EL ANGEL DE LA GUARDA

Los personajes en esta historia no me pertenecen, escribo solo con fines de entretenimiento.

-¡No, no puede ser posible, no puede ser él, e-e-está muerto… yo.. yo.. estuve ahí!- sollozaba y respiraba agitadamente, le faltaba el aire, sintió un viento frío por la espalda –No, Dios mío, no puede ser él, aunque pensándolo bien… ¿será posible que lo hayan ocultado? Y por eso no me dejaron despedirme de él…- divagaba en su mente caminando por su cuarto de un lado a otro con sus manos en las mejillas –No, no lo creo… yo… sí lo ví.. además Archie y Stear no pueden haberme engañado de esa manera… Noo Dioos mío!- se dejó caer en la pequeña alfombra junto a su cama y lloraba recordando el momento del accidente, la invadió la tristeza al volver a ese lugar, a esos días en que nada la consolaba.

-Tal vez ellos tampoco lo sepan y se los ocultaron también, quizá el tío abuelo William se lo llevó lejos a recuperarse del accidente, pero ellos no lo supieron, entonces en este momento ellos ya deben haberse encontrado con él- tremendo estrés tenía Candy dándole vueltas a tantas conjeturas.

Así estuvo toda la noche especulando sobre cada acontecimiento después de ese fatídico día, -¿sería posible tanta maldad? ¿Sería posible que la tía abuela me detestara tanto que lo ocultara de mí?- no se explicaba cómo podría caber en una persona tanto odio, tanto resentimiento –pero la tía abuela también sufrió y sigue sufriendo por Anthony, además Eliza siempre me ha culpado por eso- pasaban ya las dos de la mañana y seguía en el suelo con la cabeza agachada y las manos en el cabello -¿pero …. y si en verdad fuera él? ¿porqué no me reconoció? ¡¿a lo mejor tiene amnesia?!- se puso las manos en la boca de imaginar que difícil sería para él no recordar nada y entonces ella tendría que ayudarle a recobrar la memoria.

Se puso una mano en la boca le dio por arquear de la impresión, -¿porqué no lo había pensado antes?- se pegaba en la cabeza -Tal vez el golpe en la frente me revolvió las ideas ¿Qué diría Terry si lo viera? ¡¿Y que tal si ya lo vió?! ¡Oh no! Debo ir a hablar con Terry antes que…- se sentó en la cama para enderezarse y pensar mejor -¿pero que tiene que ver Terry? Anthony es de mi familia, no tendría porqué molestarse, además él nunca lo conoció, aunque … tampoco podría ocultarle nada a mi amor, sí … es necesario hablar con él, antes que alguien le diga que Anthony ha regresado- estaba muy confundida, nunca hubiera imaginado que un milagro así pudiera suceder, pero entonces ahora no sabía cómo debería tratarlo, si ahora ella y Terry estaban comprometidos y tenían planes de casarse, recordó la frase de la Srita Pony como si ella se la dijera en ese momento "Nunca se sabe lo que nos espera a la vuelta de la esquina"se puso los zapatos y volteó a la ventana soplaba un viento frío, empezaba una tormenta, desechó la idea de salir esa madrugada y cerró el ventanal mirando los relámpagos.

-Si tan solo pudiera hablar con él, pero … qué le diría? Hace tanto tiempo que no nos vemos y ahora las cosas han cambiado, ¿o no?- puso su mano en su corazón y le daba golpecitos como si le preguntara quien está habitando ahí, -Terry, mi amor, conociéndolo como es de celoso podría ir a retarlo a un duelo y no, no creo que sea necesario que yo lo busque entonces, además tal vez no sea Anthony, ¡¿pero, que estoy diciendo?! No puede ser Anthony, porque Anthony está muerto, yo estuve ahí, yo lo ví morir- de nuevo las lágrimas rodaban en las mejillas de Candy al recordar ese día fatal.

Sus ojitos estaban hinchados y su cabeza estaba muy revuelta, le dieron las cinco de la mañana pensando y pensando, apenas pudo cobijarse un poco y aún medio dormida seguían rodando las lágrimas. No pudo levantarse a tiempo en la mañana, se sentía completamente agotada, un poco antes de las ocho de la mañana se levantó al baño y se percató de la visita mensual, un gran dolor en su vientre la atacaba, ella nunca se quejaba de nada, pero ese mes le llegó muy fuerte como nunca lo había sentido, regresó a la cama y se cobijó –cómo quisiera en estos momentos estar con la Señorita Pony y la Hermana María y que me dieran un abrazo y un chocolatito caliente- se sintió solita en ese gran colegio, una pequeña lagrimita rodó en su rostro desvelado y enrojecido por tanto llorar toda la noche.

Tocaron a la puerta –¿Candy ya estás lista? ¡Caandyy!- era Annie que fue a verla, siempre era Patty quien la iba a despertar, pero ese día se fue más temprano para ayudar a la Hermana Margaret a ubicar a las chicas nuevas en el colegio -¡Caandyy! ¿Puedo pasar?- Candy se había vuelto a dormir y no contestó, Annie se fue a clases pues ya sonaba la campana para el inicio de las clases, le causó mucha extrañeza que su hermana no atendiera, siempre era la alegría del lugar y esa mañana se sentía muy vacío el salón sin ella, Patty le hizo una seña a Annie preguntando por Candy y ella hizo un gesto de que no sabía que le había pasado.

