CAPÍTULO 11

FAMILIA

Sakura ingresó al apartamento tratando de hacer uso de todas sus fuerzas y autocontrol, no se iba a derrumbar y no estaba dispuesta a descubrir su desconcierto ante nadie, por mas cercanos que los sintiera en ese momento.

Shaoran reía conversando con Tomoyo y bebiendo una última cerveza mientras, al parecer, compartían alguna anécdota de juventud y entonces se percataron de su presencia.

- Listo chicos – dijo tratando de armar una sonrisa totalmente forzada –

- ¿Queda algo más por hacer? – preguntó Tomoyo

- No lo creo, además es muy tarde, debemos descansar.

- Tienes razón – respondió Tomoyo tratando de ser amable pero a leguas podía ver la consternación que albergaba la castaña – nos veremos después Sakurita y gracias por todo, me divertí mucho.

- Descansa, Sakura. Gracias por este tiempo tan agradable – dijo el castaño procurando huir de su mirada. No quería, se rehusaba a ver sus hermosos ojos verdes reflejando dolor.

Ambos salieron del apartamento y Sakura, más como una autómata, se acercó al balcón, solo miró al vacío por un momento para luego derrumbarse en el suelo a llorar. Se sentía como una tonta, decepcionada, furiosa.

No supo cuánto tiempo pasó en ese lugar o en esa posición, solo sentía unos golpes a lo lejos y notó que se había quedado dormida en el piso y le dolía todo el cuerpo. Abrió los ojos con mucha dificultad y trató de ponerse de pie un par de veces sin éxito, intentó acomodarse mejor y pudo levantarse.

Fue caminando lentamente y trastabillando un poco hacia la entrada, pues era la puerta de donde provenía el sonido. Ni siquiera sabía qué hora era, pero más valía que no fuera Yukito, porque en el estado en que estaba no podía responder por sus actos.

- Ya voy – dijo con voz ronca, observó por el ojillo de la puerta y vio a Shaoran; no quería verlo, no quería ver a nadie, pero sus modales tampoco habían desaparecido. Solo le diría que todo estaba bien y deseaba descansar. Si, era la mejor opción.

Abrió la puerta

- Sakura yo… - Sin pensarlo, como una reacción instintiva, Sakura se arrojó a sus brazos y se refugió en su pecho dejando fluir el llanto. Pero él tampoco fue ajeno a este momento, la acunó en sus brazos y la abrazó para hacerle sentir que estaba ahí. No pasaría por ese trance ella sola.

Poco a poco y sin soltarse de aquel abrazo él la fue acercando al sofá de la sala para estar más cómodos y ella se permitió un rato más sin decir nada y agradeciendo que él tampoco pedía ninguna explicación sobre su estado.

Unos minutos más pasaron y el llanto cesó, un suspiro hondo y lastimero inundó el salón y la única pregunta que podía caber en ese momento – ¿Te sientes mejor?

Sakura asintió – Espera, te traeré algo – Dijo Shaoran levantándose y dejándola recostada a un mullido cojín que estaba allí. Quería prepararle algo de té para que se tranquilizara. Había diferentes esencias y una en particular llamó su atención, era la favorita de su madre desde que podía recordar. Así que tomó esa y se dispuso a preparar todo.

Llegó con una taza humeante de té, pero la encontró totalmente profunda recostada en el cojín donde la había dejado y no tenía el corazón para despertarla. Así que la cargó suavemente y la llevó a la habitación, la recostó con cuidado sobre la cama y la cubrió con una mantilla que encontró en el closet contiguo.

Al ver que estaba lo más cómoda posible se dirigió a la salida sin hacer ruido y justo cuando estaba girando la manija escuchó su voz casi como un susurro.

- No te vayas… Por favor.

Shaoran sabía que no era correcto, respetaba a Sakura y lo haría siempre, pero eso también incluía no dar de qué hablar a otras personas sobre ella; pero a su vez, era gran parte su culpa que ella estuviera así; aunque hacía muchos años no lo experimentaba, sabía a la perfección lo que significaba un corazón roto y no la dejaría sola con su desventura.

- ¿Necesitas que te traiga algo? O…

- Nada, solo… No me dejes sola.

Shaoran suspiró y volvió sobre sus pasos sentándose en el lado libre de la cama – Te sientes… mej..

- No, pero no quiero hablar de eso.

- Sakura, escucha… Lo que sea que haya pasado, sabes que no estás sola.

- Lo sé, pero… - otro suspiro lastimero escapó de su pecho – ¿no estás cansado?

- No te imaginas

Sakura dio un par de toquecitos con su mano sobre el colchón invitando a Shaoran a quedarse allí.

- Oye, no es necesario, puedo quedarme en ese sofá – dijo señalando un mueble de la habitación.

- No seas tonto. No voy a hacerte nada.

- No lo digo por eso, no quiero verme como un aprovechado.

