El partido clasificatorio para el Torneo Intercolegial se estaba acercando. El equipo tenía la moral baja después de haber empatado con Tenjin, y no se mostraban muy entusiasmados con su próxima contienda.
Murakami ya se había dado cuenta de ello, e intentó, junto con Esaka, darles ánimo a sus jugadores. Sin embargo esto no sirvió para nada. Todos seguían lamentando la falta de Kanou en las prácticas, pero más que eso, lamentaban la falta de su amigo en su propia vida. Aquello quizá les traería consecuencias.
Un día antes de jugar contra Fujikawa, el entrenador Murakami anunció a quienes serían titulares.
– Usaremos un sistema 4-5-1 en el juego de mañana, con nuestro delantero, los cinco medios, tres defensas y un líbero –Murakami tomó una lista –. De la misma manera que en el otro partido, les anunciaré las posiciones de los abridores en el juego de mañana.
-Portero: Sakai (1).
-Delantero: Kiba (11).
-Medios: Rodrigo (Medio Centro, 10), Esaka y Sasao (Volantes, 8 y 4), Ichikawa y Shinkawa (Laterales, 12 y 6).
-Defensas: Toda y Doi (laterales, 3 y 2), Muroi (Centro, 5), Miyamoto (Líbero, 7).
– Al fin me han tomado en cuenta. Conmigo como delantero guiaré a Akanegaoka a la victoria. Y después de eso, llegaré la J-League –murmuó Kiba.
– ¡Lo lograste, Yûya! –dijo emocionado Shinkawa.
– ¡Por fin eres titular! –dijo Muroi.
Mientras el trío celebraba que eran titulares, Masahiro, Rodrigo y Sakai se estaban yendo del campo, con rumbo a los dormitorios. No se despidieron de nadie.
– Parece que nuestros jugadores no parecen muy animados por el partido –comentó Mori.
– Espero que al menos tengan suficiente energía para aguantar ambos tiempos –suspiró Karin.
– Mori, Fujisawa, asegúrense de que ambos descansen bien esta noche. Quiero que estén al máximo para que puedan ganar el juego –les dijo a ambos Murakami.
– ¡Sí!
Muy pocos cenaron esa noche. Fukuko se dio cuenta de ello.
– Cielos. Tendrán un juego mañana, pero no parecen estar animados. Tampoco veo que coman mucho –suspiró –. Creo que la ausencia de Kyosuke les está afectando.
Ella tenía razón. Pocos eran los que estaban comiendo. En una mesa, Esaka, Ichikawa, Sasao, Doi, Toda y Mori discutían las posiciones de los abridores del juego.
– No puedo soportar que esos tres Kiba, Muroi y Shinkawa sean abridores en el próximo partido. Esos tres no tienen experiencia para jugar en un partido real –se quejó Ichikawa.
– Es verdad. Nuestros ataques carecen de efectividad, pues Shinkawa solo le pasa el balón a Kiba –dijo Sasao, siguiéndole la corriente a Ichikawa.
– Además, pienso que Kiba no es el tipo de delantero capaz de darle el cambio al partido. Lo único que hace es esperar la pelota que le mande Shinkawa –comentó Mori.
– Kiba es demasiado ingenuo. En las prácticas, no parece querer esforzarse por buscar los balones, o pelear contra los defensas. Solo se queda ahí, en el área, esperando por Shinkawa –apuntó Toda.
– Muroi también tiene mucho que aprender. Si bien tiene el suficiente físico para cubrir el vacío de Kamata, no tiene la velocidad o la técnica para vencer a los delanteros. Creo que lo mejor sería hablar con el entrenador y que cambie las posiciones del juego –sugirió Ichikawa.
Esaka se levantó de golpe, enojado.
– ¡Eso no es cierto! Aunque a ellos les falta la experiencia, tienen el suficiente talento para poder jugar en un partido real.
Sakai igual interrumpió la discusión desde otra mesa.
– ¿Pero estaría bien sacar a esos tres solo por no llevarse bien con nosotros, los jugadores avanzados?
– Además, el único que ha conseguido alcanzar los pases de Shinkawa ha sido Kiba –señaló Rodrigo, quien estaba junto a Sakai.
– ¡Es cierto! Recuerden que somos Akanegaoka, los campeones regionales. ¡No perderemos contra ningún equipo sin antes tener nuestra revancha contra Tenryu! –dijo Esaka.
Ichikawa dejó su asiento y tomó su plato de comida.
– De acuerdo –les dio la espalda–. Pero si no tenemos mejores resultados, haré que el entrenador los cambie.
Mientras veían como Ichikawa salía del comedor, Masahiro estaba de pie junto a la ventana, contemplando la luna. El sabía muy bien que mañana tendrían una contienda muy dura, que les valdría la entrada a los juegos intercolegiales. Lo mejor era descansar.
