Actualización super sorpresa! Pero ha pasado tanto tiempo, no quería hacerlos esperar más.

Ren te amoooo por jamás defraudarme! gracias por betear el fic.

Espero les guste~


XIII

Supo correr de inmediato, la reacción de Kyle fue tan rápida como un latido, cuando el judío lanzó un shuriken en su dirección. Craig no tuvo idea qué lo movió, pero su brazo se colocó como defensa, la estrella de filo lo golpeó, cortando su antebrazo; cubrió a Tweek con ambos brazos extendidos.

Los demás religiosos se quedaron estáticos.

—¡Lo sabía! —exclamó Kyle, solo para cojear al siguiente paso, había usado sus últimas fuerzas para lanzar esa última daga—. ¡Sabía que había algo extraño en él!

—¡E-es un demonio! —señaló Butters lo evidente.

—Esperen —intentó tranquilizar Craig, necesitaban todos los hechos antes de formar su opinión.

—¿Tú lo sabías? —El judío se dirigió a Stan quien tenía su boca tan abierta como sus ojos.

—¿Qué? ¡No! ¡No puedo creerlo, Tweek!

—Un ex satanista mis pelotas —gruñó Kyle—, teníamos un maldito demonio viviendo aquí en el convento.

—No puedo dejar que ninguno de ustedes le haga daño a…

Craig no pudo terminar su línea, porque sogas relucientes serpentearon por sus pies, tomando a Tweek, amarrándolo de pies a cabeza. El diablillo se exaltó, murmurando con pavor suaves: «No… por favor… no.» Su cuerpo fue levantado del piso, sus alas aprisionadas contra él.

El ángel movió su cetro reluciente, encadenando al rubio.

—¡No! —Aunque se tratara de un ser santo, Craig no podía quedarse callado—. ¡No puedes matarlo, por favor!

Desde la puerta destruida del ala de enfermería vinieron rayos de luz, por un momento creyó que se trataba de la mañana; el sol dándoles la bienvenida a un nuevo día. De todas formas, ya eran las seis, sin embargo, dos altas figuras entraron a la habitación, vestidos de blanco y sandalias romanas hasta las rodillas.

—No pienso matarlo —respondió el ángel y lo miró con dos zafiros, tan claros como el cielo en las primeras horas de la mañana—, nosotros no podemos dar un veredicto; no es nuestro lugar.

¿Veredicto?

—Permítannos presentarnos antes —continuó el más alto de todos, sus alas eran más grandes que la de los otros dos; una corona de oro se sentaba en su cabeza.

Fue ahí que notó que llevaba a Jimmy en brazos sin esfuerzo alguno; depositó al fraile en el suelo, con sumo cuidado, el chico trastabilló con las muletas, pero encontró su equilibrio. Tenía una marca muy fea y purpura alrededor de su boca, como si algo lo hubiese golpeado, pero sin quebrar ningún hueso.

Detrás de él, se incorporaron Tolkien y Nichole.

El ángel que tenía a Tweek amarrado le hizo una señal a su evidente superior, mostrándole al diablillo. Aunque Craig quería detenerlo, quería decir todo lo bueno que Tweek había hecho desde que llegó y cómo los había ayudado sin ninguna oposición; pero no podía hacer más que poner su fe en ellos, los ángeles eran justos, ¿no?

—Yo soy el arcángel Bradley —informó el de la corona, tenía hombreras y una plancha de oro en su pecho, como esos soldados romanos—, ella es Wendy.

La que tenía cabello negro hizo una reverencia, bajando su arco y flecha a su cadera.

—Y Kenneth —presentó, el ángel que tenía aprisionado a Tweek fue quien se inclinó esa vez.

Kenneth dijo unas palabras en un idioma que Craig jamás había escuchado, no era latín, ni arameo. Sonaba como una lengua muerta o una que nunca había existido.

—Tienes que hablar en la lengua de humanos —Bradley se rio entre dientes—, ellos no entienden la nuestra.

—Me pueden llamar Kenny —repitió el rubio de guantes naranjas.

—¿Cómo supieron que necesitábamos ayuda? —preguntó Tolkien.

—Escuchamos las plegarias de uno de ustedes, sus intenciones tan puras fueron ruidosas en el paraíso; las escuché fuerte y claro y le dije a Bradley que necesitábamos bajar —explicó Kenny, sus ojos brillantes y azules se dirigían al pequeño chico del coro.