- Vas a venir aquí Shaoran Li. Ahora

- Ok, ok

El ambarino se acostó a su lado sin decir más - Ehhhh Shaoran, tus zapatos y tu saco, ¿no me digas que duermes así?

- Es obvio que no. – así que se levantó de nuevo, se despojó de su saco y zapatos y procuró ponerse tan cómodo como era posible, no es que fuera muy normal para él acostarse en una cama desconocida en plan "hermanito". Pero que más daba, ya estaba ahí, totalmente exhausto, así que aprovecharía para descansar.

- Gracias – dijo Sakura cerrando sus ojos, no sin antes extender la manta con la que Shaoran la había cobijado para compartirla con él.

Shaoran, por su parte, a pesar del cansancio no pudo quedarse dormido de inmediato y se puso a mirar el techo. No era tan incómodo como lo habría pensado y ahora que la máscara de Tsukishiro había caído debía pensar en cómo ayudar a Sakura a pasar ese trago amargo; no era fácil cuando el que piensas es el amor de tu vida se cae del pedestal que has construido.

Cuando menos lo supo, el sueño se apoderó de su conciencia y se dejó vencer por el cansancio.

Lo siguiente que sintió fueron ruidos, pero era como si no pudiese despertar, la luz ingresaba tenuemente a través de la ventana y muy lentamente fue consciente de la realidad. Rememoró de a pocos la noche que había pasado, todo el plan para desenmascarar a Tsukishiro y los ojos verdes de Sakura enrojecidos por el llanto.

Se llevó las manos a su pecho y era como si extrañara algo… Una sensación, una calidez. Terminó de despertar y se sentó sobre la cama. Era una habitación confortable y con una decoración delicada que en cada rincón susurraba el nombre de Sakura. Eso lo hizo sonreír.

Se levantó de la cama, se puso los zapatos y tomó en sus manos el saco que traía la noche anterior. Se observó en el espejo para ver un poco su aspecto esa mañana y bueno… Podría ser peor.

Lentamente se dirigió a la puerta procurando hacer el mínimo de ruido, saldría de allí en procura de pasar lo más desapercibido posible, lástima que las cosas eran muy diferentes de lo que él estaba pensando. Pues al cerrar la puerta de la habitación tras sí, lo primero que pudo divisar fue la sonrisa socarrona de Meiling quien le saludaba desde la barra de la cocina mientras devoraba una manzana y le saludaba moviendo los dedos lentamente. Una imagen realmente icónica.

- Buenos días primito.

- Qué… ¿qué haces aquí Mei?

- Nada, solo pasaba por aquí y Sakura me invitó a comer pancakes.

- Buenos días, Shaoran – saludó Sakura cerrando la puerta del refrigerador.

- Buenos días, Sakura. Disculpa la hora… Yo… Me quedé dormido

- Estábamos cansados, era obvio que despertaras un poco tarde – No lo había hecho antes, pero por primera vez se fijó en el reloj, eran cerca de las 10 am.

- Tienes razón, es muy tarde. Nuevamente te pido disculpas.

- Déjate de tonterías Shaoran, Sakura preparará Pancakes – dijo Meiling con emoción evidente.

- Meiling, deja de molestar a Sakura y vamos

- No es ninguna molestia, además me quedan deliciosos. Acompáñanos.

- En serio no quiero ser molesto.

- No lo eres.

- En ese caso, me encantaría acompañarlas. ¿Pero crees que alcanzo a ir a mi apartamento a darme un baño?

- Claro que sí, te esperaremos.

- Pero no tardes, muerto de hambre.

Rápidamente Shaoran salió del apartamento rumbo al suyo propio pero, aunque lo disimuló lo mejor que pudo allí dentro, lo cierto es que se moría de la vergüenza que Meiling estuviera allí, pero viéndolo desde otra perspectiva tampoco habría sabido cómo lidiar con Sakura después de la noche anterior. Quizá sería muy incómodo para ambos y en este caso, la presencia de Mei ayudaba muchísimo.

Rápidamente en su apartamento se dio una ducha y decidió vestir informal, al fin y al cabo era domingo y no tenía ningún plan en particular para ese día. Quizá iría a casa de sus padres después para compartir un rato con su familia, o se quedaría en casa leyendo un buen libro…

Se observó en el espejo, estaba listo para ir de nuevo a casa de su asistente y procurar que las cosas volvieran a la normalidad, le había parecido un poco raro verla tan "normal" después de como la había visto en la madrugada, pero ya averiguaría un poco más al respecto.

Sumido en sus pensamientos se encontró frente a la puerta de Sakura y llamó suavemente para anunciar su presencia; no supo por qué se sentía un poco nervioso hasta que la puerta se abrió y por supuesto, ella apareció.

- Demonios Shaoran.

- ¿Qué pasa?

- Es injusto, totalmente injusto.

- Qué pasa Sakura – por un momento lo invadió el temor de que ella supiera que él había estado detrás de su reciente descubrimiento.

