¡Actualización sorpresa!

Lamento la tardanza, me siento fatal no haber contestado comentarios, prometo hacerlo en este par de días, he tenido unas cuantas semanas ajetreadas; pero les aseguro cada voto y cada comentario que recibo en las notificaciones me hace mi día, se los agradezco demasiado.

Por eso quería subir este capítulo cuanto antes, también en conmemoración que ya casi ESTRENA LA NUEVA TEMPORADA! ¡ESTOY DEMASIADO EMOCIONADA!

En fin, espero les guste el capi de hoy, gracias a la maravillosa Ren por nunca desampararme~


XII

Nada podía detenerlo; nada ni nadie podía detenerlo. Tweek estaba seguro de que nada de lo que los religiosos realizaran podría hacer algo por mantener el fuerte que los protegía. Las luces de la cocina se apagaron con un golpe, venían por él. El aura que envolvía todo el edificio congelaba sus huesos y entumecía sus articulaciones.

Nadie podía sentirlo como él.

Porque, aunque los demonios pertenecieran a la misma estirpe, se les inculcaba desde su nacimiento temerles a sus superiores. Su necesidad de servir nacía por la costumbre de ser puestos en su lugar, pisoteados como los seres inferiores que eran. Nadie los respetaba, el respeto se ganaba por tu puesto, y este venía desde que eran creados.

Su disfraz de humano no funcionaba con los demás demonios, podían olerlo; en su sangre de diablillo.

Escuchó un crujido y al siguiente segundo cientos y cientos de aves negras comenzaron a invadir la habitación; halando su ropa, su piel, arrancándola en carne viva.

Sacó sus garras y comenzó a dar pelea, abriendo los vientres de los cuervos que podía; arrancando patas con sus colmillos. Fue su instinto de cazador, los pájaros eran los mensajeros del general, maldiciones con forma de secuaces; lo que ellos veían, el demonio que los había invocado veía también.

Así que sabía de su posición.

Corrió fuera de la cocina, alejándose de los cuervos; los demonios habían entrado, eso significaba que él podía salir. Por alguna razón las bendiciones habían sido rotas y si se quedaba en un solo lugar, sería presa más fácil aún.

Estaba por sacar sus alas cuando colisionó con otra figura oscura frente a él.

Tweek cayó sentado, aunque de inmediato sacó sus garras, listo para atacar a quien fuera.

No lo hizo cuando notó que se trataba del padre de gorro azul.

—¡Craig!

—¡Tweek!

—¡Han entrado, Craig! —informó, aunque el sacerdote ya lo supiera, él tenía que hacérselo saber—. Los demonios están aquí.

—Lo sé, lo sé —regresó—. Necesitamos ocultarnos en la enfermería —avisó—, proteger los heridos a toda costa.

—Pero…

Tweek sabía muy bien cómo los demás estarían a salvo; si lo entregaban, seguramente la ira de los demonios se aplacaría. ¿Qué estaba haciendo Craig?

—Te encontré —canturreó una fina voz.

Giraron sus rostros para ver a un niño de cabello negro, labios purpura y profundas ojeras negras; Tweek, instintivamente se escondió detrás del sacerdote.

—El gusano que le dio la espalda a Damien —remarcó—, me comeré hasta tus pezuñas, diablillo cobarde.

—Gula —comprendió Craig.


A diferencia del otro, este demonio lucía como un niño, sabía que no podía confiarse; además ya había dejado claro las intenciones que tendría con el diablillo rubio. Craig estaba preparado para cumplir su promesa; moriría antes de darles a Tweek. Había dejado a Jimmy en el vestíbulo, si había alguien que pudiera encargarse de un Pecado Capital era el fraile más fuerte que conocía.

Vio la figura detrás del niño, Craig se acercó al diablillo, sin quitarle la vista a su oponente.

Cuando puso suficiente espacio entre ellos tomó la mano de Tweek y se lanzó a un lado, arrastrándose con el otro. Mientras que Cartman abría fuego con la Browning dentro del convento.

El demonio se deformó al siguiente segundo, abriendo su mandíbula el doble del tamaño de su cuerpo, por un segundo vio solo lengua y colmillos como alfiler.

Se comió todas las balas del monje, Eric chasqueó la lengua como un niño haciendo una rabieta y se quitó la enorme metralleta del cuello. Preparándose para la represalia. Mientras el niño volvió a abrir sus fauces, escupió una bala de trece centímetros; el proyectil dio con el marco de la puerta.

