– Nos encontramos en la primera ronda del Torneo Clasificatorio Regional de la prefectura de Yamanashi, en el partido entre Tenjin y Jyoyo Akanegaoka.

Ya era el día. El equipo naranja se encontraba reunido en el centro del campo, ya instalados como el mismo equipo que se enfrentó a esta escuela la vez pasada, es decir, con Kyosuke jugando.

– Muy bien, aquí es donde comienza nuestra revancha contra Tenryu. No tenemos permitido perder este partido –dijo Esaka al grupo, que estaba reunido en círculo en el medio del terreno de juego.

– ¡Venceremos a Tenryu en el estadio nacional este año! –exclamó Ichikawa.

– No me importa ahora la revancha, ya no aguanto las ganas de jugar un partido real –dijo Kyosuke, desesperado.

– ¡Entonces, vamos y salgamos a ganar! –dijo Esaka.

– ¡Sí! –gritaron todos.

Del otro lado del campo, los de Tenjin tomaban posiciones en el campo, mientras murmuraban cosas entre dientes.

– Disfruta mientras puedas, Kanou –murmuraba Katoka mientras fulminaba a Kyosuke con la mirada.

El árbitro dio el soplido inicial.

– ¡Inicia el partido!

Masahiro se encontraba nuevamente en la defensa, detrás de Muroi. Sabía muy bien su deber como líbero era apoyar en todo lo que pudiera, pero no se sentía muy conforme en esa posición. Deseaba ser más intuitivo en el ataque y aportar más oportunidades, pero no podía.

– … Líbero, Miyamoto (7)… –anunció Murakami, mientras daba las posiciones para el juego contra Tenjin.

Esto había sido una novedad para el chico. No estaba acostumbrado a jugar en ese sitio, tan atrasado.

– Entrenador, debe haber algún error, yo no puedo estar en esa posición. Colóqueme junto a Doi o Toda, pero póngame en la línea defensiva central –se quejó Masahiro.

– Hay una buena razón por la que te puse ahí, y espero que puedas entenderla –le dijo secamente Murakami.

– Kyosuke sigue avanzando entre la media cancha de Tenjin mientras se lleva a la mayoría de sus jugadores. A su vez mantiene un duelo contra Kataoka –dijo el comentarista.

– A no ser que mis ojos me engañen parecería que el objetivo de Tenjin es llegar a las piernas de Kanou. Espero que no tengamos otra lesión, como en el juego pasado –comentó su compañero.

"¿Acaso Cabeza de Naranja está loco? ¡Está yendo bastante fuerte contra el otro equipo! ¿No fueron ellos los que lo lesionaron? ¡Debería tenerles un poco de miedo!" pensaba Kiba.

– ¡Kanou! –Kataoka intentó empujar a Kyosuke, en vano – ¡Con esto te enviaré de nuevo al hospital!

Pero Kyosuke esquivaba todos sus ataques.

– ¡Vengan todos a marcarme si quieren! Fue gracias a mi lesión que me di cuenta de todo –dijo Kyosuke, decidido.

– Kanou se acerca peligrosamente por el centro, entrando ya al área de penales. ¡Se perfila para el disparo…! ¡No! ¡Kataoka y otros dos defensores de Tenjin se barren en contra de Kanou y hacen que pierda su equilibrio!

"¡Al fin, lo derribamos!" Kataoka sonreía con malicia.

Pero Kyosuke levantó la mirada.

– ¡Con eso no me detendrán!

– ¡¡Increíble!! ¡Levantándose en un tiempo Kyosuke consigue hacer el disparo!

– ¡¡QUÉ?? –gritó Kataoka sin creerlo.

– ¡¡Gol!! Minuto quince y Kyosuke Kanou logra abrir el marcador para Akanegaoka haciendo uso de su poderoso disparo.

El partido continuó a favor de Akanegaoka. Los goles por parte de los naranjas venían únicamente de Kyosuke (Kiba parecía mas bien pintado). Al final del juego el marcador lucía con un flamante 5 a 0 para Akanegaoka.

