Prólogo.- Acto VIII
"Entonces, esto es lo que ocurrió."
Aether, Paimon y yo estábamos caminando tranquilamente a través del sendero que llevaba de la playa hasta la Estatua de los Siete en el Lago Estelar.
"Yo tengo una hermana gemela. Su nombre es Lumine, y, en pocas palabras es una versión femenina de mí. Tiene cabello corto y un vestido blanco…"
Aether hizo una pequeña pausa y me miró.
"No la he visto por Mondstadt, lo siento." Negué con la cabeza. "Aunque llevo solo unos pocos días y no he visto a cada persona de la ciudad "
Aether suspiró con tristeza y continuó su relato. "Está bien… Te decía. Ella y yo solíamos viajar… viajar mucho, a través de más de un mundo. Es una experiencia emocionante, ¿Sabes?" La mirada de Aether se dirigió hacia adelante, como recordando visualmente los dichos 'mundos' en los que estuvo.
Vaya… ¿Habré viajado a través de mundos de igual forma? Quizá pueda recordar cosas si le pregunto a Aether…
"Pero…" Aether volteó hacia abajo, su semblante decayendo. "Cuando caímos a este mundo desde otro, y quisimos dejarlo e ir a siguiente…"
"¿Hmm? ¿Por qué lo quisiste dejar?" Pregunté mirando hacia adelante, cuidando no caer en algún desnivel.
El bosque estaba bastante más tranquilo que la última vez que estuve aquí. ¿Será que la lluvia en la que estuve fue así de fuerte para que los animales no salieran por horas?
"Pues… Es algo complicado de explicar. Este mundo estaba en una situación bélica." Aether entregó una respuesta algo vaga. "Como sea, cuando quisimos partir de este lugar, nuestro camino fue bloqueado por una…" Aether cubrió sus ojos con una mano, e hizo una expresión turbia… agitada o preocupada podrían encajar también. Es como si hubiera recibido un trauma. "Divinidad desconocida."
"¿Divinidad desconocida?" ¿Un dios les impidió escapar de este mundo? ¿Eso significa que no se puede salir de aquí…?
"No exactamente desconocida… se llamó a sí misma 'Protectora de los principios celestiales' lo que sea que signifique eso." Resopló con molestia y continuó. "Intentamos pelear con ella para salir de este mundo, pero usó una clase de poder extraño. Cubos de color negro y rojo flotaban por todos lados, y solo podíamos esquivarlos. Uno de esos ataques atrapó a Lumine y… fue capturada por esa diosa." Escuchaba seriamente cada palabra que mencionaba, intentando imaginar la magnitud de dicha batalla. ¿Es Aether tan fuerte como un dios?
"Intenté atacarla con todo mi poder para rescatarla de ella, pero detuvo el ataque sin algún tipo de esfuerzo. Al final, me atrapó a mi también dentro de sus cubos…"
Hubo un silencio por unos momentos. Delante de nosotros se encontraba el Lago Estelar finalmente. La estatua del Arconte Anemo mostrándose igual de… calmado, como siempre.
"Terminó llevándose a Lumine. Lanzó un conjuro sobre mí, y perdí todo mi poder… Después de cruzar tantos mundos, quedé atrapado en este lugar…" Podía verlo en sus ojos. Una rabia hacia la injusta situación que le ocurrió. Un desprecio hacia la 'Protectora de los principios celestiales' y una desesperación por haber perdido a su hermana.
"Pero no eres solo tú, ¿Cierto? Ambos, Lumine y tú fueron capturados por esa diosa desconocida, y si tú terminaste aquí, ella quizá también se encuentre en este mundo, ¿No es por eso que esperabas que la hubiera visto? Quizá alguien si lo haga." Dije, palmeando su espalda ligeramente en un intento de animarlo. No quería que se deprimiera ahora que estábamos frente a nuestra primera parada.
"Si, tienes razón… A decir verdad, no sé hace cuantos años fue… pero intentaré averiguarlo. Cuando desperté, estaba solo, hasta encontrarme con Paimon hace dos meses."