Cartman juntó sus palmas, reproduciendo un golpe seco y rotundo.

Una retahíla de oraciones hindi comenzaron a caer de sus labios, las balas comenzaron a parar en medio del aire. Antes que impactaran con otra superficie, una red invisible de oraciones los estaba cubriendo.

Craig tomó la ventaja y atacó, sacó un rosario; tan largo como una soga y lo lanzó mientras el demonio seguía escupiendo las balas que había consumido. Alcanzó su muñeca, haló la camándula quemando su brazo, el demonio siseó con furia.

La lluvia de balas terminó y el pequeño demonio formó una sombra del aire, la sombra tomó forma de un cuchillo y lo lanzó hacia Tweek.

La hoja atravesó su mano, clavándolo a la pared.

El rubio gritó de dolor y Craig se juró que lo haría pagar.

—¡Wow, Tweek! —exclamó Cartman.

—Agh… estoy bien —aseguró con voz trepidante.

—Ya lo escuchaste —dijo Craig, sabía que necesitaba de más para hacerle daño al diablillo—, ahora muévete, gordinflón, tenemos que matar este engendro.

—Muy bien, ¡mueve tu escuálido trasero y ve por la metralleta!

Terminó la frase y volvió a rezar en hindi otra vez, deteniendo al niño demonio; Craig se movió rápidamente tomando la pesada Browning, y demonios, ¿cómo la había podido movilizar el enorme monje sin ninguna molestia?

Cruzó sus piernas, sentándose en el piso y las utilizó como trípode, sin realmente apuntar disparó las rondas que quedaban en el largo cartucho.

—¡Cuidado! —gritó Tweek.

Porque el cuchillo que lo había tenido clavado a la pared regresó a su dueño y en el camino terminó por hacerle una hendidura a Cartman, partiendo su oreja a la mitad y toda la mejilla. Eric dejó las oraciones y se cubrió la nueva herida.

Gula tomó el cuchillo cuando fue librado de las plegarias del monje; cuando cerró su mano el tamaño de la hoja cambió, creció como una sombra y tomó la forma de un tridente rojo.

—¡Hijo de puta! —gritó Cartman, intentando detener el sangrado de su porción derecha del rostro.

Ahora libre, Craig sintió unas garras tomar su muñeca con fuerza; el agarre fue lo suficiente para comenzar a sentir florecer un hematoma. Tweek lo arrastró con facilidad, con la misma rapidez tomó la túnica de Eric y lo comenzó a llevar a rastras.

Haciendo lo único para lo que el diablillo era el mejor: huir.

El rubio tenía fuerza, eso ya lo sabía, aun así, se sorprendió al ver la facilidad con la que estaba moviendo el cuerpo de Cartman. El monje era llevado de espaldas, así que lo único que podía ver era el niño demonio comenzar a perseguirlos, pero Craig vio las alas rojas protruir de la espalda de Tweek.

Llevó a ambos volando, mientras Eric maldecía con todas sus energías al demonio que lo había herido. Avanzó entre los pasillos, esquivando cuervos y otros demonios; Craig sacó su revólver y comenzó a despejar el camino por el que iban.

Frente a ellos, una ventana estalló en miles de fragmentos y otra silueta colisionó contra Tweek, arrojando a Cartman y él a un lado. Vio un resplandor de cabello rubio y largo antes de caer contra el suelo; rodó hasta detenerse con la pared y preparó su pistola y camándula.

Era otro demonio, tenía la forma de una mujer rubia, pero Craig lo supo, no era la que había atacado a Clyde ese día en la parroquia. Tenía al diablillo en el suelo, sacó sus garras y las hundió en su hombro; el sacerdote corrió lo más rápido que pudo y se arrojó contra la demonio. Haciéndola a un lado, al menos lo suficiente para dejar a Tweek escapar.

La cola de la hembra se enroló en su talón y lo trajo al suelo, comenzando a arrastrarlo por los pasillos. Craig intentaba meter sus dedos en los resquicios de las tablas del suelo para detenerse, pero era inútil.

La demonio lo lanzó y su espalda recibió el golpe contra el marco de una puerta.

Los dos Pecados Capitales se pararon frente a ellos, tenían sus miradas en el diablillo rubio; pero entonces, el monje más orgulloso que conocía arrastró sus pesados pasos hacia ellos. La sangre ahora caía por su garganta, el arroyo era menor y más coagulado.

