SEDUCCIÓN

Sir Sonnaught

Era de noche, acababa de tomar un baño y sus damas de compañía la habían peinado y cambiado en su cómoda ropa de dormir.

A pesar de que era más temprano de lo usual para su hora de dormir, había decidido no ir al harem, no estaba de ánimos para escoger cual de sus hombres jugaría con sus hormonas.

Estaba despidiendo a sus damas de compañía, asegurándose de que hubieran sacado el calentador de la cama para devolver el carbón a la chimenea justo antes de sentarse en su cama, cerrar los ojos y masajear sus sienes, estaba realmente exhausta.

-¿Puedo cerrar la puerta con llave?

Latil se estremeció un momento, abriendo los ojos de repente y volteando a un rincón oscuro de su habitación, notando al hombre que se encontraba de pie, envuelto entre las sombras, haciéndola sonreír de lado al reconocer aquella voz.

-¿Por dónde entraste?

-Hay un pasillo secreto que se ha usado por siglos para que los emperadores puedan escapar, me tomó tiempo encontrarlo.

Latil sonrió al tiempo que el hombre daba un par de pasos silenciosos, saliendo de entre las sombras. Su cabello rojo estaba perfectamente arreglado, tal y como lo había visto durante la cena. Un vistazo más y la pelinegra notó que no había uniforme, solo ropa oscura y la espada de Sir Sonnaught colgando de su cinturón, sobre una de sus caderas.

-¿Me lo mostrarás después?, necesito conocer mi habitación y todas sus peculiaridades, después de todo.

-Por supuesto, te lo mostraré cuando regrese a mi habitación en las barracas.

Se puso de pie y caminó hacia la puerta, abriéndola un poco y observando que sus tres damas de compañía estaban sentadas en el sillón de descanso del recibidor de su habitación.

-¿Majestad? -Exclamó una de ellas apenas verla, poniéndose de pie seguida de las otras dos.

-Todo bien, gracias, solo necesito que hablen con los guardias, estoy verdaderamente cansada, no deseo que me moleste nadie hasta mañana en la mañana, a menos que esta parte del castillo se esté incendiando.

-¡Si, Majestad!

Latil cerró entonces la puerta, tomando una llave escondida detrás de uno de los tapices que enmarcaban la puerta y colocándola para dejar completamente cerrado.

Apenas voltear se encontró con la agradable visión de Sonnaught recostado en la cama, su camisa descansando descuidadamente en el suelo y él con una sonrisa socarrona, como si acabara de ganarle en un entrenamiento especialmente reñido.

-¿En verdad?, ¿Qué nadie te moleste a menos que se esté incendiando esta parte del castillo?

-Técnicamente vas a incendiarla desde dentro, ¿o me equivoco?

Estaba un poco nerviosa, si bien no era la primera vez que veía el cuerpo perfecto y trabajado del capitán de su guardia, era la primera que estaba completamente consciente de que aquel hombre con el que se había sentido a gusto desde pequeña iba a convertirse en algo más que un amigo o un guardián. La súbita anticipación que la estaba embargando y la curiosidad ante lo desconocido provocaron que su corazón latiera repentinamente fuerte y rápido, tanto como para asustarla. No había dado un solo paso desde que llegara a la mitad de su habitación, como si temiera que de acercarse más, Sonnaught pudiera escuchar su corazón a punto de estallar.

-¿Todo bien? -Preguntó el caballero en un tono burlón.

-Si, si, todo... todo bien... ¿puedo preguntar desde cuando te fijaste en mí?

-¿Acaso importa?

-A mí me importa.

Sonnaught le sonrió repentinamente sonrojado, desechando por completo aquella pose sexy que había adoptado para esperarla y sentándose en la orilla de la cama, juntando las yemas de sus dedos para flexionarlos y alejarlos de manera nerviosa antes de volver a mirarla a los ojos, robándole el aliento ante aquel semblante dulce que acababa de adquirir su rostro atractivo y sonrojado.

-Creo que tenías 14 la primera vez que dejaste de parecerme la hermana de Raean... te veías tan hermosa con el cabello revuelto, las mejillas sonrojadas y la chaqueta que te cubría repentinamente en el suelo, montando tu caballo luego de que nos detuviéramos los tres en la entrada del bosque, esa fue la primera vez que noté que ya no eras una niña.

