CAPÍTULO 7
LA MAGIA QUE CALMA LA SED
.
.
.
Cuando abro mis ojos, noto que estoy de regreso en mi habitación.
¿Cuándo llegué aquí?
Estoy muy confundida.
Puedo sentarme en mi cama, mis pequeñas manos frotan mis ojos y mi mirada se derrama alrededor. No puedo recordar nada. ¿En qué momento pude salir del palacio de las concubinas? También, tengo un pequeño dolor en mi pecho. Mantengo las cobijas entorno a mí porque no dejo de sentir frío. Rasluan es una nación fría, es cierto que todavía conserva el verano, pero ninguna de sus estaciones es lo suficientemente caliente. El asunto es que esta vez, a pesar de estar en primavera, es como si aún estuviéramos en invierno. Es muy raro.
Justo ahora, no es lo que me interesa. Necesito saber qué ocurrió. No sé cuándo volví aquí. Giro la cabeza de un lado, a otro, y encuentro una cuerda junto a mi cama. Camille y Holly dijeron que podía jalar de ella y vendrían lo más pronto que pudieran. Seguí sus instrucciones, esperé.
Mientras aguardo a que ella esté aquí, reviso mi cuerpo. No hay nada raro, mucho menos en mi pecho. ¿De dónde viene ese dolor? Ni siquiera puedo describirlo, solo se siente extraño. Es similar a tener un pie aplastando mi pecho, sumemos una sensación de sentirse desgarrada por dentro. En resumen, incómodo.
—¡Princesa! —Holly es la primera en entrar, lo hace apresurada—. Vita, gracias por este milagro.
Holly se acerca a mí, palpa mi rostro en busca de fiebre, yo solo puedo quedarme ahí, en cama y en silencio.
—Holly, ¿qué sucedió?
—Eso mismo quisiera saber yo.
La voz suave, vibrante de Arsen suena en mi habitación, y aparece sentado al final de la cama, hace que Holly brinque lejos.
—Mago de la Torre. ¿Cómo se atreve a aparecer de esta forma en la habitación de la princesa? Aunque sea su maestro...
—Soy su maestro. Puedo aparecer aquí.
—¡Es una señorita! Es más. —Ella se pone en pie y firme, a mi lado—. Quien debería estar aquí es el médico real. Voy por él.
—Necesito estar a solas con la princesa —dice Arsen, levantándose de la cama y sacude su túnica—. Después de todo, recibió un ataque mágico. Luego, podrá hacer todo ese aburrido protocolo real e incluso llamar al emperador, si lo prefiere.
—Lo que sea necesite con la princesa...
—Holly. —Tengo que interrumpir, puesto que también tengo interés en lo que Arsen quiera hablarme—. Quiero hablar con mi maestro. ¿Podrías darme unos minutos con él y luego traes a papá y al doctor?
—Pero, princesa...
—Unos minutos. ¡Cinco minutos! —Alcanzo a sujetar su falda con la punta de dos dedos—. ¿Puedes?
Holly no me da respuesta inmediata. Sé que está dudando porque, en sus ojos, puedo ver su preocupación genuina por mí. Eso solo me impulsa a querer saber qué fue lo que me ocurrió en el palacio de las concubinas.
—Cinco minutos, y empiezo a contar. —Su advertencia fue más para Arsen que para mí.
Suelto su falda, ella se va para dejarnos a solas. Escucho a Arsen suspirar.
—Verónica. Tuviste un enfrentamiento con un mago oscuro, ¿cierto?
—¿Lo tuve?
—¿No lo recuerdas?
—... No. Recuerdo que alguien me seguía cuando entré al palacio, llegué a una ventana en el segundo piso y... No sé. ¿Apareció un mago oscuro? ¿Por qué?
Arsen no me responde, solo me observa en silencio. A pesar de su intensa mirada, puedo percibir en esa expresión que está pensando, no solo me analiza. Yo nada más puedo quedarme a la expectativa, confundida y empezando a alterarme dentro de mí.
Algo me seguía. ¿Un mago oscuro? ¿Cuál es la razón?
—Vamos a tener que avanzar rápido en la magia defensiva. No podemos demorarnos mucho con lo básico.
—Soy una niña, ¿cómo sabré...?
—Verónica, ya basta. —Arsen rodea la cama para posicionarse justo a mi lado, en el sitio donde antes estuvo Holly—. ¿Crees que puedes engañarme a mí? Soy un mago experto en los viajes dimensionales. Puedo ser capaz de llevar a mi alma a un viaje por distintos universos, cada cuánto se me plazca. —Se inclinó, bajando la voz—. Y no tengo mucha paciencia con aquellos que fingen ser lo que no son.
Toda mi existencia se congela.
¿Arsen lo supo... todo este tiempo? ¿Fue por eso que me aceptó como discípula? Se diría que estuve pensando que estaba jugando con él al menos, ¿pero fue todo lo contrario?
—Tú sabes...
—Sé que tu ser interior no viene de este mundo. ¿Crees que soy estúpido? No eres buena fingiendo ser una niña de 6 años. —Se posicionó derecho—. Te lo dejé pasar antes por tu comodidad, no obstante, debido a la reciente circunstancia, tu seguridad se ha vuelto prioridad. Puedes fingir con los demás, Lucius y Noah no lo entenderían por completo, pero con tu padre y conmigo, es mejor que actúes como eres realmente.
—¿Papá..., Bastianich también sabe?