– Bien, ya me voy. Buenas noches a todos –Masagiro igual tomó su plato y se fue.
Después de despedirse, Masahiro se fue directo a su habitación. Notó que había mucho calor. Se levantó de la cama y fue a abrir la ventana. Una suave brisa de aire golpeó su cabello y despeinó sus cabellos castaños.
– Será mejor que ya me duerma…
La mañana en el estadio había amanecido calurosa y soleada. El clima veraniego se reflejaba en el estadio. De vez en cuando se sentían brisas de aire helado. Ya estaba casi por iniciar el encuentro.
– Bueno, aquí podemos ver a ambos equipos saltar al campo de juego. El partido será entre Jyoyo Akanegaoka y la escuela Fujikawa Dai'chi. Akanegaoka, ante la ausencia de Kyosuke Kanou, el goleador, se vio obligado a hacer varios cambios –dijo el comentarista.
– Así es –comenzó su compañero –. Aunque siguen usando a un solo delantero, la media cancha y la defensa sufren alteraciones. En la zaga vemos a tres defensores principales y a un líbero, algo similar al partido pasado. Esperemos que estos cambios le sean útiles al equipo campeón en este juego.
Abajo, en la banca, Murakami le daba al equipo su habitual discurso de iniciación.
– A pesar de que Fujikawa no tenga un equipo sobresaliente, no deben confiarse. Si no juegan a su propio nivel serán alcanzados por el enemigo. Si pierden este juego, nos veremos en grandes problemas.
Esaka se dirigió al equipo ahora.
– Escuchen. Este partido será mucho más duro que el primero, pues no tendremos a Kyosuke, pero no por eso deben bajar su espíritu. ¡Somos Akanegaoka, los campeones! ¡Juguemos para ganar!
– ¡Sí! –gritaron todos.
Fujikawa usaba uniformes de color verde. Como era la costumbre, los capitanes de los equipos se debían dar la mano. Esaka y Yudoi (el capitán de Fujikawa) apenas si se voltearon a ver. Querían que el partido comenzara lo más pronto posible para que acabara rápido.
El árbitro sopló su silbato.
– ¡Y comienza el juego! El lateral de Akanegaoka, Shinkawa, se mueve por la banda derecha del campo, mientras dribla usando su habitual velocidad, llevándose a los dos primeros jugadores de Fujikawa. Ahora buscará el centro.
– ¡Yûya! –gritó Shinkawa, mandando centro.
– En una combinación de novatos de Akanegaoka, Shinkawa le manda el balón al delantero Kiba. Como apenas lo vimos pocos minutos en el partido pasado, no sabemos de lo que puede ser capaz este jugador…
Ahora el balón salía de los pies de Shinkawa y llegaba a Kiba. Aunque parecía un pase demasiado largo, Kiba supo como alcanzarla. Todo parecía perfecto. Pero, para su desgracia, Kiba fue a llegar a un fuera de lugar, haciendo que el esfuerzo fuera inútil.
– Es una lástima. Se ha marcado un fuera de lugar a Akanegaoka. Kiba estaba muy adelante cuando recibió el balón. Fujikawa cobrará el tiro libre –comentaron desde el palco.
– ¡¡Kiba!! ¡¡Si vas a disparar, anota!! –gritaba Murakami desde su área técnica.
– ¿Acaso se estará burlando de mí? Porque si es así yo... –pensaba Kiba, enfadado.
– ¡Kiba! ¡Regresa al juego! –le gritó Rodrigo.
– Fujikawa mantiene el control del esférico con sus dos delanteros, Yudoi y Hikata. Ambos cruzan la media cancha de Akanegaoka llevándose a Esaka y a Sasao…
– Apenas ha comenzado el juego ya nos están causando problemas –pensaba Esaka mientras corría –. Tendremos que tomar la iniciativa –vio hacia su línea defensiva –. ¡Prepárate, Miyamoto!
– ¡Sí! –respondió el número siete.
– Aquí podemos ver como Miyamoto, quien hasta ahora se encontraba tras Muroi, ha corrido desde la línea defensiva y le quita el balón a Yudoi. Veamos que más nos ofrece este interesante jugador.
Masahiro corrió desde detrás y consiguió quitarle la pelota a Fujikawa. Mientras se quitaba la marcación, analizaba sus opciones de pase. Tenía a Ichikawa por izquierda, Rodrigo delante y a Shinkawa por derecha. Sería mejor que lo intentara por la izquierda, o...
– ¡Rodrigo!
Tuvo que hacer el pase, pues sintió una punzada en el corazón que lo hizo detenerse. Su cuerpo le pesaba y estaba débil. Debía regresar a la línea defensiva.
