Habían transcurrido ya tres semanas desde que tuvieron su partido contra Tenjin. Desde entonces, Kyosuke se había mantenido en el hospital, recuperándose de su grave lesión. Los dormitorios se habían convertido en un lugar muy triste, pues no contaban con el buen humor y las bromas de Kyosuke.
El equipo masculino se encontraba practicando aquel día, y los jugadores se reunieron para descansar.
– Entrenador, ¿tendremos las eliminatorias para el Torneo Regional en una semana, correcto? –le preguntó Masahiro a Murakami.
– Es verdad, nuestro partido será el próximo sábado, y tendremos que planear como jugar sin Kyosuke –respondió el entrenador.
– Conmigo como delantero no deberemos tener problemas –murmuró Kiba, lejos de ellos.
– De cualquier forma, nuestro oponente será Fujikawa. Dudo que sean muy difíciles, a comparación de nuestro partido contra Tenjin –opinó Esaka.
– Pero no podemos confiarnos. Tenjin consiguió darle la vuelta al partido en muy poco tiempo. Hay muchos errores que debemos corregir. Además, sin Kyosuke… –comenzó Mori.
– Lo más importante ahora es trabajar con nuestros jugadores y plantearnos una nueva estrategia. Regresemos a la práctica de inmediato –sentenció Murakami, cortando al manager.
– ¡¡Sí!! –gritaron todos.
La práctica siguió como siempre, claro que aún se sentía la falta de Kyosuke. Ya no eran para nada divertidas. Aún de los intentos desesperados de Esaka para levantarles el ánimo, todos (a excepción de tres de los que pronto hablaremos) seguían bastante tristes ante la falta del Cabeza de Naranja. El único que podía esforzarse como debía era Masahiro. La práctica de ese día no se alargó mucho.
Ya era de noche, y Kiba y compañía se encontraban vagueando por la ciudad, mientras hacían el mayor desastre que podían.
– Anímate Yûya, ahora ya no esta el Cabeza de Naranja. Ya puedes lucirte con el entrenador, y con esto conseguirás ser titular en los partidos –trató de animarlo Shinkawa.
– Eso no es lo que me preocupa, Shinka. Lo que me da rabia es que ese Cabeza de Naranja tiene toda la atención de Miki... ¬¬ –se lamentó Kiba.
– Kiba, no deberías estar pensando tanto en eso. Ella misma nos admitió que no le interesa Kyosuke, ¿Qué acaso no lo recuerdas? –opinó Muroi.
"– ¿Querer yo a ese inútil? Es un tonto y maleducado, ¡y ni siquiera sabe jugar bien al fútbol! –gritaba Miki."
– Pero eso no descarta que entre ellos haya una conexión. Hasta donde se, ella ha estado visitando al Cabeza de Naranja al hospital durante estas tres semanas, ¿no les parece extraño? –dijo Kiba.
– Seguramente solo es trabajo comunitario... no te lo tomes tan mal Yûya –respondió Shinkawa.
Y siguieron caminando por la calle, mientras Kiba iba de aquí por allá dando tumbos y tirando los basureros.
Ya estaba anocheciendo cuando Masahiro se encontraba corriendo en los jardines de Akanegaoka. Al parecer el se había quedado con algunas energías, y prefirió usarlas para correr un rato por ahí.
– Creo que fue una suerte que entrara a Akanegaoka –dijo Masahiro, recordando tiempos pasados.
"Masahiro, uno o dos años más joven, estaba tirado en el piso, con varias heridas en los brazos y en el rostro. Un viejo hombre sostenía un látigo en su mano, con el que golpeaba al chico.
– Eres un bastardo –gritaba el hombre, dándole un golpe, haciendo que el muchacho cayera al suelo. A juzgar por su tono, esta ebrio –. ¡¡Ahí de ti si intentas volver a escapar!! ¡¡Sin mí tú no eres nada!!
