Susurrar "te amo" antes de un beso casto y delicado.
El sonido del ajetreo de la base llego hasta su habitación, los miembros del e
scuadrón solían ser animados en cualquier momento del día, pero eran especialmente ruidosos en la mañana, antes de que la mayoría se separaran en diversas actividades, los gritos fueron lo bastante alto como para hacerlo incorporarse en la cama y salir a gritarles, pensaba golpear a cada uno en la cabeza, pero una mano lo detuvo, apoyada sobre su antebrazo siguió la piel pálida hasta que sus ojos se reunieron con los de su dueña.
- Déjalos. – Murmuro todavia adormilada – Vuelve acá, hace fresco en la mañana.
- Pensé que eras alguien madrugador. – Respondió volviéndose a meter en la cama con ella, quien al instante se acurruco contra su cuerpo, la forma en que se sentía completo al tenerla contra él le causaba una emoción intensa que no se desvanecía sin importar cuantas veces sucediera.
- Lo soy cuando tengo que trabajar, pero hoy estoy de descanso y me gustaría poder quedarme un rato contigo. – Sin abrir sus ojos bostezo, restregando su rostro contra su fuerte pecho.
- Es algo en lo que me encantaría complacerte. – Contesto con tranquilidad, la contemplo durante algunos instantes para poder grabar este momento en su mente, la luz de la mañana cayendo sobre su piel blanca, el dorado de su cabello sobre sus almohadas blancas, la dibujaría más tarde, poniendo énfasis en sus labios llenos, su mano se movió por si misma para repasar sus rasgos con delicadeza sin querer perturbarla, maravillado de que esta hermosa, fuerte y valiente mujer le permitiera disfrutar de su compañía, todavía parecía un sueño tenerla con él, pertenecerse mutuamente y solo había faltado su casi muerte para poder llegar a este presente.
- ¿Qué sucede? – Cuestiono al perder el calor de su toque, Yami era increíblemente amable y afectuoso cuando estaban solos, en publico se limitaba a tomar su mano o darle besos en la mejilla, lo que agradecía por su timidez en asuntos del corazón.
- Te amo. – Susurro antes de inclinarse para darle un beso casto y delicado.
- También te amo.
Abrió sus ojos azules para mirarlo a escasos centímetros de su rostro, sonrisas intimas se extendieron en sus labios mientras se convertía en la victima de un mar de besos que se repartieron por todo su rostro mientras rodaban en la cama para que el quedara sobre ella, la fascinación en sus ojos era tal que se sentía avergonzada, la mirada con adoración, hasta que un ataque de cosquillas la hizo comenzar a reírse a carcajadas y a suplicar piedad.
- Te amo. – Volvió a susurrar a su oído dejando un beso en su mejilla al momento que la sostenía por su espalda – Estoy agradecido que me dejes abrazarte, Reina Espinoza.
- ¿Podemos dejar ese apodo?
- No, te queda perfecto. – Respondió con una sonrisa muy amplia – Puedes darme el apodo que quieras, o simplemente seguir llamándome por mi nombre.
- Me gusta tu nombre. – Confeso sintiéndose nerviosa después de hablar – No es que no pueda pensar en un apodo, podría…
- Esta bien, Charlotte. – Le dio una palmadita en la cabeza con gesto tranquilizador.
- Me gusta como suena tu nombre en mi voz.
- A mi también me gusta como suena, sobre todo cuando estas nerviosa. – Ella se ruborizo murmurando cosas inentendibles – Charlotte. – Dijo muy despacio cerca de su oído logrando que le golpeara con una almohada en el rostro, soltó una carcajada entretenido de sus reacciones.
