Se acercaban ya los tres meses de Kyosuke dentro del hospital. Durante ese tiempo, Miki había estando yendo al hospital para ayudar al muchacho con sus estudios.
– ¡Kyosuke!
Mika estaba entrando a la habitación del hospital con cara alegre. Se quedó helada al ver la escena. Una mujer (que Miki supuso que era la madre del chico) ayudaba a Kyosuke a ponerse una camisa. Miki, al notar que el muchacho peli-naranja se encontraba semidesnudo, tuvo que taparse la cara con su mochila, mientras se sonrojaba intensamente.
– Kyosuke, coopera un poco. Tiene que quedarte bien –decía la señora Kanou, tratando de que Kyosuke se pusiera una camisa de pijama.
Oye, eso dolió dijo Kyosuke –respirando una vez que la tenía puesta.
En ese momento, la señora se dio cuenta de que Miki estaba ahí, frente a ellos. Parece que todo era gracioso para ella, pues rió cuando vio cuando Miki se tapó la cara y se sonrojaba.
– Vaya, que embarazoso... –dijo entre risas la señora Kanou.
Miki: haciendo una pequeña reverencia Señora, déjeme presentarme se puso una mano en el pecho Soy Miki Tsujiwaki, compañera de su hijo en Akanegaoka y la capitana del equipo femenino.
Kyosuke igual estaba algo rojo.
– Oye, ¿no tenías que sacar la ropa? –le preguntó a su madre para quitársela de encima.
– Sí, es verdad... –la señora se alejó de la cama y tomó el cesto de ropa que estaba en una silla.
– Señora, permítame ayudarla –dijo Miki mientras se destapaba la cara y le tendía la mano.
– No hace falta –la señora Kanou se acercó a la puerta –. Ponte cómoda.
Se retiró de la habitación. Dejando solos a Miki y a Kyosuke. Ella tomó una de las sillas, y se acercó a la cama del muchacho.
– ¿Tu madre siempre es así de atenta contigo? –le preguntó, curiosa.
– Me siento agotado cuando estoy con ella... –contestó Kyosuke desganado.
– ¿Te sientes agotado con tu madre cerca? –preguntó de nuevo Miki, perpleja.
– De cualquier forma –Kyosuke levantó la cabeza –, ¿no tendrán un partido clasificatorio pronto? ¿Qué acaso no tienen prácticas?
– ¡Claro! –y Miki se levantó de golpe de la silla – Nuestra meta de este año es ganar un juego oficial, y ya nos estamos preparando. Y hablando de eso –sacó sus cuadernos y lápices de la mochila que cargaba con ella. Se los dejó a Kyosuke –. Yo debo irme ahora para la práctica, y tú tienes que hacer tus deberes. Si no los terminas para cuando yo llegue, ¡te irá mal!
– ¬¬… –Kyosuke no dijo nada.
Miki se despidió de él y salió de la habitación. En el trayecto hacia la salida vio a un muchacho bastante conocido salir del consultorio de análisis clínicos. Este chico hablaba con el doctor. Ella se acercó cautelosamente para que nadie la viera. Parecía que la conversación no era muy animada...
– Miyamoto-san, regresa pasado mañana para que te demos los resultados de tu examen.
– Entiendo, y le agradezco mucho su tiempo, Takayuki-sensei –el joven hizo una reverencia y se alejó del consultorio.
El chico se estaba acercando hacia la pared en la que Miki se había quedado escuchando. A la carrera salió corriendo por las escaleras, perpleja por lo que había visto.
El equipo femenino se encontraba practicando en ese preciso momento. Todas las mujeres estaban muy emocionadas por el partido que tendrían el próximo fin de semana. Entraban con alegría, a pesar de lo pesada que pudiera parecer su entrenadora, la señorita Moritaka.
– ¡Chicas, reúnanse aquí!
Moritaka-sensei sopló su silbato, y todas las mujeres se reunieron en la sombra. Justo en ese momento estaba llegando Miki, quien traía en la mano una lista, que le pasó a la entrenadora.
– Lamento llegar tarde, entrenadora, pero he conseguido los lugares en el torneo –dijo jadeando –. Nos enfrentaremos contra Himenokawa.
Se oyeron murmullos. Himenokawa era la escuela con la que jugaron el año pasado, y contra la que perdieron por un margen de 9 a 0.
