en Química son inmejorables, anímate, las mujeres tenemos muchas posibilidades de lograr cosas importantes, aunque el mundo nos diga lo contrario- le decía Patty muy segura de sus palabras.

-Ay chicas me van a hacer llorar, si me gustaría mucho ayudar a los enfermos, pero no sé si eso pueda hacerlo cuando me case con Terry- decía pensativa –pues yo pienso que Terry es un chico muy inteligente que te quiere por lo que tu eres, deberías hablarlo con él, tal vez sea el primero en apoyarte- dijo Patty. –Pues sí, Terry es un gran chico- dijo la rubia pensando en su rostro, en sus risas, en como se ven sus ojos de cerca antes de darse un beso, distraída se quedó viendo hacia el vacío con una expresión soñadora y soltó un profundo suspiro.

-¡Candy! ¡Candy! ¡Despiertaa!- las dos chicas la jalonearon y se rieron de ella –Vaya, si que te dio duro el amor, ajajajja- dijo Annie -Quien sabe tal vez seas tu la primera en casarse jajajaja- le decía Patty mientras Annie pensaba en su novio, que ni siquiera le había pedido matrimonio y ella ya se le había entregado, ahora entendía porqué debía seguir con el castigo por su desliz con Archie.

Las tres fueron a sus habitaciones a prepararse para domir, esa noche hacía un poco de calor y Annie había dejado su ventana semiabierta estaba terminando unas tareas en su escritorio y el viento apagó la vela que tenía para alumbrar su escritorio. Luego escuchó un golpe en su balcón y se asustó, observó una sombra en la oscuridad junto al ventanal y tomó su paraguas para defenderse, su corazón latió fuerte –qui-quien a-anda a-a-ahí- temblaba de miedo y en eso el extraño la tomó de las manos antes que ella pensara en defenderse y la acercó a su pecho –soy yo princesa, soy yo amor- la voz del chico suave pero varonil le dio un alivio, pero un nuevo miedo se instaló y es que afuera en el pasillo estaba la Hermana Kreys que estaba vigilando la recámara de la jovencita, tal como lo había dicho la rectora, Annie tapó la boca de su novio y le habló al oído –Archie afuera me están vigilando, vete por favor, me vas a meter en problemas- el chico quitó la mano que puso en su boca y sin esperar más la abrazó más fuerte y la besó con las ansias que había reunido desde aquella tarde que se vieron por ultima vez en Escocia. Ella se dejó amoldar por sus caricias y él la condujo a su cama, siguió besándola y hablándole al oído muy quedo para que no se escuchara ningún ruido –Annie, te extrañé tanto mi amor, pronto pediré tu mano, ya hablé con tus papás para pedirles permiso para ser tu novio, pero ya no dejaré que te aparten de mí, eres mía y te necesito en mi vida, mi amor- de nuevo asaltó su boca con un beso profundamente apasionado.

Annie sintió encender sus alarmas cuando el chico empezó a bajar sus labios por el cuello y deshizo el nudo de su bata dirigiéndose a sus pechos –Espera…- ella quiso detenerlo, pero él no la escuchó y siguió arrasando con sus labios por su piel, ella se dejó hacer y le dio luz verde para que continuara, mordía su propia mano para evitar gemir o gritar cuando él succionaba sus pechos, pero cuando quiso viajar rumbo al sur de su cuerpo ella lo detuvo –No Archie, no por favor- tomó un cojín y se tapó los pechos para luego sentarse en la orilla de la cama –Archie, será mejor que no sigas- dijo ella avergonzada –¿Que te pasa mi amor, no te gusta que te ame?- dijo él extrañado –Yo no podré darte nunca lo que tu quieres Archie- empezó a llorar y él la tomó de la barbilla para verla a los ojos –Que es lo que te pasa mi vida, no te entiendo- Annie sollozó y reunió el valor para decirle –Yo no puedo hacerlo contigo, me duele mucho- se tapó la cara con el cojín –Pe-pero Annie, ¿Cuando estuvimos juntos te lastimé? ¿Ya-ya te vió un doctor? - preocupado quería saber si él había ocasionado algun daño en ella, se sentía ruin y miserable de dejarla sola con el problema, ella asintió con la cabeza, porque no quería decirle nada, estaba avergonzada y triste de que tal vez esa fuera la ultima vez que el la buscara.

-Mi amor, no te angusties, sea lo que sea lo vamos a resolver- la atrajo a su pecho y la abrazó con amor –mejor vete Archie, busca a quien si pueda hacerte feliz- ella quería deshacerse del abrazo pero él renuente a dejarla la tomó con más fuerta y le dijo al oído –Oyeme bien Annie Britter, nada de lo que tú pienses o me digas me hará renunciar a ti, haremos lo imposible porque tú estés bien mi princesa y si en definitiva no podemos hacerlo de nuevo, no me importa, a mi me interesas tú, porque te amo- ella lloraba ahora porque él estaba dispuesto a estar a su lado a pesar de todo.

