Un beso feroz que termina con un mordisco en el labio, tranquilizándolo con una lamida.

Charlotte estaba muy avergonzada, a pesar de su motivación durante la pelea en el Reino Espada para confesarse a Yami posterior a su salvación, estar frente a la puerta del hospital donde se encontraba la persona que amaba la ponía muy nerviosa, jugo con sus dedos mientras intentaba darse valor a sí misma.

- Capitana Charlotte. – La voz femenina de Noelle la distrajo de sus pensamientos, la adolescente tenía varios vendajes cubriendo su cuerpo, debido a todo el daño que sufrió durante la pelea.

- Noelle. – Se giro para saludarla con una sonrisa – ¿Te han dado el alta médica?

- Sí, por fin puedo irme. – Su sonrisa amplia mostraba abiertamente su entusiasmo – ¿Usted también está de alta?

- Si.

- ¿Va a visitar al Capitán?

- No… Yo. – Balbuceo.

- Estoy segura de que le alegrara mucho verla. – Comento ignorando su nerviosismo – Es una de sus amigas preciadas.

- ¿Qué?

- El Capitán habla bien de usted. También quería agradecerle por haberme apoyado durante la pelea con el demonio. – Hizo una breve reverencia que conmovió a la rubia, a pesar de la diferencia de edad y de rango dentro de los Caballeros Mágicos, Noelle tenía una posición más alta dentro de la nobleza, si lo deseaba no tendría que agradecerle.

- Eres una buena chica. – Sus mejillas se sonrojaron avergonzada, sin embargo, solo se despidió con una mano al irse.

Quedando nuevamente sola con sus pensamientos respiro profundamente antes de abrir la puerta y entrar en la habitación, Yami estaba despierto observando por la ventana, tenía una mirada ausente, se giró para verla con una expresión expectante.

- Reina Espinosa. – La llamo con su apodo acostumbrado, escucharlo fue como una llave que abrió una puerta en su corazón, sus ojos se pusieron vidriosos – ¿Qué sucede?

- Me alegra que estés a salvo. – Su voz se quebró mientras pronunciaba las palabras, se sintió avergonzada por su debilidad quería sonreírle por su regreso.

- Por supuesto, si no regresaba como nos cuidaremos cuando seamos viejos. – Dijo de forma amable intentando bromear con ella, sus chicos habían sollozado y llorado abiertamente mientras lo abrazaban cuando lo rescataron, incluso los más orgullosos se acercaron para darle afecto a su propio estilo, sin embargo, la reacción de Charlotte al dejar lagrimas correr por sus mejillas lo sorprendió. – Oye, ven. – Extendió su mano hacia ella.

La rubia vaciló en hacerlo, dudaba en lo que podría hacer si aceptaba su mano, sus ojos azules subieron hasta encontrar su rostro, estaba serio, sin rastros de burla en su mirada oscura, sus pasos la llevaron a su encuentro antes de que pudiera pensarlo mejor, alargo su propio brazo hasta que sus manos se tocaron, fue bruscamente atraída hacia su cuerpo para ser rodeada en un abrazo cálido, aquello la hizo llorar.

- Lo siento. – Musito aferrándose a la ropa que cubría su pecho.

- ¿Por qué te disculpas? – Habló en voz baja el brazo que rodeaba su cintura se apretó con más fuerza – No creo que merezca tus lágrimas.

- ¿Por qué dices eso? – Se separo restregando sus manos contra sus ojos para secarlos.

- Soy un hombre débil que se dejó secuestrar por el enemigo, y tuvieron que ir a salvarme.

- No lo eres. – Sus ojos azul cielo buscaron rápidamente los suyos, superando incluso su vergüenza no podía evitar sentir un dolor en el corazón al escuchar su voz tan derrotada – No eres un hombre débil, luchaste para proteger a tu equipo hasta más allá de tu limite, diste todo. – Una sonrisa leve se formó en sus labios – ¿No fuiste tu él que me enseñó a confiar en los demás?

- ¿Estabas escuchando mis palabras ese día? – Cuestiono en un tono bajo sintiendo como el ambiente se volvía repentinamente íntimo.

- Sí. – Contesto notando lo cerca que estaban – Por eso no iba a abandonarte, me salvaste ese día, además… Eres una persona importante para todos nosotros.

- ¿Para todos? ¿Incluyéndote?

- Sí.

Un silencio se instauro entre ellos mientras mantenían sus miradas unidas, con el corazón latiendo dolorosamente en su pecho Charlotte fue la primera en desviar sus ojos, Yami la observo con curiosidad, todo su lectura corporal le indicaba que ella estaba aliviada, pero al mismo tiempo agobiada, considerando que acababa de ser rescatado de una situación cercana a la muerte decidió que le quedaba un límite que superar.

