CAPÍTULO 5
BIENVENIDO A RASLUAN
.
.
.
.
—¡Maximiliano!
Y ahí está de nuevo, jodiendo.
¿Es que uno no puede leer sus mangas a gusto en esta casa?
¡La protagonista se ha vuelto villana y está coñezando a todo el mundo!
Decido ignorar a mi vieja, fijando mis ojos en la pantalla del computador. Los paneles a blanco y negro se deslizan con cierta rapidez conforme estoy leyendo. Es el penúltimo capítulo de este manga que se supone era todo maricón de romance ¡pero la caraja está matando a todos luego de haber sido corrompida por la oscuridad!
Estiro la mano y la meto en la bolsa de Doritos, tragándome unos cuántos triángulos de la fritura. Mmh. La parte de chuparse los dedos es lo que más disfruto, al igual que deslizar la rueda del ratón para seguir leyendo.
—A la mierda... ¡Está matando al magito! —exclamo, mis ojos viendo a la protagonista destruyendo al mago que se supone era su interés amoroso.
No esperaba leer nada como esto. Es decir, más de doscientos treinta capítulos ¿para que la protagonista acabara siendo corrompida por el dios de la maldad y usara su magia divina para destruir todo y a todos, incluido su pareja predestinada? ¡Manga de mierda! ¡Yo quería ver algo maricón para variar! ¡Realmente lo está matando y no tiene pinta de que vaya a cambiar por "el poder del amor"!
—Nojoda, ¿el mangaka se vio la serie de mierda de Juego de Tronos? ¡Volver loca a la protagonista de pronto y que acabara matando a todos!
Pero aquí estoy yo, de huevón, queriendo ver el final. Me detengo para leer comentarios, viendo a carajas pendejas llorando al ver a la heroína acabar con el amor de su vida.
—¡Maximiliano! —La puerta de mi cuarto se abre de zopetón, bajo el umbral está mi madre.
—¿Qué? —cuestiono, limpiando mis dedos en mi camisa y preparándome para escribir un comentario hater cual niño rata.
La pantalla de mi computador se vuelve negro.
Se fue la luz.
Otra vez.
—¡El coñísimo de la madre, nojoda! —exclamo, golpeando el teclado, escuchando a mi madre decir palabras similares.
—¡Ya van cuatro veces en lo que va la mañana! —dice ella, y yo me doy vuelta en la silla—. ¡Me van a quemar los aparatos, esas vergas mollejúas!
Tsk.
Pero como dicen todos en este país, "aún tenemos patria".
Habría querido pasar mis diecinueve años de vida en otro país que no fuera Venezuela, pero aquí me ven, pasando roncha en un país socialista. Hace unos años, dos de mis hermanos mayores murieron durante las protestas contra el gobierno, así como también un primo, varios conocidos salieron heridos de gravedad, otros fueron encarcelados, y aún seguimos aquí.
Mierda. El manga estaba bueno.
Me levanto para ir en busca de mi teléfono, un 'piazo'e'pote bastante leal a pesar de lo coñezeado que está. Las líneas son una porquería y está tardando un milenio en cargar la página donde veía mi capítulo. Todo sería perfecto si mi madre no interrumpiera.
Otra vez.
—Suelta esa vaina y ve a ver si compras pan en la panadería.
Yo levanto la cabeza, anonadado.
—¿Pan? ¿Estás loca, mujer? ¿Quieres que me muera de coronavirus?
—Llévate el tapabocas, está en la mesa. ¡Te estoy mandando!
—No voy a salir de esta verga. Manda a Joseíto a comprar pan —digo, sin moverme de la cama en donde caí. Esta si es arrecha, ¡mandándome a mí a comprar pan cuando los lambucios de mis primos se comieron el de ayer! Que vayan a la calle ellos.
—¡Maximiliano, ve a comprar pan en esa verga! —grita, el enojo en sus palabras.