- ¡Mírate! Por Dios santo, te ves tan guapo. A pesar de no haber dormido bien, supongo que has de tener algo de resaca y te ves increíble. Yo, parezco un muerto en pena.

Shaoran sonrió. Si tan solo ella fuera consciente de que en cualquier circunstancia brillaba, no diría una sola palabra que fuera contraria.

- Ya sabes… Es mi naturaleza – dijo él sonando presumido

- Ay, ya cállate y pasa, por lo menos intentaré engordarte con mis pancakes

- Bueno, yo…

- No me digas, también eres bendecido genéticamente que por más que comes no engordas.

- Qué te diré – dijo él alzando sus hombros.

- Eres un odioso, Shaoran Li.

Meiling los observaba discutir desde la barra sin decir nada hasta que llegó Shaoran a sentarse a su lado.

- ¿Qué sucede?

- No es nada

- A ver Mei, te conozco, suéltalo.

- Pelean como si fueran novios – soltó ella como si nada

Shaoran y Sakura se miraron seriamente pero un par de segundos después empezaron a reír a carcajadas

- Qué cosas dices Meiling – regañó su primo

- Pues eso parecen

- ¿Shaoran y yo? Nada más alejado de la realidad.

- Si, tienes razón… Muy lejos de la realidad – respondió Shaoran un poco incómodo, no era que estuviera acostumbrado a escuchar a una mujer rechazar tajantemente la posibilidad de estar con él. Pero, ¿era realmente solo su ego el que había sido herido?

- Shaoran… - Cuando notó, Sakura estaba demasiado cerca de su rostro haciéndolo retroceder

- ¡Qué! ¡Sakura me asustaste!

- Solo te preguntaba si querías miel, pero estabas totalmente ido.

- Si, gracias.

- Bueno chicos, tenemos té, café y jugo fresco. Suficientes pancakes para que queden muy satisfechos.

Pasaron al comedor y allí compartieron un ameno desayuno. Meiling hablaba sin parar contando anécdotas de infancia sobre el huraño Shaoran, de cómo ella lo convenció de que estaban comprometidos gran parte de su infancia. Habían compartido casi toda la vida juntos y eso la hacía entender lo unidos que eran. Sakura sabía que podía ser bastante distraída pero también, cuando se lo proponía le gustaba observar a las personas, analizar sus gestos y reacciones y Shaoran la estaba sorprendiendo gratamente… Aunque bueno, lo hacía constantemente. Pero esa mañana había visto a un Shaoran más abierto, no se veía como el ejecutivo seductor y que era capaz de comerse el mundo; este no, este Shaoran se sonrojaba al escuchar a su prima, sonreía de una manera totalmente diferente y… La miraba, la miraba a ella.

En un momento el sonido del teléfono de Meilling interrumpió la entretenida tertulia, la morena se puso de pie y se alejó de sus dos acompañantes dejándolos solos por primera vez aquella mañana.

Ambos miraban hacia cualquier otra dirección un poco incómodos en realidad, pero Shaoran se encargaría de romper ese silencio.

- ¿Te sientes mejor?

Sakura no dijo nada, solo lo miró y dibujó una mueca que no era más que un remedo de sonrisa.

- Quizá no ahora, pero lo estarás, Sakura – En ese momento, Shaoran sintió un impulso casi que incontrolable de tomar su mano; no era nada del otro mundo, solo quería hacerle sentir a través de ese contacto que no estaba sola y le brindaría todo su apoyo.

Cuando él iba dirigiendo su mano a la de la castaña, apareció Meilling y le lanzó una mirada furtiva pero muy sutil que solo él pudo notar. – Bueno chicos, ha sido un gusto. Sakura, deliciosos pancakes, tendré que hacer dieta toda la semana por tu culpa y tú primito adorado, gracias por acogerme en tu humilde morada.

- ¿A dónde vas? Pensé que irías conmigo a ver a mis padres.

- Ehmmmm creo que esta vez no iré, surgió algo… Importante – dijo guiñándole un ojo a lo que él respondió rodando los ojos con cansancio.

- Adiosito – se despidió con su cantarina voz dejando al par de castaños en completa soledad.

- Entonces… ¿Piensas ir con tu familia hoy?

- Si, si no lo hago, mañana verás a mi madre muy temprano en la oficina, además, tampoco tengo muchos planes para hoy. ¿Tú irás a ver a Touya?

- Me llamó esta mañana, pero no soy capaz de darle la cara.

- ¿Por qué?

Sakura lo miró con expresión de "no te hagas que ya lo sabes todo"

- Hey, no me juzgues, no sé qué pasó en realidad.

- Tienes razón, pero tampoco quiero hablar con eso, no por ahora.

- Bueno… ¿Quieres conocer mi casa?

- Si es cierto, llevo una semana aquí y no sé cómo vive el todopoderoso Li

- Déjate de tonterías, Sakura. Vamos.