– ¡Increíble! Cuando pensábamos en que Miyamoto la pasaría a la izquierda, ejecuta un pase cruzado precisamente calculado a Rodrigo, quien ahora empieza a quitarse a tres defensores de Fujikawa. El control del partido regresa a Akanegaoka, quien se prepara para iniciar su ofensiva.
– ¡Rodrigo! ¡Por aquí! –pidió Ichikawa, alzando el brazo.
– Ahora vemos a Rodrigo, quien pasa el balón a Ichikawa por izquierda. Con esto, Akanegaoka muestra mas opciones a la ofensiva, que tarde o temprano podrían convertirse en gol.
– ¡Kiba! –gritó Ichikawa, pasándosela al delantero.
Era claro que Ichikawa no quería pasar el balón a Kiba, pero tuvo que hacerlo. Dado que Rodrigo estaba siendo marcado, y Shinkawa estaba hasta el otro lado, Ichikawa no tuvo más remedio que pasarla a Kiba, quien estaba al menos diez metros tras el área de penales.
– ¡Aquí voy! –gritó Kiba, corriendo tras el balón.
– ¡Sorprendente! ¡Kiba ha evadido su marca y se ha lanzado en plancha por el balón! ¿Podrá ser esta la oportunidad que buscaba Akanegaoka?
Kiba saltó al mismo tiempo que le llegaba el balón de Ichikawa. Era la oportunidad de oro. Lo único que necesitaba era hacer un buen cabezazo. Pero, para su mala suerte, uno de los defensas había saltado al mismo tiempo que Kiba. Al ser más alto que el, pudo fácilmente quitarle la pelota. Ambos cayeron al suelo.
– ¡Eso fue una falta! –exigió Kiba, mirando enojadísimo al árbitro.
El árbitro ni siquiera lo vio. Regresó al partido.
– Al acercarnos al final del primer tiempo, hemos visto un control de balón impecable en Akanegaoka, pero aún así no logran concebir el primer gol. Esperemos que esto cambie pronto.
Finalmente el árbitro sopló el silbato otra vez. Se fueron al medio tiempo sin ver goles. Los jugadores de Akanegaoka se retiraron a los vestidores.
Mori y Karin ayudaban a repartir toallas y agua entre los jugadores. Mientras, Murakami repasaba las jugadas con ayuda de una cinta de video. Todos los jugadores estaban abatidos y cansados. No creían la posibilidad de empatar con Fujikawa.
– Entrenador, ¿cree usted que con estas jugadas que nos dice podamos darle la vuelta al marcador en este segundo tiempo? –lo cuestionó Ichikawa.
– Si por mi fuera ya estaríamos arriba por al menos dos goles. Pero quienes deben marcarlos son ustedes –los reprochó Murakami –. Si no pueden ganar este partido, olvídense de tomar revancha de Tenryu en los nacionales.
– ¡Chicos, no se desanimen! ¡Aún tenemos tiempo, vamos a jugar con todo lo que tenemos para ganar! ¿Entendido? –trató de animarlos Esaka.
– ¡Sí!
En un rincón, Kiba, Shinkawa y Muroi estaban conversando, lejos de las vistas de todos.
– Lo has estado haciendo bien Yûya. No te preocupes por los otros, Muro y yo te pasaremos el balón para que anotes un gol –dijo Shinkawa.
– Shinka tiene razón, Yûya. No te desanimes. Tú anotarás el gol de la victoria –comentó Muroi.
– Espero que sea así –dijo Kiba, levantándose.
Mientras tanto, Masahiro se encontraba fuera, en uno de los baños. Ya llevaba por lo menos diez minutos ahí. Su corazón había comenzado a latir fuerte, al mismo tiempo que tenía problemas para respirar. Tal vez era el asma del que sufría desde niño el que lo mortificaba. Pero esperaba que esto no afectara su rendimiento.
– No... No puedo fallar... –Masahiro se incorporó – Tengo que continuar de pie y ayudar al equipo a ganar. Pero, ¿por qué...?
– ¿Pero que...?
– ¡Sakai!
Por la puerta del baño había entrado Sakai.
– Masahiro, ¿te sientes bien? –le preguntó.
– No… no es nada, te lo aseguro... –respondió Masahiro, saliendo de ahí.
– Ya han transcurrido treinta minutos de la segunda mitad y nos estamos acercando al final del partido. El marcador sigue cero por cero. No vemos mucha acción en ambos lados. Todo es a medio campo.
Masahiro ya se había recuperado un poco de su dolor en el corazón. No podía correr a mucha velocidad, pero aún se mantenía de pie. Sus compañeros también mostraban signos de cansancio. Ya no veía pases precisos de Ichikawa, o asistencias de Shinkawa. Solo veía a Rodrigo y a Esaka correr de un lugar para otro, mientras buscaban el balón que mantenía Fujikawa.