—Coño, ¡si después me muero por coronavirus, vas a cavar tú la tumba mía! —digo, dejando mi teléfono en la cama. Ni loco lo llevo a la calle conmigo.
—Deja la huevonada y apúrate. —Ella sale primero del cuarto, busca detrás de la nevera en la cocina y extrae un bolsito de donde saca un billete de dólar—. Toma. Pregunta el precio y a cuánto lo reciben. —Recibo el billete, con un suspiro. Ubico el tapaboca en la mesa. Ella sigue hablando—. Llévate la tarjeta también. Compra unas cinco o seis canillas.
—¿Hay plata en la tarjeta? —Ella me entrega la tarjeta de débito, viejita y rayada pero funcional aún—. ¿No la usaste para pagar la caja la semana pasada?
—Checho me transfirió una platica ayer por la tarde, ya debió caer. Anda ya, para ir montando la mesa.
Cojo la llave junto a la puerta y salgo, tras el tapaboca hago una mueca. Maldición, no quiero salir.
Zulia fue uno de los más afectados por el Covid-19 en estos últimos meses. Las calles por el barrio se ven solas, a unas pocas cuadras hay una panadería pero el simple acto de caminar al patio de la casa me da escalofríos. ¿Por qué tuve que nacer en este país y peor, vivir en esta época? Dejé las clases en la universidad porque, si siendo presenciales eran un asco, siendo online eran una mierda rotunda.
¿Y con la luz jodiendo a cada rato? ¿Y el internet más lento que una babosa? ¡De bolas que va a funcionar!
Está bien, tampoco ayuda que sea un vago. Al menos la universidad era pública y apenas había avanzado dos semestres. Han pasado varios meses desde que inició la cuarentena y ya no recuerdo nada de lo que vi en las clases.
...
Creo que ni tampoco recuerdo lo que vi en el liceo. Al menos todavía sé sumar y restar lo básico. Oh, pero soy muy bueno en la computadora, claro, a base de ensayo y error.
Mi madre es una mujer joven. Tuvo a su primer hijo a los dieciséis, apenas salió del liceo. Mi segundo hermano y tercero son de otro tipo, y yo junto a mi hermano Joseíto somos del último tipo con el que está saliendo. Un funcionario que parece sicario de la mafia. Mi hermano mayor y el tercero murieron, el segundo está pa' Colombia trabajando en un restaurante y el hermano Joseíto todavía está pasando por la tortura llamada "escuela".
Eso sí: tenemos un coñazo de primos. Mi madre es la última hija, en una familia de seis. Mis tres tíos le dieron como conejos, pariendo muchacho a millón. Una incluso se sacó el kino con gemelos. Para peor, vivimos todos en el mismo barrio y, dado que mi madre, mi hermano y yo vivimos con mi abuela, esa cuerda de muertos de hambre parecen venir aquí a hartarse de comida, como si aquí hubiera mucha.
Camino lo más rápido que puedo hacia la panadería. Soy demasiado paranoico, diría hasta hipocondríaco. Me da paja limpiar, desinfectar y todo, pero salgo pira'o cuando ubico a alguien con mocos o enfermo. Odio enfermarme. Lo odio con mayúsculas, así que enterarme de que hay un maldito virus en la tierra y de fácil contagio me ha hecho encerrarme en casa, apenas salgo a la cocina. Y esta mujer me manda a mí a comprar pan.
Buenísima suerte la mía. Compraremos el pan y echamos a correr a la casa de regreso para lavarnos las manos con jabón y cloro. Nah, mejor me daré un baño y pondré a lavar la ropa. Sí, ese será el plan al regresar.
Solo que no esperaba, al cruzar la esquina, toparme con un grupito de chamos.
—Verga, vean quién llegó. —Uno de ellos se me acerca, jugando con una navaja en la mano.
—¿Qué pasó, mi pana? ¿Traes algo bueno por ahí? —dice otro.
—Vas como que muy rápido, ¿no? —habla un tercero.
