Capítulo 1.- Acto VII

El crujir de las hojas secas y el pasto bajo mis pies resonó mientras me acercaba a la Estatua de los Siete de Levantaviento. Por alguna razón, sentía un aire ominoso en el ambiente. Algo grande estaba pasando en la región, y parecía que no tendría tiempo suficiente para evitarlo, por lo que me preparé mentalmente para lo que fuera a suceder a continuación.

Decidí ir a pie desde las afueras de Mondstadt hasta aquí porque, a pesar de que iba en contra de la conveniencia del teletransporte, podría haber sido capaz de encontrar a Venti a lo largo del camino.

No lo hice, así que fue una pérdida de tiempo.

Di un respiro hondo y miré hacia la Estatua. Seguía casi igual de rota que antes, pero al menos ya no brillaba en rojo. Ahora grita menos 'peligro' que antes.

Me concentré en sentir los alrededores y cerré los ojos. Podía sentir la imponente figura y presencia del árbol frente a mí, pero al mismo tiempo había una sensación acogedora, como estar en la casa de mis padres después de irme a vivir solo, o algo así.

No es que recuerde quienes son mis padres o donde vivía.

De la nada, pude sentir energía hacer un remolino unos cuantos metros frente a mí. El viento se sacudió y un vacío se creó en mitad del espacio. Algo salió de él.

Toé el mango de mi espada, abrí los ojos y retrocedí unos cuantos pasos, pero segundos después me di cuenta que no era necesario tomar precauciones.

"Bien, aquí estás." Le dije a la recién llegada figura.

"¿Oh? ¿Qué haces tú aquí?" Me respondió.

Era Venti, había aparecido flotando a partir de la nada en el aire. Tan pronto como me vio bajó hasta el suelo y me miró con desconcierto. "Aunque... sí, debí suponer que me seguirías tarde o temprano. Supongo que bajé la guardia al no verte ayer."

"Lo dices como si te persiguiera para atacarte." Le respondí con los ojos entrecerrados.

"¿No lo haces? ¿Cuál es tu propósito aquí entonces?" Su mirada cambió a curiosidad. "¿Quieres escuchar una de mis canciones?"

"No realmente. En realidad, no creo que sea buena idea dejar sin supervisión a un tipo que se teletransporta y dice que hará algo con respecto a un problema que afecta a toda Mondstadt. Más que nada porque yo tengo esa misma misión en estos momentos."

"Tele… ¿Qué?"

"Desaparecer y aparecer. Dejando eso de lado." Lo interrumpí y continué. "Me han contado cosas acerca de Stormterror… ¿Dvalin? Él. En todo caso, parecía hablar de él como si realmente lo conocieras y estoy bastante seguro que estabas hablando con él aquella vez en el bosque. ¿Lo recuerdas?"

"Oh, jeje, ¿Me atrapaste?" Rió nerviosamente mientras ponía un puño sobre su cabeza. "Pero, ¿Cuál es tu punto?"

"Sé que, bueno, no soy realmente un experto detective o sé demasiado acerca de toda la situación, pero tú parecías tener buen conocimiento de ello, así que mi intención es que resolvamos esto ambos. Entre más mejor, ¿No lo crees?"

"Ciertamente, podría ser de ayuda tener a alguien más que me ayude con esto, considerando que mi último intento de comunicarme fue un fracaso… Hmm…" Venti parecía considerar sus opciones mientras me miraba. "¿Sabes qué? De acuerdo, de todas formas podría ser útil saber lo que la gente de Mondstadt piensa sobre Dvalin a través de ti."

"En-"

Una ráfaga de viento cayó sobre ambos antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa, y tuve que sacar mi espada y enterrarla en el suelo para evitar ser lanzado por los aires.

"Continuemos con la conversación luego. Parece que hay algunos a los que no les hace feliz mi llegada." Venti dijo antes de sacar un arco de la aparente nada.

Esto fue genial, quiero aprenderlo.

Mirando al origen de todo el viento, se encontraba una especie de esfera de color turquesa rodeada de escombros, o alguna clase de piedra de una tonalidad más oscura que la de la esfera. No era como algo que hubiera visto antes. El mayor problema era que flotaba más arriba de lo que podía alcanzar aún saltando.

