Heme aquí, actualizando luego de semanas e inmersa en una jornada estudiantil del demonio, solo porque TsukuyomiOzora (Wattpad) me alegró la vida con su comentario. Aprovecho para hacer una dedicatoria a Chess-Kitten (FF).
Cabe resaltar que ésta es la última parte cronológica/sucesiva de la historia, es decir, de pasado a presente y de ahí a futuro; luego vendrá un diálogo que marcará un antes y un después. Entonces el orden de narración se perderá y los flashback alternados con hechos recientes serán el pan de cada día.
Disfruten~
Perspectiva de Genzo.
He recordado en dónde vi a Misaki por primera vez.
Lo hice en un campo de soccer muy pequeño al fondo de un parque en Osaka. Mi tutor legal, Tatsuo Mikami, y yo estábamos de vacaciones el año pasado ―cuando pasé a segundo grado de secundaria, ahora estoy en el tercero―, así que un día cualquiera nos pasamos por ese viejo parque que apenas alcanzo a rememorar.
Entonces había muy poca gente debido a que se había pronosticado para esa tarde la erupción de un volcán y un fuerte sismo, la única razón de que nosotros estuviéramos afuera aún era que la reunión de Mikami se había alargado más de lo previsto. Al pasar por ahí no nos entretuvimos mucho, solo señalamos lo loco que debía estar un sujeto para ponerse a pintar el paisaje como si nada pasara, y es que justamente era lo que hacía un hombre de unos treinta y tantos años de edad.
Era joven, pero no le presté mucha atención a su propia juventud; más bien me puse atento a la del niño que parecía acompañarlo. Éste dio un gran tiro de varios metros al balón con su pierna izquierda, para posteriormente dar otro con una técnica distinta usando la diestra. Quedé bastante impresionado puesto que aquél no rebasaba mi edad y no muchos niños de 12-13 años pueden tirar así. Habría exigido una ronda de penaltis si no fuera porque Mikami tenía prisa por volver a casa, y porque yo no era tan tonto como para quedarme afuera con el lío que se armaría.
Ahora, como pueden ver, me he aprendido el nombre de aquel muchacho cuya nacionalidad aún desconozco: se llama Taro Misaki. Vive a un par de cuadras de mi casa en un apartamento pequeño. No lo he seguido ni nada, solo lo sé porque van varias veces que cruzamos camino saliendo de clases. Tampoco nos hemos encaminado juntos; eso más que nada es porque él parece tímido y yo soy bastante reservado.
Si soy honesto, esperaba verlo jugar. Cada año se hace en Shizuoka un equipo regional para pasar a las nacionales, él se nos podría haber unido. No es que Tsubasa, Jun o Hikaru sean malos, pero con todo el peso que se muda a otras áreas ―Akai y Aoi al basketball, Ken al karate y Karl-Heinz a natación; aparte, nuestra banca de suplentes para rellenar los huecos de los demás clubes―, un mediocampista nos hace bastante falta.