Yo empiezo a retroceder. Coño, vale, ¿en serio tiene que pasar esto ahora? ¿Y justamente a mí?
—Chamo, ve, no me traigo nada encima. —Alzo las manos para que me observen mejor. Camiseta, pantalón y tenis simples es lo único que llevo puesto—. No llevo plata, de panita y todo, iba a casa de una jeva.
Uno de ellos dos lanza un escupitajo de saliva. ¡Asco!
—¿Es así la cosa?
Conozco a uno de los chamos, lo atraparon hace unas semanas robando y ya lo han soltado, no ha tardado mucho en volver a robar otra vez. Casualmente tenía que ser yo el huevón de turno. El segundo que habló se me acerca, me paralizo por un momento por dos cosas: uno, no quiero que me quiten nada aunque no llevo gran vaina tampoco. Dos, el hijo de puta no trae tapabocas sin mencionar que no quiero tener contacto con sus manos.
Dado que no veo que llevan armas más allá de la navaja, me giro y empiezo a correr.
—¡Alto ahí, coño! —Están corriendo tras de mí.
La regla número uno en este país cuando te están atracando es mejor dejar que lo hagan y rezar para que no te maten. Eres un suertudo suicida si echas a correr como yo, mejor que seas bueno corriendo o irás directo al cementerio por idiota. Lamentablemente soy pésimo en deportes, ya empiezo a sentir el cansancio de correr después de unas dos cuadras tratando de perderlos.
Dos de los chamos aún siguen detrás de mí, uno de ellos está por alcanzarme. Suelto un alarido.
—¡Llamen a la guardia, llamen a la guardia! ¡Ese marico me está atracando! ¡Verga, mano, deja de correr, que yo raspé deportes en el liceo!
—¡Más te vale que no te atrape, huevón!
Estábamos llegando al comienzo de una avenida, podría tomar una vuelta y evitar toparme con estos chamos otra vez. Mi madre me arrancará la cabeza por tardarme, ¡pero esto es culpa de ella por mandar a comprar pan ahora!
Aunque, lo siguiente probablemente fuera culpa mía por echar un vistazo tras mi espalda para ver al chamo y no estar pendiente de la camioneta con la cual choqué antes de que todo se volviera negro para mí.
.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
.
Verga, tengo la boca seca. Mi garganta está peor, y mi cuerpo es pesado. Se siente igual a la recuperación de una fiebre. Me siento algo ahuevoneado, ¿qué pasó? Ah, sí... Sí, sí, me estrellé con una camioneta. Mierda, seguro me robaron el dólar y la tarjeta, la gente es muy arrecha para registrar a las víctimas de un accidente a ver qué se llevan, ya he escuchado casos así, ¡peor cuando es un accidente en un bus con viajeros! Esas ratas hurgan en las maletas o se las llevan sin preocuparse por nada.
Tsk. Al menos fue solo un dólar y la tarjeta. Mi madre me dará unos cuántos correazos después antes de tener que ir al banco a bloquear la robada y solicitar una nueva. Como dije, ¡nada de esto estaría pasando si ella no me mandara a comprar pan!
Con un suspiro, parpadeo. Mi vista se aclara... y me topo con un techo elegante. Es ¿qué? ¿Madera? Lo que sea, ¡esa araña de cristal no está en mi casa o en un hospital! Otra cosa es que esta cama es suave, joder, es suave como si estuviera relleno de plumas. Mi cama era un colchón viejo sobre un mueble de madera que me tomó años acostumbrarme y unos cuantos dolores de espalda.
Giro la cabeza a la izquierda. Puerta elegante, paredes con un estampado elegante, armario elegante, piso elegante. Giro la cabeza a la derecha. Puerta más pequeña elegante, un mueble con cajones elegante, un biombo elegante.
Elegante, elegante, elegante. Lujo, lujo y lujo.
...
—¿Esto no es como el anime de Re:Zero?