Se oyó el soplido final.

– ¡Se acabó! ¡Jyoyo ha ganado el partido con cinco anotaciones de su goleador Kanou y avanzan a la segunda ronda!

Kyosuke andaba con una sonrisa de oreja a oreja. Después se tiró con sus compañeros y amigos.

– ¡Esto era lo que estaba esperando!

Mientras tanto Murakami chocaba los cinco con Masahiro.

– Bien hecho, pero sin embargo esperaba más de ti, Masahiro –dijo Murakami.

– ¿Qué es lo que tengo que hacer? –preguntó el muchacho, perplejo.

– Esfuérzate un poco más en aprovechar tu posición de líbero, que ya verás que no te puse así nada más por diversión –sentenció el entrenador.

En lo que Masahiro ponía en orden sus pensamientos, Kiba se retiraba solo del campo. No le parecía justo ni agradable el hecho de que Kyosuke hubiera anotado cinco goles y él solo se hubiera quedado como espectador.

– Muro, tenemos que hacer algo con Yûya, o de lo contrario perderá las ganas de seguir jugando –le comentó Shinkawa a Muroi.

– ¿Pero qué es lo que podemos hacer? –se preguntó Muroi.

Kiba caminaba por el camino de la amargura.

– Maldito seas, Cabeza de Naranja

Ya estaba cayendo el sol en el poniente y el equipo masculino se encontraba cenando en los dormitorios de Akanegaoka. Aún cuando el chico de cabello anaranjado había regresado, aquella tarde no había alboroto en el ambiente.

Y hablando de Kyosuke, una persona ya tenía mucho tiempo buscándolo.

– Kyosuke…

Miki abrió la puerta del gimnasio. El muchacho número 9 estaba en lo que parecía una rehabilitación, pues movía su piernas como haciendo un calentamiento.

– Ah, eras tú –dijo Kyosuke, deteniéndose.

– Supuse que estarías rehabilitándote aquí –dijo Miki.

– Solo estaba estirando las piernas para que no se tensara en músculo –explicó Kyosuke.

– Ya veo –Miki tomó del brazo a Kyosuke –. Si ya terminaste, será mejor que vayamos a cenar.

– ¿Acaso vendrás tú también a cenar? –se extrañó Kyosuke.

– ¡Claro que sí! Pasé mucho tiempo animándote, no hay nada malo en que me invites a cenar –argumentó Miki.

– Esta bien, siempre que no me hagas estudiar –dijo Kyosuke a lo bajo.

– ¡¿De qué estás hablando?! –Miki alzó la voz – Iremos a estudiar apenas terminemos con la cena.

– ¡Oye, al menos déjame descansar durante los torneos! –exclamó Kyosuke mientras Miki lo jaloneaba y lo llevaba al comedor.

Y se fueron a cenar.

Ya habían pasado al menos las once de la noche. En el departamento de diseño de las oficinas de PUMA AG, en Tokio, el señor Bunsaku Kanou se encontraba absorto en su trabajo, aún cuando ya no quedaba nadie en la oficina. De repente sonó el teléfono. El señor dudó un momento en contestar, pero al final lo hizo.

– Cariño, soy yo –se oyó la voz de la sra. Kanou.

– Ya te he dicho que no me llames al trabajo…

– Hoy Kyosuke salió en el periódico, anotó cinco goles por si mismo en su partido. Ya parece que su lesión no es algo de que preocuparnos –dijo la señora sin hacer caso a la protesta de su marido.

– Bien, eso es muy bueno –dijo el señor.

– Querido, no debes esforzarte tanto, recuerda que ya no eres tan joven como antes.

– Bien, aún me queda algo de trabajo, pero intentaré volver pronto. Nos vemos en casa.

– Cuídate, y trata de descansar un poco.

La llamada terminó. El señor Kanou se veía muy consumido a causa de su enorme trabajo. Sin embargo, pensaba mucho en su hijo en aquellos momentos.

