SEDUCCIÓN

El vino de la Emperatriz

Era curioso que Clein no hubiera tenido ningún altercado ni con Guestas, ni con Ranamun. Posiblemente el echo de que hubiera estado molesto con ella desde hacía algunos días tenía algo que ver. No era realmente su culpa que el príncipe extranjero se indignara por cosas insignificantes, era como si no supiera cuanto trabajo tiene un emperador… o cuan despistada podía ser Latil.

La pelinegra suspiró justo antes de ingresar en el redondo edificio del harem, si su chambelán no le hubiera recordado elegir a alguien para venir a dormir, seguramente habría dormido en su propia habitación, exactamente igual que los últimos cinco días.

-Fue usted quien decidió complicarse la vida -recordó como se había burlado Sir Sonnaught luego de que el chambelán le insistiera para dormir en el harem-, dijiste que tenías tanto derecho como los Emperadores anteriores a tener tantos consortes como desearas, será mejor que te hagas responsable por ellos justo ahora.

Irónico, el Capitán de su Guardia y hombre de confianza realmente odiaba tocar el tema de los hombres que vivían en aquel edificio… y aun así, había estado presto a burlarse de ella… y de la cara de fastidio que había puesto luego de aceptar, como un niño que se niega a ir a la cama y al que se debe convencer de que lo haga.

-¡AMO CLEIN, LA EMPERATRIZ HA LLEGADO! -la anunció el valet que había llegado junto con el príncipe.

-Gracias, puedes retirarte -dijo ella antes de entrar, esperando a que el valet cerrara la puerta a sus espaldas.

La habitación de Clein resultaba pintoresca y lujosa. En cuanto al dueño actual de la habitación, se encontraba cómodamente sentado en los sillones de su alcoba, mirándola con una enorme sonrisa socarrona y ropa en colores pastel que resaltaban tanto su piel morena, como el tono de sus ojos. Curiosamente, la camisa que acostumbraba a llevar abierta estaba perfectamente cerrada.

-Su Majestad al fin ha decidido venir a verme.

-Lamento haberte tenido tan desatendido, Clein, gobernar un Imperio no es tarea sencilla, deberías estar al tanto, tu padre era Emperador después de todo.

El príncipe se enderezó en ese preciso momento, se notaba un tanto avergonzado ahora, con las mejillas un poco sonrojadas a causa del regaño velado que ella le acababa de dar.

-Su Majestad llega en un buen día, entonces, anoche me llegaron algunos obsequios, incluidos algunos chocolates y varias botellas de vino, precisamente del que le gusta a usted.

Fue el turno de Latil de sonrojarse ligeramente, quitándose la capa y sentándose en un sillón contiguo, justo antes de sonreír como si no supiera de lo que el peliblanco estaba hablando ahora.

-Chocolate y vino, ¿eh?

-Nada para descansar como un aperitivo antes de dormir, ¿no está usted de acuerdo?

Se sentía repentinamente más relajada, el echo de que Clein la hubiera disculpado y volviera a ser el de siempre era agradable, que tuviera precisamente algo de dulces y alcohol era aún mejor.

-Luego de una semana tan larga, no podría estar más de acuerdo contigo.

Lo vio sonriendo de manera sincera esta vez.

Clein tomó una de las dos copas que yacían en la mesa de café para servir el vino, colocándola frente a ella antes de reacomodar el plato con dulces de formas diversas, acercarse más a ella y llenar su propia copa.

-Por un descanso placentero -se apresuró a decir Latil, esperando que Clein comprendiera el mensaje y la dejara dormir después de los aperitivos.

-Por un descanso placentero.

Chocaron sus copas y ambos dieron un sorbo.

Si, recordaba este vino en particular, era un vino afrutado de Karisen, su sabor ligeramente dulce y refrescante escondía muy bien cuan potente resultaba aquella bebida en particular. Latil tuvo que recordarse a sí misma no tomar demasiado, realmente no quería volver a perder memorias, hasta la fecha no sabía exactamente que había pasado en el jardín del palacio de aquel reino vecino antes de la boda de Hyacinth… ugh, realmente no pudo evitar dar un trago largo y terminarse su copa apenas recordar a su primer amor… o la forma en que había sido traicionada.

-Su Majestad parece sedienta -comentó Clein de manera burlona, llenando la copa de Latil de nuevo.

-Como dije, esta fue una semana especialmente larga y pesada.