Ambos se dirigieron hacia el piso superior y Sakura pudo contemplar el hermoso lugar que era el hogar de su jefe, con colores sobrios y todo muy ordenado, reflejaba a la perfección el status de quien habitaba entre esos muros; había pinturas hermosas, algunas esculturas y un hermoso piano de cola color blanco en una esquina de un enorme salón. La cocina se veía lujosa y muy bien equipada, tenía una enorme biblioteca en un estudio muy acogedor

- Shaoran, ¡esto es hermoso!

- ¿Te parece?

- ¿Ahora quién es el de la falsa modestia?

- Bueno, poco a poco he hecho de este lugar uno en que me agrade estar, no soy de muchos amigos y me gustaría pasar más tiempo aquí, pero las ocupaciones no lo permiten.

- ¿Tocas el piano? O eres de esos que le gusta presumir.

El ambarino levantó una ceja y se acercó al imponente instrumento, tomó asiento y empezó a deslizar sus dedos prodigiosamente entonando una melodía que era bien conocida para Sakura "Serenade" de Schubert. Ella, sin querer interrumpir se acercó quedamente mientras veía la manera tan magistral de interpretar dicha pieza y lo absorto que se encontraba en ella. Se veía totalmente en paz y demonios, mucho más guapo si es que era acaso posible.

Sakura cerró sus ojos para disfrutar del momento… Era mágico, pues el cálido viento de verano mecía suavemente las cortinas y se colaba en el enorme salón, podría quedarse así indefinidamente hasta que sintió que la música cesó. Al abrir los ojos, se encontró con los de Shaoran que la miraba fijamente y se sintió arrebolada.

- Fue maravilloso – dijo ella para tratar de disipar la tensión que se había creado entre ellos

- ¿Te parece?

- Si, nunca habría imaginado que tenías ese talento.

- Wei me empezó a enseñar cuando era niño, pero nunca paré de practicar y estudiar mientras estuve en la escuela, la universidad. Siempre ha sido como un escape para mí.

- Un bellísimo escape.

- En fin. Ahora, ven conmigo.

Shaoran la guio hasta un piso superior y quedó aún más sorprendida, era un enorme espacio, con una piscina y un gimnasio, además, había un espacio donde se podían hacer parrilladas. El lugar era todo un lujo.

Sakura no podía dejar de contemplar todo lo que había.

- Puedes venir cuando quieras

- ¿Ah? ¿Qué quieres decir?

- Pues… Si, aquí – respondió Shaoran bastante incómodo – Se nota que te ejercitas y pues… Bueno, tú entiendes.

- ¿Lo dices en serio? No quiero ser molestia.

- No creo que lo seas, creo que ni me percataría de tu presencia, a decir verdad.

- Bueno, lo voy a pensar, pero gracias por tu ofrecimiento. Creo que es momento de regresar a casa, por favor dile a tu mamá que le envío saludos y le agradezco por el té.

- Gracias por el desayuno.

- Gracias por la compañía.

Sin decir más, abandonó el lugar y Shaoran solo la vio partir sintiéndose extrañamente solo.

Sakura se dedicó a arreglar la cocina del desastre de los pancakes que había preparado, si bien es cierto le encantaba cocinar, también era un poquito desordenada y pensaba en cómo debía ser Shaoran si todo se veía tan impecable, aunque también es cierto que tendría un séquito de empleados que cuidaran de él.

Suspiró y se dirigió a la ducha, le hacía falta pues era un día bastante caluroso; quizá aprovecharía para darse un paseo por el parque Ueno, estaría sola y le daría tiempo para pensar en lo que estaba sucediendo. Eligió un lindo vestido veraniego que había comprado en primavera en Nueva York y que le recordaba uno que había lucido su madre en un catálogo cuando era modelo.

Se puso maquillaje ligero y justo cuando estaba lista para salir el timbre de la puerta llamó su atención.

- Shaoran… Pensé que ibas a casa de tus padres.

- Este… Si, voy… Solo quería saber si tú – dijo con una extraña timidez – Si quisieras acompañarme.

- ¿A casa de tus padres?

- Si, bueno a menos que tengas algo más por hacer y en ese caso no quiero que te sientas comprometida.

- No es eso, ¿en serio no te molesta que esté en un ambiente tan íntimo? Además, ¿tu familia no se molestará?

- De hecho, mi madre fue quien me pidió que te invitara.

- Ya veo – dijo Sakura un poco triste al percatarse que por supuesto no podría ser iniciativa del castaño semejante invitación.

- Además, no debes sentirte intimidada, Tomoyo irá con nosotros.

- En ese caso… Gracias por invitarme.

- ¿Estás lista?

- Si, paso por mi bolso y podemos irnos.

Shaoran solo pensaba en que en realidad no había sido iniciativa de su madre , pero cuando él le comentó sobre la posibilidad de invitar a su vecina, la señora Li pareció complacida con la idea y aceptó gustosa. El ambarino no quería dejar sola a Sakura y aunque trataba de convencerse a sí mismo que era solo el cargo de conciencia o un deber moral, algo muy dentro de sí no dejaba de alertarle sobre algo más.