– ¡¿Cinco goles?! ¿Qué acaso esa lesión no le desgastó la pierna? No te esfuerces demasiado, Kyosuke…

– ¡¡Gol!!

Otro gol más había caído a favor de Akanegaoka. En su segundo partido contra Fuji Johoku el marcador para el segundo tiempo iba ya 6 a 0 cuando el árbitro sonó su silbato por última vez.

– El partido de la segunda ronda ha terminado, y de los seis goles de Akanegaoka, cuatro fueron anotados por Kyosuke, quien se mantiene arriba en las estadísticas como líder goleador –dijo un comentarista.

– Akanegaoka ha mostrado una ofensiva explosiva gracias al regreso de Kanou, y ha vapuleado sin problemas a sus pasados oponentes. Sin embargo, su defensa deja varias cosas que desear –comentó el otro –. Esperemos que en su partido contra Kokuryou en cuartos de final tengan una mejor actuación en ese aspecto.

De nuevo Masahiro había sido la oveja negra y se había quedado como un espectador, sin nada que hacer en el campo de juego, Murakami no parecía muy contento. Inclusive Masahiro tuvo que ser reemplazado por Tanaka, pues sería más útil tener un centro que sirviera para mover la pelota que un defensa que solo este como poste parado sin hacer nada. Murakami reflexionaba desde su banca.

– Aún es muy pronto para que Masahiro se de cuenta de su verdadero potencial. Sólo hace falta tiempo…

Mientras el partido de Jyoyo transcurría, el equipo de Kokuryou analizaba (por medio de la televisión local) con cuidado a quienes serían sus próximos oponentes. Una vez que terminó el noticiero, comenzaron los comentarios.

– ¿Nueve goles en apenas dos partidos? Ese Cabeza de Naranja… –dijo molesto Kondo, el entrenador.

– Sí, tiene talento. Diría que quizás pueda competirle al nivel de Kamiyama –comentó Minoru Fujimori, el capitán.

– Akanegaoka, a diferencia de cuando fue derrotado en las preliminares de verano, ha retomado su fuerza –dijo Kaoru Fujimori, sub-capitán –. Ese equipo si merece un partido contra nosotros.

– ¡Merecen ser vencidos por Kokuryou! –exclamó Osawa, uno de los delanteros.

– Además, debemos tomar venganza de ellos. Fue Akanegaoka quien nos descalificó en el torneo pasado –dijo amargamente Seki, el otro atacante.

– ¡Mostrémosles que los reyes de Yamanashi son los de Kokuryou! –dijo Kaoru Fujimori, golpeando la mesa con el puño.

Kondo se levantó de su asiento.

– Bien. Diríjanse al campo. Iremos a entrenar –dijo el entrenador.

– ¡Sí!

– Nos encontramos en el partido de los cuartos de final en la clasificación por el Torneo Nacional de Japón. El día de hoy se enfrentan los actuales campeones, Akanegaoka, contra el pasado rey del distrito, Kokuryou.

Ahora los chicos de naranja se enfrentarían a sus más acérrimos rivales, los jugadores de Kokuryou. Aquella, como bien dijo un día antes el entrenador, sería su prueba más dura. Masahiro nuevamente estaba de líbero, pero con más ganas de jugar. Con todos los jugadores ya establecidos en sus lugares, estaba todo listo para comenzar el juego.

Sonó el silbato.

– ¡¡Inicia el partido!!

Los de verde comenzaron moviendo la pelota. Desde el principio se veía la gran fuerza ofensiva que tenían los de Kokuryou. Su avance era rápido y letal, y no tardaron en romper el mediocampo de Jyoyo y penetrar hasta la defensa.

– Iguchi me ha dejado a mí como el guía de este gran equipo. Lo menos que puedo hacer es conseguir el título para nosotros, gracias a todo lo que él y Kamiyama nos han enseñado –pensaba Minoru Fujimori mientras avanzaba por el terreno. Miró hacia su derecha –. ¡Kaoru!

