CAPÍTULO 4

EL VIEJO PALACIO DE LA CONCUBINA FANTASMA

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Las palabras de Holly o Cate no ayudaron en nada durante la mañana.

Absolutamente creen que tuve un percance en la madrugada y no me dio tiempo de ir al baño. Mientras tomaba el baño, sacaron toda la ropa de la cama y el propio colchón para lavarlo y airearlo, colocaron uno nuevo y un juego de sábanas y cobijas nuevas.

Las únicas comidas que reciben los príncipes con el emperador son el almuerzo y la cena. Por obvias razones, no acepté la sugerencia de tomar el desayuno con ellos. Así que tuve un gran banquete para mí sola en el balcón de mi habitación esa mañana. Luego, Dynno me guió a la oficina de Bastianich una hora después.

Podríamos simplemente aparecer ahí, rechacé la oferta a favor de caminar. Para llegar al Palacio de Oro debíamos avanzar desde el Jardín del Emperador, el patio trasero del Palacio de Oro. El estilo del jardín combina lo inglés con lo tropical. No hay ningún elemento artificial aquí, también parece respetar la forma en la que crecieron algunas plantas, hablo de que el jardín no tiene límites, se extiende entre un palacio y otro a su gusto. No hay caminos señalados, pero sí trazados a su entorno. Hay altos abedules, grosellas rojas, arces, uno de los lugares que de inmediato llamó mi atención fue un gran sauce blanco junto a una pequeña cascada de piedra.

—Princesa, observe el camino. —La voz de Dynno me trae al presente.

—¿Eh? Oh. Sí.

Un sonido vino de Dynno, lo vi sonreír.

—¿A la princesa le interesó el Toussaint?

Me detengo.

—¿El qué?

—El sauce. —Dynno me señala el árbol—. La emperatriz lo bautizó como "Tousaint". Necesitará preguntarle a Su Majestad la razón, solo ellos dos lo saben.

Toussaint. Es un nombre raro para un árbol.

—Dynno. ¿Cómo era la mamá de Lucius y Noah?

—Mmh. —Dynno cruza los brazos tras su cabeza, usando ambas de almohada. Parece pensar en sus palabras—. Cándida, elegante, un poco torpe a veces. —En verdad no parece preocuparle decir eso—. Ante los nobles era una mujer capaz, pero cuando nadie estaba viendo, la emperatriz era una mujer muy tímida y nerviosa. Jeh. Igual era agradable tratar con ella. —Él sonríe—. Su Majestad estaba muy enamorado. Refunfuñaba las ocasiones que había mucho trabajo ya que le quitaba el tiempo de estar con la emperatriz.

Ellos dos... se escuchaban como una pareja feliz. Muy enamorada, cierto. Antes fingí que me sentía mal cuando Bastianich no demostró amor por mi madre, era cierto que esperaba algún sentimiento de por medio, pero no puedo culparlo del todo. Menos al escuchar eso.

Entonces, ¿qué pasó para que Bastianich estuviera con Mariangela? ¿Fue después de que la emperatriz muriera?

—¿De qué murió?

Dynno suspiró. Rascó el puente de su nariz mientras hablaba.

—Luego del nacimiento del príncipe Noah, el cuerpo de la emperatriz quedó muy débil. Logró sobrevivir un par de semanas. —Bajó ambos brazos—. Le tomó un largo tiempo al emperador recuperarse. O eso parece. —Ajustó la capa de su túnica—. Vamos, princesa. Continuemos.

El tono contrito de Dynno a esas últimas palabras me fue indicio de que era mejor dejar el tema ahí. Obedecí.

La opulencia del interior del palacio no me dejó indiferente. No era excesivo, en una paleta de colores claros y agradables, desde el blanco, el marfil y toques delicados de dorado en pequeños trazos. El salón administrativo donde Bastianich se encargaba de los asuntos políticos y gestión del imperio estaba ubicado en el área sureste del palacio. Mientras caminaba con Dynno por el pasillo, detallé en que casi no habían cuadros, a no ser que fueran paisajes. Según yo, las paredes de los palacios solían ser decoradas por los cuadros pintados de la familia real, para recordar a los antepasados y apreciar los rostros de aquellos que forjaron una historia en el patrimonio de la familia, para honrar las antiguas figuras que tuvieron el apellido real junto a sus nombres.

Pero no había cuadros.

Ni uno solo.

Ni siquiera de Bastianich, de la reina o sus hijos.

—Dynno, ¿por qué no hay cuadros?

Veo que abre la boca, no sale ninguna palabra y sus labios son sellados. Habla unos segundos después.

—Su Majestad no tiene aprecio por las pinturas. —Una vez más, percibo por su tono que mejor no haga preguntas al respecto.

Ah. Definitivamente hay muchas cosas que muero por saber.

Encontramos a Bastianich sentado en el sillón del saloncito a a derecha. Esperaba verlo detrás de su escritorio. Tampoco esperaba verlo recostado con las piernas sobre la mesita del centro, en una postura desenfadada, tan relajada que no aparentaba ser un emperador, y no llevaba la chaqueta negra del traje como tal.

Dynno carraspeó.

—Majestad, he traído a la princesa.

Bastianich alzó la mirada de los documentos en su mano, y me brindó una sonrisa.

—Verónica. Ven aquí.

Para cuando llegué a su lado, Bastianich bajó las piernas, posó sus manos bajo mis axilas y me levantó para sentarme en el sillón. Creo que perfectamente pude hacerlo sola, pero le permití aquello. Le dijo a Dynno que diera la orden de traer algunos aperitivos para mí, y una vez que quedamos solos, obtuve su atención. Los documentos que antes estaban en su mano fueron olvidados en una esquina de la mesita.

—¿Pasaste bien tu primera noche en el palacio? Me habría encantado tenerte en la cena de anoche.

—Mi cuarto es muy grande. Pero la cama se sintió muy bien y el baño también. —Fui honesta en ese sentido. No importaba el desastre que vino después por culpa de Lucius.

Y noté que Bastianich lo recordó, porque sus cejas se fruncieron.

—Lucius fue castigado por su travesura con los sapos. Su tiempo de juegos se acortó, aumentando sus estudios. Tampoco tiene permitido entrar a tu habitación.

Em, ¿cómo le decimos?

—No le voy a caer bien al hermano Lucius, ¿verdad? Él tampoco me cae bien. —Obstinado, malcriado, un total grano en el culo. No puedo creer que estemos compartiendo sangre—. ¿Cómo puedo hacer las paces con el hermano Lucius si él no me deja?

Bastianich suelta un suspiro.

—He sido descuidado con su educación. Sé que ni Lucius ni Noah son malos niños, no debes pensar eso de tus hermanos. Debes ser un poco paciente.

—La paciencia tiene un límite. —Justo cuando dije la última palabra, caí en cuenta de su significado. Algo con esa profundidad no sería común en una niña de seis años, ¿verdad? Trato de pensar en algo que pueda arreglar esa metida de pata—. Mamá decía que, que las personas... Las personas no van a soportar todo mucho tiempo, y que llegan a cansarse.

Bastianich sonrió.

—A pesar de su situación, Mariangela fue una mujer sabia.

—¿Cómo se conocieron mami y tú? —pregunto, mi cabeza inclinada a un lado—. ¿La emperatriz ya se había ido al cielo? Dynno dijo que ella quedó débil luego de que el hermano Noah nació.

Veo a Bastianich bajar la cabeza. Internamente, me siento mal por hacer esta pregunta. Es delicada. Pero como niña, puedo permitirme a veces no tener filtro. Los niños hacen este tipo de preguntas porque todavía no están conscientes de ciertas cosas. Trato de contenerme en algunas situaciones porque, bien, yo misma me siento incómoda. Es raro si no hago preguntas al mismo tiempo de que yo misma debo pensar bien cuál hacer para no molestarme a mí misma.

—Sí. Ocurrió después dos años después de que Claire falleciera. —Él coloca una mano en mi cabeza—. Fue durante una temporada que estuve fuera de palacio, tu madre salvó mi vida y cuidó de mí. Le debo mucho. Si hubiera sabido... las habría puesto a las dos a salvo.