—Por supuesto. Y sigue siendo tu padre. Es tu padre ahora, así como Lucius y Noah son tus medios hermanos. Detalles, no son importantes ahora. —Hizo un vago movimiento con la mano, fastidiado—. Sé que eres mucho más madura, y podrás ser capaz de digerir los textos y comprender las clases.
—Arsen..., ¿qué fue lo que me ocurrió? ¿Cómo llegué aquí, por qué? Y lo que me atacó...
Necesito saberlo.
Necesito entenderlo.
Si ya no necesito fingir, entonces quiero tomar esta oportunidad de comprender mi lugar en este sitio. Porque yo debí de haber muerto por completo, yo debí haber perdido toda consciencia de lo que fui y lo que soy ahora, sin embargo acabé aquí, todavía consciente de haber sido Verónica Leonor Gómez Navarro, ahora con la identidad de Verónica Heiner de Rasluan.
Y nunca supe por qué acabé aquí.
Ni sé por qué estoy aquí.
Arsen se sentó junto a mí, sacudió mis cabellos, alborotando los mechones pero ni siquiera me importó, no ahora.
—Has vivido aquí innumerables de otras vidas. Tu alma fue creada en la tierra sagrada de Menevras. Y has vivido varias vidas en otras dimensiones. Todas esas vidas han sido muy breves. Concentrémonos en hacer de esta la más larga que hayas experimentado.
—... Pero...
—Sé que tienes muchas preguntas. E iremos poco a poco. —Arsen dio un vistazo a la puerta de mi habitación.
No.
No vengan aún. ¡Todavía quiero saber más!
—Todas esas vidas han sido cortas por una razón. Y esa razón te está buscando justo ahora. Debemos tener cuidado y evitar que te encuentre. O esta vida va a ser igual de en vano que las demás.
Me apresuro a sostener su mano, aferrarla, bajo a esperanza de retenerlo un poco más.
—Si has sabido todo eso desde que llegué, ¿pensabas decírmelo alguna vez?
—Por supuesto que sí, pero a su tiempo. Aprecio mi vida.
—¿Qué quieres decir con eso?
La puerta de mi habitación se abrió, dejando entrar a Bastianich, Holly junto a una tercera persona que, por su túnica blanca, debe ser el médico real.
—Mago de la Torre, con su permiso. Necesito atender a la princesa. —El médico se inclinó, y Arsen se zafó de mi agarre.
—Toda suya. Yo ya terminé.
—Maestro. —Bastianich lo detuvo—. ¿Puedo hablar contigo unos minutos?
Arsen me ve, por consiguiente Bastianich también.
¡Maldición, quiero oír lo que vayan a decir! ¡Es sobre mí, ¿no es así?! No quiero que me excluyan en esto, todavía no he terminado de discutir con Arsen.
—Bien. Afuera.
Mierda.
—Papá, Maestro... —Me apresuro a llamar, buscando sus miradas. Las obtengo cuando los dos voltean a verme, y es Bastianich quien me da una sonrisa cálida.
—No te preocupes. Será pronto, vendré a verte en unos minutos.
No logré retenerlos después de eso.
.
.
.
El médico real permanece conmigo alrededor de quince minutos, inspeccionando cada área de mi cuerpo. Usa un artefacto compuesto de maná que, según su explicación, es como un sensor similar a los rayos X que inspecciona la presencia de magia oscura en el cuerpo del individuo. Detecta que todavía quedan rastros de magia negra en mi interior, que es lo que está causando aquel dolor incómodo dentro de mí. No puede predecir qué exactamente causó que haya rastros de magia oscura, así que cuando papá regresa solo, se lo informa de inmediato.
—Según los testigos, lo que te atacó atravesó tu cuerpo con un hechizo. Es probable que eso haya quedado impregnado en ti —dijo Bastianich, ocupando asiento a mi lado.
Sin tocarme, colocó su mano sobre mi pecho, cada uno de sus dedos se iluminó en dorado, produciendo una sensación de ardor. No era un dolor que no pudiera soportar, así que me quedé en silencio. Fue entonces que comencé a toser, papá rápido me dio un pañuelo, y lo que vomité era un viscoso líquido negro que era demasiado asqueroso.
—Tendremos que hacer esto por al menos una semana —oí que susurra, palpando mi espalda mientras seguía tosiendo un poco más.
Holly y Camille, quien acababa de llegar, se apresuran a limpiarme. Con un gesto de Bastianich, una vez que terminan, se marchan de mi habitación. No esperaba quedarme tan pronto a solas con Bastianich, aunque supongo que era algo que ya no se podía aplazar.
—El maestro Arsen te contó todo, ¿cierto? —dije, adelantándome a él.
—Desde el primer momento en que nos topamos. —Bastianich asiente—. Sigues llevando mi sangre, eso es algo que no va a cambiar.
—¿Puedes decirme un poco más sobre por qué estoy aquí? —Mis ojos, verdes como los suyos a pesar de la diferente tonalidad, se clavan en Bastianich—. No hablo del palacio, ¿por qué conservo los recuerdos de quién fui?
—... Hay muchas cosas de las que no tengo respuesta. Sin embargo, el mantenerlo te da un poder que en otras circunstancias, no tendrías. —Bastianich coloca una mano en mi hombro—. En vez de enfocarte en buscar las razones para el pasado, enfócate en buscar las soluciones para el futuro.
—Arsen dijo que hay algo tras de mí.
