Capítulo 1.- Acto VIII

Tomé un sorbo de la sidra frente a mí silenciosamente, ignorando sublimemente los cuatro pares de miradas frente a mí. "Ah, tiene un sabor diferente al de Cola de Gato. Me pregunto qué tanto diferirá su método de preparación."

Aether me miraba con algo de sospecha, pero siguió mi corriente por el momento. "Quizá le agreguen diferentes proporciones de ingredientes, como más azúcar o algo de jugo de limón para darle un sabor un poco cítrico." Me respondió casualmente.

Mientras tanto, Diluc y el caballero continuaron su conversación.

"¿De verdad? ¡Qué extraño!" El tono de voz de Diluc sonaba a una sorpresa bien fingida. Podía decir que no disfrutaba hablar con el caballero de Favonius.

"¡Vaya que lo es! La Lira Sagrada es un tesoro que fue tocado por el propio dios Anemo. Una herencia cultural del tal valor..."

"¿Por qué querría alguien robar algo que no puede vender? Sacarían más beneficio si robaran de mis bodegas." Dijo Diluc desinteresadamente.

Diablos Diluc, solo tenías que responderle, no humillarlo.

Aunque quizá sea mejor de esta forma, no creo que sigan presionando el asunto con él.

"..." Como pensaba, el caballero se quedó callado, sin saber exactamente qué decir.

"Lo siento, me he ido por las ramas. Me pareció ver que se fueron por allá." Señaló hacia la derecha, donde solo se encontraba la pared de la taberna, dando a entender que señalaba fuera de esta.

"Entendido. ¡Gracias, Sr. Diluc!" Los caballeros que se encontraban en la entrada de la taberna se retiraron inmediatamente. Diluc salió de la taberna de igual forma, viéndolos irse del lugar.

Venti bajó lentamente del segundo piso y fue hacia el mostrador. Tomó sin esfuerzo una botella de vino de detrás del mostrador usando alguna habilidad relacionada con el viento y luego casualmente comenzó a mirar las demás botellas de la estantería, mirándose como si fuera a pedir algo.

"¿Algo que deba saber?" Aether me preguntó sin decir nada más. Su mirada diciendo que sabía que algo estaba pasando, y quería los detalles.

"Estoy seguro que lo sabrás en breve." Le dije y me puse de pie, caminando cerca de Venti.

"Veamos. Creo que tomaré un vaso de..." Venti comenzó a hablar.

"Devuelve esa botella que robaste del mostrador." Interrumpió Diluc de manera inexpresiva. Parecía que esto ya había pasado antes, ya que parecía acostumbrado.

"...Algo frío." Dijo Venti.

"...Sí." Fue lo único que dijo Diluc, con una mirada en blanco, antes de enfocarse de nuevo, esta vez mirándome también. "Quiero respuestas."

"¿Podría terminar de beber primero? Te lo pagaré... Con una función."

Este tipo es lamentable.

"El problema no es el dinero. Te ves muy joven para estar bebiendo." Respondió Diluc.

Me pregunto si habrá leyes en contra de la venta de alcohol a menores en este mundo... Quiero decir, debe de haberlas, pero quizá la edad legal para eso esté más abajo de lo que recuerdo... De donde sea que lo recuerde.

"No te preocupes, cuando yo empecé a beber, tú apenas-"

"¿Podrías presentarme a este hombre?" Dije apresuradamente, impidiendo que la frase que estaba a punto de soltar el bardo loco fuera escuchada por los presentes. La atención de Diluc se volvió a mí.

"Él es el Sr. Diluc, el jefe... el dueño de esta taberna." Me respondió Venti. "Es toda una celebridad. Por cierto, su vino de diente de león es uno de mis favoritos. Aunque financieramente solo puedo permitirme una botella... diluida."

¿Por qué me relacioné con este individuo?

"Los guardias me acaban de informar acerca de los ladrones. Antes que nada, me gustaría felicitarte por tener las agallas de robar a Der Himmel, la Lira Sagrada." Miró a Venti. Después volteó hacia mí. "Y tú... Aunque no me dieron una descripción de nadie más que de un bardo, puedo suponer que tú fuiste su cómplice. ¿Me equivoco?"