Venti pareció notar mis dificultades por lo que me habló a través de las ráfagas de aire. "¡Te ayudaré a ganar altitud, así que dale un buen golpe!"

Antes de ser capaz de responder, mi cuerpo fue elevado en el aire, y saqué mi planeador para ganar estabilidad. Tomé la espada y planeé hacia la esfera turquesa que seguía revoloteando en el aire sin rumbo alguno. Giré la espada, la sostuve con la hoja por debajo con ambas manos y apuñalé a la esfera.

La espada atravesó lo que sea de lo que estuviera hecha la esfera y esta se volvió violenta, realizando movimientos bruscos y haciéndome perder la espada de las manos.

En un par de segundos, llegué al suelo y volví a saltar para planear con ayuda de Venti, tomando un impulso aún mayor hacia adelante para alcanzar a la esfera, que seguí con mi espada incrustada en ella.

Una vez la alcancé, tomé mi espada con toda la fuerza que pude reunir estando suspendido en el aire, y la saqué antes de volverla a encajar con todo lo que tenía.

La esfera, ahora con dos agujeros en los costados, se desplomó hacia el suelo, conmigo aún encima de ella. El aterrizaje fue de lo menos vistoso, y caí encima de la esfera, con la sensación de romperme la espalda en el proceso.

Emitiendo un gemido de dolor, me levanté rápidamente y tomé un metro de distancia. La esfera seguía moviéndose, así que simplemente corté con mi espada todo lo que pude. Una grieta, dos grietas. La esfera dejó de poder llamarse una esfera luego de unos 20 segundos y perdió su brillo, antes de desvanecerse en ceniza, al igual que los Hilichurls.

"Eso fue genial, ¡Eres muy fuerte!" Me alentó Venti a una distancia de unos pasos.

Comencé a calmar mi respiración mientras me acercaba a él. "Podría haber usado una pequeña ayuda ahí atrás." Le dije.

"¿Ayuda? ¡Pero si lo tenías todo controlado! Solo tuve que darte algo de impulso y te abalanzaste contra el Ojo de la Tormenta por ti mismo." Venti sonrió despreocupadamente.

"Como sea..."

"Aunque... Parece que el dragón no fue lo único afectado por este cambio de aire… ¿Decías que alguien te habló sobre Dvalin?"

"Oh, sí. Verás…"


Maldición, maldición. ¿Cómo terminé así?

Estaba corriendo por mi vida a través de la plaza de la Catedral, justamente saliendo de esta y varios caballeros a mis talones, persiguiéndome.

"¡Jajaja, a esto me refería! ¡Corre! ¡Corre y no mires atrás!" Se escuchó un grito a la distancia.

"¡Que te jodan!" Respondí.

Ahora, un poco de contexto. ¿Cómo terminé así?

...

Luego de discutir con Venti acerca de la información que teníamos sobre Dvalin, Venti sugirió el plan de usar a la lira sagrada Der Himmel, por lo que fuimos a la Catedral por ella.

Después de un impresionante fracaso de Venti por obtenerla por buenos medios, y mi negación a hacer el ridículo luego de verlo hacerlo a él, decidió que la tendríamos que robar.

Pero de ninguna forma iría a robar algo que la iglesia de Mondstadt considera sagrado con mis ropas diarias, por lo que antes regresé a la taberna Cola de Gato. Dejé la máscara de Hilichurl que habitualmente llevo en la cintura y la espada, antes de tomar algo de dinero e ir hacia un sastre para comprar algo que cubriera mi desventajosamente rojo cabello para evitar atraer atención o ser reconocido.

Terminé comprando una bandana para cubrir mi cabello desde el frente y otra para cubrir mi boca y nariz, además de una capa con capucha para cubrirlo desde atrás y ocultar mi cuerpo. Compré una extra por si acaso y se la entregué a Venti.

