Narración: tercera persona (omnisciente).

Tres semanas A.D.S.

Perspectiva de Takeshi/Kojiro.

Takeshi corría por los pasillos presuroso, se le había hecho tarde. Llevaba su uniforme en la maleta; debería habérselo puesto desde el principio, pero pensó que era mejor confirmar a su equipo que había llegado y luego cambiarse, antes que perder tiempo en casa por algo que perfectamente podía hacer en los vestidores. Minutos más, minutos menos, pero entre menos mejor, porque el entrenador iba a tomarlos en cuenta cuando lo reprendiera.

Una vez puesto el uniforme, salió a calentar, corrió hacia la base en la que siempre jugaba y esperó la indicación para entrar. El marcador iba con una carrera a su favor, así que suspiró aliviado; haberse retrasado no afectó en lo absoluto.

"Por supuesto", pensó en lo obvio, "¿Cómo podría, estando él aquí?". Sus ojos enfocaron a la persona a punto de batear. Kojiro era un experto dándole trayectoria a la bola, y con su increíble fuerza, podía mandarla lejos sin que se saliera del campo.

Takeshi igual era bueno, pero jamás una estrella como aquel muchacho, y su problema no era precisamente el talento o habilidad que tuviera, no; eso se adquiría entrenando duro.

A Takeshi Sawada le faltaba pasión, esa que Kojiro emanaba por los poros cuando jugaba contra Genzo en las prácticas, cuando veía a Ken al visitarse en sus casas o cuando su novia le recordaba que ambos pertenecían al mejor equipo de baseball.

Takeshi quizás tendría esa pasión si compitiera como titular en el deporte que más amaba.

—¡Chicos! —gritó Maki Akamine apenas salieron de los vestidores, una vez finalizó el partido—. ¿Cómo les fue?

—Ganamos —expresó Kojiro, confiado como siempre.

—¡Nosotras también! —exclamó orgullosa lanzándose a abrazarlo.

Takeshi suspiró, ya estaba acostumbrado a esa escena. Si bien los torneos nacionales eran una vez al año, cada partido de las regionales e incluso las prácticas era lo mismo: alguno de los dos salía corriendo de su campo para ir adonde el otro y festejar.

Aquellos reyes del baseball tenían la autoestima por los cielos. Incluso, Takeshi podía reconocer que tenía envidia, es decir: tenían pareja, compartían su alegría, eran felices jugando, eran buenos y hasta tenían sus respectivos rivales, Wakabayashi en el caso de Hyuga.

De cualquier manera, no era esa envidia la que lo tenía fastidiado, sino la rutina incómoda que hacía algún tiempo se estableció por sí sola.

Cuando entraron a secundaria, Kojiro y él se conocían de primaria por haber estado en el mismo grupo, y esa fue la razón por la que empezaron a hablarse. En el primer año, Kojiro no era igual que ahora; más bien era agresivo y solitario.

Takeshi sabía que tenía problemas familiares, pero nunca estuvo cercano a ese ambiente. Él solo podía apoyarlo en la escuela, y ahí era básicamente Kojiro contra el mundo.

De hecho, si Sawada no fuera tan tenaz, Hyuga habría conseguido herirlo varias veces con sus palabras y acciones, pero él persistió y continuó tendiéndole su mano.

Lo que restó del ciclo escolar, la batalla contra el mundo sumaba a Takeshi en el bando de Kojiro, y así estaba bien, así tenía que quedarse. Pero no.

Regresando al segundo año llegó Ken a su misma aula, y si era sincero, Takeshi se sintió un poco desplazado. Ese grado le sirvió para interactuar con el resto de la clase, con Tsubasa, Mamoru, Shingo y la mayoría del equipo de football.

Wakashimazu a veces jugaba de portero, así que no vio nada malo en practicar soccer cuando tuviera tiempo. El problema era que Hyuga iba volviéndose más accesible, más amable, y la alianza de ellos dos contra el mundo ya no era tan cierta.

Al entrar a los clubes, Ken se fue al karate y Kojiro al baseball; Takeshi, a pesar de llevarse bien con algunos niños, seguía necesitando a Hyuga, y no le vio nada malo a irse a baseball.

Los días fueron buenos hasta el tercer grado, el jugaba tanto soccer como baseball, participando en los torneos nacionales solo en este último.

No había mayor drama, exceptuando la molestia que de cuando en cuando sentía porque Ken y Kojiro llegaban a hablar de cosas que no entendía sin tomarse la molestia de incluirlo, pero daba igual, no tenía que enterarse de todo: esos dos se conocían desde mucho tiempo atrás, era lógico.

En tercero la fama empezó a influir en su compañero, las chicas lo buscaban y lo vio un par de veces irse con dos personas, un hombre y una mujer, quizás a su casa para informar a su madre sobre la beca deportiva que ganó.

Ni siquiera eso lo hizo explotar como la llegada de Maki. La chica era genial, pero cuando estaban los tres algo en el ambiente se le hacía insoportable; era como si él sobrara, y lo mismo le pasaba a Ken, solo que Wakashimazu no le daba mucha importancia.

"Sí, claro. Ken no eligió un club solo para estar con él..."

—Takeshi. —La voz femenina lo sacó de su ensimismamiento—. ¿Quieres ir con nosotros por un helado?

—No, gracias —contestó seco—. Debo ir a casa.

Tan rápido como había llegado al lugar antes del partido, se fue.

—¿Crees que se haya molestado? —preguntó ella—. ¿Ya no pasan mucho tiempo juntos, cierto?

—Claro que no es eso. —Kojiro se rascó una mejilla—. Seguramente le fastidia que seas tan gritona. —Su novia frunció el ceño.

—¡No es culpa mía! —exclamó, sacándole una sonrisa al chico—. Hazme caso: está molesto contigo.

—No insistas, Akamine —Ella volvió a mostrase irritada. No le agradaba que le dijera por su apellido. —Si Takeshi se sintiera mal por mi culpa, me lo diría.

Kojiro Hyuga estaba seguro de sus palabras. Además de que Sawada le había dicho sus verdades varias veces sin pelos en la lengua, era su amigo:

El silencio contaba como mentir, y los amigos no mentían.


¡Aquí se acaba el cap! He de decir que se sintió refrescante salir de mi zona de confort respecto a los personajes que acostumbro usar. Esta parte va para ti, Chess-Kitten, la hice con mucho cariño.

Tenía planeado meter la perspectiva de Maki de lleno junto a la de Ken, pero mejor lo dejo para el siguiente cap donde, aviso, se viene una conversación fuerte.