"¡Si! Fue cuando salvó a Paimon de ahogarse, jeje." Comentó Paimon. "¡Por eso Paimon te ayudará siendo una buena guía! ¡Y ahora tenemos un nuevo amigo que está en una situación similar!" Paimon miró en mi dirección.
"Aunque creo que tengo una dificultad diferente, ya que en primer lugar no recuerdo cómo siquiera llegué aquí, o donde estaba antes…" Dije con un tono de decepción. "Pero lo mejor que podemos hacer es averiguar más de este mundo y eventualmente encontrar una forma de salir de aquí, ¿Cierto?" Dije, recuperando rápidamente los ánimos.
"Tienes razón." Dijo Aether, animándose también. "Por cierto, ¿Para qué querías llevarnos aquí?" Se fijó finalmente en la Estatua de los Siete y el lago rodeando la estatua.
"¡Oh, oh! ¡Paimon lo sabe! ¿Puedo decirlo yo?" Me dijo Paimon emocionada. Asentí, riendo un poco y Paimon comenzó a explicar. "¡Es una Estatua de los Siete! Hay estatuas como esta a lo largo y ancho del territorio como símbolo de protección de este mundo. De entre los Siete Dioses, él es el que controla el viento."
"'Él' dices, pero…" Aether parecía tener ciertas cosas que decir mirado a la estatua del Arconte.
"No tiene mucho de 'él' ¿Cierto? Jajaja." Bromeé antes de dejar a Paimon continuar.
"No sé si el dios Anemo es a quien Aether busca, pero te llevaré primero a su reino." Dijo con un rostro confiado el hada. "Y tengo una razón para ello."
"Pensé que era porque quedaba más cerca de la playa." Dije.
"¡E, eso también! Pero la razón es otra." Respondió apresuradamente Paimon. "Como todo el mundo sabe, la lengua y la poesía fluyen en el viento. Alguien debe saber algo sobre el paradero de tu hermana. O eso espera Paimon."
"Ciertamente, una ciudad como Mondstadt debería ser un cúmulo de noticias esperando ser contadas… A menudo veo bardos de aquí a allá, y por las noches las tabernas se ponen ruidosas. Es complicado dormir, no te mentiré."
"Entonces… Regresando al tema de la estatua…" Dijo Aether nuevamente, con curiosidad.
"Oh, si. Tendremos que nadar para llegar a ella. No te molesta, ¿Cierto? Te secarás en el camino de igual manera."
"Supongo que no hay de otra." Suspiró Aether y entró al agua, seguido de mí.
Una vez llegamos a la Estatua de los Siete, nos paramos frente a su base.
"Ahora, esto es lo que harás. Verás, la primera vez que ví la estatua, toqué esta parte. Lo que pasó después fue que la estatua brilló de turquesa y sentí como mis sentidos se hicieron más agudos. Como tener un mapa mental de toda la zona, ¿Sabes? Es un tipo de habilidad interesante. Quizá funcione de igual forma contigo." Terminé la explicación breve de lo que recordaba y Aether puso su palma en la superficie de la estatua.
Pasó algo ligeramente diferente a la vez en que yo lo hice pus la estatua brilló con un ligero tono amarillo antes de brillar turquesa, y la esfera que sostenía el Arconte Anemo soltó otra pequeña esfera de color verde. Esta esfera semi-transparente voló hacia Aether y se estrelló contra su pecho, iluminando todo su cuerpo.
"¿Eh?..." Aether miró sus manos, sorprendido.
"Oye, oye… ¿Qué ocurrió?" Me pregunté también. Eso no había pasado cuando yo toqué la estatua.
"¡Oh! ¿Puedes sentir los elementos de este mundo?" Preguntó Paimon sorprendida de igual forma, y en un tono alegre. "Al parecer, con solo tocar la estatua obtuviste el poder Anemo."
"¿Qué hizo qué?" Cuestioné. "Hey, ¿Por qué a mí no me dieron el poder del viento también?" Golpeteé la estatua un par de veces. "Es una injusticia, deberían arreglar esta cosa." Reproché a la estatua.