No me dijo mucho de su historia, supongo que está bien. Hay temas que no se pueden presionar. Yo también oculto cosas.

—Sé que papá nos habría cuidado a mamá y a mí. Está bien. —Bastianich me da una sonrisa, me ayuda a servirme un bocadillo y me lo da—. Papá, ¿puedo saber sobre esos monstruos que habían en el bosque? Los que te atacaron.

Aquel gesto agradable de Bastianich desapareció para ser remplazado por una expresión seria.

—Se llaman quimeras oscuras. El maestro Arsen seguro te explicará sobre ellas, pero debes saber de antemano que son seres creadas por la oscuridad. Nuestro mundo se encuentra dividido en tres ramas: los mortales, y la magia blanca y negra. Estas dos últimas están regidas por los dioses. Vita y Naturae rigen la magia sagrada, la magia blanca. Mors gobierna la magia oscura. El mundo mortal representa el plano del equilibrio, donde no todas las personas son buenas ni todas las personas son malas.

—Entonces, ¿qué ha ocurrido?

—Hace unos años... —Bastianich me observa, demasiado atento que me hace sentir extraña—, en la Tierra sagrada, el imperio de Menevras, ocurrió una pequeña calamidad. La representación de Naturae en este mundo fue manipulada por la oscuridad, enfrentándose al Mago Ancestral, quien es también el representante de Vita. Eso debilitó la barrera sagrada que protege el imperio. —Bastianich levanta una servilleta de tela, limpiando algún resto de dulce de mis labios—. Varias cosas ocurrieron desde entonces. Una secta que venera a Mors ha abierto más las grietas que dejan paso a las quimeras en tierras prohibidas, aprovechándose del actual estado de ese imperio.

—¿Por qué es tan importante? ¿Qué ocurrió con esas representaciones?

—Menevras es el lugar donde se originó toda la magia del mundo. Fue la primera nación donde se formaron los magos. La Fuente Central de Magia se encuentra en la primera Torre Negra, ubicada cerca del palacio imperial allí. —Él quiso decir más, se interrumpió y en cambio dijo—. Dejemos que el maestro Arsen te cuente lo demás. Si continúo por mi cuenta, va a quejarse.

Hago un puchero. ¡Bastianich, no! No me dejes así. Quiero saber más de la situación. Esas bestias están atacando continuamente la nación, magos y soldados imperiales salen a defender el imperio a riesgo de sus vidas, incluido tú mismo. Ya estábamos en el asunto, ¿por qué parar justo ahora?

Escucho que tocan la puerta del estudio, y entra un hombre.

Madre mía. ¡Es guapo, muy guapo! Su cabello es rubio, largo. Parece modelo de propaganda para el champú Sedal. Por la forma en como la ropa se amolda a su cuerpo, debe tener unos músculos de campeonato. Tampoco olvidemos su rostro, se carga una expresión de hombre serio e inalcanzable. Chris Evans quedaría pendejo al lado suyo.

—Buenos días, Majestad. —Efectúa una impecable reverencia, que causa varios mechones de su cabello se deslicen al frente. Oh, Dios mío, mi sucia mente acaba de imaginarse esos mechones haciendo cosquillas si el hombre se inclinara sobre mis... —Gloria y bendiciones al Sol del Imperio.

—Duque Salvatore. Buenos días. —La voz de Bastianich responde—. Antes de iniciar con el itinerario, déjeme presentarle a mi hija. Verónica. —Bastianich me pone en pie, y nos acercamos hasta llegar a pocos pasos del tal duque Salvatore—. Él es Virone Salvatore, actual líder del ducado Salvatore en la región noreste. Hace siglos, el ducado Salvatore ayudó a la antigua dinastía Di Rossi a fundar el imperio de Rasluan. —Bastianich lo observa—. Salvatore, le presento a mi hija, la princesa Verónica Heiner de Rasluan.

El duque baja la cabeza, y su fría mirada como un hielo azul se cruza con la mía. Antes me resultaba guapo, pero tener sus ojos en mí se siente intimidante. Virone hace una reverencia, solo que además lo completa al inclinar la rodilla, casi estando a mi altura.

Casi. El hombre es como un poste.

—Presento mis saludos a la futura princesa del imperio. —Extiende su mano, tomando delicadamente la mía, sin dejar de observarme con tal intensidad que tengo la imperiosa necesidad de esconderme tras Bastianich. ¿Qué demonios...?—. Gloria y bendiciones a su futura Alteza imperial.

—Es... Hola. —Mierda. No sé qué más decir.

Virone sonríe.

—Nuestra futura princesa es tan adorable. —Todavía sostiene mi mano, sin intenciones de soltarla—. Esos vejestorios del consejo merecen conocerla pronto. Quizá así cambien esas absurdas opiniones y prejuicios que tienen sobre usted.

Oigo a Bastianich carraspear. Aun así, este extraño sujeto ha picado mi curiosidad.

—¿Prejuicios sobre mí?

En cierta forma, creo saber a qué se refiere.

En mi mundo original, la monarquía fue abolida en muchísimos países. Pocos, como Inglaterra y Japón, todavía son gobernados por monarcas, al menos de imagen, ya que Inglaterra cuenta con un gobierno por fuera del mandato de la Casa Real. Como sea. El punto es, que ahí por ejemplo, cuando uno de los príncipes en la línea de sucesión al trono se casó con una chica común, algunos tenían dudas ya que ella no provenía de una familia noble.

La futura princesa por matrimonio en la línea de sucesión era una plebeya.

Es un caso similar al mío. Si bien tengo sangre real en mis venas, puede que hayan algunos súbditos, y en especial funcionarios y ministros, que no se vean felices de que haya una princesa con sangre humilde. Podría enfrentarme a un problema incluso más grave que los infantiles de Lucius.

—No hay de lo que preocuparse —dijo Virone. Sonreía más amplio. Luce como si solo hubiera querido preocuparme a mi pesar. Inquietarme—. Pronto, cuando tenga la edad para su presentación social, recibirá el título oficial por decreto real de princesa imperial. —Virone se levanta—. Si bien faltan ocho años, yo mismo estoy adelantando los preparativos por pedido de Su Majestad. —La atención de Virone se dirige a Bastianich—. La hija de Su Majestad es su reflejo. Apenas los nobles la vean, las dudas y quejas desaparecerán.

—... Eso es lo que espero. —La respuesta de Bastianich tardó un minuto en llegar. No lucía tan satisfecho justo ahora. Atrae mi atención al colocar una mano en mi cabeza, como antes—. Verónica, tengo que revisar unos asuntos con el duque Salvatore. ¿Qué te parece si te reúnes con Holly y las demás? ¡Dynno!

La puerta se abre a los segundos, Dynno tras ella.

—¿Llamó, Su Majestad?

Bastianich asiente.

—Escolta a Verónica de regreso al Palacio de Plata.

—Sí, emperador.

Solo le di una despedida corta a papá y un gesto a Virone. En todo momento, hasta que me fui, el duque me miraba con una sutil sonrisa, apenas perceptible.

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Aunque me gradué con honores, nunca he sido una chica que le guste mucho el estudio. He tenido mis altas y bajas a lo largo de mi vida anterior. Fui excelente alumna en secundaria, durante mis primeros semestres mis notas fueron normales, tuve una época en la que llegué a aplazar un par de materias, y por fin logré recuperar el promedio ahogándome en clases extracurriculares. Todo porque hubo asignaturas a las que me valía un culo prestar atención, sea por el profesor que la impartía o el cronograma que la conformaba. O incluso el título en sí.

Cuando vi el itinerario de clases que iba a recibir como princesa, sentía que aquella época iba a repetirse. Por ejemplo, iba a recibir clases de etiqueta e historia del imperio. ABURRIDO. Ética social y cultural me interesaban mucho. Me daba igual ver aritmética, los números no se me dan mal. Geografía, artes, lenguaje internacional, bla-bla-blá. Por mi edad, tendré al menos seis asignaturas todo el año. Siete si contamos el aprender la magia. Con el paso del tiempo, se irán agregando más aumentando mi nivel. Sé que, en estos momentos, Lucius ya está recibiendo clases de antropología y política. Ah, los niños de la realeza. Nunca más me voy a quejar, en una próxima vida solo pido ser una humilde súbdita que paga puntualmente sus impuestos, gracias.