Bastianich asintió.
—Sabes la situación con los imperios, sabes la situación con nuestro imperio —puntualiza, apretando su agarre—. Hay una secta que está detrás de todo, y especialmente, está detrás de dos personas. Tú eres una de ellas.
—¿Qué hay de la otra? ¿Quién es? —Jamás esperé escuchar que éramos dos las personas en peligro. Hasta entonces, solo yo fui a la que atacaron.
—Está en otro sitio, a salvo. Pronto lo conocerás. Por ahora... —Bastianich envuelve mi rostro en sus manos, un gesto cálido y lleno de cariño que caliente mi pecho—, necesito que entrenes duro. Como princesa recibirás clases reales, no obstante mi interés es que fortalezcas tu magia. Seas tan capaz que no necesites ser salvada por nadie más que por ti y que no te veas envuelta en el peligro como lo que acaba de ocurrir. ¿Me lo prometes?
Volverme fuerte.
Ser capaz de usar esta magia en mis venas para protegerme... y para proteger a los míos.
Y, de alguna manera, las palabras de Bastianich me suenan lejanas, como si alguien más me lo hubiera dicho. ¿Podrá ser Arsen, en alguna ocasión? No lo sé. Pero hay una voz, escondida en mi cabeza, que también me dice lo mismo.
Volverme alguien fuerte. Fortalecer, entrenar mi magia.
—Lo prometo.
.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
.
Se apareció en aquel solitario último piso de la torre con magia. Otros magos le advirtieron que el paso estaba prohibido, únicamente permitido a un grupo selecto de magos, pero él no le importo. Les ignoró, su túnica al igual que su largo cabello ondeando a cada paso que daba. Jamás creyó que volvería a pisar aquella tierra después de tantos años. Era incómodo, de inmediato su cuerpo pidió a gritos dar la vuelta para marcharse, sin embargo era necesario.
Luego de la conversación con Bastianich, Arsen creyó necesario visitar Menevras.
—No podemos seguir aplazando decirle. —Bastianich dijo de inmediato cuando se retiraron al salón personal de Verónica para hablar en privado—. No importa en qué condición está. Si Rawdon está enterado del regreso de Verónica, el Mago Ancestral merece saberlo.
Arsen apretó los labios. Él no quería. Maldición, escogería una y mil veces mantenerlo en la ignorancia un par de años más, investigar un poco más sobre la magia sagrada de Verónica, cumplir él mismo la voluntad de Lynd al cuidarla y no tener que depender de aquel idiota engreído. No obstante, fue bajo sus mismas narices que Verónica fue atacada... y ese resquicio de magia negra que quedó dentro de ella lo mantenía nervioso.
Lo mantenía extremadamente inquieto... porque había una perforación diminuta en su esternón.
Extrajeron sangre sagrada de su cuerpo.
Él... malditamente falló.
—¿Qué crees que Rawdon esté planeando? —preguntó Bastianich, al no recibir respuesta de su maestro.
—Nunca antes trató de extraer sangre sagrada, o al menos no hay registro de ello. Tuvo muchas otras vidas para conseguir sangre de Verónica, y no puedo encontrar una razón para que de pronto esté interesado.
—¿Tienes alguna idea de qué tipo de hechizos se pueda hacer con esa sangre?
—... Podrían ser los mismos para cualquier otro ritual, sin embargo, tienen un contrahechizo para deshacerlo. No sería un plan factible.
Ambos permanecieron en silencio.
—Tampoco podría conseguir la sangre de Deckard —prosiguió Arsen—. La sangre debe ser extraída del esternón o en medio del pecho, lo más cercano de donde está ubicado el núcleo de maná de un mago. Deckard jamás permitiría que tocaran ese punto tan vulnerable.
—¿Has recibido alguna noticia de su estado actual?
—No. —Arsen miró a través de la ventana, recordando la última vez que recibió la visita de Deckard—. Sé que su chucho pulgoso ronda a través de los imperios, recolectando información, siendo sus ojos y oídos mientras está fuera de servicio, pero no me ha transmitido ninguna noticia directamente.
—Oh. —Bastianich asintió, como si lo hubiera recordado—. Llegué a ver a Eciar aquel día que me topé con Verónica la primera vez. Estoy seguro que él llegó a verla. Me mintió descaradamente...
Arsen giró la cabeza de inmediato, interesado.
—¿Eciar sabe de la existencia de Verónica?
—Es lo que creo. ¿Piensas que pudo habérselo dicho al Mago Ancestral?
Arsen entrecerró los ojos.
Si Eciar lo sabía, y había transmitido esa información a Deckard, el ataque a Verónica no hubiese ocurrido en primer lugar. La falta de presencia de Deckard ahí podría significar dos causas: o Eciar no ha abierto la boca sobre Verónica... o la condición de Deckard no había mejorado.
Y era por esa razón que él estaba ahí, parado frente a la única puerta que lo separaba del mago.
Arsen levantó la mano, una esfera de maná se condensó en su palma, volando rápido hasta estrellarse con la madera, explotando una buena parte de la puerta que se abrió de par en par. Arsen avanzó apenas el humo se disipó, encontrando a Deckard flotando dentro de un orbe de energía que lo aislaba del entorno, vestido únicamente con una camisa desfajada y pantalones. Sus ojos cerrados lo hacían ver como un hombre mantenido en la inconsciencia dentro de aquella esfera protectora que palpitaba como un único corazón.
