Lima, Perú, Sudamérica, 1972.

Universidad de Lima.

Alice Pov.

— Y dime, ¿Cómo te está tratando Lima? —Sostengo mi pecho, e intento regular mi respiración. A mi lado Santiago me sonríe de oreja a oreja, viste no muy diferente ayer. Una camisa negra con un saco y pantalón caqui a juego.

Me encojo de hombros, es la misma pregunta repetitiva de todos los días, llevaba en Lima cerca de seis meses y él diario me preguntaba lo mismo, la respuesta era igual, siempre. Un encogimiento de hombros, sonrisa y las mismas palabras —: Está bien, no es muy diferente a Colombia.

Su sonrisa no duda ni un segundo cuando escucha mi respuesta, está acostumbrado a ella—: Me alegra escuchar eso, Val. —Suelta un suspiro y habla una vez más— ¿De verdad? —Pregunta— ¿Nada nuevo?

— Nope —hago énfasis en la 'p'— Es una ciudad aburrida, lo único que me fascina es mi carrera.

— Serás una gran diseñadora.

— Supongo…—Me encojo, sabía que lo sería, lo había visto— Puede que para el año 2000.

Santiago ríe a mi lado — En ese tiempo tendrás cincuenta, ya habrás triunfado antes.

Hago una mueca, corrección en dieciocho años cumpliría, sesenta y seguiría luciendo como de dieciocho. Las décadas no pasaban, siempre eran lo mismo. Lo único que aumentaba con las décadas era mi aburrimiento, conocimiento y grados de universidad, en este caso era la tercera vez que estudiaba una carrera relacionada con las artes, no obstante había optado por diseño de modas. En la última década había estudiado literatura, una que terminé por sustituir por música, después vino la pintura y finalmente el diseño de modas.

Así que si en algo Santiago tenía razón era que mis diseños serían de los mejores, pero no podría salir a la luz, arriesgaba a mi familia a la exhibición pública, en pocas palabras a que nos tacharan de fenómenos. O a que nos quisieran colgar como brujas.

— Debes aceptarlo, Lima es agradable.

Fuerzo una sonrisa y me preparo para despedirme, sabía lo que seguía lo había visto anoche, además era de esperar.

— ¡Val! —Giro al grito de mi nueva amiga y vecina, justo a tiempo, Isis.— Lamento la tardanza, ¿Lista para ir a casa?

Sonrió, la adoraba por esto.

— Hasta luego Santiago —. Me despido y sigo a Isis a la parada de autobuses.

— ¿Te he salvado de una posible cita de nuevo? — Asiento con una sonrisa, ella conocía a Santiago desde que tenían cinco y sabía de su interés en mí, es por ello que me salvaba en cada oportunidad que tenía. — Creo que debería dejarlo, merece su oportunidad.

Entorno los ojos mientras subimos al autobús con rumbo a nuestro hogar, han pasado seis meses desde que llegue a Lima, después de dejar Brentwood las chicas y yo habíamos tomado un año sabático alrededor de Europa, y ahora seis meses más tarde nos encontrábamos estudiando de nuevo, sin embargo en esta ocasión Blake había decidido separarse por un tiempo.

— ¿Evangeline llegará tarde?

Isis ríe antes de responder —El señor Blanco la ha invitado a salir.

Me uno a ella en las risas, Evangeline a pesar de tener casi ciento setenta años sigue siendo una chica más; se divierte, sale con chicos, bebe, asiste a fiestas sin embargo, cuenta con una actitud maternal que hace que la veamos como una madre y amiga a la vez. Esme, ahora optaba por el nombre de Evangeline, nuestra adorada "prima" había seguido con nosotras a pesar de los años y ahora se hacía pasar con nosotras como una estudiante universitaria más, ella ahora estudiaba su primer año de leyes en compañía de Isis, por otro lado, Rayne estudiaba Arquitectura, diseñaba nuestro próximo hogar.

— ¿Y Rayne?

— Me dijo que estudiaría hasta tarde, después pasara la noche con Michel, el estudiante de Londres.

— ¿Desea darle una buena despedida?

