Jack Frost acababa de terminar su pequeña aventura con Jamie en el trineo.

Estaba por irse, habiendo perdido sus 'quince minutos de fama' ante el Hada de los Dientes, cuando algo en un callejón llamó su atención. Reconoció a Conejo, que con uno de sus boomerangs en la mano, parecía listo para noquearlo. Pero antes de que el canguro intentara nada, todo se volvió oscuro. Los yetis habían metido a Jack en un saco y abierto un portal al polo.

Pitch recién terminaba una de sus visitas habituales a uno de los orfanatos de Nueva York.

Desde Mike, el Coco había tomado la decisión de ayudar a tantos niños como pudiera. Al final, todos podían verlo y él no podía decirles que no cuando estos le pedían volver a verlo.

A pitch le gustaba Nueva York, en especial la vista desde el Empire State. No era lo mismo de día, pero aún así era algo placentero.

De pronto sintió una presencia alrededor, alguien lo observaba.

No pudo determinar quién. Una bola de arena dorada lo golpeó por detrás en la cabeza y Pitch Black cayó al suelo, dormido.

Al despertar se vio atado de cuerpo entero por un interminable látigo dorado que reconocía de batallas pasadas.

Un rápido vistazo alrededor le dijo donde estaba. Era imposible no reconocer las luces, los dulces olores y los sonidos de la fábrica. Estaba en el taller de Norte. Seguro estaba en problemas.

De repente, un portal se abrió y Pitch vio a Conejo y Hada liderando un grupo de yetis que cargaban una bolsa. Pero la bolsa no paraba de retorcerse. ¡¿Era una persona?!

Sus sospechas fueron confirmadas cuando los yetis apoyaron los pies de Jack en el suelo y quitaron la bolsa del joven con su característica 'delicadeza'.

Le tomó unos segundos al espíritu del invierno acostumbrarse a tantas luces y colores. Pudo distinguir a Conejo, viéndolo con el ceño fruncido (claramente seguía resentido por aquella pascua) y a Norte, que lo veía aparentemente contento, antes de ver su boca invadida por Hada y algunas haditas con las que comentaba lo lindos que eran sus dientes o algo así.

Cuando finalmente pudo alejarla fue que vio a Sandman junto a un pequeño escuadrón de unos siete yetis, rodeando a un hombre alto, envuelto de pies a cabeza en lo que parecía una soga dorada.

Su cara debe haber reflejado sus dudas:

"No te preocupes por mí", le dijo el hombre atado con un tono entre divertido y sarcástico. "Solo soy otro rehén", inmediatamente después se puso serio y habló a Norte. "¿Qué hacemos aquí?", su voz muy calmada para alguien en su posición.

¡¿Quién era ese?!

Norte dio un paso al frente y se posicionó donde todos pudieran verle, listo para el gran anuncio.

"Jack Frost" dijo mirando a uno, "Pitch Black", al otro. "Se encuentran hoy aquí porque la Luna los ha elegido..." hizo una pausa, claramente por efecto dramático. "Para ser Guardianes".

"¡¿QUÉ?!". No se supo quién preguntó primero.

Pitch y Jack empezaron a farfullar al mismo tiempo, quejándose y diciendo que esto debía ser una broma o un error. Se escucharon algunas maldiciones por aquí y allá.

Norte intentó apaciguarlos, explicándoles lo sucedido desde las luces en el globo, hasta la 'aparición' de Luna.

Jack buscaba cualquier excusa para irse. Después de 300 años siendo ignorado, no le gustaba como todos parecían prestarle atención de repente. Además, había algo en el hombre de negro que se le escapaba, algo que estaba fuera de lugar con él allí. Su nombre le resultaba familiar pero, ¿de dónde? "¿No es normal que los niños crezcan y dejen de creer en ustedes?", preguntó.

"No así", contestó Pitch con los ojos clavados en el globo.

Solo en ese momento Jack se dio cuenta de que él había dejado de discutir. Siguió su vista hasta el globo. Lo miró de arriba a abajo, empezando por el norte plagado de pequeñas luces doradas, hasta el sur donde se undía en sombras. El joven de pelo blanco también dejo de discutir.

"¿Lo ven?", les dijo Norte. "Hay problemas con los niños y Luna piensa que necesitaremos su ayuda".

Pitch Black, que hasta entonces había mantenido una postura despreocupada, era la imagen de la consternación. "Hay que ir al sur", dijo sin más.

"Espera un momento" lo frenó Conejo, riendo sin gracia. "¿Te vuelves Guardián y ya empiezas a dar órdenes?"

"Yo no soy un Guardián" declaró Pitch con total seriedad a pesar de estar aún atado. "Pero Luna quiso que nos buscarán a Jack Frost y a mí por algún motivo y por eso los ayudaré como me sea posible". Luego miró a Jack, "¿Tú que harás?"

Jack había estado observando en silencio la discusión entre el tal Pitch y Conejo. Por un lado, no creía querer convertirse en un Guardián, por el otro, los niños podían estar en peligro grave. La decisión era obvia:

"Tienes razón" contestó a Pitch. "Yo tampoco soy un Guardián, pero ayudaré como pueda".

"Muy bien", Norte intervino antes de que Conejo pudiera decir algo más. "Está decidido entonces, iremos al sur de América, que es la zona más afectada" declaró enfilando hacia donde estaba su trineo.

"Ehh... Norte" lo llamó Pitch. "¿No se les olvida ALGO?", dijo señalándose a sí mismo con la cabeza.

"¡Oh, claro!", exclamó el gran hombre, algo avergonzado. "Meme, ya puedes soltarlo. Ya dijo que nos ayudará".

Con una última mirada, que prometía graves consecuencias a la menor ofensa, Sandman liberó a Pitch de sus ataduras.

Pitch empezó a caminar hacia una esquina en el lado opuesto al que ellos iban.

"¿Pitch?", preguntó Hada insegura. "¿A dónde vas?".

El aludido la miró un momento antes de contestar. "Al sur", dijo simplemente, señalando las sombras en una esquina.

Hada se aclaró la garganta nerviosa, antes de volver a hablar. "Creo que todos deberíamos ir en el trineo"

"¿Ah, si?", contestó Pitch algo irritado, asustando a Hada con su tono y alertando a todos los demás, excepto a Jack. Pero, entendiendo que lo que más querían en ese momento era mantenerlo vigilado, contuvo un suspiro y accedió. "De acuerdo, iré en el trineo".

Jack, por su parte, seguía demasiado intrigado por ese extraño personaje como para protestar.

Yendo al trineo, la curiosidad se llevó lo mejor de él. "Con que Pitch Black, ¿eh?", comenzó. "Ese nombre me suena algo familiar..."

"Tal vez me reconozcas por mi otro nombre", lo interrumpió, sabiendo a donde iba con la conversación. Ya le había extrañado que no lo tratara con mayor cautela. "Verás, yo ya llevo un tiempo en este mundo", continuó. "Mi nombre es Pitch Black, pero la mayoría de los humanos me conoce como el Coco".

Jack se quedó mudo. Pitch se permitió una sonrisa algo maliciosa. Todavía le causaba cierto placer el miedo que podía causar en otros, sobretodo con solo su nombre.