"No, por mucho que quiera, la gente de este mundo no puede obtener semejante poder tan fácilmente… Aether es el caso extraño aquí." Dijo Paimon, analizando la situación.
"¿Será porque no soy de este mundo?" Sugirió Aether.
"Tendría sentido si yo también hubiera recibido ese poder de Anemo que dices." Dije mirando a Paimon. "Pero, en su lugar, solo tuve esta clase de mapa mental… Veas por donde lo veas, tu poder es el mejor aquí, así que debe haber otro factor." Respondí, refutando su teoría. "¿Quizá tenga algo que ver con la clase de personas que son tu y tu hermana? Quiero decir, yo soy corriente, hasta donde logro recordar, pero tú tenías poderes, viajas a través de mundos. Tienes que tener alguna clase de afinidad a obtener poderes de esta forma, ¿No crees? Mira, encima tus mangas, rodilleras, veamos que más… ¡Esa cosa al final de tu bufanda y tu pendiente también están brillando del color turquesa de la estatua! Eso es una habilidad bastante injusta la que tienes ahí, ¿No? Quizá si me pudiera tu pendiente también recibiría algo de ese poder…"
"Lo que dices tiene sentido, excepto por eso último de tomar mi pendiente. Mi ropa es especial, y responde a mi energía. Anteriormente brillaba con un color blanco, y hasta hace unos momentos estaba apagada. Si te entrego mi pendiente, seguramente se apague de nuevo." Respondió Aether, tocando su pendiente de forma distraída.
"Tch, que se le va a hacer." Me rendí en el tema. "De cualquier forma, esto es algo bueno, ¿No crees? Tienes poder para defenderte y podemos buscar a tu hermana de esta forma." Dije positivamente.
"¡Paimon también lo cree! Los elementos de este mundo respondieron a tus plegarias, eso debe ser una buena señal." Señaló Paimon con una sonrisa.
"Ahora, ¿Qué tal si nos dirigimos a Mondstadt? Aún tenemos mucho-"
Fwooosh—
"¡Uah! ¡¿Qué es eso?!" Exclamó Paimon.
Sobre nosotros pasó una gran sombra. Al mirar hacia arriba, nos recibió la vista de una gran criatura de color azul, con seis grandes pares de alas de color azul marino y una cola de metros de largo. Era un dragón.
"Dios mío… Eso no estaba ahí cuando llegué." Dije sorprendido por la bestia que se dirigía al bosque susurrante, cercano a la ciudad.
"¿Un dragón?" Preguntó Aether, más curioso que sorprendido frente a la criatura que pensé sería solo mitológica por alguna razón.
"¿Qué? ¿Ya has visto más dragones antes?" Le pregunté.
"Si, aunque en raras ocasiones." Dijo, sin apartar la mirada del dragón azul que se alejaba en la distancia.
"Se dirige al corazón del bosque, deberíamos adentrarnos con cuidado…" Mencionó Paimon, con algo de temor en su voz.
"¿No podemos rodearlo para evitar encontrárnoslo?" Dijo Aether, cauteloso de la criatura.
"Seguro, si te sientes confiado de cruzar eso." Apunté a la derecha del bosque, donde de encontraba el 'Lago de Sidra' el gran lago rodeando el perímetro entero de la ciudad. "O escalar eso." Apunté esta vez a la montaña a la izquierda del bosque.
"Si, bueno… ¿Qué hay de esperar a que se vaya de ahí?"
"Tampoco lo recomendaría bastante. Los alrededores no son exactamente los más pacíficos." Dije, mirando a lo lejos el campamento Hilichurl que encontré en mi primer día. "Hay ciertas criaturas que no te darán la más cálida de las bienvenidas si entras a su territorio."
"Entonces… Ugh." Se quedó sin ideas Aether.
"Tendremos que cruzar el bosque en el que está el dragón." Dije. "Si tenemos cuidado, podríamos pasar desapercibidos."
Ante la confirmación de ambos acompañantes, decidimos caminar hacia el bosque.