Regresé a la taberna y me quité mi ropa original (la camisa blanca y pantalón negro), para ponerme la de repuesto. Es una lástima que quizá tenga que desecharla para deshacerme de la evidencia... No, ¿Qué estás pensando, Myson?

De cualquier forma, una vez con la ropa de repuesto, las bandanas y la capucha puestas, me miré en el espejo de la habitación para asegurarme de que no sería reconocido, y tengo que admitir, había logrado un buen trabajo.

"¡Myson! ¿Estás ahí? Margaret dice que te invitará una ce..." De repente, la puerta de la habitación se abrió, y entró una niña de cabello rosa y orejas de gato. Se quedó mirándome con una cara en blanco antes de retroceder y hablar con una cara temerosa. "¿Q- Quién eres tú...?"

Me quedé en silencio un segundo. 'Bien, no me reconocen.' Y tranquilicé a Diona. "Tranquila, soy yo, Myson. ¿Ves?" Me quité la bandana de la boca para que me viera mejor, lo cual la calmó.

"¿Qué... estás usando?" Diona me miró con confusión.

"Esto es... ¿cosplay?" Sería más fácil para mí matar a Stormterror que para Diona creerse eso.

"¿Qué es cos…pail?" Diona intentó decir sin éxito la palabra que parecía no había escuchado antes.

"Te lo explicaré luego. No le digas de esto a Margaret, ¿De acuerdo? Es nuestro secreto." Le palmeé la cabeza antes de abrir la ventana de mi habitación y subirme al marco.

"¿Secreto? ¡Está bien!" Parecía animada por eso. No está mal, supongo. Es mejor que haber sido descubierto por Margaret. "Le diré a Margaret que no te encontré arriba."

"Gracias, Diona. ¡Nos vemos luego!" Salté de la ventana y desplegué mi planeador, atravesando los callejones de la ciudad.

Luego de unos minutos, me encontré con Venti frente a la Catedral. O mejor dicho, al costado de esta, ya que no entraríamos como si nada por la puerta delantera.

Naturalmente era de noche, ya que no planearíamos robar un tesoro sagrado de la iglesia en plena tarde o día.

"Bien, ahora solo tienes que entrar ahí, tomar a Der Himmel, y salir. Puedes hacerlo." Venti dijo mientras palmeaba mi hombro.

"Es más fácil decirlo que hacerlo... ¿Estás seguro de que esto es necesario para resolver el problema de Stormterror?"

"¿Qué, te dio miedo?"

"Oh, tú..." Tuve que usar mi autocontrol para no molerlo a golpes ahí mismo.

Luego de dejar a Venti fuera de la Catedral, entré por una de las puertas laterales. Afortunadamente la puerta estaba abierta, por lo que entré como si fuera mi casa y estuviera regresando de una fiesta a las 4:00 am.

Luego de entrar por una puerta movediza en medio del lugar, entré a una especie de sótano donde había visiblemente más guardias. Tuve que esconderme y escabullirme durante varios minutos a pesar de que la lira estaba a una distancia que podría recorrer normalmente en 30 segundos.

Finalmente, estaba delante de la sala donde se guardaba Der Himmel, por lo que, con cuidado de no ser visto ahora que había llegado tan lejos, me acerqué lentamente hacia allí.

"¡¿...?!" En un rápido movimiento, alguien más entró en la sala y tomó posesión de la lira.

Tomé mi espada y la blandí. La persona frente a mí tenía una presencia extraña. Sabía que solo traería problemas, y los guardias se darían cuenta de nosotros en cualquier momento. Además, no podía perder la lira ahora que estaba tan cerca de conseguirla.

Quien tenía a Der Himmel era una chica, era más pequeña que yo y tenía cabello verde apagado. Vestía un traje morado ajustado y una capucha con lo que parecían tener la forma de orejas de animal. También usaba un antifaz del mismo color que su traje.

"Shh..." Puso un dedo sobre su boca y me hizo una seña para guardar silencio, antes de comenzar a emitir una energía extraña a través de su cuerpo. Comenzó a brillar levemente.

Sabía bien lo que eso significaba. Lo había hecho antes y había visto a Venti hacer lo mismo. Se estaba preparando para teletransportarse, y no tenía pensado dejarla hacerlo.