Suelto una carcajada, es verdad que Rayne se obsesionaba con los extranjeros de buen cuerpo, no era un secreto en nuestra pequeña familia, no obstante nunca nos habíamos dado cuenta de la atención que ponían los humanos en notros, un ejemplo era Isis.

Ella además de ser nuestra vecina se había vuelto cercana a la familia, sin embargo éramos conscientes de que nunca sería participe de nuestro secreto a pesar del cariño que le tuviéramos.

— No sé cómo lo hace, desearía desenvolverme como ustedes.

Me giró y le veo confundida.

— Tan solo véanse, son hermosas. —añade en un susurro.

Niego y me detengo a verla. Ella también lo es, su cabello es de un negro uniforme y tiene maravillosos ojos verdes y una tez bronceada completamente envidiable. El único inconveniente era que su ropa parecía en su mayoría de las veces de los cincuenta.

Rayos.

¡Lo que daría por tener su bronceado!

— Eres hermosa, solo necesitas que vayamos de compras y te verás fantástica para Michel— Su rostro se tiñe escarlata, rio—. No es un secreto que te gusta, I. Y por cómo me llamo Valeria Santana y soy colombiana de corazón me encargaré de que él sea el padre de tus hijos.

Isis por su lado aumento sus tonos de escarlata, recordándome una vez más a Blake. Lo que daría por saber que está haciendo ahora.

ROSALIE POV

Mis zapatillas cuelgan de mi mano izquierda, cuando cuidado la derecha gira la perrilla para entrar a casa. Las luces se encuentran apagadas, son cerca de las dos menos quince, eso apunta que Val se encuentra posiblemente durmiendo al igual que Evangeline, o que no hay nadie en casa.

Me escabullo con cuidado por el pasillo del recibidor, contengo un chillido cuando las puntas de mis pies tocan el frío mármol.

— No te esperábamos hasta el amanecer querida, Ray.

Maldigo en voz baja y me giro como si de una película de cliché adolescente se tratará, Evangeline sonríe al lado de Val, mientras que esta enarca su morena ceja observándome de manera presumida.

— Supongo que Ian no es todo un semental como solíamos creer —Menciona Evageline a Val con una sonrisa cómplice.

Mis mejillas se calientan repentinamente, no esperaba un golpe tan bajo. —: Es mejor de lo que creen —protesto—. Es solo que me topé con que la novia europea ha venido de visita, lo juro —añado—, no sabía que tenía novia —. Culmino caminando al sofá que se encuentra frente a ellas, doblo mis piernas sobre este y sonrió —: Nunca hubiera intentado nada de saberlo.

Evangeline frunce el ceño viéndome interrogativa— ¿Has dicho tenía?

Río sin contenerme —: Sí, tenía. La dulce novia arribó a su departamento alrededor de las cuatro menos veinte, quería sorprenderle, bueno ella se llevó la sorpresa. Abrí la puerta usando la camisa que aparentemente ella le regalo de aniversario.

— Eres una maldita perra…

— Shh….Calla, Val. No lo soy, resulta que mientras nos gritaba a ambos llego su compañero de cuarto, Paul. La vio sorprendido y la beso, resulta que ella había llegado a la ciudad hace más de una semana y la dulce Danielle se la había pasado follando con él todo el tiempo.

No puedo evitar reír cuando recuerdo la escena.

— ¿Cómo lo tomo Ian? —Evangeline frunce el ceño, sus ojos brillan al preguntar, la diversión y pena se reflejan en ellos.

Resopló—: La encaró y dijo que no tenía nada que reclamarle.

Evangeline niega — esto nunca hubiera sucedido en mi época— su seño se frunce.

— Lo sabemos, mamá —un suave sonrisa se forma en sus labios al escucharme llamarla así—.

— Eso no explica el por qué la hora —Val sonríe de manera maligna al hablar— ¿Hubo acaso un cuarteto?

— Nope —enfatizo la 'p'—. Danielle se marchó furiosa, Ian estaba molesto y hubo sexo de despecho. Es el mejor, créeme.

Sonrío al recordar cada momento. Los hombres comprometidos siempre habían sido mi única regla, no acercarse a ellos. Sin embargo la regla acababa de romperse sin que moviera un dedo, la vida es dulce para quiénes la honramos de manera adecuada.