—Oh, eso suena como yo, chicos. ¡Escucharon mis oraciones!

—Bien ahí, Butters —felicitó Stan.

—Ahora, permítannos ocuparnos de sus heridas —Intervino Wendy.


El ángel llamada Wendy se hizo cargo de guiar a los monjes para sanar los heridos, primero los más graves; así que para cuando fue el turno de Stan, ya podía tener ese dulce alivio de ver a Kyle remendado en su cama; sí, la mayor parte de su cuerpo estaba envuelto en gasas, pero al menos su respiración era rítmica y controlada.

Estaba al borde de su cama, de todas formas, sus heridas debían ser atendidas y no tenía otro lugar dónde estar. Randy ahora iba a todos lados, vistiendo su hábito otra vez, había sido dado de alta y ahora ayudaba en lo que podía.

El judío estuvo fúrico cuando descubrió la verdad de Tweek; Stan todavía estaba completamente estupefacto, había estado conviviendo con un demonio todo este tiempo. Se sentía estúpido al recordar todas las veces que se había dejado engañar del rubio; sí, en todo ese dicho tiempo no había estado en el completo dominio de sus cinco sentidos, pero ¿cuál era la excusa de Craig? ¿De Jimmy? Ellos fueron quienes lo alimentaron de mentiras.

¿Adicto a la metanfetamina?

¿Satanista?

Quería reírse de lo absurdo que todo sonaba ahora, sí; engáñame una vez, la culpa es tuya. Engáñame dos veces la culpa es mía.

—Lo hicieron muy bien —comentó Wendy mientras suturaba una pequeña herida en su brazo.

Era mágico ver el hilo reluciente entrar y salir de su piel sin ninguna aguja ni dolor, solamente con un leve cosquilleo en su músculo. La lesión seguía ardiendo, pero una vez las esquinas se juntaban, parecía cicatrizar días en cuestión de segundos.

La habilidad de sanación de los ángeles era realmente sorprendente.

Jimmy era quien estaba en peor estado, las curaciones y bendiciones que Wendy había aplicado en sus labios se habían disipado solo un poco y ahora dormía plácidamente en el ala de heridos. La habitación se había llenado después del ataque, las camas se habían agotado y todo que estuviera consciente tenía que ser tratado en sus habitaciones y camas.

—Sí, bueno —regresó Stan, quizás un poco más amargo de lo que quería sonar; pero en su defensa tuvo una noche muy larga—, apenas sobrevivimos.

Wendy pasó una palma irradiando el mismo halo reluciente sobre la herida, quitando el dolor; y de repente, Stan se sintió como el más grande imbécil del planeta; porque se estaba comportando como un verdadero hijo de puta con un ángel quien había llegado a su auxilio en el momento justo. Demonios, ella lo estaba curando justo en ese instante.

—Lo… lo siento —se disculpó—, quiero decir… si no fuera por ustedes, no lo habríamos logrado.

—Ten un poco más de fe —sonrió ella—, los humanos son más fuertes de lo que se dan crédito y la hora del diablo estaba a punto de terminar, habrían sobrevivido con o sin nosotros.

Stan se rio.

—Ahora solo estás intentando hacerme sentir mejor —comentó.

—Estoy hablando en serio —contrarrestó la azabache—, he visto la manera que ustedes han luchado para sobrevivir… como… —frunció su ceño y el puente de su respingada nariz— cómo se las han ingeniado para acabar con los demonios.

—Lo siento por la carnicería. —Solamente podía pensar en las formas que él había derrotado a demonios, balas en la cabeza, haciendo explotar su cráneo desde kilómetros de distancia; supuso que un ser divino no apreciaría esa imagen—. Pero nos hemos tenido que poner creativos.

—Para nada —Wendy regresó—, es… interesante de ver. Siempre he pensado que los humanos son la creación más curiosa de Dios. Observarlos en su entorno, mirarlos relacionarse entre ellos, los vínculos que forman, como luchan por sobrevivir… es cautivante.

Stan nunca se había sentido tan pequeño, pensar que sobre ellos estaban estos seres que lo veían todo… Siempre supo que había algo más después de la vida, el cielo y el infierno; sabía que había alguien más grande que todos ellos. Pero tener el hecho arrojado en sus narices… se preguntaba si así se había sentido el primer astronauta que pisó la luna.

Y no tenía idea de qué clase de expresión usaba en ese momento, pero Wendy se miró asustada al siguiente segundo.