No sabía que contestar, recordaba que al menos dos veces al mes lograba convencer a Raean de salir a cabalgar y hacer algunas carreras, Sonnaught se les unía la mayor parte de las veces, claro que era algo a lo que no le había dado importancia, después de todo, era una actividad que los tres habían compartido desde que ella cumpliera 8 años y ya no requiriera la asistencia de un instructor.

-Cuando Hyacinth empezó a salir contigo... al principio quería matarlo, ¿sabes?, luego simplemente empecé a pasar más tiempo con Raean para no tener que atestiguar como mirabas a ese imbécil.

No pudo evitar sonrojarse, esa parte definitivamente la recordaba bien, apenas su amistad con Hyacinth se había incrementado, de repente se había encontrado a sí misma pasando más tiempo con el príncipe extranjero que con Raean y Sonnaught, claro que, en aquel momento ella no le había dado ninguna importancia, tenía todo este tiempo para pasarlo con el hombre de sus sueños, tanto tiempo para dedicarse a ser feliz al lado de Hyacinth sin la interrupción de su hermano o de Sonnaught, jamás se le habría pasado por la cabeza que la razón de aquello fueran los celos del caballero de cabellos rojos.

-Y yo pensando que realmente estaban ocupados ustedes dos.

-No, cada vez que Raean quería ir a buscarte para hacer alguna travesura, yo lo convencía de dejarte al margen, al principio era complicado, Raean estaba seguro de que me había peleado contigo.

Sonnaught se puso en pie y avanzó hacia ella despacio, su corazón se había calmado un poco, sus pies habían comenzado a moverse con lentitud en pasos cortos, era agradable recordar otros tiempos, le había ayudado a apaciguar un poco el nerviosismo que la había hecho su presa.

-Debe haber sido un alivio para ti cuando llegó la invitación de bodas para ir a Karisen.

-Por el contrario, quería torturar a ese maldito y sacarle los ojos antes de cortarle el cuello, de hecho, ese había sido mi plan inicial cuando te acompañé, pero... preferí abstenerme y observar.

-Te lo agradezco, tomar el trono y llegar hasta aquí sin ti habría sido imposible.

-No lo creo -murmuró Sonnaught, que para ese momento ya estaba de pie frente a ella, peinando un mechón de cabello negro antes de acomodarlo tras su oreja-, dejando a un lado lo que siento por ti, creo que no mucho habría cambiado, a lo sumo, ya habrías cambiado a tu capitán de guardia al menos tres veces, eres una mujer difícil de complacer.

No pudo evitar reírse ante aquella broma, sintiéndose repentinamente más tranquila.

-Eso es cierto, solo existe un Sir Sonnaught en todo el mundo, ¿quién más podría seguirme el paso y aguantar mis bromas absurdas?

-Por no hablar del exceso de trabajo que me das ocasionalmente, eres una explotadora.

Volvió a reír, siendo interrumpida por las manos fuertes y callosas de su invitado, quien no tardó nada en jalarla para darle un beso en los labios, un beso torpe que no tardó en aceptar, rodeando a su capitán en un abrazo, reajustando poco a poco el ángulo de su rostro hasta encontrar una posición más cómoda para profundizar aquel beso, paseando su lengua por los labios de Sonnaught antes de alejarse apenas un poco.

Apenas un beso y ya estaban jadeando, a pesar de esto, Latil no podía dejar de sonreír, recorriendo el cuerpo que tenía abrazado con la mirada antes de voltear arriba, encontrándose con un par de ojos llenos de adoración.

-Tendría que haberlo notado.

-¿Qué cosa? -murmuró el pelirrojo con una sonrisa de medio lado, parecía estarse divirtiendo.

-La forma en que me miras, la forma en que me hablas cuando estás siendo sincero, debí notarlo antes...

-Estabas ocupada, y yo soy solo tu compañero de entrenamiento y el mejor amigo de tu hermano, ¿cómo podrías notar algo sin que yo lo permitiera?

Estaba un poco avergonzada, estaba a punto de rebatir aquello sin llegar a hacerlo, Sonnaught había sido más rápido, besándola de nuevo antes de posar sus manos en el trasero de Latil para amasar un poco antes de cargarla y moverse, depositándola gentilmente sobre la cama donde comenzó a desvestirla.