Mientras tanto en el edificio de los chicos los hermanos Cornwell tomaban clases en salones separados, Archie iba un grado menos que Stear quien era del grado de Terry y de Cameron, en clase de Historia de las Islas Británicas veían un capítulo de las divisiones territoriales de las regiones de Inglaterra, Terry y Cameron estaban por demás ilustrados aún más que su maestro, quien les pidió participar en la clase haciéndoles preguntas, cosa que el castaño siempre hacía en sus tiempos de rebelde pero en un tono irónico, ahora con su cambio de actitud se daba cuenta de todo lo que se había perdido por creer que era inútil estar en clases, era muy enriquecedor poder dar algo de él y se enorgullecía de aportar algo al grupo.

El rubio era un personaje muy agradable, pues aunque fue educado de la misma manera que a Terry, en él se notaba que siempre había tenido la atención y cuidado de su familia, por eso era de un carácter afable y no tan prepotente y engreído como muchos otros de la misma condición, incluso nuestro guapísimo castaño.

Aunque nunca había estado en un salón de clases aprendía rápido la dinámica del grupo y muy pronto fue reconocido por sus compañeros por su disposición y amabilidad. Eso no pasaba de largo a ojos de Stear, quien cada que lo veía le recordaba tanto a su querido primo, él sabía que efectivamente era otra persona, pero no dejaba de imaginar, que hubiera sido si Anthony no hubiera muerto y que Cameron en realidad fuera su primo, lo extrañaba tanto, pero contuvo su nostalgia con el propósito de no predisponerse para poder conocer bien al recién llegado.

Terry por su parte tenía una lucha interna con los celos y la confianza que le daba el rubio, obviamente sabía que el amor de él y de Candy era muy fuerte y que de un día para otro no podría desvanecerse, pero ahora que lo pensaba bien ¿Qué haría si Candy tuviera un cambio de corazón? ¿Si ella reviviera lo que había sentido por Anthony y ahora se decidiera por Cameron con la ilusión de que fuera su fallecido primer amor?, cerró los ojos y prefirió no contaminar más su mente con esas ideas.

El cumpleaños de Archie estaba por llegar y por la tarde los papás de los Cornwell arribaron al Real Colegio San Pablo para hacer una visita a la Madre Superiora, no conocían la institución y mucho menos la forma ortodoxa en que se trataba a los jóvenes, ellos que eran personas de mundo les pareció desafortunada la decisión de internar a los muchachos en un lugar así, en su mente justificaron el que su hijo menor se haya rebelado, era asfixiante la manera en como los tenían recluídos, incluso les interrogaron con tanta insistencia a ellos cuando pretendían ingresar a la institución sin previa cita. Los hicieron esperar por más de una hora, lo que hizo molestarse al caballero, ¿Qué se creían esas monjas? En ese rato a solas en la salita de espera se pusieron a conversar sobre las condiciones de sus hijos en ese lugar.

Cuando la Hermana Grey los recibió con sus aires de prepotencia ni siquiera les pidió una disculpa por hacerlos esperar, lo que los predispuso a aborrecer todo lo que ella les decía, cuando llegó al punto del comportamiento de su hijo menor, ellos la interrumpieron: -Perdone Hermana, no justifico que mi hijo haya cometido una falta, pero créame que yo confío plenamente en él, en su bondad, en su deseo de hacer feliz a la señorita que es su novia, nosotros estamos dispuestos a llevar a cabo la pedida de mano en los siguientes días, ya hemos conversado con la familia de la señorita Britter y por ningún motivo le permitiré que los juzgue mal, son jóvenes, y es muy normal que estando enamorados hayan tomado sus decisiones- le dijo el caballero a la religiosa, quien se ofendió y en su mente juzgó de vulgares a los padres de los chicos, una vez que salieron de ahí la monja, se tomó una pastilla para el dolor de cabeza y se retiró a la capilla a pedir perdón por los pecados de esa familia.

El siguiente fin de semana se llevaría a cabo el evento del joven de ojos de miel y cabellos castaño claro, sus padres habían obtenido el permiso de la superiora para celebrarle su cumpleaños y dejarían salir también a sus invitados, la fiesta solo tendría duración de un día, pues por lo repentino de la visita de los Cornwell la monja no quiso dar mayor tiempo pues temía que contaminaran las ideas de los demás chicos invitados al festin.

En la Mansión Andrew ya estaba convaleciendo la tía Elroy, los padres de Stear y Archie la visitaban en el hospital todo el dia desde que llegaron y por el acompañamiento y el buen ánimo inyectado por ellos su mejoría fue mas rápida y más aún con los planes que estaban por realizarse. Esa tarde que visitaron el colegio platicaron con sus hijos después de pedirle de favor a la monja que les dejara verlos, pues desde hacia un año que no los habían podido ver por los negocios de la familia. A regañadientes les permitió platicar con ellos y fue asi que por fin los jóvenes pudieron abrazarlos y sus padres llenarlos de cariño con la promesa que ya no se irían por tanto tiempo. Pudieron notar lo enamorado que su hijo estaba de la señorita Britter a quien habían conocido de niña, les contagió su ilusión y respetaron la decisión de Archie de pedirle ya matrimonio a su novia, pero que tenía que ser una sorpresa, con esa encomienda, se fueron a inciar los preparativos para tal acontecimiento.