- Esto es hermoso – decía una emocionada Sakura al pasar por la "calle dorada"

- Es la avenida Icho Namiki, ¿no la conocías? Creí que eras de acá – comentó Shaoran

- No, no la conocía y no, no soy de aquí, soy de una pequeña ciudad a las afueras de Tokio llamada Tomoeda. Solo veníamos a Tokio con mis amigas de la escuela a pasear de vez en cuando.

- Y es una ciudad preciosa, Tomoeda. – Comentó Tomoyo.

- ¿La conoces? – preguntó Shaoran con curiosidad

- Claro tontito, allá es la casa de mi madre.

- Sabía que vivía en un pueblo, pero no que fuera ese. ¿Es un lugar agradable?

- Muchísimo, aunque hace mucho no voy pero toda mi infancia viví allá, solía ir a la escuela en patines todos los días, Touya en su bicicleta y… Yukito

Tomoyo y Shaoran se miraron con preocupación, sin querer habían sacado a relucir un tema sensible, pero Sakura se recuperó con rapidez y continuó narrando.

- En primavera había un hermoso corredor con árboles de cerezo, se formaba un hermoso tapiz con los pétalos, un espectáculo increíble.

- Tuviste una infancia hermosa – comentó con ternura Tomoyo

- Así fue, espero poder ir pronto para rememorar esos hermosos momentos, quizá encuentre todavía a alguno de mis viejos amigos.

En ese momento, el auto se adentró en una propiedad hermosa, grandes árboles adornaban el camino de entrada y a lo lejos una hermosa y gigantesca mansión que la castaña apreciaba con la boca abierta.

- Es un lugar imponente, ¿no lo crees? – mencionó Tomoyo y Sakura solo asintió

Se detuvieron en una rotonda ubicada frente a la entrada principal y de inmediato un joven se acercó para abrirles la puerta y Shaoran le entregó las llaves del vehículo. En la puerta una joven mucama les esperaba y les recibió con una reverencia.

- Bienvenido a su casa señor Li

- Gracias… ¿Y Wei?

- En la cocina señor, dijo que se encargaría personalmente del almuerzo familiar.

- ¿Y mis padres?

- La señora se encuentra en el jardín, el señor en la biblioteca.

- Gracias, ¿podría avisarles por favor que ya llegamos?

- Por supuesto, señor.

Así, ingresaron a la enorme mansión y Shaoran fue mostrándole cada parte de la casa a Sakura, la llevó a la biblioteca para saludar a su padre quien encantado recibió a la castaña y prometió reunirse con ellos pronto, al terminar unos pendientes del trabajo.

- Vamos al jardín, seguramente mi madre se encontrará allá y…

- ¡Xiao Lang! – se dejó escuchar una mujer bastante efusiva bajar por las escaleras, pero no eran los únicos pasos que venían presurosos a su encuentro.

- Ay Dios… - Dijo Shaoran sujetándose el puente de la nariz

- Oh si, ahí vienen – dijo Tomoyo

- ¿Qué sucede? – preguntó Sakura un poco asustada.

- Ya lo verás – respondió Tomoyo aguantando la risa.

- ¡Xiao – Lang! - Volvieron a resonar las voces que esta vez ya eran varias y un grupo de mujeres lo rodeó, a pesar de ser mas bajas que él lo trataban como a un niño pequeño y otro grupo de 3 niños los rodeaba totalmente emocionados.

- Ya, cálmense. Fuutie, ¿cuándo viniste?

- Llegué anoche, hermanito

- Por eso la insistencia de mamá en que viniera

- Quería sorprenderte mi pequeño lobo

- ¿Pequeño… Lobo? – preguntó Sakura curiosa

Las mujeres guardaron silencio y se quedaron mirándola…

- Ella es…

- Ah… Les presento a la señorita Sakura Kinomoto, ella es…

- Preciosa – comentó una

- Mira sus ojos – respondió la otra

- Del color favorito de Xiao Lang – dijo emocionada la tercera y abordaron a Sakura tal y como lo habían hecho instantes atrás con su hermano.

Sakura no sabía qué hacer, solo sonreía nerviosa mientras ellas la acicalaban como si de una niña se tratara.

- Ya basta – dijo una voz inconfundible y la que de inmediato reaccionaron las mujeres dejando a Sakura tranquila – Niñas, dejen a nuestra invitada tranquila.

- Señora Li – Saludó Sakura haciendo una reverencia a la que la mujer respondió con una inclinación de cabeza

- Bienvenida a nuestro hogar, señorita Kinomoto. Me disculpo por la conducta de mis hijas, me temo que son incorregibles a pesar de la edad.

- No se preocupe, me siento muy feliz de estar con ustedes.

La mujer le sonrió de manera sincera.

- Por favor, acompáñennos al jardín – dijo la señora extendiendo su mano e indicando el lugar.