"Técnicamente yo hice todo el trabajo…" Murmuré. Antes de que mi voz fuera opacada por un ansioso Venti que habló rápidamente.

"Este es uno de los nuevos reclutas de los Caballeros de Favonius. ¿Por qué alguien así robaría la reliquia de Mondstadt?" Dijo el bardo.

"¿Nuevo recluta?" Diluc me miró con un recién descubierto interés. "Vaya, con que eres tú." Me dio un buen vistazo antes de volver a hablar. "¿Así que el bardo y tú son amigos?"

Miré a Venti, quien me devolvió la mirada. "Tampoco nos conocemos tanto." Respondí, causando que Venti hiciera una mueca fingida de dolor.

"Bueno, aunque estás de paso, accediste a ayudar a Mondstadt cuando más lo necesitaba. Es una pena que te unieras a los caballeros." Dijo sarcásticamente.

"¿Pena?" Repetí, sin estar seguro a qué se refería.

"Los Caballeros de Favonius son unos ineptos de cabo a rabo." Dijo. "Y son débiles y conservadores frente a los Fatui... Olvídalo, no quiero hablar más del tema."

Oh, de nuevo una mención a los Fatui.

"Parece que no le agradan los Caballeros de Favonius." Expresó Venti.

"Solo tenemos diferentes puntos de vista." Dijo Diluc, para volver al tema principal. "Bueno, respondan. ¿Por qué robaron la Lira Sagrada?"

"¿De verdad quiere saberlo? Puede meterse en problemas con los Caballeros de Favonius" Advirtió Venti.

"No hay problema. Siempre termino implicado en sus asuntos." Debe ser triste.

"Si le cuento con una función, ¿me creería?"

"Depende, lo juzgaré por mí mismo."

"Me pagará."

"Venti, solo hazlo. No tenemos todo el tiempo del mundo." Lo apresuré, levemente irritado porque la conversación no iba a ningún lado.

"Está bien, está bien. Entonces, aquí va."

...

Me senté en la mesa en la que anteriormente estaba sentado junto a Aether. Este se encontraba viendo a Venti tocar una canción a la par que cantaba la historia de la corrupción de Dvalin. Estaba poniendo atención, supongo que debido a que tiene que ver con el dios Anemo, Barbatos, y por consecuente, a la posible información sobre el paradero de su hermana.

Me terminé la sidra que estaba tomando y simplemente miré hacia el techo de la taberna, inconsciente de las cosas pasando alrededor.

Fue un momento extraño. Me sentí desconectado de la realidad por un momento. Como si de repente todo esto fuera un simple sueño. De nuevo me pregunté de donde había venido, y de nuevo no encontré respuesta alguna dentro de mi mente. ¿Qué debo hacer ahora...?

Imaginé en mi mente una posible pelea con Stormterror. Un dragón gigante de seis alas me obliteraría en segundos. Debería hacerme lo suficientemente fuerte al menos para que eso no pase, ¿Cierto?

Miré a Aether. Este tipo pudo conseguir usar el poder del viento de forma ofensiva, e incluso lo usó contra el mismo Dvalin la vez que atacó la ciudad. En cambio, yo solo obtuve un aumento en mis sentidos, (el cual no es malo, ojo) el cual no servirá de nada en una pelea real.

Oh también está esa habilidad de estilo GPS que aún no entreno del todo, que obtuve de la Estatua de los Siete en Levantaviento...

Espera un momento. La Estatua de los Siete.

Toqué una estatua, obtuve sentidos aumentados.

Toqué otra estatua, obtuve un GPS.

¡Por supuesto! ¡Tengo que buscar más Estatuas de los Siete y activarlas, así obtendré más habilidades!

...Aunque eso suena menos emocionante de lo que lo hice sonar en mi mente. ¿Y si no obtengo nada más útil que lo que ya tengo? Debo encontrar una forma diferente de hacerme más fuerte.

Vea por donde lo intente ver, la opción segura es entrenar con mi arma.

Un arma... Debería comprar nuevas armas, un arco, o una lanza quizás. ¿Tal vez un hacha? No tengo recuerdos de saber manejar algo, ni siquiera una espada, pero eso no significa que no haya entrenado con algo antes.

Sí, debería entrenar con más armas.

También está el problema de que no parezco tener ningún tipo de energía elemental dentro de mi cuerpo, según el artefacto que toqué la otra vez.