-¡Oh Archie!- él la tomó del rostro y la besó de nuevo con dulzura, impregnando en sus labios toda la confianza que necesitaba para creer en sus palabras –Pronto princesa, estaremos para siempre juntos- se escuchó un toquido a la puerta y Archie salió rápido como entró y Annie cerró el ventanal. –Annie Britter, responde- la chica se arregló la bata y abrió la puerta –Annie Britter son las diez de la noche, que es lo que pasa porque no estás dormida- le dijo con severidad la hermana Kreys –Hermana, ya estaba dormida pero me levanté a atenderla a usted- quiso jugar un poco con la lógica y la monja respondió –No seas insolente muchachita, vete a dormir- la chica cerró la puerta y suspiró, creía que los había escuchado, pero no era más que la ronda, solo esperaba que su novio volviera a su cuarto sin problemas.

A varias habitaciones de distancia se encontraba la habitación de Eliza, quien siempre espiaba cuando escuchaba ruidos en el pasillo, algo le decía que la huérfana y sus amigas traían algo entre manos, cerró la puerta decepcionada de no encontrar novedades.

Pero frente a su pasillo estaba la habitación suite, donde la pecosa se encontraba durmiendo y como siempre dejaba el balcón abierto para que Clin entrara, una visita nocturna se adentró en su habitación sin ningún problema. Ella estaba dormida solo con una ligera bata y su sábanas blancas, era muy desordenada para dormir y con sus rizos sueltos en toda la almohada, sus piernas al descubierto y el escote de su bata mostraba sus encantos a contraluz. La luz de la luna iluminaba toda la habitación de la chica, Terry la observó dormir y no resistió más y se introdujo bajo las sábanas quitándose primero el saco y los zapatos, acarició la cintura de la chica y ella se movió en torno a él como si estuviera acostumbrada al tacto, él disfrutaba el olor a rosas en su piel y su cabello, no había ido a dormirse, quería verla, había descubierto que a cierta hora ya no había movimiento en los jardines y que era más fácil si iba por los árboles como la tarzán le había enseñado.

Mientras él se movía de un árbol a otro, miraba cómo con dificultad subía Archie al cuarto de su novia, rió por dentro y pensó que necesitaría una mano, bajó del árbol y le ayudó a subir al balcón de la chica, el gatito agradeció y se quedó sospechando a donde se le ocurría ir a Terry a esas horas de la noche.

El rebelde acariciaba la piel de la chica, sus brazos pálidos y suaves, sus piernas fuertes se enredaban en las piernas de la rubia, ella pegó su trasero a él y se estrechó más a ella, besaba la nuca, la oreja y el cuello. Luego se quedó dormido.

Al cabo de las tres de la mañana Candy sintió un peso en sus piernas y en su estómago, despertó como si hubiera salido del más bello de sus sueños, encontró el rostro de su prometido junto a ella, era tan hermoso su rostro angulado, su cabello suave y largo, su camisa abierta del pecho. Ella se giró en torno a él y se quedó observando sus labios y sin resistirse más le dio un pequeño beso, pasó sus brazos por el pecho subiendo a su cuello, luego como no se inmutaba, volvió a besarlo pero esta vez durante más tiempo y nada, seguía profundamente dormido, luego intentó besarlo como él le había enseñado y entonces los brazos fuertes de Terry la pegaban más a su cuerpo y simultáneamente abría sus labios correspondiendo a su beso encendido de pasión.

-¿Qué haces aquí Terry?- dijo ella después de cortar el beso –¿Qué no puedo venir a darle el beso de buenas noches a mi prometida?- ella acarició su rostro y respondió –sí, pero si te atrapan será mi final en este colegio-

-No te enojes pecosa, deberías agradecerme porque vine a cuidarte, que pasaría si en vez de mí fuera alguien más, dejas la ventana abierta y cualquiera se puede meter pecosa atolondrada- era cierto, inocentemente dejaba abierta la ventana por Clin y por el calor, pero era peligroso –además también ayudé a tu primo a entrar al cuarto de la tímida, creo que debemos hablar con ellos, ya hay rumores en el edificio de los varones y la situación se les puede salir de las manos- Candy se preocupó por ese detalle pues no había hablado aun con ella sobre el motivo por el que retrasó su reingreso al colegio, con todo y lo de la tia abuela y tener que ponerse al corriente en sus estudios, la había descuidado.

-Es cierto hay que apoyarlos, más ahora que la tía abuela está imposibilitada y ahora con Neal de regreso en el colegio pueden tener problemas- Terry sintió la tensión en ella y le dio un beso en la frente –pecosa, no te angusties, todo se va a resolver bien, por esa rata de alcantarilla ni te preocupes, ahora somos más contra él- el rebelde se refería a sus nuevos amigos Stear y Archie, en quienes había encontrado una gran amistad, Candy lo abrazó fuerte y confiada en sus palabras –Terry me hace muy feliz que ustedes se entiendan y se apoyen. Se quedaron abrazaditos un rato, hasta que el chico se despidió de ella cuando la vió dormida de nuevo, le dio un beso de despedida y salió rumbo a su cuarto.

Los rayos de sol iluminaban el puerto de Southampton, donde una pareja adulta descendió de la imponente nave para abordar un carruaje rumbo a Londres, el arribo de los Cornwell coincidía con el de otros pasajeros que se dirigían al mismo destino, el Real Colegio San Pablo.