El protagonista, Subaru, sufre una especie de muerte y es llevado a un mundo de fantasía. Ahí conoce a la jeva protagonista, pero el marico sufre muerte tras muerte que siempre lo lleva momentos antes de morir, para que él tome diferentes decisiones que le permitan sobrevivir un poco más, como un caso de efecto mariposa.
—Mierda... —digo con horror, sorpresa, en un susurro—. Me mató la camioneta. ¿Y ahora estoy en esta vaina? —Con dificultad, me levanto para sentarme en la cama.
Lo primero que veo son mis manos. Son manos de pato, es decir, dedos delicados, largos, pálidos, hasta las uñas están bien cuidadas. Me toco la cara, no siento espinillas, es una piel lisa, sin defectos o protuberancias raras. El cabello está un poco largo, no roza mis hombros pero va a camino de eso, ensortijado en mechones de color dorado. Veo bajo la camisa, un pecho tonificado pero no musculoso, como si hubiera hecho el ejercicio suficiente para definir lo justo.
—A ver... —Mi interés va hacia la paloma de este chamo. Pana, yo tenía un tamaño promedio que me mantenía orgulloso, si este carajo la tiene pequeña, ¡exijo un cambio de cuerpo!
Ah, tamaño aceptable. Bien, bien, estamos bien.
Bueno, volvamos a lo importante. ¿Dónde coño estoy?
Junto a mi cama hay una mesita con una jarra de agua y un vaso. Con algo de dificultad, bajo mis piernas, me deslizo más cerca para servirme un buen vaso. Mmh, se siente bien y refrescante. Me hubiera gustado que estuviera más fría, supongo que peor es nada. Me quedo sentado un rato, detallando más la habitación mientras espero reunir fuerzas para ponerme en pie.
He muerto y he caído en este cuerpo. Estoy rodeado de lujos, quiero decir, veo ornamentos que brillan por lo pulido que están, al mismo tiempo las sábanas de la cama son de seda. Mientras más lo veo, más estoy sonriendo.
—¡Verga! —Doy un aplauso—. Ahora sí me la coroné. Adiós socialismo, hola capitalismo.
A la mierda todo, yo aquí me quedo. No más idas de luz, no más inseguridad, no más pobreza, ¡no más cajas CLAP!
—¡No más Maduro! —Estiro los brazos, poniéndome en pie con emoción.
—¿Maximiliano? —Una voz se escucha tras la puerta, que comienza a abrirse.
Me pongo tieso.
¿Eh?
¿O acaso sigo en Venezuela pero de otra dimensión? ¿Quién dice mi nombre? Mira, pana, con tal que no me digan que el Chavismo sigue gobernando, no hay peo.
Una mujer mayor entra en la habitación, seguido de una niña como de seis años y un sujeto vestido de mayordomo. No conozco estas caras. La mujer debe tener unos sesenta años o rondar esa edad, su cabello tiene más canas que yo de mis ganas de regresar a Venezuela. La mujer se lleva las manos al rostro para cubrir su boca, casi a punto de llorar. Ah, no, no, no, vayan con su llanto para otro lado. La primera en reaccionar es la carajita, quien corre hacia mí.
—¡Maxi! ¡Estás curado! —Ella choca contra mí, caigo de culo en la cama y ella encima.
—Adelhaide, ten cuidado, tu hermano aún sigue débil. —La vieja controla sus emociones, y avanza también.
—Pero, ¡abuela, ya no tiene fiebre! —replica la niña, Adel-no-sé-qué-verga. ¿Quién les pone esos nombres?
Entonces... ¿esta chama es hermana mía? Bueno, no mía, del tipo en quién caí y que se llama igual que yo. Y la vieja debe ser abuela de los dos. ¿Hay padres, más hermanos, tíos?
—¿Cómo te sientes, cariño? —pregunta la abuela.
—Mmh. Confundido. No me siento yo —digo con un poco de burla oculta—. ¿Qué me pasó? ¿Qué día es hoy? ¿Dónde estoy?