-Sonnaught, yo...

-Shhhh, el pasado ya no importa.

-Pero yo...

-Tú vas a disfrutar esto tanto como yo, ya no te ves nerviosa, así que no es necesario seguir escarbando un pozo vacío.

Guardó silencio. ¿Toda esa chachará había sido para calmarla?

De pronto dejó de importarle, toda duda había quedado relegada a un lugar obscuro y remoto de su mente, Sonnaught y sus dedos abriendo lentamente su ropa de dormir eran lo único que retenía su atención ahora.

El pelirrojo la miró una última vez de forma cautivadora, acercándose hasta besarla de nuevo en los labios un par de veces, mordiéndole la barbilla y haciéndola reír antes de brincar hasta su cuello para besarla, trazando un camino placentero hasta su escote, haciendo notar a Latil que su ropa estaba completamente abierta ahora.

La pelinegra dejó que su caballero la ayudara a deshacerse de la ropa de dormir, casi de inmediato sintió los dedos y las palmas de su capitán recorriéndola, haciéndola sonreír al notar la mirada extasiada con que estaba siendo examinada o la forma en que Sonnaught se había relamido los labios, justo antes de morderse el labio inferior y acunar los senos de Latil con algo de dulzura.

-Pareces estresado.

-Tengo miedo de lastimarte, quiero hacer tantas cosas, pero...

-Pones tanto entusiasmo en nuestras prácticas de espada, ¿pero temes lastimarme ahora?

Lo vio sonriendo divertido, luego sus miradas se encontraron, había tanto amor en esos ojos, tanto deseo también, podía notar claramente la lujuria incrementándose al fondo de aquel par de ojos brillantes e inteligentes.

Latil estiró una de sus manos, tocando el pecho de Sonnaught y comenzando a recorrerlo con las yemas de sus dedos, deleitándose en la sensación de aquella piel cálida y los músculos fuertes y firmes que había debajo.

-Prometo avisarte si me lastimas.

-Tiendes a aguantar muy bien cuando sales herida, si mal no recuerdo, eso te vuelve poco confiable.

-Y tú tienes más autocontrol que cualquier persona que conozca, si no confías en mí, deberías confiar en ti mismo.

Parecía halagado ahora, sonriendo de manera ligera antes de pasear sus ojos por todo su cuerpo, haciéndola sonrojar.

Sonnaught no tardó mucho en recostarse con Latil en la cama, su mano recorriendo su cuerpo con calma al igual que sus labios. Latil tuvo que cubrir su boca con una mano para no dejar escapar tan fácilmente los leves gemidos de placer que el capitán estaba robándole con cada caricia y cada beso, especialmente al darse cuenta de que el pelirrojo estaba saboreándola tranquilamente aquí y allá, haciéndola recordar como Guestas había besado sus senos antes de dejarla dormir la última vez que lo hubiera visitado.

De pronto, sintió las manos de Sonnaught quitándole el calzón largo que aún la cubría, haciéndola sonrojar furiosamente y obligándola a levantarse sobre los codos, mirando como aquel soldado le besaba los muslos y las piernas, acariciándola lentamente con la prenda enredada todavía entre los dedos, hasta dejarla tirada en el suelo y besarle los pies.

El corazón le estaba latiendo con rapidez ahora, que Sonnaught hubiera comenzado a mirarla fijamente sin dejar de besarla la había excitado muchísimo, tanto, que técnicamente saltó al sentir una mano ajena entre sus piernas, acariciando lentamente por encima de sus pliegues, luego vino la sonrisa socarrona de Sonnaught, quien parecía tener repentinamente el control absoluto de la situación.

-Pensé que tardarías más en estar lista.

-¿Qué?

No podía creer que él se estuviera burlando de ella en ese momento, con un par de sus dedos paseando descaradamente por su entrepierna y provocándole algunos escalofríos pequeños, los ojos de Sonnaught completamente pegados a ella, como estudiando sus reacciones y sus ojos.

-No estaba seguro de que me encontraras atractivo, ¿sabes?, el día que tuve que bañarme en tu habitación, cuando tuve que pedir que me trajeran algo de ropa, pensé que en serio no era tu tipo.

