Semana 5.

Perspectiva de Yoshiko (tercera persona).

Aun de pie frente a los vestidores, Aoba sugirió caminar juntas de regreso a casa.

—Puedes preguntar cómo fue, si quieres. —Fujisawa identificó asombro en los ojos ajenos, señal inequívoca de que Yayoi entendió el mensaje—. Él me rechazó, de todos modos... No pasa nada si te cuento.

—A veces me impresionas —declaró la castaña con una leve sonrisa asomándose en sus labios—. Es como si leyeras mi mente.

—No tu mente. Tu cara. —Yoshiko devolvió la sonrisa—. Tienes curiosidad.

—Es que no entiendo. —Yayoi buscó las palabras correctas—: Hikaru se dedica a las prácticas, la escuela y sus amigos, pero él...

—Él no es tan denso como Tsubasa —completó al ver colorearse las orejas de Yayoi—. Yo pensé lo mismo.

—¿Por qué estás tan tranquila, entonces?

—Porque Hikaru me explicó. —Aoba hizo una mueca que Yoshiko interpretó como un "te escucho". Suspiró—: dijo que le gusto, pero no con la intensidad que él a mí.

—¿Por qué no lo intentan?

—Eso le dije, pero teme lastimarme. —Yayoi parpadeó evidentemente confundida.

—¿Él? ¿Lastimar a alguien? ¿No sabe cómo lo ven los demás? —cuestionó, refiriéndose a Ishizaki y Aoi en específico, quejándose del buen trato que los profesores tenían con Matsuyama debido a su temple firme y respetuoso.

—Es distinto. Hikaru no quiere arriesgarse a que, si nos acercamos de esa forma, yo sea la única que acreciente su sentir.

—Pero ¿cómo puede saberlo? —Yayoi detuvo su marcha y la tomó de las manos—. ¿Cómo está tan seguro de que no va a quererte?

—No lo está. —Yoshiko deshizo el agarre, luciendo demasiado triste—. En realidad, tampoco entiendo. ¿No se supone que las personas lo intentan si saben que se gustan? Hikaru no se acobarda, entonces, si no le gusto, no tenía que decir que lo hago. —Fujisawa miró al cielo con resignación.

»Pero Hikaru tampoco miente. Solo... me gustaría que dijera la verdad. En el fondo, sé que no quiere intentarlo porque no le gusto lo suficiente para cambiar; él tendría que perderse cada vez que le sonrío, sonreír de vuelta y hacerme feliz, porque eso es lo que yo haría por él.

»Hikaru prometió llevarnos igual que siempre, pero, en adelante, sé que se incomodará cada vez que le sonría, y yo me sentiré mal cuando él me corresponda solo por ser amable.

»¿Cómo se supone que finja no notar eso? ¿Cómo voy a conquistarlo aun en contra de lo que siente? No tengo la valentía de Sanae ni tu paciencia.

Sin esperar una reacción, Yoshiko apoyó la cara en el hombro de su amiga. No lloraba, pero su respiración era errática. Yayoi cepilló sus cabellos oscuros sin decir nada. Yoshiko necesitaba desahogarse.

Quizás Hikaru debió decir directamente que no quería tener novia, pero Yayoi apreciaba su esfuerzo por ser sutil. Probablemente, Matsuyama seguía la misma ruta que Misugi y ella, así que podía entender su indisposición: no tenía caso precipitarse si no le nacía.

Yayoi veía el sufrimiento de Yoshiko tras sus palabras; ser rechazado era duro. Se preguntó fugazmente si también dolería estar del otro lado, si Matsuyama se sentiría mal por romper el corazón de una amiga. Internamente, Aoba agradeció que fuera honesto; rechazar debía ser duro.