Cameron Jones heredero del ducado de Yorkshire había sido enviado a concluir sus estudios en el mismo colegio que nuestros rebeldes, pues toda su vida había sido educado por maestros e institutrices exclusivos de su familia, con la idea de prepararlo para la sucesión, la cual el había aceptado incondicionalmente, fue llevado a cursar el ultimo año de su instrucción en el Colegio San Pablo antes de ser enviado a Oxford College pues era su deseo estudiar leyes, al no haber estado nunca en una institución, no estaba acostumbrado a tener compañeros de clase y mucho menos con jovencitas; se encontraba nervioso ante esta nueva oportunidad de conocimiento que se presentaba en sus 17 años.

De un metro setenta y ocho, delgado, rubio y de cabello ligeramente ondulado peinado de lado, su color de ojos verde combinaba con su tono de piel que en su mas tierna infancia había estado plagada de finas manchas tenues que podían ser vistas como pequeñas pecas, pero que con el tiempo fueron desapareciendo hasta tener una tez pálida con subtono rosado, sobre todo cuando se sonrojaba. Provenía de París, pues antes de ir a la institución se le concedio dar un pequeño viaje ilustrativo para conocer obras de arte y la ópera italiana a la cual era muy aficionado por estar dotado de un talento que brotaba de su melodiosa voz de tenor.

Los Cornwell arribaron a la Mansion Andrew y se encontraron con George quien los puso al tanto de la situación de la Sra. Elroy, apenas dejaron sus maletas en sus habitaciones y se trasladaron a visitarla. La tia abuela se puso feliz al volverlos a ver después de más de un año de no verlos, les contó que los chicos han sido muy fieles en su cuidado y que ya habían regresado al colegio, respecto a la situación de Archie y Annie, la tía resueltamente comentó: -hijos, hay algo que deben de estar enterados, Archiebald ha dado un paso importante en su vida y ahora se encuentra muy comprometido con una señorita de la sociedad, estoy muy apenada con ustedes por no haberlo sabido cuidar como debí haberlo hecho- los Cornwell se sorprendieron por la noticia, parecía que la tia estaba muy afectada por la culpabilidad de no haber dejado que Archie desposara de inmediato a Annie y ahora las cosas pudieran tener otro efecto, tal vez alguna represalia de los padres de Annie en contra de ellos en los negocios, por la insensatez del muchacho y más todavía por no haber pedido formalmente la mano de la chica.

-Tía no se angustie, usted ha hecho todo muy bien, mis muchachos son muy nobles y bien educados por lo que usted ha logrado con ellos, de eso no se preocupe, a partir de ahora nos encargaremos de nuestros hijos, es comprensible que debido a su edad ellos cometan algunos errores, pero Archie se hara responsable, de eso pierda cuidado tía- dijo Jeanette Cornwell, quien en el fondo sentía una ligera tristeza por la noticia, sabía de la naturaleza arrebatada de su hijo, pues desde pequeño había sido muy obstinado en sus decisiones fueran acertadas o no, ahora ella se culpaba por no haber estado para él todo el tiempo y que las cartas no fueran suficientes para comunicarse con sus hijos.

-Hijos gracias por visitarme, yo solo espero que pronto me den de alta, realmente este terrible acontecimiento me ha despertado nuevos bríos para hacer algunos cambios- dijo la tia Elroy decidida a poner la casa en orden -solo espero que pronto llegue William para transferirle algunas obligaciones de las cuales ya no puedo hacerme cargo, creo que ha llegado el momento que nueva sangre entre a renovar nuestra familia.

Mientras tanto en una embarcación que iba saliendo de Portugal había un pasajero impaciente por llegar a su destino, sin embargo en una fuerte tormenta la nave había perdido comunicación con el puerto de Southampton y encalló en las costas de Francia cerca de Brest, por lo que tuvo que desistir de su viaje por lo menos dos semanas más que era el tiempo en el que iba a salir una embarcación pero tendría que hacer varias escalas antes de llegar. Esta desazón de no poder cumplir su deseo de ir a Africa por cumplir sus obligaciones de patriarca lo estaba invadiendo de nuevo, además que consideraba fuera era su ultimo escape de su destino, ya lo había prometido a su tía y a George, pero parecía que la vida le tenía preparado otra cosa diferente a sus caprichos. Ya instalado en una posada, dormido en la rustica habitación, soñó a Candy pidiéndole ayuda, mientras Neil se la llevaba levantada en brazos rumbo a una villa en una montaña, los gritos de la rubia le hicieron despertar sudando; otra noche soñaba a Candy llorando desfallecida de dolor y enferma de fiebre, mientras él no sabía que hacer, de nuevo despertó extrañado y un poco más preocupado por el bienestar de la rubia, al dia siguiente fue a enviar un telegrama a George para avisar su retraso en su regreso por inconvenientes con las embarcaciones, cada día era más angustiante para Albert pues algo no le daba buena espina, temía por la rubia, sabía de antemano que ella estaba bien cuidada en el colegio y por Terry, Archie y Stear, pero eso no le quitaba de la mente la idea de que tenía que estar con ella para protegerla.