– La pérdida de Kamiyama e Iguchi puede ser cubierta por Minoru, Seki, Osawa y yo –pensaba Kaoru Fujimori, recibiendo el pase de su hermano –. ¡Haremos de Kokuryou el rey del distrito otra vez!

– En una jugada de pared, con la cual los Fujimori se llevan a Esaka e Ichikawa, Kokuryou sigue avanzando para llegar al área de gol. El pase ahora es para Osawa, por el lado derecho.

La batalla que se presenciaba en el campo no era comparable con los partidos que habían tenido con anterioridad. Los de verde estaban mostrando un fútbol arrollador, y se preparaban para disparar en cualquier momento.

– De Osawa a Seki y de regreso a los Fujimori. Se esta mostrando un despliegue de un 2-2 en la zona de gol de Akanegaoka.

– ¡¡Este es el fútbol de Kokuryou!! –Kaoru Fujimori iba a disparar.

– Aquí viene el disparo, Sakai no llega…

– ¡De ahí no pasa!

– ¡Insólito! ¡A pesar de la gran masa corporal de Muroi, se lanzó a la carrera contra el balón y detuvo un gol que ya se cantaba en las tribunas de Kokuryou!

– Buena bloqueada, Muroi –dijo Sakai después de despejar ese balón.

– Gracias, Sakai –dijo Muroi, mientras se levantaba con ayuda de Masahiro.

El balón ya estaba en los pies de Rodrigo cuando Muroi se levantó. Kokuryou regresaba a sus posiciones con lentitud.

– Aquí vemos al creador de jugadas de Akanegaoka, Rodrigo, mientras corre con el balón. Detrás de él vienen Kanou y Kiba, esperando ver la jugada que armará el brasilero.

– Estos dos, Kiba y Kyosuke, son totalmente distintos en su forma de atacar y jugar como delanteros. Eso lo hace muy difícil, y a la vez desafiante. Creo que… –Rodrigo hizo un paso sin rumbo.

– El balón se eleva, pero se eleva demasiado. ¿Acaso es que Rodrigo cometió un error?

– ¿Pero qué… –Kiba miraba extrañado la altitud de la pelota – qué acaso ese es un pase para mí?

– ¡¡Ve por ella, Kiba!! –gritó Rodrigo.

– Veamos de lo que es capaz el Cabeza de Nido en un partido real –murmuraba Kyosuke.

– El pase es muy largo, y parece ser que Kiba no lo alcanzará. Pero la sorpresa está presente en estos nuevos chicos de primer año, así que podemos esperar mucho. El balón ya está llegando al área de penales…

Kiba tomó el balón en sus pies, mientras sentía que casi toda la defensa se venía contra él.

Demonios, no podré hacer nada aquí solo, pero… –observó a Kyosuke que iba solo – ¡Tómala, Cabeza de Naranja!

– ¡¡De esto estaba hablando!! –exclamó Kyosuke, disparando al arco.

–¡¡Gol!! ¡El primer gol para Akanegaoka es anotado por su goleador estrella, Kyosuke Kanou!

– ¡Rayos! –se lamentó Kiba – Estuve tan cerca de anotar un gol y dejé pasar la oportunidad. Soy un…

– ¡Bien hecho, Kiba! –lo felicitó Rodrigo, mientras se acercaba.

– ¿Bien hecho? –Kiba se molestó – ¿Acaso no planeabas darme el pase a mí? ¡Me obligaste a dársela a Kyosuke!

– Por fin lo has comprendido, sigue así –le guiñó el ojo y se alejó.

Los de Kokuryou aún no se creían que Akanegaoka, en apenas 25 minutos, ya les sacaran un gol de ventaja. No tardaron mucho en reanudar su ataque.

– Anotaron uno, ¡nosotros también! –dijo Osawa mientras la pasaba a Minoru.