Ademas de esa visita, al dia siguiente fueron al hogar de los Britter, quienes los recibieron amablemente y al padre de Annie le simpatizó la manera tan peculiar de ser de los Cornwell, sin duda eran un buen complemento para su familia, mientras que la madre de Annie desconfiaba de la cordialidad con que ellos se llevaban, ella y su esposo nunca fueron tan apegados ni lucían tan sonrientes como se mostraba la pareja visitante, quizá era cierta envidia de Jeannette Cornwell que no era tan conservadora como ella, sino que vestía con la soltura y actualidad que dictaba la moda de Europa, su cabello corto, su maquillaje marcado y su vestido entallado con abertura en la pierna contrastaba con el estilo de matrona que ella vestía, sí era un poquito de envidia, porque ella hubiera deseado conocer más lugares, divertirse como cualquier persona con dinero, pero al ingresar a esa elite de sociedad debía cuidar más sus formas, para no caer de la gracia de las personas a quien deseaba agradar para encajar en ese mundo.

No les fue tan complicado convencer a los Britter, el noviazgo de los chicos era algo de esperarse pues ambos se conocían desde niños y consideraban una suerte del destino que ambos estuvieran enamorados.

En el colegio San Pablo una chica de cabellos y ojos castaños platicaba con un grupo de amigas acerca de sus viajes y de las propiedades de sus padres, todas alrededor envidiaban las fiestas, las compras que platicaba, pues Giselle era una chica muy vanidosa y a sus trece añitos recién cumplidos era toda una lady, pronto sería quien heredara el lugar de pequeña arpía que Eliza Leagan siempre había tenido. La diferencia era que la chica nueva no necesitaba de conquistar chicos, sino que ella era buscada por ellos por su apellido tan importante y ella misma los rechazaba después de haberles coqueteado por varios días, solo por el gusto de sentirse deseada. Eso lo aprendió de su madre, que en venganza por su propia historia quiso darle armas a su hija para que no repitiera lo que a ella le sucedió, y es que nadie había querido casarse con ella y por un arreglo acepto casarse con quien no la amaba solo para cuidar de su fortuna. Bien sabido es que en aquellos entonces las mujeres no podían tener bienes por su cuenta a menos que lo llevaran como dote al matrimonio y que una vez casadas el marido podía darles la libertad de administrar lo que sus padres habían dado para casarlas.

Aun sobrevivían esas viejas costumbres, por eso no era bien visto que alguien como Eleanor Baker fuera autosuficiente, que fue una de las cualidades que le hizo ganar el corazón de Richard Grandchester, quien a decir verdad se encontraba en esos momento muy preocupado por la reciente llegada de su esposa la Duquesa de Grandchester, quien supuestamente ya le había dado la libertad para separarse, pero ante el rumor de la reconciliación de su esposo con su antiguo amor, no quiso desaprovechar la oportunidad de darle una estocada definitiva y regresó para seguir dando guerra en el castillo.

-¿Así que vuelves por más dinero Claudine?- decía molesto el Duque -¿Asi recibes a tu esposa?- cínica se acercó para dar un beso en su mejilla –¿Que acaso te has vuelto loca? ¿No te bastó todo lo que te llevaste para que ahora vuelvas a increpar en mi contra? Ya me enteré lo que dijiste ante la Camara de los Lores, pero no te saldrás con la tuya, ya hicimos la partición de los bienes de tu familia, son todos tuyos, además de las propiedades que habíamos adquirido, ya está el sello real en todos los libros de las transacciones- no podía creer que esa mujer siguiera insistiendo en amargarle la vida, pero no iba a permitirlo, por el bien de sus hijos –¿no extrañaste a tus hijos, a los que si llevan tu sangre?- el Duque no aguantó más y la empujó contra el sillón –no te permito que insultes a Terruce, mis hijos no tienen la culpa de llevar tu veneno en la sangre, solo espero que no les arruines la vida también a ellos- la mujer no dejó de atacar –pues si tanto te preocupan ahora, déjame decirte que los ingresé al mismo colegio de tu hijo, no quiero que ellos se enteren de toda esta cochinada que quieres hacer con nuestro matrimonio- el Duque detuvo su rabia y pensó mejor las cosas –no voy a caer más en tus provocaciones- se dio la media vuelta –ya veremos quien gana Su Excelencia, yo nunca pierdo- el Duque continuo sus pasos y salio a su despacho.

Un joven de castaños cabellos lacios y pálida piel, enclenque y delgado caminaba solo por los pasillos del colegio, aunque tenia ya varios días en el colegio, nadie le había preguntado su nombre ni apellido, pero si lo hubieran hecho no lo hubieran creido, solo un joven de varios años mayor que el lo había reconocido, pero éste le huía porque su madre le había aconsejado que no se le acercara a su mas acérrimo enemigo. Era absurdo que siendo medios hermanos no pudieran charlar, el chico no creía todas las historias que su madre le había inculcado, de más pequeño si obedecia sus consejos, pero ahora que estaba despojado de su sobreprotección no hallaba su lugar en el mundo. Nunca le habían dado la oportunidad de ser él mismo, sino solo pensar que por su apellido valía. Ahora se daba cuenta que eso no les importaba a los demás si no era como ellos, le hacia falta un amigo.

Richard Jr y su hermana Gisselle no se llevaban muy bien, ella siempre fue la muñequita de su mamá y recibia todas sus atenciones, pero a el le prohibia jugar con su hermano mayor pues era su rival, con solo quince años ya tenia definida su vida, su madre lo utilizaba para compararlo con el bastardo de su padre, le ponía una carga muy pesada, tener que ganar el lugar de Terruce, por lo que a el no le quedaba de otra, aunque pronto esas ideas cambiarian por completo.

Ese dia que Candy no asistió a clases Patty y Annie no pudieron estar con ella, Patty ayudaba a la Hermana Margaret por ser la mas conocedora de la tradición del colegio y de la biblioteca y tuvo que acompañar a las nuevas alumnas en su primer semana en la institución, Annie por su parte se encerro toda la semana por las tardes para terminar a marchas forzadas el regalo de Archie.