Hasta que la voz de Deckard se escuchó al tiempo que sus labios se movían.
—Sabes, solo necesitabas tocar.
Arsen volteó a ver lo que quedaba de la puerta. Se inclinó y tocó dos veces.
—Ya toqué.
Lentamente, Deckard abrió los ojos. Sus movimientos estaban limitados, así como su voz se escuchaba un poco comprimida. Tan solo podía flotar dentro de aquella energía que fluía constante hacia su cuerpo y núcleo.
—Jamás has vuelto a pisar tierra sagrada... ¿A qué has venido?
—Ella apareció.
Esas dos, únicas y simples, palabras causaron que todo el interior de Deckard dejara de funcionar. Porque no necesitaba más, no necesitaba que le especificaran de quién estaba hablando Arsen. Esas palabras, junto a su presencia en Menevras, eran lo único que necesitaba...
Verónica.
Verónica había regresado.
El ritual que habían hecho... ¡funcionó!
—¿La has encontrado? ¿Dónde está? ¿Ella...? ¡Ugh! —Un dolor intenso invadiendo desde su núcleo interno se extendió por todo su ser, cortando sus palabras.
—Esto va a tomar más allá de unos pocos años. —Arsen se posicionó justo frente a Deckard, nada más que la barrera de maná entre ellos—. ¿Cómo ha avanzado?
—Muy lento... —susurró Deckard, sus ojos entrecerrados debido al dolor—. Reconstruir mi nivel de maná y al mismo tiempo alimentar la Fuente de Magia para mantener la barrera sagrada...
—Te dije que era un riesgo.
—Ella está aquí. Vale la pena cualquier riesgo.
Ninguno de los dos esperaba un pago equivalente aquella vez.
Al hacer el ritual, se requería que hubiera una fuente constante de magia que permitiera al mago viajero soportar el viaje dimensional llevando consigo el peso de otra alma. Yendo a través del tiempo y las dimensiones, Arsen encontró la vida de Verónica justo en el momento de su muerte, trayendo esa consciencia consigo y llevándola ante Deckard. Solo él podía tener acceso a la poderosa magia sagrada del ciclo de la vida y la muerte, unió esa consciencia con aquellas memorias de una vida anterior a la nueva vida que iba a tener en esta dimensión.
Pero Deckard había recibido un Castigo Sagrado junto con Eciar antes, y el ritual que estaba cometiendo fue detectado por Vita, empeorando su condición. El resultado fue que, al terminar, si bien ninguno pudo saber cuándo aparecería Verónica o si había funcionado, Deckard había quedado imposibilitado de ejercer magia de alto grado, obligándose a sí mismo a recluirse en una meditación y flujo constante de magia en conexión con la Fuente. Pasó un par de años encerrado en la cima de la Torre Negra, tratando de sanar su núcleo por sí mismo.
—Quiero verla —dijo, su petición trayendo de regreso a Arsen—. ¿Cómo es? ¿Ella...?
—Es una niña. Tiene seis años ahora... pero recuerda. —Arsen se cruzó de brazos—. Es esa misma chica chillona que recuerdas. También... —Arsen le dio una sonrisa irónica.
Tenso, Deckard le vio ceñudo.
—Deja las pausas intrigantes. ¿Qué más?
—¿Recuerdas a mi discípulo, Bastianich? Es ahora el emperador de Rasluan. —Arsen inclinó la cabeza a un lado—. Verónica nació como su hija bastarda... y es mi nueva discípula ahora.
Más allá de importarle quién era su maestro, Deckard apretó las manos ante la mención de su, otra vez, conexión con la realeza. De todas las cosas que deseaba para ella, volver a ser parte de la realeza era lo último que él quería. La presión de vivir en una familia real era un dolor de cabeza constante, Deckard esperaba que ella pudiera vivir una vida tranquila, sea como campesina o una noble de bajo rango, de todas formas, él podría cubrirle cualquier otra necesidad que tuviera.
Lo hecho estaba ya. Con un suspiro cansado, lo más que podía hacer era tolerarlo... de nuevo.
—Quiero verla —repitió—. Yo... ¡Ugh! —gruñó más fuerte, su intento de salir de la barrera causó una mala reacción ante la impulsividad.
Si pretendía salir con su magia conectada a la Fuente, sería como intentar arrancarse la piel de su cuerpo. La Fuente lo obligaba a permanecer ahí, su núcleo al mismo tiempo lo mantenía ahí. Ambos elementos estaban en su contra ahora, después de varios años recluido, no era fácil desconectarse.
—Tonto. —La voz de Arsen, a pesar de su palabra, era más suave, todavía cruzado de brazos observando—. No puedes irte así cuando quieras. El flujo constante de magia sigue activo.
—Han pasado años desde que la vi... —Los ojos rojos de Deckard, a pesar del dolor intenso que estaba sintiendo, destellaron dentro de la barrera en dirección de Arsen—, ¡¿y pretendes que me quede aquí?! ¡¿Aún más con como está la situación fuera?!
Arsen parpadeó ante esa mención.
—¿Qué es lo que sabes?
—Una posible rebelión en Chadwick. La caída de Bromstung. Los refugiados en Dovelush. El aumento de las quimeras y los ataques constantes en Rasluan... ¡y ella está en Rasluan, maldita sea!
Aún con el desespero en el tono de voz de Deckard, Arsen lucía tranquilo, llevando una mano a su mentón en un gesto pensante.