—Quiero decir… no los juzgamos ni nada, es solo que, el comportamiento humano es tan impredecible. Sus instintos se basan en la pasión, es… muy diferente a nuestro mundo.

Entonces… quizás Dios no los había olvidado después de todo.

—¿Cómo está el resto del mundo?

Los ojos de Wendy ensombrecieron y Stan comprendió.

Malas noticias.

Pero en lugar de responder, comentó.

—No tenemos permitido revelar información, lo siento —fue su turno de disculparse.

—No te preocupes, lo entiendo —sonrió—, no quisiera que te despidiesen de tu trabajo.

—¿Stan? —Kyle los interrumpió despertándose.

—Kyle —se sorprendió—, diablos, lo siento, no debí molestarte.

—No, no, está bien —aseguró irguiéndose en su cama, apoyándose sobre sus codos, pero haciendo una mueca al apoyarse en su piel llena de heridas. Miró a Wendy a su lado y se sorprendió, ella lucía tan fuera de lugar, con su túnica inmaculada y alas relucientes.

—No te sobre esfuerces —aconsejó, yendo a su lado para ayudarlo—, estás en muy mal estado.

—Por favor —bufó—, se necesita de algo más que a Pereza para matarme.

Con ayuda de los ángeles habían logrado identificar a los atacantes, cada uno de ellos iban por nombres diferentes. Pete, Pereza; Firkle, Gula; y la que había logrado escapar era lujuria, Mercedes. Bradley y Wendy lograron acabar con Pereza, mientras que Tweek —le había sido narrado— asesinó a Gula.

Lujuria había logrado escapar.

—Aun así —Stan aconsejó, no tenía idea que él también pudiera tener ese instinto de «madre molesta»—, descansa más.

Fue hasta la cabecera de la cama para al menos arreglar un poco el almohadón, las heridas de Kyle sanarían más rápido ahora que tenían el don de Wendy, sin embargo, estas eran demasiadas, así que al menos pasaría un par de semanas en cama.

—Creo que no te he dado oficialmente las gracias —Kyle se dirigió a Wendy—, por ayudarnos a salir de esta. Así que, gracias, también por… —se señaló todas las vendas en su cuerpo—… por esto.

—Es lo menos que podíamos hacer —regresó.

—¿Dónde está ese demonio? —le preguntó a Stan.

—¿Tweek?

—Sí…

—Está siendo resguardado por Kenny.

—¿Sigue vivo? —Kyle se irguió en la cama, intentando levantarse.

—Espera, espera, debes guardar reposo.

—¡Ni hablar! No lo entiendo, ¿cómo ese engendro sigue respirando? ¿Los demonios incluso respiran? —bufó—. ¿Qué están esperando?

—Craig se opone, así que Bradley dice que tendrán un juicio.

—¿Se opone? ¿Es un idiota? ¿Cómo diablos se opone al asesinato de un demonio?

—No lo sé —se encogió de hombros.

—Parece que hay más hechos de lo que se dejan ver —opinó Wendy.

—¿Tú qué opinas de esto? —le preguntó a la pelinegra—. ¿No está en su naturaleza matar demonios?

—El bien y el mal no se basan en naturaleza, Si el concepto de «matar» es una característica inherente de los ángeles, ¿no los haría esto criaturas de maldad también?

—¡Es un demonio! ¿Hola? —regresó, seguido de una mueca de dolor—. Agh —se quejó—, estoy demasiado adolorido para tener una conversación filosófica —cayó de golpe sobre la almohada otra vez.

—Wendy —llamó Butters—, á-ángel Wendy, te necesita Eric, un punto de su sutura se cayó.

Y por un momento le pareció a Stan ver a Wendy poner sus ojos en blanco ante a mención del nombre; y el pelinegro se maravilló, ¿qué tan hijo de puta debías ser para sacar de quicio a un ángel en las primeras horas después de conocerla?

—Voy de inmediato —informó Wendy antes de marcharse.

—Wow, es muy buena en lo que hace —comentó Kyle cuando ella llegó a la cama de Cartman, donde un enorme monje estaba lloriqueando de dolor; aunque, en su defensa, le habían partido la oreja y casi su mejilla en dos.

—Nos vendrá en mucha ayuda —concordó Stan.