—¿Creen…? —comenzó, su voz se agrietaba de la furia—. ¡¿Creen que necesito mi voz para rezar hijos de puta?! —gritó.

Para probar su punto volvió a la posición de antes, chocó sus manos juntas, apretó sus dientes y cerró los ojos.

Los demonios se paralizaron de inmediato.

—¡He alcanzado la iluminación espiritual, demonios lameculos maricas! —exclamó, la sangre aun bajando de su oreja.

—Detenlos ahí, Eric —avisó Butters, sosteniendo en un hombro una bazuca.

Era realmente sorprendente ver el pequeño chico del coro con un arma que fácilmente era la mitad de todo su tamaño. El rubio de aspecto angelical cerró un ojo y activó la bomba; Craig escuchó el aire descomprimirse cuando el proyectil salió y un cuerpo cayó sobre él.

Las alas de Tweek terminaron por cubrirlo cuando escuchó la resonante explosión.

Volaron la pared del convento, formando un agujero que comunicaba con el exterior; antes de saber qué había pasado con los demonios, cuando la nube de humo y escombros todavía permeaba el aire Craig fue por la figura de Butters y Tweek por la de Cartman.

Lo más importante seguía siendo alcanzar el ala de heridos.

Abrieron las compuertas y cerraron de golpe; el diablillo rubio había corrido esa vez, sin la premura y la nube de polvo, se seguía escondiendo en medio de los religiosos como un humano.

Los heridos ahí adentro estaban al fondo de la habitación; Butters, Craig y Tweek comenzaron a poner camillas, estantes y carritos llenos de insumos médicos en la puerta. Obstaculizando la entrada, el sacerdote dudaba que el proyectil de la bazuca los había destruido, y seguramente entrarían por ahí.

—¡Craig! —exclamó Stan.

—Stan, ¿lo lograste? —preguntó.

El pelinegro asintió; y Craig resopló con alivio, recordando las últimas palabras que había compartido con el otro sacerdote una vez se separaron de Jimmy.

No tenía ninguna duda en dejar al fraile con el otro demonio; si alguien podía arreglárselas era él. Stan tomó a Kyle de los brazos y lo subió a su espalda. Craig tenía una misión, ir por las páginas y luego por Tweek, sin embargo, sabía que no contaba con el tiempo necesario, entonces le dijo al otro padre.

—Stan, antes de ir al ala de heridos ve al sagrario —ordenó— ahí encontrarás una caja de madera. Los demonios la están buscando, pero no saben dónde está.

«Así que irán primero por el que saben dónde se encuentra; el diablillo que los vendió».

Los cuervos sabrían exactamente donde se encontraba el rubio, pero no tenían idea del paradero de las páginas. Debían aprovechar esos valiosos segundos para guardar el tesoro que buscaban; Stan tendría que ir y llevarlo, mientras los Pecados Capitales iban por Tweek.

—¿Lo lograste? —preguntó otra vez, cuando se aseguraron de montar la barricada.

—Sí —hizo saber cuándo nadie estaba cerca para escuchar, luego sacó el pedazo de papel de su bolsillo—, aquí está.

—Bien, protégelo con tu vida —apretó su hombro—, ¿y Kyle?

Stan hizo una mueca.

—Su curación debe esperar a que todo termine —informó—, los monjes están defendiendo el convento y tú y yo…

—Sí, entiendo —comprendió—, entonces acabemos con estos hijos de puta.


In nomine Domini ego iubeo ad infernum, filius Satan —comenzó a orar el fraile.

Token Black disparó su ballesta, la flecha tenía una larga cadena bañada en agua bendita; Nichole, frente a él hizo lo mismo. Ambas cadenas se entrelazaron y comenzando a inmovilizar al demonio. Jimmy lo tenía paralizado, el viento entraba por la puerta totalmente abierta, zarandeando los lazos, necesitarían más.

Volvió a cargar la ballesta y volvió a disparar, la punta atravesó la pierna del Pecado Capital; aun así la criatura parecía imperturbable.

¡Evanescet! Et non habet potestatem hic.

Los mismos cuervos comenzaron a rodearlos, eran fragmentos de él, Token lo sabía, pero Jimmy los seguía manteniendo alejados.

El fraile se apoyó en una muleta y buscó dentro de su túnica, Black notó el pequeño frasco de vidrio repleto de agua bendita.