-Lo comprendo, en verdad.

El moreno sonría confiado ahora, dando un pequeño sorbo a su copa justo antes de tomar uno de los pequeños dulces con forma de estrella, el cual se había llevado a la boca para dar un pequeño mordisco.

Latil observó con interés al notar como algo se estiraba desde el centro de aquel dulce hasta los dientes de Clein, en realidad no recordaba haber comido algo así.

-¿Qué tienen dentro?

-Es un dulce típico de Karisen hecho a base de leche, el chocolate de alrededor tiene un sabor diferente acorde a la forma, puede ser amargo, almendrado o cremoso.

Realmente quería tomar uno, sin embargo, la forma en que Clein estaba comiendo aquellas golosinas la hizo recordar la primera vez que había dormido con él. Aquella vez, este hombre de piel tostada le había mostrado lo que parecía un diamante dentro de su boca, mismo que había mordido, antes de invitarla a probar "el sabor del mar". Aquel beso había sido, literalmente delicioso.

En realidad, entre el recuerdo y la visión de ahora, quería repetir la experiencia.

Se abstuvo.

Realmente quería alcanzar la estabilidad política en el imperio que le proveyera de la paz suficiente para poder embarazarse con calma… y en realidad estaba resultando un objetivo difícil de cumplir.

-Probaré este entonces -anunció la emperatriz, alcanzando un chocolate en forma de gota, mucho más claro que los otros.

Era verdaderamente cremoso, el dulzor del chocolate combinaba perfectamente con la fruta que había escondida dentro, la cual parecía estar rellena de algo que había comenzado a escurrir por la comisura de sus labios. ¿Era licor?

-Permítame, Majestad.

No le dio tiempo a nada, aquel hombre con el que estaba tomando un refrigerio nocturno se había levantado apenas lo suficiente para inclinarse sobre ella y quitarle el licor extraño con un beso, uno que la había dejado deseando mucho, mucho más.

-Gracias -Susurró ella, completamente sonrojada y sin saber que más decir.

El príncipe simplemente levantó su copa hacia ella antes de dar otro pequeño sorbo. Se veía bastante feliz por aquel servicio… si es que podía llamarlo de esa forma.

La velada siguió normal. Chocolates rellenos de dulce, de fruta o de crema, chocolates con forma de corazón, de gota o de estrella, todos degustados entre pequeños tragos de vino y una charla repentinamente divertida acerca de las travesuras que cada uno había jugado a sus mayores cuando eran niños pequeños.

Latil seguía consciente, mucho más tranquila y suelta de lo normal, dejando escapar algunas risillas por las ocurrencias que el pequeño Clein había tenido en el lejano imperio de Karisen.

-No puedo creer que intentaras alimentar a un ave -comentaba Latil entre risas.

-Bueno, yo en verdad quería ser un pájaro, ya sabes, con hermosas plumas, tan ligero que pudiera volar a donde deseara, sin nadie persiguiéndome para practicar cuentas o escritura.

Latil se rio un poco más, imaginándolo de pequeño imitando a las aves.

-¿Te gustaría probarlo, Majestad?, prometo que será divertido.

-No hay ningún ave aquí, y dudo que fuera una buena idea alimentar un ave de ese modo.

-Puedes imaginar que el ave soy yo.

En condiciones normales, Latil se habría reído y lo habría tomado como una broma, en este momento, sin embargo, su mente no parecía funcionar con tanta claridad, al punto en que ella había tomado uno de los chocolates rellenos de fruta para llevárselo a la boca y sostenerlo entre sus dientes.

-Bueno, tendrías que acercarte más, ya sabes, si vas a tratarme como a tu cría…

Ella se rio apenas un poco antes de sentarse al lado de Clein, incorporándose un poco en el sofá y tomándolo de los hombros para poder acercarse sin problemas, esperando a sentir los labios de su hombre bajo los propios antes de morder completamente aquel dulce y dejarlo caer dentro de esa boca ajena y ansiosa, la cual no tardó en reclamar algo más que el chocolate, besándola, asegurándose de limpiar el licor que, obviamente, se había escurrido por sus propios labios.

-¿Qué te ha parecido, Majestad? -preguntó Clein luego de un momento, cuando ambos habían terminado de ingerir aquello sin dejar de sonreír.

-Ha sido interesante.

-Si me lo permite, puedo devolverle el favor, ¿le gustaría ser el ave ahora?