- Vamos, Sakurita – dijo Tomoyo tomando del brazo de la castaña y llevándola al lugar indicado mientras a sus espaldas se escuchaban los murmullos de las mujeres Li

- Son algo…Entusiastas, ¿no? – dijo Sakura a Tomoyo procurando que solo ella escuchara

- Son adorables, no disimulan ni un poco cuando alguien es de su agrado.

- ¿Crees que les agradé?

- Ay, eso es obvio Sakurita, es imposible no quererte.

La castaña se sonrojó y siguieron avanzando hacia el lugar indicado, encontrándose con un enorme y hermoso jardín con árboles frondosos y prados verdes. En el centro una laguna con flores de loto, un pequeño kiosko rodeado de enredaderas y flores de Dondiego que brindaban un toque idílico al lugar. Un hermoso sendero empedrado y al costado una enorme mesa con todo un festín preparado y Wei, allí con su sonrisa de siempre, esperando para atender a los recién llegados.

- Señorita Sakura, muy buenas tardes, bienvenida.

- Gracias señor Wei, que gusto verlo de nuevo – respondió ella con una sincera sonrisa, ese hombre le inspiraba confianza y paz.

El resto de la familia se fueron ubicando en la mesa. El señor Li se les unió y Ierán insistió en que Sakura se ubicara a su lado; se sentía nerviosa, por supuesto, pero la verdad es que el almuerzo en cuestión fue un rato ameno y agradable; las hermanas de Shaoran eran muy simpáticas, un poco más entusiastas de lo que hubiese imaginado y en nada parecidas a la señora dueña de casa, pero muy dulces y amables.

Aunque las imágenes de Yukito con aquella mujer le habían dado vueltas a su cabeza desde el momento mismo en que lo descubrió, en ese lapso de tiempo, se sintió diferente, la opresión de su pecho se hizo más llevadero y sonrió. Sonrió con total sinceridad por momentos, se dejó llevar de la dulzura de los niños, jugaron en los prados y se sintieron fascinados con ella.

- ¿Planeas quedarte mucho tiempo? – preguntó su hermana

- Algunos meses, la verdad estoy cansada de tanto viajar y quiero estar un tiempo con mi familia.

- Entiendo, ¿sucede algo más?

- Nada hermanito, ¿tan extraño te parece que quiera estar con mi familia?

- Solo quiero que estés bien Fuutie.

- ¿Y tú?

- Ya sabes, mi trabajo es muy absorbente pero siempre tengo tiempo para divertirme

- Ella… ¿Hace parte de tu diversión?

- ¿Sakura? No, ella es mi asistente.

- La única asistente a quien has respetado es a Rika, puede ser que esté lejos, pero he oído mucho de ti Xiao Lang.

- Fuutie, no te puedo negar que… Sí, tengo un cierto estilo de vida, pero Sakura es… Diferente. Es una amiga.

Fuutie Li bufó – Jamás miraste a Rika de ese modo

- Yo no miro a Sakura de ningún modo particular.

- Como digas hermanito. Pero, cambiando de tema, me alegro mucho estar en casa, los niños están enormes.

- Y son tan traviesos como ustedes en su momento.

- Pero Sakura tiene mucha energía, mira que lleva jugando con ellos un buen rato.

- Lo sé, pero parece que le gusta y prefiero verla así que… - guardó silencio y Fuutie sonrió hasta que apareció el ceño fruncido de Shaoran.

- Hey, no he dicho nada al respecto hermanito.

- No te hagas ideas que no son

Fuutie tomó la mano de su hermano y la presionó ligeramente – Nosotros podemos intentar hacer que los demás crean lo que queremos, pero que eso no nuble lo que en realidad pasa en tu interior. Y no te pongas a la defensiva, no se trata de Sakura, solo tenlo presente en un futuro.

- Gracias.

- Ahora ayudemos un poco a Sakura, esos niños terminarán por agotarla.

- Si, le preguntaré si quiere irse ya.

- No creo que madre lo permita, ya están preparando el té y Wei se esforzó mucho en los postres y sé de buena fuente que hay mucho chocolate involucrado. Además, retomarás tus labores, te irás de viaje y no podremos vernos.

- Por ahora hazte cargo de los niños, hablaré con Sakura para saber si quiere quedarse un rato más.

- Está bien – La joven mujer se levantó y llamó a sus sobrinos para que dejaran a la castaña.

Shaoran corrió hacia donde estaba Sakura, se había quedado recostada en el pasto con la respiración agitada pero una expresión divertida.

- Vamos, ¿no pudiste con 3 tranquilos niños?

- Tus sobrinos tienen de tranquilos lo que yo de puntual

- Bueno, levántate.

- No quiero, mira el cielo, es perfecto.

- Sí, es bonito

- No, no. Ven conmigo.

El ambarino no se sentía muy cómodo ensuciando su ropa o acostándose sobre el césped como si fuera un niño. De hecho, tampoco lo había hecho siendo niño

- Por Dios Shaoran, no puedes ser tan psicorígido, ven conmigo

- No es eso, no me gusta ensuciarme. Puedo ver el cielo desde aquí.