Apretó las cuencas de sus ojos con sus palmas, disfrutando la presión sobre sus globos oculares hasta que detrás de sus párpados estallaron luces de diferentes formas y colores. Estaba exhausto, el reloj ya había marcado las dos de la tarde y él no había dormido ni un segundo. Después de la destrucción venía el reparo, el convento había sufrido el ataque al igual que sus cuerpos; debían reconstruir paredes y reforzar puertas.

Nadie en el convento había parado.

Depositó su frente en la suave superficie de la cama, se sentía como gloria sobre el zumbido de una jaqueca que no había desaparecido de las nueve de la noche. Intentaba no pensar en cómo un trago de whisky haría todo mejor, no era su culpa, lo sabía, pero demonios, incluso vendería a su padre por un trago de Johny Walker's. Era el tipo de sed, que ni siquiera el océano podría satisfacer.

Así que se sentía como la mierda, pero la cama se sentía tan bien y el olor de Kyle lo hacía todo mejor; Stan podría quedarse dormido ahí, sentado sobre la silla, con su rostro en la cama. Pero estaba tan exhausto que sus manos se movieron solas, al menos esa sería la excusa que daría, hacia el lugar que había visto antes de cerrar sus ojos y dejarse caer en el colchón.

Sus manos terminaron encontrando la de Kyle.

Los dedos pasaron debajo, buscando enrollarse; pero como si se hubiera tratado de fuego, Kyle la retiró súbitamente.

Su corazón se hundió y dolió como el demonio, como si un collar de espinas se amarrara sobre su garganta y el mismo sentimiento de desolación que experimentó hace seis meses regresara con la misma intensidad que lo hizo arrojarse a los brazos tentadores de una botella.

Porque lo había jodido todo otra vez.

Sabía que Kyle tenía todo su cuerpo tensado como las cuerdas de un violín, porque la paz artificial que habían tenido hasta ese momento se terminó acabando otra vez.

—Stan… —susurró.

Y sabía que no era posible, nadie lo estaba viendo; pero el pelinegro se sentía expuesto ante todos en la habitación. Con su frente enterrada en la camilla de Kyle, podía imaginar a todos los religiosos señalándolo y burlándose al verlo repetir el mismo error cada vez.

Seguía doliendo como la primera vez.

Antes que dijera algo, antes que lo que pasó fuera dicho y se hiciese real, Stan se levantó de su incómoda posición y se puso de pie.

—Iré a dormir por unos minutos —dijo sin ver a Kyle, no quería ver esos ardorosos ojos de esmeralda porque lo haría peor—; si preguntan por mí estaré en mi habitación.

—Stan —volvió a decir con más urgencia el pelirrojo.

Pero el pelinegro no podía hacerlo de nuevo, no podía escuchar esas palabras que lo hicieron trizas por primera vez. Así que ignoró a su ex mejor amigo judío y se dirigió en línea recta hacia la salida, nadie lo veía, nadie se reía de él y estaba seguro de que nadie tenía idea qué diablos había pasado; las acciones no dichas.

Era un idioma que solo sabían ellos dos.

Necesitaba recostarse por un rato y necesitaba un trago.


Craig tocó la puerta de la biblioteca por tercera vez, sin detenerse a pensar si lo único que estaba haciendo era arrojando todo tipo ventaja que habían conseguido a la mierda. ¿Hacer enojar a los ángeles? ¿Qué diablos estaba pensando? Y sin embargo su puño se movió por sí solo, dando cinco impacientes toques a la superficie de olmo.

Rechinó los dientes esperando lo que fuera, incluso posó su oreja sobre la puerta, intentando escuchar algo.

Sin embargo, fue recibido por mudez.

—Sé que lo tienen ahí —dijo, sabiendo muy bien que lo podían escuchar; sin embargo, no se sentaba bien en su pecho el conocimiento de dejar a Tweek encadenado con las únicas criaturas que tenían como misión exterminarlos.

¿Qué había de la promesa que le había hecho?

Al final de todo, él era un hombre de palabra, y si había prometido seguridad al diablillo después de todo lo que había hecho por ellos; debía cumplirlo.

Recordó la mirada de Mercedes cuando Tweek aniquiló a Firkle con el tridente… Seguramente Damien ya tenía noticias que el escurridizo diablillo no sólo los había vendido, sino que ahora formaba una parte activa de los religiosos.

El único pecado realmente malo para los demonios, ayudar al pueblo de Dios.

Tweek ya no tenía escapatoria, desde el momento que levantó ese tridente y le apuntó a Firkle selló su destino, abandonó su hogar.