—Has pasado cuatro días con fiebre muy alta, temía que no soportaras un día más —explica la anciana, su cuerpo medio girado hacia el mayordomo—. Theo, ¿podrías buscar al señor Frank? Dígale, por favor, que Maximiliano ha despertado.
—Sí, excelencia. —El mayordomo hizo una reverencia y salió,
—Temo que la fiebre haya afectado un poco tu memoria —continúa la abuela—. Estamos en el año 1284. Estabas haciendo unas investigaciones en tu biblioteca privada, Theo te encontró desmayado y con fiebre, temblabas mucho.
Mierda, ¿año 1284? Pero sus ropas son muy... No creo que así sea el estilo inglés del siglo XVIII, esas mangas son extrañas, aunque yo no sé una mierda sobre moda. El punto es, que no estoy reconociendo gran vaina...
—Ordenaré que traigan algo ligero para que comas. Adelhaide, hazle compañía a tu hermano.
—Sí, abuela.
La anciana nos deja a la niña y a mí, espero a que cierre la puerta antes de tomarla por la cintura y sentarla en la cama a mi lado.
—Bien, ¿Adel...? Adelhaide... —La observo. Su vestido es un verde turquesa, el cabello dorado y los ojos una extraña combinación entre verde y marrón. Creo que se ve adorable pero no les tengo paciencia a los niños. Joseíto era una máquina fabricadora de estrés con patas, espero que esta niña no sea igual—. Suena a Adelaida, era el nombre de Heidi...
—Mi nombre es Adelhaide, no Heidi. —Ella se cruza de brazos.
—Heidi es más fácil de recordar... y pronunciar —sentencio. Para mí queda así y así la llamaré—. Entonces, ¿eres mi hermanita menor? —Ella asiente.
—¿En serio no nos recuerdas? —Heidi ladea el rostro—. ¿Ni a la abuela ni a mí?
—Un poquito. Pero si me respondes unas preguntas, entonces lo recordaré todo. ¿Jugamos eso? —Me siento a su lado—. Este lugar en donde vivimos, ¿cómo se llama?
—Casa.
Abro la boca y la cierro. Niña, no me jodas. Quiero dar una palabra, pero no es apta para oídos infantiles. Trato de nuevo.
—Bien. Sí, es casa. Pero, ¿en dónde está la casa? ¿Cómo se llama el país? ¿Cuál es nuestro apellido? —La vieja mencionó que tengo una biblioteca privada. Bueno, si averiguo bien qué familia es esta y el país, podría planear un poco mejor mis...
—¡Ah! Mi tutora dijo que vivimos en el ilustre Imperio de Rasluan. Y nosotros somos la familia Rinaldi.
—Ah, Rinaldi...
...
¡¿RINALDI?!
¡¿RASLUAN?!
—Espera, espera, espera. —Hago un gesto de pedir tiempo, otra vez poniéndome en pie—. ¿Este es el imperio de Rasluan? ¿Quieres decir que mi apellido es Rinaldi? —Mierda, mierda, mierda, ¡mierda! Mis ojos ven a Heidi otra vez—. ¿Qué hago yo, en qué trabajo?
Heidi, quien luce un poco confundida con mi reacción, tarda unos segundos en responder.
—Eres un tutor. Tú enseñas.
Imperio de Rasluan.
Maximiliano Rinaldi.
Tutor Rinaldi.
¡COÑO, SOY EL TUTOR DE LA PROTAGONISTA CORROMPIDA!
Esto es malo, muy malo.
Una vez llegada a adulta, la protagonista se deja envolver por la oscuridad ¡y al primero en asesinar es a su tutor para usar su cuerpo como títere! Luego arrasa con todo el imperio, incluido la persona que ama, un mago poderoso. No solo eso, el imperio de Rasluan es asediado casi a diario por criaturas horripilantes.
He transmigrado al manga que estaba leyendo... y en el cuerpo de un carne de cañón.
—¡Coño, maldito Maduro!