—Hmm. Entonces tu chucho no te ha dicho nada...
Deckard se congeló.
—¿Eciar?
—Bastianich cree que Eciar ya estaba enterado de la existencia de Verónica. Y por otro lado... —Arsen suspiró—. No te alteres.
—Arsen...
—Vas a querer salir corriendo...
—Arsen —gruñó.
—Pero está todo bajo control.
—¡Arsen!
—Excepto por un detalle...
—¡ARSEN! —Deckard tuvo la fuerza para golpear la barrera, causando que su núcleo se viera afectado y vomitara un poco de sangre. Tosió un par de veces, el metálico regusto invadiendo su boca—. Tú..., basura inútil...
Más allá de todo, Arsen sonrió.
—Eres tan predecible —se burló por lo bajo, comenzando a rondar alrededor de la barrera—. Verónica recibió un ataque por parte de un mago oscuro recientemente. —Manteniéndose de perfil, la expresión del mago fue sombría—. Robaron un poco de su sangre.
Ignorando el dolor, lo que en esos momentos viajaba por las venas de Deckard fue hielo, congelando cada músculo, cada latido y pensamiento, luego de escuchar las palabras de Arsen.
No importaba la clasificación que tuvieras, seas un mago de cualquier nivel, no podías permitir que usaran tu sangre bajo ningún motivo. Y siendo Verónica, como él, hijo de un Dios, hurtar su sangre era impensable. Los rituales a los que podía verse afectada eran varios, cada uno peor que el anterior. Además, si se trataba de Rawdon, el peligro era mayor.
—¿Cómo... pudiste dejar que ella...?
—Yo... fue un descuido que no ocurrirá de nuevo —dijo Arsen con gravedad—. Tomo mi responsabilidad ante esto como su maestro. —Se volteó, enfrentándolo de nuevo—. Me importa una mierda lo que pienses, pero ante nada no decepcionaré a Lynd... —Con un nuevo respiro, Arsen se llevó una mano a la frente, como si estuviera deteniendo el inicio de una jaqueca—. He pensado en una forma de que puedas salir de aquí, solo que habrá una condición inesperada...
Deckard apretó los dientes, limpiando el rastro de sangre que quedó en la comisura de su boca. Quería tanto partirle la cara, quería tanto salir de esa prisión que tuvo que autoimponerse para destruir sus piernas y brazos; sin embargo no podía, tenía que estar ahí, casi dependiendo de su ayuda para poder salir, porque, aunque no quisiera aceptarlo, Arsen podía ser el único mago capaz aparte de él mismo.
—¿A qué te refieres?
—Verónica está produciendo mucho maná constante cada día. Llegará a un punto en donde no podrá controlarlo, se derramará sin control y podría causar un desastre. —Notó, por la tensión de Deckard, que él ya tenía una idea de a qué se refería, así que no se extendió mucho—. Quiero vincular su magia a la Fuente. Al hacerlo, no seguirá alimentándose de ti, y en cambio podrías salir beneficiado ya que también nutriría tu núcleo.
—¿Pretendes... que me aproveche de su magia? —El tono usado de Deckard expresó el desagrado que sentía ante esa idea.
—Sus núcleos son compatibles. —Arsen se encogió de hombros—. Se complementan entre sí. Ahora con un cuerpo propio, vive en armonía mágica y no le causará daño. Al igual que en una posibilidad tú podrías nutrirla a ella en caso de que agote su maná, ella puede hacer lo mismo por ti. De esa forma... —Arsen levantó una mano para abarcar la barrera—, no tendrías que estar obligado a permanecer conectado así y podrías movilizarte. Apenas ella derrame su maná en la Fuente, podrías estar libre unos días después... excepto por un pequeño detalle.
Deckard parpadeó, un poco perdido.
—¿Cuál detalle?
Los labios de Arsen temblaron, una burbujeante sonrisa escapando de su control.
—Depende de cómo lo veas, podría ser una ventaja para ti...
.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
.
Dos días después, Arsen se presentó en el palacio real de Rasluan, esperando a que las sirvientas de Verónica llegaran con la niña ya preparada. Harían un viaje a través de un portal mágico hacia la Torre Negra principal de Menevras, con el fin de vincular la magia sagrada de la niña a la Fuente Mágica. La presencia de Verónica, pensaba él, iba a causar un pequeño revuelo entre los demás magos. Todos notarían su aura mágica, el centellante color verde siendo la prueba definitiva de que ella era la hija de Naturae, así como aquella chica que hace años invadió sus vidas.
Arsen escuchó en una ocasión que la consideraron la "Señora de la Torre". No pudo evitar sonreír en son de burla ante el nombre.
Una presencia acercándose le hizo dejar de prestar atención al pasado y volver al presente. Verónica avanzaba acompañada de dos de sus sirvientas y Dynno. Como solicitó, la vestimenta de la niña era sobria, encima llevaba una capa oscura. No ocultaría su destellante aura esmeralda, sin embargo.
—Ya que estás lista, es hora de marchar. ¿Tu padre te dio las indicaciones?
Verónica asintió.
—Muy bien, entonces...
—¿Irán a algún lado? —La infantil voz de Lucius, seguido de cerca por Francesca y Noah, interrumpió las palabras de Arsen.
—Llevaré a su hermana a Tierra Sagrada. Volveremos en media hora.
Lucius frunció sus cejas.
—El tío Arsen nunca ha ido al imperio de Menevras. —Se adelantó un paso—. También queremos ir con ustedes.