Nuevamente, ella se habría negado de estar sobria, se habría quedado con la duda muy probablemente.

-De acuerdo.

Clein sonrió de forma juguetona, alcanzando su copa y dando un pequeño trago.

-Pensé que ibas a alimentarme.

Él solo sonrió, negando apenas un poco antes de apoyarse en los hombros de ella, acercándose con los ojos completamente brillantes de emoción antes de posar sus labios sobre los de ella. Latil abrió la boca un poco, recibiendo el vino y luego un beso un poco más apasionado que el anterior, sintiendo como era atraída por los brazos de Clein.

-Eso ha sido… diferente -confesó ella cuando el beso se cortó.

-Creo que prefiero ser la copa de Su Majestad en lugar de un ave.

No pudo evitar reír con ganas ante aquella afirmación tan extraña, dicha con aquel tono tan serio.

-Pensé que deseabas ser un ave de hermoso plumaje que pudiera volar libremente por todos lados.

-Tengo ropas y un cuerpo hermoso, no necesito las plumas.

-¿Qué hay de volar?

-Esto es más divertido.

Lo miró tomar la copa distraídamente y llevársela a los labios, mostrándose completamente confundido cuando nada salió de ella, haciéndola reír otra vez.

-Alguien ha vaciado mi copa.

-No he sido yo.

El peliblanco pareció reír justo antes de tomar la botella en sus manos, observándola detenidamente, como leyendo la etiqueta entera.

-No pensarás tomar directamente de ella, ¿no?

-¿Porqué no?, recuerdo claramente que la primera vez que vi a Su Majestad, estaba tomando directamente de una de estas.

Latil se sonrojó apenada, el recuerdo levemente borroso. Era cierto, se había escondido para tomar sin tener una copa a la mano.

-Siempre me he preguntado… ¿cómo fue que acabamos durmiendo en el suelo?

-¿En verdad no lo recuerdas?

Negó con la cabeza, un poco menos ebria ahora, observándolo como si pudiera recordarlo todo solo con eso.

-Bueno… yo estaba dando una vuelta cuando la encontré en el suelo, bebiendo, iba a llamarle la atención, sin embargo… su Majestad me abrazó en cuanto le hablé.

-¿En verdad?

-Si, su Majestad parecía triste y bueno, terminé sentándome a beber también, no quería dejarte sola en el jardín, en algún momento te dormiste y, bueno, en realidad yo no tenía mucha tolerancia a la bebida.

No podía dejar de mirarlo, no estaba segura de creerle que lo había abrazado, claro que, podía haber hecho algo más vergonzoso… ¿o tal vez él no le estaba diciendo todo?

-¿Su Majestad gusta de otro trago?

-Por favor -respondió ella distraídamente, siendo repentinamente tomada en brazos, luego de que Clein hubiera dado un sorbo a la botella para pasárselo a ella de nuevo. ¿Cómo había podido olvidar que él quería ser usado como su copa en ese momento?

Luego de un tercer sorbo ya no le importaba, de hecho, había optado por sentarse en las piernas de Clein para que este pudiera compartirle la bebida con más facilidad, sintiéndose realmente cómoda ahí, siendo abrazada por aquel príncipe extranjero que había tomado como concubino.

-En serio me sorprendió que estuvieras vestido correctamente -no pudo evitar comentarlo en algún momento, mirando detenidamente los botones con flores talladas que sostenían la camisa de Clein.

-¿Le gustaría deshacerlos?, soy suyo de todos modos, su Majestad puedo arreglarme como prefiera.

Ella simplemente sonrió, ocultando su rostro en el cuello del príncipe, justo antes de comenzar a jugar con aquellos botones, retirándolos uno por uno hasta terminar con todos, depositando un beso en el cuello de Clein antes de alejarse lo suficiente para mirar lo que había hecho.

-Si, esto te queda mucho mejor -susurró Latil, perdiéndose la enorme sonrisa que el moreno le había dedicado.

-¿Más vino?

Lo miró a los ojos, sonriendo y afirmando con la cabeza, sintiéndose tan ligera y libre de problemas como si fuera un ave.

Clein se llevó la botella a los labios, asomándose al interior luego de intentar sacudirla de cabeza. Al parecer, se habían terminado aquella botella de vino… ¿Cuánto exactamente habían bebido?

-¿Un último chocolate antes de dormir? -sugirió el peliblanco, como si se negara rotundamente a dejar de alimentarla.