Ahora que lo recuerdo, quizá debería volver a encontrarme con esa chica, Sacarosa. La alquimia también debería ser útil para este tipo de cosas, ¿No? Recuerdo de algún lado ver a alguien usando alquimia para crear llamaradas o controlar el terreno. Sería genial hacer algo así también.

"Forastero." Bajé la mirada del techo al escuchar a alguien llamando en mi dirección. Era Diluc. "Como miembro de los caballeros, no eres sospechoso. Tampoco hay ninguna descripción que pueda delatarte, parece que fuiste preparado, a diferencia del bardo." Diluc miró sin sorpresa a Venti.

"Será mejor que tú te quedes en la taberna." Le dijo a Venti.

"¡No hay problema! Me encantan las tabernas."

"...Bien, nos reuniremos aquí mañana luego de que cierre la taberna." Dijo Diluc, para comenzar a limpiar el mostrador y preparase para cerrar por la noche.

"Entonces, Myson. Me quedaré aquí a pasar la noche. ¡Nos vemos mañana!" Dijo Venti despreocupadamente antes de subir al segundo piso de la taberna e ir hacia el tercero, donde al parecer había habitaciones.

Solté un suspiro profundo y me sentí cansado. Miré a mi izquierda y ahí se encontraba Aether, pensando con una expresión profunda.

"¿Necesitas que te responda algo?" Le dije con una sonrisa sarcástica.

"¡Paimon piensa que Myson se metió en problemas serios en muy poco tiempo!" Exclamó Paimon.

"Y que lo digas." Le respondí.

"De hecho..." Comentó Aether. "¿Quién es el bardo? ¿Cómo es que sabe tanto acerca de...?" Parecía incapaz de terminar de formular la pregunta, mientras intentaba mantener su mente y pensamientos organizados.

"Tienes una mente aguda, ¿eh? Será mejor que se lo preguntes a él directamente. No te arrepentirás." Le dije. No creía que era mi derecho o responsabilidad el darle la información que necesitaba acerca de Venti. Lo descubriría por su cuenta a este ritmo, aún sin mi intervención.

"De acuerdo, entonces." Aether no siguió con el tema. "¿lo dejamos por hoy?"

"Con un demonio. Necesito dormir." Le respondí. "Este técnicamente no es un problema del que tengas responsabilidad, ya que yo mismo te dejé fuera de él la última vez, pero... Siéntete libre de venir mañana a ver el espectáculo, supongo. Abogaré por ti si alguien está en contra de ello."

"Lo agradezco." Después de esas palabras, dejé la Taberna Obsequio de Ángel.

Caminé tranquilamente en dirección a Cola de Gato y me encontré con los gatos durmiendo fuera de esta. Entre ellos estaba Leo, el que acaricié la primera vez en el lugar.

"Hola chico."

Su pelaje era suave. Dócilmente se restregó contra mi mano cuando lo acaricié, despertándose y mirándome con sus ojos entrecerrados.

"Solo quería saludarte, puedes volver a dormir." Le dije, avanzando hasta la puerta y abriéndola. Dentro de la taberna había unas cuantas personas, y atendiendo a la gente se encontraba Margaret.

"Buenas noches." Saludé una vez entré y me senté en una de las mesas vacías.

"Hola Myson, ¿Día ocupado?" Me saludó Margaret con una sonrisa.

"Podría decirse." Margaret me dio un menú mientras se movía a la mesa contigua, entregando un platillo. "Tomaré un... Oh, una Torre de Ludi, por favor. Y... ¿Podría pedir tu recomendación para una bebida?"

"¡Por supuesto!" Margaret fue a entregar la orden a la cocina, para luego salir con más platos y dirigirse a otras mesas.

Después de unos 10 minutos, me entregó el plato con la Torre de Ludi, la misma comida que había probado hace un rato en la Taberna Obsequio de Ángel. También puso un vaso que tenía un líquido naranja con burbujas brotando de él.

"Aquí está la Torre de Ludi, y esto de aquí es un Rocío del Alba. Creo que lo disfrutarás." Margaret me sonrió antes de seguir atendiendo clientes.

Comencé a comer.