— Ahora, me preguntaba, ¿por qué están despiertas? No creo que me esperaran. —cuestionó, me preocupo tan pronto sus rostros se ponen alerta.

El rostro de Val se contrae en una mueca —: Es sobre Blake…

— ¿Sucedió algo? —preguntó alarmada, impido que continúe.

— Tranquila, no es eso. Si fuera así lo vería…el único problema es que no sé en qué parte está. Desconozco a dónde ha viajado. Sigue siendo humana, no ha vuelto a caer bajo la influencia del océano…igual me preocupa.

Frunzo los labios —: Necesita tiempo —aporto después de minutos de silencio—. Ella es quién más ha sentido el cambio…

— Ray, el problema es que ya no está en Suiza, ahora no sabemos en qué parte del mundo se encuentra.

Trago — Evangeline, ella estará bien —repito en un intento de convencerme— ¿Aparece el océano o algo más?

Val niega.

Veo a mis manos con nerviosismo — Es un indicio —murmuro—. ¿Debemos ir a buscarla?

Ambas niegan, pero es Val quien abre y cierra la boca para responder.

— No, pero mis visiones apuntan que puede que vuelva en tres meses más.

— ¿Tres meses? —Grito poniéndome en pie— ¡Ha estado alejada por seis! Sé que dije que necesita tiempo…pero…al diablo…extraño a mi hermana. ¿No hay alguna manera de contactarla?

— Carta, telegrama… no funcionan.

— pero Val…

— No —me corta—. No sabemos en dónde se está quedando, solo resta esperar.

Edimburgo, Escocia 1972.

Bella Pov.

Quito mis gafas y suelto un suspiro de exasperación, son cerca de las doce de la mañana y no he terminado mi investigación, recojo mi cabellera ahora rubia en una coleta simple y sigo leyendo, no hay nada que no sepa ya.

Nada que no haya aprendido antes.

Me alejo del escritorio repleto de libros cruzo al mini bar de mi pequeño apartamento en la cuna de Edimburgo, sirvo un poco de coñac en ella, seguido tomo un cigarrillo. Contengo una respiración antes de salir, necesito valor para lo que haré, salgo al balcón. El frio atraviesa mi chándal rápidamente, me siento a la orilla de este.

Elevo mis ojos al cielo y la veo, está completamente llena, es la primera luna del mes. Permito que me bañe con su suave luz, está hecho. Ya no hay marcha atrás. Mis ojos nunca dejan de ver su esplendor cuando prendo mi cigarrillo y doy una calada, permito que el dulce sabor del tabaco llene mis pulmones, finalmente doy un sorbo a mi coñac, el alcohol quema delicadamente mi garganta. Termino mi cigarrillo y vuelvo a dentro, es momento de que siga con mi investigación, el reloj de pared marca las doce cuarenta y decido que es momento de salir.

Suspirando camino a mi cuarto y cambio mi chándal por algo más decente, o en este caso indecente considerando que necesito respuestas sobre unas cuantas leyendas locales y Henry Jr. Woods, mi profesor de Folklor irlandés se niega a dármelas sin que me acueste con él puede que el que me disfrace e intente seducirlo haga que consiga información. Me veo al espejo, uso una peluca castaña, el mismo color que tenía antes de teñirlo de rubio, mis labios son rojos y mi ropa es un vestido dorado con medias negras y tacos negros. Mi cabello se encuentra trenzado estratégicamente.

Tomo un abrigo largo y salgo, camino por la plaza de Edimburgo, ya hay varios borrachos en la zona, varios de ellos me ven, les ignoro y sigo mi camino hasta el bar dónde sé que encontrare a Henry Woods.

Entro y dejo mi abrigo de lado, localizo a mi profesor rápidamente, se encuentra en un esquina bebiendo y fumando, tal y como lo esperaba. Sus ojos se posan en mí y sonríe al reconocerme, sus labios forman una sonrisa mostrando una sonrisa completamente blanca que se marca en sus ojos.