– El oponente siempre es lo de menos –dijo Moritaka –. Lo importante es que den una buena pelea en el campo de juego el próximo fin de semana. Ahora, ¡sigamos con la práctica!
– ¡Sí!
Y continuaron con su entrenamiento.
El entrenamiento masculino ya había llegado a su fin. Los jugadores estaban regresando a la banca, cansados después de un largo día de fútbol.
"Fue una buena práctica" pensaba Murakami. "Han mejorado bastante desde nuestro último partido contra Fujikawa. Si continúan así, quizá podamos participar en el Torneo Regional de otoño, y así lleguemos al Torneo Nacional de diciembre próximo."
Mientras Murakami estaba absorto en sus pensamientos, Mori y Karin les entregaban agua y toallas a los muchachos. Habían jugado bastante. Se les veía a todos con pocas energías. Inclusive Kiba, quien hasta ahora había estado jugando individualmente, comenzaba a trabajar en conjunto con los demás. Eso había complacido en gran parte a Muroi y Shinkawa, quienes en ese momento estaban sentados, mientras Kiba practicaba dominadas con el balón.
– Muro, parece que Yûya por fin esta comenzando a jugar como siempre ha debido jugar –le decía Shinkawa a Muroi.
– Es verdad. Yûya parece estar mas lleno de energía. Me pregunto por que será –dijo Muroi, intrigado.
– Eso no tiene mucha importancia. Lo importante es que tenemos oportunidades de jugar en las nacionales –dijo Shinkawa alegremente.
Sakai y Rodrigo estaban un poco alejados de ellos. Estaban recargados en la pared, mientras bebían agua. Al igual que los demás, estaban bastante cansados. Sin embargo, les apetecía seguir entrenando. Era viernes, y no tenían nada que hacer en la noche. Sin embargo, había algo por lo que no podían seguir en el estadio.
– Chicos, quiero que duerman bien hoy –Murakami se levantó de su asiento y se dirigió a sus muchachos –. Mañana será el juego clasificatorio del equipo femenino, y quiero que vayamos a verlo.
– Me parece justo. Ellas siempre van a nuestros juegos a apoyarnos, y creo que sería bueno que nosotros las apoyemos a ellas también –dijo Ichikawa.
– Es cierto –dijo Esaka, mientras se recargaba en el hombro de Ichikawa debido al cansancio –. ¡Mañana apoyaremos a las chicas con todo!
– ¡Si! –gritaron todos.
Era un día bastante lluvioso y con viento. Dos hombres bajaban unos dos ataúdes en un agujero en la tierra, mientras que el párroco rezaba unas oraciones. Un bebé lloraba profundamente mientras que en su rostro caían silenciosas lágrimas. La lluvia arreciaba de la misma manera que el pequeño niño lloraba con más fuerza. Una mujer de avanzada edad trataba de consolar al niño.
– Masahiro, debes de ser fuerte... debes de ser fuerte...
Masahiro se despertó, sumido en un frío sudor. Otra vez había tenido ese fuerte sueño que lo había venido torturando desde que llegó a Japón. Veía en aquél sueño a sus padres morir, y recordaba como eran enterrados, y como quedaba el solo, sin nadie. Sin nadie en el mundo.
– Debo tranquilizarme –suspiró –. Será mejor que me vuelva a dormir.
Los chicos del equipo de Akanegaoka estaban tomando asiento en las gradas, mientras que ambos equipos femeninos entraban en la cancha, dispuestos a un buen partido. Desde el palco comenzaba la transmisión del encuentro.
– Nos encontramos en las preliminares del Torneo Regional Femenino, en el primer partido. Este día se enfrentaran las escuelas Jyoyo Akanegaoka y Himenokawa.
– El año pasado, Jyoyo fue eliminado precisamente por Himenokawa en un partido de nueve goles contra cero. Esperemos que no suceda lo mismo.
En el campo, las chicas de Jyoyo repasaban su táctica con la entrenadora Moritaka.
– Escuchen, chicas. Utilizaremos un sistema de 3 - 4 - 3 para poder romper con su barrera de defensas. Intenten anotar goles, y retrocedan para defender si es necesario. Bueno, ya vayan a tomar sus posiciones –les indicó Moritaka.
– ¡Sí! –gritaron las chicas.
El árbitro sopló su silbato.
– ¡Inicia el partido!