Entrando al bosque susurrante, rápidamente nos escondimos detrás de un árbol bastante ancho y miramos silenciosamente si el dragón estaba cerca. Lo estaba, en efecto, pero no estaba solo. Había una persona junto a él.
"…No temas." El dragón parecía ser cauteloso contra esa persona, como si lo fuera a atacar en cualquier momento, pero parecía obedecerlo parcialmente. ¿Quién rayos es es..e, tipo? ¿Es un hombre cierto?
La persona hablando con el dragón vestía ropas verdes. Si tuviera que adivinar, diría que es un bardo, igual que los de la ciudad. Más que nada por el diseño de su ropa. Me suena al tipo de persona que te encontrarías en una taberna en la noche cantando sobre una tripulación de barco luchando contra un kraken o algo así. Si tuviera que volver a adivinar, diría que parece ser un hombre.
"¿Está hablando… con el dragón?" Susurró Paimon.
"Shh." La silencié. No podíamos permitirnos hacer ninguna clase de sonido.
"…Tranquilízate, he vuelto." Parecía que él y el dragón tenían una cierta historia juntos, debido a sus palabras 'he vuelto'. ¿Hay personas capaces de domar dragones? Parecía que estaba consiguiendo que el dragón se tranquilizara, hasta que…
"¡…!" Las partes del equipo de Aether que emitían una luz turquesa comenzaron a brillar fuertemente. Tanto como para delatar nuestra presencia a los dos seres delante nuestra.
¡Rugido!
El dragón rugió violentamente, expulsando un fuerte viento junto a su rugido, obligándonos a sujetarnos del árbol para no ser empujados hacia atrás. Inmediatamente después, el dragón atacó con sus garras al chico que lo estaba tratando de calmar, y este, luego de esquivarlo, dirigió su mirada hacia nosotros con molestia.
"¿Quién está ahí?" Expresó con desconfianza en su voz, entrecerrando los ojos.
Antes de tener tiempo de contestar, el dragón comenzó a rugir más fuerte y las ráfagas de evento eran muy fuertes, tenía que cerrar los ojos o entraría tierra en ellos. Hubo un momento en el que pude abrir los ojos para ver delante y vi al chico retrocediendo lentamente del dragón que estaba comenzando un escándalo. El chico comenzó a brillar en una luz turquesa y desapareció del lugar.
"¿Qué?... ¡Ugh!" Un pedazo de tronco voló en mi dirección y lo bloqueé rápidamente con mi espada, sosteniéndola con ambas manos por los extremos.
El dragón comenzó a volar, agitando a todo el bosque. Podía sentirlo. Angustia en los animales salvajes. Confusión en los árboles del bosque. Era un completo desastre. Mi mente estuvo cerca de desvanecerse un momento, pero apagué todos los sentimientos externos a mí mismo y pude mantener mi postura.
Después de unos segundos más, el dragón se había ido. El bosque volvió a estar en calma y lo único que quedaba era el sonido de las hojas moviéndose junto a una brisa de aire algo débil.
"Eso fue… intenso." Logré decir. "Vaya, ¿Quién lo diría? Hay domadores de dragones en este mundo. ¿Es algo común? Me gustará intentarlo." Intenté quitarme el shock de haber visto un dragón tan cerca de encima. Funcionó a medias, hasta que me dieron la respuesta.
"¡Por supuesto que no es común! ¡Casi manda a Paimon volando por los aires!" Gritó Paimon, aún agitada por el encuentro con la bestia. "Por suerte, Paimon pudo agarrarse del cabello de Aether. Gracias Aether." Le dijo Paimon a Aether, quién parecía que estaba algo más tranquilo que ella.
"La suerte es que no me lo arrancaste." Le contestó Aether acariciando su cabello en busca de daños, para después suspirar y mirar en el lugar donde estaban el dragón y el chico anteriormente. "¿A dónde se fue el chico, por cierto?"
"Ah, sobre eso…" Le conté lo que ví vagamente.
"¿Desapareció en un bello turquesa? ¿Te refieres a ese turquesa?" Paimon señaló el pendiente de Aether.