A kilómetros de distancia era media tarde cuando la rubia pecosa salía de su recámara rumbo a la clase de música, la cual ahora era de sus favoritas, desde que su guapísimo novio la inspirara a continuar con sus clases de piano, se emocionaba pensar que podría encontrarse con él, pero los horarios de los chicos y las chicas no coincidían. En los pasillos iba tarareando su canción alegre que le caracterizaba, bailaba tomando las orillas de la falda de su uniforme, mientras subia las escaleras al salón de piano, iba a la mitad subiendo cuando la voz de la Hermana Grey resonó en el edificio -¡Candice! Ya sabes que en las escaleras no se debe jugar y mucho menos hacer ruido. –Perdone Hermana Grey, no volverá a suceder- dijo la chica haciendo una reverencia, pero sin dejar de sonreir, cuando levantó la vista se encontró con los ojos verdes de un chico que había clavado su vista en ella, Candy sin dejarse incomodar por la mirada del chico le sonrio amablemente y al darse cuenta que no paraba de mirarla, desvió la mirada, mientras la monja le seguía dando el recorrido al colegio al recién llegado alumno.

No cabe duda que el amor atrae, Candy siempre alegre y sonriente era una imagen genuina de un hada de la felicidad, una felicidad que inspiraba amor, y ahora su mirada esmeralda y su linda sonrisa no desaparecían de la mente de Cameron. Desde que la vió por primera vez en las escaleras y escuchó su dulce voz, no había otra cosa en que pensar, se encontraba ensordecido ante las instrucciones de la Hermana Grey, que se ofendió ante el mutismo del chico cuando le preguntaba algo. Al finalizar el recorrido la monja le solicitó a Patty O'Brien lo acompañara a la biblioteca y le señalara las áreas donde puede encontrar los libros de consulta del curso, la chica se sonrojó cuando el nuevo alumno la miró con simpatía y le hizo una cortés reverencia como saludo.

Mientras tanto Candy estaba frente al piano tratando de tocar la pieza que Terry le había enseñado, pasó ahí un buen rato ejercitando su digitación y admiró tanto a su prometido por poder tocar magistralmente y con tanta fluidez lo que para ella era muy difícil de realizar con una canción sencilla, pronto llegó Annie con ella para también estudiar un rato sus piezas y ambas amigas se quedaron sentadas en el banquillo y la morena ayudó a la pecosa a tocar a manos separadas y le dio cierta técnica para poder lograr juntar la pieza.

Candy recordó que tenía una plática pendiente con su amiga, pues Patty no había querido preguntarle, por prudencia la razón por la que había tardado en regresar al colegio : -Annie, no había podido platicar contigo, pero estuvimos muy preocupadas Patty y yo por ti, no supe porque demoraste en integrarte al colegio- la chica se movió incomoda en el banquillo y con un semblante serio respondió –No es nada de que preocuparse, solamente que tuve un período muy fuerte, en ocasiones me pasa y tuve que quedarme en casa, es todo- el tono en que lo dijo, bloqueó las intenciones de seguir hablando del tema, algo que la rubia notó y para no molestarla, cariñosamente le respondió –me alegro que ya estas bien, pero quiero que recuerdes que pase lo que pase siempre estaré para ti- le tomó la mano y Annie sintió un poco de alivio en su interior por encontrarse con su hermana –gracias Candy, lo tomaré muy en cuenta- Candy salió del salón de música y la dejó ahí para que pudiera estudiar.

Annie no quería pensar en todo lo que le dijo la Hermana Grey, un sermón taladrante en su mente, sobre de la pureza, de las formas que deben guardar las damas, de su debido comportamiento para lograr un matrimonio santo, además meditó en la humillación de no tener aún una propuesta de matrimonio y en que a pesar de eso, ella quería seguir adelante en su noviazgo con Archie. Tocaba con apasionamiento el Nocturno 48 No. 1 de Chopin, la música era su desahogo y aunque hubo una época en que creía que no tenía aptitudes para la música y que nunca podría lograr tocar una sola pieza, al conocer a su amado Archie florecieron en ella las ganas de mejorar y las horas que pasaba sentada practicando pasaban muy rápido ilusionada con la idea de que algún día él se fijara en ella.

Pasaba sus manos por las teclas blancas y negras y recordaba sus besos, las ocasiones en que estuvieron juntos, cada día que pasaba ella se sentía más perdida en el amor, pero le lastimaba pensar que no pudieran casarse, si la tía Elroy se oponía, si no la creyeran suficiente partido para el joven Cornwell.

Una vez instalado en su recámara, el nuevo alumno del San Pablo abrió las puertas del balcón para ventilar un poco su habitación, pues aunque estaba aseada, sentía la necesidad de recibir un poco de sol y de viento fresco, se asomó hacia el edificio de enfrente, que era muy similar al que él habitaba y a lo lejos escuchó un canto alegre y muy simpático que llenó sus oídos, al parecer esa voz era de la misma chica que había visto en la escalera rumbo al salón de música, escucharla de nuevo le agradó, recordó su singular rostro colmado de pecas, algo que le era muy familiar y en ese momento deseó poder platicar con ella, pero era difícil con tantas reglas a las que debía acostumbrarse.

Salió a los pasillos a caminar y un grupo de alumnos platicaban y justo cuando él pasaba a su lado se quedaron callados y uno de ellos se puso muy nervioso, Cameron notó la expresión sorprendida en el muchacho moreno pero no quiso darle importancia y siguió su camino.