Las chicas se movían a una velocidad asombrosa. Las tres delanteras de Akanegaoka (Miki, Natsumi e Izumi) se pasaban el balón para pasar entre las mediocampistas de Himenokawa. Ellas (Jyoyo) estaban marcando el ritmo del partido. Sin embargo, las del otro equipo les trataban de quitar la pelota de manera agresiva. Les lanzaban barridas y empujones que el árbitro no sancionaba.
– El partido ha comenzado bastante fuerte –dijo el comentarista tras un rato –. Llevamos treinta minutos de tiempo corrido y todavía no hemos visto oportunidades de gol de ningún equipo. La guerra es al medio campo, donde las veinte jugadoras activas pelean por la posesión del balón.
– Jyoyo se ve mucho más fuerte que el año pasado –comentaba su compañero –. Quizá se deba a que ha recibido muchos miembros nuevos, o por la llegada de su entrenadora, la Señorita Moritaka. Sin embargo, Himenokawa también ha estado mostrando sus puntos fuertes a la ofensiva. Ahora se preparan para un contraataque desde atrás.
– ¡Izumi, Natsumi, regresemos! –gritó Miki al ver que cuatro jugadoras corrían hacia ellas – ¡Maki, Sakura, Mutsumi, quédense atrás!
– Usando a cuatro de sus jugadoras, Himenokawa avanza por la media cancha de Jyoyo, mientras conservan el balón. Akanegaoka se prepara para recibir los disparos.
Moritaka taba instrucciones desde la banca.
– ¡Tsujiwaki! ¡No te quedes tan atrás! ¡Quítales la pelota!
Haciendo un temible esfuerzo al barrerse, Miki e Izumi lograron quitarle el balón a una mediocampista de Himenokawa. Se la pasaron a Maki, quien comenzaba a subir desde la banda derecha. La mayoría de los chicos se quedaron con la boca abierta.
– Tsujiwaki es sorprendente. No solo ataca como una delantera, sino que también defiende muy bien –dijo Ichikawa, asombrado.
– Se ve que tiene la influencia de Kyosuke –comentó Sakai.
– ¿A qué te refieres, Sakai? –le preguntó Masahiro, intrigado.
– Lo que pasa es que el año pasado asistimos a un campamento de entrenamiento en Shizuoka –explicó Rodrigo –. Miki y Kyosuke entrenaban juntos por las tardes. Así que seguro ella conoce casi todos los secretos de Kyosuke.
– Ese Cabeza de Naranja... –Kiba se notaba furioso por el comentario de Rodrigo.
– De cualquier forma, todavía no han anotado un solo gol. ¿Sabrán hacerlo? –preguntó Esaka.
– Callen y observen –los cortó Murakami.
– Jyoyo está demostrando superioridad en el campo del juego. No han dejado a Himenokawa llegar hasta su área de gol…
– Este es el minuto cuarenta de la primera mitad y seguimos a empate sin goles. ¿Cuál será el equipo que anote primero?
Por lo que Masahiro podía ver desde las gradas, las chicas de Jyoyo ya mostraban signos de cansancio. Corrían más lento que al principio del partido. Pero aún así mantenían la posesión del balón, avanzando entre el medio campo de Himenokawa. Izumi, quien iba por la banda izquierda, era quien llevaba el balón. Se veía muy linda con aquél uniforme naranja. Al chico se le empezaban a calentar las mejillas de solo verla…
– ¡Izumi, por aquí! –Miki pidió el balón en el centro.
– Ahora Akanegaoka comienza con un contraataque. Quién tiene la pelota es la capitana de Jyoyo, Miki Tsujiwaki (10), quien comienza a pasar entre las defensas del contrario. Ahora la entrega el balón de regreso a Izumi Kawamura, delantera con el número 11. ¡Se prepara para un disparo de larga distancia, tira…!
– ¡¡Anota, Izumi!! –gritó Masahiro, levantándose de su asiento.
– ¡¡GOOOOOOOOOOOL!! ¡Al minuto 45 de la primera mitad, Kawamura logra anotar el primer gol para Akanegaoka! ¡El balón pasó a unos escasos centímetros de la mano de la portera de Himenokawa! El árbitro sopla el silbato de medio tiempo.
Todas las chicas del equipo habían salido a felicitar a Izumi, quien había puesto a su equipo un gol arriba. Incluso la entrenadora Moritaka saltaba de alegría con sus jugadoras. Sus posibilidades de ganar el partido ya no eran tan lejanas.
