Los personajes y lugares pertenecen a Suzanne Collins. Esta solo es una historia creada desde la imaginación de una fan de los Juegos del Hambre.
Capítulo 2
- Peeta… Peeta… Peeta!- le grita Johanna, desde la celda de al lado a un inconsciente Peeta.
En la celda de al lado de Johanna, se encuentra Peeta, que tras incontables torturas, después de la última entrevista, sigue sin despertar, y si no fuera por el leve levantamiento de pecho que hace uno al respirar, sin duda lo daría por muerto.
Al otro lado de la celda de Peeta, se encuentra la de Annie, vencedora del distrito 3, que pese a que siempre suele estar metida en su burbuja, se puede ver en su cara, la preocupación por el vencedor del 12.
- Peeta- lo llama también Annie, sin resultado alguno.
- ¡Peeta, demonios despierta!-grita desesperada Johanna.
Cuando parece que empieza a reaccionar Peeta, de repente se abre la puerta principal, desde donde entran cinco agentes de la paz, junto con 3 médicos. Y estos se dirigen con paso firme a la celda de Peeta.
- ¡Hey, ¿dónde creéis que vais?! ¡Dejarle en paz! No lo toquéis gilipollas- grita Johanna, cuando ve que cogen a Peeta, y le inyectan algo en el brazo y se lo llevan.- ¡Cuando salga de aquí os voy a clavar mi hacha por el culo!
En otra habitación, Peeta está volviendo en sí, y lo primero que siente es el dolor en todo el cuerpo, lo segundo y piensa que es lo peor que puede pasarle, no puede moverse. Pero está equivocado, lo tercero que siente, es que lo tocan por todas partes, distintas manos, de desconocidas, que se han operado tanto que no parecen personas.
Lo siguiente que siente son sus bocas por todo su cuerpo, y por más que intenta hablar o hacer algo, no puede, es tal el pánico que siente, que intenta pensar en otra cosa, lo que sea, con tal de no pensar que está en una habitación, con monstruos y que están abusando de él…
No sabe cuánto ha pasado, pero ahora es llevado, una vez vestido donde están las celdas, pero aun no es capaz de volver en sí…
- Peeta!-lo llama Johanna, nada más verlo. Pero al ver como este no le dirige ni la mirada, se encara a los agentes de la paz.- ¿¡Que cojones le habéis hecho!?- Pero los agentes no le responden, solamente dejan a Peeta dentro de la celda y salen por la puerta. – Peeta! Peeta, me escuchas?- Pero por más que lo llamaba Johanna primero y Annie después, no reaccionaba, seguía dentro de ese caparazón que había construido para no sentir, no escuchar, no sufrir…
Ya muy tarde por la noche, Johanna y Annie intentan, que Peeta vuelva en sí.
- Peeta, por favor reacciona.- vuelve a intentarlo Johanna.
- Peeta, no estás solo.- le dice Annie. Y por primera vez, desde que lo dejaron dentro de la celda, Peeta se mueve.
- Peeta, te necesitamos, por favor reacciona.
- Johanna… Annie…- dice Peeta, reaccionando por fin.
- Sí, Peeta eso es, estas con nosotras ahora, tranquilo- le dice Johanna.
- No quiero volver allí… - dice Peeta, con miedo en la voz, mientras se restriegas los brazos, como intentando borrar el recuerdo. Johanna al ver esa reacción que tantas veces ha tenido ella, sabe lo que ha pasado y de la rabia que siente, se clava las uñas en la palma de la mano, haciéndose sangre.
- No vas a volver allí, Peeta, haré lo que sea para que no vuelvas, te lo prometo. Ahora estas aquí con nosotras, tranquilo.-le dice Johanna, y en ese momento, alguien tira una bomba de humo.
- Johanna- dice Peeta, pero es lo último que dice, ya que los gases los han dejado inconscientes a todos….
Cuando despierta otra vez, lo primero que nota y ve, es que está en otro lugar, y pensando que va a volver a pasar lo de la otra vez, intenta levantarse. Los pitidos de las pulsaciones se disparan, y entran dos médicos enseguida.
- Tranquilícese, señor Melark.- le dice una enfermera.
- No me voy a tranquilizar nada, ¿dónde estoy? ¿Y qué hago aquí?-dice desesperado y enfadado, Peeta.
- Estas en el distrito 13, tranquilo. Ahora estas a salvo…
Mientras intenta asimilar toda esta situación, los médicos le van haciendo pruebas y preguntas típicas. Cuando están acabando de revisarle, se abre la puerta de repente.
- Peeta… -A soñado y tenido tantas pesadillas con ella, que se gira despacio sin saber con lo que va a encontrarse.
La alegría y el alivio de Katniss al verle, es visible, para todos excepto para Peeta, que no puede evitar las imagines que se le vienen a la cabeza de Katniss besando a Gale.
Pero lo que le trae a la realidad es el dolor, el dolor al sentir que lo están abrazando, que lo está abrazando Katniss, y no puede evitar el gritar.
- ¡No me toques!
N/A
Un saludo a todos los que os habéis tomado unos minutos en leer; Sinsajo: Una versión diferente
