Los personajes y lugares pertenecen a Suzanne Collins. Esta es una historia creada desde la imaginación de un fan de Los Juegos del Hambre.
CAPÍTULO 15
- ¿Por qué no me lo cuentas?- preguntó Katniss- Cuéntamelo, para que así pueda entenderte y ayudarte. – suplicó.
- No.- dijo con rotundidad Peeta.
- ¿Por qué no? Puedes decirme lo que sea, puedes confiar en mí. – le dijo mientras él negaba con la cabeza.
- No se trata de confiar o no confiar, no lo entenderías. – le dijo desviando la cabeza.
- Eso no lo sabes, puede que si te entienda, pero me tienes que dar la oportunidad.- siguió insistiendo.
- ¡No! ¡Nunca lo entenderías, y tampoco quiero que me entiendas! – le dijo mirándola. De solo pensar que a Katniss le pudo o pueda pasarle lo que a él le hicieron, le entró un miedo por todo el cuerpo, provocando que su corazón lata desbocado. Después de unos segundos de silencio, se tranquilizó un poco y prosiguió. – Mira yo… no sé si pueda algún día contártelo, no creo que pueda, porque en el momento que lo sepas, me miraras diferente y eso podría terminar de destruirme. Asique por favor, no vuelvas a sacar el tema, lo único que tienes que saber es que es preferible que te maten a que pases por lo que yo pasé.
- Está bien. – le dijo después de mirarse a los ojos, y ver el dolor en los ojos de él. – Pero déjame estar a tu lado, no me apartes de ti. – le dijo levantándose de la silla.
- Está bien.
- Bien. Ahora me tengo que ir, tengo entrenamiento, y no quiero darle munición a Gale para que me retenga más de lo necesario – le dijo, dirigiéndose hacia la puerta, sin notar como Peeta apretaba las sabanas con las manos.
- Está bien. Nos vemos. – se despidió, viéndola salir.
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- ¿Cómo se encuentra señor Mellark? – preguntó la Señora Everdeen, mientras revisaba el historial médico.
- Bien, no tengo ningún dolor, y la rehabilitación ha ido bien también. Beetee, ha hecho maravillas con mi pierna, y la prótesis nueva ya no me duele, es casi como si la tuviera completa. – le dijo con una pequeña sonrisa.
- Muy bien, entonces le daré de alta hoy, solamente le mandaré algunas pastillas, para el estrés, y para el dolor si lo tuviese. – le dijo mientras le daba dichas cajas de pastillas. – Y creo que ya sabe, que si siente alguna anomalía, tiene que venir con urgencia. – viendo que éste asentía, se giró hacia la otra persona en la habitación. – Señorita Mason, ¿Cómo se encuentra?
- Bien, como si nunca me hubieran torturado – le dijo con una sonrisa irónica.
- ¿Entiendo entonces, que está bien? – dijo mirándola a los ojos, sin amedrentarse con la vencedora del distrito 7.
- Sí, estoy bien – dijo con desgana, sacándole una sonrisa a Peeta.
- Muy bien. Como al señor Mellark, le he recetado las mismas pastillas. – dijo mientras se las entregaba. – Y de la misma manera, si tiene alguna dolencia, venga con urgencia al hospital.
- No se preocupe Señora Everdeen, eso haremos – dijo Peeta mientras salían por la puerta, encontrándose con Haymitch.
- Ah, aquí están, ¿ya han terminado todo? – viendo como estos asentían, prosiguió. – Muy bien, hoy seré su guía –les dijo sonriendo con gracia.
- ¿Un borracho guiándonos? Sí, seguro – dijo con sarcasmo Johanna.
- Para tu información, llevó sobrio desde que llegue, a este maldito lugar, claro que sin yo quererlo por supuesto. – les dijo mientras avanzaban fuera del hospital. Después de indicarles donde estaba el comedor, junto con los otros lugares del distrito 13, se encaminaron a las zonas de las habitaciones. – Bueno aquí es la vuestra. – dijo parándose delante de la habitación.
- ¿Vamos a vivir los dos en la misma? – preguntó Peeta, mientras entraban, viendo las dos camas separadas, con unos cajones para guardar la ropa y un pequeño baño.
- Sí, así se ha decido, ya que, en el hospital tenían una habitación para los dos, les han puesta una igual.
-Está bien. Es conveniente, estamos familiarizados con nuestros gritos por la noche. – dijo Johanna, despreocupada mientras se tiraba en la cama.
- Muy bien, entonces les dejo que se acomoden, por la mañana en el panel que hay junto a la puerta, acercando el brazo os señalará vuestro horario.
- Genial, nos marcan como ganados. – dijo con desdén Johanna.
- Está bien, gracias Haymich, nos vemos mañana. – le dijo Peeta con una sonrisa.
- Hasta mañana – dijo esté saliendo por la puerta y cerrándola.
- Bueno, me quedaré con la cama de la derecha por lo que veo. – le dijo Peeta, mientras se acostaba en dicha cama. - Mañana tenemos entrenamiento, ¿no?
- Sí, Finnick se encargó de todo. ¿Cómo crees que le sentará a la descerebrada enterarse de que dormiremos en la misma habitación? – preguntó con malicia.
- No lo sé. – suspiró. - No creo que lo sepa hasta que vuelva del distrito 8, salían mañana por la mañana temprano. – dijo con preocupación al pensar en el peligro que se podría encontrar Katniss.
- Solo va a ver un maldito hospital, lo mucho que le puede pasar es vomitar al ver a los heridos, con las vísceras salidas – le dijo, intentando quitarle importancia, para que no se preocupe demasiado. Aunque a su manera.
-Eso espero. – suspiró, mirando hacia el techo.
N / A
Gracias a los que leen mi historia, y mil gracias a los que se tomaron unos segundos para comentarla, os lo agradezco muchísimo de verdad. Saber que alguien puede pasar algunos minutos para leer y comentar mi historia, me insufla más ánimos para continuar escribiendo. Como siempre agradezco a quien comenta: Anna Moon. También gracias a aquellos que han dado a seguir mi historia, o a mí.
Hasta el próximo capitulo.
Blanca