Los pasillos del hospital se veían tranquilos. Eran pocos los pacientes que tenían internados, y las enfermeras no tenían que trabajar tanto. La única habitación en la que había casi siempre alboroto estaba silenciosa aquella mañana. Una enfermera entró en la habitación 119.
– Buenos días –cerró la puerta tras ella –. Kyosuke, es hora de tomar tú...
Se quedó helada al ver que no estaba el muchacho Cabeza de Naranja en la cama. Solo estaba un balón de fútbol.
– ¿Kyosuke? ¡Kyosuke! ¿En dónde te has metido?
– Ya estamos en el minuto veinte de la segunda mitad y Jyoyo mantiene su ventaja de un gol contra Himenokawa, quien intenta por todos lados encontrar la preciada anotación.
El partido se había vuelto bastante rudo. Las del otro equipo golpeaban, tiraban y se barrían contra las de Jyoyo. Querían dejarlas sin jugadoras para así anotar un gol. Pero, a pesar de todo, las chicas de naranja se mantenían a la cabeza. Esperaban mantener su gol durante todo el partido.
– Ahora la pelota la tiene la número ocho, Maki Fujiwara, que sube por el centro del campo, esquivando a dos de las mediocampistas de Himenokawa.
– Himenokawa esta jugando muy agresivamente contra las chicas de Jyoyo. Será mejor que bajen su rudeza si no quieren ser amonestadas.
Era verdad. A pesar de que el cansancio se sentía ya por ambos lados, las jugadoras de Himenokawa estaban atacando a las de Akanegaoka más que al arco contrario. Destruir a las delanteras de Jyoyo sería más que perfecto para ellas.
– Himenokawa se dirige con peligrosidad al arco de Akanegaoka, quitándose a las defensoras, Sakura Aoyama, Noriko Sakurai y Mana Iwata. Las delanteras se preparan para un disparo desde media distancia en contra de la portera, Chie Aoyaba. ¡¡Aquí viene el disparo de Himenokawa!!
– ¡¡GOOOOOOOOL!!
Con la anotación de Kobayashi, la goleadora rival se había empatado el juego. El balón apenas rozó la mano de Chie cuando ya estaba dentro de las redes. Las chicas de Akanegaoka necesitaban anotar otro gol a como diera lugar.
– Minuto treinta de la segunda mitad. El partido reinicia con el saque de Akanegaoka. Fujiwara le regresa la pelota a Kawamura, quien parece ir a buscar otro gol. Eh, ¿qué es esto? Tres de las jugadoras de Himenokawa, incluyendo a la capitana Kobayashi, cubren la salida de la jugadora número once naranja.
– ¡Natsumi! ¡Tuya! –gritó Izumi, pasándola.
El balón efectivamente cruzó hacia la otra banda, pero desgraciadamente, Izumi fue víctima de una falta. Dos de las tres de Himenokawa se barrieron contra ella, tumbándola en el piso.
– ¡¡Izumi!!
Masahiro se levantó de su asiento y ya iba a empezar a correr rumbo al campo, cuando la señorita Kaori lo detuvo.
– ¡¿Masahiro, a dónde crees que vas?! –exigió saber ella.
– Falta que marca el árbitro en contra de Kobayashi –el árbitro le sacó la amarilla a la capitana de Himenokawa –. Kawamura está tendida en el césped. Esperemos que no sea nada grave.
Las chicas de Akanegaoka se reunieron en torno a ella. Miki se hincó para ver como estaba.
– ¡¡Izumi!! ¿Te encuentras bien? –le preguntó Miki, angustiada.
– ¡Fuera de mi camino! –Moritaka corrió hasta ellas. Había traído a los médicos y a la camilla. Se encontraban revisando su pierna, donde había sido golpeada – Esto es serio. Kawamura, tendremos que sacarte del juego.
– Puedo seguir jugando, no es nada grave... –protestó Izumi.
Intentó incorporarse, pero volvió a caer. La herida en su pie no le permitía levantarse. Fue llevada a la enfermería junto con Karin, quien se había quedado en la banca del equipo.
Masahiro ignoró los gritos de Kaori, dejó las gradas y se dirigió por el túnel de acceso rumbo a la enfermería.
– Ojala haya algo que pueda hacer...