- Podría obligarte

- Inténtalo.

Para su propia desgracia, la posición de Shaoran era muy desventajosa y Sakura bastante hábil, por lo que con un rápido movimiento de sus piernas logró derribar al todopoderoso Li, como ella solía llamarlo.

- Eres una bruta, Sakura – dijo el tendido en el pasto y tratando de acercarse un poco más a ella.

- Y tú, demasiado débil. Ahora, solo cierra los ojos.

- No voy a hacer esas cosas raras de Hippie abraza árboles.

- Shaoran, deja de ser tan cerrado y no es nada de Hippies, solo… Confía en mí.

El ambarino suspiró resignado, pero hizo caso a la castaña. La sombra de los árboles no permitía que el sol les diera directamente y un viento suave se dejaba sentir.

- Escúchame, trata de agudizar tus sentidos, no pienses en nada, solo en el ahora. El canto de los pájaros, la sensación del césped en tu piel, nada más existe en este momento, disfrútalo.

Y por primera vez simplemente se dejó ir, dejó de lado la racionalidad que lo caracterizaba y se dedicó a sentir y debía admitir que era algo nuevo y maravilloso, el sonido del viento meciendo las ramas de los árboles, la tibieza del sol sobre su piel… No pensar en nada, solo sentir.

No supo cuánto tiempo pasó así, aunque en realidad le parecieron segundos cuando se percató que en realidad se había quedado dormido. Al abrir sus ojos miró a Sakura que estaba justo a su lado y una lágrima resbalaba por su mejilla. Estaba pensando en Tsukishiro con toda seguridad.

- Lo encontré… - dijo ella quedamente

- ¿Hablas de?

- Yukito, lo encontré… bueno, con otra mujer anoche cuando fui a tirar la basura

- Lo siento.

La castaña negó – No te preocupes, pero ese es el motivo por el que lloraba anoche y la verdad es, que me siento desolada. Pero estando aquí he tenido momentos de paz, como este.

- Sakura, vales mucho y…

- Lo sé, no me merece, no debería estar llorando por él, hay muchos otros hombres… Bla, bla, bla. Esas mismas palabras se repiten en mi mente de manera constante, pero no ayudan a aliviar mi dolor. Tampoco es necesario que digas nada, aunque lo agradezco. Solo…

- Debes pasar este trance, lo sé. Experimentar el dolor y la pérdida; no es fácil ese camino Sakura, pero no estás sola para transitarlo.

Sakura se volvió hacia él y suavemente tomó su mano susurrando simplemente "gracias"

- ¿Qué opinas? – preguntó Ierán a Tomoyo que estaba a su lado disfrutando de un té helado y galletas

- Es cuestión de tiempo

- ¿Y crees que es correcto?

Tomoyo suspiró – Más allá de si es correcto… La pregunta sería, ¿es posible? Se llevan muy bien, de eso no hay dura, pero la vida de Shaoran es muy diferente de Sakura; ella es más inocente, tiene un corazón…

- Puro. Lo supe desde la primera vez que la ví. Shaoran, por otro lado…

- Shaoran es un ser humano Increíble señora Ierán, puedo dar fe de eso a cualquier persona. Es solo que por la naturaleza misma de su posición, las cosas que le han sucedido, ese temor de verse vulnerable para que no tomen ventaja de él… Todo eso ha escondido al verdadero Shaoran bajo un exterior frío, cínico y desconsiderado.

- Tomoyo, ¿cuándo dejarás de decirme señora? Eres como una hija para mí

- Y como una hija, la respeto.

Ierán Li sonrió, no era muy común ver ese tipo de expresiones en su rostro férreo. Era una mujer que había construido una familia con bases sólidas, no quería verse vulnerable y en eso era demasiado similar a Shaoran.

- A veces me pregunto si el peso de nuestro apellido lo afecta demasiado, si algún día podrá ser feliz más allá de sus deberes.

- Sé que sí, solo debe darse la oportunidad.

- ¿Y crees que Sakura es esa posibilidad?

- Podría serlo. Pero requiere sacrificios, de parte y parte. Bueno, eso si se dan cuenta de lo que sucede. En palabras de Meilling, son tan atolondrados.

Ierán sonrió de nuevo, viendo a su hijo y aquella bella chica recostados sobre el césped de su jardín, viéndose sereno, aprehensivo y atento. Solo podía esperar que no fuera la última vez.

- Muchas gracias por todas sus atenciones, gracias a ustedes ha sido un día maravilloso.

- Esperamos tenerte muy pronto de regreso, esta será tu casa – se despedía cortésmente Hien Li de su joven invitada.

- Gracias señor Li, aprecio mucho su hospitalidad.

Ierán por su parte, aprovechó el momento en que todos se despedían y sus empalagosas hijas asfixiaban a Shaoran en medio de abrazos.