Neil platicaba con sus nuevos compañeros de salón en el pasillo del edificio de varones, nuestra querida alimaña rastrera regresó al colegio luego que lo tuvieron que retrasar un año por haber sido expulsado, la Sra. Leagan abogó ante la buena voluntad de las monjas del San Pablo, aludiendo que sería muy mal visto en la sociedad americana que su hijo diera un mal testimonio del colegio, y que las familias encumbradas de América no llevarían a sus hijos a la institución.

Volviendo a la actualidad, Neil y sus nuevos secuaces charlaban acerca de las nuevas jovencitas que acababan de ingresar en el plantel y de las fortunas de sus familias, planeaban abordar a un par de ellas al dia siguiente, cuando tuvo una visión, al menos eso creyó, que había sido el fantasma de su primo muerto Anthony. La sangre se le fué a los pies, sintió un viento frío por la espalda y se fue corriendo a refugiarse en su recámara, no sin antes gritar medio tartamudo: -¡U-u-un fa-fa-fa-fantasmaaa!- los otros chicos lo miraron extrañados y después que huyó de la aparente aparición se miraron uno al otro -¿Qué es lo que le pasa a éste? Mejor vámonos antes que regrese, parece un mentecato- el moreno estaba convencido que había sido un fantasma.

Pero su querida y pelirroja hermana no era tan tonta y en cuanto lo vió caminando por los pasillos del Colegio al lado de la Hermana Grey, se acercó para preguntarle una tontería a la monja, sólo para cruzar una mirada coqueta con el recién llegado y asegurarse que no hubiera resucitado su antiguo amor imposible, en verdad se le parecía demasiado, incluso se quedó su mente divagando mientras sus amigas platicaban de trivialidades, pensaba que tal vez el tio William había armado todo ese plan de esconder a Anthony para prepararlo para ser el siguiente patriarca.

Estaba de suerte, según sus informantes el chico era heredero de una gran fortuna y sucesor al ducado de Yorkshire, estaba segura que tenía la oportunidad de conquistarlo, ella lo había visto primero y le prohibió a sus amigas que se ilusionaran con él; además que Candy ya estaba disque comprometida con Terry, aunque según ella eso estaba por verse, pues a diario su mente malévola maquinaba maneras de deshacerse de la huérfana para ser ella la única heredera de los Andrew.

Cameron caminaba hacia el bosque del colegio, la tarde empezaba a caer y se recargó en un árbol para observar el bello panorama que desde esa colina se podía admirar, cuando escuchó los cascos de un caballo a galope, lo que le pareció muy extraño, pues la Hermana Grey al mencionarle las actividades del colegio, nada le dijo sobre equitación. Siguió el sonido de los cascos y al dar vuelta se topó con las patas de Teodora, quien se asustó y tumbó a su jinete. El castaño se levantó sacudiéndose negándose a recibir ayuda del responsable de su caída.

-No gracias, puedo levantarme solo- dijo Terry –lo siento, no quise espantar a tu caballo- la gentil voz del chico hizo que la molestia del rebelde aminorara –descuida, lo mas importante es que Teodora no te haya lastimado, a mí siempre me tumbaba en un principio, pues no quería ser montada, hasta que …- se quedó en silencio pues no debía abrirse tan rápido a un extraño –¿hasta que, que?- dijo el rubio, Terry prosiguió era de mala educación dejar una conversación inconclusa –hasta que ella se dio cuenta que era mi única amiga- el chico apreció la sinceridad de su compañero de escuela y decidió hacerse su amigo –Cameron Jones a tu servicio- le extendió la mano para presentarse con él, el castaño ligeramente dudó un momento y vió la mano extendida y la mirada transparente del chico, algo en esa sonrisa le era familiar y confió en él –Terruce Grandchester- el rubio inclinó la cabeza pues reconoció el apellido de su nuevo amigo, era lógico que en esas altas sociedades todos se hubieran conocido alguna vez de niños o por lo menos por protocolo se hubieran aprendido los nombres, pero no quiso preguntar nada más ni mencionar su verdadera identidad, no quería estropear una naciente amistad, deseando que fuera sincera sin títulos de por medio.

Platicaron del colegio, un poco sobre caballos y de los deportes que les gustaba practicar, le presentó a Teodora y la acarició del lomo a la cabeza, ganándose al equino, el chico tenía una personalidad muy agradable, no parecía pretencioso ni vanidoso como todos los demás, Terry apreció que no comentara nada de su rango, pues sabia que su apellido era conocido en toda Europa, algo le simpatizó al rebelde, no sabía a ciencia cierta que era pero ni con Stear ni Archie se había sentido cómodo desde el principio, como con Cameron.

La mañana siguiente Candy y Patty ayudaban a la Hermana Margaret con un grupo de señoritas recién llegadas al colegio, para ir mostrándoles las instalaciones, la morena les mostraba la biblioteca y el comedor, mientras la rubia hacía comentarios simpáticos y amables, algunas de ellas eran muy altivas y miraron a Candy con desdén, sobre todo Giselle Grandchester, que muy temprano había arribado a la institución y no le dieron tiempo de descansar después de un largo viaje desde París, la rubia no se inmutó y siguió siendo como ella era, no le dio importancia a la actitud de las chicas.

-¡Vaya pensé que nunca terminaríamos Candy, esas niñas me dejaron muy molesta, estuve a punto de regañarlas cuando te pusieron el pié para que cayeras!- la chica manoteaba muy enojada, lo cual era muy raro pues siempre era sinónimo de ecuanimidad y paciencia, pero no esa vez, las nuevas alumnas eran unas chicas muy groseras.