Por su parte Terry y los chicos conversaban con Cameron después de una tarde en el juego de rugby, un deporte que aunque era rudo los ayudaba a desfogar todo lo que tenían de energías y les ayudaba a integrarse como amigos, poco a poco el castaño guapísimo, iba aceptando a su nuevo amigo, quizás estaba exagerando en conjeturas, realmente era muy buena persona, inclusive habían estado conversando de los temas que ellos tenían en común; se propuso ir a buscar a Candy para hablar con ella por la noche, pues por mas que la buscaba no la veía ni a sus amigas tampoco, no le dio importancia al hecho y asi transcurrio la tarde.

Candy pasó la tarde en cama pues le dio fiebre, la Hermana Margaret a media mañana pasó a verla pues le extrañó no verla en clase, se sorprendio mucho el estado en que se encontró la chica y pasó a su recámara a darle auxilio –no me pasa nada Hermana, es solo que tengo un pequeño resfriado y la visita del mes ha llegado- los ojos hinchados no pasaron desapercibidos para ella y se acercó a darle un abrazo –Candy, mi niña, tu nunca te has dado por vencida, sea lo que sea que te aflija Dios te iluminará para que dejes la tristeza y encuentres la respuesta- las dulces palabras de la Hermana Margaret calaron hondo en el corazón de la pecosa, parecía que adivinara lo que le pasaba, la conocía en verdad pues eran de almas puras y muy parecidas –Hermana, gracias por llegar en el momento que mas la necesitaba- se sentó y le devolvió el abrazo, se disipó la nube que la atormentaba con todos los malos pensamientos que la habían aturdido por la noche –Candy, Dios nunca nos abandona, cuando te sientas triste pídele a El que te dé paz en tu corazón y claridad de pensamiento, muchas veces hacemos una tormenta en un vaso de agua y solo hace falta que confiemos en El- el corazón de la rubia se llenó de las amorosas palabras de la religiosa y agradeció a Dios enviarle a alguien que le diera el amor maternal que le hacia falta.

-Ya me siento un poco mejor Hermana- la voz de Candy recuperó su melodiosidad y sonrió por fin –si tu quieres quédate descansando, yo hablare con tus maestros para que te envíen la tarea y la hagas aquí en tu cuarto, a veces necesitamos apartarnos un poco de todo para retomar fuerzas- la Hermana Margaret le tenia un cariño especial a Candy porque veía en ella una luz y un candor especial, era una jovencita transparente y llena de amor.

Entrada la tarde Candy se metio a bañar y preparó todo para el siguiente día, menos mal que tocaría el uniforme formal por ser un día de guardar, aunque hubiera clases primero irían a misa a rezar el rosario por ser día de la Virgen del Rosario y luego seguirían con sus actividades.

Se hincó en la orilla de su cama y se puso a orar: -Gracias Señor porque me devolviste la paz en mi corazón, ahora sé que tú obras de maneras misteriosas y que debo confiar en ti, si tu has enviado a Anthony de nuevo a nuestras vidas te lo agradezco tanto, sea o no sea él, no voy a llorar más y no voy a dudar de tus designios, me siento muy bendecida por ti Dios porque tengo el amor de Terry, el cariño de mucha gente que está conmigo y la gente que esta lejos también, Señorita Pony y la Hermana María, el Señor Albert, Dorothy, Tom, los pongo en tus manos Señor, te dejo mis penas y mis tristezas para que las transformes Dios…- en eso se escucha un ruidito por la ventana, era Clin que quería entrar y la rubia le abrió el balcón y su mascotita brincó a sus brazos lamiéndole las mejillas -¡Cliin! ¿Cómo supiste que me hacias falta? Siempre estás cuando te necesito Clin, vamos, tengo para ti un pequeño postrecito, fue a su buró y tenía ahí un panecito suave que le había quedado de la cena y el animalito lo devoró inmediatamente. Lo colocó en un lado de la cama y esa noche Candy durmió con su amiguito que ya tenía un lugar en el bosque donde dormía, pero intuía que su ama lo necesitaba y le hizo compañía toda la noche.

Nuestro castaño adorado estaba preparándose para salir de su cuarto e ir a buscar a la pecosa, pero justo antes de abrir el balcón tocaron a su puerta, le entregaron un sobre con el sello Grandchester, lo abrió y encontró un mensaje de su padre "Terruce, te espero en el hotel Savoy, por favor no demores en llegar". Le extrañó mucho la urgencia, pues su padre nunca lo había buscado a esas horas, debía ser algo importante, se puso su capa y salió de inmediato en el transporte que lo esperaba afuera del colegio.

Al llegar al hotel lo condujeron a la suite que el Duque siempre ocupaba cuando la Duquesa estaba en el castillo. –Adelante, pasa- le dijo su padre cuando tocó la puerta, -Padre, ¿que es lo que sucede ahora con la Duquesa cara de cerdo?- el Duque se acercó a él y le dió un abrazo, últimamente se habían vuelto mas cercanos e incluso la manera de conversar era de más confianza entre ellos –Terruce, te he dicho que no utilices esas expresiones al referirte a ella- por dentro reía por el apodo,pero no quería demostrarlo, pues no era de caballeros.