El día de hoy tocó clases en la torre mágica del este, con Arsen. El hombre me llevó a la habitación donde tenía todos sus cachivaches modernos. Algunos planos de la última vez que estuve aquí se veían más completos, el del avión era uno de ellos.

—Bien. Verónica. O Ronnie. Bast suele llamarte así.

Hice una mueca. Le permito a Bastianich ese apodo porque es mi padre, pero no es de mi agrado.

—Me gusta Vero. O Verónica.

—Si es así, ¿por qué dejas que Bast use el otro?

—Porque él es papá.

—¿Y por ser papá se lo permites? —Arsen se acercó, cruzado de brazos y se inclinó hasta que su rostro estaba más cerca—. Fui el maestro de tu papá. Podría ser considerado tu abuelo. Técnicamente soy como tu abuelo. ¿No dejas que este ancestro te llame Ronnie también?

—¡No!

—Ah, que nieta tan malagradecida. —Arsen suspiró con drama, erguido mientras se giraba—. Sacrifico mi valioso y amado tiempo para darte el honor de ser mi discípula, ¿y no puedo llamarte como quiero?

Ugh. Este tipo...

—Entonces, ¡yo también debo llamarte como quiero!

—Nop. Soy tu mayor. —Arsen sonrió—. Puedes llamarme "Maestro" o "Ancestral". Lo último está más perfecto que lo primero.

También cruzo mis brazos, en un mohín.

—No me gusta. Además, Dynno dijo que había un mago que tenía el título de Mago Ancestral, y sé que no eres tú. Como papá te llama "Maestro", solo te voy a llamar así.

—Jah. ¿Dynno te dijo eso? —Arsen comenzó a rondar alrededor mío. Permanecí quieta, a pesar del sentimiento de recelo que me envolvió, un estado de alerta ante cualquier movimiento inesperado que pudiera hacer—. ¿Te dijo quién es ese Mago Ancestral?

—No. Pero dijo que vive en otro imperio. Es el Guardián Sagrado de la Fuente Mágica que se encuentra en la Torre Mágica Principal.

Arsen asintió, y se detuvo frente a mí.

—Pero debes saber que no es tan poderoso. Es solo un título que le dieron los magos de ese imperio y se regó alrededor. No es tan impresionante como aparenta.

—¿Eh? Pero Dynno lo dijo muy serio. Como si en verdad le tuviera respeto. ¿No es como el emperador de los magos?

Entonces, Arsen comenzó a reírse.

—¿Emperador de los magos? ¿Él? —Y se carcajeó otra vez—. Solo hace malabares con la magia y se cree la muy gran cosa. ¡Bah! Es obvio que yo soy mucho mejor mago. Solo mira, observa. —Sonriendo con un orgullo que no se molesta en esconder, Arsen señaló la pared con los planos, los prototipos a medio construir—. Ese gran "Mago Ancestral" ni siquiera tiene la habilidad mágica de viajar dimensionalmente y hacer estas cosas. Un mago no es solo magia y poder, sino ser capaz de hacer evolucionar las ramas de la magia para el beneficio del prójimo. Emperador de los magos, ¡bah! Tonterías.

Yo solo puedo quedarme aquí frente a él, observando como Arsen se regocija y balbucea cosas, envalentonándose. Viendo desde otro punto, el hombre parecía tener un leve resentimiento hacia ese Mago Ancestral. Tengo curiosidad al respecto. Es decir, Dynno habló de él con tal admiración y respeto como si se tratase de un Dios supremo, pero Arsen está aquí, frente a mí, escupiendo sobre ese sujeto.

—¿Quién es ese Mago Ancestral? —pregunto, incapaz de contenerme—. ¿No se llevan bien todos los magos entre sí?

Arsen tose un poco.

—Te hace falta aprender más. No todos se llevan bien, eso aplica a los magos por igual. —Arsen dejó de deambular a mí alrededor, para tomar un banquito y sentarse en él. Con un gesto de su mano, atrajo un segundo, colocó el objeto a un metro de él, junto a una seña para que me sentara ahí—. Y la clase de hoy no tratará de ese fanfarrón. Iremos por lo básico de la magia, iniciando por las clasificaciones. En estas dos semanas, ¿has investigado algo?

De nuevo, fruncí el ceño junto a un mohín en mis labios.

—¿Tenía tarea? ¡No le dijiste nada a papá de eso! Dijiste, "mándala en dos semanas a la torre".

—Niña. ¡Un mago es como un científico! ¡La sed de sabiduría es infinita! —Arsen apoyó ambas manos en sus rodillas—. Tú, ¿me estás queriendo decir que no investigaste nada sobre la magia?

—Dynno me contó un poco sobre ese mago, y que mi color de aura es algo antinatural porque ningún mago corriente tiene un aura mágica de color. ¿Por qué pasa eso? Ni siquiera papá, mis hermanos o tú.

Arsen pasa una mano por su rostro, hacia arriba, sacudiendo los mechones de cabello rojo.

—No. No, no, ese es otro tema de estudio. A partir de ahora, leerás todo lo que encuentres que trate sobre magia. Olvida las basuras de la realeza, ¡tu prioridad es inundarte en conocimiento sobre la magia! Te ayudará a futuro. Eres una maga, más aún, tu poder mágico es superior al de cualquier otro.

Con un gesto de dedos, en menos de un minuto, cinco, ocho, doce, casi veinte libros de distinto grosor y color de lomo entraron por la puerta de lo que denominaré "Laboratorio Frankenstein" en el que estamos. Se fueron apilando frente a mí, casi alcanzando mi altura hasta caer sonoramente en el suelo. Considero un milagro que no haya quebrado la madera del suelo por el peso.

—Estos libros aparecerán en tu habitación en un minuto. Los vas a leer todos. Si no entiendes algo, vendrás aquí y lo discutiremos.

Mi boca se abre.

—¡E-está loco! Apenas puedo leer libros para niños.

—Son libros sencillos.

—¿Usted dice eso? —digo con sarcasmo.

—Son libros sencillos —repite, entrecierra los ojos, y toma uno del pilar—. "Ensayo Evolutivo de la Magia Elemental y sus Técnicas de Control Espiritual". Este es un buen ensayo de quinientas páginas. Lo puedes leer en tres días o menos.

...

No me jodas.

...

¿Este tipo lo dice enserio? Aun cuando pueda entender el idioma, tengo que aparentar ser una...

—... ¿Por qué me da libros como este? Tengo seis años.

Arsen me observa, sus ojos azules como un cielo despejado recorren mi pequeña figura, demorándose en mi rostro. Como si cayera en cuenta de la situación, lanza un suspiro exageradamente largo que debió dejarlo sin aire en sus pulmones. Luego, al menos cinco libros se separan de la pila, el resto desaparece por donde vino.

—Muy bien. Quedémonos con estos cinco.

Si bien me alivia saber que me liberó de la carga académica, el recelo no deja mi mente. En serio, muy en serio, muero por preguntar qué sabe él. ¿Los magos pueden sentir si alguien está aparentando algo que no es? ¿Ha descubierto que soy una adulta atrapada en un cuerpo infantil? Quiero preguntarle, pero si todo resulta ser algo que estoy imaginando, solo causaría que me delatara, acabando por tener que explicar si solo fue suposiciones mías. Y si él lo sabe, no está queriendo decirme nada.

Es un poco solitario. En dado caso alguien supiera este secreto, no sabría cómo reaccionar. Porque, si bien significaría no cargar sola con esto y poder tener la libertad de mostrar mi personalidad real, tampoco debo olvidar que eso no significaría la oportunidad de volver a casa. La única ventaja de revelar todo es solo eso: soltar la máscara. La desventaja es que me tomen como un sujeto de estudio...