—¡Exorcizamus you omnis immundus spiritus! ¡Omnis satanica potestas, omnis incursio, Infernalis adversarii, omnis legio!

Los cuervos comenzaron a rodear el vestíbulo, entrando y saliendo por el convento como si hubieran sido poseídos. El pastor protestante disparó su arma y la chica le siguió, atando más al engendro; y… sin embargo, algo no estaba bien.

El demonio no mostraba dolor.

Omnis and congregatio secta diabolica. Ab insidiis diaboli, libera nos, dominates,

Hasta que comenzó a moverse.

La figura vestida de negro y cabellos negros con rojo comenzó a girar sobre sí mismo, enredándose entre las cadenas bañadas en agua bendita. La ballesta fue arrancada de su mano, las aves entonces volaron hacia ellos; Token lo supo, era una técnica de distracción; intentaba encerrarse a él con Jimmy en medio de todos.

Así que lo siguió avanzando; su mayor amenaza era el fraile de muletas. Era el único que los podía detener.

Llegó hasta el centro de la bandada de pájaros.

—¡Jimmy! —gritó.

El Pecado Capital había usado las cadenas para aprisionar al fraile a su cuerpo.

Y entonces lo acercó a él.

Depositó un beso en sus labios y el cuerpo del fraile fue lanzado a metros de distancia; Black debía ir en su ayuda. Alejó los cuervos que podía y se preocupó cuando notó que el fraile no se estaba moviendo.

—¡Nichole! —gritó.

Todo se había vuelto un pandemonio, más protestantes al lado de monjes tibetanos llegaron a intentar controlar las aves.

Token finalmente alcanzó a Valmer, posó su cuerpo en sus rodillas y se estremeció horrorizado al ver los labios del fraile cosidos.

—Joder —susurró, intentando deshacer lo que sea que había sido puesto en su rostro; tocó la piel, pero Jimmy llevó tiritantes manos con dolor, los puntos de sutura comenzaron a sangrar.

El fraile solo podía gemir.

Token levantó sus ojos cuando notó los zapatos púrpuras de su contrincante; de la espalda del demonio dos alas largas se extendieron, cubriendo la luz de la entrada. Se estaba preparando para atacar.


La puerta crujía con cada golpe de los demonios desesperados por entrar.

Tweek gemía y tiritaba a su lado, Craig preparó la camándula en una mano, y el revólver en la otra. Stan estaba ahí con él; a veces miraba de reojo a Kyle, el pelirrojo estaba recostado sobre una de las esquinas, una cortada arriba en su sien izquierda no dejaba abrir su ojo.

—Butters, ¿qué diablos estás haciendo? —preguntó Eric al lado del chico del coro, la molestia del enfrentamiento de hace unos minutos todavía presente.

—Pues orar, Eric, eso es lo que haré.

Cartman bufó con sorna, en completa incredulidad.

—¿Orar? ¿Para qué? ¡Nadie vendrá a salvarnos, marica!

—Oh, claro que sí, Eric, Dios está ahí arriba viéndonos y cuidándonos.

Otro golpe; la barricada no sostendría por más tiempo.

—Sí, mierda por cerebro, ya que él está arriba; ahí, al lado de Buda, tomando margaritas ¡a la maldita orilla del mar! No nos están viendo, ¿no lo entiendes? ¡Somos los abandonados!

Ahí, ocultos en la enfermería; todos guardaban silencio mientras Cartman le daba voz a todas las inseguridades que sentían.

—Nadie va a venir a nuestro rescate, somos la basura que se sacará sola.

Craig podía darle la razón, aun así, Butters se alejó un par de pasos del monje que le seguía gritando, se arrodilló y cerró sus ojos. Eric solamente seguía señalando lo estúpido que el rubio estaba siendo, esperar por alguien que no vendría.

—Oh, por Satán —lloriqueó Tweek por inercia.

—¡Ves, incluso Tweek está siendo más inteligente que tú, Butters!

Las planchas de madera fueron sacadas por sus bisagras y la barricada fue derribada de golpe. Craig sintió una mano en su hombro y se giró para ver a Kyle acercándose a la línea de fuego frente a los dos Pecados Capitales.

—Escúchame, gordo bastardo, puedes rendirte y convertirte en la perra de los demonios, pero yo prefiero que me descuarticen poco a poco antes de inclinarme a algún demonio.

—Kyle —Stan se apresuró a su lado.

—¡Lucharemos hasta nuestra muerte! —gritó.