Lancé la Espada del Viajero enfundada hacia ella, y la fuerza pudo haber sido más de la esperada, ya que la espada golpeó su hombro derecho y aun así siguió su camino hasta la pared de la sala, haciendo un sonido sordo que resonó en todo el sótano.

"¡¿Quién está ahí?!" Gritó un guardia. Pasos se empezaron a escuchar por todo el sótano, dirigiéndose hacia nuestra posición.

Ambos nos dimos cuenta. Independientemente de lo que hiciéramos a continuación, teníamos ahora un tiempo límite de cinco segundos antes de ser descubiertos.

Dando un pisotón en el suelo, me abalancé sobre la chica y la empujé hacia el piso, simultáneamente haciendo que soltara la lira y acercándome hacia mi espada para recuperarla.

Ella al parecer no se lo tomó tan bien, ya que su cuerpo volvió a emitir un shock eléctrico, atacándome.

Perdí la paciencia y le dí un golpe en el pecho, haciendo que se detuviera y jadeara por haber perdido el aire de sus pulmones, y aprovechando esos preciados momentos, me levanté, tomé la lira y la espada, y salí corriendo del lugar tan rápido como pude.

Por supuesto, ya que el cuarto de Der Himmel solo tenía una entrada, tuve que salir por ese mismo lugar y atraer la atención de absolutamente todos los guardias del lugar.

"¡Atrápenlo!" Desafortunadamente, los guardias estaban muy ocupados conmigo como para notar a la otra intrusa del lugar. Intrusa que ya había desaparecido para el momento en el que estaba saliendo del sótano de la Catedral.

Maldiciónmaldiciónmaldiciónmaldición-

¡Silbido!

Ya que no podía simplemente gritar el nombre de Venti en pleno robo, o siquiera gritar ya que podrían reconocer mi voz, tuve que tomar todo el aire que pude y hacer una señal para ponerlo en alerta.

Ahí estaba él, frente a la plaza de la catedral disfrutando de la luz de la luna. Al verme con la lira, su rostro se iluminó y comenzó a saludar con la mano, pero tan pronto vio al montón de gente persiguiéndome por detrás, su rostro se volvió uno de pánico y creó una corriente de viento frente a él, al borde de la plaza.

Saqué los planeadores por debajo de la capucha. No podrían volar bien de ese modo, pero esperaba que Venti pudiera solucionar eso de alguna forma.

Al parecer se recuperó rápido del pánico, ya que Venti comenzó a reír mientras me aproximaba a él. "¡Jajaja, a esto me refería! ¡Corre! ¡Corre y no mires atrás!" Me habló entre risas.

"¡Que te jodan!" Llegué hasta su posición, puse la lira en sus brazos y lo cargué a él antes de saltar por el borde de la plaza y comenzar a volar con las corrientes de viento.

No pasó mucho antes de estar al otro lado de la ciudad. Se veía tan tranquilo y silencioso desde aquí arriba... Excepto por el hecho de que había caballeros de Favonius corriendo y gritando por media ciudad.

"¿A dónde estamos yendo?" Le pregunté a Venti.

"Tengo el lugar perfecto al que ir, no te preocupes." Me respondió confiado.

"No lo digo por eso. Necesitamos deshacernos de estas ropas."

"Oh, cierto."

"Por allá." Señalé en dirección a Cola de Gato.

Una vez aterrizamos en el tejado, bajé por el muro y entré por la ventana de mi habitación. Me quité la ropa de repuesto, las bandanas y la capa y lo puse todo en el bolso de moras que tenía antes de la mochila, vaciando antes su contenido en la mochila.

"Bolsa que necesita ser incinerada 1." Dejé la espada sobre la cama y me puse mis ropas normales antes de volver a salir con la bolsa y escalar al techo.

"Listo, vámonos." Venti puso su capa dentro de la bolsa con una puntería maestra la arrojó con una ráfaga de viento más allá de las murallas de la ciudad, seguramente al lago que rodea a la ciudad.

Un desperdicio de dinero...