– ¡Anotemos goles! –exclamó el capitán de Kokuryou, mientras recibía el pase.

– Kokuryou sigue mostrando una fuerte ofensiva con sus cuatro atacantes. Los de verde están dispuestos a todo por alcanzar el tan preciado gol del empate, y no se rendirán hasta alcanzarlo.

– ¡Minoru! –Kaoru se detuvo y volvió la cabeza hacia si hermano – ¡Es tiempo de usar la estrategia que hemos practicado!

Su hermano asintió, al mismo tiempo que Osawa y Seki, quien venía detrás de Kaoru sonreían. Rápidamente los número 8 y el 13 se colocaron cada quien con un lateral (Doi y Toda).

– Curioso… el número 9, Kaoru Fujimori detiene la jugada en lo que espera a que sus compañeros se colocaran en sus posiciones. Seki aguarda junto a Fujimori.

– ¡Hazlo ya! –indicó el capitán.

– Fujimori no necesitó pensar dos veces las instrucciones de su hermano. Una fuerte barrida de Muroi lo hizo disparar al arco que defiende Koji Jefferson Sakai. ¡Aquí viene el disparo…! ¡Aparece Sakai, aunque solo la desvía! Toda y Doi no reaccionan por estar marcando a Osawa y al capitán de Kokuryou. ¡Seki va por el remate, cabecea por el gol…!

Todo ya parecía perdido en el empate de Kokuryou, cuando de repente…

– ¡Aún no!

– ¡SORPRENDENTE! ¡Masahiro Miyamoto ha librado a Akanegaoka de un doloroso empate al sacar el cabezazo de Seki con una chilena!

Masahiro cayó al suelo, y su disparo se dirigió hacia saque de banda. Todo el equipo fue a festejar la hazaña del número siete, quien en su vida hubiera creído podido hacer eso.

– ¡Así se hace, Miyamoto! –le gritó Murakami desde la banca.

– ¡Bien hecho, muchacho! –exclamó Esaka.

Sakai y Toda lo ayudaron a levantarse. Gracias a las agallas que mostró se mantenían arriba por un gol. El equipo entero festejó su hazaña. En las tribunas todos los felicitaban.

– Ya nos quitamos la emoción de lo hecho por el número 7 y seguimos con el saque de Kokuryou.

– ¡Maldita sea! ¡Estuve tan cerca de anotar! –gritó Seki, furioso.

– Ese número 7 es alguien de cuidado. Será mejor no subestimarlo si no queremos sufrir una derrota –reflexionaba Kondo desde su área técnica.

– Kokuryou saca, pero rápidamente el balón es recuperado por Ichikawa, quien sigue subiendo por la banda izquierda.

– ¡Tuya, Kyosuke! –gritó Ichikawa, mandando centro al área.

– Kanou salta por el centro, ¡va a rematar…!

– Sería fácil anotar desde aquí, pero… –en pleno salto Kyosuke observó a Kiba, quien está desmarcado – ¡tómala, Cabeza de Nido!

Kiba: se desconcertó al ver que el pase es para él

– ¡Avisa antes, Cabeza de Naranja!

– El balón está cerca de tocar el suelo y ser de la defensa. ¡Pero esperen! ¡Kiba se va a lanzar…! –las tribunas gritaron – ¡Gol! ¡A los cuarenta minutos, el novato Kiba se luce con un gol de paloma en la portería de los verdes! ¡Ahora estamos Akanegaoka 2, Kokuryou 0!

Kiba seguía tendido en el suelo cuando Muroi y Shinkawa llegaron a levantarlo. Aún con el cansancio que le había causado esa jugada, Kiba sentía una gran emoción, ya que había conseguido su tan preciado gol.

– ¡Bien hecho, Yûya! –lo felicitó Shinkawa.

– ¡Por fin has anotado tu gol! –exclamó Muroi.

– En verdad… ¿anoté? –Kiba no se lo creía.