—¡Sí! —Noah apoyó la idea, parándose al lado de su hermano—. Tío Arsen, llévanos contigo.
—Solo me llevaré a Verónica. No voy a cuidar niños. —Entrecerró los ojos—. Esta no es una visita de cortesía ni de ocio, así que quédense en el palacio.
—¿Para qué la llevarás ahí si no es un paseo? —cuestionó Noah, confundido.
—Nos portaremos bien. También queremos ir, tío. —Lucius tomó la mano de su hermano, avanzando un paso.
—Niños. —Holly decidió intervenir, presintiendo que la paciencia de Arsen estaba llegando a su límite. Después de todo, era conocido por su ligera tolerancia—. El maestro llevará a la princesa a un asunto oficial. Su Majestad solo dio autorización para que llevasen a la princesa.
—¡¿Por qué papá solo le dio permiso a ella?! Nosotros nunca hemos salido del imperio, ¿pero ella sí puede?
—Bien. Es suficiente. ¡Dynno! —Arsen encerró a ambos niños en una burbuja de magia, luciendo enojado—. Lleva a esos mocosos a sus habitaciones. Tú —habló a Verónica—. Sígueme. Ya hemos perdido tiempo.
Arsen ni siquiera prestó atención a las quejas indignadas de Lucius y las pataletas de Noah. Tampoco miró la forma preocupada de Verónica al pasar a un lado de ellos, antes de apresurarse a alcanzar a Arsen hacia el salón de estudio donde había un espejo portal que los llevaría a Menevras.
—Creo que ahora me tendrán más resentimiento cuando vuelvan... —oyó que decía Verónica.
Arsen bufó.
—Los niños son demasiado volubles. Se enojan con facilidad y se complacen muy bien de la misma forma.
—Desde que llegué, no parece ser el caso con esos dos, no al menos con Lucius. —Verónica logró ponerse a la par de Arsen—. Me odia. Cree que le estoy robando a su padre.
El mago a su lado suspiró.
—De por sí la situación con las quimeras invadiendo el imperio ha causado que Bastianich se vea forzado a descuidar de esos niños. Lucius, por ejemplo, he visto que ha tenido que madurar prematuramente contrario a otros niños de su edad. Noah sigue manteniendo su inocencia, aun cuando sigue en todo a Lucius.
—Jamás he sabido cómo tratar con niños porque nunca pude experimentarlo, en mi antigua familia, yo era la menor —comentó Verónica, los dos pronto alcanzaron el salón de estudio, Arsen la dejó pasar primero—. Lo que sí sé, es que "madurar" no es exactamente lo que ha tenido Lucius. Es grosero y arrogante. Demasiado malcriado y no es lo que un príncipe heredero debe ser. Podría perdonárselo en Noah... —Se detuvo cuando Arsen lo hizo frente al espejo—, siendo el menor, pero no en Lucius. No hay excusa para su comportamiento...
Arsen volteó a verla, permaneciendo en silencio unos segundos.
—Lucius no es un ángel, ambos sabemos eso, pero no es un mal niño. —La voz de Arsen fue más calmada esta vez al hablar—. Solo busca atraer la atención de su padre. Bastianich lo sabe. El problema es que, entre darles tiempo a sus hijos y darle un lugar seguro donde crecer, Bastianich prefiere lo último...
—¿A costa de que su hijo crezca con esa actitud tan desagradable? —Verónica dijo con cierta reprimenda—. He visto con mis propios ojos la situación fuera del palacio, también lo he vivido, y si aún tuviera la mentalidad de una niña como Lucius, creo que lo que menos querría es causarle problemas a mi padre que diariamente corre peligro... Lucius está sobreprotegido.
—¿Y qué pretendes? ¿Que lo expongamos al peligro para que vea la realidad?
—Quizá no de esa forma. Lucius debe entrar en razón...
—Todavía es un niño. —Arsen comenzó a dibujar una serie de coordenadas en el espejo, como si el cristal estuviera nublado y él fácilmente pudiese formar trazos, pronto una imagen similar al vestíbulo de la Torre Negra donde vivía Arsen se vislumbró del otro lado—. Entrará en razón por sí solo. Vamos.
Verónica quedó confundida por un instante.
Esa forma de viajar de un sitio a otro..., ella sentía que ya lo había visto antes. ¿Dónde? ¿Cuándo? Porque, cuando vivía con su madre, el uso de elementos mágicos como este era algo que no podían permitirse. Arsen cruzó el portal como si fuera una entrada abierta a una nueva habitación, y Verónica demoró en seguirlo antes de que, en caso de, la puerta se cerrase tras él.
Entonces, se vio en el interior del vestíbulo de una Torre de Magos. Contrario al de Arsen, no solo estaba la larga escalera, también habían otros pasillos desde los cuales veía que transitaban magos de un lado a otro, llevando pergaminos enormes, libros, yendo en grupos, también habían magos de todas las edades: jóvenes, adultos, y vio unos pocos niños, ninguno de su edad, y más cercanos a los nueve u diez años.
Arsen comenzó a empujar su hombro por un camino a la izquierda, el arco de la puerta era más grande a los demás. Los pies de Verónica, si bien trataba de seguir el ritmo de Arsen, caminaban lento. Se decía que todas las Torres de los Magos eran similares, tanto el exterior como interior, el problema era que esta Torre... ¿por qué había algo que se sentía terriblemente familiar? Bastianich había dicho que esta fue la primera Torre Negra de Magos que se fundó en todos los imperios y, conforme avanzaban por el pasillo, Verónica sentía que algo en la Torre palpitaba.