Y finalmente nos fuimos del lugar a donde nos había intentado llevar antes. Luego de un minuto, llegamos a nuestro destino, la Taberna Obsequio de Ángel.

Venti fue quien entró primero. "¡Hola! Quisiéramos sentarnos en... su mesa más discreta." Dijo Venti, titubeando un poco.

Frente a nosotros había dos hombres, uno que parecía ser el recepcionista de la taberna, con cabello y barba de color avellana, y otro que vestía ropas negras, alto y con un cabello de color rojo, sospechosamente similar al mío.

Antes de responderle a Venti, el hombre de rojo me miró. Ambos mantuvimos contacto visual durante unos segundos. Su mirada parecía interesada y yo por mi parte me sentía bastante desconcertado. No podía evitar pensar que quizá pudiéramos estar relacionados.

Después de esos segundos, el hombre pasó su mirada de mí y le respondió a Venti. "En el segundo piso hay menos clientes. Levantarán menos sospechas ahí."

Oh, entonces no me conoce... Sigh.

"Pero, ¿No eres un bardo? ¿Por qué no te sientas en el centro y cantas algo?" El hombre de cabello rojo dijo.

Miré a Venti. 'No eres el más inteligente, ¿Verdad?' Decía mi mirada.

"¡Jaja! Dejemos la función para la próxima. Por ahora, subiremos. ¡Nos vemos!" Dijo Venti, nervioso. Caminó rápidamente hacia las escaleras que llevaban al segundo piso.

Presioné mis dedos índice y pulgar contra el puente de mi nariz y suspiré de nuevo. "¿Me daría una sidra, por favor?"

El hombre de cabello avellana fue quien me respondió. "Enseguida."

Mientras esperaba en una de las sillas del mostrador, el hombre de cabello rojo se acercó al otro y le susurró. "Échales un ojo. Ese bardo parece sospechoso. Iré a preguntar sobre él."

Estoy jodido.

Al llegar mi bebida, decidí que no podía hacer nada al respecto y la bebí lentamente, disfrutando de mi última cena.

"¿Myson?" Escuché.

Giré mi cabeza a una de las mesas y vi a cierto chico rubio cenando junto a una niña flotante de cabello blanco.

"Aether, Paimon. ¿Cómo están?" Ver un rostro familiar me tranquilizó un poco. Sonreí y me acerqué a ambos.

"¡Hola Myson!" Paimon me saludó, comiendo un filete desde su asiento.

"Estoy bien, gracias. ¿Qué te trae por aquí?" Me preguntó mientras hacía un gesto con su mano, señalando un plato bastante grande de comida, como diciendo 'Toma un poco'.

"No mucho, no mucho..." Sentí la necesidad de repetirlo dos veces para creérmelo. "Siento como si estos últimos dos días hubieran sido semanas, ya te digo." Tomé un tenedor sin usar que había en la mesa y comí un poco del platillo. Era algunos filetes apilados con queso de por medio y algunas rebanadas de papa en la parte superior y a los lados. Era delicioso. "¿Qué tal tú? ¿Pudiste encontrar una pista?"

"Ha... No realmente." Aether suspiró y tomó un poco de su bebida. "Aunque es mejor saber dónde no está, que no saber dónde está, supongo."

"Tranquilo amigo, seguro no tardarás mucho en encontrar algo. Solo tienes que-"

"¡Sr Diluc!" Un caballero entró dando un golpe a la puerta. "¿Ha visto a esos dos ladrones?"

Me congelé.

Miré hacia arriba, donde se podía ver el segundo piso. Ahí estaba Venti, con la cara pálida.

"¿Qué pasa? ¿Por qué movilizan a tantos guardias?" El hombre de cabello rojo, ahora conocido como Diluc, habló en reprimenda, visiblemente molesto por el trato a la puerta de la taberna.

"Señor Diluc, ¿No ha escuchado la noticia? ¡Dos ladrones robaron la Lira Sagrada!"

Venti, Aether, Paimon y Diluc mostraron diferentes expresiones en ese momento.

Pero todos compartieron un gesto en específico. Miraron en mi dirección.

Mierda.