-Patty, no es necesario que te enojes, mira, no me pasó nada, además si les decimos algo se quejarán de nosotras y haremos quedar muy mal al colegio, yo estoy segura que en unos días ellas encontrarán amigas muy queridas, como yo te encontré a ti- la abrazó y la meció con cariño, Patty se vió rebasada por la ternura de la rubia y le devolvió el abrazo, -Oh Candy, yo también deseo que ellas tengan una gran amiga como tú- las dos chicas volvieron a su salón y después de un rato junto con Annie se dirigieron al comedor.

Antes de entrar al comedor Candy vió a la distancia a Terry que conversaba con otro muchacho, le dio mucho gusto por su prometido que por su cuenta hiciera amistades y se le veía sonriente, se alegró mucho por él. Se encontraron con Annie y se sentaron juntas a comer, las tres chicas conversaban acerca del próximo cumpleaños de Archie, sin embargo el ánimo de Annie no era el mejor, aunque amaba a su novio, no sabía si podría lograr convertirse algún día en su esposa, eso la tenia un poco desanimada, Candy notó que a su amiga algo le pasaba pero no quiso incomodarla, sino que ella le dio varias ideas para el festejo del atractivo joven Cornwell.

-Annie, que te parece si le pido a George que nos lleve a comprarle una nueva camisa de seda a Archie, de seguro eso será un gran regalo, o tal vez un par de guantes, ¿como ves?- decía con entusiasmo la rubia.

-Parece buena idea, yo tengo un proyecto que he estado bordando para su cumpleaños, aún no está terminado, pero quiero darle algo que haya hecho yo misma- sonrió dulcemente la chica, el solo pensar en él le llenaba de ilusión el corazón, haría lo que fuera por él.

Por la tarde en las actividades deportivas de los varones dos nuevos amigos conversaban con sus trajes de esgrima puestos y se acercaron los jóvenes Cornwell a saludar a su castaño amigo. Alistear le dio un palmazo por la espalda y se saludaron de mano –Terry como estás, no te vimos en la hora de la comida, disculpa- detuvo sus palabras Stear y se quedó con la boca abierta al voltear a ver al amigo de su interlocutor –¿A-Anthony?- se quedó helado, sus ojos se aguaron sin querer y en ese lapso llegó su hermano a unirse al grupo –Stear no me esperaste, hola Terry… eh?.. tu?..Anthony..- Archie juntó las cejas como queriendo enfocar la vista para ver bien el rostro del amigo de Terry, la sangre se le fué a los pies y corrió con la misma suerte que Stear, al ver a sus dos amigos quedándose como estatuas, Terry se extrañó de su reacción, por lo que procedió a presentarles a su nuevo amigo –Stear, Archie, él es Cameron Jones, es nuevo en el colegio- los dos voltearon a verse y su expresión parecía aún más confundida –Un placer Alistear Cornwell, él es mi hermano…- Archie le dio la mano después que el mayor –Archiebald Cornwell Andrew- nunca decía su nombre completo, pero pensó por un momento que si decía su segundo apellido podría reconocerlo si fuera Anthony- el chico se sintió un poco incómodo por las miradas interrogantes de los amigos de Terruce –Mucho gusto en conocerlos, pero… ¿porqué me llamaron Anthony?- Terry recordaba que ese nombre Candy también lo había mencionado –A ver Stear, explicanos ¿porque dijiste Anthony?- los celos empezaron a resurgir en el rebelde –No, no es nadie, creo que lo confundí con alguien que conocíamos, pero no es nada de importancia- Terry no era tonto, la duda le había sido sembrada y de algun modo averiguaría que tendría que ver con el pasado amor de su novia.

Mientras transcurría el entrenamiento de los muchachos, los dos hermanos no podían concentrarse y de cuando en cuando volteaban a ver al rubio, el color de cabello no era el mismo que el de su fallecido primo, ni el color de ojos, pero tenia un semblante muy similar, es como si vieran la versión inglesa de su muy querido primo. Por la noche se reunieron en su habitación para conversar.

-Es como un hermano gemelo de Anthony, aunque sus ojos son verdes y no se pero me cayó muy bien, se nota que es muy buena persona- dijo Stear mientras mezclaba las cartas del poquer que jugaba con su hermano –Tal vez Dios se apiadó de nosotros por vernos sufrir tanto por su pérdida, que nos ha enviado a alguien igual- reflexionaba melancólico Archie. –Es cierto, sobre todo Candy, en cuanto lo vea puede desmayarse de la impresión- dijo Stear –tienes razón no lo había pensado, por eso Terry se molestó porque le dijimos así a su amigo, ojalá que Cameron no represente un problema para ellos, porque tal vez Candy desentierre todos los sentimientos antiguos por Anthony cuando lo vea- decía Archie preocupado –Pues será una prueba de fuego para ellos entonces, si Candy aún lo tiene muy metido en el corazón, será ella la que decida, aunque si puede que tengas razón, eso implicaría que alguien sufra- decía meditabundo Stear.