En el camino hacia la enfermería, sin embargo, se encontró con una no muy grata sorpresa. Kyosuke, usando unas muletas, se había escapado del hospital, y ahora estaba dirigiéndose al campo.
– Masahiro, ¿qué es todo ese alboroto que hay en la enfermería? Vi a Karin llevando a una chica de nuestro equipo, pero no quiso decirme nada.
– Kyosuke… –suspiró – El partido está empatado a un gol y el equipo está en aprietos. Será mejor que vayas a apoyarlas en mi lugar. Yo iré a ver que pasa en la enfermería.
– De acuerdo –dijo Kyosuke.
– Sin Kawamura, Jyoyo ha tenido que arreglárselas armando jugadas que no han tenido rumbo. Ya está por terminar el segundo tiempo, y si no se anota un gol por cualquiera de los equipos nos tendremos que ir a una tanda de penales.
– Himenokawa ahora es quien toma la iniciativa y prepara un ataque. Va sola de nuevo Kobayashi, preparando un cañonazo a larga distancia. ¡Se prepara para disparar…!
– ¡¡Detenla!!
Los chicos del equipo masculino apenas se daban cuenta de que Kyosuke estaba junto a ellos. Miki, al oír su voz, ni siquiera se preocupo por si habían detenido el disparo a gol, pues fue a reñirlo.
– ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! –le gritó Miki, furiosa.
– ¡Eso no importa, será mejor que regreses y ganes el partido! –respondió Kyosuke.
Chie consiguió detener la pelota. Ahora se la pasó a Maki, quien corría por el centro.
– Minuto cuarenta y cuatro. Queda muy poco tiempo para que termine el partido. Ahora es Fujiwara quien avanza por la media cancha.
– ¡¡Te lo dejo, Miki!!
El pase de Maki fue largo y elevado. Parecía que caería en manos de la portera de Himenokawa. Sin embargo, no fue así. Miki logró ponerse en un buen sitio para disparar. O quizá...
– ¡¡Anota, Tsujiwaki!!
– ¡¡GOOOOOOOOOL!! ¡¡Tsujiwaki consigue hacer una chilena usando el pase enviado por Fujiwara!! Este disparo entra al mismo tiempo que el árbitro sopla por última vez su silbato.
Miki guiño el ojo al público y les hizo la "V" de la victoria
– ¡¡Lo logramos!!
Toda la afición de Akanegaoka saltó al campo al ver que su equipo había ganado. No fue así al caso de Kyosuke, quien solo pudo bajar unos cuantos escalones. Miki se acercó a él, al mismo tiempo que lo abrazaba.
– ¡¡Ganamos!!
Kyosuke se sonrojó al instante. Al sentir que Miki lo apretaba mucho, tuvo que soltarla.
– Felicidades por ganar –en ese momento recordó lo que vio en el pasillo –. ¿Oye, qué fue todo el alboroto que había en la enfermería, eh?
Miki se sobresaltó.
– ¡¡Izumi!! Corre, tenemos que ir a verla.
La puerta de la enfermería se abrió. Izumi salía con el tobillo vendado, mientras que Masahiro (quien todavía tenía las mejillas coloradas) la ayudaba a caminar.
– Masahiro... gracias –dijo Izumi a lo bajo, volteándolo a ver.
– No... No tienes que agradecerme –respondió Masahiro, apenado.
En ese momento iban llegando las demás miembros del equipo femenino, acompañadas de los chicos, los entrenadores Moritaka y Murakami y de la Srta. Kaori. Todos ellos se quedaron callados al ver a Masahiro y a Izumi tan... tan pegados. Miki se acercó, empujó a Masahiro y abrazó a Izumi.
– ¡¡Hemos ganado!!
Las demás chicas también hicieron lo mismo. Mientras tanto, Masahiro fue tomado de la camisa, y los chicos (principalmente su capitán) saltaron sobre él, tumbándolo en el suelo.
– ¿Con qué no era una novia, eh, Miyamoto? –preguntó Esaka, divertido.
– ¡No es cierto! –gritó Masahiro, muerto de la vergüenza.
Una vez que lo soltaron y que fueron empezando a irse, Masahiro e Izumi volvieron a quedarse solos.
– ¿Quieres que te acompañe a tu casa? –sugirió Masahiro.
– Por favor
Y mientras iba cayendo el atardecer, los dos adolescentes abandonaron el estadio y se fueron. Para el chico, este día fue inolvidable.