-No voy a disculparme Padre, el hecho que hoy estemos aquí a esta hora, significa que ella no lo deja vivir en paz- el chico se preocupaba porque tal vez no pudieran librarse tan fácil de ella –te llamé porque necesito que veamos una situación urgente, la Duquesa se ha dedicado a una campaña en mi contra ante la cámara de los Lores, en el Parlamento sé que cuento con su aval por el asunto de la separación, incluso con su majestad lo he conversado y sé que cuento con su dispensa para el divorcio, pero ahora toda la corte está enterada de la situación y está escalando a un nivel de conflicto por los bienes y el poder, sobre todo me exige ella la sucesión sobre Richard Jr.

Terry comprendía el problema y compartía los sentimientos de coraje por la necedad de la mujer, su medio hermano era muy diferente a él y estaba siendo forzado a prepararse para el ducado. –Ahora me explico porqué están mis hermanos en el colegio, pretende desestabilizarme, pero no lo logrará Padre, ya no soy el mismo de antes y por cierto, tengo el voto de confianza del heredero de Yorkshire, quien también se encuentra en el colegio- Terry había tenido mas cercanía con el muchacho y ambos empatizaban en todos los temas diplomáticos.

-Me alegro mucho que hayan podido llevarse bien, su familia y la nuestra tienen una larga historia, pero desde mi alianza con Claudine nos apartamos y ellos partieron al norte evitando toda comunicación con nosotros, al parecer hubo un grave incidente y prefirieron el anonimato, su Majestad estuvo al tanto de eso y les dio carta libre para desentenderse por un tiempo de las obligaciones reales, nunca hemos hablado de ese tema, pero por lo menos no hay un indicio de culpa hacia nosotros, aún y cuando las familias cercanas a ellos pretendían infundir desconfianza hacia los Grandchester.- Terry ponía mucha atención a ese relato, más aun por esa sensación de que algo más había detrás de todo eso –Me alegro que Cameron se está preparando para suceder en el ducado, así podrá verse fortalecida su familia en la Camara de los Lores- el rubio era un joven muy educado y preparado, muy semejante a Terry, nada que ver con las familias americanas que enviaban a sus hijos ricos para convivir con los nobles ingleses y verse beneficiados por esa influencia ante la Corona.

-Hijo, te voy a pedir encarecidamente que te acerques a Richard Jr, quizá aun es tiempo para que puedan llevarse bien, lejos de su madre puede ser distinto, no así Giselle, esa chiquilla es una réplica de ella desafortunadamente- reflexionaba con su puro en la mano el Duque. –No es necesario que me lo pida Padre, yo lo haré con gusto, aunque no coincidimos en el grado, hare lo que este en mi alcance para estar cerca de el- y efectivamente a la edad de su medio hermano aun era influenciable y aunque no lo admitiera sentía una gran admiración por su hermano mayor.

-Padre hay algo que quisiera que discutamos de nuevo, no se cuanto tiempo tendre que esperar para pedir la mano de Candy, su padre adoptivo aun no aparece y me gustaría que nuestro compromiso pueda ser público muy pronto- el Duque junto las cejas preocupado y respondió –Hijo lamento decirte esto, en estos momentos no creo que sea buena idea plantear ese compromiso ante Su Majestad, hasta que se resuelva mi divorcio con la Duquesa, pues ella hará un infierno en la tierra si se entera de tus intenciones con Candy- Terry se sintió impotente y dio un puño a la mesa poniéndose de pie –Padre, no me pida eso- el Duque lo siguió –Lo mejor es esperar, sobre todo por su edad hijo, compréndelo por favor- Terry arrugaba las pesadas cortinas de terciopelo que cubrían el ventanal.

-¿Por qué siempre tiene que haber algo que me impida ser yo mismo? ¡Porqué!- tenia miedo que algo se pudiera interponer entre ellos o que alguien mas ganara el corazón de la pecosa.

Conversaron por un rato más y paso la noche con su padre, al dia siguiente ambos acudieron a una asamblea en el parlamento, donde Terry fue conociendo el diario vivir del mundo adulto en que su padre se desenvolvía, era él quien insistía en conocer todo ese ambiente ante el cual lucharía más adelante, pues no quitaría el dedo del renglón hasta que él y Candy pudieran casarse. Por la tarde el Duque para compensar a Terry lo invitó a la presentación de Los Dos Hidalgos de Verona, fue muy reconfortante tener contacto de nuevo con su lado artístico, le divirtió muchísimo y vibraba con cada dialogo en la obra, se imaginaba siendo él Valentino y al tratarse de una comedia, ambos salieron del teatro con mejores bríos y entonces lo llevó de regreso al colegio ya entrada la noche.

En el trancurrir del día Candy había llevado sus actividades con la normalidad acostumbrada, por la tarde fue a la sala de música para ver si podía encontrarse con Terry y al entrar en ese lugar escuchó una melodía cantada por una voz masculina hechizante, se quedó escuchando con media puerta abierta, se recargó en el marco de la puerta y cerró los ojos deleitándose con la pasión y sentimiento de esa hermosa voz que interpretaba "La dolcissima effige" de la ópera La principessa di Bouillon, cuando el joven terminó de cantar Candy abrió la puerta conmovida hasta las lágrimas, aplaudiendo espontáneamente sin poder evitarlo, pero al darse cuenta quien era el cantante se quedó pasmada y no dio un paso más, con mayor intensidad las lágrimas salieron de sus cuencas y Cameron se levantó del piano y se sorprendió mucho de haber tenido audiencia en ese momento –gracias Señorita- se acercó a ella y notó las lágrimas de la chica, además de la mirada que ella tenía como si hubiera visto un fantasma, el chico extendió su mano y Candy la aceptó y bajó un poco la mirada pensando (si fuera Anthony me hubiera reconocido, además éste chico tiene ojos verdes y no azules como los de Anthony) –más bien yo te agradezco por permitirme escucharte, tienes un gran tesoro en tu voz- le dijo con violines en su voz, el chico le causó mucha ternura lo sensible que ella era, se sonrojó ligeramente y la invitó a sentarse junto a él en el piano, pero Candy se negó –no gracias, después de haberte escuchado, creo que lo que yo le haga al piano no será nada comparado con lo que acabas de hacer- el chico rió ligeramente –en lo absoluto ehh… me recuerda Señorita por favor cual es su nombre?- tomó esa táctica para que ella se presentara ahora sí sin interrupciones, a lo que Candy contestó formalmente –me llamo Candice White Andrew y… tu?- un poco insegura por saber el nombre real del chico, esta vez sería él quien la aclarara de una vez por todas si era o no Anthony –Cameron Jones a sus pies Señorita White-