Escucho la voz de Heidi hablar.
—¡Ah, el hermano dijo una palabra fea!
.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
.
El médico cabecera de la familia Rinaldi ordenó que reposara unos dos días más, sin mencionar que no podía esforzarme aun cuando el reposo haya acabado. La abuela dijo que daría la orden de prepararme algo ligero, pero el banquete que me trajeron a la habitación (y repito: ¡a la habitación!) no era "ligero". Es decir, un salmón para chuparse los dedos, arroz y otras vainas más que ni sé qué eran pero igual me comí porque, ajá, ¡era comida de ricos! Puede que esté interpretando a un hombre con prematura fecha de caducidad, en un imperio atacado por plagas infernales, pero, mi pana, no voy a negar que los beneficios son una vaina arrecha.
Y sí, no quiero volver. Solo tengo que asegurarme de evitar que la protagonista sea corrompida ¡y viviré una vida de reyes!
O sea, tengo tres comidas al día. Un sirviente me ayuda a preparar el baño y vestirme, hay luz eléctrica que dura todo el día. Cuando por fin vi mi apariencia, debo admitir que no estaba nada mal. Sí es cierto que el rostro de este chamo es muy maricón, tiene pestañas de mujer, piel muy suave de modelo y el cabello cae como Ricitos de Oro. Mis ahora nuevos ojos son avellanas, una combinación como la de Heidi de marrón-verde. Este chamo debe tener una edad similar a la mía, veinte años. Entonces, tomando en consideración todos estos beneficios, ¿por qué coño volvería a mi vida anterior? ¿Por mi familia? ¡Puf! Nacimos solos y morimos solos, cada quien a su vida. Esa gente podrá llorarme unos meses y después siguen en lo suyo. Tengo que preocuparme por mí, y como voy a preocuparme por mí, entonces debo planear bien lo que voy a hacer.
Ajá. La protagonista va a requerir de un tutor. Rinaldi se entera de eso y se postula. Tengo que acostumbrarme rápido a este cuerpo y desbloquear su suprema habilidad: memoria eidética, que eso le granjeó una gran mente. El sujeto era un pro en cada área de sabiduría, incluso era bueno en baile, etiqueta y duelo de espadas. Así que, cuando logre el puesto de tutor, debo mantener vigilada a la protagonista y evitar que se deje seducir por el mal.
En el manga, la protagonista peleaba con el interés amoroso de uno de sus hermanos. Era un shojo bastante simplón, con típica protagonista japonesa.
...
Pana..., estoy recordando...
¡MIS MANGAS! ¡MI ANIME!
Marico, ¡tenía un coñazo de vainas en emisión y en esta mierda no existe nada de eso!
—¡Mi Akatsuki no Youna! ¡Ah, mi Todoroki!
Estoy llorando a mares sobre mi escritorio, recordando toda mi lista de mangas que he perdido. Estoy mordiendo mi lengua para no suplicar volver a Venezuela.
Realmente no quiero, realmente no quiero, pero... ¡mis mangas!
¡Maldito Maduro!
.
.
Extraoficialmente tenemos a todos los personajes principales y entraron en escena a los integrantes de cada pareja :D Sí, sí. ¡Tenemos un transmigrado venezolano! Sé que tiene expresiones que para otros sonará extraño. Si tienen dudas de algo, solo dejen un comentario y yo se los explicaré sin problemas. Aviso que irá bajando, así que no se preocupen si eso les causa molestia
Maximilano es un personaje que me gusta mucho. No solo por ser de mi misma nacionalidad, sino porque será un aliado muy muy poderoso de Verónica y aparte compartirán la misma solidaridad por la situación. Espero que todos cuiden bien de él. Aguarden por muchos desmadres a partir de ahora.
He estado inactiva porque me tomé un "tiempo de vacaciones", donde solo me dediqué a descansar la mente y... leer. Eso me ayuda mucho a estar más fresca. Como sea, nos veremos en la próxima.