– ¡¡Al menos fuera no tengo que soportar tus abusos!! –Masahiro intentó incorporarse – Maldito sea el día en que te conocí...
– ¡¿QUÉ ES LO QUE HAS DICHO?! –volvió a golpearlo – ¡¡Repítelo otra vez!!
– ¡¡Lo diré una y mil veces!! ¡¡Maldito sea el día en que te conocí!!
Esta vez si se había enojado el viejo. Amenazó a Masahiro con un arma, mientras le decía:
– ¡¡Vete!! ¡¡No quiero volver a verte aquí! ¡Qué la miseria de las calles te mate!
Masahiro se levantó del suelo, y salió sin rumbo fijo, con su sangre corriendo por la frente..."
Masahiro, sin darse cuenta, había vuelto a chocar, esta vez con Miki.
– ¡Masahiro! Lo siento mucho... –dijo Miki, apenada.
– No es nada, Miki . Por cierto, ¿de dónde vienes? –preguntó el muchacho.
– Estaba en el hospital, dándole su tarea a Kyosuke –suspiró –. Dado que no puede venir a la escuela, debo llevarle sus deberes.
– Creo que iremos a verlo un día de estos al hospital –sugirió Masahiro.
– Me parece genial –vio los dormitorios –. Bueno, ¿qué tal si vamos a comer algo de la comida de Fukuko? n.n
– Bien, vamos –respondió Masahiro.
Una suave brisa entraba desde la ventana de la habitación 119. Dentro se encontraba un muchacho, quien, a falta de algo mejor que hacer, se limitaba a solo dormir. Su rostro sudaba, pues el parecía tener un mal sueño...
"Se oyó un soplido de un silbato. Los jugadores de Akanegaoka se veían abatidos ante una intensa tormenta, mientras jugaban la final del torneo. Frente a ellos, un jugador vestido de color azul levantaba frente a Kyosuke la Copa de Japón. Mientras Kyosuke veía relumbrante el brillante trofeo, abucheos y risas se oían desde las gradas de Tenryu. Los mismos jugadores del otro equipo de burlaban de ellos y los golpeaban, mientras la Copa brillaba frente a ellos, como si esta también se estuviera burlando. Un muchacho se acercó a Kyosuke, mientras le decía cosas al oído.
– Kyosuke... me has decepcionado…"
– ¡Hermano!
No se había dado cuenta de que se había despertado, ni mucho menos que Miki acababa de llegar a verlo. El rostro de la chica se veía un poco perplejo.
– ¿Te encuentras bien, Kyosuke? –preguntó Miki, acercándose lentamente.
– No es nada... –vio los libros que cargaba ella en la mano – ¿Más tarea? ¿Qué acaso no puedo descansar un rato? –y se tapó la cara con la almohada.
– ¡No digas eso! Tú no puedes ir al colegio, pero aún así que es tu responsabilidad hacer tus deberes diariamente. Además, la Srta. Kaori dijo que te ayudara a mejorar tus calificaciones –dijo Miki, furiosa.
– Buah T-T Comencemos ya...
Mientas el sol caía por el horizonte, Miki y Kyosuke trabajan sin parar. Escribían mucho. Kyosuke, a pesar de estar algo perdido entre tantas ecuaciones y problemas, no podía dejar de notar lo bella que se veía Miki en aquella ocasión. Se encontraban muy cerca el uno al otro. Los ojos de Miki reflejaban los de Kyosuke. Aquella era una ocasión perfecta...
– Me siento raro cuando estoy cerca de alguna chica –pensaba Kyosuke –, pero esto no pasa cuando estoy con ella. ¿Por qué será?
– ¿Eh? ¿Kyosuke, me sig...? –volteó a verlo.
Ahora estaban directamente frente a frente. Muy poco era lo que separaba los rostros de ambos. Aquellos finos labios despertaron en el muchacho una sensación jamás antes vivida. Kyosuke fue acercando su cabeza poco a poco a la de Miki...