"Oh Dios, esto está demasiado bueno." No pude más que elogiar en voz alta a la magnífica comida servida delante de mí. La carne era jugosa, y el queso le agregaba un toque exquisito que me hacía salivar cada momento antes de tomar otro bocado. También habían trozos de papa cocida junto al queso, y el Rocío del Alba daba una sensación refrescante al ser una bebida carbonatada.

Realmente una buena cena.

"¿Eres tú, Myson?" Fui llamado desde atrás.

"¿Hm? ¡Oh, Amber!" Saludé a la chica que había entrado a la taberna. No esperaba encontrarla aquí a esta hora.

Aunque la ciudad no era tan grande y esta posada era famosa, por lo que la posibilidad estaba. Y ella también.

"¿Cómo has estado?" Me preguntó sentándose en la silla opuesta a la mía.

"De maravilla." Respondí como si no hubiera robado una reliquia cultural hace unas horas. "¿Qué tal va tu trabajo? Escuché que sueles ir mucho al exterior de la ciudad." Le pregunté.

"Oh, ya sabes, lo normal. Mantener alejados a los Hilichurls, ayudar ocasionalmente a gente en el camino, cosas así." Me dijo tranquilamente. "¿Ordenaste una Torre de Ludi para ti solo? Debes tener un buen apetito, jaja." Me dijo con humor.

"¿Eh? ¿Se supone que esto lo comas con alguien más? Solo lo pedí porque ví a Aether comiéndolo y me interesó... Oh." Cierto, Paimon también estaba ahí. No la tomé en cuenta debido a su tamaño, pero... Sí, ella también se comió mi gelatina entera en dos minutos la otra vez.

"Hm, ¿Quieres compartirlo? Odiaría tener que desperdiciarlo." Le ofrecí a Amber.

"¡¿En serio?! ¡Aceptaré tu oferta entonces!" Dijo alegre de la comida gratis.

"¿Puedo tomar tu orden, Amber?" Se acercó nuevamente Margaret a nuestra mesa y atendió a Amber.

"Un Crepúsculo frío, por favor." Ordenó Amber rápidamente. "Ah, y un par de cubiertos, por favor."

"Enseguida." Asintió Margaret.

"Por cierto, Myson." Amber volvió a verme. "¿Escuchaste la noticia? Dicen que alguien robó la Lira Sagrada, Der Himmel."

Oh, cierto. Esta tipa es una caballera también.

"¿Lira Sagrada?" Fingí ignorancia.

"¡Si! Es un tesoro que se resguarda en la Catedral. Fue una Lira tocada por el mismo Arconte Anemo hace muchísimos años." Me explicó entusiasmadamente.

"¿Por qué robarían algo así? ¿Tiene algún poder especial? No creo que nadie se vaya a dar cuenta si es que la intentaran vender."

"Tienes razón. La razón todavía es un misterio... En serio, ¿Quién en su sano juicio cometería tal crimen?"

...Yo.

"Lo sé, una locura." Le dije.

Margaret llegó poco después con la bebida de Amber y comenzamos a comer juntos. El resto de la comida fue algo relajante. Amber me contó algunas de sus experiencias a la intemperie y yo le contaba de mi poco tiempo en la ciudad y mis experiencias.

"También hubo esta vez en la que tuve que dormir en la nada en medio de una noche de tormenta. Para descubrir el día siguiente que había una ciudad a no más de media hora caminando."

"¿En serio? ¡Jajaja!" Omití que la experiencia en sí había pasado recientemente.

Miré mi vaso, ahora vacío, unos momentos antes de volver a hablar. "Hey, Amber. ¿Podría pedirte un favor?"

"¿De qué se trata?" Me preguntó Amber curiosa.

"Bueno, en realidad no es tan importante. Verás, resulta que hace poco, eh... Perdí una parte de la memoria. No es tan grave, ya ves, estoy fresco como una lechuga ahora mismo, pero no pude evitar sentir curiosidad acerca de mi maestría en las armas. Usé una espada por inercia, pero siento que quizá podría haber sabido usar alguna otra arma. ¿Te importaría ayudarme a practicar con el arco en algún momento que tengas libre?" Le dije.