Algo poderoso la estaba... llamando.
—¡Alto! —Dos magos se pararon frente a ellos, deteniéndolos—. ¿Quiénes...? Oh. ¿Maestro Arsen? ¿Otra vez usted? —La mano alzada del mago que hablaba se bajó al identificar a Arsen—. ¿Viene a ver al maestro D—?
—No —interrumpió Arsen, antes de que completara el nombre—. No vine a ver al Mago Ancestral. —La mano en el hombro de Verónica se posó en la cabeza, cubierta por la capucha—. Vine a vincularla con la Fuente Central de Magia.
Fue ahí que los dos magos bajaron la mirada a Verónica... y retrocedieron un paso ante el intenso color esmeralda de su aura. Arsen lo supo. Supo lo que estaban pensando: esos dos magos estaban delante de la hija de Naturae.
—Por todos los...
—Háganse a un lado. No estorben. —Arsen los empujó para que Verónica avanzara, luego de un pasillo corto y tenuemente iluminado, se abrieron paso a una cúpula en la que se encontraba un gran orbe vibrante de magia pura y constante
La Fuente Central de Magia.
El maná que se condensaba en el interior era de un azul celeste, vivo, brillante, el solo respirar en la misma habitación se sentía un poco abrumador así como adictivo. Verónica, ahora que estaba frente a la Fuente, tenía el incontrolable impulso de acercarse, como si la estuviera llamando. De no ser por el aún agarre de Arsen en ella, ya estaría tocando la fuente.
Arsen se inclinó para colocarse a su altura.
—Verónica, escúchame bien lo que te voy a explicar. —Obtuvo la mirada de la niña—. Imagina que estás llevando en tus manos un poco de agua... —Arsen junto ambas pequeñas manos de Verónica—, y cuando toques la Fuente, piensa que estás dejando caer toda esa agua, muy lento, en la fuente. Concéntrate y siempre visualiza esa imagen que te di. Cuando sientas que ya no tienes nada que dar, dirás las palabras que tu padre te dijo que memorizaras... Las recuerdas, ¿no?
Verónica abrió la boca, cerró sus labios y luego habló.
—Las recuerdo —dijo, unos pocos nervios volviendo diminuta su voz.
—No tengas miedo. La Fuente no te hará daño. Cuando sientas que te sofocas un poco, solo di las palabras y cierra tus manos...
Una vez lista, Arsen dejó que Verónica se encaminara por sí sola hacia la fuente. De reojo, Arsen notó un punto de luz rojiza pasar volando cerca de él, ubicándose junto a un pergamino pegado en la pared. El hombre de cabello pelirrojo rodó los ojos.
Deckard observaba.
.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
.
Por fin podía acercarme a ella. Ese orbe llevaba rato llamándome, y cuando Arsen todavía quiso hablarme, yo solo quería decir "¡Weon, basta, quiero tocar esa mierda!". Ahora que estoy a un palmo, que solo necesito estirar mis manos para tocarla, tengo que esforzarme por concentrarme en lo que Arsen me dijo que hiciera.
Imaginar que vierto agua en la fuente.
Tengo que obligarme a respirar profundo, juntar mis manos como él me indicó y acercarlas hasta que se introdujeron en el orbe. Era como atravesar una barrera. Caí en cuenta de que algo cristalino, algo puro y de un celeste brillante fluía de mis manos en verdad, como agua de manantial, y al caer de mis manos, las gotas brillantes se condensaban y flotaban hasta fusionarse con el orbe. Pensé que el azul se combinaría bien, pero en cuanto esas gotas que caían de mis manos tocaban el borde de la barrera, el azul de la fuente se volvió de un esplendoroso verde esmeralda.
Dentro de la fuente, empezaron a crecer ramas hermosas, flores, la hierba y un sinnúmero de plantas, como si se estuviera formando un bosque, el más puro e increíble bosque que alguna vez he visto. Era tanta la calidez que me embargó, que una sonrisa burbujeaba de mis labios. Esa calidez pasó a abrazarme por completo, como una madre que me recibía en sus brazos, y... por extraño que fuera, quería llorar. Después de tantas cosas, solo quería acurrucarme ahí, quedarme para siempre.
—Shaira...
—¿Quién es? —Envuelta en esa calidez, escucho una voz que pronuncia un nombre.
—Shaira. Hija mía.
—¿Quién está ahí?
—Shaira..., pronuncia tu unión de vinculación. Sé aceptada por la fuente... Finalmente, has llegado a casa.
—¿Unión?
Vinculación.
Las palabras que Bastianich me dijo que memorizara.
Parpadeo y caigo en cuenta de que casi no fluye agua de mis manos, además, empiezo a resentir un poco de aire. Se ha agotado mi tiempo.
Oh. No, no quería irme.
Yo, esta calidez... ¡quería estar un poco más aquí!
—... Voluntariamente pido que se me abran las puertas. Voluntariamente pido que se me abran los brazos. Voluntariamente brindo mi alma. Voluntariamente brindo mi fuerza. Voluntariamente brindo mi núcleo. Voluntariamente prometo proteger. Voluntariamente prometo complementar. Yo, Verónica, aquella que posee la magia del agua y de la tierra, cedo mi alma, mi cuerpo y mi magia, para vincular... Yo... —Mis ojos, que estaban fijos en mis manos, se alzan hacia el paisaje con el bosque y, no sé si es un error, pero creo ver la figura de una mujer apenas definida en esa imagen. Mi mente se quedó en blanco unos segundos—, y-yo, aquella que nació con el don, pido a Vita su aceptación.