Marsh obedeció, alistó su rifle; Broflovski se paró a su lado, la camisa que usaba estaba rota de todas partes, la tela caía entre sus codos. El judío terminó por arrancarla, mostrando su torso y espalda llenos de pequeñas heridas por toda la expansión de piel, se paró frente a todos, blandiendo un sai en cada mano.

Kyle tenía razón, aún quedaban ellos y mientras esas páginas no cayeran en sus manos, ellos seguían teniendo ventaja. Craig se paró a su lado, sacó la daga que solía esconder debajo de su cuello clerical, en la otra mano sostenía el rosario de madera.

La mujer rubia sonrió con sorna, el pequeño niño rizó sus labios.

El judío rompió la formación lanzando una daga y corriendo para tomar el movimiento que la demonio rubia hizo para apartarse hacia la derecha; Kyle encestó una puñalada, lo que forzó a la mujer a saltar, pero entonces Stan disparó, lográndole dar en una ala.

Ella voló directo hacia el pelirrojo, lo tomó de su cuello y lo propinó contra la pared.

—Oye, gusano —llamó el niño demonio, parando a todos en sus pistas.

Tweek, el aludido, levantó su rostro.

—Estamos dispuestos a perdonar tus transgresiones —ofreció—, regresa a nosotros y te perdonaremos.

—Agh… —murmuró el rubio— yo…

¿Pero qué?

—Así es —continuó Gula—, sabes lo que queremos y nosotros sabemos que conoces donde se encuentra.

—Tweek —Craig tenía que pararlo—, Tweek, están mintiendo.

—Ellos no son de los tuyos, estos humanos. Regresa con nosotros, Tweek.

Craig ya no podía soportar más mentiras, porque una parte de él aún tenía esa duda y se odiaba por ello. Porque notó la sombra en los ojos verdes del diablillo, porque sin importar lo que habían pasado, no se podía ir en contra de su misma naturaleza.

Esa naturaleza de malicia, cobardía y traición.

Y que quizás, el rubio, nunca fue su amigo.

Por segunda vez sería traicionado por él, la primera cuando huyó de la parroquia al estar bajo ataque y ahora la oportunidad de ser perdonado se la habían extendido en una bandeja de plata. Tweek se acercó a Stan y metió su mano en el bolsillo de su pantalón; Gula lamió sus labios al saborear la victoria tan cerca.

El sacerdote corrió hasta colocarse frente a él, pidiéndole, rogándole que no lo hiciera; si tan sólo pensara en todo lo que habían pasado juntos. Craig estiró ambos brazos, pero no se atrevía a tocar al rubio.

—Tweek —dijo.

'Por favor.'

Hasta que el cuerpo de Kyle le cayó encima, la rubia lo había arrojado.

Tweek comenzó a caminar en la dirección de Gula, cada paso más seguro que el anterior.

Llegó en frente del pequeño demonio pelinegro, extendió la página; sus dedos ya no temblaban.

Los tomó por sorpresa cuando con su otra mano Tweek sacó sus garras rojas y rasgó el rostro de Gula, atravesando la piel músculos y mejilla completa; haciendo una hendidura enorme que terminó en la esquina de sus labios. El niño demonio, completamente tomado por sorpresa se alejó, sosteniendo la mitad de su rostro partido y boca forzadamente abierta.

El diablillo intentó volver a atacarlo, pero Gula ensartó el cuchillo en su pierna.

—¡Tweek! —exclamó Craig intentando dirigirse a él.

Antes que alguien pudiera hacer otro movimiento, la habitación entera fue engullida por un brillante y cegador haz de luz. El sacerdote no pudo mantener sus ojos, se había acostumbrado a la negrura de la madrugada. Apenas pudo distinguir siluetas de sombra, un zumbido agudo comenzó a llenar las paredes.

Hasta que vio una lanza de oro, fue empuñada en dirección a los demonios, escuchó un siseo de dolor; la demonio rubia voló en dirección a la luz, solo para ser arrojada a través de la pared con un golpe de la lanza.

Las paredes se miraban blancas y un sentimiento de alivio artificial envolvió todo su cuerpo.

Cerca de sus piernas, una colgadura de seda prístina y blanca se desenrolló; Craig subió sus ojos para ver una figura que no estaba ahí antes. Era quien iluminaba toda la habitación, empuñaba una lanza sagrada y en su espalda alas de plumas blancas que llegaban hasta sus pies ondeaban sosegadamente.