Mi mirada vaga por el laboratorio de Arsen, deteniéndome en sus prototipos.

Por otro lado, revelarle la verdad a Arsen... Este tipo ha visto cosas que solo podía encontrar en el lugar donde vengo. Rasluan es un país antiguo, cuya magia ha permitido la presencia de cosas modernas, todas creadas por el hombre frente a mí.

¿Podría valer la pena arriesgarse?

—Maestro...

—Ah, ese es un buen progreso. —Ug, ¡menudo fanfarrón!—. Habla.

Tomo un respiro.

—Las cosas en sus planos, ¿de dónde los ha sacado?

—Hay una rama de la magia llamada "magia astral". Combinada con la magia de tiempo, puedes extraer tu cuerpo astral para que viaje a través de dimensiones que abres con la magia de tiempo. Eso te permite llegar a diferentes mundos a este. —Arsen se levantó, caminando frente a una de sus mesas de trabajo, repletas de figuras, planos y modelos de autos, trenes, hasta creo que hay una que parece un televisor y una antena satelital—. Solo el cuerpo astral tiene la suficiente energía espiritual extraída de tu núcleo mágico para viajar, y solo por un tiempo limitado. También, consume mucho de esa energía, por lo que solo puede hacerse cada cierto tiempo. Todas estas cosas son traídas de esos mundos a los que he ido a lo largo de los años. Ahí la humanidad a evolucionado en un plano sin magia, dependiendo de estas cosas extrañas que ha facilitado su supervivencia. Esta cosa, por ejemplo. —Lo que ha tomado... Él se ve emocionado—. ¡La gente mete la ropa aquí dentro, con agua y jabón en polvo, y esto se sacude como una bestia a punto de explotar mientras lava la ropa por sí solo! No he terminado de entender cómo logra sobrevivir sin hacer erupción y mantener la ropa intacta —dice, llevando una mano a su mentón, pensativo—. Una mujer luego tomaba la ropa para pasarla a través de estos aplanadores rodantes, parece que exprimían la ropa.

Arsen señaló los rodillos. Era un modelo antiguo de una lavadora clásica con rodillo,

—Todavía sigo perfeccionando los planos para que no explote antes de llegar al proceso de exprimir.

—Yo... ¿también podré hacer ese tipo de magia? —Si pudiera, quizá lograría llegar a casa, saber cómo están mis padres, mis amigos, mi pastelería. ¿Eva continuó en ella, la vendió? ¿Continuó con su vida, estaría casada? Papá y mamá... ¿ellos estaban bien?

—De poder, lo harás. Pero no pretender empezar correr sin antes aprender a gatear, ¿o sí? —Dejando el prototipo de lavadora a un lado, Arsen cruzó los brazos al verme—. Debemos iniciar por la magia elemental, que se deriva a los elementos del agua, aire, tierra y fuego. Luego la magia universal que la conforman la naturaleza, luz, tiempo, sonido y la magia pura. También está la—

—La magia espiritual que son la vida y la muerte, Y por último la magia alquímica —termino con un suspiro.

Arsen está en silencio unos segundos.

—¿Dynno te dijo eso?

—No. Yo...

Yo... ¿dónde aprendí eso?

No puedo recordar con claridad. No obstante, cuando Arsen comenzó a nombrar las áreas a cubrir en mi aprendizaje mágico, sentí que todo eso ya lo he escuchado antes. Solo ¿dónde? Estoy segura de que alguien me lo dijo.

—Am. No... No sé quién, supongo que debí haberlo escuchado en algún sitio. —Es algo que digo, porque no tengo una explicación lógica.

Arsen demora un tiempo en hablar, nada más viéndome en silencio. No puedo adivinar qué es lo que está pensando, espero que no me haga más preguntas que no puedo responder con exactitud.

—Bien. —Esa palabra salió lento de su boca. Vuelve a tomar asiento frente a mí. Ug, no deja de verme como si fuera un sujeto de prueba, realmente luce como un científico analizando un espécimen nuevo. Me hace sentir algo incómoda—. La magia básica: la magia elemental. Cada mago es afín a uno de los cuatro elementos principales, su magia responde fácil y naturalmente ya que se forjó en sintonía. Mi magia, por ejemplo, está en sintonía con el elemento de la tierra. Bastianich es un mago de elemento tierra también. Tú, contrario a lo usual, tu magia está en sintonía con dos elementos, la tierra y el agua.

—¿Por qué es diferente?

Arsen lo piensa un momento. He notado que cuando comienza a pensar en algo, quizá inconscientemente, se lleva el índice al mentón, frotando su nudillo de arriba a abajo en lentos movimientos.

—Sobre eso, vamos a ir poco a poco. Nada más toma en cuenta que tu magia es superior y es todo. No dejes que se te suba a la cabeza. —Su tono fue un poco más duro—. No querrás ser como esa burla de mago ancestral, creyéndose omnipotente por ser igual. —Aquel dedo que se frotaba contra su rostro me apuntó—. Piensa muy bien mis palabras. Un vago prepotente, que nada más trae desgracias, y se jacta de ser el más poderoso, ¿a dónde lo llevará?

Parpadeó, puesto que Arsen luce bastante serio.

—Eh. Siendo así, ¿cómo es que ha llegado tan lejos?

—¡Porque es un tirano! Apedrea a los más débiles con su magia, donde su palabra debe ser la ley, y cualquiera que vaya en su contra, sufre una muerte horrenda. —Arsen se pone en pie, da unos pasos hacia mí, e inclina el cuerpo hasta casi encimarse sobre mí—. ¿Quieres ser así? ¿Solo por tener una magia superior? Un mago usa su magia por el bien común de los demás, no para amedrentar.

Mierda.

¿Está describiendo al supuesto Mago Ancestral, o al propio Hitler?

—No. Yo, no me importa si mi magia es buena o mala, solo quiero aprender.

Arsen coloca una mano sobre mi cabeza al erguirse.

—Bien. Este ancestro solo toma discípulos humildes. El día que llegues a ser como esa basura inútil, definitivamente vas a rodar por los escalones de la colina.

...

¡Rodar!

—¿Estás loco? ¡Son más de cincuenta! —grito, espantada—. Me romperé una pierna, o algo peor.

Arsen sonrió, una sonrisa con un tinte de diversión y misterio.

—Cantidad más que suficiente para que no vuelvan.

Eh...

¿Por qué siento una especie de deja vu con esto?

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Contrario a lo esperado, la clase de etiqueta me estaba gustando. En mi vida pasada, cuando era niña, era un desastre en los modales sociales y la postura, sin embargo admiraba enormemente a las princesas reales e incluso ficticias, anhelando tener el porte de cada una. La gente a mi alrededor solía comentar que era ridículo poner una vara de comportamiento, pero a mí me daba una impresión de respeto y elegancia. Trataba de imitar eso en mis relaciones profesionales, al menos, con la esperanza de obtener grandes beneficios. Solo que la costumbre me ganaba, perdiendo el orden correcto de mis movimientos. La maestra de etiqueta que tengo actualmente es muy paciente, volviendo sencilla la clase, hasta entretenida. Eso alivió mis preocupaciones.

Después de las clases de etiqueta tenía un descanso de media hora, luego, según mis horarios, recibiría las clases de lenguaje. Rasluan porta un idioma que parecía muy similar al ruso, su escritura es muy parecida, pero la entonación suena más cercano al italiano, más suave que gutural o fuerte. Al mismo tiempo, los tiempos verbales son tan sencillos como el inglés. Nunca he sido tan buena en lenguas, pero me estoy desenvolviendo bien para variar. Por otro lado, estoy presentando problemas el área de geografía y artes. La ironía radica en que yo soy muy buena en las decoraciones de cupcakes... pero no me des terminaciones de artes o algo relacionado porque no tendré la suficiente concentración mental para prestarte atención.