-¿Cómo se te ocurrió algo tan estúpido?, ¡por supuesto que te encuentro atractivo!

-Era más notorio que tus damas de compañía me encontraran atractivo, las tres enviaron cartas a mi padre pidiendo que se les permitiera casarse conmigo.

-¡¿EN SERIO?!

Sonnaught sonreía divertido, llevando un dedo a su boca para pedirle que bajara la voz o guardara silencio, haciéndola sonrojar y sentarse del todo, acercándose a él completamente indignada.

-Es un poco incómodo la manera en que me miran cuando vengo a esperarte por la mañana, una de ellas parece comerme solo con los ojos.

Latil no pudo evitar fruncir el ceño, completamente molesta ahora, la idea de dejarle una marca morada en el cuello al caballero para que todos supieran que este hombre ya tenía una mujer no tardó en pasarle por la mente... pero... ¿tenía derecho a marcarlo como si se tratara de un caballo?

Latil se cruzó de brazos, volteando molesta a otro lado, escuchando a Sonnaught riendo de manera extraña, seguramente estaba intentando contener las carcajadas que la situación le había generado.

-¿Estás celosa?, no es como que alguien vaya a poner una mano sobre tus juguetes sin tu permiso, ¿sabes?

-No eres un juguete... y habría preferido no saber que ponen sus ojos sobre ti, ahora no podré evitar estudiar cómo te miran y sentirme enferma.

-Creo que comienzas a entender como me siento yo en ocasiones... con todo este asunto del harem.

-¿Prefieres que deje de sacar mis frustraciones contigo?

-Siempre que no me hables de como son ellos en la cama...

Se sonrojó de nuevo, volteando a verlo y notando la mueca melancólica que su guardia personal había puesto de repente.

No pudo evitar abrazarlo, besándole la frente, la punta de la nariz, besándolo en los labios y sentándose en su regazo, envolviéndolo con las piernas y sintiendo como las manos de Sonnaught no tardaban en comenzar a recorrerla desde los hombros hasta los muslos, acariciándola de un modo tan reconfortante, que la excitación había regresado a ella.

Latil se alejó un poco, notando el leve sonrojo cubriendo parcialmente las mejillas y la nariz de Sonnaught, la mirada ebria con que la estaba viendo, los labios entreabiertos y ligeramente hinchados por la intensidad con que lo había besado.

Sonnaught era tan apuesto en ese momento, no pudo evitar acunar su rostro, acariciando sus mejillas y su cuello, notando como cerraba sus ojos para dejarse hacer. Ella comenzó a acariciarlo tal y como él la había acariciado a ella, empujándolo en algún momento para agacharse sobre él y besarle el cuello, bajando poco a poco y degustando con besos y leves mordidas aquel cuerpo ligeramente salado, trazando aquel camino hasta llegar a su ombligo, frunciendo el ceño al darse cuenta de que ella estaba completamente desnuda y él seguía a medio vestir.

Latil bajó de su cama entonces, respirando profundamente para calmarse antes de comenzar a deshacer el cinturón y luego las correas del pantalón de Sonnagut, poniéndose de pie para tirar de aquella prenda y topándose con la mirada divertida y la sonrisa retorcida de su compañero de juegos.

-Pareces apurada, Majestad.

-Y tú pareces bastante cómodo.

-Es que jamás pensé que te vería peleando con mis pantalones.

Latil se enderezó por completo, cruzándose de brazos y sonriendo de lado.

-¡Quítatelos!

-¿De verdad?, me estaba divirtiendo hace un rato.

-Te divertirás más cuando no tengas ropa interponiéndose entre los dos.

Sonnaught sonrió, demasiado pagado de sí mismo, sentándose y tomando los extremos de la prenda para comenzar a deshacerse de ella y de la que tenía debajo sin quitarle a Latil los ojos de encima, haciéndola sonrojar por la intensidad con que la estaba mirando.

Sonnaught se puso en pie entonces, completamente desnudo y erecto para sorpresa y desmayo de Latil, era la primera vez que veía un hombre completamente desnudo y excitado.

-¿No quieres tocarme?