"Oh, yo..." Amber se puso un poco nerviosa. "No tenía idea que habías pasado por eso. Aunque si dices que estás bien ahora... ¡Y por supuesto!" Su rostro rápidamente se iluminó con una sonrisa. "¡Estaré feliz de ayudarte a practicar usando el arco! ¿Qué te parece si lo hacemos mañana? Usualmente no estoy cargada de trabajo, y podríamos usar el tiempo libre que tenga."

"Suena bien para mí." Le dije, aliviado de que aceptara. "¿A qué hora deberíamos reunirnos?"

"¡Cuando salga el Sol, por supuesto! No hay mejor forma de aprovechar el día. Eso también nos servirá para desayunar en la taberna antes de irnos." Me dijo.

"Entonces está decidido. Nos vemos mañana, Amber. Gracias por aceptar." Me despedí de ella, dispuesto a subir a mi habitación para terminar la noche.

"Ni lo menciones, ¡Gracias por la cena!" Me respondió antes de pagar por su bebida y salir de la taberna.

Puse mi parte de la paga en la mesa luego de obtener la cuenta de Margaret y me dirigí a mi habitación, me aseé y me acosté en cama antes de dormir.


"Buen día, Diona." Saludé a la pequeña niña que estaba somnolienta en la barra de la taberna, iniciando su turno como encargada. Tenía los ojos apenas abiertos y parecía que aún no estaba escuchando con claridad a la gente.

"Buehh... Hwaaa..." Intentó responder Diona, antes de ser interrumpida por su propio bostezo. "Buenos días... Myson. ¿Ordenarás algo...?"

"Un café, por lo pronto." Le dije.

"¿Qué clase de... hwa... café...?"

"Hmm..." Tomé uno de los menús del mostrador y lo hojeé. "Un piñón caramelizado pequeño, por favor. De preferencia con más leche." Intenté no hacer la orden larga, con temor de que se le pudieran escapar detalles a la niña que estaba batallando para despertar del todo. "Deberías echarte agua en la cara si quieres despertar. Puedo esperar un poco."

"De acuerdo... Vuelvo enseguida." Me dijo antes de ir a la cocina.

Miré la taberna. Las luces estaban aún apagadas a excepción de las de la cocina y las exteriores. La luz del Sol era lo que más iluminaba el interior.

Tenía conmigo la mochila de aventurero y la espada en mi cintura, y estaba pensando en conseguir un arco después de hacer algunos encargos para el Gremio de Aventureros.

"Bien, creo que ya estoy mejor." Regresó Diona más despierta que antes y con un vaso en sus manos. "Aquí tienes." Me entregó el café.

"Gracias." Le pagué y comencé a beberlo.

Dulce. Me gusta.

"Oye, Myson. ¿Qué fue eso de anoche?" Me preguntó Diona con interés, haciéndome recordar el cómo ayer me encontró justo antes de hacer mi robo del siglo.

"Oh, emm... Como debería decirlo..." Pensé en algo que decirle que no fuera mi delito. "Estoy entrenando para... Convertirme en un ninja."

"¿Ninja? ¿Qué es eso?" Me preguntó Diona. Sus orejas se movían arriba y abajo con emoción.

"Una persona que se especializa en ataques silenciosos que acaban con sus enemigos rápidamente y sin ser vistos." Expliqué sencillamente.

"¡Ohhh! ¡Eso suena genial!" Se la veía feliz. Al menos había logrado algo.

"Pero tal como te dije, es un secreto, ¿De acuerdo? No le digas a nadie. Menos a Margaret por lo que más quieras."

Esa mujer podría descubrir la mentira fácilmente, puedo sentirlo.

"¡Está bien! A cambio, ¿Me mostrarías como es ser un ninja?" Me pidió Diona, sus ojos radiantes y expectantes.

"¡Seguro! En alguna ocasión que tenga libre."

Oh bien, ahora tengo que entrenar de verdad en técnicas de asesinato y sigilo.

Estaba por terminar mi café cuando Amber llegó a la taberna, para posteriormente comer una ronda de panqueques cada uno y partir inmediatamente de la taberna.

"Oh, déjame hacer una parada rápida en el gremio." Le dije a Amber.

"Seguro, te esperaré en el puente." Me respondió.

Me acerqué al puesto, donde al igual que siempre se encontraba Katheryne.

"¡Ad astra abyssosque, Señor Myson! ¿Qué puedo hacer por usted?" Me saludó Katheryne.