Kyosuke llegó, y comenzó a darle palmadas en el cuello.

– Parece que esa Cabeza de Nido es útil después de todo –decía divertido.

– ¡Acaso estás…! –gritó Kiba, enfurecido.

– Felicidades por anotar –lo cortó Kyosuke.

Kiba se sonrojó intensamente.

– ¡¡Éste es el Espíritu de Akanegaoka!! –gritó Kyosuke, alzando la mano de Kiba como si fuera un campeón.

Ambos recibieron una ovación por el gol del número once. Con estos dos goles se iban al descanso.

– El árbitro sopla el silbato y nos vamos al medio tiempo. Jyoyo Akanegaoka le está poniendo el ritmo al partido con anotaciones de Kanou y Kiba por los de naranja y nada por los verdes.

– Esto no es lo que esperaba de ustedes.

Kondo estaba riñendo fuertemente a sus jugadores en los vestidores. La mayoría de los jugadores estaban cabizbajos y desanimados.

– Apenas van 45 minutos y ya están abajo por dos goles. Deberían sentir vergüenza. Si Iguchi y Kamiyama supieran lo que ustedes están haciendo… –dijo Kondo.

– Entrenador, no se preocupe por eso –lo cortó Kaoru Fujimori –. Le estamos dando oportunidad de sentirse superiores a los de Akanegaoka.

– En los siguientes minutos se llevarán una gran sorpresa –dijo Minoru Fujimori, malicioso.

– Lo están haciendo mejor que en otros partidos, tomando en cuenta de que su oponente es Kokuryou –dijo Murakami en sus propios vestidores –. Al fin veo los resultados que esperaba en la defensa, pero aún les falta un poco más.

– ¿Nos falta? –se extrañó Ichikawa – No comprendo. Le estamos sacando ventaja de dos goles a nuestros oponentes. No veo la razón por la cual no estemos jugando al 100.

– Yo tampoco veo la razón por la cual no estemos dándolo todo, pero no es tiempo de estar pensando es eso –opinó Esaka –. Quedan 45 minutos de juego y tenemos un partido por ganar.

– Sí es así como lo quieren… –Murakami se incorporó – ¡prepárense, Kokuryou!

– Minuto 15 y Kokuryou comienza su contraataque desde su lado del campo, enviando el balón a ¾ de cancha. La recibe Minoru Fujimori.

– ¡Capitán, por aquí! –gritaron Osawa y Seki, en espera de un pase.

Sakai vio venir a sus rivales.

– ¡Muroi, has presión adelante y evita que nos alcancen! ¡Masahiro, quédate abajo! ¡Toda, Doi, péguense a las bandas! –ordenó el portero.

– Sakai le da instrucciones a la línea defensiva ordenándoles cubrir el último rincón de su área. ¡Atención que el capitán de Kokuryou se acerca peligrosamente al área de Akanegaoka! ¡Sólo contra Sakai!

– ¡De aquí no pasas! –gritó Masahiro, barriéndose.

El balón salió rebotado. Osawa saltó por el balón.

– ¡Toma esta! –gritó el delantero, cabeceando.

– ¡Sakai salva el intento de Osawa y despeja el balón a tiro de esquina! La va a cobrar el número 9 de los verdes.

– Debo convertir este disparo en un gol –pensaba Kaoru Fujimori mientras preparaba el disparo – ¡Por el orgullo de Kokuryou! –tiró.

– Se produce el disparo de Kokuryou. ¡El balón que toma una curva, al ángulo superior…! ¡¡GOLAZO!! ¡¡GOL OLÍMPICO DE KOKURYOU!!

Entre tantos elementos naranjas que había en el área cubriendo a los verdes nadie se preocupó por dejarle la visión libre a Sakai, quien nada pudo hacer para detener el gol de Kokuryou. En las gradas de los verdes se produjo una gran fiesta. Aún se podían meter al partido.

Kyosuke corrió hacia la portería, tomó el balón, regresó al círculo central y preparó el saque.