¿Y ahora lo mantenían ahí atrapado como un prisionero? Atado de manos como si fuera un criminal.

Craig quería vomitar.

En lugar de eso volvió a tocar la puerta con insistencia, igualando los golpes que resonaban con cada pulsación en su cabeza. Su cerebro había olvidado el cansancio, pero sabía que comenzaba a retumbar en su cuerpo. Quizás esto era lo que deprimía su sentido común, así que, sopesando esto, siguió golpeando la plancha de madera.

Antes de impactarla, las bisagras chillaron y su puño atravesó el aire.

Fue recibido por los ojos azules del ángel.

—Craig, ¿verdad? —dijo el rubio.

—Tweek no es un diablillo normal, ¿de acuerdo? Ha hecho mucho por nosotros, él primero…

—Ven —lo cortó—, vamos a dar un paseo.

Dichas las palabras el ángel salió de la habitación, pasando un brazo por sus hombros y acercándolo a su cuerpo; guiándolo con quizás un poco más de fuerza de la que necesitaba, haciéndole saber a Craig que no tenía otra opción más que acompañarlo.

Así que lo hizo; no sin antes mirar por el pequeño resquicio de la puerta antes de que se cerrase. No vio a Tweek por ninguna parte, solamente al arcángel y Tolkien. Craig, rechinó sus dientes, sintiendo sus piernas y brazos ser atadas con impotencia. Ni siquiera estaba Jimmy ahí para proveer su explicación, no le dejaban decir nada, ¿cómo podría defender al diablillo?

—¿Qué quieres? —preguntó tras haber dado un par de pasos al ángel—. ¿Para qué me traes aquí, Kenneth?

—Kenny —corrigió—, y, sinceramente, te traje antes que le lograras hacer un agujero a la puerta. Eres muy molesto, ¿sabes?

—No tienen derecho a ordenar nada por aquí o… al menos deberían saber toda la historia.

—¿Y cuál es, en tu infinita sabiduría, toda la historia?

—Tweek nos salvó, ¿de acuerdo? Tú lo viste, mientras fallabas en matar a Lujuria, Tweek tomó el tridente y acabó con Gula.

—Creo que recuerdo eso —comentó el ángel no cayendo en su provocación, llevando su mirada al techo en pensamiento—, mi pregunta sería, ¿por qué lo hizo?

—Porque… —Craig no sabía qué decir, ¿cuánta información podría revelar?

Kenny paró para mirarlo a sus ojos; Craig notó que los irises azul del otro tenían un halo antinatural dorado.

—Porque… —repitió el ángel, dejando en el aire.

—Porque es un diablillo buscado por su propia especie.

El ángel lo pensó por un momento.

—Eres tan malo mintiendo como lo eres siendo amable.

—Y tú eres muy sarcástico para ser un ángel —tuvo que comentarlo, ¿no se suponía que los ángeles esos seres divinos eran más… diplomáticos?

—Algo me dice que es lo mejor para hacerte responder.

Craig intentó no pensar en lo que eso significaba; nunca había conocido un ángel, pero definitivamente jamás imaginó que serían como Kenny. Sopesó cambiar el tema, tal vez podría intentar otro ángulo. Decir que quería ver al diablillo porque le preocupaba su bienestar y lo consideraba un amigo sería demasiado problemático.

—¿Y qué hay de los otros ángeles? ¿Son como tú?

Reanudaron su caminata; no tan disimuladamente Craig se zafó del brazo de Kenny de su alrededor, pero el ángel no comentó nada. A su lado, veía a los religiosos en mejor estado continuando con las reparaciones en el convento. Mientras que afuera, habían comenzado a construir una enorme fogata para quemar los cuerpos de los perdidos en la noche.

Realizarían un réquiem antes de despedirse de los caídos.

—Wendy —comenzó el rubio—… Wendy es genial, sólo no la hagas enojar —aconsejó como si tuviera experiencia sobre ese campo.

—Y…

—¿Y Bradley? El tipo tiene un bastón tan metido en el culo que me sorprende no verlo en su boca cada vez que habla.

Definitivamente no era cómo se había imaginado a los ángeles.

—Déjame hablar con él —pidió, claramente él era quien llevaba las riendas; era el de mayor jerarquía divina—. Los únicos que sabemos toda la historia somos Jimmy y yo.

—¿Finalmente estás dispuesto a decir toda la verdad?

