¡Feliz Navidad a todo el mundo! Aunque tenía pensado colgar este capítulo dentro de unos días, considérenlo mi regalo de Navidad. A cambio, espero alguna que otra review.

Capítulo 3: Construcción del Plan Perfecto

Mercurymon se encontraba tranquilamente en su Palacio de los Espejos. Todos lo conocían como el palacio de Mercurymon, pero finalmente él mismo había decidido bautizarlo así.

Tras la reunión con el resto de olímpicos se había tomado un breve momento de descanso, pero perder el tiempo. Debía trazar el plan perfecto. Y debía de convencer a los indecisos.

Mercurymon se puso a reflexionar sobre los olímpicos:

-"Aunque la reunión había sido un éxito, Vulcanusmon, Neptunemon y Dianamon no creían sus palabras. Marsmon tampoco se las había tomado muy en serio, pero ese tonto haría cualquier cosa que hiciera su amigo Apollomon."-pensó.- "Vulcanusmon podría construir las mejores armas, sólo si estaba muy interesado en hacerlas. Y para eso esta su esposa, Venusmon, para animarlo. Neptunemon, ahora que cree haber encontrado el amor verdadero, no quiere dar su brazo a torcer, por si la pierde. Pero en cuanto ataquen su preciada isla, el mar entrará en cólera. Y por último Dianamon. Su mayor quebradero de cabeza. Pose un grado de moralidad demasiado elevado. Pero si su hermano está en peligro, correrá a salvarle."-

Dejó de pensar en sus compañeros. Durante la siguiente reunión, debería tener algo que contarles. Sus discursos no surgían de la nada. Se pasaba horas y horas ensayando delante de uno de sus muchos espejos, para lograr el efecto adecuado.

Buscó un mapa. Lo encontró en uno de sus "falsos armarios". Lo desplegó sobre la mesa en la estuvieron la noche anterior. En él había varios puntos señalados con una cruz.

Trazó dos líneas rectas, que se cruzaban en el centro formando una cruz. En cada uno de sus extremos trazó una flecha. Entonces apuntó en ellas los puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste. Además añadió sobre ellos unas letras A. ; B. ; X. ; y Z.

Contempló satisfecho los puntos señalados. Esos iban a ser los primeros objetivos de los olímpicos, antes de arremeter contra el original. En total había siete.

Sonrió. Y mantuvo la sonrisa durante unos instantes.

-"Esto es por vosotros..."- pensó.

Pensar de nuevo en los compañeros que ya no estaban le producía tristeza. De los doce originales, solo quedaban ocho.

Nunca se lo había comentado al resto de dioses, pero él siempre había sido una persona errática, volátil, inestable. Huía de si mismo, haciendo largas travesías aéreas. Además, tiempo atrás se había desocupado de algunas de sus misiones, sobre todo las referentes a la mensajería.

Tras la batalla, había cambiado, e iba a enmendar sus errores, y los de sus compañeros, su familia. Había tardado algún tiempo en reunir el valor suficiente para actuar, pero lo había conseguido.

Muchos decían que se había vuelto despiadado o ruin, y en cierto modo, tenían razón, pero él era el único que podía llevarlos hacia la victoria.

Volvió a centrarse en su objetivo. Mañana, cuando se reuniera con los olímpicos, les comunicaría su primera acción. Pero ¿cuál?. ÉL todavía o tenía claro quien sería su primera victima.

No podía admitirlo delante de sus compañeros, pero, sentía algo de miedo en aquellos instantes. Ya habían perdido la guerra una vez, así que podrían volver a fracasar otra vez.

Miró a la pared. Era lo que acostumbraba a hacer cuando se ofuscaba en algo. Su propio reflejo lo contemplaba, con la misma mirada que estaba poniendo él ahora mismo.

Puede considerarse un acto ególatra admirarse uno mismo al espejo, recrearse en esa imagen horas, horas y horas, pero a Mercurymon no le parecía así.