– No debieron hacer eso –vio llegar a Kiba –. ¡Suéltala, Cabeza de Nido!

– Minuto 62 y vamos 2 a 1, aún a favor de Akanegaoka. Los de naranja reanudan su ataque con Kiba, quien avanza un poco y suelta para Rodrigo.

– ¡Dénsela a Kyosuke! –gritó Murakami desde su banca.

– ¡Todos a defender! –ordenó Kondo, también desde sus dominios.

– Un gol nuestro más y podremos definir el partido. Mientras más rápido, mejor –pensaba Rodrigo tras recibir el pase de Kiba.

– El comandante de Akanegaoka, Rodrigo, comienza a avanzar por el medio del campo, realizando una pared con Esaka y soltándola a Shinkawa, por el lado derecho.

– ¡Por aquí, Shinkawa! –gritó Kyosuke.

– Con la explosiva velocidad que lo caracteriza, el novato Shinkawa avanza por la banda derecha, quitándose a dos de los defensas de Kokuryou. Ahora manda el centro, ¡Kyosuke salta al remate…! ¡¡Gol de Akanegaoka!! ¡¡Minuto 70 y las cosas se ponen nuevamente de color de rosa para Jyoyo Akanegaoka, quien ahora va ganando por tres goles a uno!!

– Aún queda tiempo, podemos anotar los tres goles –dijo Kaoru Fujimori, furioso.

– Pero esos goles parecen tan lejanos… –se lamentaba Osawa.

Kokuryou siguió atacando, pero sus disparos ni siquiera se acercaban a las redes que defendía Sakai. Tan desesperados estaban que mandaron a todo el equipo a atacar, y como la defensa era nula, los de Akanegaoka aprovecharon y lograron que Kyosuke anotara su tercer gol del partido.

Se escuchó el soplido final

– Minuto noventa y la pelota no rueda más. Akanegaoka vence a Kokuryou 4 goles a 1. Las anotaciones vinieron de Kanou, quien anotó su tercer hat-trick en lo que va del torneo y de Kiba, anotando su primera anotación en la competencia del lado de Akanegaoka. Por los verdes anotó Kaoru Fujimori con un golazo olímpico al minuto 62.

Los de verde estaban tendidos en el campo, abatidos por su derrota. Los anaranjados festejaban con su gente en las gradas, ya que con esta victoria lograban avanzar a las semifinales. Mientras Miki se tiraba en brazos de Kyosuke, Masahiro fue sorprendido por Izumi, quien traía para él una sorpresa.

– ¡Izumi! –exclamó Masahiro, mientras se sonrojaba.

Izumi le tendió una toalla al mismo tiempo que se ponía roja.

– Diste un gran partido Masahiro, eres estupendo –dijo la muchacha.

– Muchas gracias –dijo Masahiro, limpiándose.

– Bien, te dejo, tu equipo te espera –dijo ella.

Y sin que se lo esperara, la chica de cabellos dorados le dio un beso en la mejilla, que dejó aturdido al número siete por un largo rato. Mientras tanto desde la banca Mori se sorprendía con algunas de sus anotaciones.

– ¿Pasa algo Mori? –le preguntó Karin al ver la expresión que puso su compañero.

Mori no contestó. Le pasó a su compañera la lista que tenía en las manos. Ella se sobresaltó.

– ¡¿Doce goles?!

– Kyosuke ha anotado más de diez goles en tan solo tres juegos. Es sorprendente –dijo Mori.

Evidentemente Murakami había escuchado eso. Su rostro no se veía alterado, feliz o molesto. El entrenador estaba muy pensativo.

– La marca de goles del distrito es de diecisiete goles, y fue impuesta hace veinte años. Quizá… quizá Kyosuke sea capaz de romper la marca impuesta por mi sempai, Narumi…

Y sin haberse dado cuenta de lo que estaban analizando en las bancas, el número nueve festejaba alegremente. Su futuro quizá cambiaría después de este juego.