-Solo uno, aunque esto es divertido, realmente necesitamos descansar.

Clein tomó uno de los chocolates con forma de estrella, llevándolo primero a su boca, luego besándola, inundando su boca con un sabor ligeramente amargo que poco a poco se volvía dulce.

Pronto ya no había nada dentro de sus bocas, a pesar de todo, era difícil separarse de él. Los labios demandantes de Clein no dejaban de besarla suavemente, las manos del príncipe tampoco dejaban de vagar sin rumbo por su espalda en caricias dulces y el calor que emanaba de aquella piel tostada y suave, la agradable musculatura de aquel pecho descubierto que no había podido parar de acariciar, realmente estaba disfrutándolo demasiado, tal vez lo habría disfrutado más si Clein no hubiera abierto la boca repentinamente.

-¿Por qué nunca me permites llegar más lejos que esto?, pareces disfrutarlo tanto como yo.

Oh si, vaya que lo estaba disfrutando, podía notar que Clein también lo estaba disfrutando demasiado… y entonces lo recordó, su reinado aun no estaba bien cimentado y asegurado, todavía no era buena idea que tuviera hijo alguno.

Latil se separó entonces de él, como activada por algún resorte, poniéndose de pie y caminando hacia la cama.

-Será mejor dormir ahora, ¿no te parece, Clein?

Estaba segura de que había escuchado un suspiro de frustración más que evidente, mismo que decidió ignorar, levantando las sábanas para introducirse en el lecho, acomodándose en su interior, lo suficientemente sobria para refrenarse a sí misma.

-Estoy realmente cansada, en verdad me gustaría seguir jugando, pero temo levantarme tarde el día de mañana.

Clein la miraba con algo de desilusión, misma que pasó a convertirse en algo parecido al entendimiento.

-De acuerdo, se hará como gustes.

Parecía resignado cuando se levantó, parecía resignado cuando tomó las dos copas y el plato para llevarlos a otro lado… no se veía tan resignado solo con un pantalón holgado colgando de sus caderas de tal modo, que podía notar perfectamente su ombligo y el área donde sus piernas se juntaban con su torso, como si fueran un par de caminos que bajaban suavemente hacia un área que se había prometido a si misma no tocar, haciéndole difícil poder tragar. Se sentía repentinamente hambrienta, sedienta incluso, con un fuerte deseo de saltarle encima y quitar aquella tela pálida y brillante para ver al príncipe en todo su esplendor.

Por supuesto, no pudo evitar sonrojarse, más aún al notar algunos pocos risos blancos asomando por debajo… ¿qué tan abajo traía Clein ese pantalón?

-¿Me darías un beso de buenas noches, Majestad?

Quitar los ojos de ese pantalón había sido difícil, mirarlo a los ojos y notar la enorme sonrisa de satisfacción en la cara de Clein había sido un poco humillante, solo un poco, afortunadamente estaba lo suficientemente ebria para no sentirse demasiado abochornada por mirar con lujuria a uno de sus hombres, pero no lo suficiente para faltar a su promesa.

-Solo uno.

El rostro de Clein hacía fácil leerle el pensamiento, parecía como si se hubiera salido con la suya, sin embargo, Latil en verdad necesitaba descansar, así que simplemente le dio un beso rápido sobre los labios para luego darle la espalda y acostarse a dormir.

Estaba cerrando los ojos cuando le pareció escuchar una risa ligera a su espalda, luego los brazos desnudos de Clein alrededor de su cintura y sobre su espalda, el calor de aquel otro cuerpo al acunarla, un calor agradable que la había echo bostezar, completamente relajada, antes de cerrar los ojos y comenzar a dormir. Tal vez debería visitar a Clein más seguido, a la mierda si había besado a su hermano mayor años atrás, estar con Clein era mucho más relajante y más divertido.

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Notas de la Autora:

Ya era hora de que nuestro amado Clein dejara de pelearse con los otros y se divirtiera un poco... solo un poco, ya saben como es Latil, ¿quizás media botella más haría el truco?, Tasir debería conseguirle unos afrodisiacos en algún momento... de hecho no es mala idea, se lo voy a comentar, jajajajajajajaja, en vía de mientras, muchísimas gracias a quienes han pasado a leer este humilde fanfic, espero la historia sea de su agrado y bueno, trataré de subir el siguiente lo antes posible.

SARABA