– Ya estamos en el minuto 37 y Fujikawa Dai'chi ha comenzado una nueva ofensiva usando a sus dos delanteros, Hikata y el capitán Yudoi. Ambos ya se quitaron a Kiba y Shikawa, y avanzan por el medio campo.
– Aunque ellos también están cansados –pensaba Esaka –, siguen atacando. No se dan el lujo de parar por un compañero caído. Eso deberíamos hacer nosotros.
– No se han rendido, y siguen buscando el gol –Sasao se barrió en vano por buscar la pelota.
– ¡Muroi, cuidado ahí! –advirtió Rodrigo.
Muroi corrió para detener a Hikata, quien tenía el balón y preparaba su disparo. Pero, para su gran sorpresa, este pasó el balón a Yudoi, quien no estaba marcado.
– ¡Está es! –gritó Yudoi, disparando.
– ¡Increíble! Fujikawa ha engañado a Akanegaoka y los tomó por sorpresa. El disparo de Fujikawa se acerca peligrosamente a la portería de Sakai.
Sakai intentó como pudo, pero le fue inútil. El balón pasó a escasos centímetros de su mano, mientras que se introducía en la portería.
– ¡GOL! ¡Increíble! Fujikawa viene desde atrás y consigue en primer gol del partido. Akanegaoka se ve en grandes aprietos. Sol quedan tres minutos para que acabe este partido. ¿Podrán los campeones volver al juego?
De repente, una voz estridente y enojada se escuchó en todo el estadio. Esta voz arrogante era la de...
– ¡¡Qué demonios están haciendo, chicos!!
¡Era Kyosuke el que estaba llegando por la entrada del estadio, con el la ropa sucia, algunos raspones y con muletas! Todos se habían quedado helados al ver a Kyosuke entrar. Se le veía cansado y adolorido, pero en su mirada se notaba decepción y angustia.
– ¡Rodrigo, Ichikawa! ¡Sakai! ¡Capitán! ¡No pueden darse por vencidos! Aún pueden enseñarles a esos chiquillos cual es el espíritu de Akanegaoka! –les gritó el Cabeza de Naranja.
Miki se acercó a Kyosuke, furiosa.
– ¡Qué crees que estás haciendo! ¡Tienes que regresar al hospital lo más pronto posible!
– Dame un minuto –ahora vio a Kiba.
– Este Cabeza de Naranja... –pensaba Kiba, viendo al otro goleador a los ojos – No solo tuvo la arrogancia de salir del hospital, sino de también venir a culparnos de que estemos perdiendo.
Kyosuke lo miró con desprecio.
– Anota... tu eres el delantero, y tu responsabilidad es anotar goles. En ti recae que ganemos el partido.
Kiba tuvo que comerse su orgullo para responder.
– Sí.
– Se reanuda el partido con el saque de Akanegaoka.
– No era necesario que Kyosuke nos lo recordase –se quejaba Esaka –. Nosotros ganaremos el partido. ¡Shinkawa!
– A pesar de que yo prometí siempre estar al lado de Yûya, tendremos que ganar el partido a toda costa –pensaba Shinkawa mientras corría a toda velocidad hacia el arco rival.
– ¡Shinka! ¡Por aquí! –gritaba Kiba en el área.
Shinkawa preparó su disparo.
– Lo siento, Yûya...
El pase no fue hacia el centro, como se suponía. Se alargó hasta el lado izquierdo. Kiba dejó de correr, al ver que el balón se dirigía hacia...
– ¡TOMA ESTO!
– ¡Sorprendente! ¡Ichikawa salta por los aires y recibe la pelota de Shinkawa! Con esto se podría emparejar el partido.
Demasiado tarde. A pesar del esfuerzo sobrehumano que hizo Ichikawa, al balón fue salvado por el portero de Fujikawa. El árbitro, tras esta acción, dio por finalizado el partido.
– ¡Se acabó! Akanegaoka, el campeón del año pasado ha sido vencido por Fujikawa Dai'chi, quien califica para el Torneo Intercolegial.
Todos los jugadores de Akanegaoka salieron abatidos del campo de juego. No lo podían creer. Habían perdido su partido, y con esto se esfumaban muchas de las esperanzas de vencer a Tenryu.
Kiba avanzaba hacia la banca. Kyosuke lo observaba detenidamente.
– No me mires así, Cabeza de Naranja –dijo en tono desafiante.
– Anota. Si eres el delantero, actúa como tal ¡Anota goles!
Miki ayudó a Kyosuke a salir del campo, mientras los demás jugadores se retiraban a los vestidores. Sabía bien que no serían bien recibidos en su escuela por haber perdido aquél partido.