-¿Y si hacemos que Candy venga a vernos? Quizá si la ponemos de sobreaviso, no le caiga tan de repente la impresión cuando lo vea- dijo Archie. –Buena idea hermano, voy a enviarle mensaje de luces, para que venga- por un rato estuvieron intentando contactar con la rubia pero nunca se dio cuenta de las luces pues la chica había cerrado ventanal y cortinas pues esa noche era un poco más fría que las otras y además había ido a dormir temprano, siendo de día siempre tenía muy buena energía pero al llegar a su recámara en ocasiones se quedaba dormida con todo y el uniforme y caía como plomo en su cama.

-No hay respuesta, mañana le enviaré un mensaje a Patty para hablar con ella, ojalá no sea tarde- dijo Stear.

Eran las 8 de la mañana y las chicas ya iban de camino a clases pero Candy para no perder su fama de dormilona, se metió a bañar tarde porque la noche anterior se quedó dormida vestida y sólo se cepilló su cabello, sin alcanzar a atarlo sino que solo lo dejó suelto y con un listón en la cabeza como diadema, ya el viento se encargaría de secar sus rizos, corría con sus libros pegados al pecho, pero para cortar camino se fue por un lado del edificio de los chicos para ir a su aula, cuando por ir corriendo no se percató de los pasos de alguien que accidentalmente topó de frente con ella y cayó hasta el suelo con un golpe en la frente y sus libros dispersos por todo el suelo.

El otro accidentado también se dolía pero no había quedado desmayado por el impacto como Candy, fue de inmediato a socorrerla y la miró en el suelo semi-inconsciente con los ojos apenas abriéndose: -Señorita, despierte, esta usted bien?- la suave voz del rubio ojiverde revivió del letargo momentáneo a la chica, quien le parecía una muñeca con sus rizos desperdigados por el suelo como un gran halo dorado sobre su cabeza -¿Qué me pasó, donde estoy?- se enderezó lentamente algo aturdida y frente a ella de manera borrosa vió a un joven rubio que gentilmente le daba la mano.

–Señorita, permítame ayudarla- le dio la mano y la puso de pié, la recargó en un muro mientras él recogía los libros de ella y los de él estaban en un bolso grande que había preparado para no batallar en cargar los suyos, le dio risa lo desordenado que lucia todo lo de ella contrario a lo que era él, todo orden y limpieza, termino de levantar todo y volvió con ella –¿ya se siente mejor? Si desea puedo acompañarla a enfermería- le ofreció el mientras le entregaba sus cosas –No, no es necesario, siempre me pasa esto, por llegar tarde, jijiji- hizo su linda mueca traviesa y el chico quedó prendado de su gesto inocente, por supuesto que la recordaba del día de ayer, era la chica de las escaleras, la cual le recordaba a a una ninfa o un hada con pecas y le daba un aire muy familiar también –permítame presentarme, mi nombre es Cameron Jones, a sus pies ¿Señorita?- ella respondió –Oh, encantada soy Can…-

En eso la hermana Grey venía con las demás monjas después de la misa de la mañana y la reprendieron -¡Candice! ¿Por qué no está en su salón de clases?- el chico escuchó el nombre y por lo menos tendría con eso, lo repitió en su mente para grabarselo, ambos se separaron al llegar la religiosa –Disculpe hermana Grey, ha sido mi culpa he retenido a la Señorita Candice pues le preguntaba como llegar a mi salón- no era mentira, si se hallaba perdido y cuando se topó con ella apenas había entendido en su mente las indicaciones para llegar a su clase como le había dicho Terry. –Bien, entonces que no vuelva a suceder, pueden irse- dijo la monja y los chicos solo se despidieron con una pequeña reverencia y los dos se fueron por lado diferente, pero el rubio volvió a ver a donde se había ido la chica cuando se había alejado de ahí y las monjas ya no estaban.

A lo lejos, por la ventana del salón de Literatura de los varones, un castaño serio observaba la escena, menos mal que había llegado la Hermana Grey porque le había molestado que el chico no dejara de ver a su novia, hasta cierto punto lo comprendía porque Candy conquistaba a todo mundo con su dulzura, pero tratándose de alguien que posiblemente le recordaría a Anthony a la rubia, prendió sus alertas y en cuando llegó el rubio se sentó en el banco del frente observando por donde se había ido la chica, Terry apretó los puños y trató de calmarse, ya más tarde le aclararía a Cameron el lugar que tenía en la vida de la chica que no dejaba de mirar.