Si de eso dependía de que soltasen a Tweek, entonces Craig estaba dispuesto a hacerlo; de todas maneras, los ángeles debían conocer la verdadera posición en la que se encontraban antes que los demonios recobraran las fuerzas para atacarlos nuevamente.

Y sólo habían acabado con dos pecados capitales.

—Sí.

—Entonces el juicio puede empezar —sonrió Kenny, sin embargo, la expresión no denotaba amistad ni calidez.


El juicio consistía en saber si Tweek tenía el derecho de seguir vivo.

Kenny fue el único ángel que estuvo cuando Tweek asesinó a Gula, y quizás, por eso le había permitido estar en la reunión; o tal vez, era porque Jimmy estaba demasiado herido como para salir de la cama, sin mencionar que seguía inconsciente.

Así que Craig estaba dentro de la biblioteca, lo rodeaban los tres ángeles. Su pecho hizo un extraño vuelco cuando vio a Tweek al fondo de la habitación, tenía cadenas en ambos talones. Lo miraba como si quisiese decirle algo, el joven padre le devolvió el gesto, quizás de esa manera pudiese entender que todo estaría bien, él haría todo para mejorarlo.

Bradley fue el primero en moverse, aclarando su garganta se acercó a él; sacó una mano de su túnica, sosteniendo un retazo de papel en sus manos. Mientras que Craig se mordió la lengua, reconociendo la página de Revelaciones; porque claramente la habían conseguido, quiso darle una palmada a su frente, el diablillo había sido el último en tenerla; la sacó del bolsillo de Stan para llamar la atención de Gula.

Así que Craig lo hizo, relató todo; desde el primer ataque en el confesionario, desde el primer encuentro con el diablillo y la información que había revelado. La página arrancada, y el traidor; cada hecho que habían protegido hasta el ataque en el confesionario. Si alguien debía conocer esa información, esos debían ser los ángeles, ¿verdad?

¿O incluso el Padre tendría secretos para ellos también?

Observó detenidamente cada rostro de los tres ángeles, tal y como lo había hecho antes con los religiosos; pero toda la información era nueva para ellos. El arcángel se miraba confundido con todo el asunto, Wendy boquiabierta y Kenny parecía que por fin se había quedado sin bromas qué decir.

¿Qué tan profundo llegaba esto?

¿Sobre qué diablos se habían tropezado?

—Espera —paró Wendy, extendiendo una mano en su dirección, mientras llevaba a la otra hacia su cabeza, intentando ordenar las ideas—, si estás páginas son ciertas…

—Lo son —intervino el arcángel, tomando por sorpresa a la pelinegra—, las he leído y… lo son…

—De acuerdo, sí son reales, pero ¿qué hay si las páginas hacen alusión al traidor y ese traidor no es más que el mensajero que trajo las hojas?

—Dices… ¿dices que Tweek es el traidor que está viviendo bajo nuestro techo?

Craig estaba atónito, eso… eso no tenía sentido ¿verdad? La idea nunca cruzó su mente, ni siquiera la de Jimmy, el diablillo chocando con él había sido la razón por la que tenían la página. Además, Tweek ni siquiera había leído sus contenidos.

—Uh hu —negó Kenny—, si eso fuera cierto, ellos no habrían podido ni siquiera sobrevivir la noche; yo… yo vi al diablillo acabar con uno de los suyos.

—Esto es muy grave —comentó Bradley finalmente—, ¿cómo Damien logró obtener esto? ¿Desde hace cuánto tiempo?

—¿Bradley? —preguntó Wendy, ambos ángeles lo miraron.

—Creo que es más que eso —opinó Craig; en ese momento le importaba poco ser el único humano ahí dentro, aunque la presencia de los ángeles siempre lo hacía sentir al borde—. Si Tweek fuera el traidor, no se tomarían tantas molestias de intentar asesinarlo.

—Tienes un punto —concedió Bradley—, pero no podemos confiar ciegamente en él —miró a su derecha—. Kenneth —llamó.

El otro rubio asintió, Craig logró ver cómo el aludido ponía sus ojos en blanco por medio segundo, pronunciando la palabra «Kenny» corrigiéndolo sin reproducir ningún ruido.

—¿Sí? —respondió.

—Estás de guardia, vigilarás al diablillo las veinticuatro horas del día. Si intenta algo ligeramente sospechoso quiero que lo mates, sin dudarlo.