Ni bien acabé de decir esa última palabra, la sensación de unas manos tomando las mías en una caricia me embargó. El bosque se difuminó hasta desaparecer. El color esmeralda cambió a azul. La calidez me dejó, mi cuerpo frío pudo retroceder con pasos tambaleantes, hasta que choqué con Arsen.
—Bien hecho.
No le prestaba mucha atención, lo que tenía estaba fija en aquel orbe. Esa fuente que volvía a brillar azul, volvía a palpitar como un corazón de hielo enorme. En mis oídos llegó un sonido raro, y, cuando por fin acepté quitar mi vista para dirigirla en la dirección de ese sonido, me quedó estática.
Postrados.
Un enorme grupo de magos estaban postrados, en una reverencia profunda.
—Ha... Ha vuelto...
—Nuestra Señora...
—¡Es un milagro!
—¡Bienvenida de vuelta!
Voces. Muchos magos me miraban, me decían esas palabras, con lágrimas en sus ojos, y se inclinaban.
¿De qué están hablando todos?
—¡Suficiente! —Un gesto de Arsen detuvo todo ese palabrerío extraño—. Déjense de tonterías. Vayan a lo que suelen hacer. Basuras inútiles, ¿es así como les educa su maestro? No me debe sorprender nada.
—Pero, maestro Arsen, ella es...
—Ella no les debe de importar. No es su asunto. ¿Qué, no tienen obligaciones que hacer, investigaciones que completar? Jah. Vagabundos ociosos.
Todos los magos se sintieron desconcertados, otros tenían expresiones de indignación, y hubo muchos que aún me miraban como si quisieran acercarse a mí. Me hacían sentir como si estuvieran frente a la Virgen María...
¿Qué coño, weon?
Observo mis manos, el aura mágica a mí alrededor.
Mencionaron "Nuestra señora"... ¿es por mi aura diferente?
¿Que "he vuelto"? ¿Ya he estado aquí?
Sí es cierto que todo aquí me es... muy, muy familiar. Yo ¿ya he estado aquí?
Un brillo rojo comenzó a iluminar mis manos. Al alzar la mirada, veo una luz flotando, como una gran chispa roja frente a mi rostro. Está ahí, quita, parpadeando con suave calidez. Mi curiosidad me incita a querer tocarla, pero mi dedo solo la atraviesa, como si fuera nada.
—¿Esto...?
La luz se posa en mi muñeca derecha. Parpadea tres veces, y un fino hilo dorado comienza a dibujarse: una delicada cadena de oro con pequeñas piedras rojas, similares al rubí, aparece en mi muñeca. Un brazalete...
He visto este brazalete antes.
¿Dónde?
—Hmph. —El bufido de Arsen hace que levante la cabeza.
—Maestro, ¿qué es esto?
—... Eso... es un obsequio del maestro que dirige esta torre —dijo, y por su tono, parece no haber querido decir esas palabras. Como si estuviera disgustado.
—¿En serio? —Observo el brazalete. Es muy lindo, se siente cálido contra mi piel, y las piedras parecen brillar al son de aquella chispa de magia luminosa—. ¿Por qué no está aquí?
—Es un debilucho enfermo. Vamos, fuera de aquí. —Arsen comenzó a espantarlo con las manos, como quien trata de espantar una mosca molesta—. Ya hiciste lo que querías. Deja de fastidiar. Verónica, hemos terminado aquí. —Toma mi capucha, la ajusta sobre mi cabeza, antes de llevarme casi de arrastre.
Oh, mierda. Si vamos a estar así, al menos hubieras mandado a alguien más.
Se nota que no quieres estar ni un momento más en este sitio.
¿Por qué tanto masoquismo?
Además, esa chispa nos está siguiendo. Está justo sobre mi hombro, revoloteando de un lado a otro.
—Gracias por el obsequio. —Sea quien sea, es un regalo muy bonito. Me hubiera gustado conocerlo en persona, y preguntarle a Arsen por su falta de presencia no parece una opción. Mejor espero a llegar a casa, preguntarle a papá o a Dynno.
El maestro de la primera torre de Menevras.
¿Qué tipo de persona será?
.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—••—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
Ha pasado un tiempo ¡hola!
Primero que nada, pido una enorme disculpa por los casi 4 meses desde la última actualización. No había esperado tener problemas para continuar. Sí, era casi como un bloqueo. Razón por la que me vi obligada a detener todo antes de cagarla y reestructurar mejor las cosas. Así que, hemos vuelto con mejores ideas a los cuales espero no tener más dificultades a futuro.
Probablemente me arriesgué a perder lectores por tantos inconvenientes, así que espero que los pocos que aún permanezcan aquí, sientan que este capítulo haya valido un poquito la espera. ¡Juro que me estoy esforzando para traer algo por el que valga la pena invertir su valioso tiempo! ;-;
Me ayuda mucho sus comentarios, pasa saber que estoy en buen camino y saber que aún cuento con su apoyo. Verónica todavía sigue, jamás abandonaría su historia, lo digo y vuelvo a repetir.
Gracias por seguir aquí , y esperen pronto la siguiente actualización.