Su cabello negro se encuentra completamente peinado, ajusta sus gafas y observa mientras camino lentamente hasta él, analizó su rostro una vez más, es guapo para apenas tener treinta, su piel es menos pálida que la mía y sus ojos azules hacen contraste con ella.

— Has venido.

— Dije que lo haría —sonrió cuando aparta una silla para mí—. Lástima que sea un lugar de mala muerte.

— Te importa mucho tu trabajo, supongo.

— Me importas más tú —le veo tragar, he puesto mi mano en su pierna, él me ve asombrado nunca había llegado a más de un par de besos con él—. Háblame de los selkies.

Su sonrisa crece al escuchar mi voz —: Son los hombres foca —entorna sus ojos—, son capaces de volverse humanos, ellos esconden su piel de las humanas que los invocan, es lo mismo con los hombres. Son poseedores del sueño erótico de cualquier hombre o mujer.

— Solo bastan siete lagrimas por un amor perdido —le veo asentir— ¿y las sirenas?

— Ellas son otra historia —le veo confundida—. Se consideran seres del mal, hermosas mujeres que llevan a los pobres marineros al fin de su vida por medio de dulces cantos, el escuchar su voz te da un placer infinito. Ahora vamos.

Lanza unos cuantos euros a la mesa y salimos de aquel lugar, me ayuda a ponerme mi abrigo y caminamos por las oscuras calles de Edimburgo con la luna como nuestra compañía, la gente desaparece rápidamente de nuestro alrededor, le sigo sin dejar de tomar nota del camino que estamos tomando, no tardamos en llegar hasta una casa de dos pisos cerca del centro. Con manos temblorosas saca sus llaves del bolsillo izquierdo del abrigo negro cachemir que usa, las llaves tintinean mientras rebusca entre ellas la adecuada, un suspiro entre cortado sale de sus labios cuando finalmente introduce una pequeña llave dorada en el orificio de la cerradura, esta chilla cuando la gira, y con dificultad abre la puerta, obteniendo un crujido de esta como respuesta, y, tan pronto nos encontramos dentro me acorrala contra la ella.

Siento mi abrigo deslizarse por mi cuerpo antes de que Henry ataque mis labios por completo, no son gentiles ni dulces como esperaba, su aliento apesta alcohol barato, es amargo. Gimo entre ellos cuando muerde mi labio inferior con agresión, tomo una respiración profunda y enredo mis manos en su cabello, antes de murmurar contra sus labios — dime más…—mi voz es ronca, me sorprendo al escuchar lo pérdida que me encuentro.

— Una sirena erró, se enamoró de un humano — gimo cuando sostiene mi labio entre sus dientes—, y como castigo ella y sus hermanas y hermanos fueron condenados a no dejar las profundidades del océano hasta que su corazón se congelo….El océano congeló sus sentimientos.

Henry sube sus manos por mi espalda, baja con agresión el cierre de mi vestido, jadeo cuando este cae y mi espalda golpea la puerta una vez más, no resisto.

Me deshago de su camisa, los botones vuelan por todos lados, dejo su cuerpo al descubierto. Me deleito con él, su abdomen es musculoso, más de lo que aparenta sus aburridos trajes, paso mis manos por él, disfrutando de la sensación.

— …arriba…—dice de pronto. Asiento entre jadeos y lo sigo escaleras arriba, abre la primera puerta a la izquierda,

— …sigue hablando…—digo en cuanto me lanza a la cama

Se desase de sus pantalones quedando en calzoncillos mientras habla entre jadeos —: Subían a la superficie para satisfacer su deseo sexual, cuando no fueron capaces de volver enloquecieron hasta que terminaron con su propia existencia…Son seres sexuales como nosotros, Anya. Necesitan de otro para mantenerse cuerdas, al no ser capaces de subir enloquecieron.

Se posesiona sobre mi cuerpo mientras me sigue besando, mis medias desaparecen rápidamente dejándome solamente en ropa interior, sonrió, esto está pasando y no ha sucedido nada, aún. Grito cuando su nariz desciende entre mis pechos hasta que se hunde por completo en mis bragas, sé lo que quiero.

— …¿Mue…eren por no tener s..sexo? —pregunto entra jadeos.