No estaba segura de qué contestar, estaba indecisa, destensando un poco sus brazos al no esperar aquella pregunta, sobresaltándose un poco al sentir la mano de Sonnaught tomando la de ella y guiándola hasta su miembro, obligándola a tocarlo y envolverlo, moviéndola ligeramente cuando al fin se dignó a tomarlo en su mano, sorprendiéndola por la temperatura y la suavidad de aquella piel.

El pelirrojo no la soltó, simplemente la tomó de la otra mano, colocándosela sobre el pecho antes de alcanzarla de la cintura para acercarla por completo, besándola de nuevo antes de soltarla del todo para tomarla de los hombros esta vez, obligándola a girar lentamente.

Latil correspondió al beso, moviendo la mano sobre aquel miembro tal y como Sonnaught le había indicado, recorriendo despacio los músculos del pecho y el hombro de su capitán, excitándose de nuevo y sintiendo como se sonrojaba por lo que estaba haciendo, mirando a Sonnaught demasiado deseosa y ansiosa de más cuando se separaron para tomar aire.

-¡Latrasil! -suspiró el caballero con tanto afecto, que le provocó un escalofrío en la base del cuello.

El soldado pasó una de sus rodillas por en medio de las piernas de la emperatriz, bajando una de sus manos por la espalda de ella justo antes de ayudarla a acostarse en la cama, besándola de nuevo antes de llevar la mano que tenía en la cintura de Latil hasta su pubis, paseándose despacio por aquella zona y llenándola de anticipación y deseo, sintiendo como era acariciada por aquella mano con más descaro.

La mano de Sonnaught la obligó a soltarlo, él la besaba en los labios en ese momento, mordiendo y jaloneando suavemente, guiando con calma las manos de la pelinegra hasta su cadera y su espalda.

Latil no pudo evitar aferrarse más al notar que el cuerpo de Sonnaught comenzaba a posicionarse, él comenzó a besarla en el cuello, la mano que había estado jugueteando entre las piernas de Latil se había quedado repentinamente quieta, soltándola antes de que algo húmedo comenzara a pasearse perezosamente de arriba abajo, poniéndola nerviosa a pesar de lo bien que se sentían aquellas caricias húmedas.

-¿Estás lista?

-Lo estoy -Respondió ella completamente nerviosa, abrazándose a Sonnaught y aferrándose a su espalda, obligándose a sí misma a abrir sus piernas un poco más para hacerle espacio.

-Bien, ¿a la cuenta de tres entonces?

-Si, me parece bien.

-Muy bien... 3

Seguramente lo habría regañado y le habría pegado un poco si un dolorcito agudo no la hubiera hecho su presa, obligándola a abrazar al capitán con todas sus fuerzas, escondiendo su rostro en el hombro de Sonnaught y tratando de aguantar las lágrimas que, estaba segura, trataban de escapar de sus ojos.

-¿Estás bien?

No pudo hablar, solo asentir sin respirar siquiera, apretando más su agarre para evitar que Sonnaught pudiera seguirse moviendo y lastimándola.

-Juro que va a pasar pronto, en verdad, lamento mucho haberte lastimado, yo...

Latil simplemente negó con la cabeza, soltando el aire que había retenido y aferrándose al cuerpo sobre ella, tratando de respirar para que dejara de dolerle.

Sonnaught comenzó a besarle el rostro con dulzura, era como si estuviera disculpándose por el dolor que le había provocado, relajándola lentamente. De pronto ya no dolía, solo era un poco incómodo, tal vez si esperara un poco más, lo suficiente para que su cuerpo pudiera acostumbrarse al objeto extraño alojado dentro de ella...

-Dime cuando pueda volver a moverme -le susurró Sonnaught, haciéndola suspirar.

-Puedes hacerlo ahora, solo, despacio, por favor.

Él se enderezó un poco sobre sus codos, mirándola con una disculpa en la mirada, besándola de nuevo en los labios antes de ingresar un poco más y comenzar la retirada, entrando de nuevo sin haber salido del todo.

Poco a poco, las sensaciones en su interior dejaron de ser molestas, dando paso poco a poco al placer, su respiración era acelerada de nuevo, sus manos habían vuelto a vagar por el cuerpo de Sonnaught hasta alcanzar sus nalgas, aferrándolas un poco para alentarlo a ir más rápido.