Candy sintió una ligera decepcion al desengañarse ahora sí definitivamente de la identidad del chico, había guardado una pequeña esperanza de que fuera su primer amor, de nuevo la vieja herida le dolió muy dentro de ella, pero no era igual que antes, solo como un recuerdo añejo, pero en un instante trató de recomponerse para conocer un poco más a su interlocutor –No es necesario que me hables de usted, puedes decirme Candy, además que White es mi nombre también pues cuando me encontraron estaba nevando- el chico no comprendió lo dicho por la rubia, quien había dejado de llorar y su voz era un poco más nítida y sonreía aunque tenía los ojos rojos, le pareció muy dulce de parte de ella que no quisiera agobiarlo con su tristeza y luchara contra sus emociones mostrando una entereza impresionante –No comprendo, como es que te encontraron?- Candy sintió confianza y le confesó su verdadero origen a un chico, que aunque acabara de conocer le inspiraba un cariño fraterno.

-Es que yo no soy precisamente de los Andrew, sino que ellos me adoptaron, nunca conocí a mis padres, me encontraron una noche fría al pie de un árbol en el Hogar de Pony un orfanato en América donde crecí rodeada del amor de mis madres, la Señorita Pony y la Hermana María, ahí viví hasta los doce años y pues ahora estoy aquí en Londres aprendiendo a ser una dama para ser digna del apellido Andrew- el chico en su mente imaginó lo difícil que debió ser la vida de ésta chica que le inspiraba tanta confianza como si se conocieran de toda la vida, además que esos ojos eran de un color esmeralda que le parecía tan familiar –Me parece muy lindo nombre, pero ¿nunca has sabido quienes fueron los que te abandonaron?- quiso indagar un poco más en la historia de la chica pues algo en ella le causaba mucha curiosidad.

–Cameron, yo no quiero pensar que me hayan abandonado, ¿sabes? Sino que me encontraron, no me corresponde a mi juzgar las circunstancias en que mi madre se haya visto envuelta en mi nacimiento, quizás era muy pobre y enferma y solo Dios es el único que la pudiera juzgar- Cameron meditó en su cabeza la posibilidad de que la chica la hubieran sustraído de su madre, sin duda era muy bella y tenia un aire de distinción no muy común en las americanas, pero no quiso angustiarla y eso se lo guardó en los pensamientos. Algo lo inquietó muy dentro de sí mismo, pero se distrajo cuando ella entonces le preguntó –Y tu de donde eres?- Candy para desengañarse por completo quiso indagar ahora de él su verdadero origen –Oh sí, yo soy originario del Norte de Inglaterra, mi madre es escocesa y mi padre es inglés, mi tío es el Duque de Yorkshire y me corresponde a mí sucederlo, por lo que me enviaron aquí como parte de mi preparación para el ducado- se puso serio al recordar a su tío que en su soledad y la tristeza de sus pérdidas, él había sido como un hijo para él –¿pero tu tío no tiene hijos que hereden el ducado?- la curiosidad de la pecosa, despertó de su letargo al chico que se había quedado callado –no, mi tío no tuvo más hijos, él se dedicó por completo a su trabajo después de perder a su familia-

Candy de inmediato se percató de que había una dolorosa historia ahí y prefirió cambiar de tema –debió ser muy difícil para él quedarse solo, pero tiene un sobrino de quien puede sentirse muy orgulloso- el muchacho sonrió y levantó su cara –Te lo agradezco Candy, aunque la preparación para el ducado es muy intensa espero poder darle motivos para que así sea- Candy lo hizo sonreir y se fijó en su dulce sonrisa, era muy fácil conversar con ella y ver sus ojos brillantes, admitió en su interior que le gustaba su compañía y era muy diferente a las otras chicas que lo habían estado acosando en el transcurso del día –¿Y ya hiciste amigos Cameron?- ella continuaba interrogándolo con su curiosa mirada –no sé si conozcas a mi novio, es Terry Grandchester, creo que tú y él podrían ser muy buenos amigos- el rubio sintió derrumbar sus castillos en el aire, pues la chica le agradaba en una manera especial –Sí, incluso también a sus amigos los Cornwell- Candy abrió sus ojos al máximo con un genuino entusiasmo -¡Que bien! ¡Ya eres amigo de Stear y Archie también!¡ellos son mis primos!- el chico se contagió de su alegría y siguieron conversando por un rato, Candy ya no ensayó y prefirieron salir con cuidado del salón de música para ir a la segunda colina de Pony, ahí se encontraron con los Cornwell, Annie y Patty.