—De acuerdo, jefe —respondió con una sonrisa torcida, que a Craig no le agradó en absoluto; apretó la lanza que sostenía en su mano—, el diablillo ni siquiera podrá cagar sin que me dé cuenta.

Escuchó las palabras y fue bañado por el cálido alivio; aun no tenía idea cuantas veces más requeriría de defender a Tweek, no podía darse por vencido ahora. Pero al menos se daría el lujo de considerarlo una victoria, por el momento, el diablillo rubio estaba fuera de peligro otra vez.

Ahora, una vez Kyle pudiera levantarse de la cama sería historia aparte.

—Wendy —dijo después.

—¿Sí?

—Cuidarás a los heridos, todos tienen que recuperar su fuerza lo más pronto posible.

—De acuerdo, Bradley.

—¿Tú que harás? —preguntó Kenny.

—Necesito informarlo a mis superiores antes. Se acerca la noche de Beltane.

Beltane era un dios pagano adorado por los satanistas, el día 1 de mayo era celebrado el advenimiento de verano; adoraban a Satán y su estirpe construyendo fogatas enormes que llegaban hasta el cielo y hacían sacrificios. Derramando sangre de inocentes para complacer a los demonios más poderosos.

Su poder esa noche sería peor.

El día marcaba el 30 de marzo, tenían sólo un mes antes que los demonios regresaran con inmensurable fuerza. Mucho más que la que obtenían en la hora del diablo.

Prácticamente se escuchaba como una sentencia de muerte.

—Háganlo saber a los líderes de cada grupo —ordenó Bradley—, regresaré lo más pronto posible.

Se acercó a Tweek, sus sandalias haciendo eco; el diablillo cerró un ojo y se encogió, preparándose para lo que fuera que viniera. Craig involuntariamente cerró su puño, sabía que Bradley no le haría ningún daño, no después de haberle ordenado a Kenny; pero no le sentaba bien ver al diablillo temiéndole.

Pasó su palma por las cadenas y con una brillante luz, los grilletes desaparecieron.

Luego se dirigió en su dirección y le entregó la página, instruyéndole a Craig que la protegiera bien en la biblioteca. Los contenidos seguían siendo altamente confidenciales.

El arcángel abrió sus alas ceremoniosamente, casi abarcando la totalidad de la recepción de la biblioteca. Estas comenzaron a batir, hasta separar sus pies del piso; cada vez con más fuerza, creando una ráfaga que movía los cordones de su chullo y el largo cabello de Wendy.

Bradley se dirigió al techo, pasando las tejas, desmaterializándose al siguiente segundo en una brillante luz. La misma que había visto antes que Kenny se apareciera por primera vez.

Al siguiente segundo escuchó el gemido de Tweek y su atención fue robada por el diablillo —ahora libre— de inmediato. Su cuerpo se movió solo, sin pensarlo las piernas corrieron en su dirección, el alivio finalmente envolviéndolo por completo.

El rubio hizo lo mismo y él no lo cuestionó; llegó a sus brazos, encontrándoselo en el camino.

Rodeó a Tweek, apretándolo más contra su pecho, descansando su rostro sobre su cabeza, dejándose llenar de su presencia. Sintiendo con diversión cosquilleos en sus mejillas por sus salvajes cabellos como trigo. Su respiración se atascó sobre su tráquea cuando los brazos del diablillo se apretaron rodeando sus costados, finalmente sintiéndose a salvo con él.

Ambos ángeles los veían, estaba consciente de ello.

Pero en ese momento, poco le importaba lo que pensaran; las explicaciones que tendría que darles a los religiosos que invitó para arriesgar su vida por su iglesia; la masacre que vendría en un mes, los conocidos que perdería. Decidiendo, sólo por unos segundos más, quedarse en ese lugar; sintiendo los cabellos suaves como la seda, acariciar su piel.

Sólo por unos segundos más.


Nuestros protas se van acercando más! muajajajaja ❤️❤️

Espero que les haya gustado, lamento muchísimo no poder contestar sus hermosos comentarios, pero sepan que leo cada uno de ellos miles de veces, significan muchísimo para mí saber lo que piensan y cómo les va pareciendo el desarrollo de la trama.

Amo demasiado escribir a Kenny, soy débil ante la yuxtaposición de Tweek siendo un diablillo inocentón y Kenny un ángel mierdecilla.

Gracias por leerme, siempre me emociona leer de ustedes, los votos y las vistas en el fic, me hacen inexplicablemente feliz.

Nos leemos luego~