- ¿Te sientes mejor? – preguntó Ierán a Sakura

- ¿A qué se refiere? – respondió ella no pudiendo disimular su nerviosismo y Ierán posó su mano sobre el hombro de la chica.

- Todo pasa, quería Yingfa. Nada es eterno, ni la más grande de las alegrías o la más profunda de las tristezas.

- ¿Shaoran le contó…?

- No, nunca lo haría. Es un chico muy reservado y si piensas que Tomoyo lo hizo, tampoco es así. Pero tus ojos no mienten, date permiso de llorar, de sentir tu pérdida y recuperarte. Espero poder verte muy pronto.

Sakura suspiró y agachó su rostro, haría hasta lo imposible por reservar sus lágrimas hasta estar sola, aunque las palabras de Ierán le habían llegado muy profundas, pues era como si su propia madre las hubiese expresado.

- Señora Ierán, no había podido agradecerle con propiedad, el té que me regaló, es sencillamente exquisito y muy relajante.

- Lo traje de China en mi último viaje, y me alegra mucho que te haya gustado.

- Algún día… Sé que es algo atrevido de mi parte, pero… Si algún día necesitara a alguien, no lo sé… Yo solo…

- Eres una gran persona Sakura, que nadie apague tu esencia, no importa quien sea.

- Así será.

- Vamos, Sakura – llamó Shaoran.

La castaña hizo una reverencia a la señora Li y se dirigió al auto.

- Shaoran, ven por favor – Llamó Ierán.

- Dime, madre

- Cuida mucho a Yingfa, pasa un momento difícil.

- Lo sé madre, y así lo haré. Lo haremos, con Tomoyo.

La mujer le sonrió y acunó el rostro de su hijo, no había sido nunca una mujer expresiva, pero en momentos como ese se sentía orgullosa del hombre que había criado. Shaoran, por su parte, le correspondió con una sonrisa y se dirigió al auto.

Partieron de la enorme propiedad de los Li, Sakura no decía nada, estaba totalmente ida mirando por la ventana mientras el sol de la tarde se ocultaba entre los árboles y pensando en todo lo que estaba pasando en su vida. Podría decirse que lo que estaba sucediendo en su vida no era justo, que debió escuchar a su hermano o para variar, haberle dicho todo desde el principio y no le habría permitido meterse con él.

- Sakurita… - Llamó Tomoyo

- Si, dime.

- Me estaba despidiendo, pero estabas un poco distraída.

- Discúlpame.

- No te preocupes, nos vemos en la oficina mañana

- Claro que sí y gracias por todo

- Cuídense ambos, descansen.

La amatista bajó del auto y Shaoran junto con Sakura siguieron su camino un par de calles más adelante.

- Shaoran, quiero darte las gracias.

- No hay de qué, monstruo.

La castaña sonrió, sonaba totalmente diferente cuando venía de su hermano, pero percibía el mismo cariño en esa palabra. Sakura se quedó en su apartamento y Shaoran se fue al suyo, habían sido unas horas bastante extrañas donde ella había experimentado la desolación de la traición pero a su vez el cariño y abrazo de quienes la rodeaban.

Era temprano, pero se dispuso a dormir, era en realidad lo único que quería en ese momento. Acostada en su cama se detuvo a contemplar el techo, extendió su mano izquierda y recordó la persona que había estado allí acompañándola, solo esperaba que él no se hubiese dado cuenta de su atrevimiento aquella madrugada, pues en un momento en medio de su sueño, al verlo ahí tan pacífico se acercó y se recostó en su pecho. No supo si fue un acto reflejo pero él también la abrazó y allí se sintió segura.

Por otro lado, en su propio apartamento, se encontraba Shaoran con una copa de vino observando la ciudad y pensando en todo lo que estaba sucediendo. ¿En qué momento se había involucrado tanto en algo que no le correspondía? No sabía que todo lo que estaba sucediendo con la castaña le afectaría tanto, pero trataba de convencerse a sí mismo que era solo el sentimiento de culpa el que lo atormentaba.

Se dirigió al estudio y se recostó en el sofá, un suspiro profundo escapó de su pecho y de nuevo, esa sensación de calidez que había tenido todo el día. Cerró sus ojos y un recuerdo súbito acudió a su mente. Una melena castaña recostada en su pecho, casi como si fuera un refugio y su brazo acogiéndola, protegiéndola…

Abrió sus ojos sorprendido, las cosas estaban tomando un rumbo que no solo no esperaba, sino que también, le asustaba.

Hola!

Mis queridos lectores, espero que la vida les sonría bellamente. Quería publicar anoche pero no me fue posible. Espero que les haya gustado y que podamos ir descubriendo juntos cómo se desarrolla esta historia.

No hay mucho más que decir, solo que agradezco muchísimo todos y cada uno de sus comentarios. Mi país pasa por un momento muy difícil como creo que han visto y el leerlos me saca un rato de la monotonía y la incertidumbre.

Los abrazo en la distancia

Ale-San