Estoy tomando un paseo en el jardín del Palacio de Plata, con Dynno siguiéndome. Contrario al Palacio de Oro, el jardín otorgado a los príncipes es más simple. Compuesto por setos que simulan un pequeño laberinto, los caminos dirigen a tres secciones dedicadas exclusivamente para el disfrute de los príncipes: un parque de juegos conformado solo por un columpio y carrusel giratorio; una enorme glorieta de piedra, cuyo techo estaba decorado por enredaderas y flores delicadas que caían por los costados. La última sección, a la cual me dirijo, es un área de espejos de agua, que Dynno dijo que tenían formas de círculos y fuentes. Durante la primavera era un paisaje hermoso de ver. Nunca he visto algo como eso, así que mi curiosidad es mayor.

A medio camino tuvo que dejarme por unos minutos ya que recibió un llamado de mi padre, no tuve problemas en continuar por mi cuenta dado que este laberinto no es del tipo que te pierdes. Así que pude llegar bien... excepto que el área ya estaba ocupado por tres figuras, dos que reconocí de inmediato.

Lucius y Noah estaban ahí, ambos acompañados por una niña uno u dos años mayor que Lucius. Ella tenía una belleza impresionante. Su cabello rubio rojizo caía en delicadas ondulaciones debido al moño de su peinado, contrastando con unos ojos similares al agua marina. Nunca había visto una piel tan pálida, en la que podían notarse las venas azules al acercarme. He escuchado que hay una princesa viviendo en el palacio, la princesa de la dinastía anterior. Francesca di Rossi. Sus ojos rasgados le dan un aire casi oriental, es un rasgo poco visto en Rasluan, así que debe haber sangre extranjera en aquellas líneas azules de su piel, pero su nariz tiene un porte clásico al igual que los labios en forma de botón.

Al notarme, he de esperar una reverencia, no obstante con solo darle una mirada a Lucius, ella solo levanta un poco más el rostro. Eso no...

Ah. Ya entiendo.

—Tú... ¿Qué haces aquí? —Lucius cruza sus brazos frente a su pecho—. No puedes venir a este lugar.

—¿Por qué no? —Sigo avanzando, detengo mis pasos frente a ellos pero manteniendo una distancia—. Yo vivo en el Palacio de Plata. También puedo estar en el jardín.

—Solo vives ahí porque estás engañando a papá. —Lucius gruñe, dando un paso hacia mí—. Papá solo tuvo una esposa y a nosotros dos. Solo quieres quitarnos a papá, nuestro hogar y nuestro dinero.

...

¿Estos niños se estuvieron viendo alguna telenovela barata?

Ahora soy una cazafortunas.

—Papá espera que nosotros nos llevemos bien —mascullo, cruzando mis brazos—. No lo estás haciendo fácil. ¿Por qué eres un niño tan malcriado y obstinado? Solo estás dándole problemas a papá con esa actitud tan fea.

El rostro de Lucius comenzó a colorearse de rojo, sé que es de ira por el ceño en su rostro. Una suave tos tras él lo distrae.

—Su Alteza. —La voz de Francesca llama a Lucius—. No tome a consideración las palabras tan banales de alguien que ha permanecido tiempo en las carentes calles del imperio. ¿Qué sabrá sobre los sentimientos y pensamientos de Su Majestad?

—¿Qué estás queriendo decir? —digo, enojada. No me gusta que desvaliden mis palabras y opiniones, en especial cuando tengo más razón debido a los comportamientos de este niño—. Mis palabras no son banales. Lucius es un inmaduro.

Francesca me observa con una expresión de altivez.

—Llevas apenas quince días, cuanto mucho, en el palacio. ¿Ahora conoces mejor a Su Majestad que sus propios hijos? La sangre plebeya no se diluye de las venas tan fácil. Pero sin embargo, parece tener un rápido razonamiento de los hechos y absorción de conocimiento, como si no fuera la primera vez que recibe instrucción educativa. —Francesca extrae de su cintura un pequeño abanico, que abre y usa para abanicar su rostro—. ¿No tiene... "Su Alteza" seis años?

—La edad no es impedimento para la madurez. Algo que claramente le falta a algunos.

—Y sin embargo, muestra muchísima más madurez, inclusive arrogancia y valentía para alguien que apenas llega a palacio y no tiene una posición consolidada. —Francesca gira su rostro, parcialmente oculto tras el abanico—. ¿Qué tanto atrevimiento puede tomarse una recién llegada de las calles que no tiene ni un mes de mostrar su sangre real? Su Alteza. —Ella mira directamente a Lucius—. Puede verlo claramente, ¿no es así? Reclamando las cosas tan pronto como llega, sin tomar en consideración toda una jerarquía.

—Tú, cierra la boca. —Señalo a Francesca, harta de tanta estupidez—. ¿Qué tanta mierda estás diciéndole a un niño de diez años? Y tú, mocoso, pobre intento de príncipe heredero, ¿vas a juzgarme por un pequeño porcentaje de sangre humilde en mis venas? ¿Así piensas juzgar a cada súbdito que esté debajo de ti al tomar el trono? —escupo con tanto desprecio y enojo, aplastando la grava con mis pasos hacia él, deteniéndome frente a Lucius—. Juzga a las personas por sus acciones y decisiones, no por sus orígenes.

—¡Siendo así, entonces puedo juzgarte por lo que has hecho hasta ahora! —grita Lucius devuelta.

—¡¿Qué demonios te he hecho yo?! Jodido niño...

—Qué lenguaje tan soez para alguien que pretende ser de la realeza —regaña Francesca, apresurándose a cubrir los oídos de Noah, una mirada de reprimenda en mi dirección—. ¿Vio esto, Alteza? Hablando tan rudamente como los plebeyos, y en frente del pequeño Noah. Si la imita frente a los nobles, ¿cómo quedará la familia real?

—¿Qué puedo esperar de una vulgar? —Lucius se posicionó frente a Noah, cuyas orejas aún eran cubiertas por Francesca, enfrentándome—. ¿Cómo puede papá traer a una salvaje a casa? Te disfrazas de una oveja frente a sus ojos, engañándolo a él, a todos los demás.

Cruzo mis brazos, de esa manera puedo contenerme de querer lanzarme sobre Lucius y hacerle tragar sus palabras. Este niño es realmente un problema. ¿Cómo puede llegar a pensar de esa manera? Tampoco puedo confiar en la influencia de Francesca, no importa cuánto peso tienen sus palabras en él, Lucius debió de sacar todas estas ideas absurdas por su cuenta. Antes, Bastianich dijo que sus obligaciones le han causado que descuide la educación de sus hijos, él estaba apenado de ser negligente al respecto, quiero culparlo y al mismo tiempo no sé si deba. Bastianich es un emperador, está fuertemente encargado de velar la seguridad y bienestar de un imperio entero. Sumemos el hecho del constante ataque de las quimeras. He de imaginar que no debe ser fácil lidiar con ambas cosas —cuidar a su gente y su familia— al mismo tiempo.

No quiero complicar las cosas para Bastianich.

Hombre, me debes una grande.

—¿Qué necesitas que haga para demostrarte que no soy quien dices? —Suelto mis brazos, pero mantengo mis puños apretados—. Hago esto por papá. No necesita más problemas por culpa de su malcriado hijo.

—Deja de llamarlo "papá". Él no es tu papá —murmuró Noah, Francesca había dejado de cubrir sus oídos por lo que pudo escuchar mis últimas palabras.

Lucius, por otro lado, primero se mostró reacio a cooperar conmigo. Luego parecía que se le ocurrió una idea... Estoy empezando a preocuparme.

—Sígueme.

Emprendió un camino, Noah y Francesca lo observaron como yo, siendo los primeros en seguirlo. Pude escuchar a Noah cuestionar qué planeaba sin embargo él no respondió. Tuve que ir tras ellos.