-"Un reflejo es la perfección que la realidad no puede alcanzar"- decía siempre. Mas solo era una forma de consolarse.

Alguien llamó a la puerta. Mercurymon atravesó uno de los espejos, y llegó a la planta baja de su palacio. Al abrir la puerta, Marsmon le estaba esperando.

-La reunión es mañana. Márchate.- dijo de manera tosca mercurymon, al contemplar quien era su visita.

-El motivo por el que he venido aquí es importante. ¿Me dejaras pasar?-

Mercurymon hizo una burlona reverencia antes de dejarle pasar. Siempre habían existido tensiones entre Marsmon y el resto de olímpicos, pues siempre fue su predilecto.

Marsmon caminó hasta dónde se habían reunido anteriormente. El palacio seguía tan oscuro como la última vez, únicamente iluminado por algunas velas.

Marsmon prendió una pequeña llama, que iluminó el resto de la estancia. Quedó cegado, pues los reflejos de los numerosos espejos fueron directos a sus ojos.

-Acostúmbrate a esta oscuridad.- dijo Mercurymon, con desdén.- No es como la del Dark Área.-

-¿Qué es esto?- preguntó Marsmon, señalando el mapa.

-Un mapa.-

-Castillo de Seraphimon, Castillo de Ophanimon, Castillo de Cherubimon...- leyó el olímpico.- Norte, Sur, Este y Oeste. – concluyó. - ¿Son nuestros objetivos?-

-En efecto.-

-¿Cuál será el primero?-

-Aún no lo sé.- respondió Mercurymon. – Aún no me has dicho el motivo de tu visita.-

-Ni te lo diré por el momento. Yo ya sabes a por cual iría...-

-Tú siempre tan imprudente. La venganza se sirve fría.-

No tuvo nada más que añadir a esa afirmación.

Contempló el mapa más de cerca Los trazos que Mercurymon había hecho en el mapa, lo habían emborronado, pero no se atrevió a decirselo.

Señaló una parte del mapa. Estaba sin marcar.

-Creo que te falta ese punto.- dijo Marsmon.

-Sólo atacaremos allí, si vencemos a los demás. Lo sabes.-

Tuvo que reconocer que en eso tenía razón. Mercurymon había hecho los deberes.

-Se va reduciendo el espectro de posibilidades. Pero, y si en vez de matarlos... los encerramos... como hicieron con los nuestros.- propuso Marsmon.

Otra vez le invadió esa sensación a Mercurymon. La disimuló lo mejor que pudo.

-Es una buena idea. He de admitir que me has ayudado mucho, Marsmon.- dijo. – Gracias.-

Fue un gracias forzado, pero a Marsmon no pareció importarle.

-Creo que ya me he decidido.- añadió Mercurymon.

-¿Quien?- preguntó emocionado Marsmon.

-Os lo diré a todos mañana.- dijo. – Ahora dime. ¿Qué te ha hecho pasar por el Palacio de los Espejos?-

-Me has disipado todas mis dudas, Marsmon. Dudé de ti. Pero pareces que has cambiado...-

-He cambiado. Es algo que no puedes dudar.- le cortó Mercurymon.

-Espero que te dure el cambio Mercurymon. Has iniciado una revolución. Aunque parece que sabes controlarlo, te estaré vigilando. Me marcho, por el momento.-

Descendieron las escaleras y Marsmon salió del Palacio de los Espejos.

Mercurymon cerró la puerta de golpe. Ahora caía en la cuenta: Marsmon había venido allí para comprobar si sería un buen líder, como un día lo fue... No pudo pronunciar su nombre. Aun seguí siendo demasiado doloroso para él...

Nota:

Bueno, este capítulo –sí, ya sé que sigue siendo un poco corto- pero muy relevante en la historia. Mercurymon, líder de la revolución, a tramado un estupendo plan, ¿cuál será? ¿Quién es el misterioso Él del que se habla en los capítulos? Lo podremos descubrir en los siguientes capítulos. Por favor, dejen comentarios, todas las reviews, buenas o malas, serán bien recibidas.