Asentí. "Puede que nos hayamos encontrado con alguien importante. Ustedes tienen mucha suerte, ¿Puedo unírmeles más tiempo?" Dije irónicamente para recibir una mirada de gracia por parte de Aether.
"¿Tu crees? Después de dos meses en la playa, el día en el que te conocemos aparece un dragón y un tipo que parecía estar familiarizado con él. Yo diría que eres tú quien tiene la suerte aquí." Nos quedamos mirando el uno al otro un momento antes de reír juntos.
"¡Oigan, no dejen a Paimon fuera!" Reclamó el hada. "…¿? ¿Qué es esa cosa encima de la roca enorme? Emite una luz roja…"
"¿Oh? ¿Será acaso un objeto que más tarde nos será de ayuda en nuestra misión principal?" Dije.
"Solo hay una forma de averiguarlo." Respondió Aether a mi chiste y se adelantó al objeto dejado atrás.
Subimos a la roca y encontramos una especie de cristal de color carmesí, flotando en el aire.
"Paimon nunca había visto una piedra así… Paimon se pregunta que será. Paimon solo sabe que es peligrosa, no deberíamos dejarla aquí."
"¿Y bien? ¿Quién tomará esta pequeña posible-bomba-de-tiempo? Dije mirando a Aether.
"Pues… Estaba a punto de ofrecerme hasta que mencionaste la parte de bomba de tiempo." Me contestó con el ceño fruncido.
"Oh vamos, ¿Por qué tan tímido? ¡Toma!" Tomé la piedra y la arrojé hacia el pecho de Aether."
"¡¿Uah?! ¡No a mí!" Me arrojó de nuevo la piedra roja Aether. La esquivé y la piedra comenzó a flotar de nuevo a la altura de mi pecho.
"¿Qué tal si lo decidimos con un Piedra, papel o tijeras? Quién pierda tendrá que cargar lo que sea que sea esta cosa." Sugerí con una sonrisa, tapando disimuladamente mi boca.
"O…¿Kay? Suena bien." Respondió Aether, un poco dudoso, pero accediendo.
Unos minutos después, estábamos saliendo del bosque susurrante, en dirección al puente que daba hacia Mondstadt.
"Oye, eso no fue justo de verdad." Protestó Aether por cuarta vez en el camino.
"Repito. No es mi culpa ser tan bueno como para ganarte 7 veces seguidas." Le respondí casualmente sin apartar la vista del frente.
"A Paimon le aterra la suerte que tiene Myson jugando a Piedra, papel o tijeras." Comentó Paimon con una mirada confundida. "¿Es siquiera posible lograr algo así?"
"No con suerte, eso te lo aseguro." Le respondí, apuntando a mi cabeza con el dedo índice de mi mano derecha. "Todo se trató de pensar y predecir. Aunque es más fácil decirlo que hacerlo. Quizá si hubo un poco de suerte involucrada."
"Que porquería de explicación." Se quejó Aether.
"¡Oigan! ¡Alto ahí!" Una voz nos detuvo desde atrás, causando que volteáramos, buscando su origen.
"!Ohh!" Exclamé cuando, sin previo aviso, una chica saltó desde un montículo frente a nosotros y aterrizó unos metros delante. Era una chica que parecía ser algo más joven que yo, pero mayor que Aether. Tenía una camisa de color rojo en las mangas, blanco en el pecho y café en el resto del torso. Tenía unos shorts bastante pequeños, un poco inapropiados si me daba el lujo de decirlo en un mundo donde una niña de poco más de 10 años dirige una taberna en la ciudad. En fin, volviendo a la chica. También tenía botas blancas con toques dorados en las suelas y rojo en la parte superior.
"Que el dios Anemo los proteja, forasteros." Dijo la chica con un tono calmado. Un solo vistazo a su comportamiento me daba la sensación de que era de naturaleza alegre, como la Diaconisa de la catedral, pero con un poco más de calma. "Soy Amber, exploradora de los caballeros de Favonius."
Oh, otra de estas personas.