– ¡¡Hola, chico!!
Detrás de Esaka, quien abrió la puerta de un portazo venían Masahiro, Sakai, Rodrigo, Ichikawa, Mori y Karin. Todos se habían quedado perplejos al ver lo cerca que estaban ambos. El contacto era inminente.
– ¡Eh, Kyosuke! ¡Tenemos que seguir estudiando! –disimuló Miki.
– ¡Si, muy bien!
Casi todos los que venían (a excepción de Karin, quien trataba de capturar ese momento en una fotografía) suspiraron aliviados. En unos pocos momentos, habían convertido la habitación de Kyosuke en una sucursal del dormitorio naranja.
– Es sorprendente. La serie A Italiana está por terminar, y Seisuke Kanou ha logrado colocar a A.C. Milán en el favorito a ganar el título –decía Ichikawa, viendo el televisor.
– Ese Seisuke es verdaderamente sorprendente, me gustaría conocerlo en persona –dijo Masahiro.
– Hermano... –Kyosuke regresó a la normalidad – De cualquier manera, ¿Qué hacen todos ustedes aquí?
– Venimos para anunciarte que tendremos nuestro partido clasificatorio para el Torneo Regional el próximo sábado. Además, ¿qué tiene de malo que vengamos a visitarte de vez en cuando? –comentó Esaka.
– De acuerdo ¬¬ –vio a Masahiro, quien estaba en la ventana – Oye, Masahiro.
– ¿Pasa algo?
– Yo... quería darte las gracias por haber anotado el gol del empate en el partido contra Tenjin. De no haber sido por ti, habríamos perdido aquél partido –dijo Kyosuke, solemne.
Masahiro se sonrojó.
– ¡No! ¡No solo fui yo! Todo el equipo fue clave para que anotáramos ese gol.
– Eso no es cierto ¬¬ –dijo Kyosuke, enfadándose –. Fue por culpa del Cabeza de Nido y sus secuaces que nos anotaron esos tres goles…
Kyosuke suspiró.
– Oye, Kyosuke –dijo Sakai, saliendo del silencio –, venimos a entregarte esta carta que llegó a los dormitorios hace algunos días.
Le entregó un sobre a Kyosuke.
– Esto es de mi madre... –dijo Kyosuke después de leer la carta y hablando en voz baja.
– ¿Qué dijiste, Kyosuke? –preguntó Miki.
– No dije nada, entrometida ¬¬
– ¡A sí! –ahora habló Rodrigo – Kyosuke, el entrenador Murakami nos pidió que te dijéramos que te recuperes pronto. Fukuko también nos dio esto, para que no te sientas tan mal.
Karin le entregó a Kyosuke una canasta que contenía lo mejor de la comida de los dormitorios de Jyoyo. Para Kyosuke, esto debía ser oro. De inmediato comenzó a devorar todo su contenido.
– Bueno, ya creo que es hora de que nos vayamos –dijo Masahiro, viendo la hora –. Mañana tenemos que seguir entrando.
– Es cierto, ya debemos irnos –dijo Ichikawa, y se levantó de su silla.
– Bien, Kyosuke, nos vemos –se despidió Sakai.
– Sí, suerte en el partido –les deseó Kyosuke.
– ¿Qué? ¿Acaso no vendrás al partido? –preguntó Karin.
– Karin, la lesión de Kyosuke es grave. No podrá salir del hospital hasta dentro de poco más de tres meses –dijo Mori.
– Bueno, cuídense todos –dijo Kyosuke, sonriendo.
– ¡Adiós, Kyosuke! –dijo Miki, agarrando sus cocas y dirigiéndose a la puerta.
Todos se retiraron, dejando solo a Kyosuke. Este, al notar que estaba cansado, se tumbó de nuevo en la cama, sin saber nada de lo que sucedía a su alrededor. El esperaba con ansias el momento para salir del hospital. Ya se había hartado ¬¬.