El camino que tomó Lucius iba más allá del patio trasero del Palacio de Plata. Un sendero de tierra bordeada por hierba silvestre y matorrales apenas con forma servía de conexión hacia un alto edificio de cuatro plantas. Recordé entonces que tras el palacio de los príncipes, estaba la última edificación de la realeza, destinada al harem del emperador: el Palacio de Cobre de las Concubinas imperiales. Por la forma descuidada de los jardines, la soledad y el aspecto abandonado que rodeaba el palacio, este lugar lleva años sin ser habitado, ni siquiera por una servidumbre. Toda la construcción es similar al Palacio de Plata, salvo que la pintura de los detalles era marrón, las rejas eran de cobre y las piedras decorativas de ámbar. No estábamos recorriendo un camino "oficial", esto más bien parecía de esos caminos que se forman ilícitamente de las carreteras y vías principales, por lo cual llegamos a un costado del Palacio.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunto, sacudiendo un poco de tierra de la falda del vestido.

—Uy. Es el Palacio de la Concubina Fantasma —susurró Noah, escudándose tras Francesca.

—¿El Palacio de qué...? —Observo a cada uno de los niños.

—La primera concubina de quien fuera mi abuelo. —Francesca usó el abanico para echarse un poco de aire—. Lo amó desde el primer momento. No le importaba los puestos sociales siempre y cuando tuviera el amor y la atención de mi abuelo. Estaba obsesionada con él. No obstante...

—No me digas. —Echo un vistazo al palacio, y giro mi cabeza, aburrida—. Se volvió una mujer loca, no soportó la presencia de otras mujeres en la vida del viejo emperador y comenzó a matar a todas.

Francesca bufó contra el abanico.

—No era homicida. Usó magia prohibida para hechizar al abuelo. Se dice que funcionó, hasta que la emperatriz, mi abuela, se dio cuenta de que algo iba mal. La emperatriz, por el contrario, no era una mujer débil. Ella misma se encargó de la concubina que tenía bajo embrujos al emperador. —Francesca bajó el abanico, cerrándolo contra su mano—. Una mala mujer, atrevida, deshonrosa, que manchaba la mente, encadenaba la lucidez del Sol del Imperio. La emperatriz misma ordenó su ejecución, y tiempo después el emperador se suicidó por culpa del embrujo que aún persistía en su mente. La emperatriz se ocupó del imperio hasta que mi padre tuvo la edad para tomar el trono.

Vale. Los giros de la historia fueron inesperados. ¿Uno de los anteriores emperadores de Rasluan se suicidó para seguir a una concubina que lo tenía embrujado? Y decían que el agua de calzón no funcionaba.

—Entonces, ¿cuál es la leyenda tras todo esto?

—Se dice que el espíritu de la concubina, por sus pecados, no pudo reencontrarse con el alma del emperador, así que vaga por el palacio esperando su visita. No soporta ver a nadie en el palacio que no sea el emperador, y mucho menos soporta a una mujer, en especial si es de la realeza, puesto que una mujer de la realeza fue quien la separó del emperador.

—Y es lo que tienes que hacer tú. —Lucius se colocó frente a mí—. Vas a entrar ahí, y llegar a esa ventana del segundo piso. Si logras entrar y salir ilesa, yo... permitiré que te quedes en palacio. ¡Pero si el fantasma de la concubina aparece, tendrás que irte para siempre y no volver jamás!

Mis ojos vagan hacia la ventana que señaló Lucius. Tampoco creo que hable en falso, este niño lo dice con absoluta seriedad. Quiere verme llegar ahí y salir para dejarme en paz en este palacio. Es absurdo, puesto que aún si perdiera, Bastianich no me permitiría irme. Niño estúpido, ¿vas a hacer que una niña de seis años vuelva a la calle?

No voy a discutir más con ellos, así que me abro paso hacia la entrada lateral del palacio, es una entrada para la servidumbre. Todo luce como si las personas que aquí vivieron corrieron lo más pronto posible para escapar de algo. Puertas semi abiertas, decoraciones volteadas o en el suelo hechas pedazos, algunas prendas de ropa dejadas con descuido en el suelo. No sé exactamente a dónde dirigirme, me estoy basando en el hecho de que la construcción base de este edificio es similar al Palacio de Plata. Por lo que, aunque todavía no conozco el palacio en su totalidad, avanzo con cuidado hasta alcanzar lo que parece el vestíbulo.

Lucius quiere que llegue al segundo piso. Voy subiendo las escaleras uno a uno, dado que no sé el estado en el que están. ¿Qué tan dañadas pueden estar? Nada más llego hasta la mitad de los escalones cuando una sensación de sentirme observada recorre mi espalda.

—¿Lucius? —Me volteo, entrecerrando mis ojos—. Mocoso, deja de hacer trampas.

Nadie me responde, ni la sensación desaparece. No soy muy religiosa, y como persona de ciencia tampoco creo en fantasmas o entes paranormales. Si no se puede explicar con lógica, nada de eso existe. Así que sé que uno de los niños debe estar escondido. Armada de paciencia, decido continuar, más alerta debido a la persona escondida.

Alcanzo el segundo piso, sin saber a dónde ir ahora. Tengo dos pasillos como opción, izquierda y derecha. Considero la primera, la izquierda, siguiendo mi instinto. No he dado muchos pasos cuando escucho el suave tacón resonando a varios metros de mí, como si viniera del vestíbulo, subiendo los escalones también. Una sensación fría recorre mi espalda, a mi pesar. Es ridículo estarme asustando. Son solo niños queriendo espantarme.

Abro la primera habitación que veo, voy a la ventana y me doy cuenta que no es la indicada. Dando un rápido vistazo, encuentro una silla volcada así que trato de romper una pata. ¡Voy a golpear a Lucius con esto si tanto quiere asustarme! Romper la pata de la silla no fue fácil, pero tengo un pedazo perfecto. Lo envuelvo en un trozo de tela para que no sea tan peligroso, y sigo recorriendo el resto de habitaciones. El bribón todavía no llega a donde estoy.

—¿Quién está ahí? —Pregunta cliché, imprimo todo el tono asustadizo que puedo, para fingir que está logrando su acometido, la pata de madera oculta tras mi espalda.

Lucius. Mocoso. ¡Te llevarás una sorpresa muy agradable y un chichón!

Por obviedad, nadie me responde. Solo el sonido de los pasos. Camino hasta llegar a una habitación. Tiene un balcón contrario a las otras. Los pasos tras de mí se acercan. Mientras espero, mis ojos recorren la estancia. Este debe ser una de las habitaciones de las concubinas, una habitación de descanso por la decoración. Los colores ya perdieron su tonalidad y brillo, el tono salmón inexistente. Los sillones están destruidos. ¿Qué demonios pasó aquí para que los muebles tengan ese estado? La tela de los cojines está raída, algunos costados como si un gato los hubiera rasgado. Los reposabrazos están quebrados; las mesas de té fueron destrozadas en piezas grandes como un rompecabezas. Los cuadros fueron tirados...

Los pasos se detienen frente a la puerta, una sombra corta la iluminación del exterior.

—Lucius, tú... —Me callo.

La sombra es demasiado alta. Esta sombra no es de Lucius. Lentamente, la puerta se abrió, dejando pasar una figura blanca. Un vestido de muselina blanco era portado por el cuerpo estilizado de una mujer. Su rostro estaba cubierto por un velo. Los brazos desnudos era pálidos, venas oscuras dibujadas formando ríos de sangre coagulada.

—... Solo quiero al emperador. —Su voz es rasposa, similar a una anciana que pasó todos sus años fumando—. Solo quiero al emperador.

Avanza hacia mí, me doy cuenta que sus pasos son rígidos. Tardíamente capto que permanezco anclada al suelo, así que retrocedo con torpeza.

Espectro...

¿Esto es real?

Ni siquiera sé cómo usar mi magia aún para...

Corro hacia el balcón, abriendo las puertas tan duro y brusco, que una de ellas se sale de sus goznes, haciendo un escándalo al no poder sujetarlo y caer fuerte en el suelo, el cristal se rompe en pedazos, levantando polvo junto a mis gritos. Uso una de mis manos para espantar el polvo en el aire, también decidí sacar la pata de la silla. Sea espectro o no, demostrar que tengo miedo no es una opción para mí.

Bueno. En las películas decía que demostrar miedo era malo.

También que no fuera estúpida para enfrentarlo por mi cuenta. Pero, ¡weon, estoy sola en esta mierda! ¡Maldito seas, Lucius!