El capitán pareció comprender lo que ella deseaba, de pronto había acelerado el paso, un poco más y otro poco más hasta ir tan rápido como si estuvieran galopando, la excitación y el placer incrementándose a la par que los movimientos del capitán, Latil había comenzado a gemir dentro de la boca del pelirrojo, realmente cerca de alcanzar algo o morir de placer cuando sintió como era repentinamente desalojada, el cuerpo cálido que había tenido encima dejando de tocarla y algo caliente y húmedo cayendo sobre su vientre sin más.

Estaba confundida, ¿qué había pasado?

Latil abrió los ojos, notando que Sonnaught estaba cabizbajo todavía sobre ella. Latil tomó el rostro de su compañero para obligarlo a mirarla a los ojos, estaba completamente sonrojado y... ¿decepcionado?

Sonnaught se hizo a un lado entonces, sentándose junto a ella. Latil se enderezó un poco, notando un líquido blanco salpicándole el vientre.

-Lo lamento mucho, no pude aguantar más, yo...

Latil se puso en pie, caminando hasta el aguamanil para sumergir una toalla en su interior, exprimiéndola antes de usar aquella tela para limpiarse justo antes de voltear, examinando el cuerpo de su amante y notando esas mismas gotas en algunas zonas del vientre de Sonnaught.

Latil se acercó entonces con la toalla, arrodillándose frente a él para poder limpiarlo.

-Latil, ¡no es necesario que tú...!

-Esta es una forma de evitar que me embarace, ¿cierto?

Lo miró a los ojos, se veía más sonrojado y con el ceño fruncido, afirmando lentamente. Parecía que Sonnaught estuviera a punto de llorar, lo cual era una novedad, hacía muchos años que Sonnaught no lloraba frente a ella.

-Gracias, yo no habría podido detenerme, lo disfruté mucho.

-No lo suficiente.

-Sonnaught, no...

El caballero le golpeó ligeramente la mano que sostenía el paño húmedo, haciéndola soltarlo, luego la tomó de los hombros, obligándola a acostarse de nuevo, recostándose frente a ella y llevando su mano entre las piernas de Latil, tomando uno de los senos de la emperatriz con la otra.

Latil no pudo evitar suspirar ante aquellas caricias, cerrando los ojos antes de que Sonnaught la besara en los labios.

-No puedo volver a hacer lo de hace un rato aun, estoy cansado y sería doloroso, pero... puedo complacerte con mis manos, si no te sientes demasiado decepcionada.

-También podría esperar a que te sientas mejor.

-Necesitas descansar, tomas decisiones un poco... crueles cuando estás cansada.

No pudo evitar sonreír, besándolo aún con los ojos cerrados, dejándolo hacer con ella lo que deseara, siendo recompensada algunos minutos después, sintiendo como todo su cuerpo se tensaba en un enorme escalofrío placentero y delicioso, con los dedos de Sonnaught atrapados en su interior y uno de sus pezones siendo succionado hasta que se volvió a calmar.

Estaba exhausta, jadeando todavía cuando el capitán de su guaria la soltó, ayudándola a entrar a la cama y cubriéndola con las sábanas.

-Quédate conmigo un poco más, por favor.

-¿Y si me quedo dormido y nos encuentran?

-La llave está puesta... nadie puede entrar... no si yo no me levanto primero.

-¿Y si alguien me busca en las barracas?

-Estoy segura de que se te ocurrirá algo, además, siempre estás en mi puerta justo cuando me levanto, ¡por favor!

Lo vio sonriendo conforme se metía con ella entre las sábanas, lo notó con la misma sonrisa complacida cuando estiró su brazo para que ella se recostara en su pecho, y no pudo evitar soltar un suspiro satisfecho cuando lo sintió depositar un beso entre sus cabellos.

No recordaba cuando había sido la última vez que había estado así de relajada, lo que si recordaba era que jamás se había sentido tan feliz y en calma, completamente relajada antes de caer profundamente dormida entre los brazos de su mejor amigo.

.

Notas de la Autora:

Bueno, es hora de que pongamos ese harem a trabajar, muajajajajajajajajajaja, ella ya vio que puede divertirse si tiene cuidado, así que... nos leemos en el siguiente capítulo.

SARABA