En el cambio de clases, el chico rubio salió rápidamente de su salón por un libro que había olvidado en su recámara, el rebelde apenas se había levantado de su banco para acercarse a él, cuando el chico había salido corriendo del salón, se imaginó que iría a buscar a Candy en el cambio de clase, era lo más probable, pues lo veía muy interesado en ella, los celos de Terry incrementaban a medida que pasaban los minutos, Stear se acercó a su lugar a saludarlo –Hola Terry, buenos días- estaba a punto de contestarle de manera grosera, pero se detuvo en el instante que iba a salir un "que tienen de buenos" y solo dijo –Hola- el genio se extrañó de lo cortante que había amanecido su amigo –¿Terry, te pasa algo?- el castaño reaccionó y contestó –No, solo estaba algo distraído, ¿me decías?- Stear aprovecho para preguntarle –Ayer en esgrima nos presentaste un amigo tuyo, Cameron, no es así?- dijo curioso –Si, Cameron, es un compañero nuevo- jaja, en su interior reconocia que si lo había considerado su amigo en un principio, pero ante el repentino interés del rubio en Candy, no lo llamaría amigo hasta que le pusiera los puntos sobre las íes –sabes Terry, te soy sincero, Cameron me impactó muchísimo- el castaño puso toda su atención en Stear al recordar la expresión de sorpresa que había tenido al conocerlo –es cierto, si mal no recuerdo, lo llamaste Anthony, porque fue eso?- Stear bajó la mirada –eso es una larga historia Terry, si tu quieres terminando las clases te explico, aquí no- a Terry le preocupó porque atando cabos sí representaba algo importante el nombre de Anthony y el que lo relacionara con Cameron le daba mucha curiosidad –te espero en la colina terminando las clases, pero sin falta Stear eh?- el otro chico solo asintió apenas con una sonrisa apretada como si quisiera guardar el secreto por un rato más.

Las clases le parecieron eternas y al terminar el turno se dirigieron a la colina, Terry le dijo cualquier escusa para irse con Stear, pero le pidió a Cameron verlo más tarde después de la comida. El rubio no sabia si ir a buscar a la chica que le había llamado tanto la atención, no se podía sacar de la cabeza la mirada esmeralda de la jovencita, algo tenía ella, que le daba mucha curiosidad. En el camino al jardín se cruzó con una chica pelirroja, se movía hacia el mismo lado que él cuando quería pasar sonriéndole con extremada coquetería, algo molesto se dirigió a ella –¿Dígame Señorita en qué le puedo ayudar?- ella pestañeando con una sonrisa en la que mostraba todos sus dientes le dijo –Soy Eliza Leagan, ¿Quien eres tu?- vaya manera infantil y ridícula de presentarse dándole la mano a la altura de sus labios para que la besara, el rubio se remitió a contestar y darle la mano dando un medio paso hacia atrás –Cameron Jones, Señorita perdone pero necesito pasar y usted me bloquea el paso- no sabía que era lo que le inspiraba la chica, pero era como si fuera de la misma carga eléctrica, para nada le atraía –Oh, es que me siento un poco…- y simuló un desmayo dejándose caer en sus brazos, el chico la detuvo con las manos, no quería una escena comprometedora en medio patio –discúlpeme, pero llevo prisa, la acompaño a una banca para sus amigas la auxilien- las complices de la pelirroja se reían a un metro de distancia y cuando el rubio se fue tiraron la carcajada –Eliza, amiga, con que esas son tus estrategias de conquista, jajajaja- las dos a pesar de decirse sus amigas no desaprovecharon el incidente para burlarse de ella, que enchuecando la boca y levantando la nariz altiva se mostro enojada por la humillación –él va a ser mío, lo oyen, mío!-

En la colina de Pony conversaban Stear y Terry como lo habían acordado -...entonces por eso al verlo me quede muy sorprendido, incluso llegué a pensar que sí era mi primo, aunque más que mi primo era mi hermano, crecimos juntos en Lakewood, nos dolió terriblemente su partida tan prematura, siempre quise que fuera mentira que haya muerto, era tan bueno- las lágrimas empezaron a rodar en los ojos de Stear, mientras estaba sentado en el césped mirando al horizonte y Terry lo escuchaba con atención.

-Archie y yo creemos que cuando Candy lo vea puede ser un gran impacto para ella, tal vez vuelva a sentirse triste al recordarlo, ella sufrió aún más, pues todos la culparon por su muerte- el castaño dejó a un lado los celos que sentía por el recuerdo de Anthony y comprendió lo importante que había sido para todos –Creo que Candy ya le ha llorado suficiente, pero estaré a su lado para consolarla si lo necesita- Stear pensó en que Terry era un gran ser humano, se merecían él y Candy sin duda alguna.

De noche la rubia pecosa se disponía a descansar, se miró al espejo y vió el chichón que se le había inflamado en la frente, ese día no pudo ver a Terry, miraba el anillo en su mano, lo usaba siempre en su recámara, pero no en el colegio para evitar extraviarlo,lo guardó, se fue a dormir y dejó levemente la ventana abierta, esperaba que su prometido pudiera ir a verla, con ese pensamiento se cobijó y apagó la lámpara. Cayó en un sueño profundo, estaba en el jardín de las rosas, corría por los rosedales y podía sentir el aroma de las Dulce Candy, se escondía de alguien que la perseguía, reía alegremente y su cabello se agitaba con el viento, se iba a subir a un árbol para esconderse cuando alguien le tapó los ojos –¿Candy dime quien soy?- le dijo al oído una voz dulce que extrañaba tanto escuchar, entonces él la liberó y ella abrió los ojos, fue cuando lo miró de frente,-¡Anthony!- iba a abrazarlo para que no volviera a irse, pero en eso de repente en el sueño cambió la escena, ya no estaba en Lakewood sino en el colegio, ella empezaba a levantarse del suelo, se tocaba la cabeza que le dolía después de haber chocado con alguien, quien le ayudó a levantarse y ella lo miró a los ojos sorprendida -¿Anthony, eres tú?-

Hola chicas, gracias por esperar este capítulo, espero que haya sido de su agrado, ya nos faltan pocos para el final, les envío un abrazo con cariño.