—Dios mío —susurró el pelinegro—, es un ángel.


Token pensó que moriría, estuvo seguro cuando vio los labios cosidos de Jimmy; miró por última vez a Nichole y le encomendó su alma a Dios. En esta línea de trabajo, estos tiempos, tenían que resignarse a no tener un final glorioso, tenían que estar dispuestos a ser derrotados en cualquier momento, porque ellos tenían las de perder.

Eso lo supieron desde que fueron abandonados en la segunda venida.

Pero, de vez en cuando, en los momentos que su fe estaba por desvanecerse y esos sentimientos oscuros amenazaban con devorarlo; tenía el privilegio de ver los milagros.

Porque era la única manera de definir lo que pasó.

Dos orbes de luces, más brillantes que el sol, descendieron sobre ellos, deteniendo el Pecado Capital antes que terminara por matarlos.

Eran mensajeros de Dios.

Una flecha atravesó al demonio en el hombro, era tan reluciente como ellos; luego disparó otra y otra, trayéndolo de rodillas.

La otra figura blanca descendió gallardamente a su lado, todo su cuerpo brillaba en la noche; tenía alas de plumas doradas y blancas. Token miró su rostro, no sabiendo si era digno de hacerlo, con esas criaturas sagradas.

Le sonrió y se hincó a su lado, tenía cabello rubio y corto y una corona de oro decoraba su cabeza; tomó a Jimmy pasó la palma de su mano sobre el hilo negro, deshaciéndolo con un movimiento.

Los cuervos crecieron en número, llenando todo el convento, al demonio todavía le quedaban fuerzas para atacar.

El ángel del arco y flecha tenía cabello negro, largo y lacio hasta su espalda; atacaba con velocidad a los cuervos que se lograban colar en su perímetro. Manteniéndolos seguros. El de la corona era un arcángel reconocióellos estaban en la tercera jerarquía del cielo y ordenaban a los ángeles.

Él sacó una espada luminosa y en un solo movimiento, cortó la cabeza del demonio.


Todos los heridos y remendados estaban anonadados viendo el objeto de su salvación, por lo que nadie notó al segundo Pecado Capital, el pequeño Gula intentar un último ataque desesperado: cuando saltó contra Craig, abriendo sus fauces partidas para devorarlo de un bocado.

Pero Tweek, en un último intento desesperado, sacó el cuchillo de su pierna y voló en su dirección; transformando la misma arma de Gula en el rojo tridente de antes y llegó frente a él, y como la última y contundente acción que terminaría por definir su papel en esta guerra usó el arma de su superior en contra de él, luchando contra su mismo papel de servidumbre.

Levantándose como diablillo ante los mismos demonios que llamó generales una vez.

El rayo maldito que se produjo desde el tridente quemó a Gula con su propio poder de Pecado Capital, convirtiéndolo en cenizas, exterminándolo sin misericordia.

La rubia fue arrojada por el ángel detrás de la pared, pero antes que éste la siguiera, ella arañó su camino hasta la ventana, perdiéndose en la madrugada.

El ángel paró el ataque, la luz de su alabarda menguó hasta un brillo leve alrededor de todo su cuerpo.

Fue entonces que todos los heridos vieron la alta figura vestida de blanco y alas con plumas, de cabello rubio y guantes naranjas; su túnica cubría un hombro, pero usaba una bufanda naranja con la que cubría su boca.

Y más allá notaron a Tweek, todavía sosteniendo el tridente en la misma dirección que las cenizas, procesando todo lo ocurrido; escuchó un jadeo, y Craig quiso decir algo; porque ahora todos los religiosos, Cartman, Kyle, Stan y Clyde estaban mirando las patas de cabrío, alas de murciélago y el par de cuernos rojos del diablillo Tweek.

—¿Vieron eso, amigos? —llegó Butters—. ¡Dios escuchó las oraciones, mandó ángeles a cuidarnos!

Nadie le prestaba atención, todos veían a la criatura maldita que había estado viviendo bajo su techo por todo este tiempo.

—¿A-amigos?


¡Y finalmente Kenny hace su aparición!

Ah, tenía tantos deseos de llegar a esto! Finalmente están los 4 reunidos sdjfndkjgd

¿Qué aventuras les esperan?

¿Y que pasará ahora que el secreto de Tweek ha sido descubierto?

Espero que les haya gustado.

Nos leemos luego~