Retrocedo paso a paso hasta el balcón. Esa cosa no sale al exterior, permaneciendo en medio de la habitación, siempre repitiendo "Solo quiero al emperador". ¡Pues ve al infierno por él, no jodas aquí!

—Mocoso. ¿Estás ahí...? —Por encima de mi hombro, siento que mi corazón es lanzado a lo más profundo.

Noah. Francesca. Lucius.

Veo a los tres frente a una ventana, probablemente dos habitaciones a mi izquierda. Esperando que me asome. Ellos están ahí abajo. No aquí, frente a mí, montando un teatro.

—¡Lucius! —chillo, llamando su atención.

Lo veo girar, mi mirada choca con la de los tres, uno a la vez. Poco a poco vienen hacia mí, solo que mi atención gira de nuevo al espectro..., cosa que ya no está, sino que hay un sujeto con una túnica negra, la capucha cubre su rostro.

—Naturae. Toma a tu hija de regreso.

¿Hija? ¿De quién está hablando?

Levanta su mano, una penetrante aura negra como el carbón rodea su figura, condensándose en su mano como una bola de granito. Y antes de que pudiera procesarlo, esa bola es enviada hacia mí, golpeando mi pecho, mis pies son elevados por el impacto, lanzándome del balcón.

Mientras escucho los gritos de los niños, mi mente solo puede enfocarse en esa esfera de energía que se sumerge en mi pecho, ahogándome, llenando todos mis sentidos como si hubiera caído en un pozo de petróleo. No puedo respirar.

Mucho menos recordar qué ocurrió después.

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Los gritos de Francesca y Noah fueron agudos, molestando los oídos de Lucius y su sentido de reacción.

Los tres vieron a Verónica ser golpeada por una horrenda esfera de magia negra que la lanzó del balcón al vacío. A su lado, Francesca cubrió sus ojos y se agachó espantada, Noah comenzó a llorar en pánico y él... El corazón de Lucius latía aterrado. Para cuando reaccionó, su magia actuaría tarde. No obstante, una luz blanca apareció atajando a Verónica a poquísimos metros de chocar con el suelo, la resplandeciente figura levantándose con la niña en brazos. La luz dio paso a una túnica de mago, una manta de cabello rojo cayendo por su espalda.

—Tí-tío Arsen... —La voz de Lucius fue titubeante.

Arsen no respondió. En cambio, miles de cientos de amenazadoras flechas de energía fueron lanzadas desde su posición hacia el balcón, al mismo tiempo un campo los protegía como un escudo cuando las flechas impactaron con la construcción, destruyendo esa área del Palacio de Cobre.

—Vengan aquí —ordenó el mago. Ninguno se movió—. ¡Vengan ahora!

Lucius cargó a Noah, quien no paraba de llorar, y luego cogió la muñeca de Francesca para llevarlos hasta donde estaba el mago. Pronto, cientos de magos que conformaban la guardia real se presentaron atraídos por el escandaloso desastre, todos con sus miradas fijas en el objeto que Arsen atacaba. Y con razón, puesto que se había desatado una horda de magia negra que se disparó al cielo, escapando del lugar. Arsen no dio órdenes, dejó que los magos tomaran las decisiones, más preocupado por el bulto que llevaba en sus brazos que lo demás.

Si algo le ocurría a este saco de grasa y magia sagrada, su cabeza iba a rodar. Si no por la mano de Bastianich, lo haría Deckard.

—Uno de ustedes escolten a los niños al palacio —dijo a uno de los guardias—. Díganle al emperador lo que ocurrió. Me llevaré a ésta a la torre. —Hizo una mueca.

Él no era experto en magia sanadora, pero tenía que hacer todo lo posible ahora.

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Los jóvenes príncipes de Rasluan ya tenían edad suficiente para tener cuartos separados, sin embargo habían noches que uno u otro se escurría en el cuarto de su hermano para dormir juntos. Podría pasar un tiempo, quizás hasta que la completa madurez llegue a ambos, para que dicha costumbre desaparezca. No era solo por la sensación de hermandad que los instaba a buscar la compañía, sino también por el apoyo silencioso. En el pasado, la iniciativa de Noah en buscar a Lucius era por el deseo de conocer más de su madre.

El emperador Bastianich era un hombre ocupado, el tiempo que dedicaba a sus hijos era muy poco a pesar de lo mucho que deseaba estar con ellos. Eso obligó a Lucius a ocupar el espacio vacío, atento a las necesidades de Noah. Era un poco difícil para el niño, puesto que sus propias necesidades tuvieron que verse ignoradas para atender al menor. Eso, en especial, ante la inexistente figura de su madre. Lo poco que Lucius recordaba de su madre se lo comentaba a Noah. Todas las canciones, todos los cuentos, trataba de explicar con su limitado vocabulario cómo era la voz de mamá, cuál era su olor, cuán cálidos y agradables se sentían sus abrazos.

Esa noche, por ejemplo, Lucius se encargaba de calmar a su hermano luego del susto que experimentaron. Lucius se vio obligado, como muchas otras veces, como en aquellos ocho años de vida de Noah, a ignorarse a sí mismo para proteger a su hermano.

—Hermano... ¿ella murió?

—Shh. No. ¿Quién murió? Ella solo se tropezó. —Imitando la forma en que su madre lo acariciaba, Lucius tenía abrazado a Noah, los dos juntos en la cama del mayor, al tiempo que su mano rozaba una y otra vez los cabellos negros de Noah.

Los dos eran una imitación de sus padres. Noah era una copia de Bastianich, con sus ojos verdes y cabello negro. Pero Lucius tenía la apariencia de la emperatriz, un cabello del color del chocolate, y cuyas pestañas oscuras enmarcaban unos ojos azules, si bien los ojos de la emperatriz eran más similares a una tempestad, un azul grisáceo.

—Pero ella cayó por el balcón, y sangraba. ¿Cuando alguien sangra, no significa que está muerto?

—¿Qué cosas dices? El año pasado te raspaste la rodilla al correr y sangraste, ¿no? Estás aquí todavía.

—Sangré. Pero ella sangró mucho más. Y yo estaba despierto pero ella tenía los ojos cerrados.

—Ella solo se durmió al caer. Cuando una persona sangra más que tú al rasparte, les da mucho sueño. —Lucius decía sus palabras con la suficiente seguridad y lógica que pudo reunir, pensando cuidadosamente—. Así que luego de dormir por un rato, después despiertan.

—¿Entonces ella no murió? ¿Solo está durmiendo?

—Sí. Lo está. Además, el tío Arsen está cuidándola. —Esta vez, su voz fue un poco más fastidiada.

—Cuánto amor filial veo aquí.

Ambos hermanos se levantaron como impulsados por un resorte al oír aquella voz resonando en la habitación de Lucius. El par de ojos verdes y azules recorrieron la habitación, ansiosos, hasta que poco a poco la figura de Arsen se mostró frente a la cama de los dos.

—¡Tío Arsen!

—¡Tío Arsen! —secundó Noah también.

El 'tío Arsen' frente a ellos no se veía feliz por verlos. Eso se los demostraba sus brazos cruzados, la expresión fría y los labios unidos en una línea. Lucius lo comprendió primero que Noah, pues se retrajo y bajó la cabeza. Su hermano fue más lento al captar su humor actual.

—Tío Arsen, nosotros no le hicimos nada a la hermana falsa.

—¿'Hermana falsa'?

Noah asintió.

—Sí. La hermana falsa se cayó del Palacio de la Concubina Fantasma, pero nosotros no tuvimos nada que ver.

—Noah, cállate. —Lucius dijo entre dientes.

—Pero, hermano, nosotros no hicimos nada, ¡y papá puede enfadarse con nosotros por eso!

Arsen aligeró los brazos, que cayeron a ambos lados de su cuerpo, atrayendo la atención de los niños.

—Así que, llaman a Verónica "hermana falsa". ¿Su padre sabe de esto?

—¡No! —Lucius se veía aterrado, y con gran razón—. Tío Arsen, no le digas a papá que la llamamos así.