-¡Hola chicos! ¿Ya conocen a Cameron?- Annie y Patty se sonrojaron un poco pues el chico era todo un caballero e hizo una reverencia hacia ellas, Archie y Stear voltearon a verse aliviados pues hasta ese momento se habían preocupado por la reacción que pudiera tener la rubia al descubrir el parecido tan grande entre Anthony y Cameron –Sí Candy, Cameron está en clase con Stear y Terry- le respondió Archie, Candy esperaba ver a su prometido en la segunda colina de pony pero no estaba ahí

–Por cierto chicos ¿Han visto a Terry?- los chicos se miraron unos a otros y Stear le contestó –creo que tuvo una urgencia y su papá mandó por él- era intrigante para Annie el rostro del chico rubio, miraba a Candy y miraba a los demás, aunque ella había conocido a Anthony nunca fue cercana de él, pero sí le recordaba el rostro del rubio al fallecido primo de Archie. Cameron tuvo que retirarse porque tenía una clase con un maestro particular para la preparación del ducado, los demás se quedaron en el césped sentados platicando, Candy miraba al cielo recordando a Anthony, parecía que Annie le adivinó los pensamientos, le parecía muy extraño que nadie dijera nada, obviamente no era el primo fallecido pero era curioso que fuera idéntico asi que no se aguantó y dijo:

-¿Chicos, no les parece que Cameron les recuerda a Anthony?- Candy volteó a verla y de inmediato se puso algo triste, Archie la reprendió: -¿Annie, porque dices eso?- Stear lo tranquilizó –Calma hermano, es verdad es muy idéntico a Anthony, ¿Tú que piensas Candy?- la rubia tenía ya algunas lágrimas a punto de caer de sus ojos y asintió –Sí Stear, es igualito a Anthony, además que es muy amable como él, es como si Dios lo hubiera enviado a nosotros de nuevo para aliviar un poco el dolor de haberlo perdido- dio un suspiro y reprimió sus lágrimas.

–Perdoname Candy, no quise ponerte triste- dijo Annie –no te preocupes Annie, alguien tenía que decirlo- dijo Stear, Archie estaba mirando al horizonte recordando a su primo –¿No les ha pasado que cuando lo recuerdan como ahora, sienten que él está aquí?- Candy se le acercó y se le recargó en el brazo a su primo, pues lo vió un poco triste, el castaño ojos de miel era un chico muy sensible y la rubia sintió la nostalgia que empezaba a invadirlo –Si Archie así me pasa a mí, como si fuera mi angel de la guarda, cuando lo sueño lo veo feliz y con su rostro resplandeciente, por eso sé que él siempre nos cuida y nos sigue queriendo mucho- Archie abrazó a Candy conmovido y dejó salir una lágrima –Tienes razón Candy, él es nuestro angel de la guarda- dijo Stear.

Estuvieron un rato conversando del próximo cumpleaños de Archie, el ánimo cambió en ellos y después de un rato cada quien se fue a cenar y después a su cuarto para la hora de dormir.

Candy rezaba hincada en el suelo mirando un crucifijo que tenía en la cabecera de su cama, cuando un viento fresco entró por la ventana -¿Pecosa, que haces ahí en el piso?- la voz aterciopelada de su amado llenó sus sentidos, entró y ella sonrió al verlo, creció un poco más el amor que sentía por él, cada vez que se veían ese lazo se hacia mas fuerte y crecía en ellos el deseo de estar juntos para siempre, Terry era su mitad, estar con el la llenaba de amor y de alegría, en ese momento necesitaba sentir paz y su novio era su remanso, ella se levantó del suelo y fue directo a abrazarlo –mi amor te extrañé tanto- él sin decir nada tomó su barbilla y le dio un suave beso en los labios, acarició sus coletas y la miró con ternura –¿volviste a hacerte tus coletas mi amor?-

Candy había sentido la necesidad de sentirse niña de nuevo para aferrarse al hogar maternal, a su infancia, el lugar donde siempre fue feliz, donde se sentía protegida –¿no te gustan?- le dijo con su mirada de tierna gatita –claro que me encantan, y asi como las usas puedo ver tus pecas enmarcadas por tus rizos-.

–¡Oh Terry!- el nuevo beso que nacio en sus labios disipó todas las dudas y pensamientos que había tenido la noche anterior, nunca se había sentido tan enamorada, él caballero ante todo la condujo a la orilla de su cama y la sentó en su regazo –mi amor hace días que no te veía y el otro día me preocupó no escucharte por la colina revoloteando en los arboles mi pequeña tarzan- ella lo abrazaba por los hombros y se recargó en él –ese día me sentí indispuesta y preferí quedarme en mi cuarto, la hermana Margaret me acompañó, pero ya pasó- el rebelde se preocupó –¿pecosa, cuéntame que es lo que te pasó?- sus palabras le removieron un poco el sentimiento y por un momento dudó en decírselo –es que…- él levantó su barbilla –es que qué?- le dijo con suavidad dándole la confianza a continuar, ella tomó un poco de aire y cerró los ojos para darse valor y decirle:

–Hay un chico que se parece mucho a Anthony, se llama Cameron, hace días lo había visto y me sorprendió mucho, de verdad creí que era él, pero hoy que platicamos me di cuenta que definitivamente no es él, había guardado la esperanza de que pudiera ser, pero no, no es él- su semblante era algo triste y Terry sabía que el recuerdo de Anthony aún le dolía a su pecosa, –pecosa, yo sé que tu le has llorado mucho a su recuerdo, pero no me gustaría que siguieras sufriendo por su muerte- ella se abrazó a él y empezó a lagrimear involuntariamente –lo sé Terry, pero esa idea de que tal vez hubiera vuelto me confundió mucho, si en realidad murió o lo hubieran ocultado- de nuevo ese conflicto interno la llenaba de incertidumbre.