- Charlotte. – Atrajo su atención para mirarla a los ojos – Hay algo que quiero decirte, pensaba buscarte cuando me dieran el alta. – La rubia se puso en alerta al ver que se acomodaba en la cama, su mano busco la suya primero tocándola muy ligeramente antes de cubrirla al ver que no existía un rechazo – Espero que puedas escuchar todo lo que tengo que decir antes de que me des una respuesta.

- ¿De acuerdo? – El sonido de su voz chillona la apeno.

- Debido a lo mucho que parezco disgustarte pensaba llevarme esto a la tumba, pero cuando estuve a punto de morir me arrepentí de no haberte por lo menos dicho. No quiero llevarme de nuevo este arrepentimiento.

- No me disgustas. – Se sintió presionada a realizar aquella aclaración, su mente estaba confundida de lo que sucedía, no quería ilusionarse.

- Es bueno saberlo. – Una sonrisa burlona se extendió en sus labios – Eres hermosa, Charlotte. Tan fuerte, independiente, amable y correcta, eres una persona leal que protege y lucha firmemente por sus ideales. – Su pulgar comenzó acariciar el dorso de la mano femenina – Te veía a la distancia, tan solitaria. Pero siendo una noble lo menos que podría hacer era acercarme a ti, intente evitarte con todo lo que pude, pensaba que era un adolescente deslumbrado por la muchacha más hermosa de nuestra generación. Cuando te rescate durante aquel incidente estaba feliz de haberte dado al menos una mano.

- ¿Sabes cómo me salvaste ese día de mi maldición?

- No. Antes de que me digas quiero que sepas que me gustas mucho, Charlotte, solo que siempre que estoy alrededor tuyo estas nerviosa, sales corriendo, y peleas mucho conmigo.

- ¡Eso es porque me provocas! – Replico para al momento siguiente percatarse de lo que acababa de decir – ¿Tú qué…?

- Me gustas. – Repitió atendiendo a la forma en que su ki parecía enloquecer – Si pudiera pedirte un favor que puede que sea demasiado…

- Me gustas.

- ¿Puedo besarte? – Yami abrió sus ojos con sorpresa, Charlotte en cambio bajo la mirada mientras su cerebro entraba en un absoluto colapso, las palabras escaparon de sus labios antes de que pudiera detenerlas y a cambio escucho la petición del hombre. – ¿Reina Espinosa? – No estaba seguro de que debía hacer a continuación casi podía ver el humo salir de su cabeza, aquello le pareció ridículamente tierno pensó en dejarla un rato sufriendo sin embargo no pudo – Charlotte ¿Puedo besarte?

- Sí.

Levanto tan rápido el rostro que si no fuera por los reflejos del moreno podrían haberse dado un golpe, los iris celeste estaban llenos de una emoción tan franca que Yami se sintió conmovido y estúpido de no percatarse en el pasado de lo que significaba las emociones de la mujer, ella estaba tan expectante que se veía doloroso, demasiado tensa por lo que con una sonrisa se inclinó para besar su mejilla derecha, vio su sobresalto y el respiro brusco que tomo.

- Tranquila. – Susurro dejando otro en mejilla, luego dejo uno en la comisura de sus labios – Tenemos todo el tiempo del mundo.

Tiempo era lo que sentía que ya no podía recuperar así que armándose de valor paso sus brazos por encima de sus hombros mientras unía sus labios en un beso tentativo, emocionada por el gesto y la forma en que sus manos rodearon su cintura, lo intensificaron, volviéndose feroz con el pasar de los segundos, Yami pensaba que si no detenía el gesto pronto terminarían apresurando las cosas por lo que juguetonamente la mordió con suavidad, ella saltó sorprendida a lo que él lamió sus labios para tranquilizarla dándole una sonrisa genuina, su piel pálida ruborizada, los ojos brillantes, su cabello rubio libre de su trenza cotidiana.

- Despacio. Quiero poder disfrutar todo con su debido tiempo. – La beso con ternura en la frente, permitiendo que se abrazara a su cuerpo para esconder su rostro – ¿No me has dicho como libere tu maldición?

- La condición era que un hombre me robara el corazón.

- ¿Desde entonces?

- Desde entonces.

- Yo ganó, me enamoré de ti al verte en la ceremonia de Grimorios.

Charlotte no pudo evitar sonreír al escucharle hablar, parecía que estaba compitiendo por saber a quién le gustaba el otro durante más tiempo, no le importaba eso, lo único que le interesaba era el momento actual, siendo correspondida.