Mis bragas caen dejándome por completo desnuda, siento su respiración contra la sensibilidad de mi piel. Mi cuerpo se inclina involuntariamente contra su boca.

— Sí— escucho antes de sentir unos ligeros golpes de su lengua contra mi clítoris. Jadeo sin poderlo evitar —…necesitan una liberación como la que tendremos….a diferencia de nosotros ellas pueden…tener una pareja para…toda la e…eternidad…son…in…inmortales.

Su boca vuelve a subir, se enfoca solamente en mis labios, es una sensación placentera, completamente nueva para mi cuerpo.

— …ya…no pu…edo…—digo entre jadeos e intento apartar su rostro.

Necesito algo, la necesidad se expande por mi cuerpo. Me ruega liberación. Afuera escucho llover, los truenos resuenan en el cielo.

— Puedes con más —añade apartándose un par de segundos, y, cuando creo que estoy por llegar a la cumbre la ventana el cuarto explota dejando entrar la tormenta, Henry maldice y corre a esta, busca cubrirla con las cortinas.

Me percato de la intensidad de la lluvia y que esta moja todo el cuarto, sin meditarlo huyó.

Huyó al darme cuenta de lo que he estado a punto de hacer.

Huyó cuando el encanto maldito de la luna sale de mí.

Huyó por temor a herir a Henry de la misma manera que herí a Zayn.

Huyó por miedo a descubrir mi secreto frente a un humano tan ambicioso como él.

Huyó por pavor a terminar con su vida en un segundo.

Escucho a Henry llamarme, su voz suena molesta cuando lo hace, le ignoro, bajo las escaleras completamente desnuda y me visto con vestido, cubro la mayoría de mi piel expuesta con mi abrigo, y hago lo que nunca imagine que haría.

Corro bajo la lluvia, corro lo más rápido posible buscando cubrirme del agua.

Corro hasta mi apartamento, cuando llego me encuentro empapada de los pies a la cabeza, me sorprendo al ver que no me he convertido.

Gimo por mi estupidez, me puse en riesgo. Actúe estúpidamente, no sé porque no me convertí y caí en medio de las calles como sirena, sin embargo agradezco el no haberlo hecho.

Soy una idiota. Puse a mi familia al borde del descubrimiento.

Me arriesgue a la posibilidad de matar a un humano.

Veo mis piernas, no hay cola. No sé cómo fue posible que no me convirtiera, pero sé que lo fue. Me recargo en la pared y dejo caer, la alfombra bajo mis pies no tarde en mostrar las primeras muestras de humedad, estoy empapada mientras abrazo mis piernas a mi pecho y lloró.

Lloró por ser lo que soy, por haber dejado a mi familia, por haberlos perdido. Por casi matar a Zayn. Y por haberme casi acostado y casi matar a Henry; Con esfuerzo entro al baño y tomo una toalla. Seco con cuidado mi cuerpo evitando tocar dónde minutos antes Henry me toco, gimo sin poderlo evitar. Sigo sensible a cualquier caricia.

Uso mi poder sorprendiéndome al ver que funciona y seco por completo mi cuerpo, quito mi peluca, salgo al balcón, aún llueve. Un sollozo se atora en mi garganta, con miedo doy un paso al frente y permito que la lluvia me moje. Me sorprendo al caer al suelo inmediatamente.

Mis lágrimas se pueden confundir fácilmente con las gotas de la lluvia. No sé que ha pasado antes, cómo es posible que no me haya afectado en un principio cuando corrí a casa, solo sé que mi familia no puede saber lo que pasó, lo que hice, y menos que por unos minutos pude correr bajo el agua sin convertirme.

Es egoísta, pero no pueden saber que casi mato a un humano.

Me arrastro de regreso a mi cuarto y seco con cuidado. Cierro las puertas y me permito caer en mi cama, aun sintiendo el deseo de mi cuerpo me dejo caer en un sueño profundo.

Actualización del penúltimo capítulo de la primera temporada, sé que ya he perdido muchos y muchas lectoras. Sin embargo, me interesa culminar estas historias por que son parte de mí. En pocos minutos estará el último capítulo de la primera parte del fic.

A. A.