Terry mas que los celos le movia la necesidad de darle tranquilidad –mi amor, a veces pasa así, cuando extrañas mucho a alguien y te imaginas que sigue aquí, pero hay gente que se vá y gente que llega a nuestra vida- ella volteo a verlo con sus ojos a medio llorar –Cameron es un buen chico, él ha venido al colegio a prepararse para la universidad, hemos conversado y es una persona agradable, debo decir que incluso algo de él me recordó a ti, es extraño, pero es como una versión tuya masculina, claro que con menos pecas y mejores modales, jajajajaja- el chico se reía a sus costillas y eso no era para insultarla, sino que era el mecanismo que utilizaba siempre para aliviar un poco la tensión –ahhh con que siii ehhh.. volvemos a ese jueguito que te gusta… bueno pues Terry Grandchester será mejor que te prepares para un nuevo ataque de cosquillas jajajaja- Candy lo tumbó de la cama y se puso encima de él para atacarlo con sus manos, el chico reia a carcajadas y ella lo cayó de inmediato poniendo su manita en su boca, pues escuchó pasos en el corredor de los dormitorios, de inmediato los dos se detuvieron y se quedaron abrazados en el piso tratando de escuchar las voces al otro lado de la puerta.

-Sí Hermana Kreiss, créame, es Candy de seguro ha metido a alguien a su cuarto, porque no va con ella a registrarla?- la voz chillante de Eliza Leagan era inconfundible, se escuchaba a metros de distancia y nuestra pareja favorita se quedó inmóvil en el piso, él encima de ella, utilizando su cuerpo para mantenerla cautiva y sus manos en la cabeza para que no siguiera haciéndole cosquillas. Los dos no quisieron precipitarse en que el castaño saliera hasta saber que es lo que pasaba –Señorita Leagan vaya a su cuarto por favor, no es correcto levantar falsos, la señorita Candy se encuentra dormida- la Hermana Kreiss vio la luz apagada por debajo de la puerta y precisamente acababa de pasar con Candy justo antes que iniciara sus oraciones, además tenia prisa por ayudar a la hija de la Duquesa de Grandchester a prepararse el baño y colocarse su pijama, pues con lo mimada que era ni eso sabia hacer, pero por las generosas donaciones que hacia la familia de renombre al colegio, las religiosas la atendían con todos los privilegios.

-¡Pero Hermanaa!- la dejó hablando en el pasillo, juraría que había escuchado la risa de Terry, aunque tal vez era ella que se estaba volviendo loca, empezó a dudar de si misma y algo confundida se ocultó en su recámara, ya vería luego cómo descubrir a Candy.

-Te dije pecosa, que no hagas tanto ruido-le decía en voz baja junto al oído acariciando su mejilla con su nariz y depositando otro beso en su boca, el cual fue encendiendo el deseo al tenerla dominada bajo su cuerpo, un beso apasionado como solo Terry los sabe dar, delicioso beso que se prolongó y que movió agitado el corazón de Candy hasta que una mano traviesa de su prometido se iba metiendo bajo su bata, lo que la hizo abrir grandemente sus ojos y en un movimiento se levantó dejándolo ahí en el suelo, había olvidado que no era propio de una señorita estando en sus días tener acercamientos con su pareja, el tema era reservado aún, aunque el chico la conocía y sabía muy bien con solo besarla que estaba en sus días, pues paradójicamente era cuando más fogosa se mostraba.

-¡Terry!- lo regañó en voz baja –discúlpame, pero ahorita no me siento muy bien- el chico se levantó acomodándose la camisa y se acercó a ella confiado –eso ya lo sé mi amor pecoso, por eso me gusta besarte, porque aunque me digas lo contrario, te siento más dispuesta- waaaw la mirada seductora de su prometido la hipnotizaba, pero no era el momento ni el lugar –mi amor, mejor luego nos vemos, si? ya me dio pendiente que me vengan a supervisar- le dijo algo nerviosa y su novio le daba esa mirada que adivinaba sus pensamientos –esta bien, te dejaré ir por esta vez, pero a la próxima si me vuelves a provocar, no respondo eh?- ella se sonrojó tanto, ¿en qué momento lo había provocado si ella no se creía tan coqueta? pero era algo que le salía por naturaleza sin que se diera cuenta

–Está bien pero nos vemos el sábado en el cumpleaños de Archie ¿si?- Salió del balcón no sin antes lanzarle un beso con la mano, ¿acaso se podría estar más enamorada? Con el corazón rebosante de amor e ilusión se fue a dormir y se olvidó por completo de aquellos pensamientos tristes que la habían acechado.

Chicas como les prometí, aquí les entrego este capítulo, espero les haya gustado, quise abundar un poco en el que sería de Candy si Anthony no hubiera muerto, pero me imagino que hubiera sido una gran confusión pero en los sentimientos ella sería fiel a Terry, dudo mucho que le moviera el tapete de nuevo, pues el nivel de confianza entre los rebeldes es muy grande, y aunque era su primer amor, lo que Candy descubrió y compartió con Terry fueron situaciones de vida muy importantes, él no quería cambiarla, la quería tal cual era, sin embargo Anthony quería que se civilizara para que fuera digna de él. Sé que este pleito de quien sería mejor para Candy es como abrir una lata de gusanos, pero solo era una perspectiva en mi historia para probar el amor de nuestra pareja favorita. Además que yo creo que ya se dieron cuenta por donde vá la cosa, en el siguiente capitulo habrá más sorpresas, hagan sus apuestas jajaja. Les envío todo mi cariño en un abrazo!