"Hola, Katheryne. ¿Podrías darme algunos encargos para hoy, por favor? Cuatro estarán bien."

"Como desee." Katheryne buscó entre las hojas que había bajo el puesto, antes de tomar una separada en otra carpeta y dármela. "Oh, cierto. Obtuve esta solicitud del Equipo de Investigación de los Caballeros de Favonius, de parte de una alquimista. Sacarosa. Solicitó sus servicios en específico."

Tomé la hoja de solicitud además de los otros encargos. "Gracias, lo haré lo antes posible. Entonces, me retiro."

"¡Tenga un viaje seguro!" Se despidió Katheryne.


Llegué junto a Amber en el puente. Dada la posición del Sol que salía del lado opuesto a la entrada de la ciudad, parecían ser poco más de las 6:00 am.

"Oh, no compré un arco para practicar, ahora que lo pienso..." Dije.

"No te preocupes, traje uno especial para que puedas practicar. Lo único de lo que tienes que preocuparte es de no romperlo, pero no creo que eso llegue a pasar." Me dijo Amber enérgicamente.

"Ya veo. Tendré cuidado, entonces." Le dije, tomando el arco que me estaba extendiendo con ambas manos.

Lo miré cuidadosamente. Era de una madera clara y se veía resistente. Estaba pintado con un color rojo y tenía detalles guindos y blancos en él. Combinaban con el atuendo de Amer, de cierta forma.

"¿Lo decoraste tú, de casualidad?" Le pregunté, curioso.

"¡Así es! ¿Fue muy obvio? Pensé que se vería bien, ya que sería yo quien te ayudaría a practicar, así que lo pinté ayer antes de ir a dormir. Me quedó bastante decente, si me permito decirlo." Se veía orgullosa de su trabajo improvisado.

"Pues sí es un buen diseño." Aprobé su sentido artístico.

"Ahora, comencemos con el entrenamiento. ¿Puedes intentar disparar una flecha a aquel árbol de allá?"

Nos habíamos alejado un poco de la ciudad, y podía ver a lo lejos uno de los Templos de los Tres Vientos, aunque no recuerdo su nombre. Había un árbol a algunos metros de distancia de nosotros y tenía que dispararle una flecha.

No sería fácil, pero esto me ayudaría a conocer mi nivel.

Tomé el arco con la mano izquierda. Mi agarre se sentía extranjeramente firme.

"¿Podrías darme una flecha, por favor?" Le pedí a Amber.

"Aquí tienes." Me dijo, sus ojos no apartando la vista de mi mano y el arco.

Tomé la flecha y la posicioné en la cuerda. El arco que estaba sosteniendo era uno de iniciación simple y fácil de usar.

Respiré tranquilamente y me concentré. Apunté el arco ligeramente más arriba, hacia la copa del árbol, y estiré la cuerda del arco con la flecha. Mis ojos veían la madera, y mi mente veía un arco en la trayectoria que tenía la intención que la flecha tomara.

Disparé.

Silbido.

La flecha salió volando con un sonido agudo. Mis ojos no se separaron de ella en ningún momento de su trayectoria.

Lamentablemente, la flecha cayó en el suelo, a pocos pasos de la base del árbol.

"Oh... Eso fue decepcionante." Dije bajando el arco.

"¡Para nada! ¡Fue genial tomando en cuenta que no recordabas haber tomado un arco antes!" Amber me elogió. "Mira, ven aquí." Puso su arco en donde yo estaba parado, tomó mi brazo y me llevó hasta la base del árbol, donde estaba la flecha en el suelo, ligeramente enterrada en este. "¿Puedes verlo? Además de que la flecha se clavó en el suelo, siguió una trayectoria recta desde el punto de disparo." Señaló el lugar donde estaba su arco. Ciertamente, entre el arco y el árbol, la flecha se encontraba en un punto donde se podía formar una línea recta pasando por los tres.

"Ya veo... Entonces no soy tan malo con el arco... Quizá."

"¡Así es! Parece que nuestro primer entrenamiento consistirá en el control de la fuerza al disparar y el ajuste de tu ángulo que conlleva. Tienes un buen manejo del arco y tu flecha no se desvía hacia los lados." Me explicó Amber de forma profesional.

"Estaré a tu cuidado."