—Ella es la hermana falsa porque no es nuestra hermana. Ella no es hija de mamá. —Noah dijo, sus palabras teniendo mucha convicción.

—Jah. —Arsen se sentó al final de la cama, subiendo media pierna al lecho en una postura más cómoda—. Verónica quizá no sea hija de su madre Claire, pero lo es de su padre Bastianich. Es su media hermana. Y es además, alguien muy importante que merecen proteger ustedes dos.

Lucius, ante esas últimas palabras, parecía que iba a explotar de la ira y la indignación.

—Si no es hija de mamá, no es nuestra hermana. ¡Y ella no es tan importante, solo quiere venir aquí y robarse todo!

—¿Por qué nosotros debemos protegerla? ¡Es mala, dijo cosas feas a Lucius y le dio una patada en sus canicas!

—¡Noah! —La cara de Lucius se coloreó como una fresa.

Arsen parpadeó, vio de un hermano a otro, y comenzó a carcajearse tan sonoramente, que algún guardia podría oírlos. Con probabilidad, Arsen había activado algún hechizo de silencio que evitaba fueran escuchados.

—¿Verónica te pateó los huevos? —Arsen volvió a reírse.

—¡Tío Arsen! ¡Basta! —Lucius sentía que iba a morir de la vergüenza—. ¡Noah! ¿Por qué le dijiste?

—¡Perdón, se me escapó! —El pequeño niño se notaba culpable, sus ojos brillando como si contuviera las lágrimas.

Por ese despliegue, Arsen se calmó a sí mismo, enjuagando sus ojos de las lágrimas por la risa.

—Ah. Muy bien. Es suficiente. —Ocupó asiento entre ambos menores, apoyándose en sus manos tras su espalda, el largo cabello rojo sujeto en una cola baja pintando un látigo de color entre las blancas sabanas—. Vean. Escuchen bien. ¿Recuerdan el cuento que les dije sobre el dios Vita y la diosa Naturae? —Ambos niños asintieron—. Entonces, Verónica tiene una magia relacionada a la diosa Naturae. Por eso su padre la protege tanto.

—¿Eh? —Noah ladeó la cabeza.

—Pero, si es así, ¡que la mande a tu torre! ¿Por qué ella debe vivir con nosotros?

—No entiendo. —Noah hizo un mohín, enfadado por no comprender.

Arsen suspiró.

—La magia de Verónica no es como la de otros magos. Su magia es especial y sagrada. Tiene que ser cuidada porque ella, cuando sea mayor, podrá ayudar a su padre a acabar con las quimeras y proteger el imperio. —Arsen posó una mano en el cabello de Noah—. Lo que pasó hoy tampoco es su culpa. Hay magos malos que querrán dañar a Verónica porque no quieren que el imperio se salve. Por eso, deben ayudar a su padre a protegerla.

—Oh...

—Entonces, ¿no se supone que el Mago Ancestral es quien va a salvar los imperios del mundo? —Lucius levantó la cabeza, buscando la atención de Arsen—. Tío, no me gusta que ella esté aquí. ¡Si no la mandan a tu torre, entonces que la manden con el Mago Ancestral! ¡Él vive lejos, ella está mejor lejos de aquí!

Un tic apareció en la ceja de Arsen.

Wilhelm, ¿qué mierdas les estás enseñando a estos niños?

—¡Qué Mago Ancestral salvará los imperios! ¡Puras patrañas! —Arsen se levantó, girando para enfrentar ambos menores—. Deckard no está en condiciones para siquiera poder salir de Menevras, ¿y pretenden que envíenos a Verónica con todo lo que me costó traer...? Er, ¿la envíenos ahí? No va a durar ni un mes. Bah. —Ante el gesto de su amplia manga, Noah se deslizó hasta colocarse tras Lucius, espantado—. Escuchen bien, par de mocosos. —Señaló a los dos príncipes imperiales—. O aprenden a controlarse, o voy a colgarlos de cabeza a los dos del último piso de la torre. ¡En especial tú, Lucius, eres el mayor! Ten responsabilidad.

—Pero, tío, ¿qué pretendes que hagamos? ¡No voy a llamarla hermana! ¡No la quiero!

—Si no la quieres, no lo hagas. Deja de causarle problemas.

—Ella también me da problemas. ¿Por qué debo ser el único quieto?

Arsen se frotó el rostro.

Por esto es que no ha tenido niños ni mucho menos había sido partidario de tomar discípulos. En el pasado, Bastianich fue la única excepción e incluso así, para cuando lo aceptó fue a regañadientes y el chiquillo tenía una edad un poco más madura. Bastianich no dejaba de ser travieso de niño, en la adultez volviéndose más serio conforme la situación en el imperio se tornó más turbulenta. Tenía que reconocer que sus hijos no eran diablillos exactamente, tan solo un poco complicados de manejar.

Como sea, Arsen no los tomó como discípulos ya que no tenía la paciencia. No tuvo otra opción con Verónica —ni loco iba a hacerle el favor de llevársela a Deckard en bandeja, mucho menos consideraba que algún otro mago era apto de enseñarle a Verónica. Ya que Bastianich insistió en involucrarse, él tuvo que acoplarse rápido, insistiendo en hacer las cosas a su modo.

Volviendo al tema, tenía una ligera impresión de que iba a haber riñas entre los niños y Verónica. Admitía que esperaba que la personalidad adulta de la niña dominara y supiera controlar a ambos menores. No fue así, para su decepción. Noah era un poco más tranquilo, seguía a Lucius, pero Lucius tenía una personalidad dominante y un deseo de atención que Bastianich no ha podido complacer. Arsen odiaba los melodramas familiares así que no se involucraba en lo absoluto, supuso que debía hacer algo ahora dado que le estaba causando un par de problemas si Lucius seguía provocando a Verónica.

No era tanto por las consecuencias que se agravarían por el Destino de Pena de Verónica...

Era que... Quizá Arsen actuaba un poco desapegado en ciertas cuestiones, no obstante protegía a los suyos, eso incluía a Bastianich y sus hijos. Si Lucius provocaba algo que dañara a Verónica, en el momento en que Deckard supiera de esto... No creía que Deckard matase a Lucius, pero sin lugar a dudas, no iba a quedarse mirando.

—Niño, busca tu muerte natural —susurró Arsen en voz baja, frotando el puente de su nariz—. Bien. Si quieres devolver los golpes, hazlo. Nada que atente contra sus vidas. En lo que cabe. Sean discretos. Solo recuerden que Verónica no irá a ninguna parte. ¿Estamos claros en eso?

Lucius no respondió, nada más habló Noah.

—Sí, tío Arsen.

El mago sabía que los niños aún tenían cosas por saber, no obstante ya era muy tarde como para continuar hablando. Usando sus dos manos, tocó las frentes de los dos, iluminando con un breve encantamiento.

—Hora de dormir. Tienen esas aburridas clases reales mañana. Podremos seguir hablando de esto en otra ocasión.

Arsen no se marchó hasta que los vio juntos, dormidos bajo las cobijas, debido a su hechizo. Una vez que regresó a la torre, conjuró un juego de té mientras ordenaba un poco el desastre en su mesa de trabajo. Con la condición actual de Verónica, debía esperar para continuar sus clases. Pensó seriamente, por un instante, en contactar con Deckard sobre la vuelta de Rawdon.

En esos veinte años, el hombre estuvo inactivo, sin mostrar una mínima señal, nada más sus secuaces y la propagación de quimeras por cada imperio. Estaba curioso, para no decir preocupado, de cómo pudo enterarse tan pronto de la presencia de Verónica. Es decir, pudo atraparla en los años que pasó fuera del radar y la protección de ellos, ¿vino a atacar justo ahora?

La taza de té que estaba a punto de beber fue volcada cuando Arsen tuvo un disparo de dolor en su cabeza y en su núcleo mágico. La parte de su núcleo que se conectó, se fundió, con la grieta dimensional que usaba para hacer sus viajes astrales.

Fue inesperado.

¿La grieta dimensional se abrió?